VEGUETA, Número O, mayo 1992, (173- 1881 173

La invocación simbólica o

monogmmática y la

invocacióui verbal o explícita

en las matrices de las actas

notarides de los escribanos

de Las Palmas en los siglos

XVI al XIX cmtodiadas en el

Archivo H is tórico Provincia l

de Las Palmas

* Profesor de Archivística y Documentación.

Facultad de Geografía e Historia. Universidad de Las Palmas

d e Gran Canaria.

174 Enri~ueP érez Herrero

E s indudable la enorme información que

las matrices notariales encierran en su

seno para la confección de la historia regional,

y de ahí su frecuente movimiento en las salas

de lectura de nuestros archivos, como única

solución al acceso de la información que atesoran

sus líneas. Repetidas veces se ha demostrado

el cúmulo de datos que su lectura

ofrece al historiador, y muchos son ya los trabajos

básicamente realizados con estos fondos

documentales. No obstante, al historiador

interesa casi con exclusividad la información

en ellos contenida, pasando por alto otro tipo

de análisis que estl~diua ! Uocumcntv mimo,

sus elementos y forma de expresión. Es al diplomatista

a quien preocupa e interesa esas

características tanto internas como externas

que configuran y definen al denominado documento

diplomático. Es decir, si el historiador

valora e interpreta la información que de

nuestro pasado contienen los protocolos notariales

cont~nidnsy desarrollad~ce n el dis

positivo de los mismos fundamentalmente, el

diplomatista, por el contrario, se preocupa en

la forma y manera en que éstos se expresan y

articulan. Por lo tanto, los intereses de unos y

otros son esencialmente dispares. pues diferentes

son sus 74 campos de acción Si buenos

resultados han sido obtenidos por los primeros,

nadd se ha hecho por los se~undos,

salvo sucintas observaciones sobre esta materia

incluidas por los historiadores en sus

obras', a traves de las cuales se denuncia un

vacío en nuestra región de estudios que analicen

nuestros udiplomas»

Por lo taintü, es iiuesiro deseo contribuir

con este modesto trabajo al desarrollo del estudio

diplomático del docuiiien~on otarial canario

Para ello se ha procedido a una sclección

aleatoria de los protocolos de la jurisdicción

notarial de Las Palmas [de los siglos XVI

al XIX) custodiados en el Archivo Histórico

Provincial de Las Palmas, a través de la cual

cumprrndc: c! &venir y el desariollü cic ids

invocaciones, ya que la consulta completa del

fondo desbordaría todo límite de tiempo y espacio.

Sentadas estas bases, diremos que los caracteres

internos son los elementos dc forma

que emanan del texto mismo de las actas Se

refieren a su lengua y estilo y a la disposición y

formulación del discurso diplomático con

arreglo a unas pautas determinadas, variables

según el marco en que se inscriba su contenido.

Puede pensarse a primera vista que los

documentos pretéritos, tanto públicos como

privados, no tienen entre sí ninguna relación o

semejanza, pero la realidad es muy otra si los

analizciiiius dpiicdncio ia disciplina que la Diplomática

nos enseña. Salvando la distancia

marcada por las diferentes lenguas, la mayor o

menor ampulosidad y retórica, la diferencia de

criterios en la extensión o brevedad de los

motivos y otros razonamientos que inducen a

la expedición del documento diplomático, las

cláusulas documentales que los componen

suclcn ser sixilai-es, pues seiiiejdrite es el mecanismo

del pensamiento humano que los

produce.

Los elementos del discurso diplomático

son susceptibles de una división analítica que

los racionalice. Evidentemente, la estructura

resultante no es un arquetipo inflexible, pues

las cláusulas que conforman las diferentes

partes del dociim~ntnp ieden darse en su totalidad

o en parte, en un orden u otro, con mayor

o menor extensión. Las partes principales

del documento diplomático, defiiiidds ya en el

siglo XIX por Sickel y Ficker, y aceptadas y

mantenidas por los diplomatistas actuales,

son tres: Protocolo inicial (invocatio, intitulatio,

directio y salutatioi, Texto o cuerpo del documento

(preambulum, notificatio. expositio.

dispositio, sanctio y corroboratio) y Protocolo

final o Escatocolo (data, aprecatio, suscriptio y

otros signos de validacjón).

Dentro de la investigación diplomática, se

hace sentir un vacío en cuanto se refiere al traiamienlo

aei ciocumeiito notarial, y una tendencia

a independizar su método fuera dcl alLa

invocación simbólica o monogramática y la invocación verbal o explícita ... 175

cance de la división tripartita expresada más

arriba2. Esta idea está por hacerse, por lo que

se sigue aplicando el esquema tradicional a

este tipo de documentación Por otra parte. la

estructura del documento notarial tiene cabida

dentro de ese esquema, por lo que su desglose

del mismo quizá no tenga tanta fortuna

como cabría esperar, pues ello supondría una

nueva valoración de los principios básicos

que sustentan la actual Diplomática.

La invocación ocupa siempre el primer lugar

en esta cadena, siendo su ubicación inamovible

en el caso de aparecer Se trata de

.u.i- i-a isuz "i-i.i.ilu- ia uAc- u2 c- . ,v-"u:A~- iuiy-i. .uA c a-Lu.-- ic c-1 i "p.*?.i+-u-,. ~uculo

de las actas con la intención de auspiciar la

protección divina o el patronazgo de uno o de

todos los santos

Lógicamente la religiosidad medieval jugó

un papel importante cn la propagación dc su

uso, al extenderla de la correspondencia al

documento epistolar y de éste al documento

prspiumente Y ichv3.

Su carácter devoto es, por lo tanto, indudable

y su origen se viene situando en boca

del apostol San Pablo cuando de forma imperativa

dijo a los colosenses: cOmne quodcumque

facitis in verbo aut in opere, omnia in nomine

domini nostri iesu Christi)); y esta intención

ya queda patente en una de las cartas de

San luan Crisóstomo cuando afirma aue si los

nombres de los cónsules hacen que los decretos

sean firmes, más lo habrá de hacer el

nombre de Cristo4.

Y lo que fue cn un principio acto de reconocimiento

y denuncia pública de una confesion

rciigiosa, con ci dempo iiego a consiaerarse

como una ineludible garantía del cumplimiento

de los contratos sinalagmáticos por

el Código de Teodosio, convirtiéndose en un

juramento cuya violabilidad suponía la infarnia

y la perdida de los derecho.;' No obstante,

el tiempo y el uso de esta práctica no tardaría

en convertirla en pura mecánica consuetudimlid

que L IUd íe~tdb[<t i ~e~ iu~w~iid;lciúii

ni a la legalidad del documento.

La invocación, según el estado en que se

nos presenta, puede ser de dos tipos: invocación

simbólica o monogramática e invocación

explícita o verbal.

La invocación simbólica es la más antigua

y viene d ser un dibujo sericilio de id cruz o,

por el contrario, todo un signo de mayor complejidad

y arte, llamado crismón, que simboliza

el nombre de Cristo, que obviarnos por no

ser propio de la documentación que al presente

tratamos. El signo de la cruz es el

símbolo por excelencia del Cristianismo, y comenzó

a generalizarse a partir del Edicto de

h f : l ~ - 1-z,. " 1 9 , %-A,.- 2- -,.L- L-L.. 1

iviiiai i (al iu J 1 ~ j n.i i~cbU T c > ~ICaL L la, la> pci >c'

cuciones obligaron a disimular la cruz por

otros signos que en su esencia contenían la

intersección de los dos brazos que la componen.

Así, los creyentes paleocristianos expresaron

de forma simbólica a la cruz baio las formas

del áncora, la esvástica la dauB griega, el

tridente, etc. La invocación monogramática

7nQrnrn nn bnnr7 miir, tnmi?r?n? A n r s r r n l i ? r l ? UyY'CLL C., LyVLu L I L U ) i L L . L , d I U L L U U ~ - . U I L " " U U U

en toda Europa. En la documentación española

la encontramos ya en las pizarrash y en

los pergaminos visigodos' tratada de forma

muy sencilla, una simple cruz.

A partir dc este momento, su evolución

pasa por un cúmulo de vicisitudes, que van

desde la simplc cruz dc dos brazos perpendiculares

hasta formas muy enmasraradas originadas

por la cursividad de un ductus 1-ápido

y nervioso, que la traza sin levantar la mano

cntrc uno y otro brazo.

Se ha dicho que el abandono de esta invocación

cruciforme se inicia pronto8, pero la verdaa

es otra, ya que en ios protocoios notariales

que estudiamos su presencia se denota hasta

muy entrado el siglo XIX, aunque sí es cierto

que su uso declina según avanzan los siglos,

apareciendo en los años decimonónicos en escaso

niímero No obstante, tal práctica ha llegado

hasta nuestros días, pues lo vemos en la correspondencia

piadosa de nuestros abuelos,

quieiies suiídri currierudr sus escritos con una

minúscula cruz en el borde superior del folio

176 Enrique Pérez Herrero

En los protocolos notariales de Las Palmas

estudiados. la invocación simbólica aparece

siempre presidiendo la matriz, plasmada

bajo el borde superior del folio, y ocupando el

centro marcado por el primer doblez que se

hacía para con ello señalar los márgenes entre

los que inscribir la caja de escritura?

En el siglo XVI su uso es muy frecuente y, -- 1: +.-e- -----e 1-" --LA A--:" -..- 1- ,.w..- :. ci i iiiicaa sciiciaica, cnur u r c i l yur ia LLUL L L L -

vocante hace acto de presencia en la mayoría

de las matrices conservadas. Así, Cristóbal de

SAN CLEMENTE'^, Luis FERNÁNDEZ RRsco",

Francisco HENR~QUMEEZL IÁN' ~A, ionso F ~ R -

NÁNDEZ SMVEDRVA A'~lo nso HERNÁNDEenZ-' ~,

tre otros, la incluyeron siempre en sus escritos

o, al menos, su ausencia es poco frecuente. No

obstante, no faltan otros que fueron poco

amigos de incluirla en las matrices, pues es repetida

su ausencia, como Hernando DE PAN

L L A ' ~G, ARCO~AR TIZA'~lo,n so DE BALBOA'0~, P edro

DE CABREJAS'~.

Dentro de la norma general de su empleo,

cabe una costumbre bastante generalizada,

que consiste en no incluir la invocación monogramática

en las escrituras que comienzan

en mitad del folio, es decir, tras el escatocolo y

las firmas de los otorgantes, testigos y escribano

de la que antecede y que no basta para

cubrir toda la caja de escritura del folio. Mas

este hábito no puede ser convertido en tesis

exacta, ya que no faltan los casos contrarios,

pues hay escribanos que dan una continuidad

a sus registros sin forzar página nueva, e incluyen

la invocación simbólica entre las validaciones

de la escritura antecedente y la notificación,

o invocacion verbal, en caso de Ilevarla,

de la escritura a la que se refiere

Esta invocación es general a cualquier tipo

de escritura, no pudiéndose considerar privativa

de alguna o algunas tipologías notariales

concretas, como acontece con la invocación

explícita o verbal, que veremos más adelante.

En cambio, sí hace siempre acto de presencia

en todas las portadas de los cuadernos que

configuran el protocolo, flanqueada por lo corriente,

por la invocacion verbal mixta: <Jesús,

María y José).

La invocación verbal y la simbólica conviven

juntas a la perfección, ya que la presencia

de una de ellas no implica la ausencia de la

otra. En los testamentos, codicilos, conocimientos

de embarque, etc., a la invocación

simbólica sigue la verbal sin ningún tipo de

ZhC!iisihíi u CUs:itüCiSi: 9 n2. h n r , nn+, A, L L C I C L U'L" UL

presencia en algunos casos en los que sí se

incluyó una verbal, no hay que ver en ello razón

de que la explícita desplace a la monogramática,

sino a la propia personalidad de esta

última en su libertad de aparecer o no.

Si bien cada escribano siente cierta predilección

por un diseño concreto de la cruz, ello

no indica el empleo de un único tipo, ya que

en ninguno de los casos estudiados se ha podido

comprobar el uso exclusivo de uno de

ellos. Lo más abundante es conjugar la cruz

de dos brazos perpendiculares, más largo el

horizontal que el vertical, con otra de trazo

más cursivo, caracterizado por determinadas

curvas o vueltos en la parte inferior del brazo

vcrtical. o cn la partc izquierda dcl horizontal

que tiende a anexar ambos trazos, dando como

resultado una cruz lograda de un único

impulso. Esta diversidad de modelos empleados

se debe furidamentalmente a dos causas:

la primera, a la diferencia que marca en una

misma mano que escribe el reposo o lentitud,

que permite trazos más exactos que invitan a

levantar la pluma para mejor diferenciar los

elementos de los signos gráficos, o la rapidez

y el nerviosismo, que tiende a no levantar la

mano al trazar dichos componentes, dando

como resultado una cruz realizada de un solo

impulso, con el consiguiente alejamiento del

modelo primigenio. La segunda causa, a la

existencia de varios amanuenses en una misma

escribanía

En el siglo XVII se dan los mismos componentes

que en el siglo anterior, al que nos hemos

venido refiriendo En el siglo XVIlI riu

aparece ninguna forma que no se haya dado

O Unversdad l e Las Panias l e Gran Crnarla B b o e c i Unveritara Menore D g t a de iCanira, 28105

en siglos anteriores, salvo pequeños detalles

que se recogerán cuando procedamos a describir

físicamente la invocación monogramática.

Rasgo sobresaliente del siglo XVlll es el

aumerito de la carencia de este tipo de invocación,

sobre todo al final de este siglo, aunyur:

c- írl -iu -- >- zl.:-- A * -..- &.,:.-. .-. ----: L.- iiu cs uvicc uc qur cniatuii csciiuanos,

Como luan GUERRA DE QUiNTANA ( 1 740IJ9,

que la incluye siempre en las cartas de sus registros.

Según se puede comprobar por la documentación

examinada, hay en este periodo

una fuerte ausencia de la invocación simbólicd

que nos anuncia ya lo que habremos de encontrar

en el siglo XIX. Así nos lo atestigua la

producción notarial de Pablo DE ~ . C4R UZM ACHADO

í 1 74012D, Lorenzo RODR~GUEZ GOMEZ

í 1750)21P.e dro DE ISLA (1 758I2j,F rancisco Iavier

, . - , - , n o - 2 F ~ IWA NDUE ~VLIL LH(~1SI O UI~,, uamaso HLKMOSILLA

Y WINRIOUE (1 770P, Andrés CABRERA

DE LEON (17 80)25y de Vicente ÁLWREZO RAMAS

11 790)26L. a convivericia entre ambos tipos de

invocación se sigue dando en este siglo.

E! siglo XIX va a suponer ei declive total de

la invocación simbdica, pues su abandono es

tanto, que convierte en esporádica 5; cierta-

--*+- "-"- ,-.. -.-7%*:e:A"7 e-- ..- -,,,-h,V l*n

I L l L 1 1 L C LULCl 3" ~ y C I I i L I " , , . o\,,, JU L L L U C , < " J L V J

escribanos que no la emplean, son pocos los

que la utilizan escasamente, corno Agustiti

SILW( 1 819jy7y Francisco PINED(A 18 VO)L" y uuo

solo el que la vuelve a emplear en abundancia,

I.ázaro FICUFROAV ARGASc.u riosamente de Fines

del siglo (1 889- 1 890i2'.

Es indudable que la forrria única de la invocación

rnonogramática es la cruz de dos

brazos, y todo el sinfín del rcsto de los tipos

que encontramos no son sino formas derivadas

de !y pri=rru, ?~ariant-s n<? dPbiduc a doterminados

gustos artísticos, sino a la mecánica

de la escritura cursiva.

Se realizaba primero el brazo vertical y, levantando

la rriaiio. se situaba la punta de la

pluma a su izquierda para trazar e! brazo horizontal.

Es decir, se hacía de dos impulsos independientes,

uno primero de arriba a abajo,

inclinado Iigeratnente de derecha a izuuierda:

otro segundo de izquierda a derecha, que coi

taba el anterior aproximadamente por cl centro,

y con una ligera inclinación de abajo a arriba.

La razón del proceso explicado es muy 16-

gica, ya que a la mano le resulta molesto hacer

un trazo de derecha a izquierda o de abajo ha-

A:- ,.AL-?O r-b-~-+ "- A,. l n n --+&.-- ..* "-..- \-La C Z I I I U Q . L I I L L G VL-LV U'C IVJ I I I V L I V V 3 PL'lyUL

la mano y la vista han de ir acompasadas al

mismo ritmo, equilibrio que tiende 16gicamente

a ir en el senrido de la escritura (de izquierda

a derecha), y que repugna y evita

siempre romper dicho ritmo cambiando la direccióri

de la mano que escribe. Los músculos

de la mano tienden a buscar la mayor facilidad

de su movimiento, y es la vista la que disciplina

esta búsqueda de lo fácil. Si a esto se

suma la cursividad de! ductus. producto de

una rapidez, de un ansia por abreviar u i i a niecánica

conocida por el que escribe y por el

que lee, todo ello producto de la ley del mínimo

esfuerzo. tendremos muchas variantes de!

primer modelo, aunque, eso sí, todas ellas encierran

en su seno ia cruz primigenia.

Estas variaciones. producto de la influencia

vivificante de la mano que escribe, sdo es

*y,,vC;.>;h>l- ui\c,;.?- ,mv"n'l<-v gL<crl;, .,t~"~,,--;n~rI,.t r.rIn A,,.,- ii<cL'iui,,yii'ruv' '"u" "L."L

nir evolutivo, mediante una prácrica no vital

de la escritura como es la iiriprerita. Si la mano

y el ojo diseñan un tipo que queda bajo determinadas

circunstancias modificadoras, producto

de la rapidez, de la cursividad o de otras

cualesquier razones, la tipografía estabiliza la

forma evitando todo cambio o evolución

Es suficiente, por tanto. no olvidar los trazos

que venimos de explicar, para comprender

la diversidad de cruces empleadas en ia invocd~

j f in~ ~ ~ ~ ~ < v ~ qr n~ ifeivt i r a 1.~2-

b'-..IY-'--*

riantes de un único modelo y de la forma de

acometer esos dos rnovinzientos de arriba a

abajo y de izquierda a derecha. La cursividad

es enemiga de despegar ia pluma del papei. lo

que acelera el tiempo invertido en plasmar el

signo. De aquí que muchas veces el extremo

inferior del brazo vertical se una al extremo izauíerdo

del horizontal formando Lin triánpulo

178 Enrique Pérez Herrero

en cl tercer cuartel de la cruz, o una especie de

voluta o círculo, si aún es más rápido, que da

lugar a un lazo más que a la cruz prupiarnente

dicha.

En efecto, como queda dicho más arriba,

la ley del mínimo esfuerzo, sumada a un ductus

rápido, tiende en todos los casos a redondear

las formas y, en concreto, los ángulos excesivamente

pronunciados, alejándose por

ello el escribiente del prototipo inicial por trazarlo

de un solo impulso cn lugar de dos, como

sería lo exacto. Este alto grado de cursividad,

que afecta asimismo al alfabeto, crea un

probiema de interpretación por el desvirtuamiento

y corrupción de la forma originaria,

hasta el punto de no poder reconocer la cruz.

salvo por el lugar que ocupa eri la caja de escritura

Si se desmontan estos dibujos, veremos

que tenemos una cruz y unos trazos que la enmascaran,

que no son otra cosa que el camino

yüe ilwd v debía haber iievado la piurna por

el espacio entre la realización de los elementus

que la componen. Se levante o no la pluma,

el movimiento de la mano es en todos los

casos el mismo. Sólo es el producto final lo

que varía. En definitiva, es el movimiento de la

mano el que prepondera sobre la influencia

de la vista. A esto hay que añadir la importancia

q1.i~ .!ranza I~ego! ' funtasia dc !i, mano,

que da a cada diseno una personalidad propia,

y desarrolla o adorna los brazos de la cruz,

bien oiiduláridolos armoniosamente, bien terminándolos

en algún tipo de remate o virguli-

Ila, aunque dichos trazos no alcancen más que

un interés episódico y, en ninguno de los casos,

Iogrcn una influencia definitiva en el desarrollo

del símbolo cristiano

Tres tipos fundamentales caracterizan las

invocaciones monogramáticas de los protocolos

notariales de Las Palmas: cruz de dos tirdzos.

la más frecuente y con múltiples variantes;

cruz de tres brazos, la más cursiva y en cierto

modo la más alejada de la cruz básica; y la cruz

de cuatro brazos, poco frecuente pues sólo se

ha localizado en un escribano del siglo XVI A

su vez, estos tipos generales se han dividido

en grupos de afinidad sobresaliente, aunque

ello no impide que en cada grupo se aperciban

concretas variaciones que Ids personalizan,

pero que no modifican el esquema principal

del grupo al que pertenecen (cf. lámina).

Básicamente la cruz de dos brazos sc rcpite

con todos sus grupos en los cuatro siglos

estudiados, salvo la lógica disminución de su

einpleu según se va ascendiendo en el tiempo,

a lo que ya nos hemos referido anteriormente,

o el mayor o menor tarnaño que el

amanuense le quiso dar.

La cruz de dos brazos rectos idiríamos

griega si no fuese parque el horizontal suele

ser más largo que el vertical) ligeramente inclinados

se repite en todo el período estudiado,

siendo pocos los escribdrios del siglo XVI los

que no la emplearon3'. Se prefiere un trazo horizontal

bastante largo que, en ocasiones, Ilega

a alcanzar medidas desmesurada^^^, e incluso

a cubrir prácticamente toda la cabecera

del folio33 Por contra no faltan las de módiilo

pequeño, que en muchos casos va en relación

con el de la escritura a la que acompaña3"El

brazo horizontal es recto, aunque cn cl siglo

XVll tenemos varios casos de brazo ondulado3'.

La ciüz puit.1 l ~ d ~ei sd ~ ám uy escasamente

representada. Sólo la hemos encontpdo en

un caso en el siglo y decorada con un

círculo de puntos en la intersección de los

brazos. Se ha localizado otro ejemplar trazado

a medias, ya que el brazo horizontal es recto

sin los correspondientes trazos en sus extrem

o ~ ?En~ .el siglo XVlll la volvemos a encontrar

en el escribano Francisco Javier FEI<-

NANDEZ DE VILCHES~~

Como caso curioso, hay que reseñar una

cruz de brazo horizontal bastante largo, toda

ella perfilada por una línea continua de punt

o ~ ~ ~ .

El segundo grupo por nosotros propuesto

está representado por una cruz trazada de dos

180 Enriaue Pérez Herrero

nóstico se convierte en el revitalizador del uso

de la invocación monogramática en una época

en que su empleo estaba prácticamente olv

i d a d ~ ~ ~ .

El cuarto grupo está próximo al anterior,

pero queda definido como propio por adoptar

un brazo vertical de curvatura muy pronunciada

cortado por el horizontal, cuya composiciOn

recuerda una <E> uncial. Se utilizó con

frecuencia en los siglos XVI y XVII, decayendo

su empleo en los siguientes. A finales del siglo

XIX hace de nuevo acto de presencia, aunque

con carácter de caso único, en la escribanía

del ya mencionado revitalizador unuc:ór,icu

de la invocación simbólica, Lázaro FIGULKOA

VARGAS

El quinto grupo adopta un formato mixto

en el que se aglutinan ciertos elementos de

grupos anteriores. Se caracteriza por un brazo

vertical que tiende a la gamada, pues dobla

hacia la derecha el extremo inferior y hacia

la izquierda el superior FI vertical es recto

y, como en la mayoría de las cruces, ligeramente

inclinado hacia arriba. En los ejemplares

dcl siglo XVliI vemos una teiidencia

hacia el ángulo recto46 y a terminar el brazo

horizontal en una virgulilla. Fue hartamente

repetida por todos los escribanos y nos indica

ya una tendencia evidente a la cursividad.

El sexto grupo recoge una cruz de gran

cursividad, cuyos brazos se realizaban sin levantar

la mano, es decir, de un único trazo, por

lo que la forma original queda prácticamente

enmascarada. En algunos casos, el trazo de

,,msnn --L-..

L I I L l ~ ~ L L L U L J ~L J ~ ~ LesUik~ p driicio, gracias

a lo cual se vislumbra el prototipo imitado,

y en otros es continuo, adquiriendo entonces

la torma de lazo o de letra xpo cursiva muy

propia de la grafia procesal. La encontramos

escasamente representada en el siglo XVI,

muy frecuente en el siglo XVll y en total declive

en los siguientcs. En el siglo XIX sólo ha sido

vista en e! eccribno Ljznco F:uü~ñ, snxv kñ-

GAS.

Del tipo de tres brazos, dos verticales y

uno horizontal. tenemos exponentes en los

cuatro siglos. Su desarrollo o variantes siguen

las mismas pautas señaladas anteriormente.

El grupo de verticales cortos y rectos, al parecer

tiene su auge en el siglo XVI y no sobrepasa

el siglo XVII.

La cruz de Lorena se hace notar como caso

único y propio del escribano Francisco GALLEGO

que la incluye en un testamento de

163047.

El segundo grupo de cruz de tres brazos

viene definido por la ondulación o, en su de-

L - a - l - - - i cLr v , pul M C U I V ~ ~ UdI ~de recha de ios aos

brazos verticales, Es diseño propio del siglo

Se suele dar en un mismo escribano en

perfecta armonía y convivencia con la cruz de

dos brazos verticales rectos.

Más abundante es el tercer grupo particularizado

por el trazado continuo de los brazos

verticales, por lo que el primero se anexa al

ceg~Lnd=y, &e, 2 ~ü YEZ, vüebfe dei-erl~isdu

extremo inferior. Fue empleado con cierta predilección

en los tres primeros siglos. Aunque

poco frecuente no es raro encontrar el brazo

horizontal terminado en una virgulilla hacia

arriba.

Los dos últimos grupos se caracterizan

por el personal tratamiento de los dos brazos

verticales, en forma de U; derecha n invertida,

como se muestra en la lámina. El cuarto grupo

no sobrepasa el siglo XVII y el quinto no perdura

por encima dcl ano 1790.

Y para terminar con la descripción de los

tipos y grupos, citaremos, por tener carácter

de unicidad, una cruz de cuatro brazos, tres

verticales rectos y uno horizontal bastante largo,

que RODRIGO DE MESA empleó en 1560 como

invocación en una escritura de venta4! Su

composición nos hace recordar a la cruz papal

salvando, por supuesto, su posición y la

titularidad de su uso.

La invocación verbal es menos frecuente, y

SU riiipivu no significa la sustitucion de la monogramática,

ya que pueden darse juntas en

1.a invocación simbólica o monogramática y la invocación verbal o explícita 181

un mismo documento, hecho que acontece en

las escrituras notariales que tratamos. Siempre

es fijo el orden en que aparecen, pues la invocación

verbal se sitúa inmediatamente tras la

simbólica, cuando una y otra se dan en un mismo

documento. No es una fórmula o característica

intrínseca esencial y obligada del documento

diplomático, por lo que queda supeditada

a la voluntad y a la costumbre de la epoca.

Su aparición es posterior a la simbólica,

símbolo que ahora se expresa de palabra, situándose

su punto de arranque en el siglo IX,

pues su aparición en documentos anteriores

es rara, aiinqiie sí SP mnnw alpiina en la dncumentación

conservada de época visigoda.

Suele ser un texto breve. aunque en ocasiones

no lo fue tanto, en el que se hace mención a

Dios, a la Santísima Trinidad, a la Virgen María

y a los santos. Este tipo de invocación dejó de

usarse de forma general a partir del siglo XlV

No obstante, se mantuvo en los testamentos

con un carácter de profesión de fe5! se empleó

también con carácter general en los conocimientos

de embarque y, esporádicamentc,

en otros tipos documcntalcs.

Atendiendo al amparo celestial suplicado,

la invocación verbal puede ser divina, trinitaria,

mariana. hagiográfica y mixta Las empleadas

en las escribanías de Las Palmas son la

primera y la última de las expresadas En todos

los casos da comienzo al protocolo inicial.

detrás de la invocación monogramática, a la

que ya hemos hecho referencia. Se une directamente

a la notificación sin ningún tipo de

enlace, excepto en dos casos en que drribas

,1? ..,.. 1,- ,,+A, ,,,,.,A.I,, ,,, , ,,,,,,n-, LiauJuia., LJL",, 3Lp","U"., P U L U L l U pLL,"LIIU

cruz potenzada. Se tratan de dos invocaciones

divina-trinitaria-mariana idénticas utilizadas

en 1558 y en 1560 por Francisco HENRIQUEZ

MELIÁN en dos testamentos5'. Lo acostumbrado

es que la invocación verbal termine por la

palabra «amén>a, unque no faltan muchos casos

en que brilla por su ausencia.

Lu iniecuciSn cjWina m g j breve y sujeta

a un modelo casi único, yd que las variables

encontradas a lo largo de los cuatro siglos

rastreados son muy escasas y. produciéndose,

no se apartan en gran medida de la fórmula

básica La forma general es la siguiente: «En el

nombre dc Dios, amén,. La encontramos con

harta frecuencia en el siglo XV152, menos en el

siglo XVI15?, escasamente en cl siglo XVII154 y

prácticamente inexistente en el siglo XIX55.

Este descenso paulatino no se debe a su sustitución

por otra fórmula invocante, sino a la

desaparición de la invocación de las actas notariales;

igual acontecerá con las restantes invocaciones

verbales, que desde el siglo XIll

llevahan m sil senn el germen de ~ I iIrr emediable

desaparición.

Las variantes más frecuentes, que respetan

la fórmula vista, son las que añaden un calificativo

a la persona de Dios. La primera de

ella conserva al completo el tipo general, contentándose

con hacer una intercalación, quedando

en la manera subsecuente~« En el nombre

de Dios, Nuestro Señor amén>56L. a segunda

variante encontrada, sólo utilizada por

Bartolomé CARRILLDOEL CASTILL(O16 16-

163 1 Pi, es igual a la anterior, s6lo y ue se pres -

cinde de la mención divina: <En el nombre de

Nuestro Seflor, amén). La tercera variante se

diferencia de la anterior en el calificativo elegido:

<En el nombre de Dios Todopoderoso.

amén,. Aparece en el siglo XVII en época bastante

tardía, que podemos situar en la segunda

mitad avanzada, y solamente empleada por

el escribano Luis BÁcz COLFOSEn~ ~ca. mbio,

fue abundante durante el siglo XVII159. Del siglo

XIX tenemos algunos exponentes, pero ya

,*. A,,I;.,, ,, ,,+~,+,60

.,U U L \ " V C L., p C * L L " L L

Es claro que en época medieval estas invocaciones

estuviesen escritas en latín, como

todo el resto del documento al que acompañaban,

pero no es habitual el empleo del latín

en la Edad Moderna, salvo, claro está, en la

documentación emanada del poder eclesiástico,

donde perduraría con toda su fuerza. No

ohstante. vamis a encintrar ~ 1 gw. rae~m iniscencias

de su uso, con evidente afán de de182

Enriaue P@PZ Hprrpro

mostrar una instrucción pulida, a todas luces

anacrónica en los siglos estudiados. En el siglo

XVI brota un único caso de invocación verbal

divina en latín, en concreto en el testamento

de 1580, que reza así: dn de¡ nomine,

amen>)fllP. ara mayor abundamiento de lo dicho,

cn el siglo XVII, va a utilizar idéntica invocación

el escribano de Las Palmas losé BEI

H ~ N C U U K 'HI k~l l t i la~s,im ismo en dos testamentos

del año 16636?E. l siglo XVIII, por último,

tampoco va a quedar exento del empleo

del latín en estas fórmulas de clara perduración

de una costumbre pasada y en clara decadencia

La escribanía de Francisco lavi~r

Fernández de Vilches la utiliza en cuatro ocasiones:

una en 1768 bajo la apariencia de

uchristi nomine invocato~o, tra en 1709 en los

términos de <Dei nomine, amen>>y, otras dos

en 1770 de igual factura que en 176F

El uso de la invocación divina es casi universal,

y su origen hay que buscarlo en la aren-

#a de San Pablo a los colosenses ~Principium

scripti maneat sub nomine Ch r i s t i~S~U~ p.r esencia

es patente en la documentación española

desde los primeros momentos: aparece

en los documentos hispano-visigodos, tanto

en lo que se refiere a la invocación divina como

a la invocación de la segunda persona de

la Trinidad, siendo la trinitaria poco frecuente

por razones de fe del arrianismo imperante".

La invocación trinitaria, cuyo fin es proclamar

el misterio de la unicidad sustancial y la

trinidad de personas de Dios, en su forma

exenta es prácticamente inexistente. salvo en

una ocasión que la encontramos comenzando

01 ",,-r\tr\"rilr\ in;"inl An i<n tnrtnmnntn A-1 7ñn

L' p ' " L V L " , V I I L I L I U , UL U,, L L J L U I I I L I I L I J UCL UII1,

1780 con el siguiente desarrollo: <En el nombre

de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu

banto, que vive y reina por siempre sin

Los otros cuatro casos vistos. ya no son

exentas, sino que revisten una solución mixta

con otros rangos de imploración. El primero

de ellos, procedente de un testamento del

año lh?n, conjuga una invocaclbn trinitariz

con una mariana: «En el nombre de la Santísima

Trinidad, Padre, Hijo y kspíritu Santo, tres

personas y un solo Dios verdadero, y de la Virgen,

Nuestra Señora, a quien tengo por intercesora

y abogada, amenP El segundo caso

(testamento de 15601 es bastante similar, aunque

más reducida por no incluir el carácter de

abogada e intercesora aplicado a la Virgen.

<En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre,

Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo

Dios verdadero, y de la Virgen Santa María,

amén,@. El tercer caso, también procedente

de un testamento, producto del último arrepentimiento

ante una muerte inminente, cs

todo iin crdn de fe en PI que SP roncatenan

las invocaciones trinitaria, mariana y hagiográrica

Lo más curioso del caso, amén de su

complejidad, es la fecha en yue fue aplicada,

año 181 1, época en la que las invocaciones

son inusitadas y fósiles de un procedimiento

propio de tiempos pasados <En el nombre de

la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu

Santo, tres personas distintas y una esencia

trina y un solo Dios verdadcro, hacedor y criador

del cielo y la tierra, y de la bienaventurada

siempre Virgen María, conccbida sin mancha

de pecado original, Señora Nuestra, madre de

nuestro redentor lesucristo, verdadero Dios y

hombre, a la cual todos los fieles tenemos por

abogada en todos nuestros hechos, y a honra

y servicio de todos los santos y santas de la

corte del cielo. considerando que es estatuto

y derecho natural y decreto y ley inviolable

que toda criatura ha de morir, y aunque no sabemos

el cuándo ni la hora, misterio reservado

para Dios, por lo cual en su divina ley nos

.,,,;,-n .,.-"m-An -,-+---- -".-..-;L:J-- ---- u v i . 7 ~y~ iiiuiiuri y u C~JLCI I ~LJ J ~ ~ C L C I V I U Up~a la

cuando su divina magestad nos hubiere de

llamar, y porque como cristianos tenemos por

fe que habernos de resucitar en el día del juicio

en nuestra misma carne y juzgados en el

estado que a cada uno hallare la muerte. y no

sabemos cuándo nos llamarán a dar estrecha

cuenta de nuestras culpas, y así cl cristiano

dehe estar preonjde a hacer 10 qGe !e conviriiere

para descargo de su conciencia como

La invocación simbólica o monogramática y la invocación verbal o explícita .. 183

mejor el Espiritu Santo le alumbre, y deseando

llegar a la presencia de Nuestro Señor, por

tanto...,? hl último caso lo vamos a encontrar

a final del siglo XIX, en ese intento revitalizador

de costumbres obsolctas que acaudilla el

ya varias veces mencionado Lázaro FiUn UEROA

VARGHeSn, un testamento de 1889. en el que

se incliiyeron !a invocación monogramática y

[a explícita. ésta en los siguientes términos.

<En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre,

Espii.itu ties pei s"li;is &tilitcis yun

solo Dios verdadero, y de la Virgen Santísima

María, Nuestra Señord, concebida en gracia

desde el instante primero de su ser,

aménb70.

De resto, la invocación trinitaria, mariana y

hagiográfica no se dan nunca en su forma

exenta, sino siempre acompañadas y antecedidas

de la invocación divina en alguna de sus

formas reseñadas anteriormente, aunque

nunca en su versión latina Estas formas rnixtas

siempre mantienen un mismo orden de

prioridad, apareciendo cn primer término la

invocación divina, sigue la trinitaria, la mariana

y, en último lugar, la hagiográfica. No obstante,

alguna o algunas pueden faltar, pero en cualesqiiiera

de los casos. el orden de actiiación

no se altera. Lógicamente las mixtas revisten

formas más complejas, llegando incluso a

!imi:cs ~ Ü iCüy ün cn iü giündil~cücn~iyü c!

barroquismo. Este tipo de invocación múltiple,

como dcoritece en todo tipo de irivocdcon,

es mas habituai en e¡ sigio xvl y menos

según va avanzando el tiempo, hasta convertirse

en extraña en el siglo XIX, aunque ejemplos

esporádicos no faltan.

Aceptando a priori el orden de complejidad,

la invocacihn mixta más sencilla y más

abundante es la que aglutina una invocación

divina con una mariana. Por ella se invoca el

socorro de Dios y de la Virgen María a! unísono.

Si bien las variantes son muchas, en poco

se diferencian, por lo que citarlas todas sería

prolijo y tedioso. Baste, por lo tanto, citar una

selección para dar idea de los términos en

que se desenvuelve durante los siglos XVI y

XVII: «En el nombre de Dios Todopoderoso y

de la Gloriosa Virgen Maria, Nuestra Señora,;

<En el nombre de Dios, Nuestro Señor, y de la

Virgcn Santa María, su madre)); <En el nombre

de Dios, Nuestro Señor, y de la Gloriosa Virgen

Santa María, su bendita madre. amén): «En el

nombre de Dios, N'i~stroS eflor, y de la Gloriosa

y Bienaventurada Virgen Santa María. su

bendita madre, amén»; «En el nombre de Dios,

Nuestm Seiior y de i¿i Giuriusd 'v'irgeii Sdliid

Maria. su bendita madre, a quien tengo por

abogada. aniém; «En el nombre de Dios,

Nuestro Señor, amén, y de la gloriosa siempre

Virgen María, a quien tengo por abogada y mi

defensora en todos mis casos y hechos)).

En el siglo XVIII, se prefieren formas en las

que se alude a la pureza de concepción de la

Virgen <En el nombre de Dios Todopoderoso

y de su benditísima madre María Santísima,

Nuestra Señora, concebida en gracia sin mancha

de pecado original en el primero instante

de su ser natural,, «En el nombre de Dios,

Nuestro Señor, y de la Virgen Santísima, su

madre, y abogada nuestra, concebida sin

mancha ni sombra de la culpa original en el

primero instante de $11 Ser. piirisima y natural,

amén~«:E n el nombre de Dios Todopoderoso

y de la Bienaventurada reina de los ángeles

Mai;~ kirsima, de Eioj y p:Ue5tra Señora

concebida sin pecado original desde el

primero instante de su ser natural, amén)"

La invocacióri verbal rnixla diviria-trinitaria

esta muy poco representada. y sólo la hemos

encontrado en el siglo XVI y XVII; quizá por ser

escasa no hayamos tenido la fortuna de encontrarla

en la selección alcatoria de Icgajos a

revisar para la cnnfecci6n de este trabajo. RLIP

muy utilizada, no obstante. por Bernardino de

Palenzuela como invocación en los testamentos

de 1590, pues rri seis de los siete que ante

él se otorgaron, se utilizó este tipo de invocación

sin casi variaciones: ctEn el nombre de

Dios Nuestro Señor Todopoderoso, Padre, Hijo

y Espíritu Santo. tres personas distintas en

184 Enrique Pérez Herrero

una, y un solo Dios verdadero. que vive y reina

por todos los siglos de los siglos, En

el siglo XVIII, en un auto de examen del oficio

de platero fechado en 1768, he empleada por

Francisco Javier FERNANDDEE ZvI LCHES: <En el

nombre de Dios Todopoderoso, Señor del cielo

y la tierra. Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres

perronzs y un2 esencia, y 2 m2yor henrl rr oln-

J .J.-

ria de S.M. Divina, améno7'.

Menos frecuente quc la anterior es la invocación

divina-triniraria-mariana, cuyo único

ejemplo que conocemos es de 1558: aEn el

nombre de Dios, Nuestro Señor Todopoderoso,

que vive y reina por siempre sin fin. y de la

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,

tres personas y un solo Dios y una esencia

divina a honor y honra suya y de la Santísima

Virgen María, Nuestra Señora, su bendita madre,

a quien todos los pecadores tenemos por

intercesora y abogada en todos nuestros hechos

y cosas (+)D~~.

Siguiendo el orden de complejidad, continúan

aquéllas que cncierran en un conjunto

unas invocaciones divina, mariana y hagiográfica,

cuyo texto resultante es lógicamente más

dilatado. De invocaciones mixtas de este género

tenemos tres respresentaciones muy semejantes

en Alonso HERNÁNDEZ, que son. aEn

el nombre de Dios, amén. e de la Gloriosa Virgel-

i Sainta blai-ia,s ü bendita madre, e de los

apóstoles San Pedro y San Pablo e de todos

los Santos del <En el nombre de Dios

Todopoderoso, de la Gloriosa Virgen María, su

bendita madre, e de todos los Bienaventurados

Santos e Santas de la corte del Cielo a

quien yo tengo por abogadosb7? y aEn el

nombre de Dios Todopoderoso y de la Virgen

Santa María, su bendita madre, y de los bienaventurados

apóstoles San Pedro y San Pablo y

de todos los demás Santos de la corte del Cielo

a quien tomo por abogados y

Parecidas son las que emplea Cristóbal DE

SANC LEMENeTnE 1 5307', Francisco HENR~QUEZ

MELIÁN en 1558 y en 1 5607', Rodrigo DE MESA

en 1 5608" Pedro DF CABREIAeSn 1 5728',y Francisco

DE CUBAeSn 160482q, ue omitimos por

evitar repeticiones

En el siglo XVIII, se detectan varias diferencias

que las hacen más ricas y piadosas

por incluir un mayor calor devoto o miedo a

perder la ayuda suprema, lo que las hace alejarse

de la frialdad que la rutina transmite a

!.S fmmzc repetidur iin y mi! veces E! escrjbano

Dámaso Hermosilla y Manrique en

1771 invocó la ayuda y el perdón del testador

moribundo recitando: aEn ei nombre de Dios

Todopoderoso, en esencia y trino en persona,

principio y fin de toda la naturaleza racional, y

por su infinita misericordia crió elevándola

por los méritos de la preciosísima sangre de

nuestro Redentor a la Humanidad de hija

adoptiva suya y verdadera de su gloria, y,

asimismo, en nombre de Nuestro Señor jesucristo,

en e! cual sólo hay salvación y vida. y

en el nombre de su madre Santísima Virgen

María, Nuestra Señora, y nuestra madre de

toda misericordia, invocando asímismo a todos

los santos, y en especial los de mi devoción,

que luego a Nuestro Señor, se conserven

en mi corazón hasta Id última hora,

Y Antonio Miguel DEL CASTILLO viwive a esa

costumbre del siglo XViII de hacer alusión a la

pureza de concepción de la Madre de Dios:

~f li el noriibie de Dios Todopoderoso y de sü

santísima madre la Virgen María, Nuestra Señora,

concebida en gracia sin mancha de pecado

original desde el primero instante, y de

todos los ángeles y santos de la corte celestialP.

Por último, nos qucda citar la invocación

mixta en la que confluyen las invocaciones divina,

trinitaria, rnariana y hagiográfica, cuyo

único exponente es: <En el nombre de Dios

Todopoderoso, Padre e Hilo e Espíritu Santo,

tres personas e un solo Dios verdadero, e de

la Gloriasa Virgen Santa María, su bendita madre,

e de los bienaventurados apóstoles San

Pedro y San Pablo, e de todos los Santos e

Santas de la corte del Cielo, aménb8'.

La invocación simbólica o monogramática y la invocación verbal o explícita ... 185

Como se dijo anteriormente, la invocación

verbal dejó de utilizarse de forma general a

partir del siglo XIV No obstante. se mantuvo

en los testamentos fuertemente arraigada en

los siglos XVI y XVII. En el siglo XVlll se puede

ver su abandono paulatino desde sus primeros

años hasta desaparecer prácticamente en

el siglo XIX, aunque en este último queden

aún escribanos que en ocasiones gusten de

incluirla^^^.

Al margen de los testamentos y sus semejantes

los codicilos, donde son muy habituales,

la encontramos en otros tipos de actas

notariu!es, pnrr que timen de ccmún cm

ellos el hecho de obedecer su escrituración,

como en los fletamentos y conocimientos de

embarqueE7n, o solo a un hecho contractual

simple, sino también a la posibilidad de riesgo

en su cumplimiento para la vida misma de,

al menos, uno de los intervinientes; o a un

cambio del estado social de primera naturale-

7a. como en las ahorrías de esclavosa8o: a u n

cambio social por renuncia del derecho de

patria potestad, como en la escritura de

emancipación de un hijoR" o como en las

arras y dotes esponsalicias en cuya escritura-

NOTAS

1 LOBOC ABRERAM, ,. aLos antiguos protocolos de Fuerteventura~

En Anuario del Archivo Histórico Insular de

Fi~e r tpv~nt i~Trar heto. onexc 11 Exr rmi Cohildo Iniiilor

de Fuerteventura Comisión de Cultura. Sta. Cruz de

Tenerife, 1991. pág 19, donde refiriCndose a la invocación

monogramática y a la notificación dice. <Los

escribanos coniierizan normalmente con la fórmula

acostumbrada>, ídem índices y extractos de los protocolos

de Hernán Go h zÁ~~yz d e Lui? FERNANDF~

rwaco, cscribanos dc Las Palmas ( 1 550- 1552). Excma.

Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas de Gran

Canaria Plan Cultural Colección Historia Valencia,

1980, pág 15, donde dice refiriéndose a las características

internas: u.. co~~s i set1e1 entresacar de las escrituras

lo más importante (es decir, el dispositivo y

el escatocolo) e interesante, eliminando fórrniila5, leyes

y ciausuias que se repiten constantemente> (es

decir, invocaciones, notificación, cláusulas de

ción es muy frecuente ver aparecer una invocación

verbalg0;o a aquellas otras suertes en

las que la vida y la muerte juegan un papel importante,

como en las donaciones inter-vivos,

que nos hablan ya de una voluntad de testar9',

o en un desistimiento y perdon por heridas de

muerteg2.

En las escrituras en que no se refleja la

existencia o temor al fin supremo, no se incorporaron

estas invocaciones por las que se suplica

el amparo divino; las ventas, los poderes,

los alquileres, las compañías, reconocimientos

de deudas, saneamientos, servicios, etc.,

carece" de invc>cucióRv erha!. Y m hasta un2

excepción para renunciar a esta opinión, como

en una venta de tributo9?u, n servicio94u, n

aprendi~ajeu~na~ ,c arta de pago96o, en un poder

de representación para la Corte97.

Y hasta aquí llegamos, no desconociendo

que un examen exhaustivo de los casi 4.000

legajos de matrices notariales que se custodian

en el Archivo Histórico IJrovincial de 1 as

Palmas pudiera ampliar e incluso variar las

observaciones y opiniones expuestas en este

trabajo.

de la sanción y de la corroboración~u; na buena ayuda

para comprender y familiarizarse con las caracterí\

ticñ\ internos del doc~ini~ntnoti tarial son las

transcripciones (aunque en ellas no se recoge la invocación

monogramática) que realizó el Prof LORO

CABRERaAA spectos artísticos de Gran Canaria en el

siglo XVI Documentos para su historia^ Excma.

Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas de Gran

Canaria Plan Cultural Madrid. 1981. págs 35 a 138;

RONOUILLOR UDIOM, . LOSo nge~zesd e la Inquisición cn Cananas.

1488-1526. Ediciones del Cabildo Insular de

Gran Canaria Las Palmas de Gran Canaria. 1991, pág

21, en la que dice al describir un acta notarial de presentación

de la acusación que tiene ala estructura

normal del acta data, fórmula testimonial, contenido

rúhrica de notario y jueza

L BONO,J .. LOS Archivos l~otar~aieLsu aaernos de Archivos

1, Junta de Andalucía, Sevilla, 1985, págs 55-

186 Fnrique Pér~zH trrero

57. Kecientes estudios de este mismo autor vienen a

llenar este vacío y a definir la echada en falta diplomitic;

notarial csp~ñolaa:B rcve introducción a la diplomatica

notarial cspañola (purtc la )>, A Colección

Cuadernos de Archivos. Junta de Andalucía. Consejería

de Cultura y Medio Ambiente. Sevilla. 1990.

PRATEASI. ,G enesi e forme del documento medievale

Ed. louvence. Roma, 1985, pags 74-75.

PAOLCI.~ ESADRiIp.lo mática Casa Editrice Le Lettere

Fircnzc, 1987, pág 128; GA?CIAV ILLADMA:e todologia

y cririca historica, pag 260: MAQIN ~ R T I I \ E ZT, y KU. Z

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SANZ~U LUTLS Iuxfd. Dti~urr~rnLntoi ia:ial y riotdriddu

en la Asturias del siglo XIll En hotariado Público y

Documento Privado. de los origenec al siglo XIVActas

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Valenciand Vdlencia, 1986, pdgs. 254; . b h ~ i N

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público de Las Palmas (1557-15601E, studio diplomático.

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12 AHPLP Protocolos Kotarizlcs, no. 790

13 AHPLP Protocolos Notariales, n". 791.

14 AHPLP Protocolos Kotariales, n" 787, 788 y 789

15 .A.k!PLp Pritncilos Pi!ct-?rla!nr, no 746

16 AHPLP, Protucoios K~tdl¡d[eb1,1' . 852

17 AHPLP Protocolos Notariales, no 776.

18 AHPLP. Protocolos Notariales, no 855

19 AHPLP Protocolos Notariales, no. 1656

20 AHPLP Protocolos Notariales, no. 1627

2 1 AHPLP Protocolos Notariales. no 1 595

22 i\HP¿i': Pruwcuius iUu~dridies1,1 ". 1 ó8i

23 ,AHPLP, Protviolos Notariales, no 1789.

24 AHPLI? Protocolos Notariales, no 1 791.

25 AHPLP Protocolos Notariales. nJ 1 874.

26 AHPLP Protocolos Notariales, no 1 9 18

27 AHPLI! Protocolos Notariales, n" 2 101

28 AHP1.P. Protoroiris Notariales, no 2067

29 AHPLP Protocolos Notariales, no 1425.

30 MALLON, leal.: De i'ecriture. Ed. Du Centre Ndtiunai

de la Recherche Scientifique París, 1986, pág 25

?! NP!.H ?:Y+-\CO!OFSr, tailrl!~rP ?GR;OT C W ~ : Y ~SZ i -

VEDRA, no 79 1

32 AHPLf! Protocolos Notariales: Kodrigo DE MESA, no.

780, fol 17v. 20r. 99r; ídem. Alonso DE BXLBOn~o. 776,

fols. 4491,459r. 489r. ídem Francisco DCLCASDA~L AZAR.

n". 1065, fol 65r

33 AHPLP Protocoios Notariales: Luis DE BALBOa~ñ,o

1580, no 865.

34 AHPLY Protocolos Notariales: Francisco GALLEGaOñ,o

1630, no. L 084; ídem, lose CABRERABZ TANCORanTo,

1719. no. 1532; ídem, Lorenzo HER~ÁNM~ EILZL AQES.

año 1760, no. 1 686; idcm, Dámaso HERMOSILML\AYM AURIQUE,

año 1770, n9 I 79 I

35 AHPLP Protocolos Notariales. Francisco DELCADSOA -

LUR, año 1620 nC'.1 065: ídem, luan GARC~CAA BEZA,

ario 1630, no 1 095

36 AHPLP. Protocolos Notariales Rodrigo DE MESA año

1560, no. 780, F 4r

37 AHPLI? Prucucolos Notdridkb. Hernarido uE P ~ L L P ,

ano 1530, no. 746, fol. 38r

38 AHPLY Protocolos Notariales, nS. 1 789, fol 2r. año 1768

39 AHPLP. Protocolos Notariales: Rodrigo DE MESA. año

1 560. 11". 780, ftil 4 141

40 AHPLP Protocolos Notariales. Hernanao DE PADILLA,

año 1530. nC 746, fol 660r; ídem, Hernán GONZÁLEañZo.

1552, no. 761, fol. 26r

41 AHPLI? Protocolos Notdriales Diego ÁLVAK-Z ~t SLVA,

año 1660, no. 1 278 idem, Lorenzo R3DRfGUEZ GOMEZ,

año 1750, n3. 1595, ídem, Pedro EE ISLA, año 1758, no.

168L.

42 AHPLI! Protocoios Notariales. losé BETHENCOURT HERRERA.

año 1663, no 1 32 1, fols 84r 88r. 158r. etc, ídem,

Franciscn C ~ MGEA~~TR IaAñ.n 1741. n" 1 570

43 AHIJLP. Protocolos Notariales, r," 746, fol 6KOv ano

1530.

44 AHPLF! Protocolos Notariales Diego ÁLVAREZ3 ~ SILVA,

año 1660, no 1 278, ídem, Luis BÁEZC OLTOaSñ, o 1661,

n". 1 151, ídem. Jose BETHENCOHUEKR~K ERaAño, 1663,

n'. 1321; ídem, Andrés ÁLVAREZS ILVAa,ñ o 1686, no

! 448

45 AHPLP. Protocolos Notaridles, iio 1426

46 AHPLI! Protocolos Notariales: luan AGUST~HNE RRERA,

año 1779, no 1 71 5: idem.A ndrés CABRERDEA L EONa,f io

1780, no 1.874, ídem, Vicente ~ V A R E ZO RAMASa ño

1790. n: 1 91 8.

47 AHPLP. Protocolos Notariales, no 1 084. fol 289r

48 nnrie iruwcuiub Nuid~i~i tL.u~ib: F~KI \ IAI \UbELx u ,

Aíoriso FEXNA~DSAEHZV EDRoAd,r igo DE MESAL, uis DE

BALBOA

49 AHPLP Protocolos Notariales. no 780 fol IOr

50 h lA~ iM~AR TINEZ, T y RUIZ ASENCIOI M, . Paleografía y

Diplomática UN.E.D, Madrid, 1984, t. 2, pág. XXV11,/6.

51 AHPI P Protocolos Notariales, no 790. págs 193 de

1558 y pág. 193r de 1560.

52 La erripiearon. Hernando DE PADILLC~ris. tóbal DE S ~ N

CLEMENTLuEis, FERNANDRAESZCO , Alonso HERNÁNDEZ,

"A r,.-b,",n,.7q h " - . . C h , r,-A.- r?,.-"\" Al-"

L L C I I I C I J C V 1 , L I V I \ I U Y L L I V I L L I n I " , I LUI'I YL I d . > ' V , l i l l \ . i11'1.1-

so FERNANDSEAZ% \'EDRAR,o drigo DE MESAA lonso DE

188 Enrique Pérez Herrero

MENTE, año 1530, no 740, fol S 1626 163 182r; ídem, Luis

FERNÁNDREAZx o, año 1552 nU.7 61, fois 1406 293r;

ídem, Francisco HE~RIQUMEEZL IÁNañ, o 1558, no 790,

hls 66r. 143v. 177v; ídem. Rodrigo DE MESA. año 1560,

n". 780, fols. 4r. 991; ídem, GARCIA ORTIZañ. o 1565, no

852. ~ O I S 247~2 69~2 82~í;d em, Luis DE BALBOaAñ.0

1580, no. 865 fol 82v. ídem Bernardirio [>ti CASTILLO,

año 1618. no 1.071 fols. í8r 606 148r. ídem, Francisco

GALLEGañOo, 1630, no 1.084, fol 1546 l88r. idem, Diego

ÁLVAREZD E SILVaAñ,o 1660, no. 1.278.f ol h9r ídem 11i an

BFTHFNCOUHRERT REMañ, o 1663, no. 1321, fol 298r.

ídem. José GARCIAal, lo 1687, no 1.349, fol 3% idem,

Francisco ALWREZT RUIILLañOo, 1740. fol. 12r.

91 AHPLI? Protocolos Notariales. Alonso HERNÁNDaEñZo ,

1560, no 789. fol 35r: idem, I VFR'ARA RONDA, año 1669,

no. 1.31 3, fols 120v 229r 3 7 5 ~14 Qr

92 AHPLI) P~O~OCNOo~taOriaSle s. Alonso HERN~NDEarZio,

1560. no 789.

93 AHPLP Protocolos Notariales Cristóbal DE SAN CLEMENTE

año 1530. no. 740, fol. 145~

94 fdern, fol. 3951

95 Idern. fol 384v

96 AHPLR Protocolos Notoriales. Pedro DE C ~ B R E JdAí10~ ,

1572, no 855. fol 421

97 AHPLP Protocolos Notariales José GARCIAañ, o 1687,

no 1.349, fol 26v