VEGUETA, Número O. mayo 1992. (149-172) 149

Los intereses británicos en

Canarias en los años trein ta:

una aproximacion

* Profesor de Historia Contemporánea.

.zcü!tzd de &.s6rYff3 e !+stsril-

Universidad de Las Palmas de Gran Canana.

1 50 Francisco Quintana Navarro

- S diíícii enconuar un estudio 'nistorico k, sobre Canarias en la edad contemporánea

que no aluda, ya sea de forma explícita o sobreentendida,

a la presencia de los ingleses en las

islas La referencia parece obligada, habida

cuenta del peso considerable que tuvieron los

capitales e intereses británicos en el crecimiento

de la economía isleña y en la inserción del

Archipiélago en la dinámica del capitalismo iriternacional,

y ello al margen de que ese factor

exógeno pueda ser considerado como un estímulo

amodernizador~ o una fuente de «dependencia))

-que de ambas cosas hubo1

Por encima del debate en torno a los umodelos)

a aplicar al caso canario. que sigue estando

presente en el trasfondo de toda aproximación

al tcrna, resulta evidente que Canarias

actuó como una pieza más en el engranaje

del Imperio británico. Su función específica

fue la de servir como punto de apoyo a la expansión

del capitalismo europeo, ávido de suministros

y mercados coloniales, y al hacerlo,

formó parte de ese irzformd empire que Londres

cultivó con esmero a fin de asegurarse el control

de los mares y la supremacía en el comercio

mundial2. De resultas de esa función intermediaria,

los efectos inducidos o derivados

de la presencia britjnica cn las islas fucron tales

que ha llegado a hablarse -no sin razónde

una suerte de «colonia sin banderan para

caracterizar ias reiaciones entre Lanarias y

Gran Bretaña, e incluso de una <Era de las Canary

lslands» para referirse a la etapa de «crecimiento

econórnico moderno) que Canarias

conoció, más o menos, entre 1880 y 1 9?63.

No obstante existe iin marcado contraste

entre lo mucho que se ha escrito sobre la fase

ascendente del poderío británico en las islas y

lo pocu que se ha aludido al proceso inverso,

al de la lenta pero inexorable decadencia de

los ingleses en Canarias Una decadencia que.

grosso rnodo, siguió pautas similares a las registradas

para el resto del Imperio, de tal forma

que se inició después de la Gran Guerra. se

ahondó con la generalizada depresión económica

de ¡os anos treinta y culminó a raíz de la

II Guerra Mundial4

Sólo una pequeña diferencia puede observarse

en el caso canario con respecto a

otros puntos costeros y archipielágicos donde

estaba sólidamente asentado el dominio informal

británico. Lo que podríamos llamar cla

caída en picado) de los negocios ingleses se

produjo en Cainarias uri puco ates, eiilre

1936 y 1939. Pero esto fue más el producto de

una peculiaridad hispana que una especiticidad

isleña. Se debió, fundamentalmente, a la

circunstancia dramática de la Guerra Civil, que

actuó como freno Dara las relaciones de intercambio

entre Canarias y Gran Bretaña 4; a la

postre, dislocó el tradicional modelo de crecimiento

económico basado cn los pucrtos

francos Desde entonces, bajo los efectos de

rígidos controles, restricciones antiliberales y

reglamentaciones cuarteleras, la economia 1sleña

inició un proceso de mayor vinculación a

la Península en detrimento de sus tradicionales

lazos con los mercados europeos5.

El propósito y la fuente

En el contexto del declive del Imperio británico

en las «Canary Islands~e,l presente artículo

trata de ofrecer una primera aproximación a

los intereses ingleses establecidos en las islas

justo antes de que éstos iniciaran su rápido

proceso de desmantelamiento. Con este propósito,

más que un análisis pormenorizado y

definitivo sobre el tema, se intenta dar una primera

respuesta a las preguntas más sencillas

que nos podamos plantear al respecto. ¿qué

prnniedader ertabm en manos británicas

cuando sobrevino la Guerra Civil?, ¿quiénes

eran sus propietarios7, ¿qué importancia te-

~ ~ í derni e l iorijurito de la economía isleña?

Para cualquier intento de este tipo, hay

que recurrir, necesariamente, a la documentación

del Public Record Ofie de Londres. Sin duda,

este repositorio sigue siendo el mejor de

los archivos hoy disponibles para nrofiindixar

en el estudio de las relaciones anglo-canarias,

Los intereses británicos en Canarias en los años treinta: una aproximación 15 1

entre otras razones, debido al celo observado

por los británicos en la administración de sus

asuntos coloniales, pues en ello les iba el éxito

del cnegocio, y la suerte del Imperio. De allí

procede la única referencia concreta de que se

dispone hasta el momento: la nómina de uFirmas

inglesas establecidas en Canarias hacia

1 936.u6 En un esfuerzo por completar esos datos,

aquí se intentara explotar a fondo un

grueso expediente conservado en el mismo

repositorio, remitido por el cónsul Patteson al

Foreign Office en junio de 19'37, el cual permite

cuantificar -con todas las reservas guardadas-

el valor aproximado de las sos sesiones

inglesas en las islas7.

El núcleo del expediente en cuestión lo

constituyc un inventario de las propiedades

británicas en Canarias en el que se detalla, no

sólo la descripción de las mismas y el nombre

y dirección de sus titulares, sino también su

valor aproximado en libras esterlinas. Su origen

había sido una circular enviada por el Foreign

OfJice a sus representantes consulares el

10 de marzo de 1937 por la que se requería información

precisa sobre «la cantidad del capital

británico invertido en las colonias extranjeras,

(una vez más, la terminología refleja la

aplicación mimética de la estructura imperial

del Reino Unido al caso de Canarias)? Siguiendo

tales instrucciones, Patteson recabó

de las companias británicas y de los súbditos

de Su Majestad afincados en el Archipiélago

los datos que luego le permitieron elaborar un

listado exhaustivo para cada una de las provincias

canarias. Ambas relaciones se insertan

al final del presente artíc'ilo a mndn de apnrtación

concreta al estudio de los intcrcscs británicos

en las islas (véanse Apéndice5 1 y 11).

aunque en la documentación original también

figuran los escritos enviados por empresas y

propietarios a sus respectivos Consulados en

Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de

Tenerife.

Una tarea previa se impone antes de entrar

en materia: la crítica de la fuente. Es preciso

advertir que la documentación de la que se

parte no permite hacer una cuantificación

exacta de las propiedades británicas en las islas.

En primer lugar, porque el Cónsul no asegura

que en las relaciones enviadas a Londres

estén incluidas todas las propiedades, aunque

a juzgar por la nómina de propietarios hay

indicios fundados para pensar que la mayor

parle sí estaban, escapandose tan s6lo las

menos significativas. En segundo lugar, porque

los datos suministrados proceden de las

propias personas y empresas implicadas, lo

que hizo posible la aplicación de distintos criterios

de valoración x en último extremo, la

posibilidad de eludir o alterar algunos de los

datos por motivos particulares. Y en tercer lugar,

porque en el proceso de selección y trata

miento de la información intervinieron los dos

consulados, el de Tenerife y el de Gran Canaria,

que no siempre siguieron pautas similares.

A esas dificultades, cabe añadir el problema

del tipo de cambio aplicado a la convcrsión

de las pesetas en libras esterlinas Si ya

es difícil precisar el valor real de las propiedades

cuando hay que trabajar con equivalencias

monetarias, más lo es en una época de

constantes alteraciones y anomalías, derivadas

tanto de la complejidad del sistema monetario

vigente como de la misma situación

de guerra. Para solucionar este problema con

un criterio uniforme, nos hemos atenido a la

indicación apuntada por el propio Patteson al

señalar que el valor de las propiedades registradas

había sido calculado a un cambio

<aproximado» de 50 pesetas la libra esterlina,

tipn q'ie hemos aplicado a nuestras conversioncs

pcsc a quc hay indicios cobrados para

pensar que resulta algo bajo para la época9.

Por las razones apuntadas, las cifras que

se proporcionan en las páginas que siguen

tienen tan sólo un valor relativo y han de tomarse

como meramente indicativas. Sin embargo,

son los únicos datos disponibles hasta

el momento y, pese a sus limitaciones, tienen

el interés de permitir una aproximación más

Los intereses británicos en Canarias en los años treinta: una aproximación 157

cia en 19371°. Pero una sencilla operación aritmética

puede arrojar luz definitiva al respecto:

los casi 200 millones de pesetas de 1937 equivalían,

poco más o menos, a 35.083 millones

de pesetas de 199 1 ' l .

La segunda observación también es de ca

rácter general y no menos notoria: la desigual

distribución de las propiedades británicas entre

las dos provincias canarias. SI nos atenemos

a las cifras globalcs dadas por Patteson,

Las Palmas concentraba casi el 70% del valor

total de las propiedades registradas, frente a

un modesto 30% atribuido a Santa Cruz de Tenerife.

Este dato confirma plenamente lo

apuntado en estudios anteriores sobre el tema:

la localización de un mayor volumen de

inversiones británicas en Gran Canaria y el

traslado del eje mercantil del Archipiélago

desde Santa Cruz de Tenerife a Las IJalmas de

Gran Canaria a raíz de la construcción del

Puerto de La LuzL2.

Sin embargo, pese a la mayor pujanza comercial

de Las Palmas, parece algo exagerada

esa enorme desproporción entre una y otra

provincia, y qiii75s haya de ser mati7ada por la

incidencia de algún factor distorsionante de

carácter particular. Este elemento bien podría

ser el caso de la compañía City of Las Palmas

Water & Power; yue en su declaración de 1937

asignó unos elevados valores a gastos, intereses

y pérdidas de negocio en un momento en

que aún no estaba resuelto el largo contencioso

que venía manteniendo con el Ayuntamiento

de Las Palmas de Gran Canaria a propósito

de las condiciones del suministro de

agija a la ciudad13. En cijalqijipr caso, acn descontando

de la estimación global el dinero

adelantado por la City como parte de sus inversiones

iniciales (casi 44 millones de pesetas),

Las Palmas seguía manteniendo un indiscutible

primer puesto en el cómputo de los intereses

británicos en las islas, con el 61% del

valor total de las propiedades frente al 39% de

Tenerife, proporción que puede aproximarse

un poco más a la realidad.

También merece la pena destacarse otro

rasgo dilerericiador entre las propiedades registradas

en Tenerife y Las Palmas: mientras

en las islas occidentales las posesiones inglesas

estaban más dispersas, en las orientales

predominaba un mayor grado de concentración.

Este diferente comportamiento afectaba

tanto a la localización geográfica de las propiedades

como a sus valores absolutos, lo

cual cra. en última instancia, un dato revelador

del desigual volumen de inversiones británicas

en una y otra provincia.

Si nos atenemos a la distribución territorial.

observamos que los británicos repartieron

mejor sus dominios en Tenerife que en

Las Palmas. En la isla picuda. sus principales

inversiones se localizaban, naturalmente, en la

capital y el Valle de La Orotava, tradicionales

zonas de asentamiento de los negocios extranjeros.

Pero también los ingleses poseian

importantes propiedades en el sur de la isla

[Candelaria, Adeie, Arafo y Guía de lsoral y a lo

largo de toda su fachada norte (La Laguna, Tejina,

Tacoronte, Valle Guerra, La Victoria, La

Matarva, San Andres, lcod y Carachico). además

de mantener negocios en las islas de La

Palma [Tazacorte y Santa Cruz), Gomera (Hermigua,

Alajeró y San Sebastián) y f lierro (isla a

la que llegaba la influencia de la Casd Hamiltonl.

En Gran Canaria, en cambio, la mayor parte

de las propiedades británicas se concentraban

en la capital, y sobre todo en torno al

Puerto de La Luz, donde seguían predominando

las compañías inglcsas. En cl interior

de la isla, por contra, sólo destacaban Ir- propiedades

que poseía Mr Leacock en el noroeste

de la isla (Guía, Gáldar, Agaete y La Aldea),

las plantaciones de tomates de Yeoward

en los municipios sureños (con Arinaga como

centro de operaciones), y otras tierras y aguas

de menor cuantía en los municipios de Gáldar,

Guía, Santa Brígida, San Mateo y San Lorenzo.

así como las propiedades que Miller poseía

en Gran Tarajal, en la isla de Fuerteventura.

156 Francisco Quintana Navarro

exterior y el sector servicios.Y en los capítulos

menores. los porcentajes de inversiones eran

parecidos en Tenerife y Las Palmas, a excepción

del sector de la hostelería, que era más

fuerte en Las Palmas. y de las pequeñas propiedades

en manos de particulares, generalmente

chalés en zonas residenciales, que estaban

mucho más extendidos en Tenerife,

donde era más numerosa la colonia inglesa.

En resumidas cuentas, en 1937 aún era

grande la importancia cuantitativa y ciialitativa

de las propiedades británicas. De forma general,

éstas tendían a concentrarse, fundamentu!

mer,te. cri !a agia!:üra de expüi-tacióí-i

y el sector servicios, aunque presentaban un

marcado contraste entre una y otra provincia.

Tenerife ofrecia una mayor dispersión en

cuanto a número de propietarios y municipios

donde se localizaban, aunque, por otra parte,

los intereses británicos estaban muy concentrados

en torno a la propiedad de tierras y

aguas destinadas a plátanos y tomztec. En

Las Palmas, en cambio, con mayor volumen de

inversiones y superior actividad comercial,

dominaba la concentración de las propiedades,

tanto desde el punto de vista de su titularidad

como en cuanto a su localización, si bien

estaban un poco mejor repartidas entre los

distintos sectores de actividad a pesar de la

hegemonía incuestionable de los servicios

portuarios.

Los intereses en juego: los servicios portuanos

y el negocio frutero

Una vez descrita la estructura general de las

propiedades bi-itáinicds e11 Zdriarias, conviene

poner nombres y apellidos a los distintos intereses

en juego. Es decir, cuando hablamos

de capitales británicos invertidos en las islas,

¿a qué compañías y propietarios nos estamos

refiriendo exactamente?, ,cuáles eran los principales

aaccionistas> del Imperio de la libra

esterlina en las Canary Islands?. ¿cómo y dónde

nperahm? De !a inf~rnnaclSrf!a ci!itadu por

el cónsul Patteson se desprende que todo

análisis sobre esta cuestión debe centrarse,

particularmente, en los dos sectores que daban

razón de sei- a la presencia británica en las

islas: los servicios portuarios y el negocio frutero

Las Palmas de Gran Canaria continuaba

siendo en 1937 el principal centro de operaciones

marítimas del Imperio británico en las

islas. La concentración de inversiones inglesas

era particularmente fuerte en el Puerto de

La Luz, donde tenían su sede nueve de las once

grandes empresas británicas de servicios

portuarios que operaban en el Archipiélago:

Cury Hermanos y CompaYiía (sucursai de ia Cory

de CardiM; Sociedad Petroifera Española (subsidiaria

de Royal Dutch Shell, aunque domiciliada

en Madrid); Grand Canary & Blandy's Engineering

Co., S.& (una fusión empresarial específica de

los astilleros de Las Palmas): Grand Cunury

Coaling Co., S.A. (sucursal de la Atlantic Coaling

de Londres); Miller & Co., S.A (los herederos de

Temás hn.i!!rr);C enrpf i :Z~N acio;d de Ca&onij hiinerales,

S.,% (creada por Wilson Sons de Londres);

Compañía Carbonera de Las Palmas, S.A. (propiedad

de Hull, Blyth & Co., de Londres); Compañía

Generul Canaria de Combustibles, S.A. (establecida

por Guéret, Llewellyn & Merrett, de Londres), y

Blandy Brolhers & Co., S.A. [también con sede

central en Londres y sucursal en Madeira)15.

Una de ellas la Coru. tambien tenía impnrtnntes

intereses en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife,

donde compartía mercado con las dos

únicas compañías dcl sector con propiedades

en la isla en 1937: Teneriffe Coaling Co., Ltd. (el

otro brazo canario de la Atlanticl y la ya centenaria

Hamiiton tí Co. kn conjunto, las once empresas

inglesas de servicios portuarios poseían

propiedades por valor de más de 58 millones

de pesetas, casi el 40% del total de las

propiedades británicas en Canarias, aunque

muy desigualmente repartidas, puesto que

Las Palmas acaparaba el 76.3% frente al modesto

237% de Santa Cruz de Tenerife.

k buena medida, las el-1-ipresd pvriuarias

existentes en 1937 eran las herederas de las

Los intereses británicos en Canarias en los años treinta. tina aproximación 157

primerds casas carboneras establecidas en las

islas durante la época adorada, del Imperio,

entre los años 1885 y 1913. Tales eran los casos

de Blandy (desde 18851, Grand Canary Coaling

1 1886), TenerifJe Coaling ( 18961, Covy (1 9041,

Carbonera dp I .aí Polwias (1909) y Compañía Nacional

de Carbones Minerales, nuevo nombre que en

1924 adoptó Wilson Sons (18951. Junto a ellas,

continuaban operando las düs ~ a s d su piv~~eras,

de la penetración inglesa en las islas: Hamilton

en Tenerife (1 837), y Milier en Las Palmas

(1854). La nómina se completaba con las empresas

que se habían instalado en el Puerto

de La Luz a raíz de la oleada de inversiones foráneas

posterior a la 1 Guerra Mundial: la Covnpañía

General Canana de Combustibles (1920) y la

Sociedad Petrolífera Española (1923)16.

Pese a la influencia tan marcada del período

anterior, las compañías británicas de

servicios portuarios iiabídri conocido iin importante

proceso de reconversión durante los

años veinte y treinta. A partir de la Gran Guerra,

las antiguas casas carboneras tuvieron

que hacer frente a la competencia del petróleo

y a la alteración de las rutas comerciales, y

posteriormente, a los efectos de la gran depresión,

que acarreó una disminución generalizada

del tráfico marítimo.

La necesaria adaptación a las nuevas condiciones

del comercio internacional no se hi-

LV esperdr. En ir30 seis empresas carboneras

del Puerto de La Luz (Cory, Blandy, Grand Canary

Coaling, Cía. Carbonera de Las Palmas, Cía. Nacional

de Carbones Minerales y Cía. General Canaria de

Combustibles) constituyeron un pool con el propósito

de economizar costes de gestión, establecer

un control administrativo unitario y

concertar las operaciones de suministro a

precios rentables, algo que se ha conocido como

gel trust de las casas carboneras> y que no

siempre se ha identificado correctamente a

sus ~ignatarios'U~n. ano después, los dos astilleros

más fuertes de Las Palmas, Grand Canary

y Blandy, se fusionaron en una sola empresa,

dando lugar a la Grand Canary & Blandy's

Eng~neering'L~a. crisis de los años treinta afectó

sobremanera al dmperio Elden), cuyo proceso

de desintegración se había iniciado desde

el fallecimiento de Sir Altred L. lones en

1909, pero cuya fortaleza se había mantenido

incólume hasta 1934, en quc la casa matriz de

Liverpool vendió sus principales empresas en

Tenerife y Las Palrnas19.

En el otro sector donde eran cuantiosas

las inversiones británicas, el de la agricultura

de exportación, sobresalían dos grandes firmas:

Richard J. Yeoward y Fyffes Limited, que en

conjunto acaparaban el 56% del total de las

propiedades británicas relacionadas con el

cultivo y comercialización de frutos canarios.

A la segunda, además, habría que asociar Elder

Denzpster (Tcnerifc) Ltd, dadas sus evidentes conexiones

empresariales, explícitas en Elder &

Fyfjes Ltd., lo cual elevaría el porcentaje de participacion

de las grandes compañías en el

sector al 628. En 1 Y37 estas compañías tenían

su principal centro de operaciones en Tenerife,

aunque también disponían de importantes

propiedades en Gran Canaria, en ambas islas

se comportaban de forma similar, repartiéndose

ámbitos de influencia y desempeñando

papeles coniplernentarios en el negocio frutero,

aunque sus actividades se liabíai visto

considerablemente reducidas desde 1933.

El <Imperio Yeowavd~ era uno dc los principales

terratenientes de la zona agrícola más

rica de la isla de Tenerife, el Valle de La Orotava

Allí poseía 11 fincas de plataneras que, en

conjunto, sumaban casi 132 fanegadas, cerca

de 70 hectáreas de los mejores terrenos cost

e r o ~.A. c!ernár de tierras, c ~ n t a chm s w p : ~

pias fuentes de suministro de agua para riego

(galerías y tanques) y de abono animal (unas

125 cabezas de gdriado), así como con almacenes

de empaquetado y una flota de camiones

para el transporte de los frutos desde las

zonas de producción hasta los puertos de embarque

(véase Cuadro 4). R 1. Yeoward operaba

también en Gran Canaria, donde disponía de

170 fanegadas de tierras dedicadas al cultivo

Los intereses británicos en Canarias en los años treinta. una aproximación 159

del toniate y actuaba como exportador de

otros cosecheros locales a partir de sus almacenes

de empaauetado de Arinaga v Santa

Catalina20. Todo ello se completaba con la utilización

de su propia flota mercante, los bunYUi

,Ln,"r rln 1- v ~ ~ r ~i lnn~ 1- ,-, 1~-1 I~n nArirm i+ín 0 ~ 1 ~ UL 'U LCVWW'M L L I I í , 1" LUUI IL y L L I I I I L I U L","

car los frutos canarios en el mercado británico

sin necesidad de recurrir a agentes comerciales

ni intermediarios financieros

Fyffes Ltd. también disponía de importantes

propiedades en la fachada norte de Tenerife,

donde actuaba no tanto de cultivador directo

de la tierra como de contratista de 13 producción

frutera. proporcionando agua y abonos a

los cultivadores a cambio de obtener la comercialización

de las cosechas. Para ello disponía

de tanqucs, galcrías dc agua y una rcd

de almacenes de empaquetado de frutos repartidos

por Garachico, Icod, Puerto de la

Cruz. lklina, Valle Guerra y Santa Cruz de lenerife.

No obstante, su principal centro de actividades

radicaba en el sur de la isla, concretamente

en el municipio de Adeje, donde poseía

una finca de más de 6.000 fanegadas de

tierra. además de casas y dependencias anexas,

cuarterías para los trabajadores. almacenes

de depósito y empaquetado de frutos, establos

para cl ganado, carretera privada y cuatro

tanques con suministro permanente de

agud procedente de varias galerías localizadas

en las cumbres de ia isla. como Yeoward,

Fyffes también tenía propiedades en Gran Canaria,

pero a la altiira de 1937 éstas sólo representaban

el 89 del valor total de sus posesiones

canarias, lo que induce a pensar en el

considerable retroceso que esta firma experinieritó

a mediados de los años treinta como

consecuencia de la depresión económica2'.

Por su parte, Clders G FyJfes, otro brazo del negocio

frutero que iniciara Alfred L. Jones a finales

del siglo XIX, operaba en las islas de La

Palma y Comera.

Además de los dos agrandesu del negocio

frutero, en 1937 todavía existían mas de una

docena de británicos con importantes propiedades

de tierras y aguas dedicadas a los cultivos

de exportación. Algunos eran cosecherosexportadores

de entidad que concentraban

sus negocios de forma exclusiva en el sector,

como Dan Wuille, propietario de fincas, tanrYisU1Lndr

, 6nU?LlnC "ríU?dc ., J U?I..mIIY"LnCnn.InLicI UrlLn Cn.r. InI _nI U.lynU LiCioY YtY.? rlr\

de frutos en varios municipios de Tenerife, sobre

todo en Candelaria, y fundador de una

empresa receptora de los cultivos de exportación

en Londres, Dan Wuille & C O T. a~m~b ién éste

era el caso de 1 D. Leacock en Gran Canaria.

especializado en irrigación, explotación de

aguas y proyectos hidraúlicos, cosechero-exportador

de plátanos y tomates, e importador

de fertilizantes y materialcs para el empaquetado

de frutos, y que en 1937 declaró tierras,

aguas, alrnaccncs y otras propicdadcs mcnores

por valor de 6.750 000 pesetas. todas ellas

concentradas en la comarca noroeste de la isla2?

sin llegar al volumen de negocio de Dan

Wuille o Leacock, otros cosecheros-exportadores

británicos eran A Harris y C. Reed en

Gran Canaria y el Doctor Graham Smith en Tenerife.

Los exportadores que no tenían propiedades

de tierras y aguas representaban otro tipo

de intereses británicos en el sector. El ejemplo

más caractcristico podría ser L. H. Pilchcr, cuyas

inversiones en el negocio de exportación

de toniates y papas ascendían a 1.550.000 pesetas,

distribuidas en su mayor parte entre

préstamos a agricultores como anticipo de las

cosechas contratadas y el mantenimiento de

la infraestructura de sus 16 almacenes de empaquetado

repartidos por la isla de Gran Canaria?

4.

Algunos comerciantes, comisionistas o

agentes de seguros eran a su vez propietarios

de tierras y aguas dedicadas a los cultivos de

exportación, aunque sólo como actividades

complementarias de sus negocios de importación,

rcprcsentación y tránsito. En este grupo

se encontraban Edmund Caulfield lohn W

Golding, G. D. Dodson. Hugh C. Davidson y algunos

miembros de la saga de los Hamilton.

160 Francisco Ouirztana Navarro

en Tenerife, así como E. E? ivi. Lawson y C. ivíiiier

en Gran Canaria. También disponían de pequeños

lotes de tierras y aguas varios managers

de firmas británicas, como E S. Bellarny,

de Elder Dempster (Teneriffey) TeneriffeC oaling Covnpany;

A. H. Brabyn, de R. 1.Yeowarcl. y J. B. Shipley,

del Bank of British West Afica. Por último, tampoco

quedaron al margen del negocio frutero algunos

agentes consulares británicos, como

T. M. Reid, vicecónsul en La Orotava, o Eric L.

Fox, con idéntico cargo en Santa Cruz de Tenerife.

Al margen de los servicios portuarios y el

negocio frutero, asociados ambos al comercio

de importación y exportación, y del caso particular

de City of Las Palmas Water C Power. cn el

resto de los sectores de la economía canaria

no parece que las propiedades británicas tuvieran

gran importancia. Como excepción, qui-

25s sean dignos de mención los intereses británicos

en la banca y el turismo. Sólo dos bancos

británicos operaban en las islas al comienzo

de ia Guerra Civii. Biandy Brotners en

Las Palmas de Gran Canaria, con un capital de

2.500.000 pesetas, y la sucursal del Bank of Bntish

West Africa en Santa Cruz de Tenerife, con

propiedades e hipotecas por valor aproximado

de 1.700.000 pesetas. Aunque la documentación

consultada no proporciona más datos,

todos los indicios apuntan a un decaimiento

cit. sus qxrxiones u !u u!turu de !0?7 En

cuanto a la hostelería, es significativo el hecho

de que sólo destaque una empresaria en este

período: Mrs. A. Quiney, propietaria de los hoteles

Metropole y Smta Brígida, valorados en

2.250.000 pesetas25.

En suma, en 1937 se mantenía la fuerte

presencia británica en los sectores asociados

al comercio exterior de las islas aunque con

claros síntomas de retroceso. La nómina de

propietarios seguía estando integrada. fundamentalmente,

por las compañías y comerciantes

que se habían establecido en Canarias entre

finales del siglo XIX y comienzos del XX A

ellos se añadieron los capitales de la nueva

oieacia inversora que se proaujo en ios afeiices

años veinte>, cuando se reconvirtieron las

instalaciones portuarias para adecuadas a las

necesidades del suministro de combustibles

líquidos y se reactivó el proceso de capitalización

agraria en los cultivos de exportación. A

partir de entonces, no se registraron nuevas

incorporaciones, sucediendo más bien todo

lo contrario, puesto que e! inventario de Patteson

revela que algunas importantes propiedades

británicas del período anterior ya habían

sido liquidadas a la altura de 1937.

La conclusión: hacia el desmantelamiento

de los intereses británicos

Una conclusión significativa puede desprenderse

de los datos analizados: pese a su importancia

cuantitativa y cualitativa, los intereses

británicos en el Archipiélago conocieron

una parálisis, cuando no una regresión, a partir

de comienzos de los años treinta, fenómeno

que se aceleró en el último tramo de la década

nasa aesembocar en ei ciesmanteiamiento

casi total de sus negocios en los años

cuarenta. El proceso no fue exclusivo de Canarias,

insertándose en el marco general de las

alteraciones del poder económico a escala interndcional.

Pero las especiales circunstancias

que concurrieron a partir del estallido de la

Guerra Civil aceleró la caída hasta tal punto

que hirn i-pnsih!o Ci12]qiiinr intento de detención

o reversión futura. De ahí que los británicos

afincados en las islas vivieran el declive

del viejo Imperio colonial con notas de

cierto dramatismo.

En efecto, la profunda depresión internacional

de los años treinta marcó un importante

punto de inflexión en la trayectoria de las

inversiones inglesas en Canarias La contracción

de la demanda de frutos canarios en los

mercados europeos y la disminución del tráfico

marítimo limitaron los sustanciosos beneficios

que compañías de servicios portuarios,

cosecheros y exportadores estaban obteniendo

hasta ese momentoLbP.a ra hacer frente a la

OUnversdad de a s Fanas d? Gran Canara i t o t e r a Jn~vestars Memora D g a l e Caniris 2015

Los intereses británicos en Canarias en los años treinta: una aproximación 161

crisis. a partir de 1933 se puso en marcha la

estrategia empresarial de reducción de plantillas

tendente a disminuir los costes de producción,

pero la política patronal tropezó con

la firme oposición de los sindicatos obreros,

muy activos durante la etapa republicana. Las

importantes oleadas huelguísticas de 1933 y

1936 incidieron de lleno en los dos sectores

donde más fuerte era la presencia extranjera:

los puertos canarios y las grandes fincas destinadas

a cultivos de e~portación~~.

Afectados por la depresión económica, de

una parte, y la protesta obrera, de la otra, los

poderosos intereses británicos llegaron a

sentirse uamenazadoso. En ocasiones especialmente

conflictivas los cónsules solicitaron

ia protección de aigún buque de ia rioyai iu'avy,

o insistieron en la intervención del Foreign Office

cerca del Gobierno español para reforzar sus

posiciones ante las autoridades locales. Convencido

de que la comunidad británica en las

islas se m~0ntrí1t)'aa en u n ~ ~ t a adlgoo neurasténico>

y de que las autoridades consulares

no afrontaban la situación de forma adeirüada,

ei,-lbaladoi. bi.it&i.lico erl xadi.id,

George Grahame, se decidió a enviar a Canarias

al primer secretario comercial de la Embajada

en noviembre de 1933. El comisionado

constató las dificultades reales en que se ericontraban

los negocios británicos, aunque

también la tendencia de los ingleses a comportarse

como una casta aristocráticao en e!

cene de ! socied~dc x ~ r i an,d isfrutand~! os

privilegios, aunque al mismo tiempo heredando

las debilidades, de una gente desarraigada

que vive en und civiiización iriíeriuru? Cvii

tantos temores y tales aprehensiones, no era

de extrañar que la mayor parte de los britanicos

afincados en las islas se sintieron aaliviadoso

cuando se produjo la sublevación militar

del 18 de jiilio, que parecia ser una solución

de <orden> para sus negocios en franco retrocesojY.

Siii eiiibargü, la política económica puesta

en marcha por las autoridades franquistas en

Canarias resultó mortal para los intereses del

comercio británico. Con el inicio de la Guerra

Civil, las importaciones británicas prácticamente

cesaron, mientras las exportaciones se

redujeron drásticamente. Por contra, Alemania

se convirtió cn cl principal suministrador

de los productos manufacturados en las islas,

merced a sus ventajosos acuerdos comerciales

con el Gobierno de Burgos, que le dispensó

un trato de favor con la inestimable colaboración

de las autoridades locales. La caída en

picado del comercio británico en las islas forzó

a muchas casas británicas a cesar temporalmente

en sus actividades y, en algunos casos,

a cerrar sus negocios definitivamente, como

sucedió en 1937-1938 con Fgfes Limited.,

Bank of Briiisn wesi fifrica ¿ t i y Eiaer Denzpster (leneriffe)

Limited.

Analizada con esta perspectiva, la instrucción

del Forcign Office que sirvió de fundamento

para que el cónsul Patteson procediera a inventariar

las posesic>nes inglesas en 1937 no

pudo llegar en momento más oportuno

Constituye un buen punto de referencia para

hacei.i rl&gacioi,es tu-úiüsoliüí..ea s fi+

nal de las propiedades que hasta entonces

estaban en manos de los británicos, y quizás

nos pueda proporcionar pistas interesantes

para precisar quiénes fueron los grandes beneficiarios

del proceso unacionalizadoro iniciado

en 1936.

De momento, sin embargo, quedémonos

con ! expljcltj~r/~e !a rSpi<^zc zI& de!

Imperio de la libra esterlina en Canarias. En

las vísperas del segundo aniversario de la

Gucrrd Civil, uri rrierriordridurri redactado por

Patteson daba cumplida cuenta de las negras

perspectivas que se cernían sobre los intereses

británicos en las islas. Los motivos eran

obvios: a las adversas condiciones del comercio

internacional se sumaba ahora una política

dirigista de inspiración cuartelera que destruía

el sistema de puertos francos y hacía insustenible

la pi-áctica de la libie empresa, fuiidamentos

sobre los que había reposado la

162 Francisco Quintana Navarro

presencia británica. Dado que el documento

de marras no tiene desperdicio alguno, deje-

, ,,., l.,, nrri,ilr ,-l?hrnr rlr,

L " V . 3 YUb i3bVL1 1UG piVylUJ y A I U U I U G UL I ULLCson

-impregnadas de nostalgia y pesadumbre

al mismo tiempo- las que pongan el punto

final a esta aproximación al tema. La cita es

larga, pero merece la pena reproducirla

«...está abundantemente claro que el Gobierno de

Burgos dispensa un trato de favor a los intereses comerciales

alemanes en detrimento del conzercio británico y

ps!n idvn pila& 'or s m t ~ 1 7 i hp r P I hpího d~ ? I ~ Pli v 1111-

toridades locales y los comités responsabies del comercio

de importación y exportación. la mayoría xpeninsulaves~

(nativos de Espuñui. inspirudos por vstu política de protección

de los intereses alemanes y con aversión a todo lo

británico, no ocultan sus sentimientos en lo que ellos dicen

y hacen. (...)

Es apropiado e instructivo añadir; en relación a los

sentinzientas locales con respecto a las insatisfactorias

condiciones del comercio en el presente, que mientras los

militares y los elementos de la burocracia civil de origen

español (Península) parecen satisfechos con !OS actuales

métodos, las clases trabajadoras nativas de estas islas

-coinercianles y agricultores- aborrecen las presenles

restriccion~s e invariabIemente hablan en favor de las

costumbres británicas de negocios lib~ralesy honrados

Expresión de esta simpatía se extiende i n c h o a personas

fuera de los círculos comerciales, tanto más cuando

los isleños en su totalidad a menudo recuerdan pensatiws

los años aarudables y arósoeros bajo la influencia

~ornerciabl ritúnica. E! resultado de la presente economía

dirigida tal como es practicada por los españoles conti-

;qc;qtd!cs ;;q5pimci&?9 rf?y!;ig;?zatr 2td!?i¿g " L ~ s -

tra el rápido declive de la economía de las islas desde la

supresion de facto del sistevna de puertos fravicos.

Aparte de ias adversas circunstancias mencionadas,

existe una plétora decontribucionesdeguerru, tasas, inzpuestos,

exacciones y multas, y por parte deaquellos que

-

NOTAS

1 Sin agotar la exhaustiva nómina de trabajos que se

han referido al tema de la presencia británica en las islas,

ci las aportaciones de MORALES LEZGZNO, V: alnestán

en el poder aquíparece h a b ~ rla misma tendencia

del Frente Popular de bajar el tono de la vida pública en

,,m imhnmtn rln inxinlnv In viniimn tnirtn rnunn rnn imriLln

M'L L l L l C l i l Y MC I y I I c a L w L M I LYI*CL"I L C I I I I " IVI.." ir- YVillVlL.

El dinero público está siendo sacado fuera por ley, a la

fuerza o bajo amenazas deen~ar~eiamientyo l,a gente ya

ha comenzado a tomar conciencia de que un sistema de

exacciones ha sido creado por una burocracia dominante,

formada no ~ O cYom petentes hor116resd e negocios, sino

poroficiales incompetentes que noentienden de asuntos

de finanzas prácticas y cuyo único propósito incan-

~ 6P< 1P Y ~~P I I ~ ~<PUY p adpr <nbrl~oc asuntos de la gente

de la infeliz España. Ellos no son. ni mucho meizos, servidores

públicos, son amos.

En conclusi~íizl,o s com?rciaiites Driténicos seiialarz

que este torrentedeabuso de poder; añadido al constante

intewencionismo del Gobierno de Burgos en los negocios

y el comercio, está destruyendo rápidamente el individualismo

y la ewlpresa privada en estas islas. Parece que

es propósito fijo del Gobierflo la destrucción del beneficio,

olvidando que el beneficio sustenta todo Estado. Ellos

dicen que fue la libertad de comercio ayudada por la ley

de puertos francos loque levantó Canarias, no el presente

sistema. y que bajo las condiciones existentes ellos no tienen

ambición, ni pueden dewiostrar eficiencia alguna en

un país deordeno mando como &re, donde los hombres

de n ~ g o ~ ipoasr ecen un grupo de niños que son gobernados

por maestros. <¿Es mío mi negocio o pertenece al Gobiernos

-es una cuestión que muchos negociantes se están

preguntando>?

Cuando este memorándum llegó al Foreiqn

Ofice, el funcionario de turno apostilló en su

minuta: «el relato de la penetración económica

y cu!tur2! u!err,2p,u y de! dec!io de! ccmpp

cio británico hacen su lectura depresiva^^'.

Depresiva puede ser también la palabra adecuada

para caiificar ia situacion en que quedo

Canarias durante las dos décadas siguientes.

versiones inglesas en Canarias durdnte el siglo X~XD

en Moneda cj Crédito. núm 1 1 7, 1971 pp. 101-121, g a&-

pitalisrno industrial e inversiones extranjeras en CanaLos

intereses británicos en Canarias en los años treinta: una aproximación 163

rias ( 18 50- 19451e. n Atzuano del Centro Asociado de /a UNED

en Las IJalwias, num. 5, 1979, pp. 14 1-162; ~ A D A LF ERREXHS,

1. <Dependencia y subdesarrollo el caso canario

Notas sobre las relaciones comerciales entre Gran Breiafia

y las Islas Cdnarias, 1809-19142, eri Hacienda PúbIiia

Españo!a. nün. 38, 1976 pp 157-169; MILLARECSA NTERO

A <Sobre el papel de las cornpañias impcrialistas

er Gran Canaria Canary Islands. Urion, Coppa

CXy Selp, Cicer, Unelco y Trar,vías~e,r i Aguuyro, núrns

98-101. abril-iulio 1978. pp 31-3431-34. 39-42 y 31-33

' v l ~ c l ~HsE RUANDEhZ ,a Algunas consideraciones sobre

Id eioriciniia caiiariao, en C~nariaiss,i glo n.S C. de

Tenerife, Edirca, 1983, pp 275-302, QUINTANAV ARRO

E Bartos. flegocios y hurgurs~se n rl Pir~rtod e La Luz. 1883-

19 i 3, Las Palmas de C. C, Cala insular de Ahorros de

Canarias, 1983: MORENAOL ONSOM, aLas islas del Atlántico

Sljr y e! imperi?!ismo hritSnim e n PI S!& XIX

en V Coloquio de Historia Canario-Ainevcana Coloquio Int~rnucionul

dr Historia Maiítiruia, Las Palmas de G. C. Cabildo

Irsular de U C., 1985,t omo IV pp 633-678 DAVIEPS N

~ T h eR ritish Contrihition to the Fronomic Developmen:

oi the Carary lslands with special reference to

the 19th centuryo, en VI Coloqumde Histona Carzano-Americuriri.

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C. Cabildo Insular de G C. 1987. tomo 111. pp 153-379

y MARTINH ERNA~CUE ZL,a preseuicia e~tranjereaiz e1 Valle de

La Orotaw 1 8 8 0 - i ~ i 9L a Laguna. Avuntamiento de

Plierto de la Cruz. 1987, y T~nrrify ~PI ~xpan'ion!smi~u ltra.

marinoeuropeo, Santa Cruz de Tcnerife, .ACT 1988.

Para una introducción a la problemática del iirformai

empire y las distintas perspect,vas desde las qae se

ha abordado cl tcma. vid C~ i nP, J Et~noinicF oundations

oJ British Overstas Expaflsiori, 18 i 5- i 9 i 4, Londres

MacMillan, 1980

Ci MORALESL EZCAKCV.. aCapitalismo irdustrial D,

art cit , p 15 1 y MILL~RCEASN TERAO - .C anarias en la

edad conteinporáneao. en Hijtoria de los pueblos de España.

Tierras jronterizas (1) Andillutía, Cariariai, Barcelona.

Argos Vergara, 1984. pp 354-358

Para el contexto nacional e internacional en que cabe

jituur cl dcclivc dcl imperio britSnico, ct HoBs~~~whl

E 1 Industria e imperio, Barcelona, Ariei. 1977 pp. 199-

2 15, KCNNEDPV. A. uge y caída de las grilndes potencias, Bar

celuna, Plaza & 1anés;Cambio 16, 1989. pp 347-428

y BARNETCT . The Collapse o,f Br~tishI Jober; Londrev'Nueva

Ynrk. I 97 2

Vid R o o ~ l c u ~I zA,. aEconomía, 1976- 1 9 7 9 ~en . Canarias

%gIo U, Las Palmds de tiran Cdridrid, Edlr~d, 1983

pp. 305-338

Vid dicha tabulación c r MOIULESL EZCANVO., qEsbo-

70 de ronaria? en la edad ronremporánea 11850-

l936jo. en Histona Genemlde!as IslasCariarias. Las Palmas

de Gran Canaria. Edirca. 1977, tomo V pp. 296-297

Frorn Consul Pattcson to Foreign Officc 9 junio 1937.

(P)ublic (Rlecord (0)ffice. (F)oreign IO)ffice List leg

371/'21 310,fok 196yss.

aForc.gn Office Minuteb, ibíd

Ur análisis mas detenido de la documentacion revela

que algunos propietarios, al concignar el valor de sus

posesiones, aplicaron un tipo de cambio distinto 21

apuritddo por el Coniul Tdl es el caso, por ejeinplu,

de C Viller, quien hizo coristar que había calculado el

valor de sus propicdadcs a 37 pcsctas la libra cstcrli

na .aunque el presente tipo de cambio es mucho

nias dltou (Aiiiiex Lo the nList ol British Pruperties iii

the province of Grand Canaryo, ibid., fol 243). Esto

permite suponer que tan sólo por la subida del tipo

de cambio, muchas de las propiedades habían incrementado

su valor en el rromento de que Patteson envi?,

la relarir;n a 1.ondres Ademos. hay que tener en

cuenta que el tipo de cambio aplicado debi6 ser estimado

para una equivalencia en pesetas corrientes y

n n en p e s ~ t a so ro, 10 qlje r~lativiza2 1ín más 12s estimaciones

aquí presentadas, siempre siijeta? a futiiras

correcciones

Vid CÁWARA OFlCiAL DE C3MERCIO. INDUSTRIAY NAVEGACION

T)F LAS PAIM A i Mrnmria (otn~r(ial~ (irr~ípondi~anl te

año 1939. Las Palrras, Edit. Canaria, 1940, pp 40-4 1 y

57

Operación calculada a partir de los datos oficiales

del In?tiriito kacional de Estadística tomando como

referencia la deflacción del valor de 1 peseta de 1936

en diciembre de 1991 i 178.06). dado que las fluct~aciones

de la peseta en 1937 hacen del todo imposible

dar un valor correcto para cse ano

Vid. OUINTANNAPV ARROF , o p cit. passim y aLa Luz,

estacion carbonera y despegue portuarion. en Aguayro,

núrr. 146, 1983, pp. 10-20

Para las claves del contencioso entre la Ci;y y el

Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, vid

MILLARCEAS VTEROA. asobre el papel d e las compañías

imperia!istas .o art. cit. parte 2, pp 3 1-33

Ld ~oi~l rds td~isúer hid rediizado a partir del vaciado

de las Memorias Comerciales de las dos provincias

canarias. las publicaciones de la Cámara de Cornercio

de Las Palmas y la <Tabla indicativa de las principdes

compcifiías cornercialcs e industriales cn Ca

narias durante la 1"itad del siglo XXn (MORALEC

LEzcnnc, L. acapitalisrno industrial. o, art cit., pp.

159-1621

oList of tlritish IJroperties..n doc. cit., passim, cornplementado

con los datos de Report on tlie Trade and

Economic Conditions oj the Canary Islands, Londres, 1921

(Repurt by 1: l. Morris, H. M. Corisul at Ierierillej. y Econornic

Conditions in the Canary Islands, Londres, 193 1 [Report

by Iohn P Trant, H M. Consul at Teneriffcj

Cf Mii A R FC~A NTFRAO al a< ca?aq carboneras riel

Puerto de La Luz,, en El t c o dc Cmarias, 28 octubre

1979, y QUIWANNAA V~RRF.O aL. a Luz. estaci0n o, art.

cit. pp 12-16 y Barcos, neg~cioj..o, p. cit. p p 43-68

Sobre la composición y obletivos del pool carbonero

según la documentación británica. cf. Despatch from

164 Francisco Quintana Navarro

Almiralty to Foreign Office. 13 marzo 1933. PRO, FO

37 l,/l7.430, fols 169-174, y Economic Conditions.., op

cit., p. 37.

18 aRecord of a conversatiun with Mr A E Fdwcus ol

Lambert Brothers Ltd and Mr Biandy oí Blandy Brotherj~,

28 julio 1933, Foreign Ollice Minules, ibid, fols 224-

228

19 Vid. DAVIESP. N.:TheTrade Makers Elder Dempster in West

Africa: 1852-1972, Londres, Aiien and Unwin, 1980 (29

ed ), pp. 464-465

20 Annexs to the 6List of British Properties ... D doc cit.

fols. 205 y 232

21 Anrlexs LO h e aList of British Properties.~ doc cit.

fols. 206 y 261. La conclusión que se apunta sobre 13s

propiedades de Fqff~s I.td en Gran Canaria está fundamentada

en las primeras impresiones que se obtienen

de los datos recogidos por Miguel Suarez Boca.

Antonia Santana García, Evelina Santana Pérez,

Josefa Artiles Vizcaíno y Andrea Marrero Urhin a partir

de la consulta de los libros de inscripciones del

Retiro Obrero del Insrituro Nacional de PrevisiOn.

22 Annexs to the aList of British Properties D. fol 2 10, y

aprincipal English Firms~A, ppendix 5 to Report on the

'lrod~a nd ECOMOCMnnZdIit<io nx o f t h Canonj Itlandt (by T I

Morris, H M. Consul at Teneriffe, march 192 1). London.

192 1. p 28

23 Se trataba, en concreto, de las fincas Matas Blancas

en Guía (200 hectáreas plantadas de tomates. plátanos

y alfalfa, 1 casas. establos, alniacen, 3 tanques y

acequias) y La Caleta, Agujero y Pavón cn Cáldar (cn

total, 90 hectáreas dedrcadas a los mismos cultivos.

con instalaciones de riego, almacenes. fábrica de tuberías

y varios establos y tanques de agua), la Explotaciúri

de Aguas de Agaete: varids reservas acuíferas

en Gáldar, Guia y Agaete, un almacén de empaquetado

de tomates en La Aldea de San Nicoljs, y las oficinas

y almacenes de Guia y el Puerto de La Luz (Aniiexs

Lu Llie aList uf Britisli Prupwtirs. D. doc. cit, Fol.

2361

24 Annexs to the uList of British Properties.~d, oc cit.,

fol. 241.

25 Annexs to the aList of British Properties P. doc. cit.

fols. 208. 238 y 240.

26 Cf. IMCIAS HERXANDEZA, ,. art. cit., pp 293-297, y Ro-

DRIGUEZ, 1. A. ait. cit. p. 309.

27 Cf BRITGOO NZALEO~, Historia del movimi~ntoo br~roc anario,

Madrid, Popular. 1980, pp. 225-293. y SUAREZ BOM,

ht El movimranto obrera en las Cananas Orientales

( i 930- i 936). Las Palmas de G. C.. Cala Insular de Ahorros

de Canarias, 1990, pp. 153-209.

28 Despatch from ti. Grahame to Foreign Office. 22 noviembre

1933. PRO. FO 37 1 / 17430. fols 338-342

29 Varios informes de Patteson de 1976 así lo sugieren.

Más explícito en este sentido se mostró Mr Sclley. manager

del Bank of'dnlish Wesf AJnca Lid y resideiiteeri Ids

islas durante 30 años. quien en 1938. al lamentar el

nuevo estado dc cosas a quc sc había llegado, rcconoria

que athe rising which took place on the 18th Iuly.

1936 was a rebelion against an intolerable situation) y

que <Franco was regarded as an efficient soldier. who

had dcmonstratcd his ability. tenacity and courage in

the Riff carnpaign), por lo que aresponsible opinion

formed high hopes for a peaceíul and prosperous futur

c~(A nnext o Sir Roy Wilson to Sir R. Vansittart. 26 julio

1938. PRO. FO 371/'22684, fol 28).

30 Memorandum from Patteson to Foreign Office, 6 iulio

1938, PRO, FO 371122.684. fol 24 (pp. 7-91.

31 EO. Minutes. 27 lulio 1938, ibíd., fol 22.