VEGUETA, Número O. mayo 1992. (149-172) 149
Los intereses británicos en
Canarias en los años trein ta:
una aproximacion
* Profesor de Historia Contemporánea.
.zcü!tzd de &.s6rYff3 e !+stsril-
Universidad de Las Palmas de Gran Canana.
1 50 Francisco Quintana Navarro
- S diíícii enconuar un estudio 'nistorico k, sobre Canarias en la edad contemporánea
que no aluda, ya sea de forma explícita o sobreentendida,
a la presencia de los ingleses en las
islas La referencia parece obligada, habida
cuenta del peso considerable que tuvieron los
capitales e intereses británicos en el crecimiento
de la economía isleña y en la inserción del
Archipiélago en la dinámica del capitalismo iriternacional,
y ello al margen de que ese factor
exógeno pueda ser considerado como un estímulo
amodernizador~ o una fuente de «dependencia))
-que de ambas cosas hubo1
Por encima del debate en torno a los umodelos)
a aplicar al caso canario. que sigue estando
presente en el trasfondo de toda aproximación
al tcrna, resulta evidente que Canarias
actuó como una pieza más en el engranaje
del Imperio británico. Su función específica
fue la de servir como punto de apoyo a la expansión
del capitalismo europeo, ávido de suministros
y mercados coloniales, y al hacerlo,
formó parte de ese irzformd empire que Londres
cultivó con esmero a fin de asegurarse el control
de los mares y la supremacía en el comercio
mundial2. De resultas de esa función intermediaria,
los efectos inducidos o derivados
de la presencia britjnica cn las islas fucron tales
que ha llegado a hablarse -no sin razónde
una suerte de «colonia sin banderan para
caracterizar ias reiaciones entre Lanarias y
Gran Bretaña, e incluso de una <Era de las Canary
lslands» para referirse a la etapa de «crecimiento
econórnico moderno) que Canarias
conoció, más o menos, entre 1880 y 1 9?63.
No obstante existe iin marcado contraste
entre lo mucho que se ha escrito sobre la fase
ascendente del poderío británico en las islas y
lo pocu que se ha aludido al proceso inverso,
al de la lenta pero inexorable decadencia de
los ingleses en Canarias Una decadencia que.
grosso rnodo, siguió pautas similares a las registradas
para el resto del Imperio, de tal forma
que se inició después de la Gran Guerra. se
ahondó con la generalizada depresión económica
de ¡os anos treinta y culminó a raíz de la
II Guerra Mundial4
Sólo una pequeña diferencia puede observarse
en el caso canario con respecto a
otros puntos costeros y archipielágicos donde
estaba sólidamente asentado el dominio informal
británico. Lo que podríamos llamar cla
caída en picado) de los negocios ingleses se
produjo en Cainarias uri puco ates, eiilre
1936 y 1939. Pero esto fue más el producto de
una peculiaridad hispana que una especiticidad
isleña. Se debió, fundamentalmente, a la
circunstancia dramática de la Guerra Civil, que
actuó como freno Dara las relaciones de intercambio
entre Canarias y Gran Bretaña 4; a la
postre, dislocó el tradicional modelo de crecimiento
económico basado cn los pucrtos
francos Desde entonces, bajo los efectos de
rígidos controles, restricciones antiliberales y
reglamentaciones cuarteleras, la economia 1sleña
inició un proceso de mayor vinculación a
la Península en detrimento de sus tradicionales
lazos con los mercados europeos5.
El propósito y la fuente
En el contexto del declive del Imperio británico
en las «Canary Islands~e,l presente artículo
trata de ofrecer una primera aproximación a
los intereses ingleses establecidos en las islas
justo antes de que éstos iniciaran su rápido
proceso de desmantelamiento. Con este propósito,
más que un análisis pormenorizado y
definitivo sobre el tema, se intenta dar una primera
respuesta a las preguntas más sencillas
que nos podamos plantear al respecto. ¿qué
prnniedader ertabm en manos británicas
cuando sobrevino la Guerra Civil?, ¿quiénes
eran sus propietarios7, ¿qué importancia te-
~ ~ í derni e l iorijurito de la economía isleña?
Para cualquier intento de este tipo, hay
que recurrir, necesariamente, a la documentación
del Public Record Ofie de Londres. Sin duda,
este repositorio sigue siendo el mejor de
los archivos hoy disponibles para nrofiindixar
en el estudio de las relaciones anglo-canarias,
Los intereses británicos en Canarias en los años treinta: una aproximación 15 1
entre otras razones, debido al celo observado
por los británicos en la administración de sus
asuntos coloniales, pues en ello les iba el éxito
del cnegocio, y la suerte del Imperio. De allí
procede la única referencia concreta de que se
dispone hasta el momento: la nómina de uFirmas
inglesas establecidas en Canarias hacia
1 936.u6 En un esfuerzo por completar esos datos,
aquí se intentara explotar a fondo un
grueso expediente conservado en el mismo
repositorio, remitido por el cónsul Patteson al
Foreign Office en junio de 19'37, el cual permite
cuantificar -con todas las reservas guardadas-
el valor aproximado de las sos sesiones
inglesas en las islas7.
El núcleo del expediente en cuestión lo
constituyc un inventario de las propiedades
británicas en Canarias en el que se detalla, no
sólo la descripción de las mismas y el nombre
y dirección de sus titulares, sino también su
valor aproximado en libras esterlinas. Su origen
había sido una circular enviada por el Foreign
OfJice a sus representantes consulares el
10 de marzo de 1937 por la que se requería información
precisa sobre «la cantidad del capital
británico invertido en las colonias extranjeras,
(una vez más, la terminología refleja la
aplicación mimética de la estructura imperial
del Reino Unido al caso de Canarias)? Siguiendo
tales instrucciones, Patteson recabó
de las companias británicas y de los súbditos
de Su Majestad afincados en el Archipiélago
los datos que luego le permitieron elaborar un
listado exhaustivo para cada una de las provincias
canarias. Ambas relaciones se insertan
al final del presente artíc'ilo a mndn de apnrtación
concreta al estudio de los intcrcscs británicos
en las islas (véanse Apéndice5 1 y 11).
aunque en la documentación original también
figuran los escritos enviados por empresas y
propietarios a sus respectivos Consulados en
Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de
Tenerife.
Una tarea previa se impone antes de entrar
en materia: la crítica de la fuente. Es preciso
advertir que la documentación de la que se
parte no permite hacer una cuantificación
exacta de las propiedades británicas en las islas.
En primer lugar, porque el Cónsul no asegura
que en las relaciones enviadas a Londres
estén incluidas todas las propiedades, aunque
a juzgar por la nómina de propietarios hay
indicios fundados para pensar que la mayor
parle sí estaban, escapandose tan s6lo las
menos significativas. En segundo lugar, porque
los datos suministrados proceden de las
propias personas y empresas implicadas, lo
que hizo posible la aplicación de distintos criterios
de valoración x en último extremo, la
posibilidad de eludir o alterar algunos de los
datos por motivos particulares. Y en tercer lugar,
porque en el proceso de selección y trata
miento de la información intervinieron los dos
consulados, el de Tenerife y el de Gran Canaria,
que no siempre siguieron pautas similares.
A esas dificultades, cabe añadir el problema
del tipo de cambio aplicado a la convcrsión
de las pesetas en libras esterlinas Si ya
es difícil precisar el valor real de las propiedades
cuando hay que trabajar con equivalencias
monetarias, más lo es en una época de
constantes alteraciones y anomalías, derivadas
tanto de la complejidad del sistema monetario
vigente como de la misma situación
de guerra. Para solucionar este problema con
un criterio uniforme, nos hemos atenido a la
indicación apuntada por el propio Patteson al
señalar que el valor de las propiedades registradas
había sido calculado a un cambio
<aproximado» de 50 pesetas la libra esterlina,
tipn q'ie hemos aplicado a nuestras conversioncs
pcsc a quc hay indicios cobrados para
pensar que resulta algo bajo para la época9.
Por las razones apuntadas, las cifras que
se proporcionan en las páginas que siguen
tienen tan sólo un valor relativo y han de tomarse
como meramente indicativas. Sin embargo,
son los únicos datos disponibles hasta
el momento y, pese a sus limitaciones, tienen
el interés de permitir una aproximación más
Los intereses británicos en Canarias en los años treinta: una aproximación 157
cia en 19371°. Pero una sencilla operación aritmética
puede arrojar luz definitiva al respecto:
los casi 200 millones de pesetas de 1937 equivalían,
poco más o menos, a 35.083 millones
de pesetas de 199 1 ' l .
La segunda observación también es de ca
rácter general y no menos notoria: la desigual
distribución de las propiedades británicas entre
las dos provincias canarias. SI nos atenemos
a las cifras globalcs dadas por Patteson,
Las Palmas concentraba casi el 70% del valor
total de las propiedades registradas, frente a
un modesto 30% atribuido a Santa Cruz de Tenerife.
Este dato confirma plenamente lo
apuntado en estudios anteriores sobre el tema:
la localización de un mayor volumen de
inversiones británicas en Gran Canaria y el
traslado del eje mercantil del Archipiélago
desde Santa Cruz de Tenerife a Las IJalmas de
Gran Canaria a raíz de la construcción del
Puerto de La LuzL2.
Sin embargo, pese a la mayor pujanza comercial
de Las Palmas, parece algo exagerada
esa enorme desproporción entre una y otra
provincia, y qiii75s haya de ser mati7ada por la
incidencia de algún factor distorsionante de
carácter particular. Este elemento bien podría
ser el caso de la compañía City of Las Palmas
Water & Power; yue en su declaración de 1937
asignó unos elevados valores a gastos, intereses
y pérdidas de negocio en un momento en
que aún no estaba resuelto el largo contencioso
que venía manteniendo con el Ayuntamiento
de Las Palmas de Gran Canaria a propósito
de las condiciones del suministro de
agija a la ciudad13. En cijalqijipr caso, acn descontando
de la estimación global el dinero
adelantado por la City como parte de sus inversiones
iniciales (casi 44 millones de pesetas),
Las Palmas seguía manteniendo un indiscutible
primer puesto en el cómputo de los intereses
británicos en las islas, con el 61% del
valor total de las propiedades frente al 39% de
Tenerife, proporción que puede aproximarse
un poco más a la realidad.
También merece la pena destacarse otro
rasgo dilerericiador entre las propiedades registradas
en Tenerife y Las Palmas: mientras
en las islas occidentales las posesiones inglesas
estaban más dispersas, en las orientales
predominaba un mayor grado de concentración.
Este diferente comportamiento afectaba
tanto a la localización geográfica de las propiedades
como a sus valores absolutos, lo
cual cra. en última instancia, un dato revelador
del desigual volumen de inversiones británicas
en una y otra provincia.
Si nos atenemos a la distribución territorial.
observamos que los británicos repartieron
mejor sus dominios en Tenerife que en
Las Palmas. En la isla picuda. sus principales
inversiones se localizaban, naturalmente, en la
capital y el Valle de La Orotava, tradicionales
zonas de asentamiento de los negocios extranjeros.
Pero también los ingleses poseian
importantes propiedades en el sur de la isla
[Candelaria, Adeie, Arafo y Guía de lsoral y a lo
largo de toda su fachada norte (La Laguna, Tejina,
Tacoronte, Valle Guerra, La Victoria, La
Matarva, San Andres, lcod y Carachico). además
de mantener negocios en las islas de La
Palma [Tazacorte y Santa Cruz), Gomera (Hermigua,
Alajeró y San Sebastián) y f lierro (isla a
la que llegaba la influencia de la Casd Hamiltonl.
En Gran Canaria, en cambio, la mayor parte
de las propiedades británicas se concentraban
en la capital, y sobre todo en torno al
Puerto de La Luz, donde seguían predominando
las compañías inglcsas. En cl interior
de la isla, por contra, sólo destacaban Ir- propiedades
que poseía Mr Leacock en el noroeste
de la isla (Guía, Gáldar, Agaete y La Aldea),
las plantaciones de tomates de Yeoward
en los municipios sureños (con Arinaga como
centro de operaciones), y otras tierras y aguas
de menor cuantía en los municipios de Gáldar,
Guía, Santa Brígida, San Mateo y San Lorenzo.
así como las propiedades que Miller poseía
en Gran Tarajal, en la isla de Fuerteventura.
156 Francisco Quintana Navarro
exterior y el sector servicios.Y en los capítulos
menores. los porcentajes de inversiones eran
parecidos en Tenerife y Las Palmas, a excepción
del sector de la hostelería, que era más
fuerte en Las Palmas. y de las pequeñas propiedades
en manos de particulares, generalmente
chalés en zonas residenciales, que estaban
mucho más extendidos en Tenerife,
donde era más numerosa la colonia inglesa.
En resumidas cuentas, en 1937 aún era
grande la importancia cuantitativa y ciialitativa
de las propiedades británicas. De forma general,
éstas tendían a concentrarse, fundamentu!
mer,te. cri !a agia!:üra de expüi-tacióí-i
y el sector servicios, aunque presentaban un
marcado contraste entre una y otra provincia.
Tenerife ofrecia una mayor dispersión en
cuanto a número de propietarios y municipios
donde se localizaban, aunque, por otra parte,
los intereses británicos estaban muy concentrados
en torno a la propiedad de tierras y
aguas destinadas a plátanos y tomztec. En
Las Palmas, en cambio, con mayor volumen de
inversiones y superior actividad comercial,
dominaba la concentración de las propiedades,
tanto desde el punto de vista de su titularidad
como en cuanto a su localización, si bien
estaban un poco mejor repartidas entre los
distintos sectores de actividad a pesar de la
hegemonía incuestionable de los servicios
portuarios.
Los intereses en juego: los servicios portuanos
y el negocio frutero
Una vez descrita la estructura general de las
propiedades bi-itáinicds e11 Zdriarias, conviene
poner nombres y apellidos a los distintos intereses
en juego. Es decir, cuando hablamos
de capitales británicos invertidos en las islas,
¿a qué compañías y propietarios nos estamos
refiriendo exactamente?, ,cuáles eran los principales
aaccionistas> del Imperio de la libra
esterlina en las Canary Islands?. ¿cómo y dónde
nperahm? De !a inf~rnnaclSrf!a ci!itadu por
el cónsul Patteson se desprende que todo
análisis sobre esta cuestión debe centrarse,
particularmente, en los dos sectores que daban
razón de sei- a la presencia británica en las
islas: los servicios portuarios y el negocio frutero
Las Palmas de Gran Canaria continuaba
siendo en 1937 el principal centro de operaciones
marítimas del Imperio británico en las
islas. La concentración de inversiones inglesas
era particularmente fuerte en el Puerto de
La Luz, donde tenían su sede nueve de las once
grandes empresas británicas de servicios
portuarios que operaban en el Archipiélago:
Cury Hermanos y CompaYiía (sucursai de ia Cory
de CardiM; Sociedad Petroifera Española (subsidiaria
de Royal Dutch Shell, aunque domiciliada
en Madrid); Grand Canary & Blandy's Engineering
Co., S.& (una fusión empresarial específica de
los astilleros de Las Palmas): Grand Cunury
Coaling Co., S.A. (sucursal de la Atlantic Coaling
de Londres); Miller & Co., S.A (los herederos de
Temás hn.i!!rr);C enrpf i :Z~N acio;d de Ca&onij hiinerales,
S.,% (creada por Wilson Sons de Londres);
Compañía Carbonera de Las Palmas, S.A. (propiedad
de Hull, Blyth & Co., de Londres); Compañía
Generul Canaria de Combustibles, S.A. (establecida
por Guéret, Llewellyn & Merrett, de Londres), y
Blandy Brolhers & Co., S.A. [también con sede
central en Londres y sucursal en Madeira)15.
Una de ellas la Coru. tambien tenía impnrtnntes
intereses en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife,
donde compartía mercado con las dos
únicas compañías dcl sector con propiedades
en la isla en 1937: Teneriffe Coaling Co., Ltd. (el
otro brazo canario de la Atlanticl y la ya centenaria
Hamiiton tí Co. kn conjunto, las once empresas
inglesas de servicios portuarios poseían
propiedades por valor de más de 58 millones
de pesetas, casi el 40% del total de las
propiedades británicas en Canarias, aunque
muy desigualmente repartidas, puesto que
Las Palmas acaparaba el 76.3% frente al modesto
237% de Santa Cruz de Tenerife.
k buena medida, las el-1-ipresd pvriuarias
existentes en 1937 eran las herederas de las
Los intereses británicos en Canarias en los años treinta. tina aproximación 157
primerds casas carboneras establecidas en las
islas durante la época adorada, del Imperio,
entre los años 1885 y 1913. Tales eran los casos
de Blandy (desde 18851, Grand Canary Coaling
1 1886), TenerifJe Coaling ( 18961, Covy (1 9041,
Carbonera dp I .aí Polwias (1909) y Compañía Nacional
de Carbones Minerales, nuevo nombre que en
1924 adoptó Wilson Sons (18951. Junto a ellas,
continuaban operando las düs ~ a s d su piv~~eras,
de la penetración inglesa en las islas: Hamilton
en Tenerife (1 837), y Milier en Las Palmas
(1854). La nómina se completaba con las empresas
que se habían instalado en el Puerto
de La Luz a raíz de la oleada de inversiones foráneas
posterior a la 1 Guerra Mundial: la Covnpañía
General Canana de Combustibles (1920) y la
Sociedad Petrolífera Española (1923)16.
Pese a la influencia tan marcada del período
anterior, las compañías británicas de
servicios portuarios iiabídri conocido iin importante
proceso de reconversión durante los
años veinte y treinta. A partir de la Gran Guerra,
las antiguas casas carboneras tuvieron
que hacer frente a la competencia del petróleo
y a la alteración de las rutas comerciales, y
posteriormente, a los efectos de la gran depresión,
que acarreó una disminución generalizada
del tráfico marítimo.
La necesaria adaptación a las nuevas condiciones
del comercio internacional no se hi-
LV esperdr. En ir30 seis empresas carboneras
del Puerto de La Luz (Cory, Blandy, Grand Canary
Coaling, Cía. Carbonera de Las Palmas, Cía. Nacional
de Carbones Minerales y Cía. General Canaria de
Combustibles) constituyeron un pool con el propósito
de economizar costes de gestión, establecer
un control administrativo unitario y
concertar las operaciones de suministro a
precios rentables, algo que se ha conocido como
gel trust de las casas carboneras> y que no
siempre se ha identificado correctamente a
sus ~ignatarios'U~n. ano después, los dos astilleros
más fuertes de Las Palmas, Grand Canary
y Blandy, se fusionaron en una sola empresa,
dando lugar a la Grand Canary & Blandy's
Eng~neering'L~a. crisis de los años treinta afectó
sobremanera al dmperio Elden), cuyo proceso
de desintegración se había iniciado desde
el fallecimiento de Sir Altred L. lones en
1909, pero cuya fortaleza se había mantenido
incólume hasta 1934, en quc la casa matriz de
Liverpool vendió sus principales empresas en
Tenerife y Las Palrnas19.
En el otro sector donde eran cuantiosas
las inversiones británicas, el de la agricultura
de exportación, sobresalían dos grandes firmas:
Richard J. Yeoward y Fyffes Limited, que en
conjunto acaparaban el 56% del total de las
propiedades británicas relacionadas con el
cultivo y comercialización de frutos canarios.
A la segunda, además, habría que asociar Elder
Denzpster (Tcnerifc) Ltd, dadas sus evidentes conexiones
empresariales, explícitas en Elder &
Fyfjes Ltd., lo cual elevaría el porcentaje de participacion
de las grandes compañías en el
sector al 628. En 1 Y37 estas compañías tenían
su principal centro de operaciones en Tenerife,
aunque también disponían de importantes
propiedades en Gran Canaria, en ambas islas
se comportaban de forma similar, repartiéndose
ámbitos de influencia y desempeñando
papeles coniplernentarios en el negocio frutero,
aunque sus actividades se liabíai visto
considerablemente reducidas desde 1933.
El <Imperio Yeowavd~ era uno dc los principales
terratenientes de la zona agrícola más
rica de la isla de Tenerife, el Valle de La Orotava
Allí poseía 11 fincas de plataneras que, en
conjunto, sumaban casi 132 fanegadas, cerca
de 70 hectáreas de los mejores terrenos cost
e r o ~.A. c!ernár de tierras, c ~ n t a chm s w p : ~
pias fuentes de suministro de agua para riego
(galerías y tanques) y de abono animal (unas
125 cabezas de gdriado), así como con almacenes
de empaquetado y una flota de camiones
para el transporte de los frutos desde las
zonas de producción hasta los puertos de embarque
(véase Cuadro 4). R 1. Yeoward operaba
también en Gran Canaria, donde disponía de
170 fanegadas de tierras dedicadas al cultivo
Los intereses británicos en Canarias en los años treinta. una aproximación 159
del toniate y actuaba como exportador de
otros cosecheros locales a partir de sus almacenes
de empaauetado de Arinaga v Santa
Catalina20. Todo ello se completaba con la utilización
de su propia flota mercante, los bunYUi
,Ln,"r rln 1- v ~ ~ r ~i lnn~ 1- ,-, 1~-1 I~n nArirm i+ín 0 ~ 1 ~ UL 'U LCVWW'M L L I I í , 1" LUUI IL y L L I I I I L I U L","
car los frutos canarios en el mercado británico
sin necesidad de recurrir a agentes comerciales
ni intermediarios financieros
Fyffes Ltd. también disponía de importantes
propiedades en la fachada norte de Tenerife,
donde actuaba no tanto de cultivador directo
de la tierra como de contratista de 13 producción
frutera. proporcionando agua y abonos a
los cultivadores a cambio de obtener la comercialización
de las cosechas. Para ello disponía
de tanqucs, galcrías dc agua y una rcd
de almacenes de empaquetado de frutos repartidos
por Garachico, Icod, Puerto de la
Cruz. lklina, Valle Guerra y Santa Cruz de lenerife.
No obstante, su principal centro de actividades
radicaba en el sur de la isla, concretamente
en el municipio de Adeje, donde poseía
una finca de más de 6.000 fanegadas de
tierra. además de casas y dependencias anexas,
cuarterías para los trabajadores. almacenes
de depósito y empaquetado de frutos, establos
para cl ganado, carretera privada y cuatro
tanques con suministro permanente de
agud procedente de varias galerías localizadas
en las cumbres de ia isla. como Yeoward,
Fyffes también tenía propiedades en Gran Canaria,
pero a la altiira de 1937 éstas sólo representaban
el 89 del valor total de sus posesiones
canarias, lo que induce a pensar en el
considerable retroceso que esta firma experinieritó
a mediados de los años treinta como
consecuencia de la depresión económica2'.
Por su parte, Clders G FyJfes, otro brazo del negocio
frutero que iniciara Alfred L. Jones a finales
del siglo XIX, operaba en las islas de La
Palma y Comera.
Además de los dos agrandesu del negocio
frutero, en 1937 todavía existían mas de una
docena de británicos con importantes propiedades
de tierras y aguas dedicadas a los cultivos
de exportación. Algunos eran cosecherosexportadores
de entidad que concentraban
sus negocios de forma exclusiva en el sector,
como Dan Wuille, propietario de fincas, tanrYisU1Lndr
, 6nU?LlnC "ríU?dc ., J U?I..mIIY"LnCnn.InLicI UrlLn Cn.r. InI _nI U.lynU LiCioY YtY.? rlr\
de frutos en varios municipios de Tenerife, sobre
todo en Candelaria, y fundador de una
empresa receptora de los cultivos de exportación
en Londres, Dan Wuille & C O T. a~m~b ién éste
era el caso de 1 D. Leacock en Gran Canaria.
especializado en irrigación, explotación de
aguas y proyectos hidraúlicos, cosechero-exportador
de plátanos y tomates, e importador
de fertilizantes y materialcs para el empaquetado
de frutos, y que en 1937 declaró tierras,
aguas, alrnaccncs y otras propicdadcs mcnores
por valor de 6.750 000 pesetas. todas ellas
concentradas en la comarca noroeste de la isla2?
sin llegar al volumen de negocio de Dan
Wuille o Leacock, otros cosecheros-exportadores
británicos eran A Harris y C. Reed en
Gran Canaria y el Doctor Graham Smith en Tenerife.
Los exportadores que no tenían propiedades
de tierras y aguas representaban otro tipo
de intereses británicos en el sector. El ejemplo
más caractcristico podría ser L. H. Pilchcr, cuyas
inversiones en el negocio de exportación
de toniates y papas ascendían a 1.550.000 pesetas,
distribuidas en su mayor parte entre
préstamos a agricultores como anticipo de las
cosechas contratadas y el mantenimiento de
la infraestructura de sus 16 almacenes de empaquetado
repartidos por la isla de Gran Canaria?
4.
Algunos comerciantes, comisionistas o
agentes de seguros eran a su vez propietarios
de tierras y aguas dedicadas a los cultivos de
exportación, aunque sólo como actividades
complementarias de sus negocios de importación,
rcprcsentación y tránsito. En este grupo
se encontraban Edmund Caulfield lohn W
Golding, G. D. Dodson. Hugh C. Davidson y algunos
miembros de la saga de los Hamilton.
160 Francisco Ouirztana Navarro
en Tenerife, así como E. E? ivi. Lawson y C. ivíiiier
en Gran Canaria. También disponían de pequeños
lotes de tierras y aguas varios managers
de firmas británicas, como E S. Bellarny,
de Elder Dempster (Teneriffey) TeneriffeC oaling Covnpany;
A. H. Brabyn, de R. 1.Yeowarcl. y J. B. Shipley,
del Bank of British West Afica. Por último, tampoco
quedaron al margen del negocio frutero algunos
agentes consulares británicos, como
T. M. Reid, vicecónsul en La Orotava, o Eric L.
Fox, con idéntico cargo en Santa Cruz de Tenerife.
Al margen de los servicios portuarios y el
negocio frutero, asociados ambos al comercio
de importación y exportación, y del caso particular
de City of Las Palmas Water C Power. cn el
resto de los sectores de la economía canaria
no parece que las propiedades británicas tuvieran
gran importancia. Como excepción, qui-
25s sean dignos de mención los intereses británicos
en la banca y el turismo. Sólo dos bancos
británicos operaban en las islas al comienzo
de ia Guerra Civii. Biandy Brotners en
Las Palmas de Gran Canaria, con un capital de
2.500.000 pesetas, y la sucursal del Bank of Bntish
West Africa en Santa Cruz de Tenerife, con
propiedades e hipotecas por valor aproximado
de 1.700.000 pesetas. Aunque la documentación
consultada no proporciona más datos,
todos los indicios apuntan a un decaimiento
cit. sus qxrxiones u !u u!turu de !0?7 En
cuanto a la hostelería, es significativo el hecho
de que sólo destaque una empresaria en este
período: Mrs. A. Quiney, propietaria de los hoteles
Metropole y Smta Brígida, valorados en
2.250.000 pesetas25.
En suma, en 1937 se mantenía la fuerte
presencia británica en los sectores asociados
al comercio exterior de las islas aunque con
claros síntomas de retroceso. La nómina de
propietarios seguía estando integrada. fundamentalmente,
por las compañías y comerciantes
que se habían establecido en Canarias entre
finales del siglo XIX y comienzos del XX A
ellos se añadieron los capitales de la nueva
oieacia inversora que se proaujo en ios afeiices
años veinte>, cuando se reconvirtieron las
instalaciones portuarias para adecuadas a las
necesidades del suministro de combustibles
líquidos y se reactivó el proceso de capitalización
agraria en los cultivos de exportación. A
partir de entonces, no se registraron nuevas
incorporaciones, sucediendo más bien todo
lo contrario, puesto que e! inventario de Patteson
revela que algunas importantes propiedades
británicas del período anterior ya habían
sido liquidadas a la altura de 1937.
La conclusión: hacia el desmantelamiento
de los intereses británicos
Una conclusión significativa puede desprenderse
de los datos analizados: pese a su importancia
cuantitativa y cualitativa, los intereses
británicos en el Archipiélago conocieron
una parálisis, cuando no una regresión, a partir
de comienzos de los años treinta, fenómeno
que se aceleró en el último tramo de la década
nasa aesembocar en ei ciesmanteiamiento
casi total de sus negocios en los años
cuarenta. El proceso no fue exclusivo de Canarias,
insertándose en el marco general de las
alteraciones del poder económico a escala interndcional.
Pero las especiales circunstancias
que concurrieron a partir del estallido de la
Guerra Civil aceleró la caída hasta tal punto
que hirn i-pnsih!o Ci12]qiiinr intento de detención
o reversión futura. De ahí que los británicos
afincados en las islas vivieran el declive
del viejo Imperio colonial con notas de
cierto dramatismo.
En efecto, la profunda depresión internacional
de los años treinta marcó un importante
punto de inflexión en la trayectoria de las
inversiones inglesas en Canarias La contracción
de la demanda de frutos canarios en los
mercados europeos y la disminución del tráfico
marítimo limitaron los sustanciosos beneficios
que compañías de servicios portuarios,
cosecheros y exportadores estaban obteniendo
hasta ese momentoLbP.a ra hacer frente a la
OUnversdad de a s Fanas d? Gran Canara i t o t e r a Jn~vestars Memora D g a l e Caniris 2015
Los intereses británicos en Canarias en los años treinta: una aproximación 161
crisis. a partir de 1933 se puso en marcha la
estrategia empresarial de reducción de plantillas
tendente a disminuir los costes de producción,
pero la política patronal tropezó con
la firme oposición de los sindicatos obreros,
muy activos durante la etapa republicana. Las
importantes oleadas huelguísticas de 1933 y
1936 incidieron de lleno en los dos sectores
donde más fuerte era la presencia extranjera:
los puertos canarios y las grandes fincas destinadas
a cultivos de e~portación~~.
Afectados por la depresión económica, de
una parte, y la protesta obrera, de la otra, los
poderosos intereses británicos llegaron a
sentirse uamenazadoso. En ocasiones especialmente
conflictivas los cónsules solicitaron
ia protección de aigún buque de ia rioyai iu'avy,
o insistieron en la intervención del Foreign Office
cerca del Gobierno español para reforzar sus
posiciones ante las autoridades locales. Convencido
de que la comunidad británica en las
islas se m~0ntrí1t)'aa en u n ~ ~ t a adlgoo neurasténico>
y de que las autoridades consulares
no afrontaban la situación de forma adeirüada,
ei,-lbaladoi. bi.it&i.lico erl xadi.id,
George Grahame, se decidió a enviar a Canarias
al primer secretario comercial de la Embajada
en noviembre de 1933. El comisionado
constató las dificultades reales en que se ericontraban
los negocios británicos, aunque
también la tendencia de los ingleses a comportarse
como una casta aristocráticao en e!
cene de ! socied~dc x ~ r i an,d isfrutand~! os
privilegios, aunque al mismo tiempo heredando
las debilidades, de una gente desarraigada
que vive en und civiiización iriíeriuru? Cvii
tantos temores y tales aprehensiones, no era
de extrañar que la mayor parte de los britanicos
afincados en las islas se sintieron aaliviadoso
cuando se produjo la sublevación militar
del 18 de jiilio, que parecia ser una solución
de <orden> para sus negocios en franco retrocesojY.
Siii eiiibargü, la política económica puesta
en marcha por las autoridades franquistas en
Canarias resultó mortal para los intereses del
comercio británico. Con el inicio de la Guerra
Civil, las importaciones británicas prácticamente
cesaron, mientras las exportaciones se
redujeron drásticamente. Por contra, Alemania
se convirtió cn cl principal suministrador
de los productos manufacturados en las islas,
merced a sus ventajosos acuerdos comerciales
con el Gobierno de Burgos, que le dispensó
un trato de favor con la inestimable colaboración
de las autoridades locales. La caída en
picado del comercio británico en las islas forzó
a muchas casas británicas a cesar temporalmente
en sus actividades y, en algunos casos,
a cerrar sus negocios definitivamente, como
sucedió en 1937-1938 con Fgfes Limited.,
Bank of Briiisn wesi fifrica ¿ t i y Eiaer Denzpster (leneriffe)
Limited.
Analizada con esta perspectiva, la instrucción
del Forcign Office que sirvió de fundamento
para que el cónsul Patteson procediera a inventariar
las posesic>nes inglesas en 1937 no
pudo llegar en momento más oportuno
Constituye un buen punto de referencia para
hacei.i rl&gacioi,es tu-úiüsoliüí..ea s fi+
nal de las propiedades que hasta entonces
estaban en manos de los británicos, y quizás
nos pueda proporcionar pistas interesantes
para precisar quiénes fueron los grandes beneficiarios
del proceso unacionalizadoro iniciado
en 1936.
De momento, sin embargo, quedémonos
con ! expljcltj~r/~e !a rSpi<^zc zI& de!
Imperio de la libra esterlina en Canarias. En
las vísperas del segundo aniversario de la
Gucrrd Civil, uri rrierriordridurri redactado por
Patteson daba cumplida cuenta de las negras
perspectivas que se cernían sobre los intereses
británicos en las islas. Los motivos eran
obvios: a las adversas condiciones del comercio
internacional se sumaba ahora una política
dirigista de inspiración cuartelera que destruía
el sistema de puertos francos y hacía insustenible
la pi-áctica de la libie empresa, fuiidamentos
sobre los que había reposado la
162 Francisco Quintana Navarro
presencia británica. Dado que el documento
de marras no tiene desperdicio alguno, deje-
, ,,., l.,, nrri,ilr ,-l?hrnr rlr,
L " V . 3 YUb i3bVL1 1UG piVylUJ y A I U U I U G UL I ULLCson
-impregnadas de nostalgia y pesadumbre
al mismo tiempo- las que pongan el punto
final a esta aproximación al tema. La cita es
larga, pero merece la pena reproducirla
«...está abundantemente claro que el Gobierno de
Burgos dispensa un trato de favor a los intereses comerciales
alemanes en detrimento del conzercio británico y
ps!n idvn pila& 'or s m t ~ 1 7 i hp r P I hpího d~ ? I ~ Pli v 1111-
toridades locales y los comités responsabies del comercio
de importación y exportación. la mayoría xpeninsulaves~
(nativos de Espuñui. inspirudos por vstu política de protección
de los intereses alemanes y con aversión a todo lo
británico, no ocultan sus sentimientos en lo que ellos dicen
y hacen. (...)
Es apropiado e instructivo añadir; en relación a los
sentinzientas locales con respecto a las insatisfactorias
condiciones del comercio en el presente, que mientras los
militares y los elementos de la burocracia civil de origen
español (Península) parecen satisfechos con !OS actuales
métodos, las clases trabajadoras nativas de estas islas
-coinercianles y agricultores- aborrecen las presenles
restriccion~s e invariabIemente hablan en favor de las
costumbres británicas de negocios lib~ralesy honrados
Expresión de esta simpatía se extiende i n c h o a personas
fuera de los círculos comerciales, tanto más cuando
los isleños en su totalidad a menudo recuerdan pensatiws
los años aarudables y arósoeros bajo la influencia
~ornerciabl ritúnica. E! resultado de la presente economía
dirigida tal como es practicada por los españoles conti-
;qc;qtd!cs ;;q5pimci&?9 rf?y!;ig;?zatr 2td!?i¿g " L ~ s -
tra el rápido declive de la economía de las islas desde la
supresion de facto del sistevna de puertos fravicos.
Aparte de ias adversas circunstancias mencionadas,
existe una plétora decontribucionesdeguerru, tasas, inzpuestos,
exacciones y multas, y por parte deaquellos que
-
NOTAS
1 Sin agotar la exhaustiva nómina de trabajos que se
han referido al tema de la presencia británica en las islas,
ci las aportaciones de MORALES LEZGZNO, V: alnestán
en el poder aquíparece h a b ~ rla misma tendencia
del Frente Popular de bajar el tono de la vida pública en
,,m imhnmtn rln inxinlnv In viniimn tnirtn rnunn rnn imriLln
M'L L l L l C l i l Y MC I y I I c a L w L M I LYI*CL"I L C I I I I " IVI.." ir- YVillVlL.
El dinero público está siendo sacado fuera por ley, a la
fuerza o bajo amenazas deen~ar~eiamientyo l,a gente ya
ha comenzado a tomar conciencia de que un sistema de
exacciones ha sido creado por una burocracia dominante,
formada no ~ O cYom petentes hor116resd e negocios, sino
poroficiales incompetentes que noentienden de asuntos
de finanzas prácticas y cuyo único propósito incan-
~ 6P< 1P Y ~~P I I ~ ~<PUY p adpr <nbrl~oc asuntos de la gente
de la infeliz España. Ellos no son. ni mucho meizos, servidores
públicos, son amos.
En conclusi~íizl,o s com?rciaiites Driténicos seiialarz
que este torrentedeabuso de poder; añadido al constante
intewencionismo del Gobierno de Burgos en los negocios
y el comercio, está destruyendo rápidamente el individualismo
y la ewlpresa privada en estas islas. Parece que
es propósito fijo del Gobierflo la destrucción del beneficio,
olvidando que el beneficio sustenta todo Estado. Ellos
dicen que fue la libertad de comercio ayudada por la ley
de puertos francos loque levantó Canarias, no el presente
sistema. y que bajo las condiciones existentes ellos no tienen
ambición, ni pueden dewiostrar eficiencia alguna en
un país deordeno mando como &re, donde los hombres
de n ~ g o ~ ipoasr ecen un grupo de niños que son gobernados
por maestros. <¿Es mío mi negocio o pertenece al Gobiernos
-es una cuestión que muchos negociantes se están
preguntando>?
Cuando este memorándum llegó al Foreiqn
Ofice, el funcionario de turno apostilló en su
minuta: «el relato de la penetración económica
y cu!tur2! u!err,2p,u y de! dec!io de! ccmpp
cio británico hacen su lectura depresiva^^'.
Depresiva puede ser también la palabra adecuada
para caiificar ia situacion en que quedo
Canarias durante las dos décadas siguientes.
versiones inglesas en Canarias durdnte el siglo X~XD
en Moneda cj Crédito. núm 1 1 7, 1971 pp. 101-121, g a&-
pitalisrno industrial e inversiones extranjeras en CanaLos
intereses británicos en Canarias en los años treinta: una aproximación 163
rias ( 18 50- 19451e. n Atzuano del Centro Asociado de /a UNED
en Las IJalwias, num. 5, 1979, pp. 14 1-162; ~ A D A LF ERREXHS,
1. <Dependencia y subdesarrollo el caso canario
Notas sobre las relaciones comerciales entre Gran Breiafia
y las Islas Cdnarias, 1809-19142, eri Hacienda PúbIiia
Españo!a. nün. 38, 1976 pp 157-169; MILLARECSA NTERO
A <Sobre el papel de las cornpañias impcrialistas
er Gran Canaria Canary Islands. Urion, Coppa
CXy Selp, Cicer, Unelco y Trar,vías~e,r i Aguuyro, núrns
98-101. abril-iulio 1978. pp 31-3431-34. 39-42 y 31-33
' v l ~ c l ~HsE RUANDEhZ ,a Algunas consideraciones sobre
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Tenerife, Edirca, 1983, pp 275-302, QUINTANAV ARRO
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Canarias, 1983: MORENAOL ONSOM, aLas islas del Atlántico
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en V Coloquio de Historia Canario-Ainevcana Coloquio Int~rnucionul
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oi the Carary lslands with special reference to
the 19th centuryo, en VI Coloqumde Histona Carzano-Americuriri.
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C. Cabildo Insular de G C. 1987. tomo 111. pp 153-379
y MARTINH ERNA~CUE ZL,a preseuicia e~tranjereaiz e1 Valle de
La Orotaw 1 8 8 0 - i ~ i 9L a Laguna. Avuntamiento de
Plierto de la Cruz. 1987, y T~nrrify ~PI ~xpan'ion!smi~u ltra.
marinoeuropeo, Santa Cruz de Tcnerife, .ACT 1988.
Para una introducción a la problemática del iirformai
empire y las distintas perspect,vas desde las qae se
ha abordado cl tcma. vid C~ i nP, J Et~noinicF oundations
oJ British Overstas Expaflsiori, 18 i 5- i 9 i 4, Londres
MacMillan, 1980
Ci MORALESL EZCAKCV.. aCapitalismo irdustrial D,
art cit , p 15 1 y MILL~RCEASN TERAO - .C anarias en la
edad conteinporáneao. en Hijtoria de los pueblos de España.
Tierras jronterizas (1) Andillutía, Cariariai, Barcelona.
Argos Vergara, 1984. pp 354-358
Para el contexto nacional e internacional en que cabe
jituur cl dcclivc dcl imperio britSnico, ct HoBs~~~whl
E 1 Industria e imperio, Barcelona, Ariei. 1977 pp. 199-
2 15, KCNNEDPV. A. uge y caída de las grilndes potencias, Bar
celuna, Plaza & 1anés;Cambio 16, 1989. pp 347-428
y BARNETCT . The Collapse o,f Br~tishI Jober; Londrev'Nueva
Ynrk. I 97 2
Vid R o o ~ l c u ~I zA,. aEconomía, 1976- 1 9 7 9 ~en . Canarias
%gIo U, Las Palmds de tiran Cdridrid, Edlr~d, 1983
pp. 305-338
Vid dicha tabulación c r MOIULESL EZCANVO., qEsbo-
70 de ronaria? en la edad ronremporánea 11850-
l936jo. en Histona Genemlde!as IslasCariarias. Las Palmas
de Gran Canaria. Edirca. 1977, tomo V pp. 296-297
Frorn Consul Pattcson to Foreign Officc 9 junio 1937.
(P)ublic (Rlecord (0)ffice. (F)oreign IO)ffice List leg
371/'21 310,fok 196yss.
aForc.gn Office Minuteb, ibíd
Ur análisis mas detenido de la documentacion revela
que algunos propietarios, al concignar el valor de sus
posesiones, aplicaron un tipo de cambio distinto 21
apuritddo por el Coniul Tdl es el caso, por ejeinplu,
de C Viller, quien hizo coristar que había calculado el
valor de sus propicdadcs a 37 pcsctas la libra cstcrli
na .aunque el presente tipo de cambio es mucho
nias dltou (Aiiiiex Lo the nList ol British Pruperties iii
the province of Grand Canaryo, ibid., fol 243). Esto
permite suponer que tan sólo por la subida del tipo
de cambio, muchas de las propiedades habían incrementado
su valor en el rromento de que Patteson envi?,
la relarir;n a 1.ondres Ademos. hay que tener en
cuenta que el tipo de cambio aplicado debi6 ser estimado
para una equivalencia en pesetas corrientes y
n n en p e s ~ t a so ro, 10 qlje r~lativiza2 1ín más 12s estimaciones
aquí presentadas, siempre siijeta? a futiiras
correcciones
Vid CÁWARA OFlCiAL DE C3MERCIO. INDUSTRIAY NAVEGACION
T)F LAS PAIM A i Mrnmria (otn~r(ial~ (irr~ípondi~anl te
año 1939. Las Palrras, Edit. Canaria, 1940, pp 40-4 1 y
57
Operación calculada a partir de los datos oficiales
del In?tiriito kacional de Estadística tomando como
referencia la deflacción del valor de 1 peseta de 1936
en diciembre de 1991 i 178.06). dado que las fluct~aciones
de la peseta en 1937 hacen del todo imposible
dar un valor correcto para cse ano
Vid. OUINTANNAPV ARROF , o p cit. passim y aLa Luz,
estacion carbonera y despegue portuarion. en Aguayro,
núrr. 146, 1983, pp. 10-20
Para las claves del contencioso entre la Ci;y y el
Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, vid
MILLARCEAS VTEROA. asobre el papel d e las compañías
imperia!istas .o art. cit. parte 2, pp 3 1-33
Ld ~oi~l rds td~isúer hid rediizado a partir del vaciado
de las Memorias Comerciales de las dos provincias
canarias. las publicaciones de la Cámara de Cornercio
de Las Palmas y la <Tabla indicativa de las principdes
compcifiías cornercialcs e industriales cn Ca
narias durante la 1"itad del siglo XXn (MORALEC
LEzcnnc, L. acapitalisrno industrial. o, art cit., pp.
159-1621
oList of tlritish IJroperties..n doc. cit., passim, cornplementado
con los datos de Report on tlie Trade and
Economic Conditions oj the Canary Islands, Londres, 1921
(Repurt by 1: l. Morris, H. M. Corisul at Ierierillej. y Econornic
Conditions in the Canary Islands, Londres, 193 1 [Report
by Iohn P Trant, H M. Consul at Teneriffcj
Cf Mii A R FC~A NTFRAO al a< ca?aq carboneras riel
Puerto de La Luz,, en El t c o dc Cmarias, 28 octubre
1979, y QUIWANNAA V~RRF.O aL. a Luz. estaci0n o, art.
cit. pp 12-16 y Barcos, neg~cioj..o, p. cit. p p 43-68
Sobre la composición y obletivos del pool carbonero
según la documentación británica. cf. Despatch from
164 Francisco Quintana Navarro
Almiralty to Foreign Office. 13 marzo 1933. PRO, FO
37 l,/l7.430, fols 169-174, y Economic Conditions.., op
cit., p. 37.
18 aRecord of a conversatiun with Mr A E Fdwcus ol
Lambert Brothers Ltd and Mr Biandy oí Blandy Brotherj~,
28 julio 1933, Foreign Ollice Minules, ibid, fols 224-
228
19 Vid. DAVIESP. N.:TheTrade Makers Elder Dempster in West
Africa: 1852-1972, Londres, Aiien and Unwin, 1980 (29
ed ), pp. 464-465
20 Annexs to the 6List of British Properties ... D doc cit.
fols. 205 y 232
21 Anrlexs LO h e aList of British Properties.~ doc cit.
fols. 206 y 261. La conclusión que se apunta sobre 13s
propiedades de Fqff~s I.td en Gran Canaria está fundamentada
en las primeras impresiones que se obtienen
de los datos recogidos por Miguel Suarez Boca.
Antonia Santana García, Evelina Santana Pérez,
Josefa Artiles Vizcaíno y Andrea Marrero Urhin a partir
de la consulta de los libros de inscripciones del
Retiro Obrero del Insrituro Nacional de PrevisiOn.
22 Annexs to the aList of British Properties D. fol 2 10, y
aprincipal English Firms~A, ppendix 5 to Report on the
'lrod~a nd ECOMOCMnnZdIit<io nx o f t h Canonj Itlandt (by T I
Morris, H M. Consul at Teneriffe, march 192 1). London.
192 1. p 28
23 Se trataba, en concreto, de las fincas Matas Blancas
en Guía (200 hectáreas plantadas de tomates. plátanos
y alfalfa, 1 casas. establos, alniacen, 3 tanques y
acequias) y La Caleta, Agujero y Pavón cn Cáldar (cn
total, 90 hectáreas dedrcadas a los mismos cultivos.
con instalaciones de riego, almacenes. fábrica de tuberías
y varios establos y tanques de agua), la Explotaciúri
de Aguas de Agaete: varids reservas acuíferas
en Gáldar, Guia y Agaete, un almacén de empaquetado
de tomates en La Aldea de San Nicoljs, y las oficinas
y almacenes de Guia y el Puerto de La Luz (Aniiexs
Lu Llie aList uf Britisli Prupwtirs. D. doc. cit, Fol.
2361
24 Annexs to the uList of British Properties.~d, oc cit.,
fol. 241.
25 Annexs to the aList of British Properties P. doc. cit.
fols. 208. 238 y 240.
26 Cf. IMCIAS HERXANDEZA, ,. art. cit., pp 293-297, y Ro-
DRIGUEZ, 1. A. ait. cit. p. 309.
27 Cf BRITGOO NZALEO~, Historia del movimi~ntoo br~roc anario,
Madrid, Popular. 1980, pp. 225-293. y SUAREZ BOM,
ht El movimranto obrera en las Cananas Orientales
( i 930- i 936). Las Palmas de G. C.. Cala Insular de Ahorros
de Canarias, 1990, pp. 153-209.
28 Despatch from ti. Grahame to Foreign Office. 22 noviembre
1933. PRO. FO 37 1 / 17430. fols 338-342
29 Varios informes de Patteson de 1976 así lo sugieren.
Más explícito en este sentido se mostró Mr Sclley. manager
del Bank of'dnlish Wesf AJnca Lid y resideiiteeri Ids
islas durante 30 años. quien en 1938. al lamentar el
nuevo estado dc cosas a quc sc había llegado, rcconoria
que athe rising which took place on the 18th Iuly.
1936 was a rebelion against an intolerable situation) y
que <Franco was regarded as an efficient soldier. who
had dcmonstratcd his ability. tenacity and courage in
the Riff carnpaign), por lo que aresponsible opinion
formed high hopes for a peaceíul and prosperous futur
c~(A nnext o Sir Roy Wilson to Sir R. Vansittart. 26 julio
1938. PRO. FO 371/'22684, fol 28).
30 Memorandum from Patteson to Foreign Office, 6 iulio
1938, PRO, FO 371122.684. fol 24 (pp. 7-91.
31 EO. Minutes. 27 lulio 1938, ibíd., fol 22.