El eterno devenir de la existencia humana,

en el film Despedidas de Yojiro Takita

Orlando Betancor

Universidad de La Laguna

obetanco@ull.es

Resumen

Este artículo pretende abordar las

interrelaciones simbólicas existentes entre la

vida y la muerte en la película Despedidas del

director japonés Yojiro Takita. El protagonista

de este filme es un joven que abandona

su trabajo como violonchelista y se convierte

en “nokanshi”, amortajador profesional. A través

de su trabajo, este personaje descubre la

muerte en todas sus facetas, lo que le permite

comenzar una nueva etapa en su vida y al

mismo tiempo encontrar en este oficio una forma

de realización personal.

Palabras clave

Cine japonés, simbolismo, vida, muerte,

amortajamiento.

Vegueta. Número 12. Año 2012

Anuario de la Facultad de Geografía e Historia

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

ISSN 1133-598X. Páginas 37 a 46

Abstract

This paper pretends to analyze the

symbolic interrelations between the life and

the death present into the film Departures of

the Japanese director Yojiro Takita. The leading

role of this movie is a young man that

gives up his work as cellist and transforms

himself in a “nokanshi”, professional mortician.

Through his activity, this character discovers

the death in all its facets what lets him to begin

a new period in his life and equally he finds in

this occupation one form of personal fulfilment.

Key-words

Japanese cinema, symbolism, life, death,

shrouding.

ISSN 1133-598X · Vegueta·12/2012 · página 38 1. Introducción

Este ensayo analiza las interrelaciones

simbólicas entre la vida y la muerte presentes

en el filme Despedidas (Okuribito),

dirigido por el cineasta japonés Yojiro Takita

en el año 2008, cuyo guión corrió a cargo de

Kundo Koyama. La cinta está interpretada por

Masahiro Motoki, Tsutomu Yamazaki, Ryôko

Hirosue, Kazuko Yoshiyuki y Kimiko Yo, entre

otros actores. Su fotografía es realización

de Takeshi Hamada y su banda sonora pertenece

al conocido compositor Joe Hisaishi.

Además, esta obra examina aspectos como la

identidad, la incomunicación, el amor, la discriminación,

las relaciones paterno-filiales y el

destino.

En este drama, lleno de sensibilidad

y profundo intimismo, se aborda el tema de

la muerte y la consiguiente despedida de los

fallecidos desde el punto de vista de un joven

que, por avatares del destino, dejará a un

lado su vocación musical para convertirse en

“nokanshi”, amortajador profesional. Su labor

consiste en acondicionar de forma ceremonial

el cuerpo de los difuntos y asistirles en su partida

al más allá. En su particular huida hacia

adelante, este hombre abandona Tokio y se

dirige a su ciudad natal, en una provincia rural

al norte de Japón, buscando respuestas y un

sentido a la vida. En un principio, el protagonista

muestra sus grandes dudas por haber

aceptado esta ocupación, pero hallará, con el

paso del tiempo, en este ritual una forma de

realización personal. Este joven se verá a sí

mismo como un particular centinela, un mensajero

del destino, que sirve de nexo entre el

mundo terrenal y el sueño eterno. Al mismo

tiempo, este personaje se enfrentará al rechazo

y a la incomprensión que sufren las personas

que se dedican a este oficio en este país

asiático.

El director de este filme centra su

atención, en esta obra, en la interrelación

existente entre la vida y la muerte como realidades

naturales, que coexisten en perfecto

equilibrio, en el perpetuo fluir de la existencia

humana. El tránsito al mundo de lo desconocido

es un tema universal, presente en todas

las sociedades y culturas, que se convierte en

esta cinta en un vínculo que unifica a todos

los seres humanos. Igualmente, en esta película,

se muestra la reafirmación de la vida, en

la lucha entre Eros y Thanatos, dentro del ciclo

eterno de nacimiento y extinción. Además,

en esta cinta se muestran con minuciosidad

los ritos funerarios del país del Sol Naciente.

Asimismo, este cineasta indaga en las reacciones

y sentimientos de los miembros de las

familias ante la pérdida de sus seres queridos

en su última despedida antes de su viaje hasta

la eternidad.

2. La visión del sueño eterno

Cuando la orquesta de Tokio, en la

cual toca el violonchelo desde hace varios

años, se disuelve, el protagonista de este filme,

Daigo Kobayashi, abandona su carrera musical.

En ese momento reflexiona sobre su vida

y se cuestiona los límites de su talento. Vende

su amado instrumento, el cual había adquirido

recientemente por 18 millones de yenes, y

decide regresar junto a su esposa, Mika, a su

ciudad natal, Yamagata, en la prefectura del

mismo nombre, situada en la región de Tohoku,

en la isla de Honshu, en Japón. Una vez

en esta localidad, se instala en la casa de su

madre, fallecida hace dos años, y se dispone a

buscar un nuevo empleo. Una mañana lee en

un periódico local un anuncio clasificado que

parece ofrecer buenas condiciones de trabajo,

imaginando de que se trata de una agencia de

viajes, pero en realidad es de una empresa de

pompas fúnebres. En dicha nota publicitaria,

en vez de poner “asistencia a viajar” debería

haberse escrito “ayudar a partir”. Entonces,

llama por teléfono a esta empresa y se dirige,

lleno de expectativas, a esta firma. Nada

más entrar en el establecimiento, se inquieta

al ver tres ataúdes, de distintas calidades, colocados

en el fondo de la oficina. En la entrevista

de trabajo, el propietario de la firma, el

señor Sasaki, no se molesta ni un instante en

mirar su currículum y sólo le hace la siguiente

pregunta: ¿Es Ud. un hombre trabajador?.

La empresa es la Agencia N.K., cuyas siglas

corresponden a la abreviatura de “nôkan” que

significa amortajamiento en japonés. Su trabajo

consistirá en preparar ceremoniosamente el

cuerpo del difunto delante de los asistentes al

funeral y colocarlo finalmente en su féretro. El

salario es de 500.000 yenes al mes, lo que representa

una gran suma de dinero para este

antiguo músico. Decide aceptar este empleo

con poco convencimiento y oculta a su esposa

en qué consiste exactamente el mismo.

Disimula ante ella diciendo que la empresa

donde trabaja realiza “ceremonias”. Su mujer

piensa que éste puede incluir bodas u otros

actos sociales, pero él evita dar más detalles.

Desde un principio, Daigo se cuestiona si una

persona que no ha visto nunca un cadáver ni

un ritual de este tipo puede desempeñar esta

ocupación. Su primer trabajo en la agencia es

hacer de modelo en un DVD de divulgación

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del método del amortajamiento, para uso interno

de la empresa, donde su jefe habla sobre

la finalidad del mismo. Más angustiosa es su

primera misión que consiste en ocuparse de

los restos de una anciana que ha muerto sola

en su casa, permaneciendo dos semanas sin

que nadie se percate de su fatal desenlace. La

imagen de la muerte le repugna y le horroriza

el estado en que se encuentra el cuerpo de

la fallecida. Tras este duro día de trabajo, se

siente totalmente humillado cuando varias colegialas

en el autobús lo miran con desagrado

por el olor que desprenden sus ropas. Antes

de volver a su hogar, el protagonista entra en

una casa de baños públicos, donde se enjabona

su piel compulsivamente como si al lavarse

se despojara de la visión de la muerte. Asimismo,

en esta escena, aparece un personaje

que desempeña un destacado papel en esta

película, la propietaria del establecimiento,

Tsuyako Yamashita, una mujer muy especial

para el protagonista, a la que conoce desde su

infancia, pues solía frecuentar este lugar tras

la separación de sus padres.

Este joven piensa que lo que está viviendo

en este momento es una prueba del

destino por no haber asistido al funeral de su

madre, fallecida cuando él se encontraba de

gira con su orquesta en el extranjero. Durante

las siguientes semanas, Daigo participa en distintas

ceremonias como la de Naomi, una mujer

que en vida fue esposa y madre. El día del

funeral, su marido, bastante alterado, increpa

al protagonista y al propietario de la agencia

cuando entran al domicilio familiar, pues han

llegado cinco minutos tarde y les reprocha su

falta de puntualidad con estas palabras: Uds.

se ganan la vida con los muertos. Durante el

ritual, Daigo contempla fascinado el depurado

trabajo de su jefe y su profundo respeto hacia

el difunto. En un momento determinado, el

señor Sasaki mira con detenimiento el retrato

de la desaparecida, antes de maquillarla, y

pide su lápiz de labios preferido. La cámara

establece una comparación entre la instantánea

fotográfica de la mujer, que representa un

retazo de su existencia, y la visión actual de

su cuerpo sin vida. Esta secuencia representa

el tránsito simbólico entre el mundo terrenal

y el más allá. Tras la finalización del ritual, el

marido, liberado de la tensión nerviosa inicial

y lleno de agradecimiento, dice que su mujer

nunca estuvo tan bella. El protagonista empieza

a entender la importancia de su oficio y la

consideración de los familiares ante su labor.

Otro de sus trabajos será ocuparse del cuerpo

de una persona que se ha suicidado en una

habitación de un hotel y demuestra su pericia

en su oficio delante de los agentes de policía

que alaban su profesionalidad siendo tan joven.

Asimismo, destaca especialmente el funeral

de Miyuki, fallecida en un accidente de

circulación. Su madre, completamente abatida,

alega que el maquillaje, que se ha aplicado

sobre su rostro, no es el adecuado, pues no

reconoce los rasgos de su hija e insiste en que

Daigo rehaga su trabajo. En ese instante, el

padre de la muchacha reprocha a su esposa

la manera en la que ha educado a la desaparecida,

una chica rebelde que formaba parte

de un grupo de motoristas. Se exacerban los

ánimos, cuando el novio de la víctima, herido

también en el siniestro, arremete verbalmente

contra el progenitor de su pareja. Éste le responde,

acusándole de ser el responsable de

acabar con su vida, y le agrede con violencia.

Uno de los miembros de la familia los separa y

expulsa de la sala a los amigos de la chica.

En las sucesivas ceremonias, en las

que Daigo participa, se observan todo tipo de

reacciones humanas: la serenidad y el dolor,

el recogimiento y el llanto, la aceptación y la

desolación entre los asistentes a las mismas.

En uno de estos rituales, destaca la imagen de

una abuela que había expresado en vida que

los calcetines que quería llevar en este tránsito

al otro mundo fueran como los que usaban sus

nietas para ir a la escuela. El protagonista empieza

a cambiar su mentalidad y experimenta

un verdadero sentimiento de realización personal

con este trabajo. Contempla con sorpresa

e interés, los momentos, llenos de respeto

y de emoción, cuando los familiares se despiden

de los difuntos antes de emprender su

largo viaje hasta la eternidad. Un buen día, su

mujer encuentra el DVD, que muestra el proceso

del amortajamiento, y le exige que deje

su empleo en los siguientes términos: ¿No te

avergüenza hacer este trabajo? Es algo horrible.

Éste se niega y su esposa le abandona,

marchándose a casa de sus padres. También,

su viejo ami-go de la infancia, Yamashita, hijo

de la propietaria de la casa de baños, le muestra

su rechazo en plena calle, tras enterarse

de su nueva ocupación, y le aconseja que

se busque un “trabajo de verdad”. Posteriormente,

tras unas semanas de ausencia, su

esposa regresa una mañana anunciando que

está embarazada. La joven confía que ante

esta nueva situación su marido recapacitará y

buscará un oficio diferente, pero la expresión

de su rostro le indica que no está dispuesto a

cambiar de profesión. En ese momento, una

llamada telefónica le anuncia que Tsuyako Yamashita

ha muerto de un colapso mientras estaba

portando leña para calentar el agua de su

local. Mika acompaña a su marido y presencia

la ceremonia del amortajamiento por primera

vez. Delante de la familia de la fallecida y de

su esposa, el protagonista prepara el cuerpo

ISSN 1133-598X · Vegueta·12/2012 · página 40 de esta empresaria para su posterior incineración.

En este rito, Daigo entrega un lienzo empapado

en agua a los presentes para humedecer

el rostro de la fallecida como señal de

su partida. Ante esta dolorosa experiencia, su

mujer y el hijo de la difunta empiezan a comprender

y valorar su trabajo. Así, Mika observa

impresionada cómo su marido trata el cadáver

con una delicadeza y sensibilidad sin límites.

Ella se siente fascinada por la labor realizada

por su esposo, su habilidad, su minuciosidad

y su entrega, y acepta finalmente que ésta es

su verdadera vocación. Luego, durante el acto

previo a la incineración de Tsuyako, uno de

sus amigos, Shôkichi Hirata, encargado del

crematorio y con el que ésta mantenía una

singular relación afectiva, expresa las siguientes

palabras: La muerte es el umbral, no representa

el fin, se entra en otro lugar, una puerta

y como guardián ayudo a muchos a emprender

su camino. Además, éste recuerda que el

día de fin de año la propietaria de la casa de

baños le había pedido que le auxiliara en su

labor, sabiendo que trae mal augurio pedir a

un cliente ayuda. Después, Daigo y su esposa

se dirigen a la orilla del río, en el mismo lugar

que marca sus recuerdos de la infancia, donde

solía ir con sus progenitores. El protagonista

busca un objeto en el suelo, un guijarro

que él denomina una “carta-piedra”, escogida

especialmente para ella. En esos momentos,

le dice lo siguiente: Los antiguos, antes de la

invención de la escritura, buscaban una piedra

que expresase sus sentimientos y se la daban

a los seres queridos. Quien recibía la piedra

podía leer los sentimientos del otro por el peso

y la textura. Por ejemplo, una piedra lisa era

señal de un corazón sereno. Una piedra áspera,

de que la persona estaba en dificultades.

Al darle el guijarro a su esposa, ésta

la aprieta en su mano con fuerza. El joven le

pregunta qué ha sentido y ella dice sonriendo:

Es secreto. Este objeto, la “carta-piedra”

se convierte en esta historia en un vehículo de

comunicación que forma parte de un singular

vínculo afectivo entre dos personas. Su mujer

le pregunta quien le contó esta historia y

éste responde que fue su padre. Poco tiempo

después, llega la noticia, a través de una carta

dirigida a la madre de Daigo y que Mika se

encarga de abrir, de que su progenitor, Yoshiki

Kobayashi, del que no tenía noticias desde

hace treinta años, ha muerto. Éste residía

en una localidad portuaria, donde trabajaba

en una cofradía de pescadores. Inicialmente,

el joven rechaza la idea de ir a verle, pero la

secretaria de la agencia le convence de que

vaya. Por su parte, su jefe le invita a coger uno

de los féretros expuestos en su local. Cuando

Daigo se encuentra ante el cuerpo de su

progenitor, contempla sólo la figura sin vida de

un extraño y piensa cómo habrá sido su vida.

Mira a su alrededor y advierte que ha dejado

solamente una vieja maleta y una caja de cartón

con sus pertenencias, a pesar de haber

vivido más de 70 años. Luego, los empleados

de la funeraria llegan al lugar para llevarse

el cadáver. El protagonista observa con desagrado

la forma en que éstos se ocupan de

sus restos, mecánicamente, sin ningún tipo de

respeto ni de ceremonial. Éste los interrumpe

bruscamente y su mujer explica con orgullo a

los operarios que su esposo es amortajador

profesional. Cuando él empieza a acomodar

las manos de su padre para colocarlas en la

posición adecuada, encuentra la “carta-piedra”,

que él le había entregado cuando era

niño, la cual se escurre de entre sus dedos

agarrotados. Al contemplar este guijarro, los

recuerdos fluyen a su mente y es capaz de reconocer

el rostro de su progenitor, que en anteriores

“flash-back” aparecía completamente

difuminado en su memoria. Luego, destacan

los momentos, llenos de intensidad dramática,

en los que afeita su rostro y prepara el cuerpo

para su despedida. En la última escena de

la película, Daigo se vuelve hacia su mujer

y acerca la superficie de la “carta-piedra” al

vientre de su esposa que espera la llegada de

una nueva vida.

3. El ritual de la muerte en Japón

La tradicional ceremonia del amortajamiento

recibe en Japón el término de “nôkan”

que consiste en acondicionar el cadáver, preparándolo

para su entierro o cremación. En

primer lugar, el cuerpo es cubierto para que

sea retirado el kimono ritual, sin que la piel del

difunto sea expuesta en ningún momento a

los presentes. Después, se inicia la limpieza

y purificación del mismo con un paño húmedo

que simboliza la eliminación del cansancio,

la preocupación y el dolor de este mundo, y

también el primer baño del fallecido para su

nuevo nacimiento en el más allá. La musculatura

del rostro se acondiciona, para mostrar un

semblante apacible, y se disponen las manos

en actitud de oración. Más tarde, la vestimenta

es nuevamente colocada con extremo cuidado

y delicadeza. Tras esta preparación, el

rostro es afeitado, en el caso de los varones, y

luego se aplica, convenientemente, sobre las

facciones el maquillaje. Finalmente, el cuerpo

se introduce en el féretro. Este rito se realiza

generalmente en una sala especial donde se

encuentra un altar con flores y el retrato de la

persona fallecida. El ceremonial permite a los

familiares contemplar el ritual de la partida del

ser querido en un ambiente lleno de paz y armonía.

Éste constituye una experiencia única

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para todos los presentes, pues cada una de

las ceremonias es siempre distinta de otra,

como cualquier acontecimiento humano. Antiguamente

eran las familias las que preparaban

los cuerpos de los fallecidos y hoy son las

agencias funerarias las que se ocupan de este

cometido. El profesional encargado de realizar

este delicado ceremonial es el “nokanshi” que

auxilia en su último viaje al difunto y le prepara

para su entrada en la próxima vida. Así,

su función se aprecia claramente en el término

“okuribito”, título original de la película, que

significa “el que envía”. Estos especialistas

efectúan su trabajo con infinito respeto y su

labor se convierte en un rito lleno de sutilidad

y sensibilidad. De igual manera, uno de los

personajes de esta película dice en una escena:

El objetivo principal del amortajamiento es

que el difunto pueda partir en paz. Además, el

protagonista de este filme expresa lo siguiente

sobre la finalidad de este ceremonial: Hacer

revivir un cuerpo frío y darle la belleza eterna.

Todo hecho con tranquilidad, precisión y sobre

todo, con infinito afecto. Participar del último

adiós y acompañar al fallecido en su viaje. En

esta cinta se percibe la singular estética de

este ritual, convertido en todo un arte, cargado

de recogimiento y serenidad. Asimismo, este

elaborado proceso se observa, a grandes rasgos,

en las distintas ceremonias en las que

participa Daigo, a lo largo del tiempo, y especialmente

en las imágenes que se aprecian

bajo los títulos de crédito que despiden esta

película.

Igualmente, las costumbres y prácticas

del funeral comprenden en Japón una

mezcla de formas derivadas del budismo y del

sintoísmo. En las exequias se siguen esencialmente

los siguientes pasos: cuando una

persona muere, se dispone su cuerpo en su

domicilio, el cadáver es colocado con la cabeza

apuntando al norte emulando el lecho

de muerte de Gautama1, y luego un sacerdote

budista procede a la lectura de los “sutras”2.

A continuación, se lleva a cabo la práctica del

amortajamiento. La primera noche después de

la muerte se denomina “velorio”, a la que asisten

sólo la familia y los amigos más cercanos

y en la que se recuerda la figura del fallecido.

A la mañana siguiente, se celebra un servicio

funerario en el que los asistentes le dan su

postrero adiós al difunto, mientras un clérigo

reza sus plegarias. A su término, el miembro

principal de la comitiva fúnebre se despide de

los presentes dándoles las gracias por acudir

al acto. Finalmente, se traslada el cuerpo al

crematorio y se procede a su incineración. A

este último acto sólo asis-ten los miembros de

la familia y las amistades íntimas. Después,

éstos se encargan de recoger las cenizas del

fallecido, que se depositan en una urna, y que

luego son trasladadas al domicilio familiar. Los

funerales, que se describen en esta película,

son predominantemente ceremonias budistas

y en la mayoría de las escenas de los amortajamientos

aparecen monjes de esta doctrina

que recitan sus textos religiosos. También,

Daigo realiza este ritual en el entierro de un

niño, delante de un sacerdote, en una iglesia

cristiana. Actualmente, el 99% de los japoneses

son incinerados y 1% son inhumados. Asimismo,

la cremación es una práctica que se ha

generalizado ampliamente durante los últimos

años y la gran mayoría de los crematorios son

administrados por el gobierno japonés. Por

otro lado, tras el fallecimiento de una persona,

hay un período de luto de 49 días, durante

el cual los allegados se abstienen de asistir a

acontecimientos sociales. En este tiempo, los

deudos celebran distintas ceremonias para

recordar el espíritu del fallecido, pues en Japón

se cree que el alma permanece impura

después de la muerte y debe ser purificada a

través de estas conmemoraciones. Por regla

general, tras el último de estos ceremoniales,

las cenizas del difunto son depositadas en una

tumba.

4. La marginación y el rechazo social

La sociedad japonesa contempla la

muerte como un tema esencialmente tabú.

Hoy en día, la labor de los amortajadores se

considera un trabajo sucio e indigno para muchos

japoneses, debido a la concepción sintoísta

de que los cuerpos de los difuntos son

impuros. Durante la época feudal, los “burakumin”,

minoría que ocupaba los niveles más bajos

del sistema social, eran los encargados de

manipular los cadáveres y a los que se marginaba

por desempeñar esta función. En épocas

más recientes, algunos jóvenes han sido

rechazados por sus futuras parejas, dentro de

los tradicionales matrimonios concertados, por

realizar esta ocupación3. Igualmente, el protagonista

de este filme vive en carne propia el

rechazo que despierta este oficio en el país

del Sol Naciente. Los demás miran a Daigo

con vergüenza y embarazo, lo que conlleva su

aislamiento social. Así, cuando Mika se entera

de cuál es su verdadero oficio, le dice que busque

un trabajo más convencional y el protagonista

le responde: ¿Qué es normal? Todo el

mundo muere. Yo voy a morir y tú también. La

muerte es normal; y ella concluye: No me vengas

con filosofías… No me toques. Eres impuro.

Ella le abandona, pues le parece que tocar

a los difuntos es una labor terrible y le pide que

vaya a buscarla al domicilio paterno cuando

encuentre otro empleo. En ese momento, ésta

se siente humillada por el trabajo de su espoISSN

1133-598X · Vegueta·12/2012 · página 42 so y no puede soportar que él anteponga su

profesión a su vínculo matrimonial. Además,

se muestra incapaz de entender la fascinación

de su consorte por este ceremonial. La misma

reacción despierta en Yamashita, su antiguo

compañero del colegio, que lo trata como a un

paria por su singular vocación. Éste lo ignora

como si fuera un intocable y le pide a su familia

que se aleje de él. En esta cinta, la entrega

y la profesionalidad de Daigo son capaces de

superar estas barreras sociales tan enraizadas.

Tras el éxito de este filme, el número de

jóvenes decididos a convertirse en especialistas

de esta disciplina ha aumentado en Japón

y este ritual ha despertado el interés del gran

público por su particular estética.

5. La interconexión entre la vida y la muerte

La eterna interconexión entre la vida

y la muerte se muestra de diferentes formas

a lo largo de esta película. Así, destaca la escena

en la que el protagonista contempla, con

tristeza, desde un puente, la imagen de dos

salmones que se dirigen río arriba, mientras

el cuerpo de otro pez de esta misma especie

desciende, sin vida, corriente abajo, una vez

que ha cumplido su ciclo biológico. En ese

momento, el protagonista dice en voz alta: Es

triste no, tanto remontar para luego morir; y el

encargado de la funeraria, que pasa en ese

preciso instante, comenta lo siguiente: Vienen

a morir donde nacieron. También, esta interrelación

se vislumbra, en una de las primeras secuencias

de este filme, en la visión de un pulpo,

regalo de un vecino, aparentemente exánime,

que Mika encuentra moviéndose todavía en su

cocina. El protagonista lo devuelve a la bahía,

con el mensaje de que no se deje volver a capturar;

pero ya es demasiado tarde, porque el

gasterópodo flota inerte sobre las aguas. Por

otro lado, la reafirmación de la vida, ante su

inevitable final, se percibe en el momento en

el que, Daigo, agobiado por el abandono de

Mika, decide dejar su empleo. La secretaria de

la empresa le dice que no se puede ir sin antes

hablar con su jefe que está en el piso superior,

en su residencia privada. Al traspasar la puerta

de la vivienda, el protagonista se encuentra

con un fascinante vergel, lleno de vida. Al fondo

se puede ver al propietario, sentado en una

mesa, donde prepara un sabroso plato de la

cocina japonesa, pez globo a la sal. Su jefe le

dice en ese instante: Los seres vivos comen

a otros seres para vivir, excepto las plantas.

Si Ud. no quiere morir tiene que comer. Finalmente,

el señor Sasaki comenta lo siguiente

ante la degustación de este guiso: Está riquísimo,

aunque sea un cadáver. El protagonista

comprende que el alimento que tiene delante

fue un día un animal que ha cumplido su ciclo

vital y que ahora entra, de forma natural,

en la cadena trófica. La comida es una poderosa

metáfora, presente en todo el film, que

nos enfrenta a nuestra condición humana: seres

mortales que tienen que alimentarse para

poder subsistir. Asimismo, tras la ceremonia

de Naomi, su marido entrega al protagonista

y a su jefe, en agradecimiento por su trabajo,

unas viandas que ellos saborean con infinito

placer. Luego, el día de Navidad, los integrantes

de la agencia disfrutan con deleite de otros

platos como forma de celebrar también la vida

misma. Igualmente, la lucha eterna entre Eros

y Thanatos se vislumbra en esta cinta en la

secuencia en la que Daigo, tras su primer encuentro

con la muerte, muestra su pasión hacia

su esposa que se siente abrumada ante la

demostración de su afecto. Posteriormente, el

héroe de esta historia se siente lleno de dicha

cuando su mujer le anuncia la llegada de su

primer hijo, pero frente a la imagen de la vida

aparece, al mismo tiempo, la presencia inexorable

de su final, encarnado en el fallecimiento

de la señora Yamashita.

6. Referentes simbólicos

En este viaje hasta alcanzar la madurez,

el protagonista se enfrenta con la imagen

de su padre, principal fuente de sus carencias

emocionales. Su progenitor regentaba un café

y abandonó el hogar familiar, fugándose con

una camarera, cuando Daigo tenía seis años.

Luego, su madre convirtió el local en un pequeño

bar con el que pudo sacar adelante a

su hijo sin ayuda de nadie. Los sentimientos

de rencor hacia éste, que han ido creciendo en

su interior desde su niñez, afloran en distintos

momentos de la película. En cierta manera, el

joven se revela contra la figura paterna cuando

deja atrás el mundo de la música, pues

su padre le había obligado a tomar clases de

chelo desde muy niño. Ahora, liberado de sus

viejas ataduras, considera que ser concertista

nunca fue su verdadero sueño, sino el de su

progenitor. En este periplo en busca de sí mismo,

destaca una hermosa escena, en la que

el protagonista encuentra, convenientemente

guardado en su funda, su antiguo violonchelo

de la infancia, que tiene las cuerdas flojas, y

al final de su brazo, junto a su voluta, aparece

envuelto, dentro de una partitura musical,

un guijarro: la “carta-piedra” que su padre le

regaló cuando era pequeño. Su progenitor le

dijo que le enviaría una misiva de este tipo todos

los años, pero aquélla fue la última vez

que lo hizo. Inmediatamente, afina las cuerdas

de este viejo instrumento y lo apoya en

las antiguas marcas, realizadas en el suelo de

madera de la casa, y tomando su arco interpreta

una melodía. Entonces, su mente evoca

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un tiempo perdido, un pasado añorado que no

puede volver. En diferentes “flash-back”, Daigo

rememora distintas imágenes de sus progenitores

como cuando salían a pasear por las

calles, tocaba el violonchelo delante de ellos

y, especialmente, una secuencia en la orilla

del río donde se ve una pequeña y lisa piedra

blanca, otra simbólica “carta-piedra”, que pasa

de la mano de un niño a la de un adulto. Después,

en este mismo lugar y ante la presencia

de su esposa, el protagonista muestra su

resentimiento hacia la figura paterna, ante su

olvido, y lanza una piedra a lo lejos como forma

de espantar sus propios fantasmas interiores.

También, estos mismos sentimientos de

animadversión aparecen nuevamente cuando

pone uno de los discos de música clásica preferidos

de éste. Igualmente, durante la cena

de Navidad, delante de sus compañeros de la

agencia, se enfrenta a su recuerdo y lo califica

como “el peor padre del mundo”. La figura de

su verdadero progenitor será reemplazada, a

lo largo del filme, por su jefe, Ikuei Sasaki, que

se convierte en un segundo padre que intenta

llenar el vacío emocional que éste dejó tras su

partida. De la misma forma, conocemos el sufrimiento

del protagonista, tras la separación

de sus padres, a través de las palabras de la

señora Yamashita. Ésta le comenta a Mika,

en una secuencia, que recordaba la profunda

aflicción de Daigo, durante esta época, pues

le había visto llorar en silencio muchas veces

en su establecimiento. Además, ante el abandono

de su progenitor, el protagonista borra

la imagen de su rostro de su mente como una

manera de escapar de su dolor. El joven le

dice a su esposa en una ocasión: No quiero

pensar en él. De hecho, es que no me acuerdo

ni de su cara. Sus rasgos aparecen siempre

difuminados en los distintos “flash-back”

de la película hasta su reencuentro, cuando

su cuerpo reposa definitivamente ante sus

ojos. En su último adiós, al sentir el tacto de

la “carta-piedra” en sus manos, se despiertan

sus recuerdos y puede recuperar finalmente la

imagen de su padre, un hombre que nunca lo

olvidó, pues mantuvo junto a sí, hasta el último

momento, ese objeto que les unía a ambos

hasta la eternidad.

De la misma manera, destaca en esta

película el tema de la identidad sexual que se

aprecia en la figura de Tomeo, una mujer encerrada

en el cuerpo de un hombre, que se

suicidó inhalando monóxido de carbono. Su ritual

lo dirige totalmente Daigo por primera vez

y es su quinto trabajo en su nueva carrera profesional.

En esta interesante escena, el protagonista

da comienzo al ceremonial e inicia con

cuidado la retirada del lienzo blanco que cubre

el cuerpo. Sus gestos son firmes, elegantes y

se realizan con exquisito cuidado. Daigo mueve

sus manos con habilidad y los miembros,

que evidencian la rigidez cadavérica, ceden

ante sus precisos y firmes movimientos. Éste

muestra su sorpresa cuando descubre la naturaleza

biológica de varón de Tomeo. Aspecto

que ratifica también el propietario de la agencia.

Entonces, su jefe se acerca a los familiares

y con extrema prudencia les pregunta cómo

desea que se le maquille, como un integrante

del sexo masculino o del femenino. La madre

añade que como una mujer y expresa con dolor

lo siguiente: Si yo hubiera dado a luz a una

muchacha, nada de esto hubiera pasado. En

esos instantes, se refleja el nulo entendimiento

de Tomeo con su padre que no aceptaba su

nueva condición sexual, lo que llevó inexorablemente

a este dramático acontecimiento. El

protagonista toca distintas partes de su rostro

y, luego, le despoja de las vendas que cubren

sus manos. En ese momento, se observa un

plano de las uñas perfectas y bien pintadas

de Tomeo que muestran esencialmente que

siempre ha sido una mujer. Le pone su sudario

blanco, ricamente bordado, y peina sus cabellos

con sumo cuidado. En último lugar, entre

varias personas, colocan el cuerpo dentro del

féretro y sobre éste un vestido femenino de

color rojo intenso que contrasta con el níveo

interior del ataúd. El padre, perteneciente a

una familia humilde, se reconcilia con su pasado

y acepta finalmente a su vástago tal como

era: Sí, realmente es mi hijo. Él mismo si está

vestido de mujer, continúa siendo mi hijo.

El amor, que perdura más allá de la

muerte, está encarnado en este film en los

personajes de Tsuyako y el encargado del crematorio,

cliente suyo desde hace más de cincuenta

años. Cuando este hombre se despide

de ella ante su féretro, le muestra su gratitud

y su deseo de reencontrarse nuevamente en

la próxima vida con estas palabras: Gracias,

nos veremos en breve. Igualmente, la intención

de la madre de Daigo de conservar, hasta

su muerte, los discos de música clásica de su

marido, indican que siempre estuvo enamorada

de él, a pesar del tiempo transcurrido y de

su abandono. Asimismo, el tema de la incomunicación

se observa claramente en la relación

entre Yamashita y su madre, pues éste

quiere que la empresaria cierre el local y que

se construya en su lugar un bloque de apartamentos.

También, la falta de diálogo, factor

desencadenante de su conflicto matrimonial,

queda patente en el caso de Mika y su marido.

Daigo, un muchacho tímido y de extraordinaria

sensibilidad, no se abre totalmente a

su esposa y no le expresa sus verdaderos

sentimientos. Así, éste no le confía lo que le

costó realmente su nuevo violonchelo, hasta

ISSN 1133-598X · Vegueta·12/2012 · página 44 que pierde su empleo, y tampoco la naturaleza

de su actual oficio. Por otro lado, la capacidad

de perdonar los errores de los adultos se percibe

en esta película en la decisión de Daigo

de acudir al sepelio de su padre. Cuando éste

fallece, la secretaria de la agencia, Yuriko Kamimura,

le pide encarecidamente que vaya a

verle. Esta mujer le relata su doloroso pasado.

Cuando era joven, apareció un hombre en su

vida, del que se enamoró, y por el que abandonó

a su hijo pequeño de seis años en Obihiro,

Hokkaido. Después, esta relación termina y, a

partir de ese momento, vaga constantemente

de ciudad en ciudad hasta que llega a esta localidad.

Allí, tras ver el depurado trabajo del

señor Sasaki, decide trabajar en su agencia.

Ella nunca ha vuelto a tener noticias de su hijo

desde entonces. Daigo puede reconocer en

la historia de Yuriko similares circunstancias

a las vividas por su progenitor cuando se dejó

llevar por la fuerza del deseo y se fugó con su

amante. Asimismo, su padre en el momento

de su muerte se encontraba solo y su pasión

por la camarera hacía tiempo que había desparecido.

Finalmente, la presencia del destino

se vislumbra en esta cinta desde sus primeras

secuencias. De esta forma, durante la entrevista

en la agencia, el propietario le dice al protagonista:

El destino le ha traído hasta aquí.

Después, su jefe expresa lo siguiente ante sus

dudas sobre su trabajo y considera que está

predestinado para realizar este oficio: ¿Has

nacido para hacer esto, lo sé?; y él responde:

Nadie ha nacido para hacer esto.

Junto a estos referentes simbólicos

encontramos en esta película evocadoras metáforas

visuales cargadas de múltiples significados.

En primer lugar, destacan los puentes

que simbolizan situaciones de tránsito que conectan

entre sí distintos momentos de la existencia.

La presencia del protagonista mirando

al infinito, en medio de estos viaductos, representa

alegóricamente su imagen de guardián

entre dos mundos. Asimismo, la corriente que

fluye ante él personifica el curso eterno de la

vida. Además, los cisnes, en su continua migración,

simbolizan la eternidad. De la misma

manera, destaca la escena, de una sublime

belleza, en la que Daigo toca el violonchelo

al aire libre, en medio de un paraje natural,

rodeado de hermosas montañas nevadas,

acompañado por la visión de estas espléndidas

aves. Igualmente, el discurrir del tiempo

se observa también en el tránsito de las estaciones,

a través del cambio en las tonalidades

de las hojas de los árboles, que representan

los ciclos de la naturaleza.

7. Conclusiones

En esta evocadora película, llena de

intensidad y fuerza poética, la interrelación

simbólica entre el mundo terrenal y el sueño

eterno se establece visualmente a través de

la entrega alegórica del bastón de mando de

la existencia de una generación a otra durante

la ceremonia del amortajamiento. Este metafórico

testigo, que refleja la continuidad entre

la vida y la muerte, se vislumbra, en la escena

final de la película, en la presencia de la

“carta-piedra” que pasa de manos de su padre

a la del protagonista y éste se la acerca

al vientre germinado de su esposa. En este

emotivo reencuentro final, este objeto se convierte

en un vínculo imperecedero que conecta

las figuras del progenitor, la de su hijo y en

último lugar la de su futuro nieto dentro del

curso perpetuo de la vida. Además, el director

de esta cinta ha indagado en esta obra, con

serenidad y equilibrio, sobre el carácter universal

de la muerte, una realidad que afecta a

todos los seres humanos por igual. Así, en una

secuencia, el señor Sasaki dice lo siguiente:

Budistas, cristianos, musulmanes, hindúes…

la muerte no discrimina a nadie. Igualmente,

este cineasta ha analizado el tema de la transitoriedad

de la existencia humana a través de

las ceremonias de despedida de los parientes

a sus seres amados, un ritual de tránsito hacia

la eternidad que un día invariablemente también

ellos emprenderán.

Por otro lado, Yojiro Takita nos ha

ofrecido a través de este filme, donde combina

momentos de intensidad dramática con otros

cargados de comicidad y profunda ironía, su

particular visión del mundo de las pompas fúnebres,

un ambiente poco conocido en Japón.

Cada una de las ceremonias, que se muestran

en esta cinta, representa un fragmento de la

percepción contemporánea de la muerte en el

país del Sol Naciente. Así, esta obra nos permite

ver cómo se vive el luto, el duelo y el dolor

en las diferentes clases sociales de la sociedad

japonesa, pero siempre con un mismo

inevitable final. La trama de este largometraje

fue propuesta por el actor Masahiro Motoki a

la productora tras visitar la India, hace algunos

años, donde observó la coexistencia armónica

entre la vida y la muerte en las ceremonias funerarias

de este país asiático. Asimismo, este

filme se inspira levemente en el libro autobiográfico

de Shinmon Aoki titulado “Coffinman:

a journal of a Buddhist mortician”, el cual se

publicó en el año 2002. El actor principal estudió

el arte del amortajamiento junto a un profesional

de esta disciplina y aprendió a tocar el

chelo para desempeñar su papel. También, el

director de este filme asistió a un gran número

de rituales funerarios para entender los sentimientos

de las familias tras despedir a sus

seres queridos.

V

ISSN 1133-598X · Vegueta·12/2012 · página 45

Igualmente, destaca en esta película la labor

interpretativa de Masahiro Motoki que da vida

magistralmente al personaje del protagonista.

Éste ha intervenido en producciones como The

Bird People in China (1998), Gemini (1995)

y The Five (1995). Asimismo, hay que mencionar

el magnífico trabajo del actor Tsutomu

Yamazaki en el papel del flemático y reflexivo

propietario de la agencia. Este intérprete es famoso

por sus intervenciones en distintas cintas

como The Funeral (1984), Farewell to the

Ark (1985), Tampopo (1985), A Taxing Woman

(1987), Go (2001) y Doing Time (2002).

Además, realizó una interpretación extraordinaria

en la película Rikyu (1989) del director

Hiroshi Teshigahara. También, despuntan en

esta película la actriz Kimiko Yo, en el papel

de la secretaria de señor Sasaki, la cual ha intervenido

en producciones como The Ramen

Girl (2008) y Dear Doctor (2009), y Kazuko

Yoshiyuki que encarna, de forma espléndida,

a la dueña de la casa de baños. Igualmente,

destaca la actuación de Takashi Sasano, que

interpreta al encargado del crematorio. Éste ha

participado en casi un centenar de filmes en

su país natal. De la misma forma, la sublime

banda sonora de esta cinta, que se convierte

en un personaje más en esta historia, es obra

del compositor Joe Hisaishi (Nagano, Japón,

1950). Este músico ha trabajado ampliamente

con el director de cine de animación Hayao

Miyazaki en la música de películas como La

princesa Mononoke (1997), El viaje de Chihiro

(2002) y El castillo vagabundo (2004), entre

otras. También, ha colaborado con el realizador

Takeshi Kitano en títulos como Kids return

(1996) y El verano de Kikujiro (1998). En 2003

compuso la música de la cinta La espada del

samurái de Yojiro Takita. Igualmente, ha realizado

diferentes álbumes de estudio y otras

composiciones musicales.

El director de este filme nos ha mostrado

en esta sugerente producción el periplo

existencial de un joven que se encuentra en

busca de sí mismo. Durante este proceso de

introspección, el protagonista descubrirá a

través de la muerte el verdadero sentido de

la vida. Igualmente, en esta delicada obra

de la cinematografía japonesa, este personaje

terminará convirtiéndose en un singular

guardián, un particular centinela, que conecta

el mundo real y los límites de lo desconocido

dentro del eterno fluir de la existencia humana.

8. El director de la película

Yojiro Takita nació el 4 de diciembre

de 1955 en Takaoka, Toyama, Japón. En

1976 se incorpora a la productora del cineasta

Hiroshi Mukai como asistente de dirección. Su

largometraje inaugural para esta empresa, dedicada

al cine para adultos, fue Chikan Onna

Kyoshi, en 1981, y realizará veinte cintas más

para la misma. Su primera película comercial

fue La revista cómica (Komikku Zasshi Nanka

Iranai!), filmada en 1986, una producción de

bajo presupuesto sobre un reportero de televisión

que detesta su trabajo en la prensa sensacionalista.

Ésta fue muy bien acogida en el

Festival de Cine de Nueva York. Le seguirán

La familia Yen (Kimurake no hitobito, 1988),

una comedia centrada en un grupo familiar obsesionado

por las riquezas materiales; No estamos

solos (Bokura wa minna ikiteiru, 1993),

interpretada por Hiroyuki Sanada, Tsutomu

Yamazaki e Ittoku Kishibe; The city that never

sleeps (Nemuranai Machi-Shinjuku Same,

1993), una cinta sobre un detective que intenta

resolver un caso de asesinato; El examen (OJuken,

1999), que muestra la obsesión de un

hombre de clase trabajadora para que su hija

de seis años entre en una prestigiosa escuela

de primaria; y El secreto (Himitsu, 1999), sobre

una novela de Keigo Higashino, interpretada

por la misma protagonista de Despedidas,

Ryôko Hirosue, que fue galardonada con el

premio a la mejor actriz en el Festival de Cine

de Sitges. En 2001 filma El maestro del Ying

y del Yang (Onmyoji), una historia fantástica,

basada en una obra de Baku Yumemakura,

ambientada en la corte imperial, durante el

período Heian, que constituyó un gran éxito

de taquilla. Esta producción narra la historia

de dos familias que se disputan el favor del

emperador y para conseguir sus fines deciden

contar con los servicios de dos grandes magos,

Abe no Seimei y el onmyoji Doson. De

ésta película se realizaría una continuación,

Onmyoji 2, en 2003. En ese mismo año se estrena

La espada del samurái (Mibu gishi den),

un elaborado drama histórico sobre el final del

shogunato Tokugawa, situado en Japón en las

últimas décadas del siglo xix. En esta película

se narra la historia de un guerrero, llamado

Kanichiro Yoshimura, que para alimentar a su

familia tiene que abandonar su hogar y entrar

al servicio de los “shinsengumi”, una famosa

facción de samuráis que se dedicaba a la vigilancia,

con los que comenzará una difícil pero

enriquecedora existencia en medio de una

época de grandes cambios en la historia de

Japón. Este filme recibió numerosos galardones

como el de Mejor Película de la Academia

Japonesa en 2004 y consiguió un amplio

reconocimiento internacional. Posteriormente,

realizaría La sangre en tus ojos (Ashura-Jo no

Hitomi, 2005), basada en una antigua pieza de

teatro Kabuki, donde un guerrero cambia sus

armas por el mundo del teatro y se deja cautivar

por una mujer demoníaca de gran belleza;

y Batería (The Battery, 2007), inspirada en el

ISSN 1133-598X · Vegueta·12/2012 · página 46 mundo del baseball. Después, dirige Despedidas

(2008), objeto de este estudio. Este largometraje

recibió el Grand Prix d’Amériques en

el Festival Internacional de Cine de Montreal

en 2008. Además, consiguió al año siguiente

el Oscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera

de la Academia Americana. Asimismo, en

la misma fecha, acaparó diez premios de la

Academia Japonesa, entre los que destacan

los de Mejor Película, Mejor Director y Mejor

Actor. Su última producción es Sanpei, the fisher

boy (Tsurikichi, 2009), un filme inspirado

en un famoso “manga” de Takao Yaguchi, en

el que un joven, llamado Mihira Sanpei, intenta

convertirse en el campeón de pesca de la región.

V

Notas

1 Nombre de familia del fundador del budismo; las escrituras búdicas le designan con este nombre casi tan a menudo

como el de Sâkyamuni.

2 Texto sánscrito que recoge los preceptos de la doctrina budista en aforismos o máximas, acompañados de comentarios

explicativos.

3 ASAI (2010), p. 33.

Bibliografía

Asai, A.; Fukuyama, M. y Kobayashi, Y. (2010): “Contemporary Japanese view of life and death as depicted in the film

Departures (Okuribito)”. Medical Humanities, 36: 31-35.

Nishikawa, E. (2009): “O corpo do sonho”, Ide, 39: 77-98.