VEGUETA 9 (2006), ISSN: 1133-598X 9
BIBLID 1133-598X (2006) p. 9-18
LAS FÍBULAS DE CABALLITO: UN NUEVO EJEMPLAR
DE LA MESETA NORTE PROCEDENTE DE LAS
ONCHICAS (CANOS, SORIA)
JOSÉ ALBERTO BACHILLER GIL
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Departamento de Ciencias Históricas
abachiller@dch.ulpgc.es
Fecha de recepción: junio de 2006
Resumen
Con el presente trabajo queremos dar a conocer un nuevo ejemplar de fíbula de caballito, hallada
hace ya algunos años y que permanecía inédita. Se encontró en un paraje perteneciente al pueblo
de Canos (provincia de Soria), en una zona relativamente próxima al campamento romano de
Escipión y a la calzada romana que iba desde Asturica Augusta a Caesaraugusta. El lugar en concreto
dista aproximadamente unos 11 kilómetros, en línea recta, de la ciudad celtíbero-romana de
Numancia.
Palabras clave: Segunda Edad del Hierro de la Meseta, Fíbula de caballito, Celtiberia.
Abstract
The purpose of this article is to disseminate a new example of horse fibula, found some years
ago, and which remained unknown. It was found on a site belonging to the town of Canos (province
of Soria), in an area that is relatively close to the Roman camp of Scipion and the Roman road connecting
Asturica Augusta and Caesaraugusta. The specific site is approximately 11 kilometres in a
straight line from the Celtic-Roman of Numancia.
Key words: Second Iron Age of the Plateau, Horse fibula, Iberian-Celtic.
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1. INTRODUCCIÓN
El hallazgo se produjo hace ya algunos
años cuando, de forma casual, D. José
Antonio Sanz Gómez la encontró en una
finca de cultivo propiedad de su familia,
habiendo permanecido desde entonces
inédita (1).
En la zona circundante no se han
documentado hallazgos similares o que
podamos poner en relación. Los yacimientos
de etapa celtibérica o con ocupación
de esa época más próximos se localizan
en el cerro de San Bartolomé de
Arancón (MORALES, 1995: 25 y 304;
MARTÍNEZ e HIGES, 1968: 109-111).
También, está próximo el yacimiento de
Utrera en Ventosilla de San Juan (MORALES,
1995: 285-290; TARACENA, 1941:
173) e, incluso, Trascastillejo de Cirujales
del Río (MORALES, 1995: 68-74). Pero,
sin duda, el grueso de yacimientos y
hallazgos de este periodo se concentran
en el entorno de Garray, localidad de la
que apenas le separan 11 kilómetros en
línea recta. Es en este término municipal
donde encontramos yacimientos como
Numancia en el que aparecen algunos
ejemplares de fíbulas de caballito (MORALES,
1995: 304).
No obstante, resulta significativa la
presencia en este entorno de Canos o en
los pueblos colindantes como Aldehuela
de Periáñez y Arancón de topónimos
como El Casar, El Calaverón, Valdelacasa,
Trascastillejo, Los Calaverones, etc.
2. DESCRIPCIÓN DE LA PIEZA
Se trata del puente de una fíbula zoomorfa
de bronce, con representación de
caballo. La cabecera del puente tiene perforación
circular, lo que permitiría el paso
del eje en donde se arrollaba el resorte del
muelle. Tanto resorte como aguja se han
perdido. En la pata trasera, justo por encima
de la perforación, hay una especie de
muesca que pudo servir de tope.
El puente representa la figura de un
caballo y lleva como ornamento dos grupos
en cada cara de tres círculos concéntricos,
situados en el arranque de las
patas traseras y delanteras. Dichos círculos
se articulan, en todos los casos, en
torno a un punto rehundido. La cabeza es
estilizada con el hocico casi redondeado y
orejas de tendencia y cola exenta. El
pecho del animal es prominente y se prolonga
hacia adelante.
Visto frontalmente se observa que las
orejas están dispuestas a alturas distintas,
no simétricamente, y que también existe
una disimetría entre la parte trasera de la
figura y la parte delantera del caballo,
observándose un desplazamiento lateral
de la cabeza a la cola. Sobre el pecho se
aprecia una suave marca de forma rectangular.
En lo que podemos denominar cara A
(FIG. 2, izquierda) se observa como el
anca trasera presenta dos puntos rebajados,
uno mayor y otro ligeramente desplazado
hacia abajo y triple línea de circulitos
incompletos, por cuanto los dos
más exteriores sobresalen del lomo y de
la parte trasera del caballo. Es posible que
se produjera un error de diseño y se tratase
de corregirlo con la realización de este
segundo punto mucho más centrado en
relación a la superficie de que se dispone.
También se puede apreciar una ligera
marca que va desde detrás de la oreja a la
parte inferior del cuello.
En la cara B (FIG. 2, derecha) se aprecian
dos serie de círculos concéntricos
triples bien centrados en el arranque de
las patas. Junto a la serie delantera se observa,
también, un punto rebajado situado
fuera del más exterior de los círculos. En
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la parte trasera del caballo también aparece
ligeramente remarcada el anca en su
parte superior.
Las dimensiones son las siguientes:
longitud del puente: 40 mm.; altura máxima
del puente: 29 mm.; altura mínima del
puente: 19 mm.; longitud del pie: 6 mm. y
posible longitud estimada de la aguja en
torno a 23 mm.
3. TIPOLOGÍA
Son muchos los autores que han señalado
la gran variedad formal que presentan
este tipo de fíbulas de tal manera que,
aunque se puedan señalar algunas similitudes
entre unos ejemplares y otros, son
claras y patentes las diferencias existentes
entre las diversas piezas. El caso que nos
ocupa no es una excepción a esta regla.
Entre los ejemplares más próximos
formal y geográficamente al nuestro
podemos señalar uno procedente de la
necrópolis del Almaluez (Soria) y que
corresponde al ajuar de la tumba 131. No
obstante, difiere de nuestro ejemplar en la
ejecución del pie, que termina en una triple
moldura que pudiera simbolizar una
cabeza humana sumamente estilizada, y
en que presenta cinco grupos de círculos
concéntricos. Se clasifica dentro del tipo
8B1 de argente y A4+F de Almagro y
Torres (ARGENTE, 1994: 176, FIG. 15: 33;
ALMAGRO y TORRES, 1999: 129, nº. 36,
Lám. 2.3).
También podría ponerse en relación
con otro ejemplar procedente de Calatañazor
(Soria), clasificado, asimismo, en el
grupo de fíbulas de La Téne, grupo 8B1
de Argente. En este caso las diferencias se
observan en el apéndice en forma de mano
que une el hocico del animal y en que presenta
una serie de círculos concéntricos
más que nuestro ejemplar (ARGENTE,
1994: 201-202, FIG. 25: 114).
Sin embargo, donde mayores similitudes
encontramos, sin duda alguna, es en
el grupo de piezas procedentes de
Numancia, también encuadradas en el
Tipo 8B1 de fíbulas de La Téne de Argente.
No obstante, debemos poner de manifiesto
que entre los ejemplares que se clasifican
dentro del mismo existen, en
algunos casos, marcadas diferencias.
Dentro de esa relativa variedad del
grupo, la pieza 328 hallada en la Manzana
II, compartimiento 17, presenta gran
parecido formal, variando en el mayor
número de círculos y en las rayas paralelas
incisas. Almagro y Torres la clasifican
dentro del tipo A2a, de perfil plano, con
caballo de cuerpo recto y tendencia a una
proporción cuadrada (SCHULTEN, 1931:
II, 1. 45, nº 6177; SCHÜLE, 1969: 1. 170,4;
ARGENTE, 1994: 246, FIG. 39: 328;
ALMAGRO y TORRES, 1999: 132, nº. 52,
Lám. 1,8).
También podría paralelizarse con el
ejemplar 329, encontrado en la calle G,
aunque en este caso sólo se conserva la
parte delantera de la fíbula. Caso contrario
ocurre con la pieza 330, hallada en la
Manzana I, de la que solamente conservamos
la representación de la pata trasera
del animal con un grupo de círculos concéntricos
(SCHULTEN, 1931: II, 45, nº
6168 y 6183; ARGENTE, 1994: 246, FIG.
39: 329-330; ALMAGRO y TORRES, 1999:
132, nº. 54, Lám. 2,4). El resto de los ejemplares
de este tipo presentan prolongaciones
del pie que se une a veces al hocico
del animal o presentan el rabo en forma
de arco, unido a la pata trasera, circunstancias
que no concurren en el caso que
nos ocupa.
Muy similar resulta uno procedente
de Clunia que presenta dos series de círculos
concéntricos triples en el arranque
de la patas delanteras y traseras. Guarda
similitud en la forma de la cola exenta e
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incluso en la muesca que tiene la pata trasera
para el resorte. No obstante, presenta
el pie acabado en cabeza humana que
no es nuestro caso. Se clasifica dentro del
tipo A4+F de fíbulas de caballito de cabeza
y pie exentos (MARCO, 1990: 98;
ALMAGRO Y TORRES, 1999: 20 y 126,
nº. 20, Lám. 2,2).
También, guarda bastante similitud
formal con dos fíbulas de tipo A2a procedentes
de Monte Bernorio (Palencia)
tanto en la configuración de la cabeza y
cuerpo del caballo como en el pie e incluso
la decoración de círculos concéntricos
en el arranque de las ancas de uno de los
ejemplares (NAVARRO, 1939: 170 y 229;
SCHÜLE, 1969: 294, 1. 172,6 y 172,7;
ALMAGRO y TORRES, 1999: 137, nº. 82 y
83, Lám. 1,6 y 7).
Igualmente muestra cierto parecido
una pieza de la Colección Vives clasificada
dentro del tipo A2b de Almagro y Torres,
especialmente en la disposición del cuerpo
del animal, ancas con dos series de círculos
concéntricos, arranque de la cola y
forma del pie (ÁLVAREZ OSORIO, 1941:
1. 162,12, nº. 2533; GARCÍA BELLIDO,
1993: 240, 1.72,3; ALMAGRO y TORRES,
1999: 140, nº. 97, Lám. 1,13).
Encontramos cierta similitud formal,
con las lógicas variaciones decorativas y
morfológicas, con algunos ejemplares
procedentes de Las Cogotas, en especial
con la nº 18760 del Museo Arqueológico
Nacional (CABRÉ, 1930: 89-9, 1. 67;
WATTEMBERG, 1959: 218, tabla 18,15;
LENERZ DE WILDE, 1991: 254-5; ÁLVAREZ
OSORIO, 1941: 161, 1. 163,7; BENOIT,
1954: 1. 9,4f; ALMAGRO y TORRES, 1999:
144, nº. 116, 117 y 118).
Analizadas las piezas con las que
hemos establecido paralelos formales el
ejemplar que nos ocupa quedaría encuadrado
dentro de las fíbulas de caballito
con la cabeza, cola y pie exentos, cuerpo
de lados convergentes, cuello estrecho de
lados convergentes, línea del pecho quebrada,
orejas pegadas, proporción rectangular
y decoración de círculos concéntricos.
Esta morfología nos llevaría a
incluirla genéricamente dentro del tipo A
del Almagro y Torres.
4. CRONOLOGÍA
Es uno de los aspectos más controvertidos
ya que la mayoría de los ejemplares,
y éste es nuestro caso, se han encontrado
fuera de contexto estratigráfico.
Por otro lado, la cronología que se les
atribuía ha ido variando sensiblemente,
proponiéndose fechas que situaban su
inicio en los siglos VI y V a. C. (SCHÜLE,
1969: 151, 154-6; DÉCHELETTE, 1927:
343-344; MEGAW y MEGAW, 1990: 82;
GIL ZUBILLAGA y FILLOY, 1990: 270;
LABEAGA, 1989: 651).
Existe otro grupo de investigadores
que defienden cronologías más tardías
fijando los inicios entre mediados y fines
del siglo IV a. C. (CABRÉ, 1930: 87;
CABRÉ HERREROS, 1934: 218; ESPARZA,
1991-92: 543; MARTIN VALLS y
ESPARZA, 1992: 265; ARGENTE, 1994:
110). Por su parte Lenerz de Wilde propone
el siglo III como inicio, mientras que
Monteverde fechaba estas fíbulas en el
siglo II. a. C., perdurando hasta época
sertoriana (LENERZ DE WILDE, 1991: 74;
MONTEVERDE, 1966-68: 230).
Más recientemente, Almagro y Torres
basándose en los escasos contextos conocidos,
en la evolución tipológica y en su
significado socio-ideológico se inclinan a
situarlas no antes del siglo III a. C., probablemente
a fines de dicha centuria, alcanzando
un fuerte desarrollo en el siglo II a. C.,
finalizando a inicios del siglo I a. C., en
época sertoriana o poco después (ALMAGRO
y TORRES, 1999: 35-39).
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Si nos atenemos a la cronología de los
ejemplares con los que hemos establecido
paralelos con nuestra pieza, el procedente
de Almaluez procede de una tumba fechada
por J. L. Argente a fines del siglo IV o
inicios del siglo III a. C. (ARGENTE, 1994:
176), mientras otros autores no creen que
puede remontarse más allá del siglo III a. C.
(ALMAGRO y TORRES, 1999: 38).
La pieza de Los Castejones de Calatañazor,
por su pertenencia a dicho poblado,
aparece genéricamente fechada en el
contexto de la vida de dicho poblado al
que se le atribuye una cronología que
oscila entre fines del siglo IV y mediados
del II a. C. (ARGENTE, 1994: 202), si bien
Almagro y Torres, analizando los contextos
arqueológicos de estos poblados,
defienden que ninguna de ellas se puede
fechar con seguridad en el siglo IV, más
bien son partidarios de datarlas a fines
del siglo III o, incluso, en el II a. C.
(ALMAGRO y TORRES, 1999: 36).
En los ejemplares procedentes de
Numancia, con los que mantiene nuestra
pieza aparente similitud, la secuencia cronológica
para estas fíbulas del tipo 8B1 de
Argente comenzaría en el último cuarto
del siglo IV a. C, perdurando en el III y
parte del siglo II a. C. De estos ejemplares
de fíbula de caballito Cabré distinguió
hasta 6 variantes y los dató entre los siglos
IV-III a. C. Sin embargo, Almagro y
Torres se inclinan por fechar la mayor
parte de las piezas procedentes de
Numancia en el siglo II a. C., antes del 133
a. C. (ARGENTE, 1994: 94; CABRÉ, 1930:
87-90; ALMAGRO y TORRES, 1999: 37).
El ejemplar procedente de Clunia con
el que, también, hemos establecido ciertas
similitudes puede fecharse a partir del
siglo III a. C., mientras que las procedentes
de Monte Bernorio, del tipo A2a,
cabría incluirlas dentro del siglo II a. C.
(ALMAGRO y TORRES, 1999: 38)
5. CONCLUSIONES
Ya hemos comentado a lo largo del
trabajo la gran cantidad de variantes existentes
de las fíbulas de caballito. Podríamos
asegurar que no hay ningún ejemplar
idéntico a otro. Desde el punto de
vista tipológico y realizando, dadas las
circunstancias, una aproximación genérica
los ejemplares más similares los encontramos
dentro del Tipo A del Almagro y
Torres, presentando cabeza y pie exentos,
observando afinidades con algunos ejemplares
de la serie A2 y A4. Dichas piezas
se englobarían en el tipo 8B1 de Argente.
Ateniéndonos a estas consideraciones nos
inclinamos por situar cronológicamente
este ejemplar entre los siglos III-II a. C.
Respecto a la técnica de fabricación de
estos ejemplares están constituidos por
dos piezas distintas, el puente con la figura
del caballito obtenido por fusión y el
resorte, que en este caso se ha perdido.
Las espiras es probable que fuesen sobre
un eje que atravesaba la perforación de la
pata posterior del caballo, existiendo en
esta zona una especie de muesca a modo
de tope.
Respecto a su estilo, como ocurre en la
mayoría de estas piezas, pocas son las
que presentan un estilo realista tendiendo
hacia la estilización como tendencia
general, como es nuestro caso.
La dispersión geográfica de estas piezas
señala una concentración en la Meseta
Norte, especialmente en el área celtibérica
y sus zonas de influencia, siendo
Numancia el yacimiento que más ejemplares
proporciona (ALMAGRO y
TORRES, 1999: 53-58).
Respecto a su vinculación con un
taller específico de procedencia resulta
tremendamente complicado. Dentro de
los talleres celtibéricos en el Taller 1,
“numantino estilizado”, encontramos
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algunos ejemplares A4 que presentan
similitudes con nuestra pieza, pero también
hallamos paralelos en hallazgos adscritos
a otros talleres como el Taller 1 de
Clunia o el Taller 1 de Monte Bernorio
(ALMAGRO y TORRES, 1999: 59-63).
AGRADECIMIENTO
(1). Queremos mostrar nuestro agradecimiento
a D. José Antonio Sanz
Gómez y a su esposa por su amabilidad y
por darnos todo tipo de facilidades para
poder llevar a cabo el estudio de la pieza.
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Figura 1. Localización geográfica.
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Figura 2. Dibujo de la fíbula de caballito.
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Lámina 1. Fotografía del ejemplar.