CRECIMIENTO ECONÓMICO, INTEGRACIÓN
Y COHESIÓN TERRITORIAL EN CANARIAS
(1991-2001)
RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ
JUAN MANUEL PARREÑO CASTELLANO
VEGUETA, Número 7, 2003 – ISSN: 1133-598X 313
Resumen: El presente trabajo se enmarca
dentro del interés de la Geografía
Humana por el estudio de los equilibrios
y desequilibrios territoriales en las distintas
vertientes sociales y económicas
como manifestación externa de homogeneidad
territorial espacial o de su ausencia.
Para su objetivación se toman en
consideración diferentes indicadores
(percepción de rentas, crecimiento demográfico,
paro y ocupación, índice de
envejecimiento, radicación de industrias,
etc.) que son ya clásicos en este tipo de
ensayos. En Canarias, territorio atlántico
alejado y fragmentado en islas, la cuestión
de los desequilibrios no es asunto
baladí ni mucho menos, porque está en
juego permanentemente la legitimación
de su integridad regional y los beneficios
derivados de la integración europea,
además del principio de igualdad de
oportunidades en la deseada homologación
de derechos.
Palabras clave: equilibrio territorial,
zonas deprimidas, zonas en declive, zonas
emergentes, convergencia socioeconómica
y cohesión social.
Abstract: The present study is based
on the interest in human geography, by
the study of the stable and unstable territories
of the diffrent social and economic
walks of life as an outside demostration
of the special homogeneity territories
or its absence. As its objetive it
takes into consideration diffrent points
(true income, demographic growth, employment
and unemployment, index on
the old population, long established, radication
industries, etc.) that are already
classics in this type of study. In the Canary
Islands, atlantic territory, distant
and divided into islands, the question of
the disorder however is not an insignificant
matter, because it is permanently
risking the lejitimation of its integral region
and the benifits obtained from the
european integration, also the principle
of iqual opportunities and the wish of
homologetion rights.
Key-words: stable territory, underprivileged
zonas, declining zones, emergent
zones, social economical agreements
and social cohesión (union).
1. INTRODUCCIÓN: DESIGUALDAD E
INTEGRACIÓN ECONÓMICA
El crecimiento de las economías capitalistas
ha sido, por naturaleza, desigual,
concentrando sus efectos sobre unas determinadas
zonas y generando una acusada
dicotomía entre áreas de crecimiento y de
atraso1. Esta distribución no es, además,
inalterable. Poco a poco, en el tiempo, el
mapa de la actividad económica ha ido
cambiándose. En estos momentos parece
estar sujeto a nuevos e importantes cambios
inducidos por los complejos y profundos
procesos de globalización e integración
que regulan la actividad productiva y por
el desarrollo de políticas equidistributivas
desde distintos ámbitos institucionales.
La globalización que se desarrolla a escala
planetaria y el proceso de integración
socioeconómica que acontece en la Unión
Europea suponen reasignaciones de recursos
y redistribuciones espaciales de factores
de producción desde los territorios menos
eficientes a los más competitivos, lo
que puede traducirse en un aumento de la
concentración productiva y en una mayor
especialización territorial.
En relación con la concentración, al menos
en un primer momento, el capital se
mueve desde las zonas más ricas hacia las
más atrasadas en función del coste de la
mano de obra, en tanto que ésta sigue un
movimiento inverso en busca de mayores
salarios y de las áreas donde este factor es
más escaso2. Pero además ocurre que algunas
zonas más eficientes y con mayor productividad
global ofrecen simultáneamente
mayores rendimientos al capital y trabajo
y atraen ambos factores. En estas áreas,
que se caracterizan por tener una mayor
cercanía y accesibilidad a los grandes mercados
y por albergar a los principales núcleos
empresariales, la concentración productiva
alcanzará niveles muy elevados.
Por otro lado, al desaparecer las barreras,
cada zona tiende a especializarse en las
producciones para las que cuenta con ventajas
comparativas y a aumentar su comer-
314 Ramón Díaz Hernández / Juan Manuel Parreño Castellano
cio exterior. La especialización será mayor
mientras mayores sean las economías de
escala y la movilidad de los factores y menores
resulten los costes de transporte.
La concentración y la especialización
tiene algunos efectos adversos. El principal
es que dificulta la supervivencia de las estructuras
productivas regionales destinadas
a mercados internos que tengan una
escasa capacidad de adaptación, hasta el
punto que puede hacer que las exportaciones
procedentes del exterior acaben suplantando
las producciones locales. Por
eso dicen algunos expertos que, en Europa,
el proceso de unión económica y monetaria
provocará una concentración empresarial
que puede hacer desaparecer alrededor
de un tercio de las ermpresas existentes actualmente.
Esto motivará que las regiones con menor
capacidad de especialización y de
atracción de capital queden más rezagadas
en detrimento de las que presentan mejores
ventajas comparativas3.
Puede concluirse de lo dicho hasta aquí
que los beneficios de la integración económica
-aun siendo incuestionables- se distribuyen,
sin embargo, muy desigualmente
desde el punto de vista territorial. De lo
que se desprende que con la integración no
todos salen ganando. Prueba de ello es el
hecho de que en el contexto de la Unión
Europea, al menos en los últimos años, con
el avance del proceso de integración, la
convergencia regional media europea no
sólo no ha progresado, sino que parece haber
sufrido un cierto retroceso, que se traduce
en las importantes diferencias espaciales
que existen en la actualidad en su seno.
En contrapartida, se ha desarrollado,
sobre todo en el seno de la Unión Europea,
una continua política regional de equidistribución
de rentas. No obstante, las capacidades
de esta política, diseñada para tratar
de corregir flagrantes dificultades, se
han revelado escasas para acometer el reto
adicional de generar nueva actividad económica
allá donde se ha destruido o se resiste
a surgir4. Y aun cuando los logros alcanzados
sean estimables, en ocasiones
persisten importantes disparidades intrarregionales.
Canarias, como región europea, no se
ha visto perjudicada de manera significativa
por los procesos de globalización, integración
y equidistribución de rentas durante
la última década. El importante crecimiento
del producto interior bruto y el
progresivo acercamiento de la renta per cápita
a la renta media europea lo ratifican a
pesar de que este fenómeno no siempre se
aprecie de forma tajante como ha sucedido
recientemente. No obstante las disparidades
internas dentro del Archipiélago se han
mantenido e incluso han aumentado, de tal
manera que el crecimiento económico se ha
concentrado en aquellos espacios que han
mostrado una mayor especialización.
Por tanto, el objetivo de este artículo es
el análisis del grado de cohesión territorial
que se ha logrado en la última década en
Canarias. Para ello, en primer lugar, abordaremos
el nivel de cohesión territorial que
se registraba en el Archipiélago a principios
de los noventa; en segundo lugar, caracterizaremos
algunos de los principales
indicadores del crecimiento regional registrados
entre 1991 y 2001 para, a continuación,
analizar si este avance económico ha
ido acompañado de un proceso de cohesión
territorial. El artículo concluye con
una relación de orientaciones generales
que, a nuestro juicio, puedan favorecer el
proceso de cohesión del Archipiélago.
2. LA DESIGUALDAD TERRITORIAL
A PRINCIPIOS DE LOS NOVENTA
Canarias afrontó la década final del siglo
XX con una estructura territorial muy
heterogénea y desequilibrada debido a la
desigual distribución de la actividad económica
y de la población en su espacio.
Los contrastes demográficos entre las
islas eran considerables con una gama de
Crecimiento económico, integración y cohesión territorial en Canarias (1991-2001) 315
316 Ramón Díaz Hernández / Juan Manuel Parreño Castellano
Distribución de la población en 2001.
Fuente: INE. Censo de población y viviendas de 1991 y 2001. Elaboración propia.
Distribución de la población en 1991.
Figura 1
matices que iban desde Gran Canaria, que
soportaba una densidad de 427 habitantes
por kilómetro cuadrado, a Fuerteventura
con tan sólo 22. A escala municipal, la población
tendía a centrarse en las dos capitales
provinciales y en sus ámbitos metropolitanos
(Las Palmas de Gran Canaria,
Telde, Santa Brígida y Arucas, en Gran Canaria
y S/C de Tenerife y San Cristóbal de
La Laguna en Tenerife), en determinados
municipios beneficiados por el desarrollo
turístico (San Bartolomé de Tirajana, Puerto
de la Cruz, Arona y Granadilla de Abona),
en algunas cabeceras comarcales y
provinciales (Icod de los Vinos, La Orotova,
Gáldar, Arrecife, Puerto del Rosario,
S/C de La Palma y Los Llanos de Aridane)
y en municipios en los que se yuxtaponían
la cercanía a destinos turísticos con cierto
desarrollo interno de las actividades secundarias
y terciarias (Santa Lucía de Tirajana,
Ingenio, Agüímes y Los Realejos) (véase figura
1). Destacaba el peso demográfico de
las dos capitales provinciales, y en especial
de Las Palmas de Gran Canaria, que se alejaba
en más de siete dispersiones típicas de
la población media registrada a escala municipal
en Canarias.
La actividad económica se distribuía de
modo análogo en el territorio dado que existía
una relación clara entre los contingentes
demográficos y el valor añadido bruto de
la producción (la correlación entre ambas
variables es de 0,98). Únicamente los municipios
que tenían una especialización turística
presentaban cifras de producción superiores
a las que les correspondía por su
volumen demográfico, en detrimento de
las cabeceras comarcales en las que la actividad
primaria seguía siendo importante
en su estructura productiva. Por consiguiente,
según el Valor Añadido Bruto, la
actividad productiva se concentraba en
1991 en las capitales provinciales, en algunas
de las insulares (Arrecife, Puerto del
Rosario y Santa Cruz de la Palma), en mu-
Crecimiento económico, integración y cohesión territorial en Canarias (1991-2001) 317
Figura 2. Distribución de la población en 2001.
Fuente: ISTAC. Estimación de la Renta Insular y Municipal Canarias, 1991. Elaboración propia.
nicipios urbanos con un volumen demográfico
importante y con destacadas funciones
comarcales (San Cristóbal de La Laguna,
Telde, La Orotava, Santa Lucía de Tirajana,
etc.) y en términos donde se
concentraba la oferta turística de sol y playa
(San Bartolomé de Tirajana, Puerto de la
Cruz, Arona, Adeje, Granadilla de Abona,
Tías, Mogán, etc.) (véase figura 2).
La situación a principios de los noventa
no sólo se caracterizaba por un desequilibrio
de los factores de producción, sino
también por el hecho de que las zonas menos
productivas eran además las que presentaban,
por término medio, una menor
renta familiar neta disponible, un mayor
nivel de desempleo y una tasa más elevada
de evejecimiento de su población, por
citar sólo algunos de los indicadores socioeconómicos
más característicos.
Por ejemplo, en lo que respecta a la renta
familiar disponible por persona, aunque
no tenía un comportamiento conjunto con
el valor de la producción y el número de
habitantes (esto es, no se detectan correlaciones
significativas), se observaba con claridad
una situación dispar en el Archipiélago.
Mientras los municipios turísticos
presentaban una renta familiar superior a
la media intermunicipal hasta en más de
dos dispersiones típicas, en los que pervivía
una cierta especialización agraria, la
renta era inferior a la media hasta en cerca
de dos dispersiones (véase figura 3). Esta
gran heterogeneidad que provocaba que el
municipio con mayor valor, Santiago del
Teide, doblase al de menor renta de Canarias,
Artenara, era aún más evidente a escala
inter e intrainsular. En el primer caso,
Lanzarote y Fuerteventura presentaban
rentas familiares elevadas respecto a las
que tenían La Palma y El Hierro, mientras
en Gran Canaria, Tenerife y La Gomera se
registraban valores intermedios. En el se-
318 Ramón Díaz Hernández / Juan Manuel Parreño Castellano
Figura 3. Renta familiar neta disponible en 1991.
Fuente: ISTAC. Estimación de la Renta Insular y Municipal Canarias, 1991. Elaboración propia.
gundo, existía una clara dualidad entre los
bajos niveles que se daban en las comarcas
del norte y centro, de medianías y cumbres
de Gran Canaria, Tenerife, La Gomera y La
Palma y los que aparecían en el sur y/o este
de estas islas.
De igual modo, en lo que se refiere al
fenómeno del envejecimiento, desde finales
de los ochenta se detectan valores elevados
en las Islas menos dinámicas. En
1990, los porcentajes de población mayor
de 65 años eran en La Gomera del 18,27%,
en La Palma del 17,42% y, sobre todo, en El
Hierro del 19,93% porcentajes muy similares
a los de la Europa occidental cuando,
en cambio, la media en el Archipiélago era
de tan sólo del 9,5%. Al contrario, los jóvenes,
que en aquel año suponían el 30% de
la población, se concentraban en las capitales
provinciales y ciudades de crecimiento
expansivo tales como La Laguna, Telde,
Adeje, Vecindario o Arrecife.
En síntesis, en el primer lustro de los
noventa Canarias se caracterizaba por presentar
una situación socioeconómica muy
heterogénea caracterizada por una distribución
territorial de la actividad económica,
de la población y de los niveles de bienestar
muy dispar.
3. EVOLUCIÓN RECIENTE DE LA
ECONOMÍA CANARIA: ANÁLISIS
DE INDICADORES REGIONALES
DE CRECIMIENTO
Con ligeros matices, el INE, el ISTAC y
los analistas de las fundaciones de las Cajas
de Ahorros (FUNCAS), de La Caixa o
del BBVA coinciden en presentarnos un panorama
socioeconómico de importante crecimiento
durante la segunda mitad de los
años noventa. El PIB regional, el Valor
Añadido Bruto (c. f.), la Renta Familiar Disponible,
las tasas de actividad, la ocupación
y el paro, el nivel de inversiones públicas
y privadas y otros tantos indicadores,
que son parámetros que sirven para
calibrar el grado de salud de las estructuras
productivas, el marco fiscal e institucional,
el consumo y, en definitiva, el nivel
de bienestar alcanzado por nuestra sociedad,
así lo parecen señalar.
La Renta Disponible Bruta de Canarias
se incrementó en un 37,2% entre 1995 y
2000, registrándose tasas interanuales superiores
a las que se daban en el conjunto
del territorio español, que tuvo un aumento
de tan sólo el 29,7%5. Esta evolución económica
se sustentó en un crecimiento importante
en los servicios y en un espectacular
aumento de la producción en el
subsector de la construcción (el crecimiento
en el número de empresas entre 1996 y
2002 fue del 101,75% en la construcción y
del 28,3% en los servicios, cuando en el resto
de los sectores no pasó del 15%). A ello
debemos añadir que de acuerdo con un estudio
realizado en 1995 por la propia Administración,
un 16,1 por ciento del PIB regional
permanecía al margen de la Hacienda
Pública6. Otro informe realizado por las
universidades gallegas estimaban en 3.678
millones de euros en 1999 los que se movían
como dinero ‘negro’ en Canarias, de
los cuales Hacienda sólo consigue sancionar
unos 96 millones. La economía sumergida
en las Islas según este mismo trabajo
estaba en condiciones de movilizar a unos
49.000 trabajadores que supondrían en términos
de empleo el 7% de su población activa.
El crecimiento del valor de lo producido
fue debido tanto al aumento de la demanda
interna (es decir, a la generada por
la inversión pública y privada y por el consumo
interno) como al de las exportaciones.
La inversión ha tenido un papel muy
importante en el crecimiento económico de
los últimos años. De esta manera, la inversión
privada, animada por la Reserva de
Inversiones (RIC) y por los incentivos contemplados
en el REF, que han permitido un
diferencial en el producto interior en torno
al 10% respecto al conjunto estatal7, tuvo
un incremento entre 1990 y el 2002 de casi
Crecimiento económico, integración y cohesión territorial en Canarias (1991-2001) 319
un 70% al pasar de 3.402 a 5.773 millones
de euros, siendo el sector de la construcción
el que de forma destacada absorbió las
mayores cantidades. En especial aumentó
en este periodo la llegada de capitales desde
el extranjero registrándose una tasa del
309,7%. En lo que respecta a la inversión
pública, el crecimiento de estos años fue
también importante, en torno al 20,8%, al
pasar de 714 a 862 millones euros.
El consumo interno fue a la saga de estas
cifras. Sólo así se explica la evolución
de ciertos indicadores como el consumo de
energía que obtuvo un alza del 32% durante
la segunda mitad de los años noventa
o la evolución espectacular que experimentó
el parque de vehículos, que pasó en
esos mismos años de 895.925 a 1.160.791
unidades, un 29,6% más. El aumento del
consumo interno se debió al incremento de
la población y de la llegada de turistas y
al aumento también de las rentas familiares.
En lo que se refiere a la población, entre
los censos de 1991 y 2001 la población
aumentó en 200.693 personas, lo que viene
a suponer un 13,37%8. Por término medio,
de cada cien altas, 25 correspondieron al
saldo vegetativo y las 75 restantes al balance
migratorio. A la par, la entrada de pasajeros
pasó de 11,7 a 15,01 millones, lo que
supuso una notable subida del 27,43%.
Por último, el poder adquisitivo de la
población aumentó al mismo tiempo que
se incrementaban la renta y las tasas de actividad
y disminuían las de desempleo. Entre
1995 y 2000, la Renta Interior Bruta por
habitante subió un 26,98% según estimaciones
de la FUNCAS; cuando la renta ‘per
cápita’ en España creció tan sólo un 5,9%.
Por su parte, el desempleo ha pasado del
27% al 11,7% actual9. Las tasas de actividad,
empleo y ocupación entre 1996 y 2001
pasaron de 50,8; 39,6 y 78,0% a 54,3; 47,2 y
86,9%, respectivamente, en tanto que a nivel
estatal la evolución seguida por los
mismos conceptos pasó de 49,6; 38,6 y
77,8% a ser del 51,6; 44,8 y 87,0%, también
respectivamente; por todo lo cual se aprecian
diferenciales favorables a nuestra población,
a excepción del indicador ocupación
en donde la resaca del «baby boom»
de los años sesenta-setenta sobre los nuevos
empleos que se han venido creando en
esta etapa expansiva dificulta la convergencia
sociolaboral en este aspecto. En este
panorama, únicamente el Salario Mínimo
Interprofesional ha tenido un comportamiento
recesivo, ya que sólo se ha visto
mejorado en un 10,42%, es decir, 5,08 puntos
por debajo del IPC.
El incremento del valor de nuestra economía
se debió, para terminar, al dinamismo
de nuestro comercio exterior, como da
testimonio el hecho de que el valor de las
importaciones aumentara en un 9,22%,
mientras que las exportaciones se incrementaran
en un 55,52%.
El favorable comportamiento de la inversión,
de la demanda interna y de las exportaciones
estuvo propiciado por el marco
económico que ha existido en los últimos
años caracterizado por la progresiva
reducción del precio del dinero, que ha llegado
a situarse en tan sólo el 2,75% y por
un mayor control en los precios, como lo
manifiesta que, entre 1996 y el 2000, se haya
movido en una horquilla que iba desde
el 2,3 hasta el 3,5%.
El crecimiento económico que han experimentado
las Islas en los últimos años
se ha traducido en un incremento del bienestar.
De hecho, entre 1996 y 2002 se ha
reducido la población que vivía en condiciones
de pobreza en 127.543 personas, según
el ISTAC10, por lo que estos colectivos
suponen el 18,6% de la población, un porcentaje
similar a la media europea y española,
cuando en 1991 era del 27%.
Por consiguiente, la Comunidad Autónoma
de Canarias, al igual que la mayoría
de las restantes comunidades españolas,
después de una década de desarrollo incesante
parece haber entrado en el privilegiado
club de las sociedades avanzadas en
lo que se refiere a productividad y empleo.
320 Ramón Díaz Hernández / Juan Manuel Parreño Castellano
4. LA DESIGUALDAD TERRITORIAL
EN LOS NOVENTA
El importante crecimiento registrado
durante la década de los noventa no ha
permitido disminuir las desigualdades territoriales
existentes en el Archipiélago de
modo significativo, salvo en lo que se refiere
a los niveles de renta.
El Censo del año 2001 asigna a nuestra
región una población de 1.694.477, lo que
supone un crecimiento del 13,37% respecto
a 1991, es decir el segundo más elevado
de España después de Baleares.
A nivel insular las dos islas centrales
absorbieron el 70,5% del incremento censal
registrado, Lanzarote y Fuerteventura un
27,5%, mientras que el resto de las Islas
apenas aportaron el 2% de los nuevos efectivos,
dándose el caso de que en La Palma
se registró una inapreciable, pero significativa,
reducción de la población. En términos
relativos, las mayores tasas de crecimiento
correspondieron a Fuerteventura y
Lanzarote con valores del 63,3 y 49,1% respectivamente,
a su vez las dos islas centrales
presentaron un crecimiento inferior al
registrado en el conjunto de la región con
valores del 12,5% y 9,6% para Tenerife y
Gran Canaria respectivamente, La Palma
decreció sin paliativos, mientras que las
restantes islas se situaron, en cuanto a crecimiento
poblacional intercensal se refiere,
por encima del promedio regional con
magnitudes que iban desde un 14,55% para
La Gomera hasta un 21,2% para El Hierro.
Por tanto, la población aumentó especialmente
en aquellas islas en las que ya lo
venía haciendo en los ochenta o en las que
se concentraba la mayor parte de la población
del Archipiélago.
A escala municipal, se constata una continuación
del incremento e intensidad de
ocupación de los municipios litorales y/o
turísticos. Sobresalen las tasas que se registraron
en los de las islas de Lanzarote,
Fuerteventura y Tenerife, con valores superiores
al 130% en el caso de Antigua y
Pájara (véase figura 4).
A la par, se registraron tasas negativas
en ambas capitales provinciales y en una
buena parte de los municipios rurales ubicados
en las áreas deprimidas, que se corresponden
con demarcaciones agrícolas
tradicionales. Sin embargo, algunas de estas
mismas zonas se han podido dinamizar
últimamente a consecuencia de que vienen
registrando saldos migratorios positivos
tanto de inmigrantes laborales como de residentes
que desean abandonar las grandes
capitales (neorrurales). Es este el motivo
por el que Las Palmas de Gran Canaria y,
sobre todo, Santa Cruz de Tenerife han
perdido parte de sus efectivos durante este
periodo en favor de otros municipios como
Santa Brígida o El Rosario.
Como consecuencia de los diferentes
saldos censales que se han registrado durante
los noventa, la distribución de la población
en Canarias a nivel municipal no
ha cambiado significativamente. Más del
50% de la población del Archipiélago reside
en las dos áreas metropolitanas (véase
figura 1); pero se observa las siguientes
tendencias:
— Las capitales insulares restantes, salvo
en el caso de Santa Cruz de La
Palma, aumentaron su peso específico,
sobre todo Arrecife y Puerto del
Rosario.
— Los municipios turísticos del sur de
Tenerife y Gran Canaria (en especial
Arona, Adeje y San Bartolomé de Tirajana)
y en menor medida los de las
Islas de Fuerteventura y Lanzarote
(en especial La Oliva, Pájara, Tías y
Teguise), incrementaron significativamente
su importancia demográfica
en la distribución de los contingentes
del Archipiélago. Municipios
como Arona o Adeje registraron los
mayores incrementos de Canarias,
con porcentajes de 0,89 y 0,55% respectivamente.
— Los del Norte y Noroeste de Teneri-
Crecimiento económico, integración y cohesión territorial en Canarias (1991-2001) 321
fe, salvo el caso de la comarca de Tacoronte-
Acentejo, los del Norte y
Centro de Gran Canaria, la casi totalidad
de la isla de La Palma y el Norte
de la de La Gomera perdieron importancia
en su variable poblacional.
— Los municipios situados en las áreas
metropolitanas ganaron peso en la
distrubución de la población, salvo
las dos capitales provinciales. En el
caso de Tenerife, este proceso afectó
a El Rosario, Candelaria, San Cristóbal
de La Laguna, Tegueste y a la casi
totalidad de la comarca de Tacoronte-
Acentejo. En el caso de Las
Palmas de Gran Canaria, los beneficios
del retroceso de la capital fueron
a parar a Santa Brígida, Telde, Valsequillo,
Arucas, Firgas y Teror.
— Los municipios del Este de Tenerife
han sufrido un estancamiento de sus
contingentes que contrasta con el
mayor dinamismo de la comarca del
Sureste de Gran Canaria, que incrementó
su importancia demográfica,
sobre todo en el caso de Santa Lucía
de Tirajana, con un aumento del
0,6%.
Por otro lado, el crecimiento económico
registrado durante esta década se ha concentrado
en las islas de Tenerife, Gran Canaria,
Lanzarote y Fuerteventura, y de manera
más concreta, en los grandes espacios
urbanos y en las áreas litorales, es decir, en
aquellas zonas en los que se venía generando
la mayor parte de la actividad. En estos
espacios se ha seguido ubicando la actividad
turística, las nuevas áreas industriales,
las funciones comerciales y los
servicios, por lo que la mayor parte de las
mejoras de las grandes infraestructuras
(carreteras, energía, agua, puertos y aeropuertos),
así como la actualización de la dotación
asistencial y de servicios en general
que se viene registrando en las Islas desde
1983. Por ello, la distribución del valor aña-
322 Ramón Díaz Hernández / Juan Manuel Parreño Castellano
Figura 4. Tasas de crecimiento intercensal de la población (1991-2001).
Fuente: Censos de Población Vivienda. Elaboración propia.
dido bruto en Canarias es similar a la que
se registraba en 1991, con la única salvedad
de que se acentúan las diferencias entre los
municipios turísticos y urbanos en relación
con los situados en áreas rurales deprimidas.
Las tres islas más occidentales, en términos
generales, así como el Norte y Noroeste
de Tenerife y el Noroeste y Centro
de Gran Canaria comparten un escaso desarrollo
del sector turístico, un peso todavía
significativo de los sectores productivos
primario y de la construcción, una presencia
irrelevante de la industria y de los
servicios, pero, sobre todo, una menor tasa
de empleo.
Sirva como ejemplo la magnitud de los
desequilibrios en la distribución de los
24.333 comercios que están registrados en
Canarias, actividad que aporta un 16,73%
del VAB regional y que mueve a casi cien
mil personas, un 19,5% del empleo total de
las Islas11. La mayoría de estos establecimientos
(82% exactamente) están radicados
en las dos islas centrales, en tanto que Lanzarote
y Fuerteventura absorben el 12%,
correspondiéndole a las tres islas occidentales
un escaso 6%.
En definitiva, la mayor parte del crecimiento
económico que se ha producido durante
la década de los noventa en Canarias
se localiza en los municipios que ya aglutinaban
la mayor parte de la producción y
de la población y en los que tenían una clara
especialización turística. Esto ha motivado
que los contrastes en la renta familiar
disponible por habitante y en otros parámetros
relativos al bienestar social hayan
pervivido. Según las estimaciones realizadas
por la Fundación La Caixa para el año
2000, los municipios que presentaban una
menor renta familiar disponible per cápita
en el Archipiélago se ubicaban en las áreas
que menos había crecido la población y la
actividad productiva (véase figura 5). Los
únicas excepciones al respecto son los municipios
de Santa Lucía de Tirajana, Tuineje
y Arrecife, en los que parece haberse producido
un desfase entre la evolución de los
ingresos familiares, y por ende, de la producción,
y el incremento de la población.
En otros términos, en estos municipios el
aumento de la población, motivado fundamentalmente
por la llegada de inmigrantes,
ha sido más dinámico que el de los ingresos
familiares. Al contrario, en municipios
como El Rosario y Sta. Brígida, donde
también se han registrado unas importantes
tasas de crecimiento intercensal, los recién
arrivados han permitido el aumento
de la renta media familiar.
No obstante hay que matizar que el
porcentaje en el que se ha incrementado esta
última variable entre 1995 y 2000, el lustro
en el que la economía ha sido más activa,
ha sido mayor en la provincia occidental
que en la oriental, y en términos
generales, en los municipios que presentaban
una menor renta familiar disponible,
en las islas de Tenerife y La Gomera. La comarca
de Tacoronte-Acentejo (en especial
La Matanza y La Victoria de Acentejo), el
Norte y Este de Tenerife (en especial Icod
de Los Vinos, La Guancha, San Juan de la
Rambla y Arico) y el Norte de la Gomera
(en especial Vallehermoso y Hermigua), es
decir, las zonas más deprimidas en estas
dos Islas, han tenido incrementos de renta
superiores al 35% en este periodo. Incluso
en la mayoría de los municipios de La Palma
y en El Hierro los valores registrados
fueron superiores al 30%. Al contrario en
algunas de las zona turísticas de Gran Canaria
y Fuerteventura las magnitudes no
han sobrepasado el 25% (véase figura 5).
Esta misma tendencia ha sido registrada
en otros estudios que se han realizado a
partir del análisis de otras variables. Por
ejemplo, según EDIS-Cáritas la renta per
cápita ha tendido hacia una mayor dispersión
entre 1991 y 2001, ya que en este periodo
el coeficiente de Gini pasó de 0,4 a
0,3 para el conjunto de Canarias.
En cualquier caso hay que matizar que
al tratarse de variables económicas que están
condicionadas por la evolución de la
Crecimiento económico, integración y cohesión territorial en Canarias (1991-2001) 323
324 Ramón Díaz Hernández / Juan Manuel Parreño Castellano
Variación de la renta familiar disponible por habitante entre 1995 y 2000.
Fuente: Fundación La Caixa: Anuario Económico. Elaboración propia.
Renta familiar disponible por habitante en el año 2000 (euros).
Figura 5
producción y de la población, las tendencias
a la dispersión que se han mencionado
no significan un incremento del nivel de
bienestar de las áreas más deprimidas. Al
contrario, puede significar más bien que
las zonas con mayores rentas están afectadas
por un acelerado proceso de crecimiento
demográfico que está impactado en
los niveles de renta familiar.
En síntesis, los factores principales que
han determinado las desigualdades espaciales
y sociales de la economía canaria
(que se relacionan con los niveles y dotaciones
de capital por trabajador; las dotaciones
de capital público en infraestructuras,
formación y cualificación de la mano
de obra; el mayor o menor esfuerzo en investigación
e innovación tecnológica; los
elevados niveles de especialización turística
y comercial en contraste con la actividad
manufacturera y en producciones intensivas
en tecnología; y la dimensión y concentración
de mercados y empresas, entre
otros aspectos) han persistido a lo largo de
los noventa a pesar del fuerte crecimiento
que existió durante esta década. Como
consecuencia la cohesión territorial no sólo
no ha aumentado, sino que parece haber
disminuido a tenor de la distribución de la
población, de la producción y de los niveles
de productividad y riqueza.
5. ESTRATEGIAS PARA LA COHESIÓN
TERRITORIAL Y SOCIAL
Canarias ha alcanzado un punto en el
que es inviable proseguir con el actual modelo
económico que busca el desarrollo por
el desarrollo, el crecimiento cuantitativo a
casi cualquier precio. Desde todos los indicadores
han saltado las suficientes alarmas
socioeconómicas que señalan la imperiosa
necesidad de evolucionar hacia un nuevo
modelo de desarrollo sostenible. Un modelo
que tenga por objeto la mejora del nivel
económico, el empleo y la cohesión social
y territorial de nuestra comunidad,
mediante un proceso de convergencia con
las regiones más avanzadas de la Unión
Europea con políticas que posibiliten un
desarrollo sostenible. Es decir, un modo de
progreso que garantice un acompasado
avance en tres frentes: la preservación y
mejora del medio ambiente, de nuestro paisaje
y de los recursos naturales; el aumento
de la riqueza económica; y la justicia social
y el equilibrio territorial de Canarias.
El cambio necesario no significa que el
turismo deje de ser el motor de nuestra
economía. Al contrario, es preciso que esta
actividad siga disponiendo de un protagonismo
relativo, pues en pocas esferas de la
actividad podemos conseguir los rendimientos
económicos y sociales obtenidos.
Canarias es líder en un mercado turístico
internacional abierto y fuertemente competitivo
y ello representa una fortaleza de
la que no se debe prescindir, sino al contrario,
cuidar y mejorar.
Pero se requiere reorientar nuestro modelo
de desarrollo apoyando otras ventajas
endógenas que nos permita seguir generando
empleo y aumentando la calidad de
vida sin recurrir al binomio tradicional turismo-
construcción.
Los ejes generales de este cambio, muchos
de los cuales están ya en marcha o
preparándose para su inmediata puesta en
vigor, deberán transitar las siguientes vías:
• Conversión del turismo en una actividad
sostenible y reconciliable con el
paisaje y el territorio como ventaja
competitiva. Desarrollo de fórmulas
alternativas, sobre todo en municipios
deprimidos.
• Apoyo a los emprendedores para internalizar
los crecimientos económicos
de futuro, sobre todo en el caso de
los municipios rurales.
• Mayor integración del mercado regional
y subinsular.
• Mayor aprovechamiento de nuestra
posición geoestratégica para impulsar
la acción económica exterior en los
mercados próximos.
• Reforzamiento del marco institucio-
Crecimiento económico, integración y cohesión territorial en Canarias (1991-2001) 325
nal específico de Canarias en España
y en la Unión Europea. Sostenimiento
de las ventajas fiscales.
• Revaloración de las actividades económicas
que se realizan en el Archipiélago
(agricultura, pesca, comercio,
ocio, artesanía e industria), integrando
otras fuentes de producción que
sean compatibles con nuestras características
ambientales y sociales.
• Garantización de la sostenibilidad financiera
de las administraciones públicas
canarias como garantes del Estado
de Bienestar y del sostenimiento
o aumento de las transferencias territoriales.
• Continuación con la descentralización
administrativa e impulso paralelo de
la microeconomía para un desarrollo
más equilibrado.
• Incremento de la inversión en recursos
humanos a conciencia de que la
educación y la formación profesional
son metas estratégicas.
• Enfatizar el papel del transporte y las
comunicaciones para el necesario reforzamiento
de la unidad regional.
• Apoyo al papel de la investigación y
la tecnología para el desarrollo sostenible.
• Incremento de los mecanismos de lucha
contra la pobreza y la exclusión
social.
6. CONCLUSIONES
El progreso económico de Canarias en
la última década ha situado a casi un 80%
de la sociedad isleña a un nivel más próximo
a la media europea en lo que se refiere
a percepción de rentas y bienestar. Durante
este tiempo, buena parte de las familias
modestas han podido acceder a viviendas,
escuelas, atención sanitaria y algunos de
sus miembros han podido integrarse con
mayor o menor precariedad en el mercado
laboral, percibir algún tipo de ingreso a través
de salarios sociales, subsidios o pensiones
no contributivas.
Según esto último, se podría definir los
años noventa como una década afortunada
a escala regional por cuanto que se han
sentado las bases para diseñar una sociedad
más cohesionada, justa y socialmente
más estable. Pero junto a lo dicho hay que
señalar también que la riqueza y bienestar
que está generando el desarrollo económico
no se está repartiendo con justicia y
equidad entre los diferentes territorios y
grupos sociales que componen el Archipiélago.
Algunas islas, comarcas, municipios y
una bolsa de población cercana a las 300.000
personas no reciben adecuadamente los
beneficios del desarrollo reciente.
En Canarias, la población y la actividad
económica han crecido especialmente en
las zonas que con anterioridad se habían
mostrado más dinámica o en las que atesoraban
la mayor parte de los recursos. En
otros términos, los municipios que contaban
con una especialización clara en el
mercado turístico internacional o en los
servicios han sido las que más se han beneficiado
de los proceso de globalización y
unificación que se han desarrollado en la
última década. Las comarcas deprimidas
no han sido afectadas por la relocalización
de los recursos productivos y, su relativa
mejor posición en lo que a renta per cápita
se refiere, se debe más al desorbitado crecimiento
de la población en algunos municipios
situados en ámbitos metropolitanos
y en zonas turísticas, que a la mejora de sus
capacidades competitivas.
Por todo ello, se requiere, por una parte,
de un giro hacia una sociedad más cohesionada
en un territorio exento de desequilibrios.
Y por otra parte, dotarse de un
modelo de desarrollo diferente que distribuya
mejor sus beneficios en términos de
renta y empleo, a la vez que sea capaz de
diversificar la producción a través de políticas
correctoras macro y microeconómicas,
compatibles con el máximo respeto a los
recursos naturales.
326 Ramón Díaz Hernández / Juan Manuel Parreño Castellano
1 VÁZQUEZ, J. A.: «Integración económica y
desigualdades regionales» en RODRÍGUEZ
GUTIÉRREZ, F. (Editor) (1999): Manual de
Desarrollo Local. Ed. Trea, Gijón. Páginas 212-
223.
2 RODRÍGUEZ MARTÍN, J. A.: «Tres aspectos
en el modelo de crecimiento reciente de la
economía canaria» en VV.AA. (1981): Canarias
ante el cambio. Santa Cruz de Tenerife.
Páginas 39-59.
3 MELLA MÁRQUEZ, J. M. (Coordinador):
Economía y política regional en España ante la
Europa del S. XXI. (Segunda Parte. Las disparidades
regionales de España en el contexto
de la UE). Páginas 127-324. Ed. Akal
Textos, Madrid, 1998.
4 Op. Cit. VÁZQUEZ, 1999.
5 INE (2002): Contabilidad Regional de España.
Base 1995. Cuentas de renta de los hogares. Serie
1995-2000. Madrid. 375 págs.
6 LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS,
página 36, edición de 27-XII-2001.
7 VICENCONSEJERÍA DE HACIENDA Y RELACIONES
CON LA U. E. DEL GOBIERNO
DE CANARIAS (2002): Presión fiscal en Canarias
1992-2000. Las Palmas de Gran Canaria.
104 págs.
8 Datos provisionales publicados por el Instituto
Nacional de Estadística.
9 Desempleo registrado durante el primer trimestre
de 2003 según el INEM.
10 INSTITUTO DE ESTADÍSTICAS DE CANARIAS
(2002): Estadística de las Condiciones Sociales
de Canarias. Gobierno de Canarias. S/C
de Tenerife. 37 págs.
11 CÁMARAS DE COMERCIO DE SANTA
CRUZ DE TENERIFE Y DE LAS PALMAS
(2001): Censo de Establecimientos comerciales de
Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 213 págs.
Crecimiento económico, integración y cohesión territorial en Canarias (1991-2001) 327
NOTAS
BIBLIOGRAFÍA
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Palmas de Gran Canaria. 653 págs.
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328 Ramón Díaz Hernández / Juan Manuel Parreño Castellano