ESTRUCTURA SOCIODEMOGRÁFICA Y POBREZA
EN LOS ESTADOS DEL SUR DE MÉXICO
GERARDO DELGADO AGUIAR
ALEJANDRO GONZÁLEZ MORALES
VEGUETA, Número 7, 2003 – ISSN: 1133-598X 287
Resumen: La brecha demográfica
abierta en América Latina en la década
de los ochenta del siglo XX tuvo una repercusión
negativa muy prolongada sobre
las estructuras sociodemográficas y
económicas de la región. No obstante, a
fines de siglo parecía que la dinámica de
deterioro y crisis estructural había adquirido
un nuevo rumbo a la luz de los
registros demográficos y económicos
(fundamentados en los estudios de la
CEPAL) que aventuraban a ser optimistas
para el futuro de los países latinoamericanos.
Ahora bien, esto es así si consideramos
al conjunto por el tirón que
ejercían algunas economías líderes regionales;
por el contrario, el análisis pormenorizado
de las situaciones a escala
estatal o intraestatal presenta procesos
aún agudos de marginalidad y pobreza,
especialmente en Mesoamérica y en los
estados del sureste de México. Este espacio,
caracterizado por la riqueza natural
y humana, con mayor porcentaje de
población indígena en México, será objeto
de atención de esta aportación.
Palabras clave: Estructura sociodemográfica,
migraciones, pobreza, marginación,
Oaxaca, Chiapas, Guerrero.
Abstract: The demographic gap opened
in Latin America in the decade of
the eighties of the 20th century had a negative
repercussion very prolonged on
the demographic and economic structures
of the region. Nevertheless, at the
end of century it was looking like that
the dynamics of deterioration and structural
crisis a new course had acquired in
the light of the demographic and economic
records (based on the studies of the
CEPAL) that were venturing to be optimists
for the future of the Latin-American
countries. Now then, this is this way
if we think to the set for the pull that some
economies were practising regional
leaders; on the contrary, the analysis detailed
of the situations to state scale or
intraestatal its presents still acute processes
of marginality and poverty, specially
in Mesoamérica and in the states
of the south-east of Mexico. This space
characterized by the natural and human
wealth, with bigger percentage of indigenous
population in Mexico, will be an
object of attention on this paper.
Key-words: Socio-demographic structure,
migrations, poverty, exclusion, Oaxaca,
Chiapas, Guerrero.
1. INTRODUCCIÓN
La brecha demográfica abierta en América
Latina en la década de los ochenta del
siglo XX tuvo una repercusión negativa
muy prolongada sobre las estructuras sociodemográficas
y económicas de la región.
No obstante, a fines de siglo parecía que la
dinámica de deterioro y crisis estructural
había adquirido un nuevo rumbo a la luz
de los registros demográficos y económicos
(fundamentados en los estudios de CEPAL)
que aventuraban a ser optimistas para el futuro
de los países latinoamericanos. Ahora
bien, esto es así si consideramos al conjunto
por el tirón que ejercían algunas economías
líderes regionales; por el contrario, el
análisis pormenorizado de las situaciones a
escala estatal o intraestatal presenta procesos
aún agudos de marginalidad y pobreza,
especialmente en Mesoamérica y en los estados
del sureste de México. Este espacio,
caracterizado por la riqueza natural y humana,
específicamente al tratarse de los estados
con mayor porcentaje de población
indígena en México, será objeto de atención
de esta aportación geográfica.
Efectivamente, los datos del primer lustro
de los años noventa nos hablan de una
serie de problemas sociales y económicos
que están marcados por una política pública
restrictiva para el desarrollo de los estados
de Guerrero, Oaxaca y Chiapas; al
tiempo que las inversiones federales no lograron
disminuir la situación de pobreza y
marginalidad en las zonas rurales, provocando
flujos crecientes de migraciones internas
hacia las áreas urbanas del norte y
la secularización de las desigualdades sociales
y económicas. Las adversas condiciones
atmosféricas —huracanes como el
Paulina1— o movimientos telúricos como el
de Oaxaca2 repercutieron, asimismo, nega-
288 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
tivamente sobre un territorio cada vez más
desestructurado y con una manifiesta tendencia
hacia la quiebra de las garantías políticas
y de los derechos humanos. Esta
etapa coincide con el mandato de los tres
últimos presidentes de la República Mexicana
que han dejado una huella indeleble
en el comportamiento político y en los
cambios que han generado en la sociedad
mexicana del último cuarto de siglo. Estos
son: Carlos Salinas de Gortari (1988-1994),
Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000)
y Vicente Fox Quesada (2000). Los dos primeros
acusados de corrupción y de activar
duras políticas económicas neoliberales
(bancos, eléctricas, enajenación de ejidos,
privatización del ferrocarril y puertos3) que
concluyeron finalmente en la puesta en
funcionamiento del TLCAN en enero de
1994 y con consecuencias, aún por evaluar,
sobre los sectores agropecuarios y maquiladoras.
También conocimos la situación de Chiapas,
extorsión, represión y hostigamiento a
las comunidades indígenas (Acteal, 1997;
La Realidad, 1998), que rompieron así con
los acuerdos de 1995 y 1996 para el diálogo
y la paz. Finalmente, el Presidente Fox
encabeza un proceso de cambio de conducta
en la vida pública y política del país,
pero sigue fielmente las directrices neoliberales
y su Plan Puebla Panamá (PPP) esconde
acciones dirigidas a objetivos de liberalización
absoluta del mercado y a la
apertura de un extenso territorio con enormes
recursos humanos y naturales a disposición
del capital norteamericano, articulado
a través del proyecto transístmico
en Tehuantepec.
En los próximos años es necesario que
fructifiquen propuestas desde cada entidad
federal para cambiar las actuales tendencias
sociales y económicas paupérrimas;
pero, a corto plazo, parece que la situación
puede acentuarse. Para alcanzar nuevos
objetivos, igualitarios y democráticos, conviene
la necesidad de propiciar estudios
científicos que contribuyan a ello.
Aquí nos detenemos en la evaluación
de las estructuras sociodemográficas en el
marco geopolítico y ambiental descrito sucintamente
para el período 1990 a 2000,
apoyándonos en los datos que nos proporcionan
el Censo General de Población y Vivienda,
el Conteo de Población y Vivienda
de 1995, así como los estudios realizados
por el INEGI y CONAPO como fuentes estadísticas
principales. Ellos aportaron precisa
información demográfica y económica;
así como también en la Dirección de Estadística
Hacendaria y en el Instituto Nacional
Indigenista.
2. LA ESTRUCTURA
SOCIODEMOGRÁFICA
Las pirámides de población de 1990 y
2000, con perfiles muy parecidos para cada
uno de los estados objetos de estudio expresan
claramente que nos hallamos ante
un modelo demográfico antiguo o tradicional
que se caracteriza por una alta natalidad
y una no menos importante mortalidad,
aunque en los últimos años se ha atenuado
mucho. En efecto, la estructura de
población tradicional de estos territorios
del suroeste de México donde persisten
unos elevados índices de natalidad y de
mortalidad es fruto de una incultura muy
acusada, donde la familia no se plantea
ningún tipo de control sobre la fecundidad,
donde las creencias religiosas son decisivas.
De igual manera propicia la alta natalidad,
aunque también hay una importante
mortalidad infantil, la necesidad de braceros
en el campo. No debemos olvidar
que se tratan de poblaciones mayoritariamente
rurales, donde la mecanización del
agro es escasa, debido a la falta de capital,
y por consiguiente son necesarias las ayudas
familiares que no cobran salarios, tal
como señalaba Roger Bartra4. A todo ello se
une la necesidad de contar con un potente
‘ejercito de reserva de mano de obra’ como
ya señalaran algunos otros autores marxistas
que han estudiado la compleja realidad
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 289
agraria Mexicana5. En efecto, estos estados
actúan como productores de fuerza de trabajo
barata que luego se emplea en otros
lugares, es decir allí donde decide el capital
trasnacional, sobre todo tras la imposición
de la economía neoliberal fruto de las
políticas globalizadoras. Esto último es un
ejemplo más que nos permite confirmar
que ésta no aboga por el bienestar de esta
población, sino por conseguir mejores y
más eficaces fórmulas de explotar al trabajador
y apropiarse de sus plusvalías.
En efecto, la pirámide de 1990 nos permite
vislumbrar como en estos territorios
las altas tasas de natalidad y mortalidad
dieron lugar a una estructura poblacional
joven, es decir la propia de un régimen demográfico
antiguo y subdesarrollado con
un modelo de pirámide tipo pagoda. Esto
es así por varias razones: en primer lugar
por la función que cumplen estos estados
dentro del conjunto de México, es decir son
claramente productores de fuerza de trabajo
barata para otros espacios, incluso
allende las fronteras mexicanas, como es el
caso de los Estados Unidos de América. Este
es un fenómeno que se ha reforzado con
la globalización, pues la imposición del
mercado por encima de los intereses nacionales
ha posibilitado que la mano de
obra tenga más facilidades para moverse,
aunque sólo se demanda fuerza de trabajo
cuando ésta es necesaria, pues como se sabe
cuando las multinacionales no necesitan
de población trabajadora extraordinaria
consiguen que en los países donde están
radicadas las empresas centrales de las
multinacionales, es decir lo que conocemos
como el ‘centro del capitalismo’, se establezcan
rígidas medidas de control a la inmigración
en las fronteras frenando en la
medida de los posible este movimiento de
personas, un caso paradigmático es lo que
ocurre con los espaldas mojadas mexicanos
en la frontera norte de México.
Precisamente esta es una de las principales
consecuencias de la mundialización
neoliberal la de utilizar la fuerza de trabajo
mundial a su antojo6. Otra de las características
de este proceso es su heterogeneidad7,
pues la globalización no afecta de
igual manera a todas las zonas de un país.
En el caso de nuestro espacio de estudio se
da la circunstancia de que a pesar de tener
importantes recursos naturales el subdesarrollo
y la marginalidad es muy acusado, el
más alto de México sin duda alguna, ello
precisamente viene provocado por la superexplotación
del territorio y de la mano
de obra. En efecto, se da la circunstancia de
que a pesar de ser la formación social mexicana
una estructura capitalista, en esta
zona en particular las relaciones de producción
son básicamente precapitalista, es
decir mano de obra familiar, baja composición
orgánica del capital, escasez de productos
manufacturados, baja conexión con
los mercados exteriores, etcétera. Todo esto
ha propiciado que la función básica de
estos estados sea la de proporcionar mano
de obra barata para el sistema capitalista y
de esta manera reducir los costes en los
procesos productivos. También ha ello ha
contribuido de forma importante —al inicio
de la última década del siglo XX y comienzos
del actual siglo XXI— una adaptación
a un modelo en transición con una
pirámide más de tipo campana, frente a la
tradicional de tipo pagoda, es decir de reducción
de la natalidad por adopción de
medidas maltusianas, y de envejecimiento
de la población, por mejoras sanitarias e higiénicas.
En realidad este cambio está generado
por el descenso de las tasas de natalidad
(cerca de un 4‰) y de la mortalidad
y especialmente la tasa de mortalidad
infantil, que reduce un 7‰ sus índices para
el periodo 1995-2000 en los tres estados.
En efecto, hoy día no es tan necesario
contar con abundante mano de obra, debido
a que las nuevas tecnologías permiten
incrementar las plusvalías relativas, sin necesidad
de incrementar las absolutas8. Por
el contrario, la tasa de fecundidad no desciende
del mismo modo y lo hace, en ese
corto periodo, en menos de 0.60. Esto per-
290 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
mite rejuvenecer la pirámide por la base,
pero al mismo tiempo se ensancha por la
cúspide, debido al descenso de la mortalidad,
y también se engruesa por los histogramas
intermedios debido a la emigración.
En efecto, estas salidas se producen
como consecuencia de las migraciones internas
(a otros estados del norte y centro
del país) e internacional (EE.UU. principalmente).
Su volumen aumenta o disminuye
en función de la mayor o menos demanda
externa, ya que el desarrollo endógeno
de estos tres estados del suroeste
mexicano no puede dar trabajo al conjunto
de la población. Este fenómeno no sólo
funciona como válvula de escape de posibles
habitantes, sino también supone, en algunos
casos, la llegada de remesas de capital
que los emigrantes envían a sus familias,
contribuyendo algo a la mejora de
las condiciones de vida de esta población
mayoritariamente —como ya indicamos
con anterioridad— marginal. Lo paradójico
de todo esto es que las riquezas naturales
y la disponibilidad de materias primas
en estos lugares son elevadas, pero como
en la mayoría de las situaciones de subdesarrollo
al no disponer de capitales para
iniciar los procesos productivos, son victimas
de situaciones de expropiación y expoliación9.
En cualquier caso, las pirámides y los
indicadores demográficos están aún por
encima de la media de la República y más
próximas a sociedades menos desarrolladas
y con un importante rezago socioeconómico.
La repercusión económica de estas
tasas y estructuras es negativa en tanto que
no son propicias para el desarrollo y la
consecución de un estado de bienestar
avanzado. En efecto, el estado de bienestar
está directamente relacionado con la capacidad
de las sociedades de producir excedentes,
que les permiten dedicar una parte
de los mismos a mejoras sociales, contribuyendo
a configurar una sociedad de bienestar.
Ahora bien, con la nueva política
neoliberal y el escaso papel que se le pretende
dar al Estado como benefactor social,
las cosas están cambiando, y cada vez es
menor la protección de la Administración
sobre los ciudadanos, obviamente quien
más lo padece son las sociedades menos favorecidas,
como es precisamente el caso de
Oaxaca, Guerrero, y sobre todo Chiapas.
La distribución de la población por grandes
grupos de edad señala que comienza a
darse un cambio, pero aún más de la mitad
de la población de los tres estados tiene
menos de 19 años, o lo que es lo mismo,
son estados muy jóvenes, con un potencial
humano importante, en la que la tasa de
dependencia en 1990 se situaba por encima
del 60% (muy alta) y con una interesante
reducción de cerca de cuatro puntos para
el año 2000; aunque lejos de los registros
nacionales próximos al 40%. Esta población
se caracteriza sobre todo por trabajar en el
sector primario, donde la escasa mecanización
contribuye a la necesidad de contar
con elevados efectivos. Esto confirma la
marginalidad y el subdesarrollo de estas
poblaciones del suroeste mexicano. Con todo,
hay que manifestar que esta estructura
joven es muy propia de países y lugares
con bajos niveles de desarrollo y además
con escasa formación educativa.
El porcentaje de PEA (población económicamente
activa entre 14 y 64 años), a la
luz de estos datos, crece algo en el año
2000, tratando de equilibrar la distribución
de la población. Aun así, mucha población
joven de las zonas urbanas y rurales escapan
vía migración de esta agrupación por
edades lo que, sin lugar a dudas, amortigua
un posible crecimiento más brusco de
lo esperado que está motivado por el descenso,
antes indicado, de la tasa de mortalidad
infantil. En realidad al ser mayoritario
el sector agrícola la población activa
suele ser elevada, pues la mecanización es
escasa y esto suele suponer un elevado
porcentaje de personas en las tareas del
campo.
Un parámetro indicativo de la situación
de desarrollo de una sociedad es su nivel
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 291
de instrucción. En Guerrero, Oaxaca y
Chiapas la proporción de personas alfabetas
es muy superior a las que no lo son, pero
de éstas solamente menos de dos cuartas
partes sabe leer y escribir, siendo los indicadores
mayores en Oaxaca que en el
resto. Del mismo modo, la población con la
primaria completa es inferior a un tercio en
1990 y 2000 del total de la población de 15
y más años. Asimismo, quienes poseen una
instrucción superior o técnica aparecen con
proporciones similares. Con todo, hay que
manifestar que los niveles de instrucción
de la población son escasos, acentuando
más aún en marginalidad de esta sociedad,
pues hoy no es suficiente con saber leer y
escribir para conseguir puestos de trabajo
en la sociedad de la información y de la
globalización.
En definitiva, tenemos que la sociedad
de estos tres estados: Chiapas, Guerrero y
Oaxaca, se encuentran en un proceso de
cambio de un modelo demográfico tradicional
de población con una estructura joven
a un modelo más avanzado donde la
natalidad se ha reducido y ello supone un
inicio de envejecimiento en la población,
gracias a las mejoras sanitarias. De igual
manera hay que insistir en la función primordial
que ha tenido esta población dentro
de la formación social mexicana de proporcionar
abundante y barata mano de
obra para otros lugares más desarrollados.
Por último, los niveles de instrucción, a
pesar de haber mejorado con respecto al
pasado, siguen siendo bajos y ello propicia
que la población de estos tres estados del
suroeste de México sea poco competitiva
para acceder a los puestos de trabajo que
la sociedad de la información y el mundo
de la globalización ofrecen.
En definitiva, se puede afirmar que este
espacio objeto de estudio sigue manteniendo
un papel subsidiario en la economía
nacional, ya que el modo de producción
capitalista le ha otorgado el papel de
reserva de mano de obra para emplear en
momentos de coyunturas álgidas.
3. MIGRACIONES, MARGINACIÓN Y
POBREZA
Si adoptamos el concepto de la CONAPO10
tenemos que son numerosos los indicadores
que para estos tres estados alumbran
una situación de extrema gravedad
para los niveles de pobreza y marginación.
La severidad con la que se manifiesta argumenta
nuestras reflexiones anteriores,
sin que ahora suponga un alivio establecer
un orden en la necesidad que presentan las
tres entidades federativas más pobres de
México. Ya nos advierte la CONAPO en
sus estudios sobre la marginación que existe
una importante brecha regional en México
que apenas ha disminuido en todo el
período respecto de las que aprecian registros
más cercanos a la ‘equidad’11.
Efectivamente, los índices de marginación
de 1995 y 2000 (gráficos 11 y 12) no
muestran ninguna tendencia al descenso:
Oaxaca y Guerrero aumentan sus índices y
se acercan al máximo que registra Chiapas
en el año 2000. Y son los municipios con
mayor componente de población indígena
los que tienen un mayor grado de marginación.
Es extremadamente relevante decir
que los seis municipios12 con índices de
marginación más extremos del país se localizan
en Oaxaca (en la Mixteca, Sierra
Madre Sur, Sierra de Oaxaca y Valles Centrales).
Las proyecciones de CONAPO hasta
el 2010 no parecen que sean alentadoras,
pues los indicadores dibujan una trayectoria
sostenible en el grado de marginalidad
y rezago, así como un progresivo distanciamiento
entre las entidades con menor
grado de marginación (Coahuila, Distrito
Federal, Nuevo León, Aguascalientes y Durango).
292 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 293
Mapa 1. Porcentaje de población indígena estimada: distribución porcentual.
Mapa 2. Grado de marginación en municipios con 30% y más de población indígena.
Las variables que componen el cálculo
del índice de marginación son ciertamente
elocuentes. Respecto a los porcentajes de
instrucción de la población la tasa de población
analfabeta disminuye entre un 2%
y un 4%, aunque la población que no alcanza
la primaria completa es la mitad de
la población con 15 o más años para Chiapas
y en torno al 40-45% para Guerrero y
Oaxaca respectivamente. Ciertamente los
datos para las características de la vivienda
son más desalentadores. El hacinamiento
supera el 60% (Guerrero y Oaxaca) del
total censado de viviendas en el 2000, si
bien se aprecia una mejora sustancial que
reduce entre el 15 y 20 % las cifras de 1995
que oscilaban entre el 75 y 80% (Chiapas).
Todo ello supone, por consiguiente, que se
trata de un perfil de vivienda infradotada
muy propia de áreas marginadas y empobrecidas
en donde poco más de un cuarto
de las viviendas no posee agua entubada y
entre un 20% y un 35 % (Guerrero) no dispone
de drenaje.
Asimismo, el número de asentamientos
inferiores a los 5 mil habitantes es muy numeroso
y es precisamente en estos estados
en donde se manifiesta con mayor incidencia
esta dispersión secular de la población
no urbana. En efecto, en torno al 60%
de la población reside en pequeñas localidades,
ubicadas todas ellas en las Sierras y
en la costa Pacífica. Este aspecto es muy relevante
porque tal distribución no es adecuada
para la ejecución de inversiones y
planes dirigidos a la mejora de las condiciones
de vida de los habitantes.
El IDH13 (gráfico 13) ubica a Guerrero,
Oaxaca y Chiapas, junto al Índice de Marginación,
en los últimos lugares de México,
en torno a 0.7 en 1992, 1995 y 1997. Las disparidades
son enormes con relación al conjunto
de las entidades federativas y sitúan
a las tres con índices semejantes a la de países
como Cabo Verde, Albania y Ecuador.
En el periodo, las tres entidades aumentan
su IDH pero lo hacen a un ritmo muy lento.
De hecho, exceptuando Guerrero, los
otros dos no superan el límite de 0.700. La
CONAPO, asimismo, nos advierte que las
diferencias aún son más notables en el género.
Es decir, el IDH por sexo y entidad
federativa (CONAPO; 2000: 242) sitúa el
desarrollo humano de las mujeres muy
atrás respecto del de los hombres, lo que
certifica el abismo aún notable entre hombres
y mujeres, que es fiel reflejo de las disparidades
en los niveles educativos y laborales.
También el PIB per cápita arroja a estas
entidades al foso de la marginalidad
respecto del resto, especialmente del grupo
con rentas inferiores a los 4.800 dólares.
294 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 295
Mapa 3. Migración en municipios de Oaxaca con 30% o más de población indígena.
Mapa 4. Migración en municipios de Chiapas con 30% o más de población indígena.
Seguramente, la población mayormente
afectada es de origen indígena como ya se
apuntó con anterioridad, lo que sugeriría
expresar para análisis posteriores estos índices
hacia los sectores de población indígena.
El resultado, concluyente, perfilaría
condiciones más extremas de las expuestas
para el caso de registros estatales.
Todos los índices coinciden en una situación
de pobreza y rezago muy importante
que tiene una consecuencia inmediata:
la migración. Es un mecanismo regulador
de la presión social en momentos en el
que la quiebra de las condiciones económicas
agrava los niveles de seguridad de
vida de los ciudadanos. La alternativa inmediata
es la migración que actúa como
‘válvula de escape’, reguladora de las tensiones
internas y aparece como un nuevo
horizonte de oportunidades para una sociedad.
El cuadro 8 expresa muy bien la condición
migratoria de las diferentes entidades
federativas en el periodo 1995 a 2000; una
vez más, los resultados para Chiapas, Guerrero
y Oaxaca no alivian la situación descrita
anteriormente. Es decir, son entidades
netamente exportadoras de recursos humanos
hacia el exterior, muy destacadamente,
al igual que DF y Veracruz, con relación
al resto de entidades. El balance migratorio
es negativo y las riadas humanas
anuales hacia el norte de la República y hacia
Estados Unidos es la prueba más que
evidente de las condiciones extremas en
muchos municipios de Guerrero, Oaxaca y
Chiapas (véanse los mapas 3 y 4). Las altas
tasas de mortalidad infantil, de fecundidad
y la alta tasa de dependencia (a pesar del
descenso entre 1995 y 2000 se mantiene en
el 55%) soslayan un proceso irreversible
que se encamina hacia la emigración ante
el incremento de la marginación y el rezago
social (CONAPO; 2001, 47-52).
296 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
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Globalización. Crítica a un paradigma.
Plaza y Janés, Barcelona.
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 297
4. ANEXO DE TABLAS Y GRÁFICOS
298 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
Gráfico 1. Pirámide de población de Oaxaca, 1990.
Fuente: INEGI. Censo General de Población y Vivienda de México, 1990 y 2000. Elaboración propia.
Gráfico 2. Pirámide de población de Oaxaca, 2000.
Fuente: INEGI. Censo General de Población y Vivienda de México, 1990 y 2000. Elaboración propia.
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 299
Gráfico 3. Pirámide de población de Chiapas, 1990.
Fuente: INEGI. Censo General de Población y Vivienda de México, 1990 y 2000. Elaboración propia.
Gráfico 4. Pirámide de población de Chiapas, 2000.
Fuente: INEGI. Censo General de Población y Vivienda de México, 1990 y 2000. Elaboración propia.
300 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
Gráfico 5. Pirámide de población de Guerrero, 1990.
Fuente: INEGI. Censo General de Población y Vivienda de México, 1990 y 2000. Elaboración propia.
Gráfico 6. Pirámide de población de Guerrero, 2000.
Fuente: INEGI. Censo General de Población y Vivienda de México, 1990 y 2000. Elaboración propia.
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 301
Gráfico 7. Nivel de instrucción según categoría de la población de 15 y más años, 1990.
Fuente: INEGI. Censo General de Población y Vivienda de México, 1990 y 2000. Elaboración propia.
Gráfico 8. Nivel de instrucción según categoría de la población de 15 y más años, 2000.
Fuente: INEGI. Censo General de Población y Vivienda de México, 1990 y 2000. Elaboración propia.
302 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
Gráfico 9. Tipología de la vivienda, 1990.
Fuente: INEGI. Censo General de Población y Vivienda de México, 1990 y 2000. Elaboración propia.
Gráfico 10. Tipología de la vivienda, 2000.
Fuente: INEGI. Censo General de Población y Vivienda de México, 1990 y 2000. Elaboración propia.
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 303
Gráfico 11. Índice de marginación, 1990.
Fuente: Estimaciones de CONAPO, INEGI. Elaboración propia.
Gráfico 12. Índice de marginación, 2000.
Fuente: Estimaciones de CONAPO, INEGI. Elaboración propia.
304 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
Gráfico 13. Índice de Desarrollo Humano.
Fuente: Estimaciones de CONAPO, INEGI. Elaboración propia.
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 305
Fuente: INEGI. Elaboración propia.
Conteo de Población y Vivienda de 1995. XII Censo General de Población y Vivienda, 2000.
CUADRO 1.
Indicadores demográficos, 1995-2000
306 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
Fuente: INEGI. Elaboración propia.
Censos de Población y Viviendas de 1990 y 2000.
CUADRO 2.
Distribución de la población por grandes grupos de edad, 1990 y 2000
Fuente: INEGI. Elaboración propia.
Censos de Población y Viviendas de 1990 y 2000.
CUADRO 3.
Tasa de dependencia
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 307
Fuente: CONAPO, INEGI. XI Censo General de Población y Vivienda, 1995.
CUADRO 4.
Población total, indicadores socioeconómicos, índice y grado de marginación, 1995
308 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
Fuente: CONAPO, INEGI. XI Censo General de Población y Vivienda, 2000.
CUADRO 5.
Población total, indicadores socioeconómicos, índice y grado de marginación, 2000
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 309
Fuente: Estimaciones de CONAPO. INEGI. Elaboración propia.
XI Censo General de Población y Vivienda, 1990. Conteo de Población y Vivienda, 1995. XI Censo General de Población y vivienda, 2000.
CUADRO 6.
Indicadores de los municipios con más alto grado de marginación en México, 1990, 1995 y 2000
Fuente: INEGI. Estados Unidos Mexicanos. Conteo de Población y Vivienda, 1995. Perfil Sociodemográfico
INEGI. Estados Unidos Mexicanos. Conteo de Población y Vivienda, 1995. Tabulados Complementarios.
CUADRO 7.
Distribución porcentual de la población por características migratorias, 1995
310 Gerardo Delgado Aguiar / Alejandro González Morales
Nota: Excluye a la población que en enero de 1995 residía en otro país y la que no especificó su lugar de residencia en esa fecha.
Fuente: INEGI. XII Censo General de Población y Vivienda, 2000.
CUADRO 8.
Porcentaje de inmigrantes y emigrantes por entidad federativa, 2000
Estructura sociodemográfica y pobreza en los estados del sur de México 311
Fuente: 1 Estimaciones del Consejo Nacional de Población.
2 INEGI, Sistema de Cuentas Nacionales.
CUADRO 9.
Índice de Desarrollo Humano y PIB per cápita por entidad federativa, 1997