EL ESPACIO DE BANCALES EN EL TRAMO
INFERIOR DE LA CUENCA DEL GUINIGUADA:
CARACTERÍSTICAS ECOANTRÓPICAS
Y ESTADO ACTUAL
LIDIA ESTHER ROMERO MARTÍN
PURIFICACIÓN RUIZ FLAÑO
LUIS HERNÁNDEZ CALVENTO
VEGUETA, Número 7, 2003 – ISSN: 1133-598X 211
Resumen: El tramo inferior de la
cuenca del Guiniguada se caracteriza
por la extensión y singularidad de los espacios
de cultivo en terrazas. En este trabajo
se describen las principales características
geoecológicas y antrópicas de estas
terrazas, con especial referencia al
grado de deterioro de sus muros. El 40%
de las unidades de terrazas tiene un grado
de deterioro medio y alto. Se concluye
que las pendiente, las forma de la ladera
y litología, entre los parámetros
ecológicos, y los uso y la edad transcurrida
desde el abandono, entre los de carácter
socio-económico, son los factores
que condicionan, en distinta medida, el
grado de conservación de las terrazas
agrícolas.
Palabras clave: Terrazas, unidad de
terrazas, abandono agrícola, estado de
conservación, Guiniguada, Gran Canaria.
Abstract: The low section of the Guiniguada
basin is characterized by the extension
and singularity of the spaces of
culture in terraces. In this paper the
principal geologic and anthropic characteristics
of the above mentioned terraces
are described, with special reference to
the degree of deterioration of their walls.
40 % of the units of terraces has a degree
of middle and high deterioration. The
paper concludes that the slopes, the
forms of the hillside and litology, among
the ecological parameters, and the use
and the age passed from the abandon,
among the socio-economic parameters,
are the factors that determine, in different
degrees, the status of conservation
of the agricultural terraces.
Key-words: Terraces, unit of terraces,
agricultural abandon, conservation, Guiniguada,
Gran Canaria.
1. INTRODUCCIÓN
La utilización agrícola de terrazas o
bancales ha sido un mecanismo habitual en
culturas autosuficientes, con sobrepresión
demográfica y escasez de espacios llanos
para el cultivo. La creación de estas estructuras
representaba una enorme inversión
de trabajo que sólo puede explicarse
por las ventajas que de ellas derivaban, al
constituir una eficaz medida de conservación
del suelo y de incremento de su productividad
(Rodríguez Aizpeolea y Lasanta,
1992).
Como señalan Ambroise et al (1989), los
bancales suponen la optimización de tres
recursos (agua, tierra y piedra) dentro de
un funcionamiento complejo y sofisticado.
Sin embargo, la aparición, a lo largo del siglo
XX, de nuevos modelos económicos ha
conducido al abandono de estas estructuras
y a la degradación de sus funciones
ecológicas, aspectos que han sido tratados
de forma profusa por la bibliografía científica,
tanto internacional (Mallet, 1978; Reparaz,
1982; Haefner & Gunter, 1984; Balent
et Barrue-Pastor, 1986; Chisci, 1986) como
nacional (Barrientos, 1978; Cabero,
1980; Rodríguez, 1984; Bordiu, 1985; García
Ruiz et al, 1988; Gómez Moreno, 1989; Lasanta
et al, 1990 y 2001; Jiménez, 1992; Parreño
y Martín, 1994; Rodríguez Aizpeolea,
1990; Llorens et al, 1992; García Ruiz y Lasanta,
1994; Silió et al, 2001).
Por otro lado, desde una perspectiva actual,
las laderas abancaladas conforman
paisajes muy valorados por su riqueza estética
y etnográfica. Mediante técnicas elementales,
los propios campesinos elaboraban
los muros, utilizando para ello los materiales
del entorno, trabajándolos poco y
sin ligazón entre ellos (Reynés, 1994). La
utilización de piedras de diferentes tamaños
y con distinta finalidad, la inclinación
de los muros o la creación de estructuras
de drenaje hacen de los bancales obras arquitectónicas
singulares y, al mismo tiempo,
de una gran fragilidad, necesitadas, por
ello, de mantenimiento y protección.
Es precisamente este contexto en el que
se desarrolla este trabajo. El tramo inferior
de la Cuenca del Guiniguada, aguas abajo
de la Villa de Santa Brígida, se caracteriza
por la extensión y singularidad alcanzada
por los espacios de cultivo aterrazados,
que llegan a representar hasta el 25.8% de
212 Lidia Esther Romero Martín / Purificación Ruiz Flaño / Luis Hernández Calvento
la superficie cultivada y la séptima parte
del área de estudio. El cese de la actividad
agrícola, junto con la «peligrosa» cercanía
al núcleo urbano más importante de la isla
de Gran Canaria, han derivado hacia la
importante degradación paisajística y medioambiental
en la que se encuentra una
parte de su superficie.
En 2000, en el seno del Proyecto Piloto
Urbano Guiniguada, financiado por la
Unión Europea, parte del equipo de Geografía
Física y Medio Ambiente de la Universidad
de Las Palmas de Gran Canaria
realizó un estudio destinado a conocer la
calidad para la conservación de los bancales
de este tramo de la cuenca del Guiniguada.
Como paso previo se planteó la necesidad
de caracterizar, tanto desde un
punto de vista ambiental como antrópico,
el espacio abancalado, prestando especial
atención al grado de deterioro de los bancales
y a los factores determinantes del
mismo, aspectos que constituyen el objeto
del trabajo que aquí se presenta.
2. ÁREA DE ESTUDIO
El área de estudio se corresponde con el
tramo medio-bajo de la cuenca del Guiniguada,
coincidiendo con el sector más urbano
de la misma (figura 1). Dicha cuenca
se localiza en el sector nororiental de la isla
de Gran Canaria y ocupa una superficie
de 14.53 km2, lo que representa una quinta
parte de la extensión total de la cuenca de
este barranco.
Por lo que se refiere a la litología, coexisten
materiales volcánicos antiguos (fonolitas
e ignimbritas) con depósitos de origen
sedimentario (Formación Detrítica de
Las Palmas) y materiales y edificios del
volcanismo reciente. Estos últimos retocan
un relieve caracterizado por la alternancia
de barrancos encajados e interfluvios alomados,
siguiendo una dirección dominante
NE-SW.
El espacio de bancales en el tramo inferior de la cuenca del Guiniguada: características... 213
Figura 1. Croquis de localización del área de estudio.
La interferencia de los vientos alisios
con el relieve origina el escalonamiento del
régimen termopluviométrico. Así, la temperatura
media anual oscila entre los
20,9ºC de Las Palmas de Gran Canaria, a
nivel del mar, y los 15,4ºC de Tafira, a 337
m de altitud. Por su parte, las precipitaciones
alcanzan valores de 208 mm en la costa
y de 413,6 mm en Santa Brígida, a 485 m
de altitud.
El paisaje vegetal se encuentra sumamente
transformado por una ocupación humana
que ha seguido un ritmo creciente
desde la conquista. La vegetación natural
ha quedado relegada a espacios marginales,
formando pequeños rodales de especies arbóreas
del bosque termófilo (acebuchales,
lentiscales, palmerales, etc.), y a superficies,
en progresiva expansión, de matorral xerófilo
y termófilo.
El paisaje agrícola presenta un marcado
contraste entre el sector más próximo a
la costa, en el que predomina el cultivo del
plátano, y el sector de medianías, en el que
lo hace la papa. El abandono agrícola que
se inicia en la década de los sesenta debido
al cambio de modelo económico, de
agrícola a turístico, afecta en este sector de
la cuenca del Guiniguada al 47% de la superficie
cultivada en 1999. Dicho abandono
es notablemente superior en el sector
de medianías, con el 62%, frente al 31% del
sector platanero de la costa. La razón de
ese desigual nivel de abandono tiene que
ver evidentemente con el tipo de cultivo,
aunque se añaden otros motivos como la
presión urbanística, los problemas de
abastecimiento de agua para regadío en
calidad y cantidad, y la pérdida de rentas
por caída de precios en los mercados locales.
3. METODOLOGÍA
La metodología utilizada para la realización
de este estudio combina el trabajo
de campo con la fotointerpretación del espacio
analizado. Aunque fuera de los objetivos
de este análisis, y con el fin de conocer
la evolución de la ocupación del espacio,
se consultaron los fotogramas aéreos
correspondientes a los años 1960, 1992,
1996 y 1999, realizándose la cartografía correspondiente.
Este último vuelo fue el utilizado
para la realización efectiva de este
trabajo. Sobre esta fotografía se identificaron
los espacios agrícolas aterrazados de
este tramo de la cuenca, confirmándolos
posteriormente en el campo.
El reconocimiento se llevó a cabo agrupando
los bancales individuales en lo que
hemos denominado «unidades de bancales
». Estas unidades incluyen aquellos
campos que, siendo contiguos en el espacio,
poseían similitudes de uso y de características
constructivas, fundamentalmente.
Por el contrario, si varios campos contiguos
no presentaban características comunes,
quedaban divididos en dos o más unidades.
Por supuesto, esto implicaba una
diferencia en el número de efectivos de cada
unidad, lo que no parecía revestir mucha
importancia de cara a los resultados y
objetivos del estudio. La utilización de estas
unidades, al igual que sucede con las
unidades de paisaje, facilita el trabajo posterior,
especialmente el inventario de las
características ambientales y antrópicas, así
como el tratamiento estadístico y cartográfico
de los datos.
Una vez delimitadas las unidades, se
realizó el inventario de las mismas sobre
el terreno, utilizando para ello una ficha
que recoge información sobre los principales
parámetros naturales y antrópicos
de las unidades, además de otras características
necesarias para determinar la calidad
para la conservación. Estos parámetros
fueron:
a) Características topográficas y geomorfológicas:
— Altitud de la unidad, considerando
las siguientes categorías: <100 m;
100-200 m; 200-300 m; 300-400 m;
400-500 m y >500 m.
214 Lidia Esther Romero Martín / Purificación Ruiz Flaño / Luis Hernández Calvento
— Pendiente general de la unidad, dividida
en las clases: <10º; 10-15º;
15-20º y >20º.
— Orientación. Ésta se ha agrupado en
orientaciones N, S, E y W, aunque
existiera una mayor división interna.
— Forma de la ladera, simplificada en
tres grupos correspondientes a laderas
cóncavas, convexas y rectilíneas
— Lugar de la ladera, diferenciando
cinco categorías: sectores altos; sectores
altos y medios; sectores medios;
sectores medios y bajos, y sectores
bajos.
— Litología, agrupada en: coladas basálticas,
ignimbritas, coladas fonolíticas,
brecha Roque Nublo, depósitos
aluviales y materiales de la Formación
Detrítica de las Palmas
— Tipo de suelo, clasificados en ocho
clases: haploxeralf, xerochrept, xerochrept-
orthent, xerochrept-xeralf,
paleorthid, xerorthent-torriont, chromoxerert
y urbano.
b) Características antrópicas:
— Tipo de mampostería del muro, para
la que se han considerado tres grupos:
mampostería de cantos rodados,
mampostería ordinaria junto con la
de rajuela y, finalmente, mampostería
en hileras.
— Uso, distinguiendo entre unidades
todavía cultivadas y unidades abandonadas.
En el caso de que en algunas
de ellas se dieran de forma simultánea
los dos usos, se procedió a
asignar el más representativo superficialmente.
— Edad de abandono: reciente (posterior
a 1996); medio (entre 1961 y
1996) y antiguo (antes de 1961).
— Grado de deterioro, establecido a
partir del estado del muro: bajo
(cuando el muro del bancal no está
afectado por procesos o cuando sólo
sufre retoques ligeros); medio (50%
del muro está desmantelado) y alto
(más del 50% del muro aparece desfigurado).
Una vez realizado el trabajo de campo
se procedió a efectuar un sencillo tratamiento
estadístico, con el fin de caracterizar
las unidades obtenidas el espacio abancalado.
4. RESULTADOS
Sobre la fotografía aérea se detectaron
un total de 111 unidades de bancales de características
naturales y antrópicas diferentes,
que en conjunto ocupan una superficie
de 2 km2, lo que supone el 25,8% de la superficie
cultivada y la séptima parte del
área de estudio. En la tabla 1 se resumen
las condiciones que caracterizan el emplazamiento
de las unidades de bancales y se
demuestra la heterogeneidad de situaciones
ambientales en las que se instalan.
El espacio de bancales en el tramo inferior de la cuenca del Guiniguada: características... 215
216 Lidia Esther Romero Martín / Purificación Ruiz Flaño / Luis Hernández Calvento
< 100 25 22,5
100-200 25 13,5
200-300 14 12,6
300-400 18 16,2
400-500 31 27,9
> 500 8 7,2
Oeste 2 1,8
Este 17 15,3
Sur 42 37,8
Norte 50 45
Convexa 19 17,1
Cóncava 62 55,9
Recta 30 27
Baja 46 41,4
Media-baja 21 18,9
Media 18 16,2
Media-alta 11 9,9
Alta 15 13,5
< 10 25 22,5
10-15 27 24,3
15-20 33 29,7
> 20 26 23,4
Lavas basálticas 13 11,6
Ignimbritas 45 40,2
Fonolitas 19 17
Brecha Roque Nublo 5 4,5
Depósitos aluviales 14 12,6
F. Detrítica Las Palmas 15 13,5
Tabla 1. Frecuencia de los parámetros ambientales en las unidades de bancales
Altitud N.º de unidades % de unidades
Exposición
Forma de la ladera
Lugar de la ladera
Pendiente (º)
Litología
Las unidades se localizan preferentemente
por debajo de los 200 (36%) y entre
los 400-500 m de altitud (27,9%). Las exposiciones
norte y sur, así como las laderas
cóncavas y las partes bajas de las vertientes,
cercanas ya al cauce del barranco Guiniguada,
han sido las más utilizadas para
el cultivo en bancales. Por lo que respecta
a las pendientes, éstas no parecen ser significativas
de cara a la localización de las
unidades, pues aunque se detecta una mayor
concentración de las mismas en desniveles
entre 15º y 20º, no existe una marcada
diferencia con el resto de rangos.
Más interesante resulta la distribución
de los parámetros antrópicos (tabla 2),
pues vienen a ser un reflejo de la percepción
y evolución del espacio por parte de
los habitantes de la cuenca en cada momento
histórico. Y así, el uso actual y la
edad de abandono reflejan los cambios socioeconómicos
experimentados. Casi el
60% de las unidades abancaladas han sido
abandonadas, correspondiendo la mayor
parte de los abandonos a los últimos cuatro
años. Se trata, por tanto, de abandonos
relativamente recientes que no pueden atribuirse
a la crisis del modelo económico de
forma exclusiva, sino que encuentran su
justificación en un conjunto de hechos entre
los que se encuentran la carestía y la escasez
de agua o las perspectivas urbanísticas,
factores antes señalados.
El espacio de bancales en el tramo inferior de la cuenca del Guiniguada: características... 217
Cultivo 44 39,6
Uso y edad Abandono reciente 38 34,2
de abandono Abandono intermedio 17 15,3
Abandono antiguo 12 10,8
Tipo de Cantos rodados 17 15,3
mampostería Ordinaria y de rajuela 88 79,3
En hileras 6 5,4
Tabla 2. Frecuencia de los parámetros antrópicos en las unidades de bancales
N.º total de unidades % de unidades
La variedad tipológica de los muros es
otra de las características de las unidades
de bancales analizadas. Los muros reflejan
el enorme esfuerzo humano empleado en
su construcción, presentan una gran calidad
estética y, a efectos de la conservación,
cumplen un evidente papel de contención
de los suelos de cultivo. En relación con esta
última característica, se ha tenido en
cuenta el tipo de mampostería pues determina
el grado de solidez o de resistencia de
los muros a los movimientos en masa.
La mampostería ordinaria (fotografía nº
1d) que hemos catalogado como de calidad
constructiva media y, por tanto de solidez
moderada al igual que la de rajuela (fotografía
nº 1a), ha sido la técnica de construcción
más empleada para los bancales.
La mampostería en hileras (fotografía nº
1c), de mayor calidad constructiva, aparece
en pocas unidades, tal vez debido al excesivo
trabajo de preparación o labrado de
la roca que precisaba su utilización y su
posterior colocación en filas horizontales y,
frecuentemente, con ripio. Por último, la
mampostería de cantos rodados (fotografía
nº 1b) es la de peor calidad constructiva,
las piedras apenas se trabajan y se colocan
sin ningún tipo de alineación ni enrasamiento,
lo que redunda en su fuerte inestabilidad.
Son frecuentes en las proximidades
del cauce del Guiniguada, en el sector
de costa, de donde son extraídas las piedras
para su construcción.
El predominio de una mampostería
que, con cierto grado de garantía, permitía
la perduración de las estructuras creadas
permite concluir, a nuestro modo de ver,
que el agricultor valoraba tanto su preocupación
por la conservación de las terrazas
como el trabajo requerido para su construcción.
218 Lidia Esther Romero Martín / Purificación Ruiz Flaño / Luis Hernández Calvento
Fotografía 1. Tipos de mampostería en los bancales de la zona de estudio.
Por lo que al estado de conservación de
las unidades de bancales se refiere, los resultados
se reflejan en la tabla 3. En el 51%
de las mismas, los procesos de erosión se
encuentran ausentes o sólo existen ligeros
retoques en sus muros (fotografía nº 2 derecha).
En el extremo opuesto, el 27% entra
dentro de la categoría de deterioro alto. De
éstas últimas, una tercera parte carece prácticamente
de muro, por lo que su deterioro
sería muy alto (fotografía nº 2 izquierda).
Bajo 57 51,4
Medio 24 21,6
Alto 30 27
Total 111 100
Tabla 3. Frecuencia de los grados de deterioro en las unidades de bancales
N.º de unidades % de unidades
El grado de deterioro es función de una
combinación de parámetros físicos y antrópicos
que caracterizan a cada una de las
unidades, y que debe ser abordada en trabajos
de escala diferente a la que aquí nos
ocupa. Sin embargo, en un intento de acercamiento
a estos parámetros, hemos cruzado
la información referida a los diferentes
grados de deterioro y las principales características
ecológicas, de uso y constructivas
de la unidad, buscando relaciones estadísticamente
significativas. Así ocurre,
entre los parámetros físicos, con la pendiente,
la forma de la ladera y la litología,
mientras que la altitud, la forma de la ladera
o la exposición apenas tienen un papel
relevante. Hay que aclarar, no obstante,
que los resultados obtenidos están condicionados
por la desigual distribución
ecológica de las unidades.
En la figura 2 aparece reflejada la distribución
de los grados de conservación en relación
con la pendiente. Los datos parecen
evidenciar que los tipos de deterioro que
representan una mayor degradación del
bancal se concentran en pendientes superiores
a 10º. Y así, la mayor parte de los deterioros
altos aparecen en pendientes por
encima de 15º y los medios muestran una
marcada preferencia por las situadas entre
10º y 15º. Los resultados no son tan claros
en el caso de las unidades mejor conservadas,
puesto que éstas se distribuyen de forma
bastante equitativa en todos los rangos
de pendiente, con una ligera preferencia
por las inferiores a 10º y entre 15º y 20º.
El espacio de bancales en el tramo inferior de la cuenca del Guiniguada: características... 219
Fotografía 2. Estados de conservación de los bancales del Guiniguada.
Figura 2. Número de unidades de bancales según el grado de deterioro y la pendiente.
La litología parece influir de alguna
manera en el deterioro (figura 3). Los datos
ponen de manifiesto una concentración
de los deterioros bajos y medios sobre ignimbritas,
que constituyen, por otro lado,
las litologías más frecuentes (el 40% de las
unidades se encuentran sobre esta litología),
mientras los altos lo hacen sobre fonolitas
y materiales detríticos. La explicación
a estos datos puede encontrarse en la
diferente permeabilidad del roquedo. Desde
este punto de vista, las coladas fonolíticas
resultan masivas y de impermeabilidad
más acusada que las ignimbritas. Ello originaría
un horizonte de saturación sobre
las mismas, tal vez responsable del mayor
número de deslizamientos. Por su parte,
los materiales detríticos, como ya se ha demostrado
en otros estudios (Romero et al,
1994), son fácilmente deleznables, viéndose
afectados por procesos de erosión de
mayor envergadura.
220 Lidia Esther Romero Martín / Purificación Ruiz Flaño / Luis Hernández Calvento
Figura 3. Número de unidades según el grado de deterioro y la litología.
Por lo que respecta al lugar de la ladera
(figura 4), ésta parece mostrarse determinante
en el caso de los deterioros bajos,
que se agrupan de forma anómala en las laderas
inferiores. Para interpretar este hecho,
es necesario tener en cuenta, sin embargo,
el enorme peso final que, debido al
número de efectivos, van a tener las unidades
localizadas en la desembocadura del
barranco, donde éste es más estrecho y los
bancales se localizan en el mismo fondo. El
resto de los deterioros aparece en todo tipo
de laderas, sin que pueda hablarse, en
ningún caso, de preferencias.
Esta misma explicación puede atribuirse
a otros parámetros como la forma de la
ladera o la exposición de las vertientes. Así,
la elevada presencia de bancales en áreas
cóncavas (el 56% de las unidades) hace que
sean éstas las que concentren el mayor número
de efectivos de todos los tipos de deterioro,
ocurriendo lo mismo con las exposiciones
norte. Por lo que refiere a la altitud,
tampoco resulta ser un elemento
influyente en el deterioro, aunque del simple
análisis de los datos puede concluirse
que los muros mejor conservados se concentran
en el intervalo altitudinal por debajo
de los 100 m y que los más deteriorados
lo están entre los 400 y los 500 m.
Por lo que respecta a los parámetros antrópicos,
son el uso y la edad transcurrida
desde el abandono los que contribuyen a
explicar en mayor medida el deterioro de
las unidades. Como puede apreciarse en la
figura 5, la mayor aportación a los deterioros
bajos procede de los campos que todavía
permanecen en cultivo, aunque una
proporción de los abandonos recientes
también presenta este mismo estado de
conservación. Los deterioros medios se
concentran en los abandonos recientes y
los altos lo hacen en los abandonos medios.
Parece, confirmarse, por tanto, que hay una
gradación de la escala de deterioro controlada
por la edad de abandono. Sin embargo,
hay un hecho que resulta esclarecedor
del papel que hoy juegan los campos de
cultivo en la economía insular y es que incluso
dentro de los cultivados se presentan
unidades con una marcada degradación. Se
pone así de manifiesto una idea que ya se
apuntó en trabajos anteriores (Romero et al,
1994; Romero et al, 1997) como es la desvinculación
actual entre conservación y explotación,
debido a que la agricultura no
representa hoy sino un aporte económico
adicional.
El espacio de bancales en el tramo inferior de la cuenca del Guiniguada: características... 221
Figura 4. Número de unidades según el grado de deterioro y el lugar de la ladera.
Finalmente, hemos contemplado también
el tipo de mampostería dentro de las
variables antrópicas. La bibliografía pone de
manifiesto que existen estrechas vinculaciones
entre la conservación de los muros y las
características constructivas de los mismos,
lo que nos ha llevado a contemplar esta variable
como una de las que podrían ejercer
más influencia. Sin embargo, los resultados
obtenidos no han confirmado este hecho debido
al elevado número de unidades (79%)
en las que domina la mampostería ordinaria
y de rajuela, lo que elimina cualquier tipo
de conclusión a este respecto.
Por último, cabe añadir a la degradación
ambiental de estas unidades de bancales,
la pérdida de calidad visual o estética
por motivos bien distintos a los señalados.
En este último caso la proximidad a
los barrios marginales de la capital insular,
junto a la propia actividad agrícola son la
causa del la lamentable situación en la que
se encuentra un buen número de unidades
de bancales. Los impactos paisajísticos derivados
directamente de la actividad agraria
son: sorribas abandonadas, cortavientos
ejecutados con materiales de escasa calidad
(fotografía nº 3 inferior), invernaderos de
plataneras, acumulaciones de desechos de
granjas (fotografía nº 3 centro) y construcciones
de escasa calidad.
Además esta vecindad a núcleos urbanos
marginales, desde donde se les considera
como solares donde almacenar todo
tipo de desechos urbanos (basuras domésticas,
escombros, coches, chatarras, etc.)
(fotografía nº 3 superior), y las edificaciones
de escasa calidad constructiva, que las
rodean contribuyen a la merma de la calidad
paisajística de las mismas.
222 Lidia Esther Romero Martín / Purificación Ruiz Flaño / Luis Hernández Calvento
Figura 4. Número de unidades según el grado de deterioro y el lugar de la ladera.
El espacio de bancales en el tramo inferior de la cuenca del Guiniguada: características... 223
Fotografía 3. Impactos ocasionados en los bancales del Guiniguada.
5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Las páginas precedentes nos han permitido
conocer más profundamente las
principales características ecoantrópicas y
el estado actual del espacio de cultivo en
bancales del tramo inferior de la cuenca del
Guiniguada. Del análisis realizado se desprende
la preferencia por la utilización de
las laderas cóncavas, exposiciones norte y
sur y sectores inferiores de las vertientes
para la ubicación de los bancales. Casi el
60% de las unidades se encuentran abandonadas
y una parte importante lo ha sido
con posterioridad a 1996.
Finalmente, en el 27% de las unidades
los muros se encuentran muy desmantelados.
No existen tendencias claras que expliquen
la contribución de los diferentes
parámetros en el deterioro de las unidades
de bancales. Algunos como la pendiente, el
lugar de la ladera o la edad de abandono
parecen hacerlo en mayor medida, pero su
grado de significación se encuentra controlado,
en buena medida, por el número de
efectivos o unidades existentes en cada uno
de los intervalos de los parámetros considerados.
Estos datos, sin embargo, reflejan
la realidad total del área de estudio por
cuanto se consideran todas las unidades
detectadas en la cuenca. Los resultados parecen
apuntar que las pendientes superiores
a los 15º, las altitudes entre los 400 y los
500 m y los abandonos producidos hace
unos 20 años concentran las peores condiciones
de cara al mantenimiento de los
bancales.
En cualquier caso, hay un dato que resulta
esclarecedor del futuro de estos espacios:
casi la mitad de las unidades presentan
un deterioro medio o alto en sus muros,
lo que da cuenta del olvido al que han
estado sometidas estas estructuras. Y es
que, a pesar de que la sociedad actual valora,
patrocina y promueve los estudios relacionados
con la protección y posibilidades
de explotación de las terrazas de cultivo,
carece de herramientas políticas y
administrativas que obliguen a poner en
práctica las ideas que surgen de estos estudios.
En el ámbito político, la consideración
de estos espacios singulares en las distintas
facetas de la planificación y gestión
territorial se caracteriza por ser marginal,
colateral o de total omisión. Así, la legislación
canaria no considera explícitamente
los paisajes abancalados como espacios
susceptibles de protección, ordenación o
restauración. Sirva de ejemplo ilustrativo el
Inventario de Bienes Inmuebles de Interés
Etnográfico de la isla de Gran Canaria
(Carta Etnográfica). Esta carta, que es un
documento básico para la tramitación de
los planes generales de ordenación urbana
y para la elaboración de acciones concretas
de gestión orientadas a la protección del
patrimonio etnográfico, contempla el inventario
de elementos relacionados con la
agricultura (molinos, eras, hornos, lagares
e ingenios) y de conjuntos de interés etnográfico
(explotaciones singulares, fincas,
poblados) en los que pueden aparecer bancales,
pero éstos no son inventariados como
tales. Por otro lado, en la base de datos
que acompaña a este inventario, los bancales
aparecen mencionados con diferentes
denominaciones, sin un criterio diferenciador
que permita su tratamiento específico,
como sí sucede con el resto de elementos
inventariados y cartografiados. Por último,
en el Plan de Desarrollo Rural de las medianías
y cumbre de Gran Canaria destaca
el hecho de que tan sólo dos municipios, de
los veintiuno existentes en la isla, presentan
propuestas de conservación y restauración
de bancales y muros agrícolas.
En cambio, en el Plan de Medianías de
la isla de La Gomera, se reconocen las vertientes
abancaladas como uno de los rasgos
más sobresalientes del paisaje insular, que
rivaliza en belleza y singularidad con otros
patrimonios naturales. Por tal motivo, desde
el Gobierno autónomo canario se ha potenciado
la impartición de cursos sobre
cantería y recuperación de bancales y senderos,
al tiempo que se han efectuado una
224 Lidia Esther Romero Martín / Purificación Ruiz Flaño / Luis Hernández Calvento
serie de reconstrucción de paredes de bancales.
Desde el punto de vista metodológico,
el análisis se ha realizado considerando el
concepto de unidad de paisaje, adaptándolo
al de «unidad de bancales». Si bien metodológicamente
su aplicación resulta un
acierto, por cuanto facilita la toma de datos
del inventario y la obtención del diagnóstico
posterior, no se ha manifestado
igual de eficaz en otros aspectos, ya que representa
una simplificación, excesivamente
importante, en la consideración de algunos
datos, especialmente de los referidos al
estado de conservación de los muros de los
bancales.
El espacio de bancales en el tramo inferior de la cuenca del Guiniguada: características... 225
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