EL PÓSITO DE FUERTEVENTURA EN SU PRIMERA
CENTURIA DE ACTUACIÓN
GERMÁN SANTANA PÉREZ
VEGUETA, Número 7, 2003 – ISSN: 1133-598X 103
Resumen: El pósito de Fuerteventura
fue fundado en 1599. Durante sus primeros
100 años tuvo que superar numerosos
problemas debidos a las malas cosechas
y a la mala gestión. Sin embargo,
pudo ayudar al abastecimiento de los
campesinos, proporcionándoles cereal en
épocas de penuria. Su organización se
debió a la propia participación de los vecinos
de la isla.
Palabras clave: Cereal, Fuerteventura,
pósito, malas cosechas, panaderas,
hambruna.
Abstract: The «posito» of Fuerteventura
was established in 1599.During its
first 100 years it had to overcome many
difficulties due to bad crops and bad administration.
However, it helped farmers
supplying them with cereal in times of
need. The organization in the «posito»
was carried by the local people.
Key-words: Cereal, Fuerteventura,
«posito», bad crops, bakers, farmers.
Fuerteventura estuvo expuesta desde
siempre al peligro del hambre, de la miseria
y de la emigración. Una economía rural
tradicional, las características propias de
ser un territorio de señorío y el hecho insular
agravaban esta situación. Sus pobladores
desarrollaron diversos medios para
paliar los condicionantes del clima; entre
ellos se hallaba el pósito.
La información sobre esta institución
en la isla es relativamente abundante durante
el siglo XVII. Ésta es especialmente
valiosa si tenemos en cuenta además el
mal estado de conservación de las fuentes
notariales para la misma centuria. Además,
también nos hemos podido beneficiar
para este estudio de la existencia de los
acuerdos de su cabildo, recogidos por Roldán
Verdejo (ROLDÁN VERDEJO, 1966).
Aunque el funcionamiento de los pósitos
obedecía a las necesidades de los grupos
populares, los que impulsaban su creación
eran siempre los «hombres principales
de la localidad». En Castilla su origen
es de principios del siglo XV (BALLESTEROS
DÍEZ, 1986: 13-14), si bien en Canarias
se crean desde el XVI. El de Fuerteventura
no fue una excepción, y se inserta dentro
de una red de pósitos a nivel regional y estatal
(SANTANA PÉREZ, 2002). Su fundación
en 1599 (ROLDÁN, 1968) es supervisada
por Gonzalo de Saavedra, señor de
Fuerteventura y Lanzarote y capitán general
de ella. También participaron en ella la
justicia y regimiento, los oficiales de la guerra,
el vicario, el beneficiado, el comisario
del Santo Oficio y los vecinos y hombres
principales de Fuerteventura. La razón por
la que se crea es clara «por la mucha necesidad
que está la isla de Fuerteventura» y
«para el remedio de la pobreza y necesidad
de ella», en el que cada vecino diese lo que
pudiese. La organización y gobierno del
pósito sería la misma que la del de Telde en
Gran Canaria. En la carta de constitución
intervinieron 189 personas dando diversas
cantidades de trigo, cebada y dinero1.
En las cuentas de esta alhóndiga durante
el siglo XVII figuran entre los 100 y
los 200 vecinos a los que se reparten grano
anualmente. Este número aunque considerable
no representaba tan siquiera a la mitad
de los vecinos de la isla. Si tenemos en
cuenta que el padrón general del obispado
de Canarias de 1688 atribuye a la isla 3.912
personas (ARBELO CURBELO, 1990: 42),
los vecinos a los que afectaba de forma directa
el reparto del pósito estaría alrededor
del 25%. Debemos recordar que el pósito
no era exactamente una organización caritativa,
sino de carácter asistencial para momentos
coyunturales de malas cosechas y
escasez de grano, no servía a todos los vecinos
sino a los que eran capaces de hacer
funcionar su mecanismo.
Los acuerdos del pósito eran pregonados
entre el vecindario, sobre todo en los
principales núcleos productores de cereal
de la isla, para que todos estuviesen informados.
Es decir, que es una institución participativa
en actuación, democrática en algunas
de sus decisiones y de carácter general
en cuanto a la información.
104 Germán Santana Pérez
Los administradores del pósito se nombraban
en ayuntamiento, generalmente en
el mes de enero o febrero, al menos hasta
1649 en que pasarán a nombrarse desde octubre,
con la presencia del alcalde mayor o
el juez ordinario de Fuerteventura y de los
antiguos administradores. Los nombrados
eran cuatro y siempre vecinos de Fuerteventura,
de la información de la que disponemos
aparecen vecinos de El Time, Tetir,
Antigua, Trequivijate, Santa Inés, Agua
de Bueyes, Ampuyenta, Otro Valle, El Espinal,
Pájara, La Oliva, La Matilla y Vega
de Río Palmas, además de Betancuria. Se
les nombraba por un periodo de un año, tal
y como estipulaban las reales cédulas (PÉ-
REZ BARRIOS, Ulpiano, 1986: 37). Tras el
nombramiento se les notificaba oficialmente
su elección. Si durante el periodo de actuación
se moría alguno de ellos el mismo
juez ordinario nombraba rápidamente a su
sustituto2. Fue muy raro que repitiera alguno
de ellos en el cargo, y lo mismo sucedió
con los depositarios. Los administradores
siempre estaban presentes en los
acuerdos del pósito, aunque se podían tomar
los acuerdos si alguno de ellos estaba
ausente.
El depositario era nombrado en las mismas
fechas que los administradores. Eran
también vecinos de Fuerteventura y sabemos
que algunos de ellos eran de Trequivijate,
Casillas, Agua de Bueyes, Ampuyenta,
Casares, Los Valles, Santa Inés, Antigua,
Tetir, Betancuria y La Oliva. También
en esos meses se pedía cuentas al antiguo
depositario, que también era nombrado
por un año, y se nombraba al nuevo, que
daba fianza de cuenta «compago» de lo
que se le entregase. Era función del depositario
el asistir a la entrega del trigo tanto
a los vecinos como a las panaderas, si no
ocurría así eran los mismos vecinos los que
se quejaban3. También cobrar lo prestado,
por eso cada año debían dar cuentas de su
gestión a los nuevos depositarios, aunque
el pósito les notificaba que tuviesen reguladas
sus cuentas unos días antes de que se
acabase el plazo.
El cobro de las deudas no era siempre
fácil, a veces por desidia o simplemente
porque el año era malo, pero lo cierto es
que abundaron los incumplimientos en las
cuentas de los depositarios4. Precisamente
estos impagos, unidos a la mala gestión
fueron la causa de la decadencia general de
estas instituciones en Castilla (BRAVO LOZANO,
1999: 372).
Tanto los administradores como los depositarios
debían aceptar el nombramiento
con un juramento, dando fianza de su obligación.
La responsabilidad del cargo era
grande y eso explica que en algún caso no
se aceptase el nombramiento cuya consecuencia
para el que renunciaba era ser llevado
preso y pagar una multa. Si el depositario
no aceptaba, los administradores
nombraban a otro candidato y caso de no
haber acuerdo entre ellos se acudía al arbitrio
del juez ordinario de la isla5. Hacia
1649 el licenciado don José de Luna y Peralta,
abogado de los reales consejos y juez
de residencia y ordinario de Fuerteventura
realizó una reforma en el funcionamiento
del pósito, insistiendo en separar las cuentas
del pósito de los acuerdos tomados por
los administradores en diferentes libros.
También reajustó el periodo de elección de
los administradores y depositarios que pasó
del mes de enero-febrero al de octubre.
Estos cargos eran incompatibles con otros
de carácter público, y así en noviembre de
1659, tras es nombramiento como administrador
de Francisco de Cabrera, se revoca
porque era guarda y estanquero de Casillas,
para que no hubiese omisión en la administración6;
no sería la única incompatibilidad.
Los cargos de administradores y depositarios
fueron ocupados por campesinos
cuyo nivel cultural era bajo, muchos de
ellos eran analfabetos, no sabían siquiera
firmar. También sabemos que algunos de
ellos eran artesanos como Alonso García,
maestro de zapatero, que en noviembre de
El pósito de Fuerteventura en su primera centuria de actuación 105
1662 fue nombrado con ese cargo7. Tan sólo
un depositario tiene un cargo, y es el de
alférez en 1662.
Otra figura era la de comprador del trigo
del pósito. Era una persona de confianza
nombrada por el pósito que se encargaba
de comprar el trigo entre los campesinos
con el dinero del pósito. Debía comprar el
trigo, tras entregarle el depositario el dinero,
a los campesinos que eran de confianza
del comprador, para que entregasen el trigo
en el plazo previsto y no venderlo a
aquéllos que debían alguna cantidad atrasada
al pósito. Cualquier cantidad que faltase
de trigo sería cubierta por el propio
comprador. A veces es un administrador,
con la ayuda del depositario, quien es
mandado a comprar el trigo entre los campesinos,
al precio de la tasa, solicitando entre
ellos una o dos fanegas, y obteniéndolo
gracias al dinero del pósito, quien corría
con los gastos de los acarretos y los gastos
ordinarios. En otras ocasiones simplemente
se hacía un llamamiento a los campesinos
para que llevasen el cereal a la panera,
corriendo el pósito con los gastos del transporte.
Cuando se compraba cereal fuera de
la isla, una persona nombrada por el cabildo
iba al puerto a recibirlo, pagando el flete
del maestre y registrándolo (SANTANA
PÉREZ, 2000: 99).
La actuación de los pósitos se resume
en el reparto de cereal directamente a los
vecinos, o bien en entregarlo a las panaderas
para que lo convirtiesen en pan y fuera
vendido por las vendederas, o bien mandarlo
vender el trigo directamente entre los
vecinos para reponer dinero en efectivo.
Fue norma de los oficiales del pósito el inspeccionar
periódicamente el cereal para
comprobar el estado de conservación. El
depositario era el que velaba por el buen
cuidado del grano y avisaba a los administradores
para que decidieran sobre su
reparto tras una reunión de inspección. Estas
visitas se solían realizar sobre todo en
los primeros meses del año, cuando la cosecha
del año anterior empezaba a deteriorarse
y cuando se agudizaba también la necesidad
de alimento. Para la visita se reunían
los administradores del pósito junto
con el alcalde mayor de Fuerteventura y el
escribano. Los oficiales del pósito iban
acompañados por campesinos del lugar
que les asesoraban sobre la calidad del grano.
Si se veía que el cereal estaba comenzando
a perderse, se optaba por repartirlo
entre los vecinos. Dependiendo del estado
del cereal se repartía todo o sólo una parte,
en teoría entre más tiempo se pudiese
tener guardado el cereal, mejor. En los sucesivos
repartimientos se primaba a los que
no les había tocado nada en los primeros y
siempre que no tuviesen deudas pasadas
contraídas con el pósito. Cuando las reservas
de trigo eran abundantes y la cosecha
parecía que iba a ser buena se repartía más
fanegas de trigo a aquellos vecinos que dispusieran
de más caudal, para asegurarse
así el cobro del cereal con la nueva cosecha
y no poner en un apuro a los más desfavorecidos.
Aunque los repartos del cereal
se hacen generalmente en Betancuria, sabemos
que también se distribuyó en Antigua
y en Tetir.
Las personas a quienes les era repartido
el grano estaban obligadas a realizar escritura
ante el escribano, teniendo fiadores,
que se comprometiesen a restablecer lo que
se les adelantaba. En general se devolvía
una vez que se recogiese la cosecha, entre
los meses de junio y agosto, generalmente
por el mes de agosto a partir de 1649, cuando
el cereal era abundante y no habían tantas
dificultades para reponer lo que se había
demandado.
Además del principal, los campesinos
debían devolver un pequeño interés que
contribuiría a reponer las reservas del pósito
al año siguiente, es decir que no era
un interés con carácter lucrativo sino que
estaba destinado a contribuir a la mejora
de la calidad de vida a los que se repartía
grano. El interés era de un almud en cada
fanega, aunque en noviembre de 1660 se
solicitaron dos8, probablemente porque
106 Germán Santana Pérez
había necesidad de reponer las existencias
agotadas con la mala cosecha del año anterior.
El cereal debía ser entregado en la panera
del pósito por cuenta de quienes lo
habían pedido, si no se disponía de cereal
se tenía que reembolsar en dinero al precio
al que lo había entregado el pósito, en general
a 14 reales a mediados del siglo XVII.
Si los campesinos no se llevaban el grano
asignado lo debían pagar igualmente. Alguna
vez se leyó en ayuntamiento peticiones
de vecinos que reclamaban que se les
prolongase el plazo de devolución de las
deudas contraídas por la cortedad de la isla,
pero éstas fueros desoídas9. Finalmente
cuando los vecinos eran muy pobres se les
tuvo que ampliar por unos cuantos meses
la fecha de devolución, de hecho algunos
vecinos llegaron a estar en prisión por no
poder pagar, ya que ni los fiadores tenían
capacidad para ello10.
Cuando había trigo suficiente, el reparto
del cereal entre los vecinos que no tenían
deudas era obligatorio, y si no lo querían
llevar tenían que pagar su correspondiente
valor en dinero en el mismo tiempo
que se cobraban las demás deudas11.
El reparto del cereal se hacía entre aquellos
que no tenían deudas pendientes, para
así asegurarse el retorno del pan o de su
valor. Las cantidades repartidas por cada
vecino suelen ser pequeñas, lo normal entre
media fanega y fanega y media, era raro
cuando se repartían más de dos fanegas
por vecino. Cuando el pósito manda repartir
el grano lo habitual era un reparto de
entre las 100 y las 200 fanegas al mismo
tiempo, mientras que si lo da para amasar
suelen entregarse entre las 25 y las 50 fanegas.
La mayor parte de las personas a las
que se repartía cereal eran hombres, las
mujeres cuando adquieren esa responsabilidad
suelen ser viudas. En 1650 el pósito
tenía guardadas hasta 450 fanegas, que
creemos era el límite de su capacidad.
Si sobraba cereal el pósito tenía apercibidas
a unas panaderas para que convirtiesen
el cereal en pan cocido que tenían
luego que entregar a las vendederas que se
nombrasen. Se calculaba la ganancia sacando
media fanega de la alhondiga para
que una mujer de confianza lo amasase, sacando
el costo de hacerlo y viendo qué cantidad
quedaba líquida, echando en cada
pan de a cuarto 9 onzas en masa, quedando
en 8 cocidos; en otras ocasiones el peso
era menor por ejemplo de 8 onzas en masa
y 6´5 onzas cocido, en función de la cantidad
de trigo disponible y de la calidad
del mismo. El beneficio en esa media fanega
solía estar próximo a los 10 reales y por
tanto próximo a los 20 reales en cada fanega,
de ahí se bajaban los gastos procedentes
de la molienda, los de vendaje, los de
la leña y por el trabajo de amasar. Con lo
que quedaba, que solía ser unos 13 a 14 reales,
se calculaba el dinero que debían entregar
las panaderas en cada fanega que el
pósito les diese12. El pósito nombraba a las
panaderas que iban a amasar el pan y en
islas como Gran Canaria debían marcarlo
con señales para facilitar su pertenencia y
que no se confundiese con el de otros (LOBO
CABRERA, 1994: 25). El pan cocido debía
estar bien amasado, siendo de media libra
y las panaderas encargadas no podían
amasar otro trigo que no fuese el del pósito
(bajo una pena de 6 ducados aplicados
al caudal del pósito), durante el periodo establecido,
lo mismo que el que vendían las
vendederas13. La ganancia de las vendederas
era de 1 real en cada fanega que se vendía
siendo el resto para el pósito, las vendederas
debían entregar el dinero al depositario.
Con la venta de pan a través de las
vendederas, el pósito obtenía dinero con el
que afrontar sus gastos y poder comprar
más cereal para el año siguiente. El dinero
era entregado al depositario, que lo guardaba
hasta que tuviese cierta cantidad, por
lo general entre los 200 y 300 reales, para
encerrarlo luego en el arca de las tres llaves,
dando aviso antes a los administradores.
Otra fórmula para obtener dinero era
la de vender el trigo directamente a parti-
El pósito de Fuerteventura en su primera centuria de actuación 107
culares, pero siempre que estuviesen cubiertas
las necesidades de la comunidad14.
Si el año era bueno, y el pósito disponía
de dinero sobrante se ordenaba comprar
trigo entre los campesinos aprovechando
los bajos precios, de hecho es el pósito el
que manda comprar el trigo a un determinado
precio. Este trigo se compraba en
aquéllas zonas de mayor producción, por
lo general en las tierras próximas a Antigua.
Por ejemplo, el pósito ordenó en abril
de 1640 que como había llegado el tiempo
de comenzar a segar, se empleasen 1.920
reales y 7 cuartos en comprar trigo a los labradores
que lo quisiesen vender, pagándoles
a 10 reales la fanega, para lo que
nombró a Matías López, vecino de la vega
de Antigua, donde se recogía la mayor parte
del pan, por comprador del trigo15.
Cuando el año era esteril, y debido a los
recelos de los campesinos para reponer el
pan que se había prestado previamente,
porque ello minaba su propia supervivencia,
si sobraba trigo el pósito podía ordenar
que se vendiese al mejor precio para obtener
dinero y reponer así las reservas antes
de que el cereal se perdiese. Así ocurre en
un acuerdo de junio de 163916. La utilidad
del pósito en época de crisis era clave para
la política alimentaria del cabildo de
Fuerteventura (SUÁREZ GRIMÓN, 1989:
783-784).
Los fondos de dinero fluctuaban a lo
largo del año, la capacidad de liquidez
también. Como ya apuntó Roberto Roldán
el caudal rondaban entre los 2.000. y 4.000
reales (ROLDÁN, 1968: 29). Obviamente se
disponía de mayor cantidad de moneda
cuando se cobraban las deudas, y de menos
cuando ya se había pasado el invierno
y la primavera, gastado lo que se requería
en la compra de grano y todavía no se había
empezado a cobrar las deudas. El caudal
del pósito variaba según el momento y
las necesidades. Se guardaba en el arca de
tres llaves, y sabemos que estaba constituido
en momentos puntuales por miles de reales,
puesto que en abril de 1652 se sacaron
2.700 para emplear en la compra de trigo
en Gran Canaria17.
Las cosechas en el siglo XVII fueron
además bastante irregulares en comparación
con el siglo siguiente (HERNÁNDEZRUBIO
CISNEROS, 1991: 77). Cuando se
acababan las reservas de cereal era también
necesario comprar cereal con el caudal del
pósito. La crisis fue especialmente significativa
en los años de 1651 y 1652, cuando
se mando a buscar cereal en Lanzarote para
comprarlo. Este cereal resultaba más caro
que el producido en Fuerteventura, ya
que los costes del transporte eran mayores,
además que su valor ascendía al entregarse
en un periodo de carestía18. También se
mandó a buscar grano a Gran Canaria, entregándose
el dinero en esta ocasión a un
regidor de la isla, dándose recibo del dinero
que se entregaba por cuenta y riesgo de
los administradores. Como vemos, el procedimiento
para buscar cereal a otra isla
consistía primero en la aprobación del pósito
para sacar dinero del arca de tres llaves,
que se entregaba al depositario, éste se
lo daba a un regidor de la isla para que lo
fuese a buscar, no sin antes dar carta de recibo.
El grano que se lograba conseguir se
daba a las panaderas para que lo convirtiesen
en pan, pero en años de crisis el pan
se hacía con un menor peso, el pan de a
cuarto a 7 onzas en masa y 6 cocidas. El cobro
de las deudas era especialmente difícil
en esos momentos, cuando muchos de los
vecinos habían emigrado a otras islas para
intentar mejorar su suerte, y los que quedaban
tampoco poseían grano, por eso se
hacía lo posible para que los vecinos pagasen
al menos en dinero al precio de la tasa.
Un acuerdo del cabildo de la isla podía
ordenar que se sacase dinero del caudal del
pósito para una urgencia en el abastecimiento
como pagar el flete de una embarcación
que había llegado con 100 fanegas
de trigo y 50 de cebada a Fuerteventura para
el abasto de la república, por orden del
Capitán General en 166219. Sin embargo, el
dinero sacado tenía que devolverse en un
108 Germán Santana Pérez
plazo de tiempo, para lo que se hacía un recibo
ante el escribano. Debemos señalar
que parte del caudal del pósito era de moneda
de vellón por lo que se hacía necesario
reducirla a plata cada vez que se sacaba
del arca de tres llaves y se quería comprar
trigo en el exterior de la isla o pagar
cualquier otro gasto, ya que era la moneda
que se demandaba.
También eran momentos difíciles para
el pósito los años de epidemia, ya que al
morir mucha de su población y huir una
gran parte a otras islas, había dificultades
para repartir el cereal entre los vecinos o
recuperar las deudas en los plazos previstos20.
Además, los que primero huían eran
los que más posibilidades económicas tenían,
por lo que el reparto se tenían que hacer
entre la gente pobre, que eran los que
tenían más dificultades para reponerlo21.
Los pósitos velaron en ocasiones por el
buen abastecimiento isleño, protestando
cuando se sacaba cereal de la isla sin que
existiese pan suficiente para la población o
para que se pudiese comprar trigo para el
pósito22. Como otras instituciones acudían
entonces a los puertos para poder ratear el
cereal que podían en los barcos, que los
iban a transportar a las islas centrales.
Cuando pasaba el año de mala cosecha
se tenían que cobrar las deudas, las cuales
a veces se dilataban en pagar hasta que se
regularizase la situación, había que dejar
algo más de tiempo para que los campesinos
se recuperasen.
El cereal entregado se destinaba habitualmente
para el consumo personal, como
comida, pero también es repartido para poder
sembrar, sobre todo en momentos en
los que se está saliendo de una mala cosecha
y los campesinos no tienen tan siquiera
grano para cultivarlo nuevamente.
En algunas ocasiones los propios campesinos
solicitaban en sesión del pósito el
cereal para poder sembrar como ocurre el
19 de enero de 1641 cuando Salvador Gopar,
Bartolomé de Armas, Juan de Soto, Miguel
Fernández y Melchor Martín Alonso,
vecinos de Fuerteventura solicitaron trigo
para acabar de sembrar sus simientes, el
pósito acordó, porque confiaba que se cogería
mucho pan ese año, dar 12 fanegas al
primero, 3 fanegas al segundo, 2 fanegas al
tercero, 1 fanega al cuarto y 4 fanegas al
quinta, si bien antes tenían que dar fianzas
que lo pagarían con sus creces23.
Las causas más comunes de deterioro
del grano era el que estuviese caliente, comido
por gorgojos. La langosta estuvo
también presente entre las preocupaciones
de los vecinos, no porque se comiese el pan
guardado en la panera sino porque afectaba
negativamente a las cosechas y podía
llegar a provocar hambre y a la disponibilidad
de cereal en las paneras.
El pósito de Fuerteventura estaba ubicado
en su capital, Betancuria. En abril de
1639 se utilizaba como panera para albergar
el grano del pósito el sobrado de los
herederos de la Señorina González en Betancuria.
Fueron varias las instalaciones de
la panera. La abundancia de las instalaciones
que fueron utilizadas como pósito se
debe a que muchas de ellas no tenían las
características necesarias para guardar cereal
al ser casas particulares utilizadas para
tal fin24, o a que no tenían capacidad suficiente
para todo el trigo guardado25. Eran
construcciones endebles como el sobrado
alquilado al regidor Melchor Hernández
Chagueda, al que en enero de 1641 se le cae
el techo de paja, por lo que es necesario alquilar
otra casa y trasladar con urgencia el
trigo antes de que se mojase26. El alquiler
de las casas del pósito suponía de gastos
más de 100 reales anuales. El que se utilizasen
casas particulares que no guardaban
buenas condiciones para el almacenamiento
repercutía negativamente en la capacidad
del pósito, ya que allí el trigo se estropeaba
antes y no aguantaba hasta las épocas
de mayor necesidad, repartiéndose
entre los vecinos cuando no era tan necesario.
Hacia 1651 hubo intentos de fabricar
una casa que sirviese de alhóndiga, valorándose
su coste en 200 ducados, en la par-
El pósito de Fuerteventura en su primera centuria de actuación 109
te más fresca de Betancuria. El proyecto se
presentó ante los señores de la Real Audiencia
para que mandasen sacar el dinero
necesario para la fábrica27. Sin embargo, su
construcción no debió prosperar inmediatamente
ya que sabemos que en agosto de
1655 se continúa alquilándo para depositar
el trigo la lonja del señor Francisco de Morales
Mateo, por un alquiler de 8 reales al
mes28. No obstante, se volvió a insistir en la
fabricación o en la compra de un edificio
en noviembre de 1657, por lo que se acordó
se diese cuentas de nuevo a los señores
de la Real Audiencia29. En los años siguientes
se continuó albergando el cereal en casa
de particulares. En agosto de 1663 se ordenó
que parte de las deudas de cereal que
los vecinos debían devolver, en concreto
hasta 150 fanegas, se pusiesen en un pajero
en la vega de Antigua, por ser la medianía
de la isla, para que allí se conservase
para el tiempo de mayor necesidad. El
resto del trigo se colocaría como habitualmente
había sucedido en la villa de Betancuria,
para que cada vez que hubiese necesidad
fuese amasado, en concreto los vecinos
de la parte de Ayose acudirían con su
trigo al pajero de Antigua y los de Guise a
la alhóndiga de Betancuria30. Los dueños
de las casas debían hacer mejoras con el
objeto de conservar en mejores condiciones
el cereal, máxime si tenemos en cuenta que
se trataba de edificios que en principio no
habían sido creados para ese uso31.
El problema de la construcción del pósito
se volvió a plantear en 1667, cuando el
pósito decidió en septiembre de ese año
que se llevase el trigo a la casa del capitán
Nicolás Méndez en Antigua, por no haberse
hallado casa suficiente para entrar el trigo
en Betancuria. Se pensaba que era ilógico
que desde 1600 se hubiese gastado
más de 6.000 reales en alquiler de casas
particulares, cantidad más que suficiente
para construir dos o tres alhóndigas. La solución
llegaba a través del señor don Fernando
Arias y Saavedra, capitán aguerra
de Fuerteventura y señor de Lanzarote,
que había comprado un sitio para casas del
cabildo y cansel para que se fabricase la alhóndiga,
pudiéndose encerrar en ella 400
fanegas de trigo, por lo que el pósito ordenó
que se sacasen 1.000 reales de su caudal
para contribuir a su fabricación32. Sin embargo,
no creemos que se culminase con
esa obra pues en diciembre de 1678 se afirmaba
que el trigo estaba en una lonja que
era corta, y no había otra casa para ello33,
estando caliente el trigo y lleno de gorgojo
por la mala calidad de la casa.
Otro de los gastos era hacer frente a los
honorarios del escribano que recogía los
acuerdos del pósito, entre los 45 y los 80
reales anuales. A estos se añadían gastos
menores como la compra de candado para
el arca de tres llaves. Los libros del pósito
debían en teoría estar ordenados y ser
claros, recogiéndose de forma independiente
los acuerdos de los administradores
del pósito. No obstante, en ciertas épocas
hubo algo de desorden, mezclándose los
escritos de los administradores con otras
cuentas34.
En octubre de 1676 se ordenó que el depositario
mandase hacer una cerradura para
la caja del dinero del pósito y un candado
para las armillas del medio, teniendo
una llave la justicia, otra los administradores
y otra el escribano de la junta35.
Los derechos de los jueces de residencia
que inspeccionaban periodicamente las
cuentas se llevaban entre los 150 y los 230
reales del caudal del pósito. Esta situación
había provocado las quejas ante la Audiencia
del personero general de Fuerteventura
Pedro de Cabrera de Umpiérrez,
quien se quejaba que los administradores,
que no tenían premio ni interés alguno,
eran además multados, aunque no tuviesen
cargo alguno con 10 y 12 reales. Finalmente
el tribunal dictaminó en julio de
1675 que los jueces de residencia no los visitasen
ni hiciesen cargo, ni molestasen a
los oficiales del pósito36.
Desde el pósito se emplazaba constantemente
al depositario para cobrar las deu-
110 Germán Santana Pérez
das, tanto las nuevas como las antiguas, sobre
todo por el mes de mayo y de junio,
que era cuando la nueva cosecha se estaba
recogiendo y, por tanto, había una mayor
disponibilidad de los campesinos para pagar.
De cualquier manera, el tiempo de cobrar
las deudas se prolongaba a lo largo de
todo el año.
Salvo en algunos momentos como en el
de su fundación, el pósito solicitaba siempre
trigo para que los campesinos devolviesen
lo que adeudaban. Por tanto, el cereal
que se consume es el trigo, ocasionalmente
también se alberga cebada, aunque
cuando ocurre así es porque se ha traído de
fuera de la isla37. Lo mismo ocurre con el
millo, que se trae de Gran Canaria.
A pesar de que el pósito tenía como
función esencial garantizar el abastecimiento
de grano de los vecinos, también se
le atribuyeron otras que si bien estaban en
relación con la comunidad no tenían que
ver con el alimento. Al igual que sucedía
con otros pósitos de las islas, el de Fuerteventura
debía guardar pólvora y mecha necesaria
para la defensa en caso de urgencia38.
Estos pertrechos eran enviados desde
Tenerife.
El precio del trigo que se repartía o que
se compraba fue bastante estable a lo largo
de todo el periodo, a 14 reales, que era el
de la tasa. Sólo en momentos de crisis y
cuando se trata de cereal que llega de fuera
de Fuerteventura el valor rondaba los 18
reales.
El pósito de Fuerteventura a pesar de
vivir casi siempre al día y no poder progresar
en su capacidad sobrevivió bastante
dignamente durante su primera centuria,
cumpliendo su primordial objetivo, paliar
en parte las penurias de los campesinos
que cumplían con sus responsabilidades
ante él. En una descripción de la isla de
Fuerteventura en 1772 se afirmaba que se
tenía noticia que había existido un pósito,
pero que había fenecido, aunque se ignoraba
la razón y se consideraba lo importantísimmo
que era su reestablecimiento39.
El pósito de Fuerteventura en su primera centuria de actuación 111
NOTAS
1 A.G.I.F., Cuentas del pósito 1599-1641, fols.
7 r.-10 v.
2 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681. Fol.
46 v. En mayo de 1662 el juez ordinario nombró
como administrador a Miguel de Cabrera,
vº de Pájara, por haber muerto Juan Diepa
Farfán.
3 A.G.I.F., Cuentas del pósito 1599-1641, fol.
201 v. Así le ocurre al depositario Francisco
Hernández Espíndola en abril de 1639. Si no
asistía debía pagar 600 maravedís para el
caudal del pósito.
4 A.G.I.F., Cuentas del pósito 1599-1641, fol.
208 r. El 22 de febrero de 1640 se tomó cuenta
de los bienes del pósito a Francisco Hernández
Espíndola, depositario del año anterior,
siendo alcanzado en 153 fs. de trigo en
ser y 1.920 rs. y 7 cuartos, y que tras haberle
citado no lo había entregado, por lo que
se le emplazó para entregarlo al nuevo depositario
en un plazo de dos días y de no hacerlo
se procedería contra él.
5 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fols.
4 v.-5r. En octubre de 1649 Manuel Silvera,
que había sido nombrado depositario no
aceptó su cargo, por lo que se hallaba preso
y obligado a pagar una multa de 10 ducados
que había satisfecho en 11 fanegas de trigo a
precio de 10 reales. Entonces se nombró como
nuevo depositario a Baltasar de los Reyes,
pero el administrador Andrés Martín de
Brito no estuvo de acuerdo por lo que nombró
a Melchor Gopar Rota como depositario.
Finalmente el juez ordinario Rodrigo de la
Vega Betancor nombró como depositario al
Baltasar de los Reyes.
6 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
36 r.v. Se nombra en su lugar a Lorenzo Hernández
Zapatero, vº de la Ampuyenta.
7 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
49 r.v.
8 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fols.
43 r.-44 r.
9 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fols.
85 v.-87 r. Así ocurre en septiembre de 1676.
10 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fols.
87 r.-88 v.
11 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
34 r.-35 r.
12 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
7 v. En febrero de 1650 el pósito entregó a
María de Candelaria media fanega de trigo
para que lo hiciese moler y convirtiese en
pan, teniendo cada uno 9 onzas en masa y 8
cocidas, sacando todos los costos. De esta
media fanega resultaron 9 reales y 5 cuartos,
que eran 19 reales y 2 cuartos en cada fanega,
de los que se derivó de costos 2´5 reales
de la molienda, a razón de 1 cuarto cada medio
almud de molienda, 0´5 real de vendaje
en cada 14 reales, 10 cuartos de leña y 2 reales
en el trabajo de amasar cada fanega de
trigo, por lo que al principal se habían de bajar
los costos de 6 reales y 2 cuartos, por lo
que quedaban 13 reales, que eran los que las
panaderas entregarían al depositario por cada
fanega que se les entregaba.
13 A.G.I.F., Cuentas del pósito 1599-1641, fols.
198 v.-199 v.
14 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681. En
febrero de 1650 se tomó el acuerdo de repartir
entre los vecinos 200 fs., amasar 60 fanegas
entre las panaderas para que fuesen
vendidas por las vendederas y que se publicase
si alguna persona quería comprar 150
fs. de trigo con que no se bajase de los 14 reales
conforme a la tasa.
15 A.G.I.F., Cuentas del pósito 1599-1641, fol.
209 r.
16 A.G.I.F., Cuentas del pósito 1599-1641, fol.
202 v.
17 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
16 r.
18 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
15 r.v. En diciembre de 1651 las panaderas a
las que se les había dado grano procedente
de Lanzarote tenían que devolver al pósito
21´5 rs. en cada fanega por haber arriesgado
su caudal en la isla vecina. A las panaderas
les correspondía 3 rs. de molienda, 1 rs. de
leña y 1´5 rs. de vendaje en cada fanega.
19 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fols.
47 v.-48 v.
20 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
80 v. En agosto de 1674 el pósito afirmaba
que muchas personas a las que se les había
repartido cereal habían fallecido por la enfermedad
que había sacudido a la isla, y
otros se habían ausentado, por lo que había
poca vecindad. Se decía que habían muerto
más de 200 vecinos, en fol. 82 r.
21 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fols.
81 v.-82 r. En diciembre de 1674 se dijo que
en 1673 se habían repartido 400 fs. de trigo,
siendo necesario hacer un segundo repartimiento
a los mismos vecinos que se habían
llevado el primero, que su número no había
llegado a 300, y la mayor parte de ellos eran
pobres con gran perjuicio del caudal ya que
no se habían podido cobrar 60 por su mucha
pobreza.
22 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
40 r.v. Así ocurre con el ayuntamiento de julio
de 1660 cuando se saca dinero del arca de
tres llaves para comprar pan entre los campesinos
pero no lo hallan porque se estaba
embarcando y llevando para fuera de la isla,
por lo que sus vecinos se estaban quejando.
23 A.G.I.F., Cuentas del pósito 1599-1641, fol.
214 r.
24 A.H.P.L.P., LORENZO HERNÁNDEZ, Pedro,
leg. 2.997, año 1665, Fuerteventura, fol.
roto. En enero de 1665 el capitán don Juan
Mateo Cabrera, vº de Fuerteventura, dio poder
para alquilar una casa que tenía en Betancuria
y que había servido como pósito, de
hecho todavía albergaba algún trigo, la cual
necesitaba algunas reparaciones.
25 A.G.I.F., Cuentas del pósito 1599-1641, fols.
210 v.-211 r. En septiembre de 1640 el pósito
dijo que por no hallar otra casa que la de
Agustina de Vera, en que se reunía la junta,
pero en ella no se podía juntar todo el trigo
que vendían los vecinos, por lo que se había
concertado con el capitán Melchor Hernández
Chagueda para que les diese el sobrado
que tenía en la villa de Betancuria, por ser
suficiente para acomodar el grano y palearlo
cuando era necesario, alquilándolo a 10 rs.
cada mes, por ello mandaban que todo el trigo
que estaba en la casa de Agustina de Vera
se pasase al sobrado.
112 Germán Santana Pérez
26 A.G.I.F., Cuentas del pósito 1599-1641, fols.
212 v.-213 r. Se manda alquilar el entresuelo
que pertenecía a Francisco Guédez y otros
herederos.
27 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fols.
14 v.-15 r.
28 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
22 v.
29 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
30 r.
30 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fols.
53 v.-54 r.
31 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
65 r.v. En agosto de 1666 el pósito instaba al
alférez Bartolomé de Cejas que a costa de los
alquileres que se iban a pagar por su casa
arreglase las puertas que no tenían muy seguras
para meter el trigo.
32 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
69 r.v.
33 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fols.
97 v-98 r.
34 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
3 r. Así lo denuncia el 30 de septiembre de
1649 el licenciado don José de Luna y Peralta,
abogado de los reales concejos, juez de residencia
y ordinario de Fuerteventura, por lo
que instan a que no se mezclen los acuerdos
de los administradores con otros papeles.
35 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
90 r.v.
36 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fols.
1 r.-2 v.
37 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fols.
51 r.-52 r. En diciembre de 1652 se acuerda
repartir 80 fs. de cebada que había llegado
de Gran Canaria, para que los labradores
pudiesen sembrar.
38 A.G.I.F., Acuerdos del pósito 1649-1681, fol.
78 r. En abril de 1674, don Juan de Balboa
Mogrovejo, caballero de la orden de Santiago,
gobernador y capitán de Canarias y presidente
de la Real Audiencia, mandó desde
La Laguna al señor de Fuerteventura, don
Fernando Arias y Saavedra, que obligase a
las personas a cuyo cargo estaba el pósito para
que tuviesen 3 quintales de pólvora y la
cuerda que les pareciese competente para la
ocasión en que se debiese defender la isla.
39 Archivo de Acialcázar, Milicia (de la Q a la Z).
El pósito de Fuerteventura en su primera centuria de actuación 113
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114 Germán Santana Pérez