APROXIMACIÓN A LAS HACIENDAS ECLESIÁSTICAS

EN GRAN CANARIA: LAS PARROQUIAS RURALES

(1598-1621)

AUXILIADORA RODRÍGUEZ SUÁREZ

VEGUETA, Número 7, 2003 – ISSN: 1133-598X 89

Resumen: El estudio de los ingresos

parroquiales en este periodo a través de

las Visitas de Fábrica nos permitirá aproximarnos

a la economía de cada zona y

a la gestión realizada por los mayordomos

de las parroquias. Éstas contarán

con fuentes de financiación diversas y

diferentes según los casos, siendo centros

de especial importancia financiera a

través de la imposición de censos. También

debemos tener en cuenta el derecho

de exacción que tenía la Iglesia en este

periodo a través de la percepción de los

diezmos, que también vendrá representado

en las parroquias grancanarias. De

entre sus ingresos también debemos contar

con las limosnas, sepulturas, arrendamientos,

alquileres y otros ingresos

menores que se corresponden con ingresos

casuales y no fijos en cada parroquia,

ya que son resultado de las costumbres

específicas con las que se rige cada una.

Entre ellas pueden observarse diferencias

según fueran beneficios curados con

derecho a diezmos y curatos amovibles,

en muchos casos con dificultades para

ser servidos por clérigos debido a su pobreza.

Palabras clave: Parroquia, ingresos,

visitas de fábrica, clero, Iglesia.

Abstract: The aim of this essay is to

achieve the study of parochial economics

and the management leaded by its head

through the «visitas de fábrica». The incomings

are provided by several sources,

such as census, sepultures, etc.

which will be cause of differencies between

parishes.

Key-words: Parish, incomings, «visitas

de fábrica», clergy, Church.

La Iglesia como institución ha sido profusamente

estudiada en la historiografía

nacional, pero aún faltan estudios que desentrañen

el desarrollo de entidades de menor

jerarquía dentro de esta institución, como

ocurre en el caso de las parroquias. De

este modo, aún faltan por explotar exhaustivamente

las fuentes parroquiales en las

distintas diócesis que conformaban el territorio

de los reinos hispanos durante el

Antiguo Régimen, especialmente cuando

se trata de estudiar una institución que en

esta etapa de la Historia va a tener un peso

socioeconómico relevante. Este trabajo

pretende ser una aportación en esta línea

de estudio, empleando las fuentes parroquiales,

y para el tema que se trata de estudiar

los libros de visitas de fábrica nos

son de especial utilidad. La fábrica era el

conjunto de los ingresos y de los gastos que

generaba una iglesia en su conservación,

reparaciones, ornamentación, culto y salario

de servidores. Es decir, era la encargada

de la administración autóctona de los

bienes de la iglesia que servían para sostener

el culto a través de un mayordomo al

que se encomienda su gestión, que debía

ser controlada a través de las visitas pastorales

recogidas notarialmente y realizadas

por los visitadores, como delegados del poder

episcopal.

El Concilio de Trento había dispuesto

que las visitas pastorales de los prelados a

su diócesis fueran un instrumento para realizar

con mayor efectividad las medidas a

tomar en el periodo de la Contrarreforma.

Por eso nos hallamos con este instrumento

del control episcopal en las parroquias

grancanarias, que a su vez permitía controlar

mejor al clero que estaba bajo su jurisdicción

y sobre todo las rentas o patrimonio

que estaban bajo su cargo. Si bien estas

visitas permiten tener un mayor conocimiento

de los ingresos parroquiales, comprobado

en el estrecho control que la administración

pontificia ejercía en parroquias

como Agüimes, que estaba bajo su patronato

al ser señorío episcopal, no parece

existir ese control sobre las otras parroquias

rurales de la isla, con la consecuente desorganización

y pérdida de haciendas de algunas

de ellas. Esto era debido a que estas

visitas no se realizaban periódicamente

—año por año, como establecía el citado

Concilio—, sino de tarde en tarde a algunas

zonas como Moya y La Vega, que son las

parroquias que cuentan con menos ingresos.

Pero no serán éstos los únicos puntos

90 Auxiliadora Rodríguez Suárez

que se pueden tratar con esta fuente, dado

que también podemos extraer información

sobre los bienes o dotación patrimonial y

artística; la religiosidad de los parroquianos,

manifiesta a través de las limosnas; la

asistencia pastoral; entre otras cuestiones.

El estudio de los ingresos parroquiales

en este periodo nos permitirá acercarnos a

la economía y gestión de las parroquias.

Éstas contarán con fuentes de financiación

diversas y diferentes según los casos, pudiendo

hallar peculiaridades en algunas de

ellas. Se hallan diferencias de unas parroquias

frente a otras en función de las costumbres

de cada una; así como también podemos

diferenciar cada una de ellas en función

de su mayor o menor riqueza. Su

clasificación se ha establecido mediante la

tipología que aparece en las distintas partidas,

sacando tanto cantidades totales como

porcentajes, extraídos de las cuentas de

fábrica, para todo el periodo estudiado1.

Pueden observarse particularidades derivadas

de la situación de cada parroquia o

su tipología, como la diferencia entre beneficios

y curatos amovibles, o entre parroquias

que diezman y las que no tienen

ese derecho de exacción. También las observamos

por cuestiones geográficas, las

que fueran parroquias costeras, de medianías,

o del interior o zona de montaña.

Igualmente hay que tener en cuenta la climatología

que provocaría crisis de subsistencia

algunos años. También son variables

de consideración los tipos de cultivos en

cada zona, epidemias como la peste que

entre 1601-1604 asoló las islas y la langosta

de 1607, así como el ataque corsario a la

ciudad de Las Palmas del corsario holandés

Pieter Van der Doez2, porque su influencia

sobre estas comunidades aunque

difícil de precisar va a tener un papel importante

con toda probabilidad e incidieron

en la cuantía de sus ingresos. La gestión

de las parroquias muestran en algunos

casos la preocupación de los visitadores

por las propiedades de las iglesias ante

temporales u otras catástrofes. Uno de estos

ejemplos ocurría en 1602 en Guía ante

el desbordamiento de un barranco, por lo

cual se ordenaba que una casa terrera que

estaba anegada, que había sido de María

de León, ante el inminente riesgo de llevársela

el barranco, fuera aprovechada para

usar la teja, piedra y madera en la reparación

de otras casas de la iglesia3.

Cada fábrica parroquial contaba con

unos ingresos o rentas de procedencia fija,

especialmente las más ricas en tributos y

las que percibían diezmos, aunque el total

monetario fuese más o menos variable con

los años. De estos porcentajes se puede extraer

la desigual distribución de las riquezas,

medios y personal, no sólo entre la ciudad

y el campo sino también entre las mismas

zonas rurales. De este modo, hallamos

que la parroquia de Gáldar contaba en este

periodo con el servicio de un organista

y monaguillos, ya que su fábrica podía

mantenerlos pues su total líquido en este

periodo era de 568.527 maravedíes, frente

a parroquias como La Vega que contaba de

saldo 22.121 maravedíes (véase Cuadro 1).

La mala organización de las fábricas parroquiales

lleva a que el patrimonio de algunas

de ellas, especialmente las que mantenían

al clero no beneficial, se halle perdido

o desaparecido, aunque esta situación

también es observable en parroquias que

podemos considerar como ricas en función

de los ingresos que tenían, por ejemplo en

Gáldar. En este mismo periodo hallamos

parroquias como Moya donde se desconocía

la fecha exacta de las últimas cuentas

tomadas en el curato, dificultando el conocimiento

de su patrimonio a los visitadores,

que realizarían su primera visita en

1607. En 1607, se recomienda que se vea su

fundación para ver qué dejaron a la iglesia

para mantenerla4. A su vez este hecho coincide

con que los encargados de realizar la

gestión de la hacienda parroquial no supieran

escribir. Lo ideal era que supieran

hacerlo dado que debían asentar en sus libros

los deudores de los recudimientos del

diezmo con día, mes y año, y los de los ré-

Aproximación a las haciendas eclesiásticas en Gran Canaria: las parroquias rurales (1598-1621) 91

ditos de los demás bienes raíces, tributos y

sepulturas de la iglesia, e igualmente debían

apuntar en sus libros los gastos que se

hiciesen a cuenta de la iglesia5.

En la mayoría de pilas el resultado de

sus cuentas era favorable a la fábrica, debiendo

pagar la deuda los mayordomos,

aunque había casos como Arucas, donde la

fábrica debía pagar al mayordomo, seguramente

debido a los enormes gastos realizados

en la obra de la iglesia, con lo que en

parte la hacienda sería costeada por el mayordomo.

Sus saldos positivos en este periodo

serían de 42.789 maravedíes frente a

los 89.568 maravedíes que debía pagar la

fábrica a los mayordomos.

92 Auxiliadora Rodríguez Suárez

AGAETE (1596-1624) 203.579 6.868 210.447

AGÜIMES (1598-1624) 2.896.014 0 2.896.014

ARUCAS (1594-1625) 42.789 89.568 132.357

GÁLDAR (1599-1623) 558.525 10.002 568.527

GUÍA (1598-1621) 308.885 18.512 327.397

LA VEGA (1597-1621) 13.781 8.340 22.121

MOYA (1600-1628) 33.258 11.232 44.490

TEROR (1596-1622) 95.539 20.351 115.890

Fuente: Libros de Visitas de Fábrica. Elaboración propia.

CUADRO 1

Media de alcance líquido de parroquias rurales de Gran Canaria (1596-1628)

Parroquia Saldos positivos Saldos negativos Totales

Si atendemos a la tipología de sus ingresos

la mayor parte de éstos se percibían en

moneda y no en especie. Quedan fuera de

esta tipología los ingresos por obras pías y

misas, pues no constituyen materia relativa

a las fábricas parroquiales (véase Cuadro 2).

DEUDAS 6.150.724 45,494

TRIBUTOS 1.776.286 13,138

DIEZMOS 2.822.486 20,877

ARRENDAM. 458.288 3,389

ALQUILERES 37.200 0,275

MADERA 80.092 0,592

SEPULTURAS 355.285 2,627

LIMOSNAS 782.592 5,788

OBRAS 595.112 4,401

TRIGO 257.136 1,901

SAL 19.224 0,142

GANADO 1.986 0,014

OTROS 150.484 1,113

REDENCIÓN 32.670 0,241

Fuente: Libros de Visitas de Fábrica. Elaboración propia.

CUADRO 2

Ingresos de parroquias rurales de Gran Canaria (1596-1628)

Concepto Total

Maravedíes %

De estos ingresos, los que constituyen

las deudas son los de mayor cuantía, y han

de ser tomados como ingresos potenciales

dado el alto índice de las deudas no cobradas

que generaba la propia administración

parroquial. Ya fuera, tanto de alcances

líquidos sin cobrar de las cuentas tomadas

a los mayordomos del periodo de su gestión,

como de corridos de tributos y sepulturas

sin cobrar de anteriores gestiones,

que en total constituyen el 45,49%. Demuestra

en algunos casos la debilidad estructural

de la gestión en algunas de ellas,

al no poder distinguir con claridad, en los

autos de las visitas, los ingresos potenciales

de los efectivos o cobrados. Así sucedía

en la parroquia de Santiago de los Caballeros

de Gáldar, donde las deudas habían

acarreado dificultades en la administración

de los bienes y rentas de la fábrica, no

habiendo claridad en los papeles y haciendo

difícil el cobro de algunas de ellas. Desde

antes de 1599 se hallaban debiendo ciertos

corridos de un censo de Juan Antonio

de Soberanis de 92.000 maravedíes, y por

su causa existía incluso proceso ejecutivo

ante Francisco de Casares, con el embargo

de un esclavo y mandamiento de embargar

las sementeras de las tierras del tributo6.

Éstos no serían los únicos pleitos por cuestión

de deudas en los que se veía envuelto

el mayordomo representando los intereses

de la fábrica parroquial. En 1614 se habían

gastado 20 reales en los pleitos contra doña

Ángela de Betancor que debía corridos

de un tributo desde 16067. En 1619 el Licenciado

Pascual de Saldaña mandaba que

el mayordomo de la Iglesia resolviera los

dichos pleitos de las deudas debidas a la

fábrica y que se encargara de nombrar una

persona que acudiera a hacer las diligencias

necesarias a costa de la dicha iglesia a

la ciudad de Las Palmas8. Pero esta medida

resultó infructuosa dado que la hacienda

de la parroquia aún seguía acarreando

estas deudas en 1623, pues se alude que no

se entregaron recaudos ni había hacienda

de qué cobrar ni claridad en los papeles9.

Si bien esta parroquia de Gáldar era una de

las que más ingresos obtenía también era la

que mantenía más pleitos para el cobro de

ciertas deudas de alcances pasados de mayordomos

y de corridos de tributos o censos.

La política que en general se observa en

las distintas parroquias en torno a la gestión

de sus ingresos va a ser la imposición

de censos, especialmente en aquéllas donde

no existía el diezmo como ingreso principal;

aunque también podemos ver en parroquias

como Agüimes que los visitadores

marcarán esta directriz. De este modo, los

tributos resultarían ser los principales ingresos

efectivos de estas parroquias, siendo

el 13,13%, impuestos sobre agua, tierras

labradías, casas, casillas y cuevas. Esta política

estará presente en otras entidades

eclesiásticas de la época como el Monasterio

de la Concepción de Las Palmas10 o el

Cabildo Catedral al que acudían mercaderes,

artesanos urbanos y pequeños y medianos

campesinos propietarios de la isla

en demanda de crédito en los siglos XVI y

XVII11. A estos debemos añadir los censos

impuestos en las parroquias rurales de la

isla, en los que se ven representados también

algunos eclesiásticos, si exceptuamos

las parroquias del Sagrario, Telde y San

Bartolomé de Tirajana que no hemos estudiado

en este trabajo. Incluso en parroquias

consideradas pobres como Nuestra

Señora de Candelaria de Moya constituía

su principal ingreso con un 35,37%. En San

Sebastián de Agüimes, que constituía la parroquia

con más ingresos, el Dr. D. Diego

Vázquez Botello Romero en su cargo de visitador

exige, en 1621, que el mayordomo,

el cura Juan Gutierrez de Ávila, imponga

en el periodo de dos meses unas 400 doblas

de tributos seguros a favor de la iglesia so

pena de que si no lo hacía pagaría los réditos

de las dichas 400 doblas más los intereses12.

Esta forma de resolución de las

deudas sólo se verá reflejada en esta parroquia,

impuesta por orden expresa de los

visitadores, que en última instancia eran

Aproximación a las haciendas eclesiásticas en Gran Canaria: las parroquias rurales (1598-1621) 93

los gestores del patrimonio eclesiástico parroquial.

En Agüimes no había sido la primera

vez que se veía esta política, pues, en

1609, el Dr. Gaspar Rodríguez del Castillo

había mandado al mayordomo que en pago

de su alcance impusiera 250 doblas de

tributos sobre agua, tierras y bienes seguros13.

La importancia de la imposición de

tributos parece tener reflejo en todas las

parroquias ya que en todas ellas parecen

constituirse en uno de los ingresos fundamentales

para su sostenimiento. En la parroquia

de Santa María de Guía descubrimos

que son su principal ingreso con el

34,10%, motivo de sobra para que el Dr.

Gonzalo Hernández de Medina ordene en

1602:

Que el mayordomo haga diligencias para

que las casas y propiedades de la iglesia

no se alquilen ni arrienden sino que se den

a tributo de por vidas y para ello se pongan

papeles y procuren que obliguen otros bienes

al saneamiento pudiéndose hacer14.

Era responsabilidad del mayordomo el

decidir la política a seguir con el cultivo de

las tierras puestas a tributo, ya que se buscaba

que le dieran una mayor rentabilidad

a largo plazo. Así en Gáldar, el mayordomo,

que en 1606 era Miguel de Trejo Aguilar,

da a tributo tres suertes de tierras de

sequero por 23 doblas de a 500 maravedíes

de moneda de Canaria con la obligación de

plantar de «parral de buenos vidueños»

porque la sementera y cañas eran frutos

perecederos15. Este cambio de política en la

gestión de la hacienda parroquial coincidía

con las zonas tradicionales de cultivo del

azúcar, es decir las zonas bajas y costeras

de Las Palmas, Telde, Arucas, Guía y el caso

citado arriba de Gáldar. La razón se debía

a la mayor productividad y seguridad

que daba el cultivo de la vid, pues se tenían

cosechas anuales, exigía menos mano de

obra y no dependía tanto de la coyuntura

climática. Esto unido al comercio, especialmente

después del descubrimiento de

América, supuso la ampliación de los terrenos

dedicados a la vid, que convivirán

en armonía durante gran parte del siglo

XVI con la caña de azúcar16.

Así la parroquia se nos muestra como

una entidad financiera a través de los censos,

pero también como institución en la

cual influye la religiosidad de sus feligreses

en sus ingresos, de manera determinante

para algunas de ellas, a través de las

limosnas. Es decir, que otra vía de ingresos

para las parroquias era la derivada de la

práctica diaria de la función pastoral, con

los derechos adventicios, aunque en las fábricas

de las parroquias sólo encontremos

las limosnas. Las limosnas no representaban

uno de los ingresos fundamentales en

todas las parroquias, pero mantenían en

buena parte el culto en algunas de ellas.

Podemos distinguir las que se realizaban

en especie, que diferenciamos por estar dadas

en trigo con el 1,90% y las que se realizaban

en dineros o moneda que representaban

el 5,78% del total. Igualmente, no

podemos olvidar las dádivas que iban

orientadas a la construcción, reparación o

ampliación de los edificios con un 4,40%,

que en esta época estaban en proceso. Las

parroquias como Guía y Gáldar estaban reparándose

o bien necesitaban ampliar su

espacio debido a que el crecimiento de los

pueblos hacía que las iglesias quedaran pequeñas

para albergar a toda la feligresía.

De todas las parroquias en reparación en

este periodo, sólo en Guía, Teror y Arucas

aparecían cuentas de mayordomía aparte

de las ordinarias para la gestión de las limosnas

y gastos que requerían las obras.

Este ingreso resulta de cierta entidad si tenemos

en cuenta su total con respecto a

otros ingresos, pues sumaría más de la mitad

de los ingresos de la fábrica. Caso especial

sería el de Teror, pues su fábrica recibió

limosna de particulares seglares y clérigos,

además de instituciones como el Cabildo

Catedral, ya que su iglesia dependía de la

parroquia del Sagrario de la ciudad de Canaria.

En 1608 se había acordado, en el Cabildo

eclesiástico, tras ver el memorial del cu-

94 Auxiliadora Rodríguez Suárez

ra de Teror, el licenciado Pedro Márques,

dar de limosna 32 doblas, como ayuda para

edificar su iglesia17. Sin embargo, el caso

de la parroquia de Nuestra Señora del Pino

es una excepción pues hemos de tener

en cuenta la devoción particular que se tenía

a la Vírgen a la que se rogaba en épocas

de crisis, como ocurrió con la sequía de

1620, que coincidirá con dádivas entregadas

para la bajada de la imagen a la ciudad

de Canaria, que iría acompañada a su vez

de la de Santa Brígida, patrona de La Vega.

El deán, junto con el Cabildo eclesiástico,

había dado también para las necesidades

de la iglesia unos 50 ducados18, e igualmente

el obispo Don Antonio Corrionero,

junto con el deán y Cabildo, había donado

350 reales a la fábrica de Santa Brígida para

gastarse en telas para la ocasión. Estas limosnas

no sólo eran dadas en moneda sino

también en otros bienes de lujo, como

tocas, puños, andas, sayas, valonas, rosarios,

que se habían dado en toda la isla para

la Vírgen19.

En esta fuente de ingresos, junto con la

de las sepulturas, los curas de las parroquias

tenían la competencia de los religiosos,

lo cual generaba fricciones entre clero

secular y clero regular. No obstante, en

buena parte del periodo estaba justificado

que los segundos llevaran su parte de estos

ingresos, puesto que eran los encargados

de realizar el culto y servicio pastoral

en algunas parroquias como Agaete, Arucas,

Moya o La Vega. A causa de la pobreza

de los feligreses y las cortas rentas obtenidas,

era habitual que se nombraran

frailes para servir los curatos amovibles de

la isla. En 1600 el obispo D. Francisco Martínez

de Cenicero, recordaba en un acta del

Cabildo que las parroquias del campo estaban

vacantes y que las dejaran servir a

los frailes dominicos hasta que se encontraran

clérigos. Sin embargo, el provincial

de Santo Domingo mandó el 27 de noviembre

que los frailes volvieran en tres

días a sus conventos, creando esta situación

una emergencia al Cabildo que acordó

con el obispo que se incrementaran los

salarios de los curas y en la provisión de

todas las plazas20. Esta situación se daría

durante casi todo el siglo XVII, ya que en

la visita ad limina de D. Francisco Sánchez

de Villanueva y Vega de 1645 reitera que

los seculares competían con los regulares

por los frutos religiosos y la situación se

agravaba aún más porque los curas no podían

subsistir dignamente con las limosnas21.

Sin embargo, los religiosos lo negaban

afirmando que no se llevaban nada de

lo perteneciente al clero secular, ya que los

fieles libremente acudían a sepultar a los

difuntos en sus iglesias y hacían los testamentos

a su favor, bucando así en sus conventos

todo lo necesario para sus almas,

porque no les gravaban económicamente22.

En Firgas, feligresía de Arucas, eran los dominicos

los que competían con el clero secular

por los oficios religiosos y las limosnas.

El convento de San Juan de Ortega había

sido fundado el 18 de noviembre de

161323, y en la época del obispo D. Cristóbal

de la Cámara y Murga había tres religiosos

dominicos que oficiaban la misa y

enterraban a algunos feligreses. Para evitar

roces y ordenar la situación, el obispo advierte

a los curas de Arucas que los parroquianos

se debían bautizar y cumplir con

los sacramentos con su parroquia, a no ser

que éstos tuvieran licencia del cura, por no

ser justo que estas funciones se desempeñaran

en otra parte24.

Tradicionalmente se ha venido diciendo

que el diezmo era el principal ingreso de la

Iglesia en el Antiguo Régimen. En Canarias

el diezmo será uno de los ingresos con más

peso dentro de la economía parroquial,

aunque debemos sólo incluir en estos datos

las parroquias que aportaban estas

exacciones, Gáldar y Agaete, como beneficios

curados con derecho al terzuelo de fábrica,

y Agüimes, que recibía el noveno como

derecho asignado por el obispo sobre

su señorío eclesiástico. Igualmente, la parroquia

de Guía debía cobrar en teoría el

susodicho derecho para el mantenimiento

Aproximación a las haciendas eclesiásticas en Gran Canaria: las parroquias rurales (1598-1621) 95

del culto en su iglesia, pero al depender de

Gáldar como parroquia matriz y no especificarse

en su fundación era ésta la que se

llevaba ese ingreso. En las parroquias grancanarias

esta exacción significaba el

20,87%, teniendo un peso significativo en

el total de ingresos parroquiales, aunque

sólo para las parroquias que tuvieran ese

derecho para su fábrica. El diezmo era una

práctica inspirada en la costumbre judía de

pagar a sus levitas la décima parte de sus

ingresos, y fue una ofrenda inicialmente

volutaria dada al clero para los gastos de

culto divino, el mantenimiento de los curas,

el alivio de los pobres y las reparaciones

de las iglesias. Fue Cesáreo de Arlés

(502-542 d.C.) quien lo convierte en una

obligación25. Las sinodales canarias lo justifican

en tanto lo consideran una ley divina

y de la Iglesia, al ser una costumbre de

la tierra26.

Su percepción dependía de lo estipulado

en el beneficio, de lo que se recogiera en

especie en la jurisdicción de la parroquia,

con especificidades propias de cada zona,

remitiéndose las sinodales a la costumbre

de cada lugar. Debía pagarse en el término

donde estuviesen las tierras, aunque su

dueño viviera en otra localidad. El clero no

estaba excluído de su pago pues los eclesiásticos

debían pagar el diezmo de las heredades

de sus capellanías y patrimonios,

aunque si las tenían arrendadas o dadas a

censo eran sus renteros o censuatarios los

que debían pagar el diezmo27. En estas comunidades

rurales el soporte esencial del

abastecimiento de la población local provenía

de la producción de cereales, especialmente

trigo, cebada y centeno, constituyéndose

en el grueso del diezmo en la isla

en este periodo. Estos serían los diezmos

mayores o agrupados en las cuentas bajo el

nombre de «pan», aunque en la parroquia

de San Sebastián de Agüimes, que percibía

el noveno, no se incluye el centeno en el cobro

de sus diezmos. Los menudos o recudimientos

se recogían en dos pagas, la de

San Juan y la de Navidad, en la cantidad

correspondiente por los quesos, millos, parrales,

cabras, cabritos, higos, borregos,

miel, cera, lana, según cada parroquia, incluyendo

residuos y azúcares sólo en el caso

de las parroquias de Agaete y Gáldar,

tradicionalmente asociadas con el cultivo

de caña de azúcar. El diezmo era percibido

en especie para los cereales y en dinero el

resto de los productos, que eran rematados

en pública almoneda28. Su distribución resulta

compleja. De la resta del 8 o 10% para

los hacimientos quedarían nueve partes

o novenos, que se dividen a su vez en dos

novenas partes para las tercias reales, de lo

que quedan siete novenos que se dividen

en tres partes iguales. De estas tres partes,

dos tercios son para el alto clero, pero se

dividen a su vez en un tercio para el obispo

y la mesa episcopal y otro tercio para la

mesa del Cabildo Catedral, para sostener a

los capitulares. Del resto quedaría otro tercio,

que se divide a su vez en tres partes

iguales que se dejan para el culto, de las

cuales una sería para la fábrica Catedral,

otra para el beneficiado y una última sería

para la fábrica parroquial, el terzuelo. En el

periodo de 1596-1628, el terzuelo de fábrica

de las parroquias de Gáldar y Agaete

muestra uno de los ingresos fijos de mayor

importancia en el sostenimiento del servicio

religioso en estas zonas. En Agaete ascendió

a 334.276 maravedíes, siendo con el

41, 20% el ingreso más importante para esta

parroquia. Lo mismo sucede con la parroquia

de Gáldar, que llevaba también el

terzuelo de la fábrica de Guía, con 1.128.793

maravedíes, aunque las deudas en esta parroquia

—como hemos anticipado— eran

mucho más cuantiosas, por lo que el ingreso

decimal ocupa el segundo lugar con

un 32,86%. La cifra de la parroquia de

Agüimes es sensiblemente superior ya que

su percepción era el noveno de los diezmos

del señorío, con 1.359.417 maravedíes, siendo

el 24,52% de sus ingresos.

De menor importancia encontramos

otros ingresos percibidos en moneda, y

ocasionalmente en especie, como los arren-

96 Auxiliadora Rodríguez Suárez

damientos realizados sobre tierras labradías,

huerta con higueras o suertes de

agua, pero sólo constituyen el 3,38% del total.

A lo que debemos añadir los ingresos

por alquileres de cuevas o casas que muestran

tener un peso ínfimo en las cuentas,

con un 0,27%. De hecho, estas propiedades

de la Iglesia no rentaban todos los años y,

en ocasiones, se desconocía que formaran

parte del patrimonio de las iglesias, por lo

que resultaba difícil para los mayordomos,

y a su vez lo resulta para nosotros, conocer

todos los ingresos por estas rentas. Como

ejemplo, el caso de Guía donde aparece

una propiedad que rentaba a la parroquia

en 1608; era una casa terrera que estaba

junto al barranco que se alquilaba por 14

reales al año29. Esta medida de dar en alquiler

esta propiedad era contraria a previos

mandatos de los visitadores pues, en

1602, se había ordenado que todas las propiedades

de la iglesia se dieran a tributo y

esa era la política a que se orientaba la gestión

de la parroquia, como indica el número

de tributos que se hallan en esta pila.

Otras pilas, como la de Gáldar, contaban

con un mayor número de propiedades aunque

no se especifiquen sus medidas, sólo

conocemos sus linderos. Así la parroquia

de Gáldar contaba en este periodo con un

día y noche de agua, tierras y dos casas,

pero en 1614 estas propiedades, exceptuando

el agua, se hallaban perdidas, o

bien por su pobreza o porque las tierras se

hallaban robadas del agua y no se arrendaban.

En cuanto a los alquileres, la parroquia

contaba con la entrada de este ingreso

por dos casas, una de ellas la del «rey

canario», que estaba junto a la iglesia y que

tenía alquilada por 15 reales en 1619 el hijo

del sacristán Juan de Quintana, Gaspar

de Quintana, el cual vivió en esta casa hasta

que en 1616 se alquiló a su hijo. La Iglesia

de Moya poseía unas tierras, que serían

poco más o menos de una fanegada, en las

Veguetas, con hora y media de agua, que

constituían el 2,67% de sus ingresos. Sin

embargo, a partir de 1619, estuvieron sin

arrendarse, con lo que esto vino a empeorar

mucho más la situación paupérrima de

la fábrica para cubrir los gastos del culto y

el pago a los sacerdotes que en esos momentos

la servían. En Agaete, la fábrica

contaba con las tierras de Facaracas que se

arrendaba todos los años, recibiendo la

renta en especie y contando para la fábrica

según la tasa del trigo que le cupiere. Asimismo,

poseía tierras en el valle, y a su

vez, contaba con dos alquileres, una casa

terrera que lindaba con el Camino Real y

una cueva que en 1607 tenía alquilada el

padre franciscano fray Luis Forte por 12

reales. Éste atendía el servicio de la parroquia

por estas fechas, junto con otros religiosos

del convento de San Antonio de

Gáldar. En Arucas, la Iglesia poseía una

cueva que estaba bajo alquiler a 9 reales cada

año, en este caso se compartían los ingresos

para el aceite del Santísimo Sacramento.

Además, la parroquia poseía otras

tres cuevas dadas en alquiler y unas tierras

arredandas en 30 reales cada año, siendo la

mitad de los ingresos para el Santísimo Sacramento.

Sin embargo, en 1614, estas cuevas,

que poseía la iglesia, llevaban tiempo

sin ser arrendadas por estar maltratadas,

siendo dadas a dos vecinos para que las

arreglaran y arrendaran. En Agüimes los

arrendamientos que encontramos no son

exclusivamente de propiedades inmuebles

sino de media suerte de agua de la acequia

de Santa María, y dos suertes más que tenía

la iglesia en la acequia de Aguatona. En

especie la parroquia recibía la renta de las

tierras de la iglesia que en 1607 rentaron 28

reales de 2 fanegas de trigo. La forma habitual

de arrendar las tierras y agua era

pregonando los primeros tres días de fiesta

en la estación de la misa y dándolas en

remate a quien más diera por ellas, según

expreso mandato de los visitadores.

En cuanto a las aberturas y sepulturas

que constituyen un 2,62% de los ingresos,

los clérigos seculares que servían en las parroquias

se encontraban con la competencia

conventual, por lo que no constituían

Aproximación a las haciendas eclesiásticas en Gran Canaria: las parroquias rurales (1598-1621) 97

un ingreso significativo más que en una de

las parroquias de la isla, La Vega, donde

era el 52,85%. La mayor parte de sepulturas

que rentaban a la fábrica se hallaban en

el interior de los templos, pese a que algunas

parroquias, como Moya y Arucas, contaban

con cementerios en el exterior de las

iglesias. Este tipo de entierro en las iglesias

era algo generalizado en la Edad Moderna,

pese a que los distintos concilios instaran a

que se inhumara en los alrededores de los

templos. Los mayores atractivos de los entierros

en el recinto sacro eran la inviolabilidad

de las tumbas, un mayor recuerdo a

los familiares para que rogasen por el alma,

la extensión de la creencia según la cual sólo

resucitarían quienes hubiesen recibido

una sepultura conveniente, o la idea de que

la compañía de Dios podría comprarse mediante

un sepulcro en la iglesia30. Pero también

era un signo de distinción social y espiritual,

pues el tener una data de sepultura

en la iglesia era un honor. Era un

derecho que pertenecía al obispo, como se

especifica en Moya, en cuya iglesia pretendían

tener sepultura muchas personas sin

título del prelado, por lo que éste manda

que pagando la limosna conveniente, por

ser la iglesia muy pobre, se les haga gracia

y título31. Los derechos de sepulturas pertenecían

a la Iglesia, por lo que era ésta

quien dictaba las normas de su conservación,

tomando las medidas sanitarias adecuadas.

En 1608 se reitera en todas las parroquias

que se las hiciera ladrillar y las

ofrendaran cada dos años, y si no lo hacían

se perdía la sepultura32. En algunos casos,

la obtención de sepultura, especialmente

en las capillas mayores de las iglesias, era

una forma de reconocimiento por parte de

la comunidad a una familia, pues se valoraban

criterios de merecimiento social, y en

el caso de Martín Francisco fue una forma

de agradecer su colaboración con su hacienda

en la fabricación de la Iglesia de

Nuestra Señora del Pino de Teror, además

de la propia compra de la sepultura. En

1609 había pagado 80 reales por una sepultura

para él y sus sucesores33. Lo mismo

sucedió en la parroquia de Arucas en 1614,

dado que por su pobreza la iglesia no podría

pagar al mayordomo Pedro López, se

mandaba que se pagara una deuda que la

iglesia tenía de 100 reales con la ermita de

San Sebastián para quedar libre de ella.

Asimismo se le dio data al mayordomo y

sus herederos, un asiento y sepultura en el

arco, en la parte del Evangelio, en el interior

de la iglesia, en la capilla de Nuestra

Señora del Rosario, más otras dos sepulturas,

por las que había dado 100 y 40 reales

de limosna respectivamente, en el cuerpo

de la iglesia y en la capilla mayor, por todo

lo que éste había hecho por la iglesia34.

Junto con estos ingresos aparecen otros

que podemos considerar como particularidades

en cada una de ellas. La sal era una

de estas peculiaridades pues se recogía

arrendada a medias, y era aprovechada por

todos los vecinos de las salinas de Santiago

o de Nuestra Señora, siendo vendidas,

y no utilizadas para consumo de la iglesia

como se podía suponer en un principio.

Era fundamental para la conservación de

los alimentos y especialmente en las pesquerías

isleñas para la salazón del pescado.

Las salinas las encontramos en parroquias

costeras como Gáldar y Guía, aunque en

esta última parroquia se perdieron en

161935. El ganado de las apañadas o ganado

salvaje de Agaete representaba el 0,014% y

la madera de tea que era muy abundante

en Teror era el 0,59%. Bajo el concepto de

otros aparecen todos aquellos ingresos que

no se corresponden con las partidas pero

que generaron algún tipo de ingreso, como

la venta de la cal de Teror y Guía y la de

las tablas en Arucas con el 1,11%, e igualmente

la redención de un censo que aparece

en Agüimes con el 0,24%.

Entre las parroquias podemos distinguir

aquellas que se diferencian por el

montante y por la tipología de sus ingresos

que las diferenciará en función de parroquias

ricas o parroquias pobres. Pero también

debemos atender a las diferencias oca-

98 Auxiliadora Rodríguez Suárez

sionadas por su naturaleza jurídica y su

ubicación geográfica. De este estudio, se

deduce la costumbre localista de cada una

de ellas, dado que cada una se va a regir

por sus propias normas, refrendadas por

las sinodales de Cristóbal de la Cámara y

Murga, y, porque tendrán ingresos específicos

dependientes de la costumbre en cada

pila.

De todas ellas, la que se hallaba en mejor

situación era la parroquia de Agüimes,

que resultará favorecida al estar mejor administrada

y contar con el importante ingreso

del noveno del diezmo para su fábrica.

Su caso sólo podía ser equiparable a

la parroquia de Gáldar, aunque ésta venía

acarreando una mala gestión durante este

periodo, coincidiendo en parte con el periodo

de peste que asoló la isla entre 1601-

1606. Su cura y mayordomo, entre enero de

1599 hasta 8 de mayo de 1602, había sido

el Licenciado D. Juan de Figueredo Muxica,

que se encargaba de la asistencia espiritual

de los enfermos. Era uno de los tres

curas «de la peste» y se le había sometido

a cuarentena, ordenándosele explícitamente

su aislamiento, ya que se le indicó que

no acudiera a la Catedral para evitar el

contagio, pues sólo debía dedicarse exclusivamente

a la administración de los sacramentos

a los apestados36. Esta situación

presumiblemente habría perjudicado su

oficio de mayordomo de la parroquia. Su

riqueza procedía fundamentalmente de los

diezmos ya que también llevaba el diezmo

de la parroquia de Guía, para la cual su

principal fuente de ingresos procedía de

los tributos. Pese a esta situación, estas tres

parroquias se constituirían en las más ricas,

debido a que dos de ellas eran beneficios

curados y la primera era el curato del único

señorío eclesiástico de las islas. En las

parroquias restantes sus ingresos dependían

de la mayor o menor religiosidad de

sus feligreses, como sucede en Teror por la

devoción hacia la Vírgen del Pino, que revertirá

a la fábrica en forma de limosnas. El

caso de la parroquia de Agaete era sintomático

y claro ejemplo de que también los

beneficios tenían dificultades para ser servidos

debido a su pobreza, pese a que tuviera

derecho al diezmo, que aquí se constituye

en su fuente principal de ingresos.

En el siglo XVIII aparece mencionado en

las sinodales del obispo Dávila Cárdenas

como curato amovible debido a su corto

valor37. Al igual que la de Guía los tributos

son el principal ingreso de Arucas, con la

peculiaridad de que los ingresos por obras

casi se equiparan con los de los tributos.

Para La Vega la situación se muestra bastante

peculiar con respecto al resto de parroquias

pues son las sepulturas las que

mayor peso tienen en su fábrica. Por último,

será la parroquia de Moya la más pobre

de toda la isla, pues de su tributo procedían

sus ingresos principales, seguidos

de los de las sepulturas, aunque de su censo

se tuvo que dar los 30 reales al cura para

poder sustentarse, con el cargo de poner

la cera, vino y hostias para el servicio religioso38.

Aproximación a las haciendas eclesiásticas en Gran Canaria: las parroquias rurales (1598-1621) 99

1. Para dar las cifras se ha contado como unidad

el maravedí, y su conversión se ha realizado

tomando el ducado a 528, la dobla a

500, el real nuevo a 48 y el tostón a 144 maravedís.

Las abreviaturas empleadas en

cuanto a los archivos son: A(rchivo) H(istórico)

P(rovincial) de L(as) P(almas), A(rchivo)

P(arroquial) N(uestra) S(eñora) de la

C(oncepción) de A(gaete), A(rchivo) P(arroquial)

N(uestra) S(eñora) de C(andelaria) de

M(oya), A(rchivo) P(arroquial) N(uestra)

S(eñora) del P(ino) de T(eror), A(rchivo)

P(arroquial) de S(anta) B(rígida), A(rchivo)

P(arroquial) S(antiago) de los C(aballeros)

de G(áldar), A(rchivo) P(arroquial) S(an)

J(uan) B(autista) de A(rucas), A(rchivo)

P(arroquial) S(anta) M(aría) de G(uía),

A(rchivo) P(arroquial) S(an) S(ebastián) de

A(güimes).

2. QUINTANA ANDRÉS, Pedro C., (2001):

«Balance de una batalla: Las Palmas después

de 1599». Coloquio Internacional Canarias y el

Atlántico. 1580-1648. IV Centenario del ataque

de Van der Does a Las Palmas de Gran Canaria

(1999), Cabildo Insular de Gran Canaria, Las

Palmas de Gran Canaria, pp. 503-526.

3. APSMG. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

24r.

4. APNSCM. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

11v.

5. Constitvciones Sinodales del obispado de la Gran

Canaria, y sv Santa Iglesia con su primera fundación,

y traslación vidas sumarias de sus Obispos,

y breve relación de todas las siete Islas.

Compuestas y ordenadas por el Doctor don Cristóbal

de la Camara y Murga, Magistral de tres

iglesias, Badajoz, Murcia y la Sta. de Toledo Primada

de las Españas, y Obispos de dicho Obispado

dirigidas a la Catolica Magd. del Rey don

Felipe IIII nuestro Señor, Monarca y Emperador

de las Españas, Madrid, Viuda de Iuan Gonçalez,

1634, fols. 147v-148r.

6. APSCG. Libros de Visitas de Fábrica, foliación

borrosa.

7. APSCG. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

31v.

8. APSCG. Libros de Visitas de Fábrica, fol. 57r.

9. APSCG. Libros de Visitas de Fábrica, 2º cuaderno,

fol. 3v.

10. ALEMÁN RUIZ, Esteban, (2000): Inicios de la

clausura femenina en Gran Canaria: el Monasterio

de la Concepción, 1592-1634. Cabildo de

Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria,

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11. QUINTANA ANDRÉS, Pedro C., (1996): «La

venta a censo de inmuebles y el préstamo

monetario a interés: acercamiento a las rentas

del Cabildo Catedral de la diócesis de

Canarias entre 1500-1730». XI Coloquio de

Historia Canario Americana (1994), tomo I, Casa

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12. APSSA. Libros de Visitas de Fábrica, fols.

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13. APSSA. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

328v.

14. APSMG. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

24r.

15. AHPLP. Protocolos notariales. Legajo 2342,

fols. 199v-216r.

16. LOBO CABRERA, Manuel, (1993): El comercio

del vino entre Gran Canaria y las Indias en

el siglo XVI, Cabildo Insular de Gran Canaria,

Las Palmas de Gran Canaria, p. 22-26.

17. MILLARRES TORRES, Agustín: Extractos de

Actas del Cabildo de Canarias. 1515-1791. Joseph

de Viera y Clavijo. En la biblioteca del

Museo Canario.

18. APNSPT. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

167v.

19. APNSPT. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

167r.

20. SUÁREZ GRIMÓN, Vicente y QUINTANA

ANDRÉS, Pedro C., (2000): «Instituciones y

grupos de poder en Canarias en el siglo XVI:

Cabildo secular y eclesiástico». Felipe II, el

Atlántico y Canarias. XIII Coloquio de Historia

Canario-Americana. VII Congreso Internacional

de Historia de América. Cabildo de Gran Canaria,

Las Palmas de Gran Canaria, p. 296-

297.

21. SÁNCHEZ HERRERO, José, (1996): «La diócesis

de Canarias a través de las visitas ad limina.

Siglo XVII». XI Coloquio de Historia Canario

Americana (1994), tomo II, Casa de Colón,

Cabildo Insular de Gran Canaria, pp.

522-523.

22. SÁNCHEZ HERRERO, José, (1996): «La diócesis...

», op. cit., p. 523.

23. VIERA Y CLAVIJO, Joseph de (1982): Noti-

100 Auxiliadora Rodríguez Suárez

NOTAS

cias de la Historia General de las Islas Canarias,

8ª edición enriquecida con las variantes y correcciones

del autor, introducción y notas de

Alejandro Cioranescu, tomo II, Goya, Santa

Cruz de Tenerife, pp. 760-761.

24. Constitvciones Sinodales..., op. cit., fol. 340r.

25. CHRISTOPHE, Paul, (1995): Breve diccionario

de Historia de la Iglesia. Desclée de Brouwer,

Bilbao, p. 34.

26. Constitvciones Sinodales..., op. cit., fols. 228v-

229r.

27. Constitvciones Sinodales..., op. cit., fol. 229v.

28. MACÍAS HERNÁNDEZ, Antonio M., (1986):

«Fuentes para el estudio de la producción

agraria en las Islas Canarias: el diezmo en la

diócesis canariense (1480-1820)». Anuario de

Estudios Atlánticos, 32, Centro Superior de Investigaciones

Científicas, Patronato de la Casa

de Colón, Madrid-Las Palmas, pp. 269-

354.

29. APSMG. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

53v.

30. LORENZO PINAR, Francisco Javier, (1991):

Muerte y ritual en la Edad Moderna: El caso de

Zamora (1500-1800). Universidad de Salamanca,

Salamanca, pp. 202-204.

31. APNSCM. Libros de Visitas de Fábrica, fols.

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32. APSJBA. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

136r.

33. APNSPT. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

160r.

34. APSJBA. Libros de Visitas de Fábrica, fols.

141v-142r.

35. APSMG. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

76v.

36. En Acta del Cabildo Catedral de 11 de febrero

de 1600. ANAYA HERNÁNDEZ, Luis

Alberto: «La Peste de 1601-1606 en las Islas

Canarias». Revista de Historia de Canarias. Tomo

XXXVIII, Año 1984-1986. Homenaje al

Profesor Jose Peraza de Ayala. Vol. I. Nº 174.

Universidad de La Laguna, La Laguna, p.

186.

37. VIERA Y CLAVIJO, Joseph de, (1982): Noticias...,

op. cit., tomo II, p. 644.

38. APNSCM. Libros de Visitas de Fábrica, fol.

47v.

Aproximación a las haciendas eclesiásticas en Gran Canaria: las parroquias rurales (1598-1621) 101