VEGUETA, Número 6, 2001-2002 147
CONVENTOS FEMENINOS EN EL URBANISMO DE
CANARIAS (SIGLOS XVI-XIX)
Resumen: 1 «S monasterios femeninos
poseyeron una desigual presencia en
el arcliipic2lagn cana~iu, dddu que sOlo
hubo fundaciones en tres de la siete islas,
repdrtidos en nueve poblaciones, con
iin tntal de quince inmuebles hasta el siglo
XIX.
Las fundaciones más antiguas datan
del siglo X\'I, va que debe recordarse
que la incorporación de Canarias a la
Corona de Castilla se produjo a lo largu
de la centuria anterior. En cuanto a las
órdenes, las más numerosas fueron las
franciscanas (clarisas y concepcionistas)
con seis monasterios, a las que siguen las
dominica;; <; catalinjn. l,a , 1
2..
L I T l l l t L I C l d 3
con cuatro, cada una, mientras las agustinas
recoletas sOlo poseyeron uno.
La mayoría se pueden considwar iirbarios
« serniurbarios por el carácter de
la ciudad o villa donde se emplazan,
ocupando casi siempre las zonas más
céntricas. Esta misma posici6n en la trama
fue un factor decisivo en el momento
de la desamortización, cuyas medidas
provocaron ia ciesaparic16n de ia mayoría
de los edificios, pasando 10s s»lares
a ser ocupados por espacios libres (plasas
« j.trdines), edificios público:: dc
nueva planta (ayuntamientos, teatros) o
construcciones privadas. Sólo permanecen
abiertos en la actualidad las Catalinas
y Claras de La Laguna y las Concepcionistas
de Carachico, tod[i.; en Trnerife.
I'alabras clave: Conventos urbanos,
monacato, Órdmrs femeninas.
Summary: Female monasteries in the
urbanism of the Canary lslands (c.XiTJXIX)
The presence of nunneries in the Canary
Archipelago was uneven. The fifteen
buildings that appear up to the
Nineteenth Century are distributed in
only nine towns, and three of the seven
Islnnds.
The earliest foundations date back to
the Sixteenth Ceni~iiy, as Llie Cnri'tries
were conquered by the Crown of Castilla
urily ir1 the previous Century. The
"-F -rn~nr-~is-r.-.n. n 2r (C!arisas 2nd Cc>nc~ncionistas)",
with six monastcrics, \vas
the most numerous Order, followed by
"Dominicas or Catalinas", and the
"Berriardas" witli four each, and finally
the "Agustinas Recoletas" with only
one.
The majority can be considered urhan
or semi-urban , usually built in the
moqt central cites of cities or towns. This
very positioii within the urbaii iabric
turned out to be a decisive fact at the
time of the "Desamortización" (Sale of
Cliurcli Laiids), ds it rriearit the disappearance
of most of the buildings. Their
sites usually became either \7acant or
open public spaces such as Squares, or
else giving way to new public buildings
(Town I T a l l j , Thnii-es), u i piivoir üiies.
Only "Catalinas" aiid "Claras" ir1 La
Laguna, and "Concepcionistas" in
Garachico, both in Tcnwifr, rrmain PYL'liit.
Key-Words: Urban Monasteries,
Nunneries, Feinale Religious Orders.
A grandes rasgos, y en primer lugar, se
puede destacar el carácter tardío y ld escasa
presencia de monasterios femeninos en
Canarias, ya que de las siete islas sólo tres
poseyeron estas instituciones a lo largo de
trescientos aiios. Por el contrario, las Urdenes
masculinas estuvieron presentes en la
totalidad del archipiélago desde 1414, aunque
con un desigual reparto territorial en
veintiséis localidades.
11. CONVENTOS Y ÓRDENES
MONÁSTICAS FEMENINAS
Centrados en las instituciones femeninas,
éstas estuvieron emplazadas en nueve
poblaciones distintas, situadas en Tenerife,
Gran Canaria y La Palma. La isla más favorecida
fue la primera, ya que con sus
diez fundaciones, contrasta con las tres de
Gran Canaria y las dos de La Palma. Como
se puede apreciar, Tenerife concentró dos
tercios del número total, cuya cifra ascendió
a quince hasta el siglo XIX, cuando en
1835 se publica la orden de extinción de los
monasterios. La distribución por ciudades
Conventos fcmcninos en el urbanismo dc Canarias (siglos XVI-XIX) 149
tampoco coincidirá con la de las islas, ya
que Las Palmas de Gran Canaria, con tres,
será la que ocupe la primera posición, a la
que siguen 1.a I,aguna, La Orotava, Garachicv
(Terierife) y Carita Cruz de La Palma,
con dos, mientras en Icod de los Vinos,
Puerto de la Cruz, Los Realejos y Los Silos
(todas en Tenerife), se emplazaba uno en
cada una de ellas. Como se aprecia, sólo la
isla nivariense poseyó conventos femeninos
en distintas poblaciones, ya que en las
restantes que los tuvieron se localizaron exclusivamente
en las capitales.
L2c fl~ndacionems ás z n t i g~ads atan de!
siglo XVI, perteneciendo las dos primeras
a las Claras de La Laguna (1547) y Garacliico
(coiicliiido en 1590), mientras la tercera
corresponde a las Bernardas de Las
Palmds (1592). A lo largo del siglo XVII se
fundarán los demás, a excepción de las
agustinas recoletas de Los Rcalcjos que cntrarán
en la clausura en 1713. A partir de la
fecha no se crearán nuevos coriveiiius femeninos
hasta finales del siglo XIX. En una
clasificación cuantilativa, el primer puesto
lo ocuparian las franciscanas (clarisas o
concepcionistas) con seis monasterius, a Ids
que siguen las dominicas o catalinas con
cuatro y, finalmente, las agustinas recoletas
con sólo uno.
Estos cenobios podían estar exentos cn
la manzana o, por el contrario, compartiéndola
con otros edificios. Los que aparecen
con mayor nitidez dentro de la trama
de su ciudad son los laguneros, que se dibujan
con rotundidad en el plano. En planta,
los iiionasterios suelen presentar iglesias
rectangulares, de una sola nave, con
capilla mayor difcrenciada junto a la que se
desarrollan uno o varios patios en torno a
los cuales se distribuyen las crujías dc los
claustros. En el paisaje de la ciudad sobresalen
sus cubiertas de tejas árabes, los sobrios
muros con los postigos de las celdas,
las altas tapias y, particularmente, la espadaña
J J los _mirador~s-alirnprecsi e tradirihn
mudéjar (FRAGX GONZALEZ, 1977: 68-
69, 85-86).
111. EMPLAZAMIENTOS
No cs cxtraño quc Las Palmas, única cabecera
episcopal canaria de entonces, poseyera
el mayor número de monasterios,
seguida muy de cerca por La Laguna, ciudad
que fue durante tiempo la más poblada
de las islas. Ambos eran los núcleos más
cualificados de Canarias, con las funciones
territoriales más importantes, ya que además
de los respectivos cabildos insulares
tenían otras que alcanzaban a la totalidad
del archipiélago (LÓPEZ GARC~A, 1988:
3-8).
En líneas generales, la mayoría de los
monasterios se pueden considerar urbanos
o semiurbanos, ya que ese era el carácter
que prcscntaban las ciudades, villas y lugares
en cuyas tramas se levantaron. Casi
siempre coinciden con núcleos de fisonomía
concentrada, donde los inmuebles se
localizaban preferentemente en las zonas
más céntricas,, próximos a la iglesia parroquid
y plaza principal. En ese sentido, y en
relación a la malla urbana, se pueden establecer
cuatro categorías en los emplazamientos
de los conventos femeninos:
a. Posición ccnfral en plnza nznyor
En este caso, el monasterio está ubicado
en el centro de la ciudad, concretamente
en una de las plazas principales, recinto
que puede compartir con las instituciones
más importantes de la urbe. Así, las catalinas
dc La Laguna se localizan en la Plaza
del Adelantado, donde se levantaba el Cabildo
de Tenerife; las dominicas del Puerto
de la Cr117 frente a la iglesia parroquia1 de
Nuestra Señora de la Peña de Francia y las
bernardas de Icod de los Vinos junto a la
iglesia dc San Marcos.
b Posiciórz iiitcrior no central
Aunque emplazados en el tejido urbano,
lo hacen en zonas o barrios más populares,
tales como los conventos de Santa
Cru7 de 1 a Palma. que se levantaron en la
parte intermedia de la ciudad, donde poseían
sus plazuelas.
150 Juan Sebastiár~ Lópcz García
c. Posición en borde
Son los monasterios situados en los bordes
del entramado urbano o en las entradas
de las poblaciones; así el de clarisas de
Garachico estuvo situado durante algún
tiempo en ese punto de la villa.
d. Posición ~ x f r r n n
Esta categoria no fue frecuente entre los
femeninos y en ella se puede incluir el realejero
de agustinas, situado en las afueras
del núcleo parroquia1 de La Concepción.
En su entorno se aglutin6 un barrio que
precisamente tomó el nombre de San
Agustín.
IV. MONASTFRTOS
IV. 1. Gran Canaria
Lns Pnlnzns
1 as Palmas fue la ciudad canaria que
cuntU con mayor número de conventos en
SYI trama -,:rbnr.z. Caa c! anteceder,:? de !os
dos masculinos ya fundados en el siglo
XVI, el tercero que se instaló fue el de las
monjas beri-iardas, tomalido comu sede eri
1592 la existente ermita de Nuestra Señora
de la Concepcion, situada en el barrio de
Ti-lana (VIERA Y CT AVIIO, 1978 347 y 3411
BOSCII MILLARES, 1944. 2-7).
Tras el ataque de Van der Doez en 1599,
id ciuddci vive uri período de estancamiento
durante el siglo XV11, con pérdida de su
influencia política en el archipiélago y limitación
de sus funciones territoriales
(CÁCERES MORALES, 1980: 21). En este
ambiente adquiere un marcado carictcr
conventual cun tres nue\ds fundaciones,
como consecuei-icia de las cuales una cuarta
parte del espacio urbano estará ocupado
por monasterios, con sus huertas y fincas
interiores, condicionando el trazado y
desarrollo de la población (MARSIN
GALÁN, 1984: 114 y 115).
Salvo los agustinos (1664), los restantes
cvnventos seiscentistas son femeninos. El
primero de ellos es el dedicado a San Ildefonso,
de bernardas descalzas, y se fundó
cn 1643 en el barrio de Vegueta, dando
frente a las casas de la Inquisición. Dotado
por el obispo Cámara y Murga (VIERA Y
CLAVIJO, 1978: 11, 372), fue el más pequeíío
de la ciudad, tal como atestigua el plano
de Pedro Agustin del Castillo, en relación
a una de las cláusulas fundacionales
que no permitía un número de religiosas
superior a veinticuatro. Por su parte, las
clarisas fundaron en 1664 su monasterio de
San Bernardino de Siena en el barrio de
Triana (VIERA Y CLAVIJO, 1978: TI, 373.
P ~ R E ZHE RRERO, 1980: 412), cornpartiend
o rn i- ñniei- a con IQS frñncisc-in~s( PÉREZ
HERRERO, 1980: 420-426). Aunque en un
primer momento estuvo adosado por el
oeste a unas casas, posteriormcntc sc com
virtió en una manzana exenta, gracias a la
apertura de una calle que unió la antigud
Gotardo (actual Malteses) con la de Los Remedios
(MARSIN GALÁN, 1984: 110).
Si desde el punto de vista urbano, la no-
\. c&U I I& i~~~por tdrUieiie s igio XiX fue ia
expansión de la ciudad hacia el Puerto de
La Luz, motor de su dinamismo, tar-ribién
hay que destacar las tranformaciones internas
cualificadas que se operaron en los
terrenos que quedaron liberados por la política
desamortizadora (MARTÍN GALÁN,
1984: 128-129. GALANTE GÓMEZ, 1989:
61). Los solares de los conventos, y especiaimente
de los femeninos, x7an a posibilitar
una serie de rnodificacioncs en el trazado
de la ciudad histórica.
La acción desamortizadora supuso la
desaparición total de los monasterios femeninos.
Como se recordará, uno estaba situado
en el barrio de Vegueta y los dos restantes
en el de Triana. Precisamcntc scrk cn
este último barrio donde se localizarán las
mayores novcdadcs como consecuencia de
la demolición de los recintos. En concreto,
la destrucción del convento de San Bemardino
(clarisas) hará posible una de las intervenciones
urbanas mas destacadas dcl
siglo XIX: la Alameda CIX47) (MAL)[>/,
1845-1850: XII, 614-615. FRAGA GONZÁLEZ,
1980: 306-307. GALANTE GÓConventos
femeninos en el urbanismo de Canarias (siglos XVI-XIX) 151
MEZ, 1989: 64-66), la fábrica del antiguo
Teatro y la plus de Cairasco, centrada por
una fuente-mnnumentn que conmemoraba
al poeta (FRAGA GONZÁLEZ, 1980: 307-
313. GALANTE CÓMEZ, 1989: 66-67). Estc
sector quedará mejor integrado en la trama
de Las Palmas gracias a la apertura de
la calle Nucva y construcción del "Puente
de Verdugo", comunicando directamente
con la pla&i de Santa Ana, de tal forma que
unidas las dos plazas mas importantes
de los respectivos barrios que constituían
el centro de la ciudad (GALANTE
GOMGZ, 1989: 74-75. ALEMÁN HERNANDEZ,
1988: 31-40).
Por lo que respecta a los otros monasterios,
el 25 de Enero de1884 se demolió el
de Nuestra Señora de la Concepción (bernardas),
que desde 1836 había sido solicitado
al Ayuntamiento de Las Palmas para
dedicarlo a los leprosos (BOSCEI MILLARES,
7944: 12-1 3); allí se localizaría la plaaa
de San Bernardo. Con el aumento de importancia
del barrio de Triana, la iglesia de
la ConcepclOn se elevú a rango parroquia1
en 1849 con el título de San Bernardo, aunque
tambien desaparecerla poster~ormente
(GUIA DE LA DIOCESIS, 1977 64-65)
Tampoco subsistirá el monasterio de San
Ildefonso, cuyo solar fue ocupado por
edificaciones particulares, manteniéndose
su alineación en el teiido del barrio de
Vegueta.
IV. 2. La Palma
s f lnt l~C ruz de IU P~l 1 1 1 1~
Si en La Palma diirante el siglo XVI van
a predominar ias fundaciones mascuiirias
(franciscanos y dominicos), en siglo XVII
serán estrictamente femeninas. Las primeras
en instalarse son las clarisas, que lo hacen
en 1603 en la ermita de Santa Águeda,
permitiéndoseles en 1616 extender su convento
hacia la plazuela de Alarcón (VIERA
Y CLAVIJO, 1978: 11, 368. LOIZENZO
RODRÍCUEZ, 1975: 75). Por su parte, las
catalinas construyeron su casa en 1624, en
las inmediaciones del convento dominico
de San Miguel de las Victorias, con el que
compartía plaza, y su monasterio "prosperó
en rentas y edificio, ya por las doles y
ya por las diferentes celdas y cuartos que
aquellos caballeros han ido fabricando para
sus hijas." (VIERA Y CLAVIJO, 1978: 11,
369. LORENZO RODRÍGUEZ, 1975: 40
y 147).
Una vista anónima dieciochesca de la
ciudad permite apreciar como sobresalen
los diferentes cenobios en el caserío de la
parte alta de la urbe, ya que corno característica
general, todos los conventos se localizaron
en esa zona, que era más popular
y que precisamente adquiere mayor defiriicibn
gracias a estos recinto. Con la
desamortización, los centros femeninos corrieron
distinta suerte, así el de las dominicas
h e concedido al Ayuntamiento en
1842, reutilizándose comn cárcel, mientras
la iglesia y parte drl monasterio fueron demolidw
para comunicar la calle Virgen de
1 - T ..- A-- 1- A,, '2-m coh3*t;<., T. flnnctr,,;,.
L', ULLL L " L L A L , L.L "%>L. "LL,<...., .... J .-"','-. -.'
el Teatro Circo de Marte; finalmente desapareció
todo el conjunto (LORENZO
RODRIGUEZ, 1975: 40). Por su parte, el
convento de Santa Clara se dedicó a hospital
y casa de expósitos y actualmente sólo
se conserva la iglesia y la plaza, citada
en el siglo XIX como de Santa Águeda
(OLIVE, 1865: 1245).
IV.3. Tenerife
S o r i ruistcíhal d p 1.n Lagllrla
Desde el siglo XVI, San Cristóbal de La
Laguria que había sido fundada a finales
de l2 cPntr?ri,l2<n tericr ccme r 2 n i-t-n--l- de Tcnerife
(LÓPEZ GARCÍA, 1988: 7-8), se pufde
considerar una "ciudad conventual".
Los primeros en instalarse fueron los fran
ciscanos, seguidos por los agustinos y dominicos.
Con la creación de los dos monasterios
femeninos, la ciudad llegó a coritar
en su riúcleo con cinco recintos, lo que
la convierte en la segiinda de Canarias por
su número, aunque iguaiadd a la yrliiiera
(Las Palmas) si se le considera el Conven152
\zriln Sebastiári Lbpez Gnrcía
OUnvprsdad de a s Fanas d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri Memmi Dgta le Caniris 20'15
to de San Diego del Monte que estaba situado
en las afueras de la ciudad.
En la malla urbana Iaguneia, sobie cuya
regularidad tanto se ha especulado
(QUIRÓS LINARES, 1968: 298. KOlh DELGADO,
1988. 17-22), drslaciiriirt lus recintos
conventuales. Precisamente Ius femeninos
se van a localizar en la Villa de Abajo,
la ya1 Le iriiis reguldr de la ciudad, donde se
ubica la plam del Adelantado (la mayor)
que poseerá un carácter mixto concejilconventual
con la sede del cabildo y del
convento de Santa Catalina (LÓPEZ
GARCIA, 1992), razón Ssta última por la
que también se ie conocio por el nombre de
la monja de Siena (FRAGA GONZÁLEZ,
1973: 25). Muy cercano se levantó el convento
de las clarisas.
Las claras se instalaron a partir de 1545
y permanecieron durante treinta afios en el
convento de los kmciscanos, motivando
que la actual plaza de San Francisco (más
conocida como del Cristo) se denominara
entonces "campo de Santa Clara" (RUMEU
DE ARMAS, 1947-1950: 11, l p a r t c , 306). En
1577 las monjas se trasladaron a edificio
propio, a expensas de Olalla Fonte del Castillo,
viuda del regidor Juan Fiasco Nisardo,
fábrica que ardió en 1697 y que tras su
reconstrucción se abre de nuevo al culto en
1700 (FRAGA GOKZÁLEZ, 1977: 241 -242).
El monasterio de Santa Catalina de Siena,
a pesar de poseer antecedentes en el siglo
XVI, no se fundó hasta el aiio 1611, en
un solar que ocupaban las casas del adrlantado
Alonso Fernández de Lugo. Por
sucesivas adquisiciones fue incorporando
todas las construcciones de la manzana
(VIERA Y CLAVIJO, 1978: 11,368-369). Durante
el siglo XIX estos edificios no se vieron
afectados por la desamortización y en
la actualidad se conservan en activo.
F1 rápido crecimiento de Garachico desde
principios del siglo XVI fue posible gracias
al comercio que se hacía por su puerto.
Llegó a contar con cinco cenobios, tres
masculinos (franciscanos, 1524; dominicos,
1588, primero en San Pedro de Daute; y
agustinos, 1640) y dos femeninos.
Las primeras monjas que se instalaron
fueron las clarisas y su convento será el segundo
femenino de mayor antigüedad de
Canarias, fundado a solicitud de Alonso de
Ponte en 1590 (VIERA Y CLAVIJO, 1978:
201-202. TARQUIS RODRÍ~UEZ, 1974:
201-202). El edificio fue destruido junto con
el barrio de San Telmo y parte de la población
por los efectos del volcán de 1706, reconstruyéndose
en 1710 a la entrada de la
Villa (VIERA Y CLAVIJO, 1978: 11, 367.
CIORAKESCU, 1977: 17-18. VELÁZQUEZ
MÉNDEZ, 1987. TORRE CACERES, 1933:
235-237.). Por su parte, el monasterio de
San Pedro Apóstol y San Cristóbal (franciscanas)
tradicionalmente se ha tenido por
furidado en 1643, aunque Cioranescu cree
qiie data de 1637. Sus monjas pasaron a
conccpcionistas en 1681 (VIERA Y CLAVI-
10, 1978: 11, 372. GONZÁLEZ REGALADO,
1959. INCHAURBB, 1954. CIORAN
ESC U, 1977: 32-33).
Garachico, por el iiúmero de sus fundaciones
(cinco) también se puede considerar
una "villa conventual", produciéndose
una concentración de los mismos en
el ccntro de la localidad entre los siglos
XVII y XVIII, ya que algunos con anterioridad
habían tenido posición periférica. La
localidad entró en crisis durante el siglo
XTX, tal como atestigua la documentación
de la centuria: "Por todas partes se ven casas
abandonadas, grandes conventos desiertos,
techos hundidos y paredes en ruinas"
(COQUET, 1982: 66). Sin embargo, el
de concepcionistas permaneció activo. tal
como se refiere en la época: "y el del Patrocinio
está actualmente ocupado por cierto
número de monjas de hábito de Ntra.
Sra. de Id Curicepción" (MADOZ, 1845-
1850: VTIT, 306). Aún permanece abierto.
l .n C)rotn?!n
Otra población tinerfeña con temprana
importancia fuc La Orotava, localidad que
logró la declaración de villa exenta en 1648,
ya que allí residían parte de los grandes
Conventos femeninos en cl urbanismo de Canarias (siglos XVI-XIX) 151,
propietarios de la isla (ROSA OLIVERA,
1977: 41-42 v 45). Durante el siglo XVI se
construyeron los conventos de los franciscanos
(1519) y de los dominicos (1592-
1596), fundando más tarde los agustinos
(1671).
Según Hernández Conzhlcz, la mejora
de la situación económica por el apogeo
del comercio del malvasía favoreció la edificación
de monasterios femeninos (HER-
~ Á N ~ EGOZN ZÁLEZ, 1984: 24). Las clarisas,
que ya habían intentado fundar en
1540 y no obtienen licencia hasta 1597,
ina i ig~r insi l? cenirentrr de San !(os6 en 1601
en las casas de su patrono Don José de Llerena
(HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, 1984:
24-29. VIERA Y CLAVIJO, 1978: 11, 368).
Unos años más tarde, en 1624, se levanta el
de ciominicas, dedicado a San Nicolhs
Obispo (HERNÁNDEZ GONZALEZ, 1984:
29-33. VIERA Y CLAVIJO, 1978: 11, 370-
371). Ambos recintos monásticos estaban
en ei ceriiru dc id villa, ~c~clií-iüa:, la iglesia
de Nuestra Señora de la Concepción.
La desamortización trajo algunas novedades
que detalla Madoz: "De los 2 citddvs
conventos de monjas, uno era de dominicas,
y el otro de franciscas: este subsiste y
ocupa el centro de la población, con las pocas
religiosas ancianas, que después de la
esclaustración, no han querido secularizarse;
y aquel, habiéndose incendiado tres veces,
se hallaba en aquella época a medio fabricar
y quedó en tal estado, sirviendo en
el día parte de 61, para cárcel pública, con
motivo del incendio arriba referido" (MADOZ,
1845-1850: XII, 374). Como se ve, en
un primer momento el monasterio de San
José no sufrió cambio, pero el día 19 de
abril de 1869 se publicó el bando de subasta
de parte de las maderas y materiales
del convento (HERNÁNDEZ GONZÁLEZ
y ARBELO GARCIA, 1983: 134). El solar de
las monjas era apetecido por su inmejorable
situación en el centro de la villa y se
d~s t innp ara construir las casas consistoriales,
plaza pública y la Hijuela del Botánico,
operacihn que se puede considerar la
intervención urbana más importante de La
Orotava durante el siglo XIX. Más tarde en
el siglo XX, desaparecerá también el de San
Nicolás Obispo, en cuyo solar se construyeron
edificios públicos.
Esta ciudad se desarrolló a partir del siglo
XVII, y su rdpidv d~tgt>. e pone en evidencia
en el hecho de que en apenas cincuenta
años se levantan tres conventos: San
Juan Bautista (franciscanos, 1608), San Prdro
González Telmo (dominicus, ca. 1609)
y Nuestra Señora de las Nieves, San Juan
bautista y santo Tomas de Aquino (dominicas,
1661) (CALERO RUIZ y HERNÁNDEZ
DIAZ, 1985: 637-654).
El único de monjas tue el de las catalinas,
que se levantó en la misma plaza de la
iglesia parroquia1 de Nuestra Señora de la
Peña de Francia, en el centro de la poblacicín.
El moiiasterio fue suprimido en el siglo
XIX y destacaba por un mirador ajimez
que se consideraba el elemento más alto de
la ciudad a mediados de esa centuria (MADOZ,
1845-1850: XIII, 285). Las casas con-
\entuales se dedicaron a viviendas partic~
ilaresy todo rl conjunto desapareció pasto
de las llamas en el siglo XX.
1cod de los Vitios
Icod contó con dos conventos masculinos,
el de los agustinos (1585) y ei de ios
franciscanos (1641). Intermedio en la fundación
de los mismos es la instalación de
las bernardas, que aunque habían sido dotadas
desde 1600 por unos vecinos, no llegaron
a tener fundación efectiva hasta 1630
con la denomiriaciúii de San Juan bautista
y San Bernardo. En ese año e1 obispo Murga
destina a tal fin el edificio del Hospital
de Nuestra Señora de los Dolores y San
Juan Bautista (siglo XVI), situado en la calle
Real junto al cementerio de la iglesia de
San Marcvs E~angelista (VIERA Y CLAVIJO,
1978: TT, 369-370. MARTÍNEZ DE LA
PENA, 1957). Esta decisión episcopal disgustó
tanto a los icodenses que en 1637
protestan ante el obispo Sánchez de Villanueva,
resolviéndose el asunto con la compra
de una casa cerca de la Plaza de la Pila
donde se instaló el nuevo hospital y su
iglesia (ESPINOSA DE LOS MONTEROS
Y MOAS, 1982: 320-322. CUTIÉRREZ
LOPEZ, 1941: 127-129 y 132-137).
El edificio de las bernardas se incendió
en 1798 y a pesar de los esfuerzos de las
monjas no llegó a reconstruirse antes de que
fuera oficialmente desamortizado en el siglo
XIX. Su solar lo ocupa el Parque Lorenzo
Cáceres (MARTINEZ DE LA PEÑA, 1957).
Los Silos -.
kl convento de San Sebastidn, de nionjas
bernardas, fue el único con que contó
Los Silos y se fundó por el capitin Sebastián
Pérez Henríqiiez en 1649, quien se reservó
el derecho de patronato (VIERA Y
CLAVIJO, 1978: TI, 373. MARTINEZ DE LA
PEÑA, 1985: 13-23. HERNÁNDEZ YANCZ,
1985: 25-32. PEKAZA DE AYALA, 1985: 7-
14). El inmueble se levantó en la plaza
principal, frente a la iglesia parroquia1 de
Nuestra Señora de la Luz, reforzaiido el
centro de la localidad. La fundación se ha
considerado atípica por la poca pobidciijri
y recursos del lugar, además de por la relativa
cercanía de los conventos femeninos
de Garachico e Icod (MARTINEZ DE LA
PERA, 1985: 16, 17-19). Por estos problemas,
en 1664 se pensó en cerrarlo, pero esa
situación no llegó a producirse por la intervención
del obispo García Timénez, gracias
a la cual incluso fue ampliado a finales
del siglo XVII (DARIAS I'K~NCIPE y
PURRIÑOS CORBELLA, 1982: 12-13). En el
lan no esquemático qiie de la Villa SP hizo
en 1820, donde se aprecia la plaza y sus alrededores,
aparece el inmueble (DARIAS
PRÍNCIPE y PURRIÑOS CORBELLA,
1982: 19 y Iám. 1), cuyo edificio se conservó
a pesar de ser desamortizado.
Los Redejos
Los tres conventos de Los Realejos se
fundaron durante el siglo XVII y con su
emplazamiento en zonas periféricas mantuvieron
la tendencia a la dipersión que ya
era una característica del lugar. Al cuntrario
de contribuir a la consolidación de los
dos núcleos parroquiales y principales
(Santiago del Realejo Alto y La Concepción
del Realejo Bajo), los franciscanos fundaron
en la ermita de Santa Lucía y los agustinos
crearon el convento de San Juan Bautista.
El último de los convento fije f~meninne, l
de Santa Mónica y San AndrOs, que tuvo su
origen en la disposición testamentaria del
capitrin Gordejuela (13 de abril de 1619)
(D~AZ PÉREZ, 1990: 579-599). La instalación
de las agustinas fue lenta, ya que la licencia
de la C ~ r m suo sc hizu &&va hñsta
1712, entrando las monjas en la clausura
al año siguiente, aunque el acta notarial
del solar se había levanlado el 17 de julio
de 1700 (VIERA Y CLAVIJO, 1978: 11, 374.
SIVERIO, 1977: 97-116). Como la mayoría,
en el siglo XIX cambió de uso, destinándose
a dependencias del entonces ayuntamiento
de Realejo Bajo, escuela y cárcel,
mienlrds ia iglesia se mantuvo abierta al
culto (MADOZ, 1845-1850: XIII, 380). El
convento se incendió en 1952 y la iglesia
fue reedificada (GARRIDO BARRERA,
1952. RUIZ ALVAREZ, 1952. REVISTA DE
HISTORIA, 1952: 117-119).
Los monasterios femeninos canarios
suelen emplazarse en localidades de cierta
importancia y donde, generalmente, ya
existían otros de monjes. En cuanto a su
protagonismo en la configuración de espacios
públicos prcsentan una menor incidencia
que los inasculinos y en muchos casos
disfrutan de plazas ya existentes, donde
incluso, podían estar otros de frailes de
la misma orden, lo quc se debe en gran medida
al carácter tardío de las fundaciones.
Al contrario, en la planta urbana, los inmuebles
de los conventos de monjas aparecen
generalmente con mayor nitidez y
claridad que si17 hnmólogm, nc1.pnci.i
manzanas exentas, que en el caso de las
ciudades de tendencia regiilar, como La 1.aConventos
femeninos en cl urbanismo dc Canarias (siglos XVI-XIX) 155
guna, sc materializa en la ocupación de
cuadrículas completas. Por el carácter introvertido
de las órdenes femeninas, se
aprecia una escasa incidencia territorial,
que se contrapone al papel ejercido por los
frailes que llegaron a encargarse de la feligresía
de algunos curatos modestos.
La desamortización tuvo unos efectos
muy negativos en los monasterios de las islas
y de las antiguas fundaciones sólo se
conservan abiertos, con sus casas e iglesias,
los de las catalinas y clarisas de San Cristóbal
de La Laguna y las concepcionistas
de Garachico. Paralelamente, sc mantiene
con culto la iglesia de Santa Águeda, que
perteneció al convento de las franciscanas
de Santa Cruz de La Palma y el edificio cxclaustrado
dc las bcrnardas de Los Silos.
Las medidas provocaron mayoritariamente
la desaparición de los inmuebles, pacando
sus solares a ser ocupados por espacios
libres (plazas), edificios públicos (ayuntamientos,
teatros) o construcciones privadas,
en intervenciones que a pesar dc las
lamentables pcrdidas para el patrimonio
histórico y artístico, constituyeron importantes
operaciones de reforma urbana en el
siglo XIX.
NOTAS
* Este artículo se redactó para el Congreso In- Portugal y America 11492-1992)" y ha perternacional
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