VFRJETA, Número 6, 2001-2002 107
ALONSO QUESADA, AGUSTÍN MILLARES CARLO,
ARGOTE DE MOLINA Y EL SOLAR NORTE DE LA
CATEDRAL
Resumen: Se presentan dos textos:
una carta de don Agiistín Millarcs Cnrlo
y una "Crcínica dc la ciudad" de Alonso
Quesada, que no aparece en sil Ohrn
Cornplcta, en los que se habla del solar
norte de la catedral de Las I'almas y del
enterramiento en t l del historiador y genealogista
seiillano Conzalo Argote de
Molina.
Palabras clave: Argote de Molina,
Gonzalo. Millarcs Carlo, Agustín. Remero
Quesada, Rafael. Alorlsu Qlrrsndil. Catedral
de I~asl' alrnas. Hospital de San
Martín.
Abstract: Two t t ~ t asr e prewntcd: A
letter from D. Agiirtin Millare.; Cnrlo
and a "Crónica de la ciudad" from Aloilso
Qlicsridn, that doesn't appear in the
Ohrn Coii~pldiif rom Aloizso Qircsnd,~i,n
rvliicli is spokeri nbuut tlie north building
site of Las Palnias' cathedral dnd of
the biirial in it of the genealiigist and hirtorinn
Gonzalo Argotc de Molina froni
Se\.illa.
K e y ~ c r d ~.b, .:rg :>ti :!e h?u!i:-.-, C.<>::
ralo. Millares Carlo, Agustín. Ronit.ru
(2uesada, ILifael. A¡or~.;o Q~rr.i-n~iL'iai.5
Palmas' Catliedral. Hospital de San
Mariín.
Los trabajos que se realizan en el solar
del ala norte de la catedral de Las Palmas
y los restos humanos en 61 encontrados
p~r sxt idl tU IM ~ i ~ d s i lp>~~ l~ ~ ppi ~~ ci 1di11 0strar
una bella prosa de Rafael Romcro Quesada
(Alorzso Q1ícmii7), j~ui10 CUII una c'irt'~
de Agu5tíri Millc~i.eCs arlo, rn las que se habla
de dicho svl'ir y de un persoriaje que se
creía enterrado allí, Gonzalo Argote de
ivíoiina. Ambos textos estan unidos entre si
por e1 personaje a que están dedicados. El
primero es una carta de 1912 de Agustín
Millares Carlo a siis padres; el scgundo,
una de las "Crónicas de la ciudad" de
Aloizso Q~it~sn~qluae, firma aquí con el pseudónimo
dc Cnrdcilio, "Crcínica" que no se
encuentra en la Obra Coniplcta del autor canario,
y por lo tanto desconocida para los
lectores que solo hayan visitado la nombrada
Obra Cotrlplt7ta.
En la carta de Agustín Millares Carlo a
sus padres -desde Madrid y en su tercer
ano de carrera, con unos diecinueve
años-, se puede notar, en primer lugar, el
tipo de preociipaciones de este estudiante
brillantísimo, con una ~ocacicíiip or la inv~
stigación que parece llevaba en sus genes.
En tudas las cartas que se conservan,
sean familiares o no, prima siempre la noticid
de los trabajos de investigación en los
que está inmerso. Por lo que esta carta que
presento muestra, sus comunicaciones desde
Madrid son escritos no solo para la familia
más cercana, sino también para otras
personas, en especial los componentes de
las cdebres tertulias de la familia Millares.
Los intelectuales de la época, amigo5 de
ese entorno, seguían con atención todo lo
concerniente a su formación en Madrid,
como se puede rastrear por los periódicos
de entonces. Aquí, Agustín se dirige a iino
de los escribienles de la notaría de SLI yadre,
Fc,rnznde .4!t:cns.n, pidi&du!e !c. h".".-6- -
:;ebtiories pdra conseguir unos documentos.
En la "CrOnica" de Cnrdcizio, uno de los
variadísimos pscudónimos empleados por
Aloilso Q l i t w d a , no es difícil columbrar, bajo
ese "Nosotros creímos a un amigo erudito"
del comienzo de su segundo párrafo,
la figura del estudiante Agustín ivIillares
PL-~. .Ll - L ...L\ J , LCILL CCICCILI I~ '1 id> i ~ q u i e i ~ ~ dde s
,410izso Q i i c ~ r l n . No se olvide que el jovrn
Agustín dedicaba por aquella tpvcd algún
Lieriipci CI c,c)rriporier versos, aunque esta no
fuera s ~ úin ica y priricip'il inquietud, evidentemente;
lo mismo que ocurría con
/iiotm Qiicsada, hombre que abordó muclios
géneros (poesía, prosa, teatro, prriodisn-
io, sátira, etc.). De los afanes de Milldrts
por la poesía y de las cartas que se
ei-icuentran visibles con Alomo Qiirsada ya
he dado cuenta en algunos trabajos (HENRÍQUEZ
JIMENCZ (1996-1997): 445-470,
355-379, 11-64.).
Otra observación curiosci del texto de
Cnrd~ilio es la mei~cicín de la Delegación
del Gobierno y de su titular de entonces,
Alonso Quesada, Agustín Millares Carlo, Argote Molina y el solar norte de la catedral 1 09
don Manuel Luengo y Prieto. Esta Delegación
se encontraba cercana a la catedral, en
el callejón de San Marcial. Don Manuel
Luengo fue un personaje curioso de la política
local. A~OIISQOi~ esadan o perdió jamás
ocasicín de referirse a su df6n de contentar
a todos, a su falta de autoridad, a su verborrea
adulatoria, etc. Cuando Luengo estaba
destinado en la Secretaría del Gobierno
Civil de Barcelona, Aloiiso Qticsadn publica
en La Piibiicidnd (5-IV-1921) de
aquella ciudad un recuerdo del mismo.
Los editores del periodico, con mucho tacto.
cambian el titulo del artículo para que
no se le identit'iq~ie": Panorama espiritiial
de un insulario. Los grabados de D. Ramón
(De, niirstra colaboracicín)". Se puede
leer en Alorlso Qiicsadrr. Obra Coriipletn, tomo
6, Prosa. lns~ilniici. Textos iiisywcoc, pp.
195-197. El editor de la Obril Coniplrtn, LAzaro
Santana, sabiendo dr quién se trataba,
lo titula: "Panorarna espiritual de L I ~
ifisdzriv. Lm í;rabndvs de d:!n M,nt!o!".
Dentro del texto de las dos publicaciones
no aparece el tal D. Ramcín del título del
periódico barcelonés, sino don Maniicl.
Allí, Aloizso Qwsndn hace alusicín '3 que
don Manuel es hijo adoptivo de Las Palmas,
eri 1111 rrtrato clririciled~iiI; lriio de sarcasrnv,
del personaje, al que da, entre
otros, el calificativo dr " ~ l mejor rquilibrista
Uei mundo". Cua~iUo se ie riu~rib~ó
hijo adoptivo de Las Palmas, Alnrlso @irr.-
sacia oryuestó un plebiscito entre los lectvres
del periódico que dirigía para que expusieran
sus ideas sobre 1'1 determinaciOn
municipal.
Actuales son asimismo las aiusiones ai
proyecto de la constriicción de pisos para
I«s cariónigos en el solar norte de la catedral.
Fue este uno de 10s temas predilectos
en que Alo~so Qucsada ejercitó su crítica
despiadada y su sarcasmo. El cancínigo de
la catedral, don Francisco Caballero blujica,
al historiarnos los avatares de ese solar
en su duc~imentada 1-11 obra dc Snritn Ario:
Llli solar cc~ilI iisfi~rios, e ciñe al Libro de 4ctas
del Cabildo Catedral y a los documentos
del Ayuntamiento. Cita algo de la muy
abundante literatura periodística que se
generó en 1917 con motivo del deseo del
obispo I\/larquina y del Cabildo Catedral
de levantar allí los nombrados pisos (doce
viviendas). La respuesta sibilina que da el
Ayuntamiento al Cabildo podría tener que
ver curi la opiriihi de un sector de la sociedad
qiie criticaba abierta y fiiertemente
dicha propuesta, por considerar que ericerraba
otras motivaciones. A este respecto,
se podrían reunir las prosas de Ak~n s oQ uesndo
y de otros escritores y políticos canarios
de la epoca que hacen referencia a la
polemica suscitada (Fray Lcsco, por ejemplo).
Estas prvsas están elaboradas con
unos criterios qiie en nada avalarían la
consideración del aplazamiento del expediente
de edificación por el L4y~intamiento
como carencia ahsoliita dr smsibilidad.
Estas prosas ofrecerían una versión complemeiitaria
a la del Sr. Caballero (CABA-
!-.! E!?^ ~/~ÚJ!c.A. (1999): 111-116). A!ci!!sci
Qiicsrz~ias e rriariifiesta, según s u coslunibre
y como es de esperar, totalmentr opuesto
o las prctcnsioncs del obispo y del Cabildo
Catedral. Detrás de siis escritos hay
mucho humorismo, ironía, y muchas cosas
n1ás.
El personaje histcírico sobre el que se
centran estos dos escritos es don Gonzalo
Aigoit d t M~ ~ i i ~pi d~,i ii~ici\ri i de la 'ialiia
Hermandad y caballero veinticuatro de la
ciudad de Sevilla (donde 1iaci6 en 1548),
historiador, grncalogista, rrudito, crítico
y yoet~l, que casó con Id hija del primer
marqués de Lanzarcite, don Agiistín de
Herrera y Rojas. Faiieció en Las iiaimas
en 1596 y fue enterrado en la capilla
mayor de la llamada Iglesia vieja (la
Parroquia del Sagrario de la Catedral).
Viera y Clavijo, siguiendo a Pedro Agustín
del Castillo, afirmaba que 10 fur rw e1
hospital de San IvIartín, opinión sobre la
que se basan los dos textos que se presentan.
Sin más prolegómenos, aquí van los dos
textos:
110 Antonio Henríqim ]lrnc;nez
CARTA DE AGUSTIN MILLARES A
SUS PADRES
Madrid, 4 de Marzo de 1912.
Queridísimos padres: Les escribo, hoy
domingo por la noche, pues mañana tengo
clase hasta muy tarde y dispondría de muy
poco tiempo.
La iíltima carta me ha prnducido verdadero
entusiasmo'. El documento me parece
perfectamente transcrito, excepción
hecha de las fechas, pues usted pone 1501,
y debe ser, como dice Papá Tin2, 1591. Le
ruego que si le es posible vuelva a examinar
nri irin.-aA l nirr-, ny-i ibo x, r n u ny i-'-iUo A = ufIuiL ;=r la
verdadera fecha del documento. Cuando
yo esté ahí, (y ya afortunadamente falta
bien poco), pienso transcribir csc documento,
pues con algunos más difíciles me
he visto yo en el Archivo Histórico Nacional,
y no se me han resistido'.
Dígame, si lo ha transcrito ustcd en su
totalidad, y si el legajo en que se encuen-
L-- 1- Le..-- z "-.-L T:.. T . . ~ l a111 ~ L I I I I L C J1 aya ~ u i ~. r i is i u i i ~ ~ c i sd,C cicrl
del enterramiento, no me las mande por telégrafo,
sino bien detalladas por correo. He
de mariiíeslarle que riu pierisu presentar mi
trabajo hasta los cxa' mcnes.
Un documento que me interesaría murlin
c o n o c e r r h la i~artiddd e matrimonio de
Argote con Dofia Curistanza de Herrera.
¿No es verdad que sería un apéndice muy
curioso? Fues bien, esa parricia s6io puede
estar en Teguise, en Arrecife o en los antip
u s libros de alguiid de las parroquias de
Idas Palmas. Por este correo les escribo a los
curas párrocw de Teguise y Arrecife, que
ignoro si me atenderán. Léale el párrafo
que sigue a Fernandito Alfonso':
Fernando: Tú que eres hombre de Sacristías,
bien puedes hacerme un gran favor.
'lú conoces a don Celtstino, a don Antonio
Astiles y den& pirrocos de Las Palmas.
iQu6 trabajo te costaría en algún rato
de ocio, llegar hasta los libros de esas parroquias
y buscar el documento que me hace
falta? iOh, Fernando! Muchas veces te oí
decir aquello de: IJetitc et accipietis. Pues
bien; yo pido y tú tienes la palabra.
Comprendo que les he dado la lata de
un modo terrible con estas cosas. Pero, suponiendo
que no se encuentre lo que les pido,
yo les aseguro que, como exista (y no
puede menos de existir), yo he de dar con
ella este verano. Quizás les extraiie tanto
empeño mío en este asunto, pero, aparte de
lo que me ha dicho un ductor en Letras,
buen amigo mío, a quien le he enseñado
esos documentos y que me guía en estas
investigaciones, este trabajo puede servirme,
el día de mañana, como tesis doctoral.
Otras palabras más, sobre Argote: hluñoz
y Garnica, canónigo de Taén que reimprimió
en 1866 la obra de Argote titulada
Nobleza del Alidali~ia, dice al terminar el
Pr6logo las siguientes palabras, que copio,
para que usted me dé su opinión:
Sifircron o no tri7slaclados dcsde las Canarias
a Smilla los I .PS~Od~S A q o t e , no se snbe rie
cierto. Cuarllio en 1594 t w o ur! hijo el Marqués
dc Lamarote eri doña Mariarzn ErirÍqut,z,
.A. g f i t c gnprg.~di&g? ? ! i t i g i ~cn ,c ct! ,s!!pni.n nnr
'3" t""
ln dote dc sil esposa, y cori ~ s t e f i r is c trr~sludó
a la gran Canaria. Poros nños &splrr's lniirió en
lir C ~ L I L ~dU~~L, a :: Prilrntis, p b r c y :,inj uicio, y
frrr. ~ ~ i t r r r n deno la iglesin drl hospital de San
Martíri. Esto diceri los historiadures, Viera en
e! tonlo 2O pág. 317 y Castillc~e n la pbg. 255.
EII Sczdla sc cree qiw Jiicroi~ fraslaiia~ios los
restos dc Argotr al panteón de su fainilia cn la
i g l ~d~c Ji c~~i~i t i npE. l Müiiiiiiciiio yicc jc i i i ~ei5
la los^^ sepiílcral; pero eiz Sevillri rliisr~io 110 iray
c o ~ i f o r ~ ~ ~ idden ytalr eceirs. La iwrparcinlidad rios
obliga n decir yirc hoy se rnr~tltirr~crii wi t~ lus
Canarias ln tradicióii le qi1e fiiero~i ex11111rind~s
~ e m ~ t a ~ n/o~sn YtPeS ~ O Sd e Argote y cond~icidos
a Ccviiia. Lh ?lo existr ci ilospitai de So11 Martí^
que a11ti.s se liallabn en otro sitio de la población,
j m t o a la catedral: los cadiíí~tws que
nllí había fueron exh~imadosa l roii7irrtirsr~t w
plnzrr y I C U ~ I I I ~ L T Y S t~i iie(io~d i f i ~ i o ss obre sus
ritinas. Pruo d c nqir~lln~ ~ l r lmn c i ósicic refn de
los restos dc ilrgote que se supo~ielz eclia existiendo
el hospital y la Iglesia de Sniz Mautíri, izo
hay iioticia alprra, n i docil~trcr~qtou c sirva de
apoyo a la tradicirín. Castillo y V i ~ r aq, l ie PScribierori
rrledirrdo el siglo pisudu, nadrl dicerl
l\lonso Quesada, Agustín Millares Carlo, Argote Molina y el solar norte de la catedral 111
go Lectora1 de aqticlla Santa lglcsia activo i~zvestiaador
narrador fidelísimo así de las imfi-
" a- 1-m .--..z:...
L LMJ ~ u r r ~LICw 1 ~ L3~ L ~ U I L L U I I CqD v u r L L L I X -
lar se rcficren ha exaniiilado los libros de
defünciones del hospital de Sari Martín y ase-
, - , n , . ' . ' yurü Y U C ci 1 - UIU ~ I I Y I L I ~ CLI?U e í uiiu ZóÚ9.
La lápida de que se habla en este párrafo,
existente e11 la Iglesia de Santiago el
7 v-l.e jo de Seviiia, dice así: Esta Capiiia 1na1yor
11 eritierro c7s de/ Goriralo Argole de hlolirilz
Pruuincinl/ De la Hermandad Del Andalucía/
11 ijeirlte y Qualro Quefue deScviiilz.yi Desus
herrderos. Acaliósc ario de 1600
Añade el mismo Señor Gdrriica: Tenrrrm
dif~eultud en creer que niuriendo Algote en t r m
tu desgracia, se truslnduran sus restos a Sevilla.
¿Qué tradición es ésa? El misterio sólo
podrá descifrarse viendo la sepultura de
Argote, de que le habló a usted don Diego
de Quintana. Y esto es tanto más necesario,
cuanto que don Antonio Goinez Acehes
piihlic6 en IRh4 un articulo en kl Poríirmr
de Sevilla, en el que ocupándose de este sepulcro
dice, que frnbajai~doe n 1726 los dba-
Giles drtrhs riei retablo sp desclibuieuon huesos
11 s e p ~ i l t ims'l e los abuelos de Argote También
refiere que hará medio siglo, levantándose
la losa sepulcral, se oyó como un filevfc
chasquido dp IRtlgo. el Sr. ciirn Mirñoz bnld con
una luz al e i~t e r ramz c~~y tcoo nocio que aquel
c h a y n ~ d oJ'II Y por iznberse pnrt~doa In ilizpres
~ ó nd el m y e la caja n i o ~ t i l o r id~e ~G onzalo Avgofr
de Mnlrna, forrada PW r ~ l r ~ o
51 se desc~ibrieronlo s restos en Las Palmas,
todo tendría a mi juicio fácil explicación,
pues como el mismo Gómez Acebes
afirma que en ese panteón se encontraron
tnmhién los seis hermanos de Argote, hicn
puede ser la caja del chasquido la de uno de
cstos Argotcs y no la del nuestro. Dígame
lo que piensa de todo esto, pues sin su consejo
no mc atrevo a nada.
Y basta va, pues son las doce y cuarto
dc la iioclic y 11' C L ~ I ~ IC I~ ICC C ~ U I ~ ~RIe.c ucrdos
a todos. Al Pancho y a los deni& pequeños.
Para ustedes muclios besos y abrazos
del hijo A;yustín.
CRÓNICA DE LA CIUDAD. NO
APARECE ARGOTE
Nosotros creímos que Argote de Molina
estaba enterrado en la antigua Delegación
cchiernfl, Arnnto do Mc!inu
A " e"-
uno de nuestros amigos literarios. Hay
unos viejos papeles en los cuales aparecen
n"n..:&C." *-&:A-- A- A--.-.&'. A- hfi-l:-- A -
C.,CILI<LJ LlClllClCLJ ,AL L l L 5 " L C UC I Y I V I I I I C , . rlgote
vivió en Lanzarote, Argote estuvo en
el antiguo hospital de Las Palmas. Y hay
qüierL asegula que Algote, a::6 el
de 1590, cerró sus ojos para siempre en esta
ciudad.
x 7 ~uosotros crcimos a un amigo erudito.
Argote estaba enterrado aquí. Pero el sepulcro
de Argote está en Sevilla. Esto nos
parece aigo extrano. ¿Como Argote reposa
en nuestra tierra y su sepulcro aparece en
Sevilla? Argute muriU, efectivamente, en la
ínsula, pero sus restos fueron trasladados a
la ciudad andaluza. No obstante todos estaban
en la creencia de que la lápida que
cubrió la prístina sepultura del famoso genealogista
sevillano permanecía en los sótanos
de la Delegación debajo drl despacho
del señor T.iiengo.
Ahora, al derrumbar estos viejos muros,
hemos querido buscar la lápida de Argote,
mas la lápida, como la capa, no aparece.
I'rro han aparecido otras lápidas, unas
enormes lápidas que han necesitado ocho,
diez hombres para levantar una. En el miinicipio
se han colocado estas lápidas y ante
ellas han desfilado varios amigos nuestros.
El suceso ha sido extraordinario. Un
acontecimiento de ruinas. Itálica que resucita.
I.ns hombres han visto cómo surge
una blanca ciudad debajo de las cenizas del
Vesubio. Estas I6pidas tan vulgares, tan ordinarias,
han recibido los I-ionores de una
admiración inconmensurable. ¿En realidad,
estas lápidas son lariiosas? Niriguria
Jr las IApidas es de don Gonzalo el sevillano.
kosotros, nuestros aiiiigos, tampoco
sabemos quiénes fueron los hombres que
estas láyidds cubrían. Y no hay hombres ya
ni restos de hombres bajo de ellas. Las Iápidas
Lapdbari los carcomidos cuerpos de
unos canónigos que debían de ser ilustres.
Así nos lu dice un amigo. Él está encantado
con las lápidas. -«Don Fulano de Tal,
canónigo -dice-, estaba enterrado." Don
Fulano de Tal. De Argote no aparece la 15-
pida, mas de este canónigo sí hay una ldpida
labrada bellamente. Nos hemos qiiedado
sin la emoción de aplaiidir el crdneo
ya vacío de Argote, de tenerlo en niiestras
manos y de decir una pequefia vulgaridad
o una fraw ciirsi TUn e r d i t o !rica!, cnn 12
calavera cn la mano, hubiera dicho: -'';Ay,
pobre Yorik!"
Pero cstj el canónigo Mejor dicho. No
está el canónigo sino la lápida. ¿Y aparecerá
este amigo eclesiástico después de su 1ápida?
Es posible. Él sabrá muy bien que enfrente
sus queridos colegas van a poner
unos picitoc. Él saldrá seguramente de su
sepultura para gozar de su pisito correspondiente.
Después de tantos siglos de
apretada oscuridad, le vendría dc perilla
una fresca ventana abierta al Norte para
gozar de la brisa sutil.
NOTAS
1. Desde esta época se ve la preocupación del
joven Agustín Millares Carlo por Argotr de
Molina. En 1923, publicará en la Revista de
Filulogía Españoin el articulo titulado <(Lab iblioteca
de Gonzalo Argote de Molina* (X,
pp. 137.152). En 1955, en la revista El MUSPO
Cailnv~ov era la luz «Dos documentos de Argote
de Molinan (XV1, 53-56, pp. 97-98). En
1973, es encargado por el Excmo. Ayuntamiento
de Las Palmas de la reedición, corregida
y aumentada, dc la obra de su amigo
y compañero el profesor Antonio Palma
Chaguaceda, titulada El Irisluriudul~ Gvmaia
Ar,qote de "vlolirin. Esti~diob rciyrflfico, bibliogrifirr~
y crítico. Esta segunda edición respeta la
original. Millares aporta anotdcivnes y, sobre
todo, los apéndices IL' (pp. 185-206), V (pp.
206-217), VI (PP. 217-223) y \ill (PP. 233-
336), adeniás del índice «nomástico y de títulos
(pp. 237-263) ausentes en la primera
edición dc 1943. ?ermi:oiemc hocei- niia alw
sión a la Bibliografía que aparece en el artí- - .
culo dedicado a este personale en la Grnn
Enriclnprdin Cnnnuin (La Laguna, Fdiciones
Canarias, 1995, tonlo TI, pp. 328.329). Antonio
Palma Chaguaceda es citado allí como
Chalgueda, P. Para nada se cita la segunda
edición de Agustin hlillares, con sus correcciones
y aumentos, que la hacen una obra
completísima para su epc-ica.
2. El dbucio Uc Agustín ivíiiiares Cario, ei i-iistoriador
Agustín Millares Torres.
En 1921, pi-esenla~rás ie y utrus documentos
relativos a Argote de Molina como méritos
para toiiiar parte en la oposición a la cátedra
de Pal~ngrafía de la Lini~rersirlzd do
Granada. Éstos se encuci-itran cncuadernados
en la Biblioteca del de don Francisco
Rodríguez Marín. Existe una carta de Mllares
a don Francisco en la que adviértele
que la transcripción de los documentos la
realizó cuando tenía diecisiete años. Tiodríguez
hla~íiiy ublicdrd 105 documentos en el
Rolrtín dc ln Acaricrriia Espniiola ("Nuevos datos
para la biografía de algunos escritores
de los siglos XVI y XVII", tnmrr T:TII, 1U21,
pp. 64-87). ..111í agradece la copia de los documentos
"a la amabilidad del muy docto
paleógrafo don Agiistín Millares Carlo". El
documento que lleva el número VI1 es, precisamente,
el acta del Cabildo Catedral de
Las Palmas en la que se acuerda que Argo-
Le sed enterrado "en ia capiiia mayor de la
Iglesia vieja".
Fernando Alfonso y Martíner. Escribiente
de la notaría dc Agustín Millares Cubas. Este,
en su diario, afirma que entró en la notaría
en 1877 y «sigiie hasta hoy, 21 de marzo
de 1931,,. De él dice: <'lo querenios cvriio
si luera de la familia por su probidad, interts
y celo con que trata todos nuestros
asuntos.>> Imposible sería cncontrar estos
ducurnentos a causa del incendio que devoró
esos archivos.
4loiiso Quesada, Agustin \tillares Carlo, Argote Molina y el solar norte de la catedral 113
ALONSO QUESADA (1986): Ohra C<>i?rplrtaF dición
v prólogo por Lázaro SAN LANA. 'lbmo
6. Prosn. liisiilnrio. Textos ~f i s p~r i oGs .o bierno
de Canarias, Excmo. Cabildo Insular de
Gran Canaria, [Las I'almas de Gran Canaria],
343 pp.
CABALLERO MUIICA, Francisco (1999): Ln obra
dc Carita Ann: Un rolar col1 liistorin. Fundación
Canaria Mapfre Cuanarteme, Las Palmas de
Gran Canaria, 198 pp.
HENRIQUEZ JIMÉNEZ, Antonio (1996-1997):
"Correspondencia Agustín Millares Carlo-
Alonso Quesada". Philoln,yica Carznrwrisia
(Revista de la Facultad de Filología de la
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria),
2-3, pp. 445-470.
HENR~QUEZJI MÉNEZ, Antonio (1994): "La
poesía de don Agustín Millares Carlo. Primera
parte". Roi~tír7 hlilinrzs Codo, 13, pp.
355-379.
HENR~QUEZ JIMÉNEZ, Antonio (1995): "La
poesía de don Agustín Millares Carlo. Segunda
parte", 14, pp. 11-64.
hlILLARES CART.0, Agustín (1923): «La bihlioteca
de Gonzalo Argote de Molinan. Rcuistn
dc7 f ilalopa tspaEola, X, pp. 137-152. Madrid.
MILLARES CARLO, Agustín (1955): .<Dos docurneritos
de Argote de Molinan. El Museo
Carfarto, XVI, pp. 53-56, 97-98,
PALMA CHAGUACEDA, Antonio (1973): E1
histwindor Gonzah Arptc de hlolirin. Estirdio
hi~i_ovMfi,-o!,i i!iling.~.! ?firo.11 cyfiicn. $ Q ~ G E ~ -e.&-
ci6n corregida y aumentada por Agustín MILLARES
CARLO. Excrriu. Ayuntamiento de
Las Palmas.