VEGUETA, Núrncro 6, 2001-2002 69
LAS DOTES MATRIMONIALES EN LANZAROTE, UN
EJEMPLO APROXIMATIVO BAJO EL REINADO DEL
C~LTIMQ AUSTRIA (1675-1683): EL CASAMIENTO EN
UNA SOCIEDAD FRONTERIZA
Resumen: Nuestro artículo recoge
las circunstancias que rodeaban al casamiento
en la isla de Lanzarote entre 1673
y 1683. Su importancia radica en la lur
que arroja sobre la composición de la
cdrtd Clo~dl, t.11 un perícdo (ieiiiaclo de
Carlos 11) en el que la opacidad y la falta
de datos se impone.
La dote se perfilará en territorio coiiejero,
zona fronteriza y de tránsito de
gentes e ideas, como un mecanismo de
control social. La mujer es un mero sujeto
pasibo de un trato comercial que se
efectuaba con su persona. El fin perseguido
era unir dos patrimonios e inaugurar
un nuevo núcleo familiar.
La soltería era un mal al que había
que ponerle remedio, teniendo en cuenta
que la vida femenina estaba encaminada
a la procreación. Ahí era donde entraba
en juego la solidaridad familiar,
que adquiere rn T an7arntr iina importancia
determinante.
El ritmo agrícola será el que dicte las
pdutds. Así, los rasanlientob se efectudrán
en verano, una vez recogida la cosecha,
y siempre haci6ndolos coincidir con
días de festividades. La escritura dota1 se
realizará a principios de otoño, con la
siembra.
De la misma forma, un ano de buenos
rendimientos agrícolas suponía un
año pródigo en casamientos, y tamhien
una Iierramienta para romper la endogamia
imperante. Los pequeños y medianos
propietarios de tierras son los
protagonistas de este estudio, diseminados
en 63 escrituras dotales y 5 escribanos
diferentes
Fanegadas de sembradura, calderas,
enaguas y aljibes serán las piezas que
1 <
C U I I I ~ V I L ~eIl Lu l u v r l SU ~c>:ilee : que giñvitd
la exisknria de la inujer conejera en
estos momentos. A las puertas del siglo
de la luz y la ilustraci<ín, su existencia seguía
siendo oscura y anónima.
Palabras clave: Carta dotal, Casamiento,
Familia, Endogamia, Soltería,
Cosecha, Einigrac~ón, Muebles, Menaje,
Otorgante.
&ay marriage uied to take place in Lanzarote
in the period hrtwrrn 1675-1 683
Tl-iis item has a particular importante bacause
of the appearance ot new information
related to the doxvry letter, specially
iri a periud of the histvry tliere is
no much certain information (in the
1-eiglin of Cl-iarles 11).
Dowry will bccome in a. social control
instrument mechanism in this is-
Innd, in t h f~rn nti~rw ith mnv~mrnt so f
people and ideas. Women mean a passive
subject corresponding to a comercial
exchaiige. The object of this matter was
to jvin two patrirriuiiy arid tu credte d
new family.
Unmarried washigly improper, taking
into account that wonien was absoiy
connected to procreation. In precedent
context family solidarity plays an imp
~ r t ~ lrn«tle in Ldiu~rolcM. urriagc pcr
formance used to be subject to agriculture
stages. In this way, marriages are
performed in the summer, once crup is
got. The sowry letter is made at the beginning
of autiimn.
In the same way, the more agriculture
results means a year with too many
marriages, and also an instrument to
bruke the inibreeding. Small aiid iniddle
owners are the protagonists of this research,
divided into 63 dowry writtings
and 5 different writers.
At this time, womcn f'rom Lanzarnte
was associated with boilers, tanks, and
grain. At tlie beginning of thc agc of the
Ilustration, woman's life in Lanzarote
was still dark and unclear.
Key words: Dowry letter, Marriage,
Family, Inbreeding, Unmarried state,
crnp, Fmigration, Furniture, Housekeeping,
Grant
Decía Roiisseau que las cadenas del matriii-
ionio pesan tanto, que en ocasiones es
necesario que las carguen más de dos, ingeriivsa
y práctica manera de reducir en
apenas quince palabras lo que suponía en
el Antigiio RGgimrn la instituci61i matrimonial,
desde luego más un asunto de todos
los habitantes del núcleo familiar por
-zm- - .h-a --c partes qi'ie de !E d ~ l csn ntrq7entes
La plasmación del comienzo de una vida
en común previo cumplimiento de los
L c i b Uuieb ~n~~i r im~)neidn iLe as n~aroteu, n ejempio aproximativo bajo el reinado dei ... 7i
preceptos trentinos en caso de obrar de
acuerdo con la moral civil y eclesiástica establecida,
documento increíblemente rico
en información, y gracias al cual podemos
aproximarnos analíticamente a los sectores
económicos, sociales y culturales de la época,
que se encauzan a través del estudio de
los bienes materiales que se emplearán en
la vida cotidiana del matrimonio.
Ahora bien, nuestro estudio cobra una
importancia extra al insertarlo en una época
inexplicable y tristemente poco estudiada
para el archipiélago canario, como es el
reinado del último Austria (1666-1700). Parece
como si la opacidad de la obra de Carlos
11, el ocaso del Imperio qiie levantaron
sus antccesorcs, se hubiese trasladado también
al interés entre los investigadores por
desempolvar e interrogar los documentos
qué nos legó.
Ese increihle abandono se acentúa aún
más si cabe para la isla de Lanzarote. quizás
porque la periferia en la que se inserta
le resta atractivo, quizás por quedar un
tanto despla7ada atitc cl brillo qiir int'ormativamente
desprendían las dos islas centrales,
o tal vez por considerarse de importancia
menor el estudio de una isla de
señorío. Lo cierto es que el último tercio
del Seiscientos en la isla conejera fue cruci2!
par-. el peSterier devenir histórico
aquella, el inicio de un lento declinar que
culminó en los primeros años de la centuria
siguiente con la erupción del Timanfaya.
Por todas esas razones hemos centrado -.. -"L..- :...7<*-L:-"-:&- -- ..l ---:,.A,. ---L"-l
l L U L 7 L I U L J k V L . 7 L I 6lll l l l l l C I I Cl h I C I IIIUII C C I I L I L I I
del reinado del "Hechi~adu", entre 1675 y
1683, nueve años que nos aproximarán un
poco más al día a día de los liombres y
fundamentalmente las mujeres de un territorio
insular, periférico y regido por un régimen
señorial sin un cabeya visible y adeni&,
frecuentemerite dusente, por 1« que
delegaba en segundos y terceros.
Estas condiciones explican, el que hayamos
titulado nuestro artículo como el casamiento
en una sociedad de frontera. Partimos
de una base bastante desohdord, ya
qiie tras la invasión de Xabán Arráez en
1618 Lanzarote se ve debpojdda de apruximadamente
900 habitantes, de Ins cuales
regresarán 200 en un primer morncnto y
algunos más a cuentagotas en las siguientes
décadas, (ANAYA HERNÁNDEZ, A.
1982.)
La isla queda postrada en una desesperante
pobreza, sin brazos con los que sacar
adelante las cosechas, con lo cual la producción
baja de una forma acusada y los
beneficios que se generan se emplean en el
pago de rescates.
La recuperación es lenta y está salpicada
de altibajos (coyunturas 1626-1632 y
1648-1652) hasta llegar a la década de los
70. En 1976 contamos con aproxiinadamente
3500 habitantes (~ÁNCI IEZH ERRERO,
1975: 49).
A lo largo de estos nueve años de estudios
consultamos cinco escribanos difrrentes:
Marcial Rodríguez Saavedra, Luis Cristóbal
de Castro, Pedro Lorenzo Hernández,
Francisco Rctancowt y Juan Agustín de Figueroa,
de los cuales se extractaron 63 escrituras
dotales.
Somos conscientes de que esto no supondrá
ni mucho menos la totalidad de
uniones matrimoniales en esta época y en
este !ug?ir, tuda vcz y u c !u p~br rz, -c.r . ecz
siones era tanta que se eludía visitar al notario
y pagarle sus honorarios, bastándose
entre los mcnos favorecidos con la palabra
y el aporte de apenas algunos útiles para la
labranza para establecer el matrimonio en-
'"- !-::-..
L I C í > L 1 1 1 1J CIJ.
También debemos considerar que en
una isla donde las comunicaciones terres-
[res aún erdn bdstarite rudimentarias la lejanía
de algunos valles y aldeas con respecto
a la casa notarial será igualmente determinante
para eludir el plasmar sobre el
papel las condicioiies matrimoniales.
Con respecto a esto último añadiremos
que en ocasiones son los propios yernos los
que años después de contraído el vínculo,
acuciados por problemas económicos la
72 Raque1 Gnrcín Fizlcóli
mayoría de las veces, solicitan poner por
escrito tales condiciones.
Por consigiiiente, intentaremos aproximarnos
a aquellas clases baja-media, media,
media-alta y alta, con lo cual si bien no
logramos englobar la totalidad del espectro
social del último tercio del XVlI, sí que al
menos rescatamos del olvido algunas conclusiones
que atañen a más de la mitad de
la población.
Desglosando las dotes por cuantía, como
se explica en el cuddro l , vemus que el
mayor porcentaje de ellas se insertan en el
baremo de los 1000 a 2000 reales, pero seguido
muy de cerca por los sucesivos intervalos
hasta llegar a los 5000 reales, lo
que nos viene a confirmar esa similitud de
estatus de la que hablábamos párrafos
atrás.
Las dotes que superan esa cuantía, además
de ser minoritarias, tienen la particularidad
dc scr las únicas en las que los donantes
e s p r i f i r ; i n <lis p r n f ~ s i o n rr~~l~a r i n -
nadas con el estamento militar, (alféreces y
capitanes) o religiosos (presbíteros), lo que
refuerza aún más nuestra hipótesis de que
la gran mayoría de los otorgantes de la carta
dota1 son pequefios o medianos propietarios
de tierras, a las que se dedican y de
la que se sustentan.
Pero antes de seguir conviene no olvidzr
Ym".3' - -m+- +-A,, 1- A-+', n r . ,m- .,m;,:m A', ""'L '"U" 'L. "U" '" ""L. ""'"A. U'
patrimonios cuya regulación hunde sus
rciíccs en las mcdicvalcs Partidas de Alfonso
X. y que a lo largo de la Edad Moderna
se irá puliendo hasta adquirir los tintes dc
ser una especie de seguro material para esa
nueva céiuia familiar que cori ti se iriicidba
y a la vez un refrendo del sacramento
del matrimonio. De esta forma, lo sacro y
lo material-profano quedaba indisolublemente
unido.
La mujer, como ya debe estar imaginando
el lector a esta altura del texto, era
un mero sujeto pasivo de toda esa maquinaria.
Educada lejos del varón y encerrada
en casa, de la que apenas salía para ir a misa
o acudir a algún evento de celebración
colectiva o religiosa, esperaba el momento
en el que a través de la mediación de sus
padres, o algún pariente cercano, le fuera
presentado algún pretendiente que le diera
palabra de casamiento.
La hija tenía que aceptar estas normas
morales, porque era un camino hacia el
matrimonio, momento en el que dejaría la
tutela paterna y pasaría a la de su marido.
Era, por tanto, una estrategia que posibilitaba
la superviv~ncia de la mujer. La
exigencia de estar dotadas, disminuía mucho
el número de mujeres que pudieran casarse
y así en esta misma época, en otros
territorios castellanos como la región valenciana
existían cofradías, que concedían
como gracia entre las más desfavorecidas
dotes con tal objetivo, a modo de obra de
caridad (BENEYTO, J, 1993: 49).
Claro que la cosa se comylicaba aún
más en tierra conejera, en la que la sucesión
de malas cosechas y nefastos años clima
t n l h y i r n s prnvncaha l ino d n h l ~cn ntrariedad
: por una parte la imposibilidad de
dotar holgadamente a la hija y por otra la
emigración del componente masculino.
El panorama, ciertamente, debía ser desolador,
pendiente para las jóvenes casaderas
de la coyuntura económica y social y en
espera de que llegasen tiempos mejores.
Tan importante era casarse que en la dote
cunt r ib~i atu da !a parente!a, cu== refleja e!
cuadro número 2.
Ambos padres eran los que mayoritariamente
dotaban a la hija (39,68%), yero
cn un ámbito en cl quc las crisis dc subsistencia
eran tan reiteradas, no era de extrafidr
que cvri Írecueiicid drri'vus yd iiubiebe~l
fallecido en el momento de dotar, lugar
que ocupaban sus restantes hijos varones
(14,28'%1)q, ue hacen esfuerzos extremos para
que su hermana reúna unos cientos de
reales y salga de la casa familiar y forme
otra célula económica autónoma, circunstancia
esta última que no siempre se lograba
cumplir por las cortedades de las que
hablábamos párrafos atrás.
Viajeros que pasaron por la isla aún
Las dotes matrimoniales en Lanzarote, un ejemplo aproximativo bajo cl rcinado del ... 73
años mis tarde narran el desespero de estas
jóvenes por "cazar" un marido, empleando
para ello malas artes como alegar
falsas promesas de matrimonio (GLAS, G,
1976: 67), situación en la que la Iglesia
siempre terciaba de lado de la demandante,
a pesar de que las Sinodales de Cámara
y Murga en 1631 ya había advertido al respecto
del exagerado cariz que iban tomando
los acontecimientos. Otros recurrirán incluso
a lo mágico y sobrenatural con ayuda
de Hechiceras, que existían en la isla en
un número relativamente alto si lo comparamos
con el total dr la pnhlarihn; la mayoría
de origen berberisco (FAJARDO
SPINOLA, F. 1992: 459). El afán por conseguir
al hombre elegido rnoti7.ó cn varias
ocasiones que la causa acabase investigada
por el Santo Oficio, aunque por falta de
espacio no tocaremos cstc tcma aquí y
ahora.
Un reflejo de todo esto que deducimos
se &serva en e! de pi.oce~ei-,cia de
los novios, entre los que sorprende el porcentaje
que ocupan los avecindados en Tenerile
(9,5ZC)ó), que ericontraremos básicamente
en los años en los que la cosecha ha
sido buena, y en los que por tanto los contactos
entre Lanzarote y Tenerife se incrementaban
a través del envío de trigo y cebada
hacia aquella isla para paliar su déficit.
un tanto igual ocurria entre los
avecindados en La Palma (4,76%).
Suponía un soplo de aire fresco para el
reducido entorno de la mujer conejera y un
alivio a la endogamia que tenían que practicar
pueblos con bastante más frecuencia
de la que querrídn. Precisdrnente esa circunstancia
era el contrapunto en años esttriles,
en los que, además de bajar el número
de dotes en general, los casamientos
se hacían entre jóvenes del mismo pueblo,
y en ocasiones indicando que previo dispeiisarriiento
yayal. Suri estos los años en
los que creemos debió haber mucho matrimonio
llevado a cabo sin dejar constancia
notarial del mismo, bastando la palabra en
tiempos duros, y en los que en la mayoría
de las veces se debía incurrir en la endogamia
como nos indican los apellidos, prro
que por lo costoso y lo dilatado en el
tiempo que suponía la dispensa, se llevaban
a cabo igualmente, un tanto al margen
de lo establecido y de lo " políticamente correcto"
Ya conocemos las circunstancias que rodeaban
el casamiento, en la isla de los Volcanes,
pero ¿ cómo se componía la carta
dotal?. Haciendo una primera gran división
estructuraremos su contenido en seis
grandes grupos:
Ropa
Sementera y animales
Mobiliario, menaje
Bienes suntuarios
Esclavos
Tierras, casas, aprovechamientu de
aguas.
A su vez, estos grupos se subdividen, lo
que nos proporciona una riqueza de datos
cui i s iUe r~Li c ,q ue por hi ta de espacio tendremos
que sintetizar en la medida de lo
posible, haciendo más hincapié en aquellas
agrupaciones de información que consideremos
de mayor relevaricia.
Pero antes de desglosar este contenido
no queremos dejar atrás un último dato revelador
de cuán relacionado estaba el contraer
nupcias con los ritmos de una sociedad
eminentemente agrícola. En el ciladro
número 4 se observa cómo hay un pico de
escrituras dotales en los meses comprendidos
entrc Agosto y Noviembre. Puede que
se escriture en esos meses en los que se ha
cosechado y se tiene más o menos unas
perspectivas con respecto a la previsión de
la cantidad de cereal que se va a recoger.
Es decir, creemos que la boda, la ceremonia
en sí, no se efectuaba (siempre hablando
en términos generales), en esos mescs
otoñales e invernales, sino que se csyeraba
a la llegada del verano una vez
recogida la cosecha para llevarse a cabo,
haciéndola coincidir con f~stividadwta lps,
como San Juan o el Corpus. Esto generaba
en la isla fastos y la congregacih de mu-
OUnversdad de a s Fanas d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri Memmi Dgta le Caniris 20815
cha gente, lo que favorecía los preceptos
trentinos que hablaban del estricto cuniplimiento
de las amonestaciones previas y la
velación, o lo que es lo mismo, el darle propaganda
al enlace para evitar posibles i~icurrencias
en la bigamia (MOIZENO FLORIDO,
M S, 1988).
Esta hipótesis no va tan desencaminada
si consultan-ios a otros autores de latitudes
cercanas. En Tenerife por ejemplo, precisamente
esos nirsrs i3r Ortiihi-P y Noviembre
serán en los que se contraigan nupcias, una
vez ha terminado la vendimia, con lo cual
la escritura so rea!iz2 en los meses nrm-P- r----
dentes, justo al contrario que en el caso conejero,
excedentario en años buenos en el
grano del que prceisnmcntc cs deficitaria
Tenerife (HERNÁNDEZ GOKZÁLEZ, 'VI,
1997).
Es curioso cuino en las familias campesinas
menos favorecidas, esto es, en las dotes
de inferior cuantía, el contenido aparece
iníiacio y descrito minuciusdriieriie, e11
un afán, pensamos, por hacerla más atractiva,
como si se buscara un mayor "engobe"
y por tanto una también mayor "presa",
si se nvs permite emplear esa metáfora.
Predominan en estas los útiles de
cocina, muebles y ropas usadas, transmitidos
de generación en generación, y eso sí,
en lo que se emplea m& dinero es en proporcionarles
unos animales y una pequena
sementera para labrarsc un futuro autónomo,
nunca mejor dicho.
La solidaridad familiar se palpa en estos
documentos, en los que hermanos varvnes
donan hasta 1 / 13 o l / 9 de parte
de un aljibe o una casa a la joven casadera,
con tal de haccr m5s atractivo el resultado
final.
A medida que subimos el monto final
de la carta, lo hacemos también en la importancia
social de los donantes. En este
grupo encontramos la donación de bienes
raíccs que sufren muy poca o ninguna partirinn,
e1 a , im~ n t ndp n b ? ~ twnn~tii arios como
joyas o plata en el menaje casero, mayor
variedad en los muebles y vestimenta
y riqueza en los matcriales en los que están
construídos y finalmente aporte de esclavos.
Todo ello contribuye a establecer un
estatus y por tanto a ser un factor más de
ernineiite diferenciaciói-i social.
Al contrario que otros autores, que lo
documentan para otras islas (ARBELO
GARCÍA, A. 19901, no constatamos la entrega
de oficios públicos en ningún caso y
la entrega de dinero en efectivo en cantad
a s ni - ; isim~s,y siempre asociados a las
cartas de mayor cuantía.
Tampoco hacen acto de presencia libros,
&ras de arto, arm2c o carrfiajes, tari frecuentes
para la época en zonas como
Andalucía (AGUADO DE LOS REYES, J.
1997: 411).
Pero entrando ya en un análisis más exhaustivo
de cada uno de los grupos, sería
converiierite ddverlir que la falta de espacio
110s impide extendernos como quisiéramos
con cada uno de ellos, así que haremos
íimcapit- en aqueiios que resuiten más novedosos
o que aporten datos más relevantes
y determinantes, y haciendv repasos
más generales a otros, a los que dedicaremos
más atención en futuros artículos.
LOS MUEBLES
Ims miiebles se rebelan como uno de los
eierrieriius rriás i~~lpresci i idi l iUcc~i i i ~ ud r
la carta dotal, y si bien el número de éstos
es escaso, lo cierto es que aparece en Id mayoría
de ellos, hasta en las de menor cuantía.
Y es que una vez que la pareja inicia lejos
del núcleo familiar una nueva andadura,
la presencia de los muebles se vuelve
para la nueva morada iin elemrntci cuanto
menos necesario.
Ahora bien, la diferencia al no radicar
en lo cuantitativo sí lo hace en lo cualitativo,
y es por eso que en las cartas dotales
más cuantiosas obviamente encontraremos
ejemplares de mejor material y factura y
con más carga ornamental.
La madera es el material en el que estarán
fabricados, grave problema para la isLas
dotes matrimoniales en Lanzarote, un ejemplo aproximativo bajo el reinado del ... 75
la conejera toda vez que al ser la masa
arbórea prácticamente inexistente en su territorio,
tenía que recurrir irremediablemcntc
a su importación. El lugar de origen
de esta madera será en la mayoría de los
rasos Triirr-ilr, c-onio iins indiran drlalladaniente
los propios escribanos. El objetu
probablemente ya venía manufacturado
por artesanos tinerfeños, y sus creaciones
eran de los objetos más demandados por
las líneas de importación de lanzaroteños y
majoreros, tráfico fructífero que se conoce
desde el Quinientos y que contribuyó a que
poco a poco minara el número de árboles
en ia isia picuda, pese a que ei cabiido intentara
frenarlo con sucesivas ordenanzas,
a ratos infringidas contradictoriamente por
él mismo para satistacer sus deudas y comproiiiisos
(RODRÍGUEZ MESA, M. 2000).
1 »S artesanos echarán mano de los árboles
que crecen en las zonas húmedas, tales como
acebuche, mocán, barbuzano, til, aceviño,
viñátigo, cauce, brezo, cedro, pino, castaño
y escobón. Creían que debían ser talados
en "menguante redondo", ya que así
se evitaba que la madera se rajara y sangrara
savia; además, una vez talados tenían
que colocarse a la sombra para que adquirieran
más dureza (MURCIA SUÁRCZ,
M. 2000:1
Taburete
Suele figurar bastante, y curiosainente
en números pares,2, 4 6 6. Es una de las
formas más primitivas de mueble de asiento,
de hecho, el mismo vocablo que lo dcsigna
es un arcaísmo en sí Iéxicaniente ha-
I . l . . . . 2 - - 1 .....-. _...
u l n l ~ u u ,C U I L ~ T\. Id u u d l I I L T I L UY~L LTa c p n l i i i ~ s
en la isla conejera y en Gran Canaria.
La mayoría de las veces no especifica su
material, y cuandu lo hace dice que es de
palo, rondando su precio entre los 12 - 15
reales. El acabado debía ser bastante rústico,
porque no se entra en dctallcs decorativos
como con otros elementos, parquedad
que se rompe en variedades eucrpcionales,
como los laburctcs rlc L'r~iriaz'eri~c, uyo
material desconocemos, pero que se contabilizan
en ducados y no en reales al contrario
que los restantes bienes. Adcmis, figur'i
en riúrrieru de seis y en una de las dutes
más pudientes, lo que los convertía en
una rareza. Aunque no lo especifica, su origen
bien podia ser Tcncrife, toda vez que
los difuntos padres de esa contrayente en
concreto vivieron en La Laguna, según se
nos explica.
Bufete:
Es el tipo de mesa más antiguo que se
conoce en las Islas, con antecedentes en los
bufetes desmontabies de ia Daja Edad ivíedia.
Consiste en un tablero sustentado sobre
patas trapezoidales formadas por tablones
recortados.
En las dotes consultadas no aparece el
material del que están fabricados, aunque
en períodos inmediaiamente anteriores se
especifica que es el pino el preferido. Fn
varias ocasiones aparece conjuntamente
con su sobremesa, complementándose, y el
valor de ambas era aproximadamente de
40 rcnlcq.
Al figurar en la mayoría de las dotes,
incluso en las de menor cuanlía, creemos
que se hacía indispcnsablc en el mobiliario
domCstico, probablemente con una función
pdivalente dentro de la casa.
Silla:
Curiosamente, al igual que los taburetes,
los encontramos en número par, pero
no aparecerán con la frecuencia de aquc-
110s. lo que nos sugiere que no jugaba un
papel tan fundamental en el mobiliario doméstico.
Además, su presencia se atestigua
cn dotcs cuyo valor total esta por encima
de los 2000-2500 reales.
Además, se detalla que " son para seiital-",
a pesar de q ~ i ee sa funii6n 512 wbreentiende.
Provienen de la isla o de Tenerife;
en el primero de los casos sr fahrican
eri palo y su valor r i o pasd de los (7 reales,
pero en el segundo es el pino el material
empleado, y su valor ya puede subir
hasta los 12 reales.
Mesa:
De tudos los muebles que encontramos
en las cartas dotales es el menos frecuente,
lo que nos lleva a pensar que es quizás el
más prescindible de todos. impresión que
corrobora el hecho de que aparezca en las
cartas de más ciiantía. El bufete desempeñaría
LIII rol más dorri&ticu y funciorial,
mientras que la mesa adquiriría quizás el
fin de ornamentar por sí misma o de sostener
a$+n de 2&rnG, imj"homLo"c- " 'ro-.
ligiosas, etc.
Además, su tamaño común debía ser
superior al del bufete, cvmv atestigua el
hecho de que en algunas cartas se especifica
como algo inusual que son algunos de
ellos de " pcqueiio tarri&~o".
En la época consiiltada no contamos
por desgracia con información detallada
acerca dei lipo de madera con ia quti se íahricaban
y la procedencia de la misma, ppro
en cartas de años posteriores sí se 110s
informa sobre ello, siendo el barbwmo la
más codiciada, por el bellísimo color oscuro
que adquiría con el envejecimiento de la
madera y por la calidad y dureza de la misma,
que la hacía inexpugnable al " carruncho",
voz portuguesa que recibía la carcoma
en la isla (PÉREZ VIDAL, J.: 1934).
Esto no viene a confirmar más que
nuestras sospechas iniciales de la consideración
de la mayoría de las mesas que llegan
a Lanzarote como muebles de lujo.
Completaba ese toque distinguido y noble
detalles como el torneado de las patas, lo
que podía disparar los precios I-iasta los 100
reales. Los más abundantes, no obstante,
debieron ser de alguna otra madera más
corriente, lo que explica que el precio medio
ronde entre los 20 y los 30 reales
Las cajas:
Es otro de los elementos imprescindibles
en las cartas dotales hasta el punto de
encontrarlas en un 79 "4, de ellas. Al parecer,
su origen hay que buscarlo en las arcas
[raídas por los culonos duralile la Conquista
de las islas, y que aquí se imitaron
fabricándolas fundamentalmente con tea y
castaño.
En el período investigado no hemos encontrado
ninguna elaborada en esta segunda
madera, pero si de ti1 o tilo (Ucotea
Foetens), uno de los más grandcs árboles
que encontramos en los bosques canarios.
Su madera era de color verde - amarillento,
suave al tacto pero de gran duración, lo
que la hacía óptima para este tipo de mueble
(SÁNCHEZ PINTO, L. 2000). El precio
de una caja de estas características se valoraba
en 100 reales, compitiendo con las
que venían de Indias.
De pino o pinarete, como ellos mismos
denominan, eran no obstante la mayoría de
las cajas. De este árbol se empleaba para las
cajas su madera blanca o"de albura" de inferior
calidad que la tea,. que era rojiza. pesada
y pr5cticamcnte incorruptible. Esto lo
sabemos a ciencia cierta porque son los
propios escribanos los que hacen esta diferencia,
amén de cotizar diferentes valores
según se trate de una u otra calidad de
pino.
El precio de estos ejemplares de pino
oscilaban según el tamaño, distinguiendo
pscu- tampntp entro nDrA=-n-r-l-ouc Y nr-oln-i-i-o-ñIa.c
Tan solo en contadas ocasiones son más
precisos los escribanos, indicándonos las
cuartas aproximadas que median no parcce
tampoco común que contaran con un
medio de cerramiento muy sofisticado,
...-.. J - 3' J . < l l . .
~ C J I ~ L I CCL I ~ I I C L V C L I ~ ~ I L u~ rI eL l IV ebyecifican
(con fechadura), lo que encarece su
precio. Además de por el tipo de material
y el tamaño, el precio variaba atendiendo
ri un tercer factor como cra la proccdcncia
de las cajas. La práctica totalidad de ellas
se importaba como la gran mayoría de los
muebles, al no existir en la isla una masa
arb6rea que les permitiera materia prima
para fabricarse sus propios útiles.
Tres son los orígenes citados. De Indias
Las dotes matrimoniales en Lanzarote, un ejemplo aproximativo bajo el reinado del ... 77
venían lógicamente las más caras valoradas
entre 100 y 200 reales y elaboradas en
cedro. En esta centuria aún no son tan frecuentes
en comparación con la siguiente,
pero es bastante significativo el hecho de
que estos objetos figuren en las dotes relacionados
parcial o totalmente con la isla de
Tenerife. Esto nos habla de un retorno indiano
a la isla p~cudao bien de un tr a- fi.c o
comercial entre aquella y el continente
americano con marcado acento ilegal. Madeira
es otro de los lugares de procedencia,
si bien no se especifica el material, aunque
debían tener una factura muy particular
que las hacía muy estimadas entre los lanzaroteños.
Además, su precio era más asequible
que las anteriores (entre 40 y 80 reales).
Probablemente fuese la fornia de pago
del generoso comercio de trigo que se
efectuaba con aquel otro archipiélago
allánlico, una vez supercida 1;i crisis de las
décadas inmediatamente posteriores a
1640, esto es al momento en que Portugal
se indrpendixa de Castilla, que siimieron a
las islas y más coricrelanienle a Lcinzc~r~te
en una grave crisis qiir srsgii lo qiir hasta
ese mornerito habían sido L I ~ pS ró speras
relaciones econ6micas (QUINTANA AYDRÉS,
P. 1999).
Por último, las cajas de pino de lenerife,
más baratas que las o t r a dos, pcro igiial
de numerosas que las de Madeira. Su prescncia
cn la isla tambibn responde a la forma
de pago de la exportación de grano conejera,
espccialmentc al período objeto de
estudio, que tuvo algunos años de excelentes
cosechx.
La utilidad de las cajas era la contenci6n
de ropas, alimentos LI otro tipo de enseres,
pero también podían servir como
mesas o asientns.
Baúles:
En ninguna de las escrituras consultadas
se nos indica la madera en la que están
fabricados, pero sí los colores que estas adquirian,
negro y colorado, lo que nos puede
dar pistas. En el período estudiado no,
pero en años inmediatamente posteriores
sí los encontramos pequeños en su mayoría
y decoradus, y además se nos iridicd
que tienen gavetillas, lo que nos sugiere
más un uso semi decorativo o casi a modo
de lugar en el que se atesoraban objetos valiosos
antes qiie un elemento de contención
ordinario.
El menaje:
Los útilcs se r~i terane n todas las cartas
a pesar de las diferencias en el monto final
que estas alcanzan, y diferirán en el número
y si acasri en los materialer Platos J' escudillas
para el gofio son los útiles m' as rudimentarios,
fabricados los más comunes
de pisa con un precio que no llega al real,
mientras que un poco más sofisticados son
los de peltre a tenor de los 3 6 4 reales m6s
que cucstnn. Siempre aparecerán en número
de seis o doce, formando una vajilla o
semivajilla respectivamente.
TT- . < l ~ : - - --L,.-:-l
u i L u i r l i i i o i L L u r r i i c i i es e! e~tzfic?=, AS
considerado que los anteriores y que contabilizaba
su precio atendiendo a su peso,
medido en libras. Además, aparece independiente
de la vajilla y siempre en números
pequenos, al igual que las tazas, fabric~
id~tidsrr ibiéri eri este rr~~iteridple, ro que <i1
cuiilrdriv que los útiles c~riterioresd, pnrece
ligada a las dotes de mayor ciiiintía.
¿a cCiicit.ra de cubre iCirri'ui&i es rriuy LOmún,
n pesar de qiie si1 precio podía ronddr
los 50 redles (t.1 eq ciivalente 'il costo de
una fanega de la época), a ~ ~ n q u es,o sí,
q~iizdsp re~i s~mienptoes eso se le Lenía pos
un objeto dr valor y sr transmitía de madres
a hijas, ya que en ia mayoría dc !os casos
se indica que son usadas.
Los cubiertos brillan por su ausencia, y
los que aparecen lo hacen en materiales como
la plata (cucharillas y tenedores) y se
indican que son de pequefici tamalio en las
cartds mhs notorias, luego tendríamos que
considerarlo como objetos suntuarios.
Asadores, vel'idores y candiles se rebelan
también como baratos y por tanto de
uso generalizado para la cocina de la 6poca.
Lo mismo ocurre con los lebrillos de palo
o lebrilletes para amasar, como así se nos
especifica, siempre, curiosamente, en color
verde. La talla y el jarro frccuentcmcntc
forman un conjunto cuya cuantía rondaba
riiti-e los 5 y 1ios 8 rralrs, y que ii \ rces se
aconipnrian de pila5 " de estilar", altamente
valoradas en tina isla en la que el agua
erd frecueriterrierite un problema de estado.
Sería imposible extendernos todo lo que
quisiéramos, porque aún son muchos los
datos que este rico documento notarial nos
puede suministrar, y se nos queda el sinsabor
de dejar la redacción quizás un poco
coja, pero baste a modo de conciusión, quedarnos
con algunas premisas de interés.
Una de ellas, la principal, es percatarnos
que a pesar de que el matrimonio era un
sacramento según las leyes de Dios, en la
tierra su cumplimiento en una zona periférica,
insular y golpeada con dureza por los
designios del destino, se convertía más
bien en cosas del demonio.
La mujer era un mero sujeto pasivo de
un trato eminentemente comercial que se
efectuaba con su persona, y que conllevaba
la unión de dos patrimonios y la inauguración
de un nuevo núcleo familiar. De
ahí que la soltería, en una vida femenina
encaminada hacia la procreación, se percibiese
como un mal al que había que ponerle
inmediato remedio al precio que fuere,
momento en el que entraba en juego la
solidaridad familiar.
Mientras tanto, su vida transcurría de
casa al confesionario, limitándose a ver la
vida, como diría Carmen Martín Gaite,
"desde la ventana".
1000 A 2000 REALES 20,63 O/*
2000 A 3000 REALES 15,87 %
3000 A 4000 REALES 14,28 '/o
4000 A 5000 REALES 17,46 '/o
5000 A 10000 REALES 9,52 %
MAS DE 10000 REALES 3,17 O/O
SIN ESPECIFICAR 15,87 "/o
Fuente. AHPLP. Elaboración propia
MADRE IlJl ?'0
TÍO 4,76 96
PADRE Y HERMANOS
Ti4
PADRE
HFRMANOS
MADRE Y HERMANOS
AMBOS TÍOS
CUÑADO Y HERMANA
TÍO Y HERMANOS
TUTOR
PADRES, ABUELOS Y T~OS
AMBOS PADRES Y HERMANOC
Fuente. AHPLP. Elaboraciún propia
LANZAROTE 85,71 '10
TENERIFE 9,52 %
T A T , 1 T I T * LA 1 ALIVIA 4,76 Yo
PEN~NSULA IBÉRICA 3,17 '10
Fuente. AHPLP. Elaboración propia
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