VKUETA, Numero 6, 2001-2002 45

EL ATAQUE DE VAN DEK DOES: PIEDRA DE TOQUE

PARA UNA TRANSFORMACIÓN ECONÓMICA DE

GRAN CANARIA

Resumen: A finales del siglo XVI las

Islas Canarias vivieron una transformación

rcon6mica. 1 a importancia de la cana

de azúcar había sido constante a lo

largo de todo el siglo XLTI. No obstante,

su peso había disminuido a filiales de

esa centurid y entró claramente en crisis

desde principios del siglo XVII. Esta

transformación no se vivió por igual en

todas las Islas, ya que en Tenerife esta se

tradujo en una época de esplendor,

mientras que en Gran Canaria fue lo

contrario, entrando cn una fasc de estancamiento.

Además, las islas se vieron

afectadas pur epidemias, seyuíds y ataques

corsarios en el cambio de crntiiria.

En este ambiente sobrevino el ataque dr

Van der Does a Las Palmas en 1599, lo

que acentuó la transformación económica.

Palabras clave: Gran Canaria, Van

der Does, caña de azúcar, vino, cereal,

corsarios, transformación económica, siglos

XVT y XVII.

Abstract: Thr Canary Islandq h,id an

economic transformation at the end of

the sixteenth century. The importance of

sugar cane was constant throught the

sixteenth century. However it nas decreasing

since the end of sixteenth century

and it was short at start of seventeeritli

trritury. Wr cm we like thr srventeenth

century is good for the economy

in Tenerife, but in Gran Canaria is the

n y p n ~ i tT~hi c n7nc a n h ~ ~ n i i tshve rv T A ~ ~ C

a change in the Canary production. So,

the most important was the change in

the t-ine anci the cereal, in opposite to tlie

sugar carie. Tlie Canary Islc~ridws as affected

by plagues, droughts and pirates

too. So, the Van der Does's attnck, in

1599, increased the economic transformation.

Key-words: Gran Canaria, Van der

Does, siigar calle, wiiw, cered, piratrb,

economic transformation, XVIth and

XVTlth century.

El ataque del corsario holandés Van der

Does en 1599 sobrevino en Canarias en un

momento de transformación económica.

No todas las islas la superaron por igual y

de la misma forma, aunque en todas tuvo

lugar un largo proceso de transformación,

addptdciUri y cambio, que culminaría a

principios del siglo XVII, y que marcaría la

posición que ocuparía cada una en el conjunto

del Archipiélago. Gran Canaria, como

las otras, estaba inmersa en ese proceso

algún tiempo antes del año de la llegada

de la flota atacante; la invasión traería

consigo algunas consecuencias.

En este artículo pretendemos poner en

relación distintos elementos de índole económico

que a nuestro juicio forman parte

d e u n mismo proceso de renovación. Al

mismo tiempo queremos demostrar que no

se trata sólo de un proceso aislado, insular,

sino que también guarda paralelismos con

otras zonas del Atlántico en el misiiio momento.

En el siglo XVI el cultivo dominante en

el Archipiélago de cara a la exportxión, y

también en Gran Canaria, fue el de la caña

r l a~7i ímr Sin emhargo, de sde fina!es de!

siglo XVI y a lo largo de todo el siglo XVII,

Gran Canaria vio reducir SLI prod~~cción

azucarera así como el númeru de los ingcnios,

lo que contrastaba claramente con el

crecimiento de las cifras de ingenios para

América, especialmente en algunas Anti

llas o Brasil (STOLS, 1996: 166)'. En islas

como Tenerife se afirma que ya para la décnd,-,

dc las Ve dc! ,yIv7!! JS!o SiibJiS:;-

an los de Adeje y de L>auteL. En La Palma

también continuaron con su producción los

de Argual, Tazacorte y Los Sauces (LOBO

CABRERA, Manuel y SANTANA PÉREZ,

Germán, 2000,1902-1903), los dos primeros

subsistiendo hasta ei siglo hiX (Viiu'ii Blií-

TO, PÉREZ MORERA, MACHAOO c,4-

RILLA: 26). En Gran Canaria muchas de

estas instalaciones cierran a lo largo del siglo

XVII (MORÁN RUBIO, 1995: 137)', si

bien todavía al final del reinado de Felipe

1V aún subsiste al menos el del maj7orazgo

de Arucas'. Un balance muy pobre para

una isla que había encabezado la producción

azucarera del Archipiélago en el siglo

XVI, contando según Gaspar Frutuoso con

El dldque de Van der Does: piedra de toque para una transformación económica ... 47

hasta 24 ingenios (FRUTUOSO, 1964: 20)j.

Algunos autores hablan para la década de

los 90 del siglo XVI de 5 ingenios en Gran

Canaria (D~AZ HERNÁNDEZ, 1982: 40),

aunque es probable que sean algunos más,

debido a que eri los años 20 del siglo XVII

todavía persisten en su actividad al menos

6 ingenios, los de Arucas, Telde, Tenoya,

Azuaje, Guía y Agaete (SANTANA PÉREZ,

2000: 30). Junto con el descenso en el número

de ingenios también cayó la producción

y la productividad de los que subsistían,

en comparación con lo ocurrido en el

siglo XVI.

Paralelamente a la crisis de la comercializdrióli

del azúcar, se produjo la sustitución

de su zona de cultivo por otras especies,

sobre todo por la vid. Estd transformación

fue general a todas las islas que

se habían dedicado durante el siglo XVT al

cultivo de la caña de azúcar, pero fue mucho

más completa y exitosa en Tenerife,

que ya desde e! sig!o XV! y sobrc tde, c m

mayor contundencia, en las primeras décadas

del siglo XVII, logra tomar la cabeza

del Archipiélago en el cultivo de la vid y

expmtación del vino, lo que era tanto como

decir que adquiría la primera posición

insular en el peso y cl desarrollo económico.

Las razones de la mejor adaptacicín de

Tenerife, y también de La Palma, est6n rclacionadas

con la mayor importancia y exterisi6ri

de la vid en esta isla desde principios

del siglo XVT, donde la caña de azúcar

nunca fue tan preporiderdnte como el1

Gran Canaria (MART~NEZ GALINDO,

1998: 929). Al iniciarse la crisis azucarera,

Tenerife contaba, por tanto, con cierta ventaja

ya que dispoiiía de aiiiplias áreas dedicadas

a la vid con anterioridad a este

periodo, que además producían vino de

calidad. En Gran Canaria la existencia de

la vid es paralcla también a la de la cana

de azúcar, aunque en menor medida que

en Tenerife. No será hasta finales del siglo

XVi cuando vaya adquiricriclu una iiiayui

importancia dentro del conjunto de las

producciones isleñas (LOBO CABRERA,

1993: 25).

En Gran Canaria la siiqtitución fuc muy

lenta, coexistiendo durante muchos anos la

cultura del azúcar con la de la vid. Los barrancos

del norte de la Isla, junto con el valle

teldense y algunos puntos menores en

la producción en el sur, se dedicaron ahora

a la plantación dc vendimias (SANTANA

PÉREZ, ZUOO: 485-502 y apéndice documental).

Las principales zonas fueron las

que rodeaban a las localidades de Cildar y

Guía, el barranco Guiniguada hasta Pino

Santo y San Mateo y los fértiles barrancos

que recurrían Teide. Ve ellds la de inayüi

capacidad fue la de Telde. No faltó tarnpoco

el cultivo dc la vid en otras áreas que

anteriormente se habían distinguido en la

producción azucarera? En cualquier caso,

Gran Canaria no se supo adaptar con la

misma rapidez que lenerife hacia este nuevo

cultivo dominante, quedando su producción

relegada en comparación con su

vecina tinerfeña y muy probablemente palmera.

La consecuencia fue la pérdida de

mercados y de hegemonía dentro del Archipiélago

durante el siglo XVII en comparación

con la centuria anterior. Este menor

peso econóinico de Gran Canaria en el conjunto

del Archipiélago desde finales del siglo

XVI y a lo largo del siglo XVII, se tradiiio

igualmente en un menor poder en la

toma de decisiones políticas.

La paulatina sustitución del cultivo domiiinntc,

caria de azúcar por vid, implicó

en Gran Canaria, de la misma forma, un

lento reajuste cn las relaciones de producc

i h que participaban en esas tareas agrícolas.

Mientras que con la caña de anicar

la esclavitud y el trabajo asalariado fue la

dominante (LORO CARRFTIA, 1982: 233 y

237), con la vid se produjo un auge de la

mediancría (LOBO CABRERA, 1993: 29). Si

bien la esclavitud nunca fue la relación de

producción dominante durante el siglo

XVI, su trabajo había llegado a su esplendor

en Giaii Cniiaria, n! mmus cunr.titnti

vamente. Ello se debía a que el cultivo de

la cana de azúcar se prestaba a demandar

esta mano de obra, debido a los múltiples

trabajos derivados de ella. A lo largo del siglo

XVII, con la imposiciíin del nuevo cultivo

alternativo y con el crecimiento de la

agricultura de abastecimiento, In ganadcría

y la pesca, la esclavitud fue poco a poco

menguando, aunque hasta 1650 continuó

siendo destacada, tanto en trabajos agrícolas

como domésticos, si bien no volvió a alcanzar

el número de finales del siglv XVI.

Paralelameiilr a esta lrnta sustitución

del cultivo d e la caña de a ~ ú c a rp or el de

la vid, continuaban tambitn ganando terreno

ias producciones destinadas al abastecimiento,

que si bien no como cultivo hegémonico,

tuvieron un peso muy iii-iportante

en las centurias siguientes, debido en

parte a la falta de salidas y a las posibilidades

de crecimiento del vino grancanario.

Entre estos cultivos, a los ya tradicionales

de cereales (trigo, cebada y centeno), frutales

y verduras, tenemos que destacar los

de nueva introducción, en especial la papa

y sobre todo el millo que llegaría a desbancar

incluso a la prodlicción de algunos

de los cereales anteriores como la cebada.

Gran Canaria, de hecho, se convertiría en

la principal productora de este cereal (ALZOLA,

1984: 44-43).

Es sintomático cómo fueron variando

las necesidades importadoras de cereal entre

Gran Canaria y Tcncrife durante el siglo

XVI. A principios de esta centuria Tenerifc

se destacó como exportadora de cereal

hacia Gran Canaria. Sin embargo, ya

desde mediados del siglo esta tendencia se

int~rriim-$6 (RTVERO SU-ARFZ, 1991: EA),

debido al crecimiento económico y a las necesidades

de abastecimiento de la propia

población de Tenerife. Por el contrario

Gran Canaria, que había comenzado la

centuria como importadora de cereal, acabó

cxporttmdolo a Tenerife (TORRES SANTANA,

1991: d39), tendencia quc continuaría

a lo largo de todo el siglo XVll. Esta capiciddd

~ X ~ U I ~ ~ U IUIUI qLuLe ría decir que

por otro lado ella misma importase frumento

de otras islas como Lanzarote y

Fiierteventura (SANTANA PÉREZ, 1996:

149).

La pérdida de mercados fue clara para

Gran Canaria durante la primera mitad del

siglo XVII. En principio, las rxporiaciciiirs

hacia Europa, sin contar a la Península, cayeron

paulatinamente a lo largo de esta

~ e ~ l l u ~Aiud~. ~ q suee i mportaba de las principales

potencias comerciales de este momento,

su volumen no fue comparable al

de las otras islas de realengo. Un claro

ejemplo de pérdida de predominio en la

economía del Archipiélago lo tenemos en

el comercio con América. La permisión de

las Islas dr poder comerciar con América

estaba basada en un tope de toneladas, que

osciló durante todo el periodo entre las 300

y las 1.000. Este cupo se repartía entre las

islas de Gran Canaria, Tenerife y La Palma.

Gran Canaria no logró durante tudu el siglo

XVII anteponer sus intereses al resto de

las islas con permisión, anclándose en las

100 toneladas, frente a las 600 que lograría

Tenerife o a las 300 de La Palma. En algunos

años como el de 1627, tan sólo se le

permitió exportar 64 toneladas de las 300

totales para el Archipiélago (MORALES

PADRÓN, 1955: 184). Incluso se acusaba a

Gran Canaria de no lograr siquiera alcanzar

la exportación de esas ínfimas 100 toneladas

debido a la crisis rconiimica por la

que atravesaba, por lo que se acudía d la

exportación a travC.5 de siis puertos, de vino

y oti-ns artículos Lirwrfefius. N« obstante,

pensamos que esta realidad fue minoritaria

y lus lamentos para no poder ocupar

!2 c ~ u t rd. e !as ?!E t=i~. ladcscn ddcrminados

años habría que relacionarla con fenómenos

de contrabando.

Los alios a11leriurt.s y pvstei-ioi-es al alaque

holandés no estiivieron exentos de calamidddes.

Por un lado, la sequía y las

Iianibruiids derivadas de esta que azotaron

a la isla en los años de 1597, 1602, 1603 y

1604 (ANAYA HERNÁNDEZ y ARROYO

UUKC~IL, 1984-i98b: 188-189). Estos anos

de malas cosechas se repetirían de forma

relativamente frecuente durante la primera

centuria del siglo XVII. Por otro, las epidemias,

de la que la más significativa es la

peste que asola Gran Canaria entre 1601 y

1603, que no sólo trae como consecuencia

mermas poblacionales sino también paralización

del comercio (ANAYA HERNÁNDEZ

y ARROYO DORESTE, 1984-1986:

191-192).

En cuanto a la población tan sólo contamos

con estimaciones y algunos recuentos,

casi siempre con cifras a la baja y muy

espaciados en el tiempo. La población pasaría

entre los cerca de 13.000 lidbitantes a

finales del siglo XVI (MAC~AS HERNÁNDEZ,

1988: 77), 8.545 para el computo

de 1587, y los 17.167 de 1676 (ARBELO

CURBELO, 1990: 41). En cualquier caso,

parece que la población de las principales

localidades grancaiiarias se eslaiicaría e i~icluso

descendería en la primera década del

siglo XVII (MART~N RUIZ, 1978: 39/

ANAYA H F I I N Á N I I F ~ , y AKKOYO 1)ORESTE,

1984-1986: 192-193). En algunas zonas

el estancamiento poblacional llegaría

hasta 1615 y sería lento hasta 1639

(RODRÍGUEZ CATJ .EJ A: 242).

Es precisamente en este mornento de

marasmo donde sc inscribc la invasión holai-

idcsa dc Van dcr Docs cn 1599. La amenaza

corsaria no era ni mucho menos no-

.... -'--- E! atUqUc 1- -:..A- 4 ..-. -..-- V LU"¿.U. 1c1 CIUU'IU JC Z I L I I I L I I C < L

dentro de una estrategia de acoso de las

rutas de abastecimiento, especialmente de

la Carrera de Indias, de la Monarquía española,

debido a la debilidad que presentaba

la misma. Esta tendencia, aunque

y a ~ u ~ ~ i c lCiC~I IrI l y ~ e ~ e d e ~ i ide~bli eriureb,

se agravó a partir del desastre de La Invencible.

Ni siquiera es una situación particular

de las Islas Canarias sino que se

ajusta a un proceso mis global, y que afecta

tanto a puertos peninsulares atlánticos,

como a puertos americanos, y a otros Arcl-

iipiélagos de la Macaroncsia (VERISSIMO),

ligados también de manera directa o

indirecta a la ruta de Oriente y de Occidente.

La invasión de Van der Does, tenía

unos precedentes inmediatos en los ataques

angloholandeses en la década de 10s

90 en otras latitudes hispanas, de la que

quizás el hecho más significativo fuera la

toma momcntanea, al igual de lo que sucedió

4 años después en Las Palmas de

Gran Canaria, de la ciiidad de Cádiz, por

un contingente de fuerzas conjuntas de estas

dos potencias (HAMMER, 1996: 57).

Cómo olvidar las rxpecliciones dr corsarios

tan faruosos como los ingleses Francis Drake,

John Hawkinns, Thomas Cavendisl-i,

Walter Raleigh, Rnbert Witl-irington y James

Lancaster.

Coinciden precisamente estos años con

el inicio de las grandes navegaciones holandesas

y de su do~iiiriiu en el mar. Así,

por ejemplo, es Olivirr van Noort el primer

Iiolar-idés que da la vuelta al mundo.

'lambien es justo a final del siglo XVII

cuando los holandeses se destacan en la

r~di1rci6nd e los c ~ r t e rm i.ritimnc c m ! a

invención del fluit, barco mucho ~ n á srá -

pido y con un niimero menor de tripulación,

lo que abarataba los costes y lo hacía

mucho más competitivo que los de otras

potencias.

La exclusividad del monopolio ibérico

q~icdaba cada vez más resquebrajada por

la injerencia de las potencias del norte de

F~ ~ i i ~ iT y a . 3 ~ 1 1 I3I I C I C ~ U C I C S r n i a~~ ~ j r l oy hn i i u

sólo participaban a travts de los puertos

españoles, sino que a medida que traiiscurría

el final de la ceiiturid ydrtíari un mayor

número de embarcaciones con el fin de

comerciar de manrra directa con América.

Aigu parecido estaba teniendo lugar en

Africa y en el control del mercado esclavista,

dondc inglcscs y l-iolaiideses intervenían

de forma creciente (STOLS, 1996:

177-1 78).

La crisis grancanaria tenía paralrlisinos

claros con otras regioncs americanas como

el caso de las grandes Antilhs caribeñas,

que tras su pcriodo dc csplendor durante

buena parte del siglo XVI perdieron peso

político y económico con respecto al conti-

El ataque de Van der Does: piedra de toque para una transformación económica ... 49

OUnversdad de a s Fanas d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri Memm Dgla le Caniris 20815

nente, estando marginadas de las grandes

rutas comerciales de la metrópoli. A lo largo

del siglo XVll islds coriiu La Espaiiula,

Puerto Rico, Trinidad o Jamaica acabarían

sumidas en la postración de la despoblación,

sufriendo también de forma continua

los ataques corsarios por parte de las potencias

extranjeras. Algunas de estas islas

serían conquistadas incluso por las fuerzas

invasoras (MORALES P ~ ~DRÓN19,5 2: 60-

61). Precisamente esta inmovilidad poblacional

se había desarrollado igualmente al

amparo de la crisis comercializadora de la

caña de a ~ ú c a r(G IL-BERMEJO GARCIA,

1983: 65/ VILA VILAR, 1974: 18).

De la situación difícil por la que atravesaba

Gran Canaria nos habla la reacción

de parte de su población frente al ataque.

El 20 de agosto de 1599, en carta a Su Majestad,

el licenciado Gaspar de Vedoya acusaba

que la defensa de la ciudad no había

sido todo lo eficiente que hubiese sido nec

~wr i nS pgiín P S ~ Pp ersnni i~~d;u rante las

noches que defendieron la ciudad nunca se

tuvo más de 60 hombres, y aunque el domingo

27 hicieron venir del campo casi

1.000 hombres, antes del anochecer cada

uno se volvió a su casa sin que se pudiera

evitar. Mientras, muchos habitantes de la

ciudad habían huido, no acudiendo a la d&

fensa a pesar de los pregones. Bastantes

puhhd~rcs sc cscundieron en las ~1-lnvzs

(entre los que se encontraban varios regidores

y personas de caudal) y otros se entregaron

al pillaje, robando las I-iacicndas

que se habían sacado de la ciudad. El mismo

licenciado afirmaba que los ladrones

eran inuciius-.

Segun las fuentes los daños materiales

del ataque fueron hasta cierto punto asimilable~.

Además de los robos de pertenencias

más o menos valiosas se quemaron

los conventos de San f;rancisco, Santo Domingo,

el de San Bernardo, las Casas del

Obispo, 34 casas, algunas de poca consideración,

las ermitas de San Lázaro, San Sebastián,

el Espíritu Santo y Santa Catalina,

quebraron im5gcnes y retablos, la pila del

bautismo de la catedral, robaron 200 pipas

de vino, 20 cajas de azúcar, las campanas y

artillería de la fuerza de la ciudad. Igualmente

habían qi~einadoe n el campo algunas

casas y sementeras". A esto había que

unir distinto grado de desperfectos en el

edificio del Cabildo y de la Audiencia, en

la ermita de San Telmo y la de Nuestra Senora

de La Luz. Senalar en este sentido la

pérdida documental de los acuerdos del

cabildo grancanario.

La misma evolución urbanística de la

capital de la isla se resentiría después del

ataque. Antes de 1599 la urbe empezaba a

crecer más allá de las murallas, en especial

con dirección al puerto de La Luz, atraído

por el trasiego y la riqueza que pasaba por

él. Tras la devastación y debido al peligro

de que se volvieran a repetir las invasiones

corsarias, el caserío rehuyó los extramuros,

creciendo, o más bien, manteniéndose, durante

los siguientes tres siglos en sus límites

am~irallados (MARTIN GALÁN. 1980:

125). En la reconstrucción de los edificios

privados afectados se trabajó al menos hasta

1620, mientras que en la de los púhlicns

se perduró hasta 1640 (HEKlIERA PIQUÉ,

1984: 103 y 107). Precisamente los gastos de

fortificación y recoi~ctrucción de la ciudad

empeñó los esfuerzos de la ciudad, al menos

en los siguientes 50 años, desviando

ztonci~nec e inversic\nes ~LIU de ni haberse

producido el ataque se hubiesen destinado

hacia otros menesteres. Los socorros

militares llegaron desde el primer momento

(RUMEU DE ARMAS, 1991: 912). Se tuvo

que reparar los daños sufridos por el

rasiiiiü de La Liiz, en el castillo de Santa

Ana, se avanz6 en la construcción del castillo

de San Francisco, de Mata y se culminó

el amurallamiento de la ciudad. Tambitn

se mejoró la defensa del puerto erigiendo

la torre de Santa Catalina (PINTO

Y DE LA ROSA, 1996: 174-175). Igiialmente

se reconstruyó la torre de San Pedro.

En definitiva, el ataque de Van der Does

en 1599 no significó el inicio de la crisis

o tan siquiera de la transformación econóEl

ataque de Van der Does: piedra de toque para una transformacion economica... 5 1

mica de Gran Canaria, pero vino a marcar

la pauta real, palpable para su población,

d e que algo estaba cambiando y que en el

siglo XVII la situación no repetiría las características

del XVI. Tampoco podemos

hablar que fuera una consecuencia d e la

crisis grancanaria del siglo XVI. Los ataques

corsarios no tenían una causa interna

siiiu rxlriiia, derivddci d e la pulílica exle-

-

NOTAS

En Pernambuco los ingenios aumentaron de

23 en 1570 a 77 en 1600, mientras que la producción

global de Brasil se calcula que pasó

de 2.470 tn. en 1560 a 16.300 en 1600.

Archivo del Cabildo Catcdral dc Las Palmas,

Cartas 1656-1675, fol. 114 v. En julio de

1660 se dice por parte del cabildo catedral

que en Tenerife tan sólo quedaban 2 ingenios,

el de Adeje y el de Ddute.

Por ejemplo el iíltimn de Trlrie rieqaparcrr

en la década de los 40.

Archivo Histórico i'roviiicial de Las Palmas,

ÁLVAREZ DE SILVA, Diego, leg. 1.270, año

1652, Gran Canaria, fols. 169 r.-170 v. Todavía

estaba en pie y se arrendaba en junio de

16.56.

rior hispana, si bien el ambiente de transformación

colaboró dc forma tajante a quc

los graves efectos del ataque se acenluaraii

a principios dcl siglo XVII. Contribuyó como

causa secundaria, y junto con las trascendr

i i tales t i -ans for - i i~acinnd~sr la rcciiiomía

graricariaria desde la seguridd mitad

del siglo XVT, al estancamiento isleño a

yr i~i c ipiusd e ld siguierite ceriturid.

Según este autor esta isla contaba en el siglo

XVT con 24 ingenios, no bajando ninguno

de ellos de una zafra de 6 a 7.000 arrobas.

Uno dc los múltiples ejemplos de las operaciones

de compra-venta de mosto lo tenemos

en octubre de 1637, en que Domingo

Martín, v" de Azuaje, vendió al alférez Juan

Go r iAt . ~2' 5 botas de mosto de ld viñd que

tenía en Aiiiajr, Fn A H P1 P MOYA, Francisco,

lea. 1.197, año 1637, Gran Canaria, fol.

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