VEGUETA, Número 5, 2002 315
GESTACI~NY EVOLUCION
DE LOS PAISAJES VEGETALES DEL ÁMBITO
TERRITORIAL DEL JARDÍN CANARIO
Barranco de Guiniguada. Gran Canaria1
Ounversdad de a s Fanas d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri a e m m Dgta le Caniris 20815
316 Antomo ]azwr Domínguez Mrdinn / Alvx Hnnsen Mnclziiz
Resumen: La evolución del paisaje
del R" Guiniguada se aborda a partir de
dos vías coinplementarias. En Ia primcra
se analizan las variables geomorfológica
y climática: dc la interacción entre
ellas resulta el paisaje natural original.
En la segunda, tras la aparición humana,
el análisis se centra en la interrclxión
Iioinbre-medio natural desde el periodo
prehispánico hasta el final del siglo XX.
La clave argumcntal se fundamenta en
las variaciones experimentadas por los
paisaje< vegetales, al tratarse de un factor,
de evidenle dindrriismo, que refleja
con nitidez las transformaciones experi-
&"A*'. -,," ,~1 L ,.*- :L.--:.. -5:.L
..LLI.I YULLLI y < , I \1 L C I I , , I r # III I I L J C L C I de c>-
tudio.
Palabras clave: Barmnco, arnb~crztr
hinclimdtico, ez>oluciii~rii ~ ll~ aisnjr.
Abstract: The analysis of the evolutiun
of the B" Guiniguada landscape is
hased on two cornplementary factors.
Firslly, tlie geomorphological and climatic
variables are analysed, since the orig
i d iidiuidl ldiidscdpe is the ourconie oí
their interaction. Secondly, after humans
appeared, the analysis has focused on
the relation between rnan and natural
environment, from the time of the prehispanic
population to the end of the
20'11 crntury. Thr argurnents for al1 this
are haced on the variations suffrr~d by
thc vcgctation landscape. This faclor,
which presents an obvious dvnamism,
clearly refl~cts thr changes undergone
by the target site.
Key-words: Rnoine, bioclimatic e w -
~ o ~ r n e ilf~lit~,d sc~zepicl o l ~ h o r ~
La cuenca de Guiniguada, la niaycir de
la mitad Norte de Gran Canaria, surca su
cuadrante nororiental, en torno a un eje de
dirección NE.-SW. abierto a la incidencia
de IVJ Ali5i0~, aunque la dirección y meandrificación
de la mitad inferior del barranco
dificulta localmente su encauzamiento.
El tramo intermedio del sector de
la cuenca incluido en el Proyecto Guiniguada,
que a efectos de su identificación se
Iia denominado Jardín Canarzo, comprende
la porción superior de un profundo canal
de desagüe, de sección transversal en U.
Abarca una superficie que se extiende longitudinalmente
desde La Caldereta del
Lentiscal, cuya cima alcanza 503 metros sobre
el nivel del mar, hdsta la Fuente de Morales
(100 metros), en las inmediaciones de
la capital de la isla. La incisión de las formaciones
geológicas ha originado potentes
escarpes que, en ocasiones, salvan desniveles
que culminan a unos 150 metros sobre
el cauce; pero junto a este encajamiento
en "cañon" el rasgo geomorfológico que
singulariza este tramo y que ha limitado
severamente el uso del territorio ha sido la
presencia de la colada lávica que emitió el
cono volcánico dc la Caldereta del Lcntiscal,
cuya superficie escoriácea, denominada
Maipez en la toponimia local, se prolonga
a lo largo de unos 3 km. La inscrción
de una amplia superficie de este espacio en
el ámbito bioclimático termocanario ha fa-
Lmcci-is c! Ucsarro!!~ de busyües j maiw
rrales esclerófilos que, tras la ocupación
humana del territorio insular, han cxperimentado
sucesivas Lrarisfurrriacionec, yroducto,
en buena medida, de unas específicas
relaciories sociales y productivas.
EL ESCENARIO
Caracterización del soporte geomorfológico
La morfología es la de una garganta
profunda, con desniveles que alcanzan los
150 metros desde los interfluvios hasta rl
cauce actual, pero lejos de la simplicidad
aparente, este entorno contiene una gran
diversidad geológica y geomorfológica.
Diversidad en la litología ya que en las
estructuras están representadas una gran
variedad de las rocas y de sus depósitos emitidas
por la actividad geológica de la isla.
Se apilan así, depósitos de flujos piroclásticos
de la Formación Foriolítica; drpósitos
de sedimentos aluviales groseros de la
Formación Detríticci de Las Palmas; depósitos
de lava< haqáltirar y depSritoc de ignimbritas
de la Formación Roque Nublo;
depósitos de lavas básicas y depósitos y esGestación
y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 317
tructuras strombolianas y, por último, depósitos
sedimentarios aluviales y coluviales
recientes.
Lógicamente csta diversidad litológica
conlleva una gran diversidad en la textura
de los materiales y eri su grado de coliesiúri.
Por la misma razón, existe amplia variedad
en el color de los mismos, no solamente originada
por su diferente composición sino
también por los procesos de alteración, oxidación
e hidratación que han sufrido, y una
diversidad cronológica ya quc estos materiales
han venido acumulándose desde el
Mioceno Medio a Superior (unos 9 m.a.)
hasta el Actual, intercalando momentos de
actividad volcánica con generación del relieve
y momentos de predominio de la actividad
erosiva-sedimentaria.
Los caracteres particulares de cada
modalidad de depósitos en combinación
con los procesos erosivos han originado a
su vez una diversidad en las formas del relieve
que se ven enriquecidas por las estructuras
y microformas asociadas al volcanismo
reciente del volcán de la Caldereta
del Lentiscal. Esta diversidad de formas es
también consecuencia de que a lo largo del
tiempo liaii niodelado, esculpie~idoe l paisaje,
diversos proccsos dc erosión. Los de
intensidad más notable se rclacionnn con la
acción de las aguas corrientes, procesos flu-
. , -.:-A ------ :-1-- c,,c, A,. ,,,,,,,,..., " A,
V I U L V I I C I I C I ' , I C i 3 L U l l l V U,. C L V J l V l l C V I I I U CIC
acumulación, pero tienen importancia los
proccsos de vertientes como la arroyada
concentrada y difusa, los desprendimicntos,
la taffonización y la edafogénesis.
Otra característica del territorio en esiuciiv
es id ciiversicidd espd~idi.i d dsi111etría
entre las vertientes opuestas del barranco,
e incluso, en una misma ladera, a
lo largo de su desarrollo longitudinal. Esta
propiedad conjuga y combina difcrcntcs
factores naturales: asimetría geológica (naturaleza
de la roca-textura-color-forma de
yacimiento), geomorfológica (forma-proceso
crosivo-pendiente) y climática, especialmente
en lo referente a la exposicón al sol
(solana-umbría) y a la exposión a los vientos
dominantes. Todo ello se traduce en un
medio biogeográfico rico que, aunque se
desenvuelva de forma general en el tránsito
entre el piso xerocanario y cl termocanario,
ofrece una gran variedad de matices.
Por último, 5e preser~tae l territurici clue
nos ocupa como un territorio original. En
buen parte porque las característica ennumeradas
hasta el momento no confluyen
frecuentemente y en segundo lugar por las
aportaciones en estructuras piroclásticas y,
muy cspccialmcnte, lávicas imprimidas
por la actividad volcánica de La Caldercta
del Lentiscal.
Su cráter es el mejor ejemplo de niorfología
en herradura existente en la isla y, su
derrame lávico, ofrece la más amplia v variada
gama de "bloques erráticos" o bloques
de flotación sobre una flujo de lavas"
de los existentes en las Islas Canarias. Ambas
estructuras del volcanismo reciente
modificaron el barranco existente hasta entonces:
e1 cono escoriáceo cerrd e1 cauce de
la cuenca durante un tiempo, originando
una terraza aluvial de obturación, de importante
valor para el estudio de los procesas
y caracteres morfoclimáticos del Holuceno,
y Id d d d a lávicd que sepult6 el
cauce scdimcntario con una losa dc lavas
que ocupó el cauce de banda a banda. Su
morfología superficial de lavas "aa" con
- L . . - A - - . 4 - A- Ll-.-..,." ----L/. ..e- ,-e-- 2:
CI"UILULIIICLCL UC "LVyuCJ C L p , L L L I U,,', el',,, u,-
versidad textura1 "el maipez", una mayor
compartimentación de lo que fue el fondo
del barranco, una mayor diversidad de exposiciones,
y un límite a la ocupación vegetal
y al tránsito antrópico.
La determinación de la distribución de
los paisajes vegetales antes de la
ocupaciórr ltumar~ad el territorio a través
de las cauacterísticas bioclirnáticas
La tarea de precisar la distribución de
las formaciones vegetales que cubrían estos
parajes inmediatamente antes de la llegada
de los primeros grupos humanos y la reconstrucción
histórica de su evolución tras
la ocupación del territorio guarda algunas
318 Antonio Iuuier Durníi~~zreMz edina / Alex Hansen Maclzin
dificultades. La escasez e imprecisión de
las fuentes documentales deja el mayor peso
dc la tarea en la caracterización bioclimática
y en la observación comparada con
otros sectores del archipiélago que alberguen
paisajes similares. La cnnsidri-ación
de los curidiciunarites climáticos en la distribución
de las formaciones vegetales es
un aspecto escasamente abordado en la bibliografía
biogeográfica referida al Archipiélago.
Rivas-Martínez a través del Índice
de 'lermicidad relaciona el régimen termico
con la delimitación de los pisos bioclimáticos
de la Macaronesia. Para las localidad
del Zurbarán y Monte Coello, ubicadas
en el entorno del ámbito territorial del Jardín
Canario, adquiere estos valores: It (Zurbarán)
= (19,2+13,4+18,9) x 10 = 515 y It
(Monte Coello)= (19,3tll,X+18,4) x 10 =
395. Las cifras obtenidas sitúan a estos enclaves
en el piso iniracanario superior. Sin
embargo, el paisaje vegetal desmiente el carácter
xérico del piso bioclimático correspondiente,
ya que Rivas Martíncz obvia el
régimen pluviométrico en la determinación
dc las áreas hioclimAticas.
hl clin~atólogo y geógrafo estadounidcnsc
Thornthavaite estableció el modo de
calcular el halance hídrico a partir del concepto
de Evapotranspiración Potencial
(Thornthwaite, 1948 en Claver, 1. y cls., 1991).
l2 ap!ic2ci6n ficha de hfdrico
a las estaciones del Zurbarán y Monte
Coello se obtiene la delimitación de las
ireas bioclimfiticas que determinan de for
ma notable el dcsarrollo de las formaciones
vegetales. En el dominio bioclimático xerorariariv
el &firii híd~irü se plü:üiigd d iü
largo de todo el año. En el termocanario al
menos durante un mes no falta el agua en
el suelo, pero a lo largo de alguno la carencia
supera los 100 mm. Ambas localidades
se adaptan a las características ambientales
de este ámbito, aunque El Zurbarán,
que posee un solo mes con una pequeña reserva
acumulada, se halla próximo al umbral
del dominio xerocanario. Obviando la
interacción humana y a grandes rasgos, la
superficie afectada por el dominio bioclimático
termocanario estaría cubierta por
bosques y matorrales termoesclerófilos,
donde la presencia de Olea ecwopnPa ssp. ceraslformis
era dominante, como aún resulta
rvidrrilr [ras la übie11ci611 de 10s ddtus de
campo en los ámbitos territoriales del Jardín
Canario y Santa Brígida.
El espacio sometido al dominio xerocanario
quedaría ocupado por matorrales caracterizados
por la presencia destacada de
la tabaiba dulce (Euplzovbia halsarn(fcua) y, en
menor medida, del cardón (Euphoubia cannrirllsis).
Esta formación cubriría el tramo
inferior del sector del Jardín Canario, desde
el final de la colada holocena hasta el 1ímite
septentrional del marco de este ámbito
territorial. Esta aseveración se refuerza
además, con la anotación de la existencia
de un tabaibal dulce en las laderas de la
Montaña de San Lázaro que forman parte
de la vertiente occidental del Guiniguada.
La tabaiba dulce, al contrario de In que sucede
con la amarga (Euplioubia obtucifolia),
posee un marcado carácter relíctico. Su
presencia está estrictamente ligada a las
circunstancias ambientales.
Otros condiciurranies ubiu'ticos en lu
determinación de la distribución de los
paisajes zwgctalcs
C2d2 une do !es des g r a d o s dnrr.inins
vegetales que se desplegaban en este ámbito
territorial mostraban diferentes facies
que respondían a la cxistcncia dc otros factores
abióticos quc, nunquc menos dctcrminantes
que los climáticos, matizaban el
rüiijuiiio, p~ecis'tiiclo, Ildhid Ciibujd~ CVIL
mayor nitidez, la distribución de los diferentes
paisajes vegetales que se desarrollaban
en esta porción del barranco inmediatamente
antes dc la interacción humana.
Las formaciones vegetales muestran diferentes
grados de afinidad respecto a la evolución
y a la alcalinidad de los sustratos sobre
los que se desarrollan. Así, mientras los
acebuchales presentan una amplia tolerancia,
los lentiscales parecen ocupar los secGestación
v evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 319
tores más desfavorecidos; aquellos donde
otras especies que exigen cierto desarrollo
edáfico muestran mayor dificultad para
asentarse. Se ha constatado el papel relevante
que el lentisco, junto a la retama
blanca (Retama raetam), adopta cn la colonización
de las vertientes de la Caldereta
del Lentiscal y de los enclaves tapizados de
picones procedentes de esta erupción. Sobre
este sustrato se extendía la mayor parte
de la superficie del célebre Monte Tmtiscal,
topónimu de origen inequívoco. El
lentisco también cubría con profusión, como
aún hoy lo hace, soportes de naturaleza
ácida, ya fuesen los afloramientos de
materiales rniocénicos o los firmes brechoides
que afloran en la vertiente occidental
de este tramo del barranco, desde las Laderas
de Siete Puertas a las del Palomar.
Sin embargo, rchiiyr los amplios sectores
donde aparece la formación detrítica de
Las Palmas.
En terrones ácirlec de! ámhite Einc!imático
termocanario se producían introgresiones
de especies de contrastada xerofilia,
plasmadas en la notoria prcscnciii del cardón
(Euphoubia cannuirnsic), especialmente
en vertientes de solana, donde también se
clrsarrollaría con abundancia el drago
(Drucueriu druco), que durante la conquista
de la isla otorgó la denominación al pago
del 91df;~lldiC. ulllu ~ ~ l l b i d iidd i ~ l ~ ~ l l i l l l i d
(Risco drl Drago), esta esperie se extendía,
asimismo, sobre sustratos rocosos, siempre
en vertientes de solana, a causa dc su propensión
heliófila. Al igual que sucede en la
actualidad, cuando el cardón aparecía en
vertientes de umbría io hacia en escarpcs
que dificultan el establecimiento de vegetación
con ciertos requerimientos edáficos.
A pesar de tratarse del producto de una
erupción reciente, en ttrminos geol6gicos
(Holoceno), la colada escoriácea que emitió
La Caldereta del Lentiscal fue colonizada
por elementos arbustivos, como aún puede
observdrse cri el enclave del Castafio, frente
a la localidad del Dragonal Alto, donde
se extiende un pequeño acebuchal. En torno
al cauce de los barrancos se han ido depositando
fragmentos finos (arcillas y lim
o ~q)u e forman terrazas dispuestas como
retazos discontinuos. Estos depósitos aluviales
han constituido el soporte de formaciones
arbóreas y arbustivas caracterizadas,
en los estratos superiores, por la
presencia de palmeras (Phoenix canauiensis)
y de almácigos (Pistacia atlanticni.
La palmera muestra en todo el archipiélago
una marcada inclinación por colonizar
estos terrenos También cubrían,
acompañadas del acebuche -y aún lo hacen
dispuestas como setos divisorios de las antiguas
parcelas de cultivo-, los llanos de la
margen oriental del barranco, donde en la
actualidad discurre la carretera del centro.
En estos parajes se extendía el frondoso
palmeral de Salvago, que aún conserva retales
integrados en el entorno del campus
universitario de Tafira. De los arbustos que
conforman los bosques y matorrales term~
esc!erSfi!oc, !os a!mácigns s m lns más
uinbrófilos y los que exigen suelos más desarrollados.
Junto a los lechus de los barraricos que
surcan esta sección de la cuenca, que hasta
las últimas décadas del siglo XIX mantenían
corrientes de aguas superficiales, se desarrollaban
comunidades higrófilas, dominadas
por elementos herbáceos. A pesar de
s u irildcl~cidp ul a ~ e n i a e~n~ 6e1n 'Viiü~li- lesohigrófilos,
no habría que descartar la presencia
del sauce (Salix curuzriensis), ligado
siempre a la presencia de agua corriente.
A graiides rasgos, los sustratos evolucionados
de naturaleza basáltica favorecen
ci acsarroiio cic una cubierta vcgctai miis
profusa y con un grado de mesofilia más
elevado, que la que cubre soportes de naturaleza
ácida correspondientes a materiales
fonolíticos y a la amplia superficie conformada
por brecha volcánica. I,a rxposición
de las vertientes respecto a la incidencia solar
resulta determinante en el desarrollo de
las formaciones vegetales. Las laderas de solana
se ven sometidas a una elevada incidencia
de vientos cálidos y secos de com320
Antonio Javier Domínpez Medinn / Alex Hunsen Machín
ponente Sur. Lo contrario sucede con las
vertientes de umbría. De este modo, los escarpes
con una orientación septenlrional
sostenían especies con un mayor grado de
mesofilia que las que ocupaban laderas de
solana, de tendencia más xerica. Aunque en
la actualidad la alteración de la vegetación
climácica es muy severa la observación de
este tramo del barranco refuerza esta aseveración.
La mayor parte dc las formaciones
arbóreas con un elevado porcentaje de recubrimiento
que se desarrollan en las vertientes
del barranco lo hacen en laderas con
una exposición favorable a los vientos de
componente Norte; por el contrario, una
formación de carácter francamente xérico
como el cardona1 aparece con abundancia
en la vertiente de solana de Siete Puertas y
El Palomar.
De la aplicación del coeficiente de insolación
de Gandullo adaptado al archipiélago
canario (Almeida Pérez, R., 1997) se obtienen;
cnmhinandn la pendiente y la
orientación del terreno, sectores definidos
por una gama de insolación. Las vertientes
con pendientes más elevadas expuestas al
arco dibujado por las orientaciones Oeste,
Norte y Este soportan la insolación más baja,
albergando los elementos vegetales de
contrastada esciofilia. Por el contrario, la
insolación más elevada se registra en las
5rcus dc mcnar pcrdicntc y en !UZ e x p x i -
ciones meridionales de los escarpes más
acusados. Sin embargo, aún tratándose de
exposiciones septentrionales, las pendientes
elevadas limitan la talla y el grado de
recubrimiento de las formaciones vegetales
que aibergan, a causa ciei escaso ciesarroiio
edáfico que propician.
Las especies leñosas dc tendencia mesófila,
como el mocán (Visnca mocanera), el
espinero (Rhamzus crenulata) o el laurel
(Laurus azorica), condicionadas por sus requerimientos
ambientales, se asentarían
-como aún sucede en las inmediaciones de
este ámbito territorial y, en el caso del mocán,
en los escarpes de su vertiente oriental-
sobre vertientes de umbría expuestas a
la incidencia de los vientos alisios, con un
aporte suplementario de humedad, y a salvo
de la intensa insolación. Las especies
que ocupaban estos enclaves se agruparían
en pequeños rodales donde los elementos
leñosos no alcanzarían un gran desarrollo.
Las limitaciones edáficas de estas vertientes
de marcada pendiente no permiten el
despliegue del crecimiento potencial de estas
especies, que adoptarían un porte a lo
sumo arbustivo, con tallas que oscilarían
entre 3 y 7 metros.
En el dominio xerocanario y en vertientes
d~ solana de enclaves fihirador en
sectores de transición ambiental (xerocanario-
termocanario), sobre depósitos de la
formación dctríticíi dc Las Palmas, se desarrollaba
un tabaibal de tabaiba dulce
(Euphorbia balsamifeya), que en sus facies
1116s húmedas acompañaba al acebuche.
En este ambiente, pero sobre sustrato basáltico,
la tabaiba dulce estaba acompañada
del cardón y de elementos termófilos,
como el drago y el acebuche. De la primera
especie queda constancia toponímica
(Risco del Drago), mientras quc el accbuche
aún crece esporádicamente.
Comunidades rupícolas conformadas,
entre otros, por los géneros Aeonium,
Echium, Sonchus, Carliria y Allagopappus, csvecializados
en colonizar escarpes con
pendientes muy acusadas compartían protagonismo
en exposiciones de solana con
tahaihas y cardnnes, en el dominio bioclimático
xerocanario, y dragos y acebuches
en el termocanario, especies características
dc! c:,ti,rno inmcdinfo. Tümbiéii can frecuentes
las orchillas, líquenes pertenecientes
al género Roccella (R. cnnariensis y
R. fuciformis) que aún se observan sin dificultad
en los escarpes basálticos dcl barranco,
a pesar de la intensa explotación
de la que fueron objeto con el fin de extraer
su preciado tinte. En cantiles con exposición
de umbría eran abundantes pequeños
helechos de los géneros Daaallia,
Adiarifurn y Poly~iodiurn.
Gestación y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 321
Caracterización de los Paisajes vegetales
previos a la colonización humana
A partir de la precisa combinación de
los factores abióticos corisiderados y estimando
que la variable climática ha permanecido
constante a lo largo de la escala
temporal propuesta, podemos llevar a cabo
una aproximación a la rcconstrucción de
las formaciones vegetales que albergaba este
sector inmediatamente antes de que se
produjese la interferencia antrópica.
Tabaibal dulce
Cubría vertientes de solana labradas sobre
la formación detrítica de Las Palmas,
dcntro del dominio xcrocanario y dc transición
al termocanario. En su composición
florística era dominante la tabaiba dulce
(Eupliorbia balsnmifera) que llegaba a alcanzar
un porte arbustivo (1-3 metros), como
aún sucede en parajes donde esta especie
sc ha dcsarrollado con escasas intcrfcrcnciaq
ron las actividades del hnmhre.
Tabaibal dulce con acebuches dispersos
En vertientes de umbría del ámbito xerocanario
o en laderas de solana de sectores
de kransición enke los dominios xerocanario
y termocanario, el tabaibal se veía
enriquecido en el estrato superior por la
aparición de especies que definían ciertos
t,:,:,. ,,,h..,L, /Al.,, ., "'"U'"". Y! U""""" \"'"m
ssp. ceras$ormis), a causa de la elevada capacidad
de colonización dc las diferentes
facies ambientales de su entorno de desarrollo,
sería, tras la tabaiba, el clcmcnto dominante
en el estrato superior.
Cardonal tabaibal con acebuches aislados
Asentado sobre escarpes excavados sobre
sustrato basillticv, en vertientes de solana
del ámbito xerocanario y en el área de
transición al termocanario, se desarrollaba
un matorral caracterizado por la presencia
dominante de tabaibas dulces y cardones
(Euphorbin cannrirnsis). La adición de esta
especie estaba vinculada con la existencia
del soporte rocoso.
Cardonal tabaibal con acebuches dispersos
Salvo por la orientación septentrional
del escarpe donde se asentaba, este paisaje
vegetal se desarrollaba en una condiciones
abióticas similares a la que ocupaba la
formación precedente. El incremento de la
presencia de acebuches venía determinada
por la exposición del escarpe que provoca
un descenso de la evapotranspiración y, de
este modo, una mayor eficacia del balance
hídrico en un entorno mayoritariamente
xérico.
Matorral termoesclerófilo sobre bloques
erraticos
La calidad vacuolar de las lavas holocenas
provoca una mayor retención de la
humedad que propiciaría un apreciable recubrimiento
de los bloques. Sin embargo,
su irregularidad y exigua superficie limitaban
la formación de suelo que albergara
vegetación de porte notable. El balillo (Sonrhirs
I ~ n t n r ~ y lml i ~Ps! ) ,v ~ro!( Aeonium pevc
a ~ i ~ e u i ie~l )t,a saigo (Rubia fi-uticosa), y especies
leñosas, como el lentisco (Pistncia
leritiscns), el acebuche (Olen europea ssy. cerasifornzis)
y la palmera ( P ~ O P IrIm~aXr i ~ n s i s )
que, de furnia aislada y con escasv porte,
aún pueden obscrvarsc, tapizarían parcialincntc
las rocas.
Acebuchal abierto sobre malpaís
A pesar de su datación holocena y de su
ubicuación en un entorno ambiental con
rasgos áridos, la colada poseía antes de la
Ilcgada de las primcras comunidades humanas
al barranco un apreciable recubri-
. ., J . . 1 1 1 - ~ . ' - - - -
I IL~TI ILV ue ~ ~ C C L J U C I L ~yJ KI ILI~CUJ de P U L ~ C
mayoritariamente arborescente, como evidencia
el pequeño acebuchal que aún se
desarrolla en El CastaAo, frente al Dragonal
Alto.
Accbuchal-dragonal abierto con cardones
Aunque ocupaba una amplia superficie
inmersa en el ámbito termocanario, la naturaleza
ácida del sustrato y la orientación de
solana de las laderas sobre las que se desa322
Atitonio laz~ier Dowiíi~guez Meditia / Alcx Hanseti Macllín
rrollaba propiciaba, y aún lo hace, la introgresicín
en estos parajes del cardón (Euphnrbia
irnrinrierisis), elemento francamente xérico.
En los estratos superiores eran dominantes
el acebuche, el drago y el lentisco, éste en
menor medida. Los mismos condicionantes
abióticos mencionados provocaban un cierto
desarrollo adehesado de la formación.
Acebuchal con dragos y cardones
dispersos
A pesar de desarrollarse sobre sustratos
ácidos, esta formación mostraba un alto
grado de recubrimiento de acebuches, propiciado
por su urientacihn favorable a la
incidencia de los vientos húmedos. La acidez
y la naturaleza escarpada del terreno
provocaban la aparición esporádica de cardones
procedentes de la unidad precedente,
con la que limitaba.
Palmeral con almácigos dispersos
En torno al tramo del cauce del Guiniguada
no afectado por el flujo de la colada
holocena, se fueron disponiendo, a modo
de retazos, depósitos aluviales conformados
por sustratos de granulometría fina, de
elevada fertilidad, que propiciaban el establecimiento
de profusos palmerales caracterizados
por la presencia de la palmera canaria
(Pizoenix cunuriensis) y del almácigo
(Pirtorin otlnntirn), elernentn arhnresc~nte
de la formación termoesclerófila que muestra
cierta inclinación por desarrollarse sobre
suelos profundos de fracción fina, en
torno a cursos hídricos.
Palmeral con acebuches dispersos
Sobre sustrato basáltico y ocupdndu
una considerable superficie de escasa pendiente
se desarrullaba un extenso palrrwrdl
donde Phoenix canariensis era dominante,
aunque en estratos inferiores estaba acompañada
del acebuche (Olea europaen ssp. rerasiformis).
El sustrato basáltico, de naturaleza
alcalina, a diferencia del ácido,
propicia el establecimiento de formaciones
con un mayor desarrollo en lo que respecta
al porte, al recubrimiento y a la productividad.
Retales degradados de lo que fue
esta formación aún se desarrollan en Salvago,
en torno al campus universitario, y
en los linderos de las parcelas agrícolas.
Acebuchal con lentiscos dispersos
Dentro siempre del ámbito termocana-
~ i ol,a ina~iileiLd~iVdne una süla liiiiilaciún
abiótica, ya fuese ésta la existencia de soportes
ácidos, la presencia de los dos pequeños
conos volcánicos pleistocénicos del
interfluvio oriental de este tramo del barranco,
o la aparición de vertientes con una
orientación de solana, provocaba que los
bosques y matorrales termoesclerófilos
perdiesen los elementos de cierta mesofilia.
En los estratos superiores, el acebuche y, en
menor medida, el lentisco caracterizaban la
formación que poseía un alto grado de recubrimiento.
Matorral termoesclerófilo abierto con
predominio de lentiscos y retamas blancas
Sobre el cono holocénico de La Caldereta,
en vertiente pronunciada de solana, y
en ocasiones sobre sustratos conformados
por picones, se asentaba una formación
abierta caracterizada por la presencia dispersa
de lentiscos y retamas blancas (Retarnu
rueturn), en el estrato superior. El lentisco
es e1 elernentn Ieñncn de la formación
termoesclerófila que ocupa los sectores
más desfavorecidos, allí donde otras especies
que exigen un mayor desarrollo edáfico
desaparecen. La retama blanca, muestra
una evidente tendencia por extenderse so-
L.... L ------- -..L:,.-L,.- 2,. -:-&-
L l l C L C L l C l l V J C U L l l C l l U J CLC PICUIL.
Retamar (Retama raetam) con lentiscos
Ld ndturale~d explusikd de Id erupcih
de La Caldereta provocó la deposición de
mantos de picones que cubrieron sustratos,
referidos mayoritariamente a la formación
detrítica de Las Palmas y sometidos a pendientes
moderadas sobre los que se desarrollaron
bosques y matorrales con un elevado
grado de recubrimiento, caracterizados por
Gestación y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 323
la presencia dominante, en el estrato superior,
de lentiscos, retamas blancas y, en menor
medida, de acebuches. La apreciable talla
de los ejemplares y la naturaleza cerrada
de la formación estaba propiciada por la relativa
suavidad del relieve y por la mayoritaria
exposición de unlbría de los sectores en
los que se desarrollaba la unidad.
Acebuchal abierto de amplio cortejo
florístico con dragos y cardones dispersos
Cubría mayoritariamente sustratos basálticos
en exposiciones dc solana, siempre
en áreas extremadamente escarpadas, donde
el desarrollo edáfico se ve muy limitado,
y por ende el establecimiento de especies
vegetales de crccimicnto arbórco. El
sustrato en ocasiones es rocoso. En estos
enclaves el cardón, a pesar de que se trata
de un elemento que dcfinc ambientes fran
camente xéricos, desplazaba a otras especies
termófilas que exigen para su desarro-
11 - A iiu ue ürt cirito desai-i-olio ed6fico. Esias,
sin embargo, también se hallaban presentes,
con tallas inferiores a las que presentarían
en enclaves más propicios, donde pendientes
más tendidas provocarían el
depósito de suelos de cierta potencia. La
presencia de dragos en ambientes rupícolas
resulta sobradamente contrastada, especialmente
en oricntacioncs de solana. La
riqueza florística de la formación, a pesar
de las evidentes limitaciones ambientales,
vendría dada por la presencia del sustrato
basáltico y por la ubicación inmediata del
acebuchal ccrrado con arnplio cor t~jo.f lorístico,
formación con cierto carácter mesófilo, alguno
de cuyos elementos florísticos se difundirían
por la unidad limítrofe.
Acebuchal cerrado con amplio cortejo
florístico
Aunque segmentada, la formación tenía
en común la exposición de umbría de
las vertientes sobre las que se extendía y
la existencia de sustratos basálticos y detríticos
que no limitaban en exceso el desarrollo
vegetal. La suma de circunstancias
favorables propiciaba la aparición,
junto a notables ejemplares de acebuches,
de elementos que denotan cierto carácter
mesófilo, como sucedía con los mocanes
(Visncn ii~ocnlzera)e, spineros (Rizamrzus crenulata)
e incluso laureles (Lntlrus nsorica) y
barbusanos (Apollonias harbujaizn), especies
que aún perviven en escaryes casi
inaccesibles del entorno superior de este
tramo del barranco, donde el déficit hídrico
disminuye con respecto a los sectores
más próximos a la Fuente de Morales.
En toda la formación la palmera (PImet~i~
, -nt1nvi~i i5is)a p a r ~ c í ñf ormando rodales en
los sectores de pendiente miis tendida. La
presencia del hediondo (Bosca yrrbarnorn)
denotaba, al igual que lo hace en la actualidad,
un cierto carácter umbrófilo de
la formación.
Lentiscal cerrado con acebuches dispersos
Sobre las vertientes de umbría del cono
---,-! - ' - -
V V I C ~ ~ I I I CdU c LLLC rlid~teiclb e Licbdrruiiclbd
una matorral que alcanzaba, a lo sumo, un
porte arborescente caracterizado por la
presencia dominante de Pistacin lctttiscus y
Olca enropaea ssp. cerasif~rrriis, eri menor
medida. La diferencia con la formación que
se extendía sobre las laderas de solana estribaba,
fundamentalmente, en el mayor
grado de recubrimiento y en el porte superior
de la que aquí se aborda.
Matorral higrófilo
En torno a los cauces de los barrancos
por los que circulaba el agua de forma permanente
se extendía una formación ligada
exclusivamente a esta circunstancia. En el
estrato arborescente se hallaba, quizá, el
sauce (Saiix canarieizsis), como sucede en
enclaves similares. En contacto con el agua
aparecerían juncos (Iuncus acutus) y aneas
(Typlzn doini~rgetzsis). Tapizando pequeños
escarpes, como aún se contempla, se extendía
el hediondo (Bosca ycrbamora), mientras
qiir algimas p a l m ~ r a s dispersar se
asentarían en las orillas sobre las que se había
depositado suelo.
LA OCUPACI~ND EL ESCENARIO
Capacidad de uso agrícola de sociedades
agrosilvopastoriles
Para evaluar la aptitud que para el uso
1iuiiiano albergaban estas tierras en un contexto
económico fundamentalmente agrícola,
que se prolongó en la isla hasta la difusión
de las novedades tecnoldgicas que
introdujo la Revolución Industrial, se han
establecido los factores de orden abiótico
que la determinaban: la pendiente, la naturaleza
del soporte físico y la presencia de
agua corriente. Al tratarse de un espacio
reducido en el que se desarrollaba una amplia
gama de formaciones vegetales, que
incluía desde matorrales xerófilos hasta comunidades
arbóreas termoesclerófilas, cuyo
acceso no ofrecía gran dificultad, se ha
desechado la variable referida a estos recursos;
tampoco se considera el factor climático,
relativamente uniforme a lo largo
de t d n e! ámh i t ~se !eccinnido, qlue se estima
menos decisivo que la presencia yermanente
de aguas superficiales.
La pendiente es un factor quc dctcrmina
en un grado elevadísimo la delimitación
de los recursos y, por ende, el asentamiento
l~unianoy el desarrollo de las actividades
agrícolas. Su valor es inversamente
proporcional a la estimación de uso del enclave
aiectaúo.
La determinación del sustrato condiciona
la aptitud agrícola del espacio. Los soportes
de naturaleza ácida generan suelos
de inferior potencialidad agrícola que los
alcalinos. El carácter escoriáceo de la superficie
generada por la erupción holocena
del edificio volcánico del Lentiscal impedía
su explotación agrícola. Los mejores suelos
se localizaban cn los depósitos aluviales
emplazados en torno al cauce del barranco.
Aunque resulta difícil precisar la pasada
existencia de manantiales y fuentes, se
tiene constancia de la circulación permanente
de agua por e! harranco hasta los iíltimos
años del siglo XIX. Además de los
fértiles depósitos aluviales desarrollados
en el cauce del Guiniguada y en la confluencia
de este curso con el Barranquillo
de Siete Puertas, las plataformas basálticas
de Las Portadas-Salvago y de La Palma, en
un ambiente tcrmocanario, han propiciado
el desarrollo de una apreciable edafogénesis.
Ambas han constituido el soporte de
una extensa superficie cultivada, tras la roturación
de los bosques que albergaban.
Tras la colonización humana de estos parajes,
el tramo ocupado por la colada cscoriácea
fue ajeno a cualquier clase de explotación
agrícola, sin duda inviable sobre este
si.istratn Sin ~mhargoe,l r ~ p r ~ s ami ~dn t~n l
cauce, provocado por la aparición del cono
volcánico que obturó el curso hídrico, originó
la aparición de una laguna (Hansen,
1987). El depósito de sedimentos provocó,
tras la rotura del obstáculo lávico, la emersión
de suelos aluviales dc considcrablc potencia
y de muy alta capacidad agrícola, explotados
ininterrumpidamente desde el
pciiudu yreliispiiii~ü hiisiii la üiiüalidad.
Una circunstancia similar, que ha propiciado
la aparición de terrazas aluviales, ha sido
la interrupción del curso del barranqui-
110 de Siete Puertas por la colada Iávica
emitida desde La Caldereta del Lentiscal.
Estos sustratos, además de las terrazas desarrolladas
en el tramo meandrificado del
entorno de la Fuente de Morales, vinculadas
también con crisis morfoclimáticos y con
movimientos eustáticos, conformaban las
áreas más productivas en las sociedades
preindustrialcs, en las que la economía se
enmarcaba en unas coordenadas fundamentalmente
agrarias, como sucedió en el
archipiélago hasta bien entrado el siglo XX.
El relieve más vigoroso, ajeno casi en su
totalidad a la explotación agrícola, se desarrolla
en los escarpes que enmarcan los
barrancos de Guiniguada y Siete Puertas,
que muestran pendientes que superan con
frecuencia los 30°, el umbral a partir del
cual no resulta posible el desarrollo de las
actividades hiimanas
Los usos del territorio hasta la mitad dcl
siglo XX eran los clásicos de una economía
324 Antonio Jnnier Domíiz~irezM rdinn / Alex Hnnsen Mnrhín
OUnversdad de a s Fanas d? (,ran Canara i t o e c a Unuestsri Memmi Dgta le Caniris 20815
Gestación y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 325
agraria que localizaba preferentemente sus
actividades en las fértiles terrazas aluviales
del barranquillo de Siete Puertas y de la
Fuente de Morales; en los sedimentos lagunares
depositados tras el cierre del barranco
a causa de la aparición del cono volcánico
de La Caldereta, y sobre sustratos algo
más limitados, en la mesa de La Palma y en
los terrenos llanos del intcrfluvio oriental
del barranco. La ganadería extensiva estaba
relegada a los espacios donde la pendiente
acusada, la relativa lejanía de los cursos hidrográficos
y la pobreza de los suelos dificiiltaha
la rntiuraci6n y e! ci'iltivo de nirevas
parcelas. Hasta el siglo XIX, buena parte de
estas tierras han sido tradicionalmente consideradas
comunales, de modo similar a lo
que ocurrió durante la ocupación prehispánica.
El secular uso ganadero se traduce en
la ausencia de una cobertura vegetal desarrollada
que ha sido sustituida por un pastizal
dominado por Hyparrizetzia hirfa y por
especies de carácter xérico, poco apetecidas
por el ganado, como aún revelan las laderas
de la cuenca de Taniaraceite y algunos sectores
de la vertiente occidental de este tramo
del Guiniguada.
A pesar del incuestionable protagonismo
de los factores abióticos, han sido los
usos del territorio de las comunidades humanas
enmarcadas en diversas circunstancias
socioeconómicas, las que han incidido
de forma determinante en la configuración
del territorio. Cada sociedad emana paisajes
que les son característicos, reflejo de un
entramado estructural donde tanto caben
las relaciories socioecon6micas, las decisiones
que desde esferas de poder afectan al
grupo humano que habita un territorio concreto,
como los rasgos de conducta social
que caracterizan a la comunidad. La determinación
de los paisajes antiguos requiere,
por tanto, desvelar estas circunstaricias siguiendo
una secuencia diacrónica.
Esbozo de los paisajes prehispunicos
Existen numerosas evidencias de la presencia
de comunidades prehispánicas en
este sector del barranco a pesar de la inconveniencia
que para la producción agrícola
suponía la existencia del malpaís. La
localización de las viviendas trogloditas de
las Cuevas de los Frailes y de las Meleguinas,
aguas arriba, responde a la presencia
en las inmediaciones de los fértiles sedimentos
lagunares del barranco de La Angostura,
a la disponibilidad permanente de
agua y a la existencia de un sustrato fácilmente
disgregable q t i ~fa cilitaba la excavación
de los hahitáculos. Vinculado con la
potencialidad agrícola parece estar también
e! re!ev~nte C C ) I ? ~ U ~ ~hSu bitaciom! de Las
Huesas, barranco abajo, en el extremo septentrional
de este ámbito territorial. Se ha
confirmado la presencia de cueva3 de habitación
en el escarpe que asoma al Guiniguada
y restus de lo que parece que fueron
casas de piedra seca en el iriterfluviu. La
existencia de silos en todos los asentamientos
confirma la explotación agrícola
de los depositos aiuviaies. Ei caracter permanente
del curso de agua facilitaba el regadío
de las parcelas mediante acequias, de
cuya presencia existe constancia en enclaves
similares. Aunque no fuese el factor
determinante para el asentamiento, resulta
revelador comprobar la existencia de un
apreciable incremento de la densidad de
núcleos prehispánicos en la franja de contacto
del matorral xerófilo y los bosques
termoesclerófilos, en un espaciv ecutónicu,
donde menor resultaba el esfuerzo para
avituallarse de lus recursos procedentes de
ambas formaciones vegetales.
Se ha constatado el uso que de los malpaíses
hacían las comunidades prehispánicas
que habitaban la isla. La textura vacuolar
de las rocas que conforman la
superficie escoriácea provoca una retención
de humedad superior a la que se registra
en los paraje< circundantes; de este
modo, la vegetación herbácea adquiere mayor
desarrollo, propiciando la suelta de ganade.
Esta prádicu p ~ e c cem f i rma r s~tr as
advertir la presencia de corrales de piedra
seca que se levantan junto a lo que la Carta
Arqueológica elaborada por el Museo
Canario interpreta como refugios pastoriles.
Como sucedió con posterioridad, no
serían ajenos al uso ganadero extensivo los
bosques termoesclerófilos v los matorrales
xéricos que se extendían por las vertientes
del barranco. Ante la pujanza del pastoreo
las mejores tierras agrícolas eran rodeadas
de cercos que impedían la entrada de los
animales.
La presencia de enterrarnientos en los
retazos de malpaís que aún ailoran tiene
paralelismos en enclaves similares. Así,
tambih uc ca.vtatu en !I CO!X!U nY-l *eo mifió
el volcán de la Cuesta de las Gallinas,
en el municipio de Telde; en el Malpaís de
la Necrópulis, prUximo d la Villa de Agacte,
o en la arrasada necrópolis de La Isleta
descrita por el Dr. Verneau en los últimos
años del siglo XIX (Verrieau, R., 1982). La
Carta Arqueológica de Las Palmas apunta
la presencia en el Maipez de numerosas estructuras
funerarias que se apoyan sobre ia
base de los bloques erráticos, formando snlapones.
A pesar de tratarse de una sociedad anclada
en un neolítico cuasi forzado, a causa
de la limitación de los recursos que albergaba
el archipiélago (ausencia de
metales) y del aislamiento que padeció, las
modificaciones paisajísticas provocadas
por las comunidades prehispánicas pudieron
ser muy apreciables. Su actividad económica
generó un incipiente paisaje agrario.
Probablen-iente, roturaron las terrazas
aluviales para establecer cultivos de regadío;
extrajeron maderas para, de este modo,
obtener una fuente energética; aclararon
los bosques de la mesa de La Palma y
de los 1,lanos de Tafira y Salvago con el fin
de implantar cultivos de cereales de secano
y establecer áreas de pastoreo. Además,
con el fin de inducir rl drsarrollo de los
pastizales utilizarían el fuego. Sólo la acción
secular del pastoreo extensivo tendría
l:n efectu demc!edí?r y o p r ~ i n c z i a!a regresión
de los formaciones vegetales de carácter
climácico. De este modo, a la Ilegada
de los europeos, lo que habían sido superficies
boscosas del ámbito termocanario
estarían parcialmente adchcsadas, cuando
no desmontadas. La escasez de núcleos
aborígenes localizados en el ámbito del
monteverde y el pinar húmedo y la inferior
incidencia de sus actividades económicas
se debía a la inconveniencia que para el establecimiento
humano posee el clima de
los sectores donde se desarrollaban estos
bosques. Fuera dc las vegas, la agricultura
se veía limitada por la pedregosidad del terreno
y por la dificultad de establcccr un
siqtema de riego efica7 a causa de las limitaciones
técnicas.
Conquista y colonización europea. La
expansión de la caña de azúcar
Un intensísimo grado de antropización
experimentó este ámbito territorial tras la
conquista de la isla v su inmer~ióne n el orden
económico mercantil, del que se deridujeron
a una severa transformación del
paisaje. La conquista de la isla supuso el
derrumbe de la sociedad prehispánica, de
su particular concepción espacial, convulsamente
sustituida por la que introduce la
nueva sociedad europea trasladada a la isla.
Su desarrollo tecnológico se desplegó
con objeto de implantar la caña de azúcar
y eApuliai e: yi"&rto icsu!taloa de J.o
transformación en los ingenios.
El desarrollo de la conquista, durante el
5iglo XV, tubo un iriiiidialo ~eflcjoe spacial.
Entre las estrategias de acoso a la población
prehispánica, los conquistadores quemaban
ias superficies arboiaaas, práctica cmplcaaa
habitualmente en la ~econquista
con objeto de evitar emboscadas (Baucr, E.,
1980). bxiste constancia documental de esta
circunstancia en la vecina cuenca de Tamaracei
te.
"( ... ) toda In isla es u t l juniín, toda poblada
de Palmas, porque de uri lugar yue llunlurz Tunzarazeite
quitamos inirs de sesenta mil palmitos
(ADreu ciia 2G.GVVj y de v i r u s p u ~ i c si1 rj;rriiüs
y de todo Teldt y Ariicas." (Escudero, 1639 en
Morales Padrón, F., 1984).
Gestación y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 327
En los 50 años que siguieron a la conquista
se articuló la nueva estructura territorial
que formari el sustrato de los diferentes
paisajes que se suceden hasta la
mitad del siglo XX y que aún pueden atisbarse.
Sin embargo, no se produjo una desconexión
absoluta con la estructura territorial
prehispánica cuyas vegas v áreas de
pastos comunales prolongaron su función
en la nueva sociedad. La trama de comunicaciones
terrestres parte, también, de la
red aborigen. No obstante, el poblamiento
bascula notablemente hacia el Real de Las
Palmas que se constituye rn rl centrn administrativo
de la isla. El tramo inferior del
barranco, desde el frente de la colada lávica
emitida por el cono de La Caldercta hasta
la desembocadura, pasa a estar en su
área dc inmediata influencia. El obstáculo
que para el trjnsito hacia el interior de la
isla ofrecía la superficie escoriácea y la estructura
de la colada sumado a su nula pot,.-..:-
l:-'--' J.. -"... -bI!. -1. - - 7 r' '
C I I C I U I I U U U ~ I U U U C L I V U ,U Il5dUd cll I L U J U CÜlonizador
a bifurcarse por los lomos
circundantes, convergiendo de nuevo tras
La Caldereta del Lentiscal.
Los colonos reutilizaban habitualmente
las viviendas y la infraestructura agraria de
las comunidades prehispánicas. Con frecuencia,
el nuevo poblamiento se polariza
en torno a los asentamientos prehistóricos,
como probablemente ocurrió en La Calzada
y, con seguridad, en El Dragonal.
En los últimos años del siglo XV, el
Concejo, órgano de gobicrno dc la isla, establece
el deslinde de las tierras privadas
sometidas a la explotacih agraria, de las
dehesas comunales y de los montes realengos,
ambos de aprovechamiento colectivo
(Cullen del Castillo, P., 1995). El espacio
que en la actualidad ocupa el imbito territorial
del Jardín Canario quedaba emplazado
cntrc La Dehesa de Tamaraceite, que
lo delimitaba por poniente, y la Dehesa de
Tafira y el Monte Lentiscal, que lo hacían
por naciente (Hansen Machin, A.,1992); Pste,
junto al de Doramas, era uno de los
grandes bosques que albergó la mitad septentrional
de la isla hasta las últimas décadas
del siglo XVIII (Hansen, 1992). Los
montes de realengo se constituyeron en la
principal reserva energética y de materias
primas. Las dehesas albergaban una notable
actividad ganadera extensiva. Ambos
eran administrados por cl Concejo.
La nueva población se inserta en un modelo
de desarrollo basado, sustancialmente,
en el cultivo y transformación de la caña de
azúcar a causa de la pujante demanda de este
producto en los mercados europeos. El
primer ingenio que se levantó en la isla estiivn
~rn-plazadoe n e! r ~ i rhr2~jn de! Cuiciguada.
Su construcción fue ordenada por Pedro
de Vera, primer gobernador de Gran
Canaria. El tramo inferior del barranco llcgó
a albergar tres ingenios que transformaban
las cañas cultivadas en los fértiles depUsitvs
aluviales. Otro, propiedad de Cristóbal de la
Coba, de cuya presencia existía constancia
en 1514, se hallaba en Tafira. En torno a esid
csiruciura se desarroiió este pago. Ei cuitivo
de caña ascendió hasta la misma vega
de Santa Brígida. El iiigenio viiiculado a esta
localidad se hallaba en Satautejo, en las inmediaciones
de Las Meleguinas.
La rápida expansión de las tierras cultivadas
provocó la deforestación de extensos
parajes. Se talaron palmerales, a causa de
la competencia que esta especie ejerce con
el hombre por la ocupación de los suelos
dc mayor valor agrícola -fundamentalmente
los depósitos aluviales de los valles-;
se desbrozó una amplia porción de la
vegetación que se asentaba sobre los sectores
más accesibles, cuya pendiente hacía
posible el tránsito sin dificultad y que, por
esta causa, adquirían un notable valor agrícola.
Así sucedía en la mesa de La Palma y
en el interfluvio oriental del barranco, en
las tierras del Zurbarán y de Salvago. La
causa de la reducción de los bosques se hallaba,
también, en su conversión energética,
en el incremento y diversificación de la
rahñña g a n a d~r ay en la for t í r im~d em-inda
de madera con destino a la construcción
de viviendas y navíos.
328 Antonio ]azlier Domínguez Medirla I Alex Hanwn hlachín
A comienzos del siglo XVI la presión
era de tal magnitud que, en 1518, por Real
Cédula, se promulga el cese de la tala abusiva
y de la especulación de la madera;
además, se establece una política repobladora
que no prosperó. Las ordenanzas de
1531 muestran un bosqiiejo del estado del
Monte Lentiscal que se encontraba "( ... )
muy cortado y nzuy talado y en todo el no hny
leca gruesa a causa de que los señoues de ingenio
han cortado (...)." (Morales Padrón, F.,
1974). A causa del emplazamiento del Real
de Las Palmas cn la desembocadura del barrancn,
la cuenca del Guiniguada sufrió en
mayor medida el impacto colonizador. La
ciudad agrupaba en el siglo XVI al 41% de
los habitantes de la isla (700 vecinos).
La red de caminos parte de la trama
prehispánica, aunque tras la conquista el
cjc distribuidor se traslada al Real de Las
Palmas (Moreno Medina, C., 1997). La vía
que desde la Ciudad ascendía a La Vega
rluzal"a ;"iigiiu~ii-ia~riier,te e! in:erf!.~uici
oriental del barranco, tras superar El Batán
y San Roque. Cuando se adentraba en Tafira,
la senda delimitaba el flanco noroccidental
del Monte Lentiscal. Con cl tiempo
se convirtió en la actual carretera del Centro.
El camino que se dirigía a Teror, tras
partir de la plaza de San Nicolás, ascendía
hasta la cima de la montaña de San Francisco,
y se proiongaba hasta Himatrici-ie;
desde aquí un ramal descendía hasta San
Lorenzo, para continuar por San José del
Alamo, y cl otro se dirigía al camino de La
Vega, atravesando La Calzada (Hernández
Jiménez, V., 1984).
La privatización del espacio se consagró
desde 1485 mediante el reparto de tierras
entre los participantes de la conquista,
de forma proporcional a sus m6ritos y a su
calidad personal. Entre 1485 y 1489, Pedro
de Vera adjudicó las aguas y las mejores
tierras del barranco, las correspondientes a
los depósitos aluviales que, probablemente,
coincidían cnn las qiir explotaban los
canarios prehispánicos. De cstc modo, sc
creó en este entorno un área agrícola relevante.
A mediados del siglo XVT, tras su solicitud,
se distribuyen tierras de inferior
potencialidad agrícola, destinadas al cultivo
de la vid cuyos principales beneficiarios
eran el escribano mayor de la isla, Juan de
Ariñez y sus descendientes. Así, en 1548:
"( ... ) Iuan de Ariniz escrluano mayor (...)
supllca le hagan merced de un pedaco de t~erras
de sequero montuosas de tabaybul y rmrn[iub e
cardones que son dehaxo de Tajyra en que podra
rzwr diez fancgas r...) que ni1 por linderos
de la parte de arriba tierras que tuvo puestas de
calias 1.orrnco merrador i...P .po)r la parte de
abaxo linda11 el barranco del Agua desta cihdad
( . . . i , la cual dicha tierra no a sydo aprobectiada
de persona alguna; r...). " (Aznar Vallejo, E. y
Ronquillo, M., 1998). Un año más farde: "r ... )
Toinas de Ariniz e Pedro da Menlioca hijos de
]un~i d~ Ariniz (...) drzinios que dahaxo de las
tierras que se rreprtieroii (...) e11 q ~ p~odera
por encimr~ fl/indn con U I I srrrfltlo tiri dirl~o
iluestro yadrc que oho plantado de carin.; cl licericiado
iit, la Coliil f...)." (Aznar L'allejo, E. y
Ronq~~i l lhof, 1998).
La deforestación de los sectores afectados
por la incidencia del mar de nubes y el
desvío de las aguas hacia las áreas cultivadas
tiene un reflejo inmediato en el descenso
del caudal que albergaba el barranco
en un momento cn cl que crece la
demanda a causa del incremento de la población
de la ciudad. De este modo, se decide
erigir la primera obra hidráulica de
envergadura de la isla: el canal de la mina
de Tejeda que entró en funcionamiento en
1520, trasvasando aguas desde la cuenca
de Tejeda a la del Guiniguada, a través de
la Cumbre de la isla. La obra sc adjudicó a
Juan de Ariñez y fue el origen del Heredamiento
del Dragonal. Sus trabajadores, antiguos
canarios,. son recompensados con
tierras cn el Dragonal, como se recoge en
este edicto fechado en 1555:
Gestación y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín candrio 329
"( ... ) Garcia de Osorio regidor destiz ysla diz
que el Dragonal comarca desta cibdad estan unos
prdapr di- tirrra que hasta agova no se izan rvcpart~
do en que podra auer 0ias)ta veyfite e synco
o tr~yrlta hnnrgndas 1fp s~rihradrrrn, que an por
lirlderos por la parte de arriba tierra que diz que
se repartieron a los qacudores del ugun de Tejedu
e por la parte de abaxo tierras que se dieron a
Alonso Wzqucz gallego c agora yosclzcn los Izcrederos
del licenciado Surbara~z e de 10s que se
dieron a los sacadorrs P por los lados lindan en el
barmico desta cibdad e con otro barraizquillo que
esta a la Danda d17 Tamauasaytc, supllco a vucs
tuas senorias me hagan merced de ellas para viizas
L' uti-(15fr utules de qur cntiendv uprovechiulas
y PIZ ~ 1 1 0~ itwstrasn z~rrrdesn ze izaran merced."
(Amar Vall~jo,E . y Ronquillo, M., 1998). No
ohstar~tec, uaudo el siglo coiicli~íae l barraiico de
la ciudlzd aún conducrá una corriente apreciable:
"( ... ) había bosques de palmas y lugar ameno de
a p a s (...)." (Torriani, L., 1978)
La diversificación d e l p a i s a j e agrícola
La crisis provocada por la pérdida de los
mercados europeos del azúcar ante la pujanza
de la producción americana provoca
un cambio del modelo de poblamiento que
comicnzn a adnptnr rasgos cndog5micoq. TLI
caña de azúcar, que ocupaba una considerable
extensión del terrazgo insular, es paulatinamente
sustituida por una amplia gama
de productos conipuesta, fundamentalmente,
por viiias, cereales, y por el .m illo y la pa- Pa, '"p"icuEs'ric , "..,, Y"' .",-m" " a"---"-"""A"n"
terreno tras su introducción en los primeros
años del siglo XVII (Camacho y Pérez Galdós,
G.,1966). A cxccpción de la vid, la producción
sc destina a satisfacer la demanda
interna y del mercado regional, que se inci-
rii-lei-,~ari causa de: nuii-,ei-,;o de !a
ción. La menor exigencia ambiental de estos
cultivos provocó la revalorización de terrenos
hasta entonces relegados a causa de sus
limitaciones, como ocurría con la superficie
cubierta por los picones de las erupciones
de La Caldereta y Bandama, parcialmente
revestida por las formaciones termoesclerófilas
del Monte Lentiscal.
En torno a La vega de Santa Brígida comienzan
a producirsc procesos que conforman
el germen de su tradicional papel de
hinterland de la ciudad:"( ... ) Tiene nruchas zvgas
de ticwa iizuy buena (...) es tú poblada de l m -
cha arboleda y viñas que producen los mejores vinos
de las @as. Estas heredades son de todas las
p e r w ~ ~ a~sio ble'id e la c i ~ ~ d aid., .P.o)r c.a usa de
estar m u y cerca de la ciudud 110 habitut~e 11 dlus ,
tan solamente el necesario de acudir a la culf~rra
y recoger los ,f?u tos, y por modo de recrenzidn se
brin los dueños de ellas n i g h tienrpo a ellas en el
verano con sus familias y otras personas deudas
y amigos. (...). Danse famhi tn mu c l~ofsi utos de
trigo, cebada, centeno y mucha cantidad de uino
yfrutas de varias suertes." (López dc LTlloa en
Morales Padrón, F., 1974).
Aunque la Corona no lleva a cabo nuevos
repartimientos de tierra, la expansión de la
superficie cultivada no cesaba. Las usurpaciones
de terrenos comunales eran habituales;
además, el Cabildo continuaba con la
concesión de baldíos realengos. Se trataba en
todos los casos de tierras deforestadas, intensamente
pastoreadas y cubiertas de matorral.
Así debió suceder con la Dehesa de Tafira,
también denominada dehesn carnicera, que se
transforma cn iinn rodicindn vcgn. En ocasiones
la usurpación era legalizada posteriormente
por sentencia de la Audiencia. En
1690 La Real Audiencia denuncia la usurpación
de una amplia superficie de Tafira y del
Monte Lentiscal. Tras la declaración de sus
,,,,;,,+,,;,,, "..., ,G,-,h,, ",.A L,:, .,,, rA-rLL-uVy"u' """""L."" ' "' """U" ""U
de estas tierras desde el siglo anterior, la parcela
es legalmente concedida (Suárcz Crimón,
V., 1987). Los bosquetes y arboledas se
desarrollaban en los parajes dc menor capacidad
de uso agrícola, sobre terrenos con
J : . . - L . - --..--J.- A :- 3. 1 -
~ t Z l l C l I C I I L C 3 dCLl3dUd3. tl C U I l > C C L l ~ l C l d UC id
desaparición de los ingenios, alimentados
con ingentes volúmenes de madera, los matorrales
y bosques debieron experimentar
una aprcciablc expansión, partiendo de los
relictos que pervivieron tras el intenso proceso
deforestador de la etapa azucarera.
La desaparición d e l o s e s p a c i o s p ú b l i c o s
El declive de la exportación vinicola, el
hundimiento del comercio con Am6rica y
330 Antoirio lavier Do~izínpezM edirla / Alex IIarlseri Macliín
un continuo incremento demográfico provocó
un aumento de hambre de tierras de todos
los estamentos sociales que se resuelve
mediante un proceso de adquisición
legal o clandestino. La necesidad de ampliar
la superficie cultivada condujo a la
privatización de una considerable porción
de las tierras del Monte 1,entiscal -con la
curisiguierite rnerrria de las prácticas comunales-
y a una drástica reducción de la
Dehesa de Tamaraceite. La Corona concede
numerosos y extensos lotes de tierras
mediante repartos o a través de la concesión
de datas con objeto de incrementar sus
arcas y fomentar la agricultura, pero los beneficiarios
son casi siempre grandes hacendados
de la ciudad. El monte público
merma en 732 fancgadas y queda reducido
al espacio que va desde La Atalaya a Bandama.
(Hansen Machín, A,, 1992).
Hacia 1778 se concede la data del Marqués
de Acialcázar que privatizó 300 fanegadas.
Sus límites se extendían por la Montaña de
Tafira y La Caldereta del Lentiscal, en la
frontera oriental del Monte. La superficie
de la data se hallaba casi desarbolada, como
recoge la Real Audiencia en 1774:
"Los pel~tos (...) Iuraron cor~lar en el Lerrenn
d~mavrizdn dr Arinlrdznr 455 hholrs y 2 0
más por si se hubiesen eqimocado de acebuche
uic~os ucstidos los mis de cllos de retotios que
Izan hechado, y los menos que son pocos incapar
r z dr rftnñar por r ~ t a rSP COS (...); y por 10 que
mira a los niatorrales se hallan algunos ojelws
í...)c on distzntas matas de Lentisco, que izan procuitdo
las raiccz y sepas viejas, como asi mismo
otros acebuchitos aclznparrndos (...), lo que tarnbién
se encuentra dondc dzsen la Caldereta i...).
,r , esirr Huyu qrrr iirrrrrrrrr ríe Brtiisirr se hullrrn ui-
X U ~ Z UA~te bucintus nuebos, (...)." (A.H.P.L.P.
Sala de la Real Audiencia. 1527. Año 1774).
En 1788 se prohibe el pastoreo en todo
el monte público. Desde los pririiervs arios
del siglo se liabíaii iiiipueslu severas restricciones
a causa de las presiones ejercidas
por la Real Sociedad Española de Amigos
del I'ais Los pequenos campesmos son los
más perjudicados, aunque aún disponen
periódicamente de las tierras de la Dehesa
de Tamaraceite. Mientras, los grandes propietarios
habilitan los cortijos y vueltas de
si1 propiedad.
El sensible incremento de la superficie
cultivada a costa del terrazgo público sigue
una secuencia que va configurando un
nuevo paisaje. En un primer momento,
iras la deluresk~ciijnc dusddd PULI d tdld, 10s
incendios y el sobrepastoreo, se desarrolla
un matorral de sustitución conformado por
aquellas especies menos sensibles a los impactos
que sufre el espacio vegetal. Cuando
estas prácticas son reiteradas aparece
u11 paslizal doiriinado por herbáceas. 'Iras
la desaparición de la cubierta arbórea se
ucupan las tierras mediante datas o usurpaciones,
roturándolas y adoptando prácticas
con las que evitar la erosión a través
del abancalamiento de los terrenos de pendiente
apreciable. El ganado existente se
estabula para evitar daños en las parcelas
cultivadas, siguiendo los criterios del sistema
de explotación ilustrado (Santana Santana,
A,, 1992).
La intensa deforestación condujo a la
Real Sociedad Económica de Amigos del
País, con sede en Las Palmas, a estimular
la introducción de especies, que como la
pita (Agaz7e americana) y la tunera (Opuntia
sp.) se expandían rápidamente, atenuaban
los procesos erniivns por arrnyarla y rnnstiluían
la materia prima para Id cunfecciúri
de cuerdas, redes y telas (Viera y Clavijo, J.
De., 1981).
El atisbo de las novedades tecnológicas.
La aceleración de los procesos de
transformación del territorio
Tras la crisis originada por la pbrdida de
lus mercados que absorbían la producción
vitivinícola, se extiende el nopal (entre
otras especies de tuneras) como soporte de
la cochinilla, de la que se extraía un tinte
muy cotizado en los mercados europeos.
Las limitaciones agrícolas de una amplia
superficie del tramo del barranco no resultan
un obstáculo para la expansión de estas
Geqtación v evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 33 1
especies; además, su escasa exigencia inversora
favorece una rápida implantación.
Su cultivo en este tramo del barranco aún
se atisba en las laderas de Siete Puertas y en
otros sectores de pendiente moderada. La
cochinilla extendió la riqueza sobre todos
los estamentos, propiciando la acumulación
de capital de los propietarios.
Las primeras décadas del sieln asisten a
la desaparición de los bosques del Lentiscal
y a la absoluta privatización de las tierras
publicas que lindaban con el tramo del Guiniguada
que, tras usurpaciones y repartos,
pasan, en una amplísima porción, a manos
de graiidi's hnccndc;dos. Dc EUCVG, !=S cari.-
pesinos sólu acceden a pequelias parcelas.
En 1812 se vendieron 13 fanegadas en e1
Lldrio de id Cruz del Inglés. En 1818, los Ú1-
timos repartos efectuados en El Lentiscal
afectaron al desarbolado Lomo Batista, pequeño
interfluvio adosado al cráter de La
Caldereta que fue destinacici al cultivo de la
vid (Hansen Machín, A,, 1992). nespiiés de
1817, el Lentiscal es un baldío donde asomaban
algunos lentiscos "( ... ) que npenas llegnra
a una vara descollada de la tierra el menor."
(Suárez Grimón, V., 1987).
A pesar de la sensible disminución de la
capacidad dc captación de agua, provocada
por la desaparición de los grandes bosques
del Norte de la isla, por el barranco aún discurría
un caudal permanente que, según
aseguraba Madoz: "( ... ) sin st3r río corre todo
el mio." (Madoz, P., 1986). Ya desde los últimos
años del siglo XVIII se había estimado
incrementar el caudal y mejorar la calidad
de las aguas que suministraban los pilares
de la CIUDAD. Tras advertir la presencia de
un manantial que brotaba del lugar conocido
por los Morales (a causa de los árboles
de esta especie que allí crecían), en el curso
del Guiniguada, el corregidor Eguilus proyectó
conducir estas aguas hasta la capital
de la isla. Tras desestimarse el proyecto original
que contemplaba un trazado subterráneo,
en 1792 el líquido de la Fuente de
!os Morales cro codücidc: 2 !as pilares de
la ciudad a través de una cañería de arcaduces.
La escasa calidad de la fábrica provocó
que nueve meses después de su inauguración,
el primer temporal del otoño la
arruinase, cesando su funcionamiento en
1799 (Galván González, E., 1995).
Siguiendo la tendencia de la centuria
precedente, la población continúa aumentando.
El poblamiento se conccntra cspecialmente
en torno a Tafira, que agrupaba
154 vecinos en 1864 y era descrito por Mado7
en estos términos: "( ... i es un cas.(erío)
ruirry~iiesto IIY 500 msm, diwriziriadas en varias
harierrdns err el espacio de 2 lq.(uas) de terreno,
cuidado can esmero y con b triayor curiedud
y g~s fg. "(\, !aduz, ?9@5). !unto 2 &te, sn=i-o- -r -- -
cen por vez primera en un recuento los pagos
de La Calzada, con 24 vecinos, empla-
~ a d uju ritu al cauce del barranco, sobrc cl
malpaís que emitió el cráter de 1.a Caldereta
y al amparo del camino que desde Teror
conducía d La Vegd; La5 Cuevas de Los Frailes,
cuyos 28 habitantes reutilizan las estructuras
prehispánicas de La Caldereta y
expiolaban íos depósitos aiuviaies de La
Angostura; y, en la vertiente occidental, Siete
Puertas (33 vecinos), junto a lds feraces
tierras del barranco homónimo, uno de los
tributarios del Guiniguada. El Dragonal veía
aumentar sus efectivos desde el recuento
del pasado siglo (1735), de 10 a 39 vecinos.
J,a red de comunicaciones apenas varía
desde las centurias precedentes. En 1877, el
canlino que conducía a San Mateo puede
ser transitado por diligencias. En los últimos
años del siglo algunos automóviles ya
circulaban por la carretera. En Loriio a esta
vía desde los años ochenta del siglo XIX se
incrementa la urbanización residericial. A
las óptimas condiciones paisajísticas, ambientales
y agrícolas de estas tierras se sumó
la proximidad a la capital de la isla y
la difusión turística de los paisajes de Tafira
y El Monte, estimulando el inter6s de
hacendados y dr la burguesía comercial de
Las Palmas por poseer casas de recreo, siguiendo
el modelo de residentes ingleses y
-~.l-o,.m.-.-.n-,o cT LL j n f r n d i~r en~~ e i . r ~mso &!ec
arquitectónicos. (Hansen Machín, A,, 1992).
332 Antonio / a z w Dornín~ucz Medrna 1 Alex Hailcrw Mnchí~
Tras el declive del comercio de la cochinilla,
en los años ochenta del siglo XIX, casi
sin solución de continuidad y promovida
por el Reino Unido, se registra la expansión
del cultivo del plátano y el tomate con vistas
a su exportaciún. Ambas especies prosperan
con facilidad en este tramo del barranco,
pero si bien la primera requiere
suelos de elevada capacidad agrícola, abiindante
riego y ausencia de vientos, los tomateros
admiten sustratos de inferior calidad
y aguas cun un altu contenido de sales.
Estas limitaciones provocan la segregación
espacial de ambos cultivos; mientras el pri-
. . . morn nriipah2 !SS :p,:C:=s & T,ü :m-1-- A-...A., -L." ""Y'u"-
tación en el barranco, los depósitos aluviales
emplazados junto al cauce, los tomateros
se extienden por los Lomos del Pedregal y
Cuesta Chica, en torno a Almatriche. La cercanía
de este sector del barranco a la capital
de id idd incide en el abaratamiento de los
costes del transporte y en la rápida expdnsión
del cultivo. La capitalización de las
piantaciones es eievaua: ante ia notable demanda
hídrica de los nuevos cultivos se
perforan pozos, se trazan acequias y se levantan
estanques, creando nueva infraestructura
que facilita la producción. Con objeto
de incrementar la superficie cultivada,
se sorriba con tierra de préstamo una considerable
porción de la colada que ciibre el
fondo del barranco gracias a la iricorporación
de la isla a las novedades tecnológicas
que difunde la Revolución Industrial, que
facilita el traslado de grandes volúmenes de
suelo fértil. La extracci6ri a travts de numerosas
perforaciones en la cuenca del Guiniguada,
provocó tal descenso del nivel freático
que la corriente de agua desapareció.
Del siglo XIX data el acueducto del iiiolino
de Maipr;., una de los más bellas muestras
de arqueología industrial de la isla.
Al amparo de la implantación de los
niievos cultivos la población experimenta
un considerable ascenso. La demanda de
mano de obra provoca la llegada de jurna-
!wuc do! interivr d~ !a k!n. C ~ r g czs i c! núcleo
de Almatriche, vinculado con el cultivo
del tomate. Su funcionalidad coexiste
con la creciente relación de sus habitantes
con la cada vez más pujante capital de la
isla. Al igual que sucede con los asentamientos
de la vertiente occidental de este
ámbito territorial, el desarrollo anárqiiico
de su trazado, que comienza sil derrame
por la vertiente occidental del barranco, y
la condicih social de sus efectivos contrasta
con lo que sucede a lo largo de la
vertiente opuesta, en torno a la carretera
del Centro, donde ha predominado la consideración
de calidad residencial que le ha
adjudicado la población acomodada de Las
Pa!mñs desde e! siglo X X
Tras la búsqueda de un emplazamiento
adecuado, desde los primeros años de la
dtí.cdd'i de los cincuenta se lleva a cabo el
acondicionamiento de las ticrras dondc se
ubica el Jardín Botánico Viera y Clavijo,
frente al Dragonal, en el lecho del Guiniguada,
sobre tierras hasta entonces cultivadas.
Abierto a los visitantes en 1959, el
jardín recrea los paisajes vegetales relícticos
del archipiélago gracias a la voluntad
férrea de un botánico visionario, Eric Sventenius,
que presciiidicndo dc una planificación
técnica diseñó sus rincones más característicos.
Este espacio sc cxtiende sobre
una superficie que alcanza 14 hectáreas,
aunque en el año 2000 ampliará su extensión
a lo largo de su extremo meridional
hasta alcanzar las 19 hectáreas.
La terciarización económica.
El auge urbano
La segunda mitad del siglo XX, supuso,
tras la conquista una nueva sacudida en todos
los órdenes por una confluencia de factores
que tuvieron un inequívoco reflejo espacial.
1 a creciente terciarización de la
economía insular ha originado el progresivo
abandono del campo, lo que ha provocado
dos fenómenos contrapuestos que actúan
de modo dialéctico sobre el paisaje
vegetal. De un lado, el abandono de áreas
c.d!fiua&s y la mcrioi- p'CSi&, ejrlre Id
cabaña ganadera sobre el territorio ha pro-
OUnversdad de a s Fanas d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri Memmi Dgta le Caniris 20815
Caracterización de los paisajes vegetales
históricos del ámbito territorial del
lardín Canario
Las formaciones vegetales climácicas
han sido sustancialmente modificadas por
la intervención humana desde la ocupación
del barranco por las primeras comunidades.
A pesar de ello, las condiciones ambientales
y físicas continúan estructurtín
dolas a grandes rasgos
Formaciones relícticas moderadamente
degradadas
Se encuentran localizadas en áreas mar-
2- 1- ..,!--'J- 3 -
5 i ~ ~ a uUaT ~ia ~ C L ~ V K Lp~~U~ Ú u ~ iei11~ ider,re -
nos que no albergan capacidad agrícola: sobre
pendientes pronunciadas, cubriendo
parcialmente el malpaís que emitió el cráter
de La Caldereta o, cuando aparecen en torno
a las parcelas cultivadas, como sucede con
los palmerales con acebiicl~es dispersos del interfluvio
oriental del barranco, lo hacen delimitando
las fincas. Su vinculación con las
tormaciones climácicas resulta aún evidente.
Matorral xerófilo con predoi71iizio de tabaibas
dulces, balos, tuncras, y presericia aislada de
accbuches
Ocupa un sector de la enérgica vertiente
occidental del kamo del barranco, dentro
del dominio bioclimático xerocanario y de
transición al termocanario, sobre sustratos
incluidos en la formación detrítica de Las
Palmas. La tabaiba dulce (Euphorbia balsarnifpra)
muestra una mayor cobertura en el estrato
subarbustivo, lejos del porte que ofrecía
antes de la interferencia antrópica. Otras
especies que poseen un marcado carácter recolonizador
dentro del ámbito xerocanario,
y que están representadas en esta unidad,
son el balo (Plocawia penduln), cuya abundancia
revela cierto grado de degradación
de la formación por el uso ganadero del enclave,
y la exótica tunera india (Opu~l t iad illenii)
que muestra un carácter más xérico
que el más exleridido nopal (Opuritiuficus-ini
r a ) . Yri !o?.ú !tirr.vs czarcrtta a R ~!sa f=rr,ac
i h ha visto disminuir su superficie a causa
de la deposición de taludes de escombros
provenieiites de las obras ejecutadas en el interfluvio,
junto a la orilla del escarpe.
Acebuchal abierto con cardorzrs dispersos
Se extiende por las Laderas del Palomar
y Siete Puertas, sobre vertientes de pendiente
tendida con una exposición rnayoritaria
dr solana labradas snhre sustratos de
naturaleza ácida, entre unos 300 y 300 metros
sobre el nivel del mar. El acebuche y el
cardón son las especies dominantes. Una
menor presencia tienen el lentisco, cuya
afinidad con sustratos limitantes ha sido
~ , , h ~ c . A c . . . . ~ -&, ~n- .."L,.L-A-
.'\,VI U U U I I I C I I I C I C I I I J I L I I C I C I " .
Aunque los cardones observados no alcanzan
portes vigorosos, sirven de refugio de
los individuos iiiás sensibles a ld presencia
del ganado, creando además unas especiales
condiciones ambientales que favorecen su
desarrollo. Así, se sirven de la protección que
esta especie ofrece, el cornical (Periploca laevigata),
que tras la reducción de las prácticas
ganaderas se i-ia extendido por toda la unidad,
el balillo (Sonchus leptocephalus) y la esparraguera
(Asparagus urnheliatus).
La relativa degradación de este espacio
queda puesta de manifiesto por la presencia
de pitas (Agaoe amcricaniz) que, en algunos
sectores, muestran un notable recubrimiento.
Esta especie fue profusamente
plantada desde los inicios del siglo XIX con
objeto de extraer su fibra para confeccionar
sogas, con la finalidad de servir de linderos
de las parcelas y con la intención de retener
suelos de las vertientes expuestas a la erosión
tras la desaparición de la cubierta vegetal
originaria. Su apreciable difusión se
ha visto favorecida por las circunstancias
abióticas apuntadas. La aparición del herbáceo
cerrillo (Hipnvvlienin hivta) denota el
pasado carácter ganadero de estas tierras.
En las escasas ocasiones en las que la
formación se desarrolla sobre vertientes
con orientación septentrional, evoluciona
hacia el paisaje precedente; mientras que la
L-..,I,.--L ..-*.-lL- :-.- c:.. 3.1 l .
L l l t u r l t C k a ICJUILCI ~ I V E I C S I V a E i ya1 ti1 ut.1 11-
mítrofe matorral xeuotermofilo con predominio
de cormcales, tabarbas amargas, prtas, tuneras,
y ncebirclies y rmdo;ies rlrywwns, caracterizado
con posterioridad.
Arebuchal derw sobre pet~dierites acusudas y
reduczilo cortelo florístzco con cardones aislados
Desarrollado sobre sustratos de una naturaleza
similar, ce diferencia de la formación
anterior por ocupar mayoritariamente
vertientes de umbría sometidas a una pendiente
acusada que propicia una mayor
inestabilidad del sustrato edáfico y peores
condiciones para el desarrollo de la vegetación,
ciiiicuiid~iciu, iriii~biéí-i, :os usos de!
territorio. Cubre una extensa superficie de
las Laderas del Palomar y Siete Puertas, a
cotas similares a las de la formación previa,
tapizando las barranqueras que surcan la
divisoria. Se trata de una formación con un
alto grado de recubrimiento, singularizada
por la dominancia del acebuche (Olea europaca
ssp. cerasiformis) que alcanza un porte
arborescente, a lo sumo.
Además dc la presencia dispersa del
lentisco (Pistacia lentiscus), que muestra afinidad
por sustratos limitantes para el desarrollo
vegetal; del cardón (Euphorbia canarierisis)
que cubre, parcialmente, los
sustratos rocosos, y del guaydil (Coizvo1z~t~-
lus flnridus), quc forma grupos que destacan
por su floración blanca y racimosa, el
cortejo florístico que se le asocia es un indicador
de cierta antropización relacionada,
fundamentalmcntc, con la actividad
ganadera que se desarrollaba en la que fue
próxima Dehesa dc Tamaraccite, y que prohablrrn~
nte,e n ocasiones, se extendía hasta
estos enclaves.
La dinámica del conjunto está marcada
por una notable expansión que qiirda puesta
de manifiesto al observar el mapa resultante
de la intcrprctación de la fotografía aérea
corrcspondicnte a los años 1954 y 1962
(mapa 4) y compararlo con la imagen actual
(mapa 5). Esta progresión está vinculada
c"il id d1jsiira &sii-Lii-Luci& de la ac:iui&d
agraria y con el cese de la extracción de leña
destinada al acopio cnergftico.
Crstarión v evolución de los ~aisaiesv egetales del ámbito territorial del jardín canario
OUnuersdad de a s Fanai d? Gran Canara i t o e c a unuestsri a e m m Dgta le Caniris 20815
Acebuchal sobre malpaís con eucaliptos
dispersos
Sobre sustrato escoriáceo generado tras
el flujo de la colada hulucénica que emitió el
cráter dc La Caldcreta y en torno a uno de
los cauces del barranco, en el enclave de El
Castaño, se extiende un pequeño bosquete
de recubriiniento irregular caracterizado cn
los estratos superiores por la presencia de
Oleu europea y, en menor medida, de Eucaliptus
glohmlus qur, tras su planlación en las
últimas d6cadas del siglo XIX, ha alcanzado
un marcado carácter espontáneo. El acebucne
aicanza, en ocasiones, iaiias apreciabies
y su presencia sobre un sustrato limitante
para el desarrollo vegetal revela su elevada
capacidad de recolonización en el dominio
bioclimático termocanario. Sorprende, no
obstante, la aparente ausencia del lentiscos,
cuya afinidad por sustratos de esta naturaleza
queda constatada en el entorno del Guiniguada.
La sorriba del malpaís con objeto
de ampliar la superficie cultivada ha provocado
la drástica merma de la formación.
Matorral t~rmo~sclrriificloo n predomilzio de
leiztiscos y uccbuches
Sobre vertientes de umbría del cráter de
La Caldereta se ha establecido una formación
dc apreciable recubrimiento, y porte, a
lo sumo, arbustivo, caracterizada por la
abundante presencia, en el estrato superior,
de Pistacia lentiscus y Olea europaea, en menor
medida. Además de estos elementos
cuya capacidad de colonización de sustratos
dcsfavorccidos del ámbito termocanario
ya ha sido glosado, se desarrollan, en los
estratos inferiores, especies que, como la vinagrera
(Rutnex lunuri~z),e l verol (Aeuriiurtl
p~r r r i rn~i lmo) el taginaste blanco (Echinni
dccaisiwi) denotan una amplia valencia ecológica,
esto es, un elevado grado de adaptación
a una extensa gama de condiciones
ambientales que incluyen las características
de estos sustratos. La dinámica de la for-
-,,,,,,,-,,, -....- , cs c!nrumc:;tc prvgrcsivo, cxtci.
diéndose a partir del rnatorral termoescleró$-
lo coi2 leiltiscos dispersos.
Ac~buchal abierto de amplio corttljo,florístico
~ r pried urninio de hediondos y pitas
Ocupa numerosos enclaves a lo largo
del tramo del barranco, siempre con exposicio~
iesd e umbría, en vertientes de marcada
pendientc, y sobre sustratos basálticos
y de la formación detrítica de Las Palmas.
Conforma bosquetes abiertos y arboledas
caracterizados por el yredumiiiiu de Oleu
europaea. El aspecto que presenta esta especie
difiere de las situadas en vertientes
de solana: el cdor, un vwde más acusado;
el porte, con tallas generalmente más elevadas
y el acompañamiento de un cortejo
iiorísi-ico, en ci estrato herbaceo y arbustivo,
que presenta mayor diversidad de especies
que, como el hediondo (Bosea yerbamora),
son indicadoras de la existencia de
condiciones abióticas que propician un desarrollo
más profuso de la vegetación.
Los elementos de carácter xerófilo: Euphorhia
obtusifolia, IJeriploca laevigata, Kleinia
izeriifolia y Rubiafruticosa, manifiestan el estado
de degradación del conjunto. En ocasioncs
adoptan grandes dimensiones si se
comparan con las observadas en las áreas
clásicas para su desarrollo. La cercanía de
áreas habitadas y de parcelas de cultivo ha
propiciado la difusión de elementos exóticos
entre los que destacan, por su agresividad
en la colonización del espacio, la pita
y, en menor medida el nopal (Opunfia ficus-
iizdica). En los sectores de mcnor pcndiente
que ha propiciado la formación de
suelo aparecen pequeños rodalcs de palmeras
(Phoenix canariensis).
La dinámica del conjunto es marcadamente
progresiva a partir; fiindammtalmente,
de la evolución del limítrofe matorral xcrofermófilo
con predominio de tabaibas amargas,
pitris, tirnevns, y ncehircl~esd ispersos, cuyas características
se expondrán con posterioridad.
Matorral termoesclerófilo sobre picóri corl
predominio de retamas blancas
A causa de la afinidad de la retama blanca
c m süstratos tapizados de picoi-[es, se desarrolla
frente a La Caldereta un retamal
dondc esta csyecie se asocia, en menor medida,
con Pistacia lentiscus cuya tendencia
por asentarse sobre estas superficies resulta
evidente. Aunque no es aquí la especie dominante,
no es ajeno a estos terrenos el acebuche,
competente colonizador del dominio
bioclimático termocanario dc Gran Canaria.
La orientación de la vertiente sobre la que
sc cisicnta cs mayoritariamente de uil-ibría,
sin embargo, no desdeña laderas con una exposición
meridional, aunque aquí el revestimiento
es inferior. El grado dr recubrimiento,
aunque irregular, es notable. La dinámica
de este paisaje vegetal en los últimos 40 años,
desde ia crisis ciei moueio agricoia de ias medianía~,
es progresiva, tras avanzar sobre el
matorral termoesclerófilo con retamas dispersas.
Matorral x~rotermófilos obre bloques errátlcos
coi1 preiionzlnio de vinagreras y balillos
La irregularidad dc la textura de los bloques
determina un incremento de la retención
de la humedad atmosférica que contrarresta
la limitación que para el desarrollo
vcgctal impone la presencia de un sustrato
mineral de edad holocénica, propiciando la
aparición de un matorral condicionado por
la pedregosidad del sustrato y por la marcada
limitación de su superficie. Además de
Rumex lunaria y Soizchus leptocephalus se ha
anotado la presencia dcl vcrol endémico de
Gran Canaria Aeomum percarizeum. y A l l ~ p -
pappus dichotomus, obscrvada únicamente
sobre los bloques más próximos al frente de
la colada. En ocasiones, acebuches, Ientiscns
y palmeras, de pequeñas dimensiones, crecen
de forma aislada, aprovecliando la existencia
r i p~eq ueñas cnnc~vid-idesc nbre !as
que se ha ido depositando suelo.
lJalmerales (Phoenix ranarirwsiri,
lrzayorifariarrlerlte en linderos u,yrícolas, y
aceburh~s dispisos
Ocupa, fundamentalmente, retazos lineales
que delimitan, las más de las veces, fincas
agrícolas sobre la rampa de valle que
cui i iur r~ie~l interiiuvio orientai aei traino
del barranco. La potencialidad de la forma-
336 Antonio Jmier Dornínpez Medina / Alcx Haizcen Macliíiz
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Gestación v evolución de los paisajcs vegetales del ámbito territorial del jardín canarin 337
ción se constata al observar la regeneración
de las palmeras en torno a las arboledas de
las fincas abandonadas. La atenilación de
las pendientes de estos enclaves propicia
un mayvr desarrollo del sustrato edifico y
mcjorcs condiciones para el establecimiento
de la vegetación, pero también una mayor
accesibilidad para el desarrollo de actividades
antrópicas, constatadas dcsde la
primera ocupación humana del territorio.
Junto a palmeras y acebuches crecen, en
ocasiones, ebpecies que, como el eucalipto
y algunas cupresaceas exóticas, han sido
plantadas con objeto de incrementar el caracter
ornamentai de ios setos. El prugresivo
abandono de la actividad agrícola y la
demanda de suelo con destino a la urbanización
a causa del auge del carácter residencial
de este sector ha dado paso en los
últimos años al incremento de la superficie
urbanizada, afectando, con frecuencia, al
paisaje vegetal y al sustrato de elevada capacidad
agrícola que lo sosticnc.
Formaciones degradadas y severamente
antropizadas
Ocupan las áreas que han mostrado mcnos
dificultades para el establecimiento de
actividades antrópicas, fundamentalmente
aquellas con pendientes menos pronunciadas
y las que, ofrccicndo limitaciones para
e1 acceso. poseen condicionantes ambientales
(abióticos) que no propician el desarrollo
vegetal, como sucede con vertientes con
expoiirión de solana, con sustratos minerales
brutos o de naturaleza ácida, donde
tras la intensa deforestación, las posibilidades
de r e c i~~prealr p a iwj ~ve getal originario
se ven muy dificultadas.
La explotación secular a la que ha sido
somctido el territorio ha modificado la cobertera
vegetal, de modo que la interpretación
de ésta permite obtener clavcs para realizar
una lectura diacrónica del cspcicio. Las
formaciones originales que ocupaban la
cuenca se han ido viendo sustituidas por matorrales
formados por espccics irdiisgiesivas
que aprovechan los cambios de las condiciones
ecológicas del medio para colonizar el territorio,
al mostrar una marcada afinidad con
las nuevas condiciones establecidas.
Los pastizales que aparecen en el tramo
del barranco podrían considerarse el último
eslabón en la facie degradatoria de la vegetación
de este espacio y se corresponderían
con la fortísima presión ganadera que ha
sufrido el entorno de la Dehesa de Tamaraceite,
donde se desarrolla una formaciún
caracterizada por la presencia casi exclusiva
dc Hyparrhrnia hirta y especies subarbustivas
expandidas al no ser consumidas
por el ganado, como sucede con Euphorbia
üliir*sifü:ia. La menor pr&6n yüc sufrc c:: !u
actualidad este espacio provocd la progresión
de los elementos que caracterizaban
potencialmerite este dmbilo: Olea europra y
Pistacin lenticcus. El abandono de las actividades
agrarias ha traído consigo la ocupación
de este espacio por especies que se
adaptan a las nuevas condiciones del medio.
La facie nitrófila la protagonizan Rumex
lunaria, que se desarrolla con gran profusión
en las parcelas cubiertas de picones,
y Arfemisia fhuscula, que no excluye ningún
tipo de soporte para su desarrollo.
En la dinámica progresiva que experimentan,
las unidades correspondientes a los
matorrales termoesclerói-filos con refarnus y coti
lentiscos dispersos de las formaciones degradadas
representan el estadio pre\i» a los
más evolucionados -en una sucesión hacia la
potencialidad- matorrales te~~noesclerúfilo(sso -
bre picón) con predominio de retnmns blancas,
en un caso, y con predominio de lentiscos y acehtdzes,
en el otro. Los primeros, en ausencia
de interferencia antrópica, se transformarían
en rt7famar~s( R ~ t amar aefam) con lentiscos,
mientras que de lus otros surgirían el leritiscol
mr.vrorln rnn arrhurlm dispersos, en vertientes
de umbría, y el matorral termoesc1er~'jlu
abierto con predominio de lentiscos y ~efamas
blnncns, en exposiciones de solana con una
elevada porción del sustrato cubierto de picones.
En ambos casos, la compusici6n flor
i s t i ~no~ s -aria, 9610 !G huccn c! gradv de recubrimiento
y la dominancia de las especies.
Ounversdad de a s Fanai d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri a e m m Dgta le Caniris 20815
338 Antonio Iaoier Domínpez Medinn / Alex Hansm hltrchín
El mismo fenómeno se observa en el mnforra1
xeroterrnúfilo cori predominio de cornicales,
tabaibas unzargas, pitas, fzrneras, y acebuches
y cardorzes dispersos que, en la sucesión de facies
que evolucionan hacia la potencialidad,
origina sobre sustratos ácidos el moderadamente
degradado acebucizal abierto con cardones
dispersos. h e , sin interferencia antrópica,
se transformaría en e1 nr~hvchnl-drngonnl
abierto con cardones. En sustratos alcalinos, la
formación se incorpora al climácico acebucizal
abirrto dr urrryilio ccwtrjoJorístico con d r a p y
cardones dispersos. Ambas formaciones potericiales
diferían de las unidades degrar'ad-
ir q w h an gcnerad~c, n !u prcscncia de1
extinto en estado silvestre, en este sector,
Dracaena draco, origen del topónimo de uno
de los ascntaiiiientus humanos de la vertiente
occidental de este tramo del barranco;
en el gradv de recubrimiento, superior en las
facies ajenas a la iiilerdcci6n antrcípica, y en
la mayor dimensión de los eleinentos Ieñusos
que caracterizarían los paisajes vegetales
previos ai estabiecimiento humano.
Mayor complejidad se advierte en el
proceso evoluiivv que, partiendo del rnatorral
xeroterrndf~loc on predominio dr cornicales,
tabaibas arnurgus, pitas, funeras, y acebuches
dispersos, puede transformarse, bifurcándose,
o cn el acebuc/~al denso sobre pendieriks
acusadas y reducido cortejo florístico cotl rardones
aislados, si el sustrato es de naturaleza
ácida, o en el acebucizal abierto de amplio
corft.jo florístico, con yredonlillio de hediordos
y pitas, si es alcalino. Ambos matorrales,
moderadamente degradaclus, cerrarían el
ciclo, en un modelo hipotético que no co1.itemplase
interferencias antrópicas, dando
lugar, el primero, al acebuchal con dragos y
cardoizcs dispersos; y al acelii4cllal ct~raclo cvri
amplio cortejoj7orístic0, el segundo.
La elevada degradaci6n respecto al óptimo
ambiental del matorral Irigrófilo tw torno
a cauces liídrir:os rrin pr~doniinio de tnbaibas
amargas, Izediondos, cai2as, y palmeras y arebuchcs
dispersos tiene su origen en Id desaparic
i h de! CUTSI de 3 ~ 1 p2 r mmi s k C1. UC ii!-
bergaba el barranco. Aún así, la presencia de
un alto grado de humcdad ambiental y edáfica
a causa del notable encajamiento del barranco
en este sector, y debido a la existencia
de corrientes subsuperficiales, propicia
el dcsarrollo de especies que, como el hediondo,
las cañas o, incluso, las palmeras,
muestran afinidad por estos enclavcs.
Sólo algunas de las formaciones severamente
antropizadas pucdcn incorporarse a
esta sucesión. Así sucede con el matorral
terrnoesclerúi=filo abierto sobre picones col1 predominio
de zwzagrems, y lentiscos y reluri~ns
blancas aisladas, que constituye, en una secuencia
climácica, la Fase previa de los muy
degiadadüs rnriiurruirs ierrnoescicrófiios con
lentiscos o con retamas dispersas, cuya progresión
se detalla líneas arriba.
El matorral xerotermófilo sobre rnalpaís con
predominio de balillos, mato riscos y sal¿' l' as morisca~
constituye la facie regresiva del moderadamente
degradado acebuchal sobre rnalpaís
(con eucaliptos dispersos), degradación,
a su vez, del aceb~~chaalb ierto sobrc malpaís,
ajeno a la influencia antrópica. El primero es
el producto del dcsmontc de los elementos
leñosos que caracterizaban la formación original,
fundamcntalmcnte de la especie de
mayor porte (Olea europnea ssp. cerasiformis).
Un proceso similar también se observa
en el ~naforraxl erotermófilo abierto sobre pend
i ~ n f e sa cusadas con predominio de tabaibas
amargas, pitas, balos, y acebuches aislados, última
facie degradatoria de todos los matorrales
sucesivos de carácter xérico en los
que intervienen la tabaiba dulce y el cardón
como elementos más característicos.
El matorral xcrofcrmójilo abicrto e71 áreas
intensamente pastoreadas rn71 yr~don!inin de
cornicales, tabaibas amargas, p n o n a s y cerri-
110s que se extiende por las Laderas y los
Altos de Siete Puertas cs el producto paisajístico
de la secular e implacable explotación
ganadera del climácico acebuclial-dragonal
abierto cori cnrdoncs que, en un proceso
degradatorio, se transformó, sucesivamcnte,
en el aceb~~chaalb ierto coi1 cardones dispcr.%
s, en üi-ia pi-ilileld ~ L L ~yC e,1 1 CI inaiorrai
xeroternzófilo coi1 predominio de cornicales, faGestación
y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 339
hnibns amargas, pitas, ttiiicrns, y ncchuchcs y
cardones dispersos, en un periodo ulterior.
Tomando una amplia escala temporal la relativa
reversibilidad del proceso es viable
sin inierfereiicia aiitrópica. La explotación
de estos parajes ha sido de tal magnitud
que los procesos erosivos por arroyada
han provocado la desaparición en amplias
áreas del soporte edáfico. El resultado es el
masivo afloramiento del sustrato rocoso y
la consiguiente pérdida de la cubierta vegetal.
Aún así se desarrollan especies de
acusada valencia ecológica, como sucede
con Euphurbiu obtusifoliii, Periplucil lner~igulu,
las omnipresentes, en este tramo de la
cuenca, Agace amricana y Opunf i~7sp ., y la
ganiona (Asphodclus aestií~us)y el cerrillo
(lluprl-h~ilinh irfcr); qiie drlataii la pasada
condición ganadera de estas tierras.
Algunas pequeñas parcelas aniiguai
r i e n t ~ ciiltirradar están ubicada et1 irw- - - - - - - . -
tientes de co~isiderablep eiidiente. Rodeadas
de ~mtorralebo furmdcio~iesd e mayor
porte cuya dinámica es progresiva, son rápidamente
colunizadas por los elementos
más agresivos de las formaciones circundantes.
Este ieiiórneno se observa en el cráter
de La Caldereta, en los escarpes de la
mesa de La Palma y en el acebuchal de La
Sangradera, junto a Almatriche. Formaciones
que por la naturaleza de su alteración
permanecen ajenas a la sucesión con tendencia
a la climax son:
El pastizal que aparece en el tramo del
barranco, que podría considerarse el último
eslabón en la sucesión degradatoria de la
-
NOTAS
1 Esta investigación de la que aquí se presenta
un resumen, ha sido encargada a los autores
por el Proyecto Guiniguada en el marco del
Proyecto Europeo FEDER. La colaboración se
ha realizado mediante un convenio gestionado
por la Fundación Universitaria de La Universidad
de Las Palmas de Grdn Candiid. El
vegetación de este espacio y que delata la
fortísima presión ganadera que ha sufrido
hasta hace escasas dbcadas, como una posible
prolongación de la Dehesa de Tamaraceite.
Se desarrolla una lormación caraclerizada
por la presencia donii~iante de
Hyparrhenia Irirta y especies subarbustivas
expandidas al no ser consuinidas por el gariadv,
coniu sucede con Luuriaea iirhorrsce7ir
y las exóticas Opurztia dilletiii y Agave amevi-
L-iaria. El abandono de las actividades agrarias
ha traído consigo la ocupación de este
espacio por especies que se adaplan a las
riuevas cvridicivnes del medio. La facie nitrófila
la protagonizan Ruinex lunariiz, que se
desarrolla con gran profusión en las laderas
cubiertas de picones, y Artemisin tl~usculn.
E1 matorral dr natiirale7a riilrhfica que
se extiende bajo la pista que recorre el Dragonal
Bajo es producto del aporte orgánico
prnrpdpnte del r.rprtidr> de hasuras y escoiiibros
desde el barrio y de la presencia
de pequerids parcelas de cultivo, actualmente
abandonadas. Los suelos sobrealimentados
de componeiites minerales propician
la aparición de un matorral de
notable densidad y desarrollo donde predominan
las nitrófilas Ruinex luizuuia, Arterrzisia
tlitiscula, Arundu dotznx y Bosea ycrbamora,
éstas dos últimas indicadoras,
además, de la existencia de una elevada
humedad edáfica provocada por las filtraciones
procedentes del núcleo habitado. La
naturaleza ácida del sustrato y la exposición
de solana favorece el establecimiento
de la relíctica Euphoubia canauiensis.
texto completo así como los mapas a escala
1:5000 resultantes de esta investigación pueden
ser cuiisultados en las oficirias del Proyecto
Guiniguada. La página webb de mismo
es z~~ii~zc~.guirii~~~~yz ~iE~-zm.caoil~: n webwos
trr(u)quimiquaela.com
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