VEGUETA, Número 5, 2002 315

GESTACI~NY EVOLUCION

DE LOS PAISAJES VEGETALES DEL ÁMBITO

TERRITORIAL DEL JARDÍN CANARIO

Barranco de Guiniguada. Gran Canaria1

Ounversdad de a s Fanas d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri a e m m Dgta le Caniris 20815

316 Antomo ]azwr Domínguez Mrdinn / Alvx Hnnsen Mnclziiz

Resumen: La evolución del paisaje

del R" Guiniguada se aborda a partir de

dos vías coinplementarias. En Ia primcra

se analizan las variables geomorfológica

y climática: dc la interacción entre

ellas resulta el paisaje natural original.

En la segunda, tras la aparición humana,

el análisis se centra en la interrclxión

Iioinbre-medio natural desde el periodo

prehispánico hasta el final del siglo XX.

La clave argumcntal se fundamenta en

las variaciones experimentadas por los

paisaje< vegetales, al tratarse de un factor,

de evidenle dindrriismo, que refleja

con nitidez las transformaciones experi-

&"A*'. -,," ,~1 L ,.*- :L.--:.. -5:.L

..LLI.I YULLLI y < , I \1 L C I I , , I r # III I I L J C L C I de c>-

tudio.

Palabras clave: Barmnco, arnb~crztr

hinclimdtico, ez>oluciii~rii ~ ll~ aisnjr.

Abstract: The analysis of the evolutiun

of the B" Guiniguada landscape is

hased on two cornplementary factors.

Firslly, tlie geomorphological and climatic

variables are analysed, since the orig

i d iidiuidl ldiidscdpe is the ourconie oí

their interaction. Secondly, after humans

appeared, the analysis has focused on

the relation between rnan and natural

environment, from the time of the prehispanic

population to the end of the

20'11 crntury. Thr argurnents for al1 this

are haced on the variations suffrr~d by

thc vcgctation landscape. This faclor,

which presents an obvious dvnamism,

clearly refl~cts thr changes undergone

by the target site.

Key-words: Rnoine, bioclimatic e w -

~ o ~ r n e ilf~lit~,d sc~zepicl o l ~ h o r ~

La cuenca de Guiniguada, la niaycir de

la mitad Norte de Gran Canaria, surca su

cuadrante nororiental, en torno a un eje de

dirección NE.-SW. abierto a la incidencia

de IVJ Ali5i0~, aunque la dirección y meandrificación

de la mitad inferior del barranco

dificulta localmente su encauzamiento.

El tramo intermedio del sector de

la cuenca incluido en el Proyecto Guiniguada,

que a efectos de su identificación se

Iia denominado Jardín Canarzo, comprende

la porción superior de un profundo canal

de desagüe, de sección transversal en U.

Abarca una superficie que se extiende longitudinalmente

desde La Caldereta del

Lentiscal, cuya cima alcanza 503 metros sobre

el nivel del mar, hdsta la Fuente de Morales

(100 metros), en las inmediaciones de

la capital de la isla. La incisión de las formaciones

geológicas ha originado potentes

escarpes que, en ocasiones, salvan desniveles

que culminan a unos 150 metros sobre

el cauce; pero junto a este encajamiento

en "cañon" el rasgo geomorfológico que

singulariza este tramo y que ha limitado

severamente el uso del territorio ha sido la

presencia de la colada lávica que emitió el

cono volcánico dc la Caldereta del Lcntiscal,

cuya superficie escoriácea, denominada

Maipez en la toponimia local, se prolonga

a lo largo de unos 3 km. La inscrción

de una amplia superficie de este espacio en

el ámbito bioclimático termocanario ha fa-

Lmcci-is c! Ucsarro!!~ de busyües j maiw

rrales esclerófilos que, tras la ocupación

humana del territorio insular, han cxperimentado

sucesivas Lrarisfurrriacionec, yroducto,

en buena medida, de unas específicas

relaciories sociales y productivas.

EL ESCENARIO

Caracterización del soporte geomorfológico

La morfología es la de una garganta

profunda, con desniveles que alcanzan los

150 metros desde los interfluvios hasta rl

cauce actual, pero lejos de la simplicidad

aparente, este entorno contiene una gran

diversidad geológica y geomorfológica.

Diversidad en la litología ya que en las

estructuras están representadas una gran

variedad de las rocas y de sus depósitos emitidas

por la actividad geológica de la isla.

Se apilan así, depósitos de flujos piroclásticos

de la Formación Foriolítica; drpósitos

de sedimentos aluviales groseros de la

Formación Detríticci de Las Palmas; depósitos

de lava< haqáltirar y depSritoc de ignimbritas

de la Formación Roque Nublo;

depósitos de lavas básicas y depósitos y esGestación

y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 317

tructuras strombolianas y, por último, depósitos

sedimentarios aluviales y coluviales

recientes.

Lógicamente csta diversidad litológica

conlleva una gran diversidad en la textura

de los materiales y eri su grado de coliesiúri.

Por la misma razón, existe amplia variedad

en el color de los mismos, no solamente originada

por su diferente composición sino

también por los procesos de alteración, oxidación

e hidratación que han sufrido, y una

diversidad cronológica ya quc estos materiales

han venido acumulándose desde el

Mioceno Medio a Superior (unos 9 m.a.)

hasta el Actual, intercalando momentos de

actividad volcánica con generación del relieve

y momentos de predominio de la actividad

erosiva-sedimentaria.

Los caracteres particulares de cada

modalidad de depósitos en combinación

con los procesos erosivos han originado a

su vez una diversidad en las formas del relieve

que se ven enriquecidas por las estructuras

y microformas asociadas al volcanismo

reciente del volcán de la Caldereta

del Lentiscal. Esta diversidad de formas es

también consecuencia de que a lo largo del

tiempo liaii niodelado, esculpie~idoe l paisaje,

diversos proccsos dc erosión. Los de

intensidad más notable se rclacionnn con la

acción de las aguas corrientes, procesos flu-

. , -.:-A ------ :-1-- c,,c, A,. ,,,,,,,,..., " A,

V I U L V I I C I I C I ' , I C i 3 L U l l l V U,. C L V J l V l l C V I I I U CIC

acumulación, pero tienen importancia los

proccsos de vertientes como la arroyada

concentrada y difusa, los desprendimicntos,

la taffonización y la edafogénesis.

Otra característica del territorio en esiuciiv

es id ciiversicidd espd~idi.i d dsi111etría

entre las vertientes opuestas del barranco,

e incluso, en una misma ladera, a

lo largo de su desarrollo longitudinal. Esta

propiedad conjuga y combina difcrcntcs

factores naturales: asimetría geológica (naturaleza

de la roca-textura-color-forma de

yacimiento), geomorfológica (forma-proceso

crosivo-pendiente) y climática, especialmente

en lo referente a la exposicón al sol

(solana-umbría) y a la exposión a los vientos

dominantes. Todo ello se traduce en un

medio biogeográfico rico que, aunque se

desenvuelva de forma general en el tránsito

entre el piso xerocanario y cl termocanario,

ofrece una gran variedad de matices.

Por último, 5e preser~tae l territurici clue

nos ocupa como un territorio original. En

buen parte porque las característica ennumeradas

hasta el momento no confluyen

frecuentemente y en segundo lugar por las

aportaciones en estructuras piroclásticas y,

muy cspccialmcnte, lávicas imprimidas

por la actividad volcánica de La Caldercta

del Lentiscal.

Su cráter es el mejor ejemplo de niorfología

en herradura existente en la isla y, su

derrame lávico, ofrece la más amplia v variada

gama de "bloques erráticos" o bloques

de flotación sobre una flujo de lavas"

de los existentes en las Islas Canarias. Ambas

estructuras del volcanismo reciente

modificaron el barranco existente hasta entonces:

e1 cono escoriáceo cerrd e1 cauce de

la cuenca durante un tiempo, originando

una terraza aluvial de obturación, de importante

valor para el estudio de los procesas

y caracteres morfoclimáticos del Holuceno,

y Id d d d a lávicd que sepult6 el

cauce scdimcntario con una losa dc lavas

que ocupó el cauce de banda a banda. Su

morfología superficial de lavas "aa" con

- L . . - A - - . 4 - A- Ll-.-..,." ----L/. ..e- ,-e-- 2:

CI"UILULIIICLCL UC "LVyuCJ C L p , L L L I U,,', el',,, u,-

versidad textura1 "el maipez", una mayor

compartimentación de lo que fue el fondo

del barranco, una mayor diversidad de exposiciones,

y un límite a la ocupación vegetal

y al tránsito antrópico.

La determinación de la distribución de

los paisajes vegetales antes de la

ocupaciórr ltumar~ad el territorio a través

de las cauacterísticas bioclirnáticas

La tarea de precisar la distribución de

las formaciones vegetales que cubrían estos

parajes inmediatamente antes de la llegada

de los primeros grupos humanos y la reconstrucción

histórica de su evolución tras

la ocupación del territorio guarda algunas

318 Antonio Iuuier Durníi~~zreMz edina / Alex Hansen Maclzin

dificultades. La escasez e imprecisión de

las fuentes documentales deja el mayor peso

dc la tarea en la caracterización bioclimática

y en la observación comparada con

otros sectores del archipiélago que alberguen

paisajes similares. La cnnsidri-ación

de los curidiciunarites climáticos en la distribución

de las formaciones vegetales es

un aspecto escasamente abordado en la bibliografía

biogeográfica referida al Archipiélago.

Rivas-Martínez a través del Índice

de 'lermicidad relaciona el régimen termico

con la delimitación de los pisos bioclimáticos

de la Macaronesia. Para las localidad

del Zurbarán y Monte Coello, ubicadas

en el entorno del ámbito territorial del Jardín

Canario, adquiere estos valores: It (Zurbarán)

= (19,2+13,4+18,9) x 10 = 515 y It

(Monte Coello)= (19,3tll,X+18,4) x 10 =

395. Las cifras obtenidas sitúan a estos enclaves

en el piso iniracanario superior. Sin

embargo, el paisaje vegetal desmiente el carácter

xérico del piso bioclimático correspondiente,

ya que Rivas Martíncz obvia el

régimen pluviométrico en la determinación

dc las áreas hioclimAticas.

hl clin~atólogo y geógrafo estadounidcnsc

Thornthavaite estableció el modo de

calcular el halance hídrico a partir del concepto

de Evapotranspiración Potencial

(Thornthwaite, 1948 en Claver, 1. y cls., 1991).

l2 ap!ic2ci6n ficha de hfdrico

a las estaciones del Zurbarán y Monte

Coello se obtiene la delimitación de las

ireas bioclimfiticas que determinan de for

ma notable el dcsarrollo de las formaciones

vegetales. En el dominio bioclimático xerorariariv

el &firii híd~irü se plü:üiigd d iü

largo de todo el año. En el termocanario al

menos durante un mes no falta el agua en

el suelo, pero a lo largo de alguno la carencia

supera los 100 mm. Ambas localidades

se adaptan a las características ambientales

de este ámbito, aunque El Zurbarán,

que posee un solo mes con una pequeña reserva

acumulada, se halla próximo al umbral

del dominio xerocanario. Obviando la

interacción humana y a grandes rasgos, la

superficie afectada por el dominio bioclimático

termocanario estaría cubierta por

bosques y matorrales termoesclerófilos,

donde la presencia de Olea ecwopnPa ssp. ceraslformis

era dominante, como aún resulta

rvidrrilr [ras la übie11ci611 de 10s ddtus de

campo en los ámbitos territoriales del Jardín

Canario y Santa Brígida.

El espacio sometido al dominio xerocanario

quedaría ocupado por matorrales caracterizados

por la presencia destacada de

la tabaiba dulce (Euplzovbia halsarn(fcua) y, en

menor medida, del cardón (Euphoubia cannrirllsis).

Esta formación cubriría el tramo

inferior del sector del Jardín Canario, desde

el final de la colada holocena hasta el 1ímite

septentrional del marco de este ámbito

territorial. Esta aseveración se refuerza

además, con la anotación de la existencia

de un tabaibal dulce en las laderas de la

Montaña de San Lázaro que forman parte

de la vertiente occidental del Guiniguada.

La tabaiba dulce, al contrario de In que sucede

con la amarga (Euplioubia obtucifolia),

posee un marcado carácter relíctico. Su

presencia está estrictamente ligada a las

circunstancias ambientales.

Otros condiciurranies ubiu'ticos en lu

determinación de la distribución de los

paisajes zwgctalcs

C2d2 une do !es des g r a d o s dnrr.inins

vegetales que se desplegaban en este ámbito

territorial mostraban diferentes facies

que respondían a la cxistcncia dc otros factores

abióticos quc, nunquc menos dctcrminantes

que los climáticos, matizaban el

rüiijuiiio, p~ecis'tiiclo, Ildhid Ciibujd~ CVIL

mayor nitidez, la distribución de los diferentes

paisajes vegetales que se desarrollaban

en esta porción del barranco inmediatamente

antes dc la interacción humana.

Las formaciones vegetales muestran diferentes

grados de afinidad respecto a la evolución

y a la alcalinidad de los sustratos sobre

los que se desarrollan. Así, mientras los

acebuchales presentan una amplia tolerancia,

los lentiscales parecen ocupar los secGestación

v evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 319

tores más desfavorecidos; aquellos donde

otras especies que exigen cierto desarrollo

edáfico muestran mayor dificultad para

asentarse. Se ha constatado el papel relevante

que el lentisco, junto a la retama

blanca (Retama raetam), adopta cn la colonización

de las vertientes de la Caldereta

del Lentiscal y de los enclaves tapizados de

picones procedentes de esta erupción. Sobre

este sustrato se extendía la mayor parte

de la superficie del célebre Monte Tmtiscal,

topónimu de origen inequívoco. El

lentisco también cubría con profusión, como

aún hoy lo hace, soportes de naturaleza

ácida, ya fuesen los afloramientos de

materiales rniocénicos o los firmes brechoides

que afloran en la vertiente occidental

de este tramo del barranco, desde las Laderas

de Siete Puertas a las del Palomar.

Sin embargo, rchiiyr los amplios sectores

donde aparece la formación detrítica de

Las Palmas.

En terrones ácirlec de! ámhite Einc!imático

termocanario se producían introgresiones

de especies de contrastada xerofilia,

plasmadas en la notoria prcscnciii del cardón

(Euphoubia cannuirnsic), especialmente

en vertientes de solana, donde también se

clrsarrollaría con abundancia el drago

(Drucueriu druco), que durante la conquista

de la isla otorgó la denominación al pago

del 91df;~lldiC. ulllu ~ ~ l l b i d iidd i ~ l ~ ~ l l i l l l i d

(Risco drl Drago), esta esperie se extendía,

asimismo, sobre sustratos rocosos, siempre

en vertientes de solana, a causa dc su propensión

heliófila. Al igual que sucede en la

actualidad, cuando el cardón aparecía en

vertientes de umbría io hacia en escarpcs

que dificultan el establecimiento de vegetación

con ciertos requerimientos edáficos.

A pesar de tratarse del producto de una

erupción reciente, en ttrminos geol6gicos

(Holoceno), la colada escoriácea que emitió

La Caldereta del Lentiscal fue colonizada

por elementos arbustivos, como aún puede

observdrse cri el enclave del Castafio, frente

a la localidad del Dragonal Alto, donde

se extiende un pequeño acebuchal. En torno

al cauce de los barrancos se han ido depositando

fragmentos finos (arcillas y lim

o ~q)u e forman terrazas dispuestas como

retazos discontinuos. Estos depósitos aluviales

han constituido el soporte de formaciones

arbóreas y arbustivas caracterizadas,

en los estratos superiores, por la

presencia de palmeras (Phoenix canauiensis)

y de almácigos (Pistacia atlanticni.

La palmera muestra en todo el archipiélago

una marcada inclinación por colonizar

estos terrenos También cubrían,

acompañadas del acebuche -y aún lo hacen

dispuestas como setos divisorios de las antiguas

parcelas de cultivo-, los llanos de la

margen oriental del barranco, donde en la

actualidad discurre la carretera del centro.

En estos parajes se extendía el frondoso

palmeral de Salvago, que aún conserva retales

integrados en el entorno del campus

universitario de Tafira. De los arbustos que

conforman los bosques y matorrales term~

esc!erSfi!oc, !os a!mácigns s m lns más

uinbrófilos y los que exigen suelos más desarrollados.

Junto a los lechus de los barraricos que

surcan esta sección de la cuenca, que hasta

las últimas décadas del siglo XIX mantenían

corrientes de aguas superficiales, se desarrollaban

comunidades higrófilas, dominadas

por elementos herbáceos. A pesar de

s u irildcl~cidp ul a ~ e n i a e~n~ 6e1n 'Viiü~li- lesohigrófilos,

no habría que descartar la presencia

del sauce (Salix curuzriensis), ligado

siempre a la presencia de agua corriente.

A graiides rasgos, los sustratos evolucionados

de naturaleza basáltica favorecen

ci acsarroiio cic una cubierta vcgctai miis

profusa y con un grado de mesofilia más

elevado, que la que cubre soportes de naturaleza

ácida correspondientes a materiales

fonolíticos y a la amplia superficie conformada

por brecha volcánica. I,a rxposición

de las vertientes respecto a la incidencia solar

resulta determinante en el desarrollo de

las formaciones vegetales. Las laderas de solana

se ven sometidas a una elevada incidencia

de vientos cálidos y secos de com320

Antonio Javier Domínpez Medinn / Alex Hunsen Machín

ponente Sur. Lo contrario sucede con las

vertientes de umbría. De este modo, los escarpes

con una orientación septenlrional

sostenían especies con un mayor grado de

mesofilia que las que ocupaban laderas de

solana, de tendencia más xerica. Aunque en

la actualidad la alteración de la vegetación

climácica es muy severa la observación de

este tramo del barranco refuerza esta aseveración.

La mayor parte dc las formaciones

arbóreas con un elevado porcentaje de recubrimiento

que se desarrollan en las vertientes

del barranco lo hacen en laderas con

una exposición favorable a los vientos de

componente Norte; por el contrario, una

formación de carácter francamente xérico

como el cardona1 aparece con abundancia

en la vertiente de solana de Siete Puertas y

El Palomar.

De la aplicación del coeficiente de insolación

de Gandullo adaptado al archipiélago

canario (Almeida Pérez, R., 1997) se obtienen;

cnmhinandn la pendiente y la

orientación del terreno, sectores definidos

por una gama de insolación. Las vertientes

con pendientes más elevadas expuestas al

arco dibujado por las orientaciones Oeste,

Norte y Este soportan la insolación más baja,

albergando los elementos vegetales de

contrastada esciofilia. Por el contrario, la

insolación más elevada se registra en las

5rcus dc mcnar pcrdicntc y en !UZ e x p x i -

ciones meridionales de los escarpes más

acusados. Sin embargo, aún tratándose de

exposiciones septentrionales, las pendientes

elevadas limitan la talla y el grado de

recubrimiento de las formaciones vegetales

que aibergan, a causa ciei escaso ciesarroiio

edáfico que propician.

Las especies leñosas dc tendencia mesófila,

como el mocán (Visnca mocanera), el

espinero (Rhamzus crenulata) o el laurel

(Laurus azorica), condicionadas por sus requerimientos

ambientales, se asentarían

-como aún sucede en las inmediaciones de

este ámbito territorial y, en el caso del mocán,

en los escarpes de su vertiente oriental-

sobre vertientes de umbría expuestas a

la incidencia de los vientos alisios, con un

aporte suplementario de humedad, y a salvo

de la intensa insolación. Las especies

que ocupaban estos enclaves se agruparían

en pequeños rodales donde los elementos

leñosos no alcanzarían un gran desarrollo.

Las limitaciones edáficas de estas vertientes

de marcada pendiente no permiten el

despliegue del crecimiento potencial de estas

especies, que adoptarían un porte a lo

sumo arbustivo, con tallas que oscilarían

entre 3 y 7 metros.

En el dominio xerocanario y en vertientes

d~ solana de enclaves fihirador en

sectores de transición ambiental (xerocanario-

termocanario), sobre depósitos de la

formación dctríticíi dc Las Palmas, se desarrollaba

un tabaibal de tabaiba dulce

(Euphorbia balsamifeya), que en sus facies

1116s húmedas acompañaba al acebuche.

En este ambiente, pero sobre sustrato basáltico,

la tabaiba dulce estaba acompañada

del cardón y de elementos termófilos,

como el drago y el acebuche. De la primera

especie queda constancia toponímica

(Risco del Drago), mientras quc el accbuche

aún crece esporádicamente.

Comunidades rupícolas conformadas,

entre otros, por los géneros Aeonium,

Echium, Sonchus, Carliria y Allagopappus, csvecializados

en colonizar escarpes con

pendientes muy acusadas compartían protagonismo

en exposiciones de solana con

tahaihas y cardnnes, en el dominio bioclimático

xerocanario, y dragos y acebuches

en el termocanario, especies características

dc! c:,ti,rno inmcdinfo. Tümbiéii can frecuentes

las orchillas, líquenes pertenecientes

al género Roccella (R. cnnariensis y

R. fuciformis) que aún se observan sin dificultad

en los escarpes basálticos dcl barranco,

a pesar de la intensa explotación

de la que fueron objeto con el fin de extraer

su preciado tinte. En cantiles con exposición

de umbría eran abundantes pequeños

helechos de los géneros Daaallia,

Adiarifurn y Poly~iodiurn.

Gestación y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 321

Caracterización de los Paisajes vegetales

previos a la colonización humana

A partir de la precisa combinación de

los factores abióticos corisiderados y estimando

que la variable climática ha permanecido

constante a lo largo de la escala

temporal propuesta, podemos llevar a cabo

una aproximación a la rcconstrucción de

las formaciones vegetales que albergaba este

sector inmediatamente antes de que se

produjese la interferencia antrópica.

Tabaibal dulce

Cubría vertientes de solana labradas sobre

la formación detrítica de Las Palmas,

dcntro del dominio xcrocanario y dc transición

al termocanario. En su composición

florística era dominante la tabaiba dulce

(Eupliorbia balsnmifera) que llegaba a alcanzar

un porte arbustivo (1-3 metros), como

aún sucede en parajes donde esta especie

sc ha dcsarrollado con escasas intcrfcrcnciaq

ron las actividades del hnmhre.

Tabaibal dulce con acebuches dispersos

En vertientes de umbría del ámbito xerocanario

o en laderas de solana de sectores

de kransición enke los dominios xerocanario

y termocanario, el tabaibal se veía

enriquecido en el estrato superior por la

aparición de especies que definían ciertos

t,:,:,. ,,,h..,L, /Al.,, ., "'"U'"". Y! U""""" \"'"m

ssp. ceras$ormis), a causa de la elevada capacidad

de colonización dc las diferentes

facies ambientales de su entorno de desarrollo,

sería, tras la tabaiba, el clcmcnto dominante

en el estrato superior.

Cardonal tabaibal con acebuches aislados

Asentado sobre escarpes excavados sobre

sustrato basillticv, en vertientes de solana

del ámbito xerocanario y en el área de

transición al termocanario, se desarrollaba

un matorral caracterizado por la presencia

dominante de tabaibas dulces y cardones

(Euphorbin cannrirnsis). La adición de esta

especie estaba vinculada con la existencia

del soporte rocoso.

Cardonal tabaibal con acebuches dispersos

Salvo por la orientación septentrional

del escarpe donde se asentaba, este paisaje

vegetal se desarrollaba en una condiciones

abióticas similares a la que ocupaba la

formación precedente. El incremento de la

presencia de acebuches venía determinada

por la exposición del escarpe que provoca

un descenso de la evapotranspiración y, de

este modo, una mayor eficacia del balance

hídrico en un entorno mayoritariamente

xérico.

Matorral termoesclerófilo sobre bloques

erraticos

La calidad vacuolar de las lavas holocenas

provoca una mayor retención de la

humedad que propiciaría un apreciable recubrimiento

de los bloques. Sin embargo,

su irregularidad y exigua superficie limitaban

la formación de suelo que albergara

vegetación de porte notable. El balillo (Sonrhirs

I ~ n t n r ~ y lml i ~Ps! ) ,v ~ro!( Aeonium pevc

a ~ i ~ e u i ie~l )t,a saigo (Rubia fi-uticosa), y especies

leñosas, como el lentisco (Pistncia

leritiscns), el acebuche (Olen europea ssy. cerasifornzis)

y la palmera ( P ~ O P IrIm~aXr i ~ n s i s )

que, de furnia aislada y con escasv porte,

aún pueden obscrvarsc, tapizarían parcialincntc

las rocas.

Acebuchal abierto sobre malpaís

A pesar de su datación holocena y de su

ubicuación en un entorno ambiental con

rasgos áridos, la colada poseía antes de la

Ilcgada de las primcras comunidades humanas

al barranco un apreciable recubri-

. ., J . . 1 1 1 - ~ . ' - - - -

I IL~TI ILV ue ~ ~ C C L J U C I L ~yJ KI ILI~CUJ de P U L ~ C

mayoritariamente arborescente, como evidencia

el pequeño acebuchal que aún se

desarrolla en El CastaAo, frente al Dragonal

Alto.

Accbuchal-dragonal abierto con cardones

Aunque ocupaba una amplia superficie

inmersa en el ámbito termocanario, la naturaleza

ácida del sustrato y la orientación de

solana de las laderas sobre las que se desa322

Atitonio laz~ier Dowiíi~guez Meditia / Alcx Hanseti Macllín

rrollaba propiciaba, y aún lo hace, la introgresicín

en estos parajes del cardón (Euphnrbia

irnrinrierisis), elemento francamente xérico.

En los estratos superiores eran dominantes

el acebuche, el drago y el lentisco, éste en

menor medida. Los mismos condicionantes

abióticos mencionados provocaban un cierto

desarrollo adehesado de la formación.

Acebuchal con dragos y cardones

dispersos

A pesar de desarrollarse sobre sustratos

ácidos, esta formación mostraba un alto

grado de recubrimiento de acebuches, propiciado

por su urientacihn favorable a la

incidencia de los vientos húmedos. La acidez

y la naturaleza escarpada del terreno

provocaban la aparición esporádica de cardones

procedentes de la unidad precedente,

con la que limitaba.

Palmeral con almácigos dispersos

En torno al tramo del cauce del Guiniguada

no afectado por el flujo de la colada

holocena, se fueron disponiendo, a modo

de retazos, depósitos aluviales conformados

por sustratos de granulometría fina, de

elevada fertilidad, que propiciaban el establecimiento

de profusos palmerales caracterizados

por la presencia de la palmera canaria

(Pizoenix cunuriensis) y del almácigo

(Pirtorin otlnntirn), elernentn arhnresc~nte

de la formación termoesclerófila que muestra

cierta inclinación por desarrollarse sobre

suelos profundos de fracción fina, en

torno a cursos hídricos.

Palmeral con acebuches dispersos

Sobre sustrato basáltico y ocupdndu

una considerable superficie de escasa pendiente

se desarrullaba un extenso palrrwrdl

donde Phoenix canariensis era dominante,

aunque en estratos inferiores estaba acompañada

del acebuche (Olea europaen ssp. rerasiformis).

El sustrato basáltico, de naturaleza

alcalina, a diferencia del ácido,

propicia el establecimiento de formaciones

con un mayor desarrollo en lo que respecta

al porte, al recubrimiento y a la productividad.

Retales degradados de lo que fue

esta formación aún se desarrollan en Salvago,

en torno al campus universitario, y

en los linderos de las parcelas agrícolas.

Acebuchal con lentiscos dispersos

Dentro siempre del ámbito termocana-

~ i ol,a ina~iileiLd~iVdne una süla liiiiilaciún

abiótica, ya fuese ésta la existencia de soportes

ácidos, la presencia de los dos pequeños

conos volcánicos pleistocénicos del

interfluvio oriental de este tramo del barranco,

o la aparición de vertientes con una

orientación de solana, provocaba que los

bosques y matorrales termoesclerófilos

perdiesen los elementos de cierta mesofilia.

En los estratos superiores, el acebuche y, en

menor medida, el lentisco caracterizaban la

formación que poseía un alto grado de recubrimiento.

Matorral termoesclerófilo abierto con

predominio de lentiscos y retamas blancas

Sobre el cono holocénico de La Caldereta,

en vertiente pronunciada de solana, y

en ocasiones sobre sustratos conformados

por picones, se asentaba una formación

abierta caracterizada por la presencia dispersa

de lentiscos y retamas blancas (Retarnu

rueturn), en el estrato superior. El lentisco

es e1 elernentn Ieñncn de la formación

termoesclerófila que ocupa los sectores

más desfavorecidos, allí donde otras especies

que exigen un mayor desarrollo edáfico

desaparecen. La retama blanca, muestra

una evidente tendencia por extenderse so-

L.... L ------- -..L:,.-L,.- 2,. -:-&-

L l l C L C L l C l l V J C U L l l C l l U J CLC PICUIL.

Retamar (Retama raetam) con lentiscos

Ld ndturale~d explusikd de Id erupcih

de La Caldereta provocó la deposición de

mantos de picones que cubrieron sustratos,

referidos mayoritariamente a la formación

detrítica de Las Palmas y sometidos a pendientes

moderadas sobre los que se desarrollaron

bosques y matorrales con un elevado

grado de recubrimiento, caracterizados por

Gestación y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 323

la presencia dominante, en el estrato superior,

de lentiscos, retamas blancas y, en menor

medida, de acebuches. La apreciable talla

de los ejemplares y la naturaleza cerrada

de la formación estaba propiciada por la relativa

suavidad del relieve y por la mayoritaria

exposición de unlbría de los sectores en

los que se desarrollaba la unidad.

Acebuchal abierto de amplio cortejo

florístico con dragos y cardones dispersos

Cubría mayoritariamente sustratos basálticos

en exposiciones dc solana, siempre

en áreas extremadamente escarpadas, donde

el desarrollo edáfico se ve muy limitado,

y por ende el establecimiento de especies

vegetales de crccimicnto arbórco. El

sustrato en ocasiones es rocoso. En estos

enclaves el cardón, a pesar de que se trata

de un elemento que dcfinc ambientes fran

camente xéricos, desplazaba a otras especies

termófilas que exigen para su desarro-

11 - A iiu ue ürt cirito desai-i-olio ed6fico. Esias,

sin embargo, también se hallaban presentes,

con tallas inferiores a las que presentarían

en enclaves más propicios, donde pendientes

más tendidas provocarían el

depósito de suelos de cierta potencia. La

presencia de dragos en ambientes rupícolas

resulta sobradamente contrastada, especialmente

en oricntacioncs de solana. La

riqueza florística de la formación, a pesar

de las evidentes limitaciones ambientales,

vendría dada por la presencia del sustrato

basáltico y por la ubicación inmediata del

acebuchal ccrrado con arnplio cor t~jo.f lorístico,

formación con cierto carácter mesófilo, alguno

de cuyos elementos florísticos se difundirían

por la unidad limítrofe.

Acebuchal cerrado con amplio cortejo

florístico

Aunque segmentada, la formación tenía

en común la exposición de umbría de

las vertientes sobre las que se extendía y

la existencia de sustratos basálticos y detríticos

que no limitaban en exceso el desarrollo

vegetal. La suma de circunstancias

favorables propiciaba la aparición,

junto a notables ejemplares de acebuches,

de elementos que denotan cierto carácter

mesófilo, como sucedía con los mocanes

(Visncn ii~ocnlzera)e, spineros (Rizamrzus crenulata)

e incluso laureles (Lntlrus nsorica) y

barbusanos (Apollonias harbujaizn), especies

que aún perviven en escaryes casi

inaccesibles del entorno superior de este

tramo del barranco, donde el déficit hídrico

disminuye con respecto a los sectores

más próximos a la Fuente de Morales.

En toda la formación la palmera (PImet~i~

, -nt1nvi~i i5is)a p a r ~ c í ñf ormando rodales en

los sectores de pendiente miis tendida. La

presencia del hediondo (Bosca yrrbarnorn)

denotaba, al igual que lo hace en la actualidad,

un cierto carácter umbrófilo de

la formación.

Lentiscal cerrado con acebuches dispersos

Sobre las vertientes de umbría del cono

---,-! - ' - -

V V I C ~ ~ I I I CdU c LLLC rlid~teiclb e Licbdrruiiclbd

una matorral que alcanzaba, a lo sumo, un

porte arborescente caracterizado por la

presencia dominante de Pistacin lctttiscus y

Olca enropaea ssp. cerasif~rrriis, eri menor

medida. La diferencia con la formación que

se extendía sobre las laderas de solana estribaba,

fundamentalmente, en el mayor

grado de recubrimiento y en el porte superior

de la que aquí se aborda.

Matorral higrófilo

En torno a los cauces de los barrancos

por los que circulaba el agua de forma permanente

se extendía una formación ligada

exclusivamente a esta circunstancia. En el

estrato arborescente se hallaba, quizá, el

sauce (Saiix canarieizsis), como sucede en

enclaves similares. En contacto con el agua

aparecerían juncos (Iuncus acutus) y aneas

(Typlzn doini~rgetzsis). Tapizando pequeños

escarpes, como aún se contempla, se extendía

el hediondo (Bosca ycrbamora), mientras

qiir algimas p a l m ~ r a s dispersar se

asentarían en las orillas sobre las que se había

depositado suelo.

LA OCUPACI~ND EL ESCENARIO

Capacidad de uso agrícola de sociedades

agrosilvopastoriles

Para evaluar la aptitud que para el uso

1iuiiiano albergaban estas tierras en un contexto

económico fundamentalmente agrícola,

que se prolongó en la isla hasta la difusión

de las novedades tecnoldgicas que

introdujo la Revolución Industrial, se han

establecido los factores de orden abiótico

que la determinaban: la pendiente, la naturaleza

del soporte físico y la presencia de

agua corriente. Al tratarse de un espacio

reducido en el que se desarrollaba una amplia

gama de formaciones vegetales, que

incluía desde matorrales xerófilos hasta comunidades

arbóreas termoesclerófilas, cuyo

acceso no ofrecía gran dificultad, se ha

desechado la variable referida a estos recursos;

tampoco se considera el factor climático,

relativamente uniforme a lo largo

de t d n e! ámh i t ~se !eccinnido, qlue se estima

menos decisivo que la presencia yermanente

de aguas superficiales.

La pendiente es un factor quc dctcrmina

en un grado elevadísimo la delimitación

de los recursos y, por ende, el asentamiento

l~unianoy el desarrollo de las actividades

agrícolas. Su valor es inversamente

proporcional a la estimación de uso del enclave

aiectaúo.

La determinación del sustrato condiciona

la aptitud agrícola del espacio. Los soportes

de naturaleza ácida generan suelos

de inferior potencialidad agrícola que los

alcalinos. El carácter escoriáceo de la superficie

generada por la erupción holocena

del edificio volcánico del Lentiscal impedía

su explotación agrícola. Los mejores suelos

se localizaban cn los depósitos aluviales

emplazados en torno al cauce del barranco.

Aunque resulta difícil precisar la pasada

existencia de manantiales y fuentes, se

tiene constancia de la circulación permanente

de agua por e! harranco hasta los iíltimos

años del siglo XIX. Además de los

fértiles depósitos aluviales desarrollados

en el cauce del Guiniguada y en la confluencia

de este curso con el Barranquillo

de Siete Puertas, las plataformas basálticas

de Las Portadas-Salvago y de La Palma, en

un ambiente tcrmocanario, han propiciado

el desarrollo de una apreciable edafogénesis.

Ambas han constituido el soporte de

una extensa superficie cultivada, tras la roturación

de los bosques que albergaban.

Tras la colonización humana de estos parajes,

el tramo ocupado por la colada cscoriácea

fue ajeno a cualquier clase de explotación

agrícola, sin duda inviable sobre este

si.istratn Sin ~mhargoe,l r ~ p r ~ s ami ~dn t~n l

cauce, provocado por la aparición del cono

volcánico que obturó el curso hídrico, originó

la aparición de una laguna (Hansen,

1987). El depósito de sedimentos provocó,

tras la rotura del obstáculo lávico, la emersión

de suelos aluviales dc considcrablc potencia

y de muy alta capacidad agrícola, explotados

ininterrumpidamente desde el

pciiudu yreliispiiii~ü hiisiii la üiiüalidad.

Una circunstancia similar, que ha propiciado

la aparición de terrazas aluviales, ha sido

la interrupción del curso del barranqui-

110 de Siete Puertas por la colada Iávica

emitida desde La Caldereta del Lentiscal.

Estos sustratos, además de las terrazas desarrolladas

en el tramo meandrificado del

entorno de la Fuente de Morales, vinculadas

también con crisis morfoclimáticos y con

movimientos eustáticos, conformaban las

áreas más productivas en las sociedades

preindustrialcs, en las que la economía se

enmarcaba en unas coordenadas fundamentalmente

agrarias, como sucedió en el

archipiélago hasta bien entrado el siglo XX.

El relieve más vigoroso, ajeno casi en su

totalidad a la explotación agrícola, se desarrolla

en los escarpes que enmarcan los

barrancos de Guiniguada y Siete Puertas,

que muestran pendientes que superan con

frecuencia los 30°, el umbral a partir del

cual no resulta posible el desarrollo de las

actividades hiimanas

Los usos del territorio hasta la mitad dcl

siglo XX eran los clásicos de una economía

324 Antonio Jnnier Domíiz~irezM rdinn / Alex Hnnsen Mnrhín

OUnversdad de a s Fanas d? (,ran Canara i t o e c a Unuestsri Memmi Dgta le Caniris 20815

Gestación y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 325

agraria que localizaba preferentemente sus

actividades en las fértiles terrazas aluviales

del barranquillo de Siete Puertas y de la

Fuente de Morales; en los sedimentos lagunares

depositados tras el cierre del barranco

a causa de la aparición del cono volcánico

de La Caldereta, y sobre sustratos algo

más limitados, en la mesa de La Palma y en

los terrenos llanos del intcrfluvio oriental

del barranco. La ganadería extensiva estaba

relegada a los espacios donde la pendiente

acusada, la relativa lejanía de los cursos hidrográficos

y la pobreza de los suelos dificiiltaha

la rntiuraci6n y e! ci'iltivo de nirevas

parcelas. Hasta el siglo XIX, buena parte de

estas tierras han sido tradicionalmente consideradas

comunales, de modo similar a lo

que ocurrió durante la ocupación prehispánica.

El secular uso ganadero se traduce en

la ausencia de una cobertura vegetal desarrollada

que ha sido sustituida por un pastizal

dominado por Hyparrizetzia hirfa y por

especies de carácter xérico, poco apetecidas

por el ganado, como aún revelan las laderas

de la cuenca de Taniaraceite y algunos sectores

de la vertiente occidental de este tramo

del Guiniguada.

A pesar del incuestionable protagonismo

de los factores abióticos, han sido los

usos del territorio de las comunidades humanas

enmarcadas en diversas circunstancias

socioeconómicas, las que han incidido

de forma determinante en la configuración

del territorio. Cada sociedad emana paisajes

que les son característicos, reflejo de un

entramado estructural donde tanto caben

las relaciories socioecon6micas, las decisiones

que desde esferas de poder afectan al

grupo humano que habita un territorio concreto,

como los rasgos de conducta social

que caracterizan a la comunidad. La determinación

de los paisajes antiguos requiere,

por tanto, desvelar estas circunstaricias siguiendo

una secuencia diacrónica.

Esbozo de los paisajes prehispunicos

Existen numerosas evidencias de la presencia

de comunidades prehispánicas en

este sector del barranco a pesar de la inconveniencia

que para la producción agrícola

suponía la existencia del malpaís. La

localización de las viviendas trogloditas de

las Cuevas de los Frailes y de las Meleguinas,

aguas arriba, responde a la presencia

en las inmediaciones de los fértiles sedimentos

lagunares del barranco de La Angostura,

a la disponibilidad permanente de

agua y a la existencia de un sustrato fácilmente

disgregable q t i ~fa cilitaba la excavación

de los hahitáculos. Vinculado con la

potencialidad agrícola parece estar también

e! re!ev~nte C C ) I ? ~ U ~ ~hSu bitaciom! de Las

Huesas, barranco abajo, en el extremo septentrional

de este ámbito territorial. Se ha

confirmado la presencia de cueva3 de habitación

en el escarpe que asoma al Guiniguada

y restus de lo que parece que fueron

casas de piedra seca en el iriterfluviu. La

existencia de silos en todos los asentamientos

confirma la explotación agrícola

de los depositos aiuviaies. Ei caracter permanente

del curso de agua facilitaba el regadío

de las parcelas mediante acequias, de

cuya presencia existe constancia en enclaves

similares. Aunque no fuese el factor

determinante para el asentamiento, resulta

revelador comprobar la existencia de un

apreciable incremento de la densidad de

núcleos prehispánicos en la franja de contacto

del matorral xerófilo y los bosques

termoesclerófilos, en un espaciv ecutónicu,

donde menor resultaba el esfuerzo para

avituallarse de lus recursos procedentes de

ambas formaciones vegetales.

Se ha constatado el uso que de los malpaíses

hacían las comunidades prehispánicas

que habitaban la isla. La textura vacuolar

de las rocas que conforman la

superficie escoriácea provoca una retención

de humedad superior a la que se registra

en los paraje< circundantes; de este

modo, la vegetación herbácea adquiere mayor

desarrollo, propiciando la suelta de ganade.

Esta prádicu p ~ e c cem f i rma r s~tr as

advertir la presencia de corrales de piedra

seca que se levantan junto a lo que la Carta

Arqueológica elaborada por el Museo

Canario interpreta como refugios pastoriles.

Como sucedió con posterioridad, no

serían ajenos al uso ganadero extensivo los

bosques termoesclerófilos v los matorrales

xéricos que se extendían por las vertientes

del barranco. Ante la pujanza del pastoreo

las mejores tierras agrícolas eran rodeadas

de cercos que impedían la entrada de los

animales.

La presencia de enterrarnientos en los

retazos de malpaís que aún ailoran tiene

paralelismos en enclaves similares. Así,

tambih uc ca.vtatu en !I CO!X!U nY-l *eo mifió

el volcán de la Cuesta de las Gallinas,

en el municipio de Telde; en el Malpaís de

la Necrópulis, prUximo d la Villa de Agacte,

o en la arrasada necrópolis de La Isleta

descrita por el Dr. Verneau en los últimos

años del siglo XIX (Verrieau, R., 1982). La

Carta Arqueológica de Las Palmas apunta

la presencia en el Maipez de numerosas estructuras

funerarias que se apoyan sobre ia

base de los bloques erráticos, formando snlapones.

A pesar de tratarse de una sociedad anclada

en un neolítico cuasi forzado, a causa

de la limitación de los recursos que albergaba

el archipiélago (ausencia de

metales) y del aislamiento que padeció, las

modificaciones paisajísticas provocadas

por las comunidades prehispánicas pudieron

ser muy apreciables. Su actividad económica

generó un incipiente paisaje agrario.

Probablen-iente, roturaron las terrazas

aluviales para establecer cultivos de regadío;

extrajeron maderas para, de este modo,

obtener una fuente energética; aclararon

los bosques de la mesa de La Palma y

de los 1,lanos de Tafira y Salvago con el fin

de implantar cultivos de cereales de secano

y establecer áreas de pastoreo. Además,

con el fin de inducir rl drsarrollo de los

pastizales utilizarían el fuego. Sólo la acción

secular del pastoreo extensivo tendría

l:n efectu demc!edí?r y o p r ~ i n c z i a!a regresión

de los formaciones vegetales de carácter

climácico. De este modo, a la Ilegada

de los europeos, lo que habían sido superficies

boscosas del ámbito termocanario

estarían parcialmente adchcsadas, cuando

no desmontadas. La escasez de núcleos

aborígenes localizados en el ámbito del

monteverde y el pinar húmedo y la inferior

incidencia de sus actividades económicas

se debía a la inconveniencia que para el establecimiento

humano posee el clima de

los sectores donde se desarrollaban estos

bosques. Fuera dc las vegas, la agricultura

se veía limitada por la pedregosidad del terreno

y por la dificultad de establcccr un

siqtema de riego efica7 a causa de las limitaciones

técnicas.

Conquista y colonización europea. La

expansión de la caña de azúcar

Un intensísimo grado de antropización

experimentó este ámbito territorial tras la

conquista de la isla v su inmer~ióne n el orden

económico mercantil, del que se deridujeron

a una severa transformación del

paisaje. La conquista de la isla supuso el

derrumbe de la sociedad prehispánica, de

su particular concepción espacial, convulsamente

sustituida por la que introduce la

nueva sociedad europea trasladada a la isla.

Su desarrollo tecnológico se desplegó

con objeto de implantar la caña de azúcar

y eApuliai e: yi"&rto icsu!taloa de J.o

transformación en los ingenios.

El desarrollo de la conquista, durante el

5iglo XV, tubo un iriiiidialo ~eflcjoe spacial.

Entre las estrategias de acoso a la población

prehispánica, los conquistadores quemaban

ias superficies arboiaaas, práctica cmplcaaa

habitualmente en la ~econquista

con objeto de evitar emboscadas (Baucr, E.,

1980). bxiste constancia documental de esta

circunstancia en la vecina cuenca de Tamaracei

te.

"( ... ) toda In isla es u t l juniín, toda poblada

de Palmas, porque de uri lugar yue llunlurz Tunzarazeite

quitamos inirs de sesenta mil palmitos

(ADreu ciia 2G.GVVj y de v i r u s p u ~ i c si1 rj;rriiüs

y de todo Teldt y Ariicas." (Escudero, 1639 en

Morales Padrón, F., 1984).

Gestación y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 327

En los 50 años que siguieron a la conquista

se articuló la nueva estructura territorial

que formari el sustrato de los diferentes

paisajes que se suceden hasta la

mitad del siglo XX y que aún pueden atisbarse.

Sin embargo, no se produjo una desconexión

absoluta con la estructura territorial

prehispánica cuyas vegas v áreas de

pastos comunales prolongaron su función

en la nueva sociedad. La trama de comunicaciones

terrestres parte, también, de la

red aborigen. No obstante, el poblamiento

bascula notablemente hacia el Real de Las

Palmas que se constituye rn rl centrn administrativo

de la isla. El tramo inferior del

barranco, desde el frente de la colada lávica

emitida por el cono de La Caldercta hasta

la desembocadura, pasa a estar en su

área dc inmediata influencia. El obstáculo

que para el trjnsito hacia el interior de la

isla ofrecía la superficie escoriácea y la estructura

de la colada sumado a su nula pot,.-..:-

l:-'--' J.. -"... -bI!. -1. - - 7 r' '

C I I C I U I I U U U ~ I U U U C L I V U ,U Il5dUd cll I L U J U CÜlonizador

a bifurcarse por los lomos

circundantes, convergiendo de nuevo tras

La Caldereta del Lentiscal.

Los colonos reutilizaban habitualmente

las viviendas y la infraestructura agraria de

las comunidades prehispánicas. Con frecuencia,

el nuevo poblamiento se polariza

en torno a los asentamientos prehistóricos,

como probablemente ocurrió en La Calzada

y, con seguridad, en El Dragonal.

En los últimos años del siglo XV, el

Concejo, órgano de gobicrno dc la isla, establece

el deslinde de las tierras privadas

sometidas a la explotacih agraria, de las

dehesas comunales y de los montes realengos,

ambos de aprovechamiento colectivo

(Cullen del Castillo, P., 1995). El espacio

que en la actualidad ocupa el imbito territorial

del Jardín Canario quedaba emplazado

cntrc La Dehesa de Tamaraceite, que

lo delimitaba por poniente, y la Dehesa de

Tafira y el Monte Lentiscal, que lo hacían

por naciente (Hansen Machin, A.,1992); Pste,

junto al de Doramas, era uno de los

grandes bosques que albergó la mitad septentrional

de la isla hasta las últimas décadas

del siglo XVIII (Hansen, 1992). Los

montes de realengo se constituyeron en la

principal reserva energética y de materias

primas. Las dehesas albergaban una notable

actividad ganadera extensiva. Ambos

eran administrados por cl Concejo.

La nueva población se inserta en un modelo

de desarrollo basado, sustancialmente,

en el cultivo y transformación de la caña de

azúcar a causa de la pujante demanda de este

producto en los mercados europeos. El

primer ingenio que se levantó en la isla estiivn

~rn-plazadoe n e! r ~ i rhr2~jn de! Cuiciguada.

Su construcción fue ordenada por Pedro

de Vera, primer gobernador de Gran

Canaria. El tramo inferior del barranco llcgó

a albergar tres ingenios que transformaban

las cañas cultivadas en los fértiles depUsitvs

aluviales. Otro, propiedad de Cristóbal de la

Coba, de cuya presencia existía constancia

en 1514, se hallaba en Tafira. En torno a esid

csiruciura se desarroiió este pago. Ei cuitivo

de caña ascendió hasta la misma vega

de Santa Brígida. El iiigenio viiiculado a esta

localidad se hallaba en Satautejo, en las inmediaciones

de Las Meleguinas.

La rápida expansión de las tierras cultivadas

provocó la deforestación de extensos

parajes. Se talaron palmerales, a causa de

la competencia que esta especie ejerce con

el hombre por la ocupación de los suelos

dc mayor valor agrícola -fundamentalmente

los depósitos aluviales de los valles-;

se desbrozó una amplia porción de la

vegetación que se asentaba sobre los sectores

más accesibles, cuya pendiente hacía

posible el tránsito sin dificultad y que, por

esta causa, adquirían un notable valor agrícola.

Así sucedía en la mesa de La Palma y

en el interfluvio oriental del barranco, en

las tierras del Zurbarán y de Salvago. La

causa de la reducción de los bosques se hallaba,

también, en su conversión energética,

en el incremento y diversificación de la

rahñña g a n a d~r ay en la for t í r im~d em-inda

de madera con destino a la construcción

de viviendas y navíos.

328 Antonio ]azlier Domínguez Medirla I Alex Hanwn hlachín

A comienzos del siglo XVI la presión

era de tal magnitud que, en 1518, por Real

Cédula, se promulga el cese de la tala abusiva

y de la especulación de la madera;

además, se establece una política repobladora

que no prosperó. Las ordenanzas de

1531 muestran un bosqiiejo del estado del

Monte Lentiscal que se encontraba "( ... )

muy cortado y nzuy talado y en todo el no hny

leca gruesa a causa de que los señoues de ingenio

han cortado (...)." (Morales Padrón, F.,

1974). A causa del emplazamiento del Real

de Las Palmas cn la desembocadura del barrancn,

la cuenca del Guiniguada sufrió en

mayor medida el impacto colonizador. La

ciudad agrupaba en el siglo XVI al 41% de

los habitantes de la isla (700 vecinos).

La red de caminos parte de la trama

prehispánica, aunque tras la conquista el

cjc distribuidor se traslada al Real de Las

Palmas (Moreno Medina, C., 1997). La vía

que desde la Ciudad ascendía a La Vega

rluzal"a ;"iigiiu~ii-ia~riier,te e! in:erf!.~uici

oriental del barranco, tras superar El Batán

y San Roque. Cuando se adentraba en Tafira,

la senda delimitaba el flanco noroccidental

del Monte Lentiscal. Con cl tiempo

se convirtió en la actual carretera del Centro.

El camino que se dirigía a Teror, tras

partir de la plaza de San Nicolás, ascendía

hasta la cima de la montaña de San Francisco,

y se proiongaba hasta Himatrici-ie;

desde aquí un ramal descendía hasta San

Lorenzo, para continuar por San José del

Alamo, y cl otro se dirigía al camino de La

Vega, atravesando La Calzada (Hernández

Jiménez, V., 1984).

La privatización del espacio se consagró

desde 1485 mediante el reparto de tierras

entre los participantes de la conquista,

de forma proporcional a sus m6ritos y a su

calidad personal. Entre 1485 y 1489, Pedro

de Vera adjudicó las aguas y las mejores

tierras del barranco, las correspondientes a

los depósitos aluviales que, probablemente,

coincidían cnn las qiir explotaban los

canarios prehispánicos. De cstc modo, sc

creó en este entorno un área agrícola relevante.

A mediados del siglo XVT, tras su solicitud,

se distribuyen tierras de inferior

potencialidad agrícola, destinadas al cultivo

de la vid cuyos principales beneficiarios

eran el escribano mayor de la isla, Juan de

Ariñez y sus descendientes. Así, en 1548:

"( ... ) Iuan de Ariniz escrluano mayor (...)

supllca le hagan merced de un pedaco de t~erras

de sequero montuosas de tabaybul y rmrn[iub e

cardones que son dehaxo de Tajyra en que podra

rzwr diez fancgas r...) que ni1 por linderos

de la parte de arriba tierras que tuvo puestas de

calias 1.orrnco merrador i...P .po)r la parte de

abaxo linda11 el barranco del Agua desta cihdad

( . . . i , la cual dicha tierra no a sydo aprobectiada

de persona alguna; r...). " (Aznar Vallejo, E. y

Ronquillo, M., 1998). Un año más farde: "r ... )

Toinas de Ariniz e Pedro da Menlioca hijos de

]un~i d~ Ariniz (...) drzinios que dahaxo de las

tierras que se rreprtieroii (...) e11 q ~ p~odera

por encimr~ fl/indn con U I I srrrfltlo tiri dirl~o

iluestro yadrc que oho plantado de carin.; cl licericiado

iit, la Coliil f...)." (Aznar L'allejo, E. y

Ronq~~i l lhof, 1998).

La deforestación de los sectores afectados

por la incidencia del mar de nubes y el

desvío de las aguas hacia las áreas cultivadas

tiene un reflejo inmediato en el descenso

del caudal que albergaba el barranco

en un momento cn cl que crece la

demanda a causa del incremento de la población

de la ciudad. De este modo, se decide

erigir la primera obra hidráulica de

envergadura de la isla: el canal de la mina

de Tejeda que entró en funcionamiento en

1520, trasvasando aguas desde la cuenca

de Tejeda a la del Guiniguada, a través de

la Cumbre de la isla. La obra sc adjudicó a

Juan de Ariñez y fue el origen del Heredamiento

del Dragonal. Sus trabajadores, antiguos

canarios,. son recompensados con

tierras cn el Dragonal, como se recoge en

este edicto fechado en 1555:

Gestación y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín candrio 329

"( ... ) Garcia de Osorio regidor destiz ysla diz

que el Dragonal comarca desta cibdad estan unos

prdapr di- tirrra que hasta agova no se izan rvcpart~

do en que podra auer 0ias)ta veyfite e synco

o tr~yrlta hnnrgndas 1fp s~rihradrrrn, que an por

lirlderos por la parte de arriba tierra que diz que

se repartieron a los qacudores del ugun de Tejedu

e por la parte de abaxo tierras que se dieron a

Alonso Wzqucz gallego c agora yosclzcn los Izcrederos

del licenciado Surbara~z e de 10s que se

dieron a los sacadorrs P por los lados lindan en el

barmico desta cibdad e con otro barraizquillo que

esta a la Danda d17 Tamauasaytc, supllco a vucs

tuas senorias me hagan merced de ellas para viizas

L' uti-(15fr utules de qur cntiendv uprovechiulas

y PIZ ~ 1 1 0~ itwstrasn z~rrrdesn ze izaran merced."

(Amar Vall~jo,E . y Ronquillo, M., 1998). No

ohstar~tec, uaudo el siglo coiicli~íae l barraiico de

la ciudlzd aún conducrá una corriente apreciable:

"( ... ) había bosques de palmas y lugar ameno de

a p a s (...)." (Torriani, L., 1978)

La diversificación d e l p a i s a j e agrícola

La crisis provocada por la pérdida de los

mercados europeos del azúcar ante la pujanza

de la producción americana provoca

un cambio del modelo de poblamiento que

comicnzn a adnptnr rasgos cndog5micoq. TLI

caña de azúcar, que ocupaba una considerable

extensión del terrazgo insular, es paulatinamente

sustituida por una amplia gama

de productos conipuesta, fundamentalmente,

por viiias, cereales, y por el .m illo y la pa- Pa, '"p"icuEs'ric , "..,, Y"' .",-m" " a"---"-"""A"n"

terreno tras su introducción en los primeros

años del siglo XVII (Camacho y Pérez Galdós,

G.,1966). A cxccpción de la vid, la producción

sc destina a satisfacer la demanda

interna y del mercado regional, que se inci-

rii-lei-,~ari causa de: nuii-,ei-,;o de !a

ción. La menor exigencia ambiental de estos

cultivos provocó la revalorización de terrenos

hasta entonces relegados a causa de sus

limitaciones, como ocurría con la superficie

cubierta por los picones de las erupciones

de La Caldereta y Bandama, parcialmente

revestida por las formaciones termoesclerófilas

del Monte Lentiscal.

En torno a La vega de Santa Brígida comienzan

a producirsc procesos que conforman

el germen de su tradicional papel de

hinterland de la ciudad:"( ... ) Tiene nruchas zvgas

de ticwa iizuy buena (...) es tú poblada de l m -

cha arboleda y viñas que producen los mejores vinos

de las @as. Estas heredades son de todas las

p e r w ~ ~ a~sio ble'id e la c i ~ ~ d aid., .P.o)r c.a usa de

estar m u y cerca de la ciudud 110 habitut~e 11 dlus ,

tan solamente el necesario de acudir a la culf~rra

y recoger los ,f?u tos, y por modo de recrenzidn se

brin los dueños de ellas n i g h tienrpo a ellas en el

verano con sus familias y otras personas deudas

y amigos. (...). Danse famhi tn mu c l~ofsi utos de

trigo, cebada, centeno y mucha cantidad de uino

yfrutas de varias suertes." (López dc LTlloa en

Morales Padrón, F., 1974).

Aunque la Corona no lleva a cabo nuevos

repartimientos de tierra, la expansión de la

superficie cultivada no cesaba. Las usurpaciones

de terrenos comunales eran habituales;

además, el Cabildo continuaba con la

concesión de baldíos realengos. Se trataba en

todos los casos de tierras deforestadas, intensamente

pastoreadas y cubiertas de matorral.

Así debió suceder con la Dehesa de Tafira,

también denominada dehesn carnicera, que se

transforma cn iinn rodicindn vcgn. En ocasiones

la usurpación era legalizada posteriormente

por sentencia de la Audiencia. En

1690 La Real Audiencia denuncia la usurpación

de una amplia superficie de Tafira y del

Monte Lentiscal. Tras la declaración de sus

,,,,;,,+,,;,,, "..., ,G,-,h,, ",.A L,:, .,,, rA-rLL-uVy"u' """""L."" ' "' """U" ""U

de estas tierras desde el siglo anterior, la parcela

es legalmente concedida (Suárcz Crimón,

V., 1987). Los bosquetes y arboledas se

desarrollaban en los parajes dc menor capacidad

de uso agrícola, sobre terrenos con

J : . . - L . - --..--J.- A :- 3. 1 -

~ t Z l l C l I C I I L C 3 dCLl3dUd3. tl C U I l > C C L l ~ l C l d UC id

desaparición de los ingenios, alimentados

con ingentes volúmenes de madera, los matorrales

y bosques debieron experimentar

una aprcciablc expansión, partiendo de los

relictos que pervivieron tras el intenso proceso

deforestador de la etapa azucarera.

La desaparición d e l o s e s p a c i o s p ú b l i c o s

El declive de la exportación vinicola, el

hundimiento del comercio con Am6rica y

330 Antoirio lavier Do~izínpezM edirla / Alex IIarlseri Macliín

un continuo incremento demográfico provocó

un aumento de hambre de tierras de todos

los estamentos sociales que se resuelve

mediante un proceso de adquisición

legal o clandestino. La necesidad de ampliar

la superficie cultivada condujo a la

privatización de una considerable porción

de las tierras del Monte 1,entiscal -con la

curisiguierite rnerrria de las prácticas comunales-

y a una drástica reducción de la

Dehesa de Tamaraceite. La Corona concede

numerosos y extensos lotes de tierras

mediante repartos o a través de la concesión

de datas con objeto de incrementar sus

arcas y fomentar la agricultura, pero los beneficiarios

son casi siempre grandes hacendados

de la ciudad. El monte público

merma en 732 fancgadas y queda reducido

al espacio que va desde La Atalaya a Bandama.

(Hansen Machín, A,, 1992).

Hacia 1778 se concede la data del Marqués

de Acialcázar que privatizó 300 fanegadas.

Sus límites se extendían por la Montaña de

Tafira y La Caldereta del Lentiscal, en la

frontera oriental del Monte. La superficie

de la data se hallaba casi desarbolada, como

recoge la Real Audiencia en 1774:

"Los pel~tos (...) Iuraron cor~lar en el Lerrenn

d~mavrizdn dr Arinlrdznr 455 hholrs y 2 0

más por si se hubiesen eqimocado de acebuche

uic~os ucstidos los mis de cllos de retotios que

Izan hechado, y los menos que son pocos incapar

r z dr rftnñar por r ~ t a rSP COS (...); y por 10 que

mira a los niatorrales se hallan algunos ojelws

í...)c on distzntas matas de Lentisco, que izan procuitdo

las raiccz y sepas viejas, como asi mismo

otros acebuchitos aclznparrndos (...), lo que tarnbién

se encuentra dondc dzsen la Caldereta i...).

,r , esirr Huyu qrrr iirrrrrrrrr ríe Brtiisirr se hullrrn ui-

X U ~ Z UA~te bucintus nuebos, (...)." (A.H.P.L.P.

Sala de la Real Audiencia. 1527. Año 1774).

En 1788 se prohibe el pastoreo en todo

el monte público. Desde los pririiervs arios

del siglo se liabíaii iiiipueslu severas restricciones

a causa de las presiones ejercidas

por la Real Sociedad Española de Amigos

del I'ais Los pequenos campesmos son los

más perjudicados, aunque aún disponen

periódicamente de las tierras de la Dehesa

de Tamaraceite. Mientras, los grandes propietarios

habilitan los cortijos y vueltas de

si1 propiedad.

El sensible incremento de la superficie

cultivada a costa del terrazgo público sigue

una secuencia que va configurando un

nuevo paisaje. En un primer momento,

iras la deluresk~ciijnc dusddd PULI d tdld, 10s

incendios y el sobrepastoreo, se desarrolla

un matorral de sustitución conformado por

aquellas especies menos sensibles a los impactos

que sufre el espacio vegetal. Cuando

estas prácticas son reiteradas aparece

u11 paslizal doiriinado por herbáceas. 'Iras

la desaparición de la cubierta arbórea se

ucupan las tierras mediante datas o usurpaciones,

roturándolas y adoptando prácticas

con las que evitar la erosión a través

del abancalamiento de los terrenos de pendiente

apreciable. El ganado existente se

estabula para evitar daños en las parcelas

cultivadas, siguiendo los criterios del sistema

de explotación ilustrado (Santana Santana,

A,, 1992).

La intensa deforestación condujo a la

Real Sociedad Económica de Amigos del

País, con sede en Las Palmas, a estimular

la introducción de especies, que como la

pita (Agaz7e americana) y la tunera (Opuntia

sp.) se expandían rápidamente, atenuaban

los procesos erniivns por arrnyarla y rnnstiluían

la materia prima para Id cunfecciúri

de cuerdas, redes y telas (Viera y Clavijo, J.

De., 1981).

El atisbo de las novedades tecnológicas.

La aceleración de los procesos de

transformación del territorio

Tras la crisis originada por la pbrdida de

lus mercados que absorbían la producción

vitivinícola, se extiende el nopal (entre

otras especies de tuneras) como soporte de

la cochinilla, de la que se extraía un tinte

muy cotizado en los mercados europeos.

Las limitaciones agrícolas de una amplia

superficie del tramo del barranco no resultan

un obstáculo para la expansión de estas

Geqtación v evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 33 1

especies; además, su escasa exigencia inversora

favorece una rápida implantación.

Su cultivo en este tramo del barranco aún

se atisba en las laderas de Siete Puertas y en

otros sectores de pendiente moderada. La

cochinilla extendió la riqueza sobre todos

los estamentos, propiciando la acumulación

de capital de los propietarios.

Las primeras décadas del sieln asisten a

la desaparición de los bosques del Lentiscal

y a la absoluta privatización de las tierras

publicas que lindaban con el tramo del Guiniguada

que, tras usurpaciones y repartos,

pasan, en una amplísima porción, a manos

de graiidi's hnccndc;dos. Dc EUCVG, !=S cari.-

pesinos sólu acceden a pequelias parcelas.

En 1812 se vendieron 13 fanegadas en e1

Lldrio de id Cruz del Inglés. En 1818, los Ú1-

timos repartos efectuados en El Lentiscal

afectaron al desarbolado Lomo Batista, pequeño

interfluvio adosado al cráter de La

Caldereta que fue destinacici al cultivo de la

vid (Hansen Machín, A,, 1992). nespiiés de

1817, el Lentiscal es un baldío donde asomaban

algunos lentiscos "( ... ) que npenas llegnra

a una vara descollada de la tierra el menor."

(Suárez Grimón, V., 1987).

A pesar de la sensible disminución de la

capacidad dc captación de agua, provocada

por la desaparición de los grandes bosques

del Norte de la isla, por el barranco aún discurría

un caudal permanente que, según

aseguraba Madoz: "( ... ) sin st3r río corre todo

el mio." (Madoz, P., 1986). Ya desde los últimos

años del siglo XVIII se había estimado

incrementar el caudal y mejorar la calidad

de las aguas que suministraban los pilares

de la CIUDAD. Tras advertir la presencia de

un manantial que brotaba del lugar conocido

por los Morales (a causa de los árboles

de esta especie que allí crecían), en el curso

del Guiniguada, el corregidor Eguilus proyectó

conducir estas aguas hasta la capital

de la isla. Tras desestimarse el proyecto original

que contemplaba un trazado subterráneo,

en 1792 el líquido de la Fuente de

!os Morales cro codücidc: 2 !as pilares de

la ciudad a través de una cañería de arcaduces.

La escasa calidad de la fábrica provocó

que nueve meses después de su inauguración,

el primer temporal del otoño la

arruinase, cesando su funcionamiento en

1799 (Galván González, E., 1995).

Siguiendo la tendencia de la centuria

precedente, la población continúa aumentando.

El poblamiento se conccntra cspecialmente

en torno a Tafira, que agrupaba

154 vecinos en 1864 y era descrito por Mado7

en estos términos: "( ... i es un cas.(erío)

ruirry~iiesto IIY 500 msm, diwriziriadas en varias

harierrdns err el espacio de 2 lq.(uas) de terreno,

cuidado can esmero y con b triayor curiedud

y g~s fg. "(\, !aduz, ?9@5). !unto 2 &te, sn=i-o- -r -- -

cen por vez primera en un recuento los pagos

de La Calzada, con 24 vecinos, empla-

~ a d uju ritu al cauce del barranco, sobrc cl

malpaís que emitió el cráter de 1.a Caldereta

y al amparo del camino que desde Teror

conducía d La Vegd; La5 Cuevas de Los Frailes,

cuyos 28 habitantes reutilizan las estructuras

prehispánicas de La Caldereta y

expiolaban íos depósitos aiuviaies de La

Angostura; y, en la vertiente occidental, Siete

Puertas (33 vecinos), junto a lds feraces

tierras del barranco homónimo, uno de los

tributarios del Guiniguada. El Dragonal veía

aumentar sus efectivos desde el recuento

del pasado siglo (1735), de 10 a 39 vecinos.

J,a red de comunicaciones apenas varía

desde las centurias precedentes. En 1877, el

canlino que conducía a San Mateo puede

ser transitado por diligencias. En los últimos

años del siglo algunos automóviles ya

circulaban por la carretera. En Loriio a esta

vía desde los años ochenta del siglo XIX se

incrementa la urbanización residericial. A

las óptimas condiciones paisajísticas, ambientales

y agrícolas de estas tierras se sumó

la proximidad a la capital de la isla y

la difusión turística de los paisajes de Tafira

y El Monte, estimulando el inter6s de

hacendados y dr la burguesía comercial de

Las Palmas por poseer casas de recreo, siguiendo

el modelo de residentes ingleses y

-~.l-o,.m.-.-.n-,o cT LL j n f r n d i~r en~~ e i . r ~mso &!ec

arquitectónicos. (Hansen Machín, A,, 1992).

332 Antonio / a z w Dornín~ucz Medrna 1 Alex Hailcrw Mnchí~

Tras el declive del comercio de la cochinilla,

en los años ochenta del siglo XIX, casi

sin solución de continuidad y promovida

por el Reino Unido, se registra la expansión

del cultivo del plátano y el tomate con vistas

a su exportaciún. Ambas especies prosperan

con facilidad en este tramo del barranco,

pero si bien la primera requiere

suelos de elevada capacidad agrícola, abiindante

riego y ausencia de vientos, los tomateros

admiten sustratos de inferior calidad

y aguas cun un altu contenido de sales.

Estas limitaciones provocan la segregación

espacial de ambos cultivos; mientras el pri-

. . . morn nriipah2 !SS :p,:C:=s & T,ü :m-1-- A-...A., -L." ""Y'u"-

tación en el barranco, los depósitos aluviales

emplazados junto al cauce, los tomateros

se extienden por los Lomos del Pedregal y

Cuesta Chica, en torno a Almatriche. La cercanía

de este sector del barranco a la capital

de id idd incide en el abaratamiento de los

costes del transporte y en la rápida expdnsión

del cultivo. La capitalización de las

piantaciones es eievaua: ante ia notable demanda

hídrica de los nuevos cultivos se

perforan pozos, se trazan acequias y se levantan

estanques, creando nueva infraestructura

que facilita la producción. Con objeto

de incrementar la superficie cultivada,

se sorriba con tierra de préstamo una considerable

porción de la colada que ciibre el

fondo del barranco gracias a la iricorporación

de la isla a las novedades tecnológicas

que difunde la Revolución Industrial, que

facilita el traslado de grandes volúmenes de

suelo fértil. La extracci6ri a travts de numerosas

perforaciones en la cuenca del Guiniguada,

provocó tal descenso del nivel freático

que la corriente de agua desapareció.

Del siglo XIX data el acueducto del iiiolino

de Maipr;., una de los más bellas muestras

de arqueología industrial de la isla.

Al amparo de la implantación de los

niievos cultivos la población experimenta

un considerable ascenso. La demanda de

mano de obra provoca la llegada de jurna-

!wuc do! interivr d~ !a k!n. C ~ r g czs i c! núcleo

de Almatriche, vinculado con el cultivo

del tomate. Su funcionalidad coexiste

con la creciente relación de sus habitantes

con la cada vez más pujante capital de la

isla. Al igual que sucede con los asentamientos

de la vertiente occidental de este

ámbito territorial, el desarrollo anárqiiico

de su trazado, que comienza sil derrame

por la vertiente occidental del barranco, y

la condicih social de sus efectivos contrasta

con lo que sucede a lo largo de la

vertiente opuesta, en torno a la carretera

del Centro, donde ha predominado la consideración

de calidad residencial que le ha

adjudicado la población acomodada de Las

Pa!mñs desde e! siglo X X

Tras la búsqueda de un emplazamiento

adecuado, desde los primeros años de la

dtí.cdd'i de los cincuenta se lleva a cabo el

acondicionamiento de las ticrras dondc se

ubica el Jardín Botánico Viera y Clavijo,

frente al Dragonal, en el lecho del Guiniguada,

sobre tierras hasta entonces cultivadas.

Abierto a los visitantes en 1959, el

jardín recrea los paisajes vegetales relícticos

del archipiélago gracias a la voluntad

férrea de un botánico visionario, Eric Sventenius,

que presciiidicndo dc una planificación

técnica diseñó sus rincones más característicos.

Este espacio sc cxtiende sobre

una superficie que alcanza 14 hectáreas,

aunque en el año 2000 ampliará su extensión

a lo largo de su extremo meridional

hasta alcanzar las 19 hectáreas.

La terciarización económica.

El auge urbano

La segunda mitad del siglo XX, supuso,

tras la conquista una nueva sacudida en todos

los órdenes por una confluencia de factores

que tuvieron un inequívoco reflejo espacial.

1 a creciente terciarización de la

economía insular ha originado el progresivo

abandono del campo, lo que ha provocado

dos fenómenos contrapuestos que actúan

de modo dialéctico sobre el paisaje

vegetal. De un lado, el abandono de áreas

c.d!fiua&s y la mcrioi- p'CSi&, ejrlre Id

cabaña ganadera sobre el territorio ha pro-

OUnversdad de a s Fanas d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri Memmi Dgta le Caniris 20815

Caracterización de los paisajes vegetales

históricos del ámbito territorial del

lardín Canario

Las formaciones vegetales climácicas

han sido sustancialmente modificadas por

la intervención humana desde la ocupación

del barranco por las primeras comunidades.

A pesar de ello, las condiciones ambientales

y físicas continúan estructurtín

dolas a grandes rasgos

Formaciones relícticas moderadamente

degradadas

Se encuentran localizadas en áreas mar-

2- 1- ..,!--'J- 3 -

5 i ~ ~ a uUaT ~ia ~ C L ~ V K Lp~~U~ Ú u ~ iei11~ ider,re -

nos que no albergan capacidad agrícola: sobre

pendientes pronunciadas, cubriendo

parcialmente el malpaís que emitió el cráter

de La Caldereta o, cuando aparecen en torno

a las parcelas cultivadas, como sucede con

los palmerales con acebiicl~es dispersos del interfluvio

oriental del barranco, lo hacen delimitando

las fincas. Su vinculación con las

tormaciones climácicas resulta aún evidente.

Matorral xerófilo con predoi71iizio de tabaibas

dulces, balos, tuncras, y presericia aislada de

accbuches

Ocupa un sector de la enérgica vertiente

occidental del kamo del barranco, dentro

del dominio bioclimático xerocanario y de

transición al termocanario, sobre sustratos

incluidos en la formación detrítica de Las

Palmas. La tabaiba dulce (Euphorbia balsarnifpra)

muestra una mayor cobertura en el estrato

subarbustivo, lejos del porte que ofrecía

antes de la interferencia antrópica. Otras

especies que poseen un marcado carácter recolonizador

dentro del ámbito xerocanario,

y que están representadas en esta unidad,

son el balo (Plocawia penduln), cuya abundancia

revela cierto grado de degradación

de la formación por el uso ganadero del enclave,

y la exótica tunera india (Opu~l t iad illenii)

que muestra un carácter más xérico

que el más exleridido nopal (Opuritiuficus-ini

r a ) . Yri !o?.ú !tirr.vs czarcrtta a R ~!sa f=rr,ac

i h ha visto disminuir su superficie a causa

de la deposición de taludes de escombros

provenieiites de las obras ejecutadas en el interfluvio,

junto a la orilla del escarpe.

Acebuchal abierto con cardorzrs dispersos

Se extiende por las Laderas del Palomar

y Siete Puertas, sobre vertientes de pendiente

tendida con una exposición rnayoritaria

dr solana labradas snhre sustratos de

naturaleza ácida, entre unos 300 y 300 metros

sobre el nivel del mar. El acebuche y el

cardón son las especies dominantes. Una

menor presencia tienen el lentisco, cuya

afinidad con sustratos limitantes ha sido

~ , , h ~ c . A c . . . . ~ -&, ~n- .."L,.L-A-

.'\,VI U U U I I I C I I I C I C I I I J I L I I C I C I " .

Aunque los cardones observados no alcanzan

portes vigorosos, sirven de refugio de

los individuos iiiás sensibles a ld presencia

del ganado, creando además unas especiales

condiciones ambientales que favorecen su

desarrollo. Así, se sirven de la protección que

esta especie ofrece, el cornical (Periploca laevigata),

que tras la reducción de las prácticas

ganaderas se i-ia extendido por toda la unidad,

el balillo (Sonchus leptocephalus) y la esparraguera

(Asparagus urnheliatus).

La relativa degradación de este espacio

queda puesta de manifiesto por la presencia

de pitas (Agaoe amcricaniz) que, en algunos

sectores, muestran un notable recubrimiento.

Esta especie fue profusamente

plantada desde los inicios del siglo XIX con

objeto de extraer su fibra para confeccionar

sogas, con la finalidad de servir de linderos

de las parcelas y con la intención de retener

suelos de las vertientes expuestas a la erosión

tras la desaparición de la cubierta vegetal

originaria. Su apreciable difusión se

ha visto favorecida por las circunstancias

abióticas apuntadas. La aparición del herbáceo

cerrillo (Hipnvvlienin hivta) denota el

pasado carácter ganadero de estas tierras.

En las escasas ocasiones en las que la

formación se desarrolla sobre vertientes

con orientación septentrional, evoluciona

hacia el paisaje precedente; mientras que la

L-..,I,.--L ..-*.-lL- :-.- c:.. 3.1 l .

L l l t u r l t C k a ICJUILCI ~ I V E I C S I V a E i ya1 ti1 ut.1 11-

mítrofe matorral xeuotermofilo con predominio

de cormcales, tabarbas amargas, prtas, tuneras,

y ncebirclies y rmdo;ies rlrywwns, caracterizado

con posterioridad.

Arebuchal derw sobre pet~dierites acusudas y

reduczilo cortelo florístzco con cardones aislados

Desarrollado sobre sustratos de una naturaleza

similar, ce diferencia de la formación

anterior por ocupar mayoritariamente

vertientes de umbría sometidas a una pendiente

acusada que propicia una mayor

inestabilidad del sustrato edáfico y peores

condiciones para el desarrollo de la vegetación,

ciiiicuiid~iciu, iriii~biéí-i, :os usos de!

territorio. Cubre una extensa superficie de

las Laderas del Palomar y Siete Puertas, a

cotas similares a las de la formación previa,

tapizando las barranqueras que surcan la

divisoria. Se trata de una formación con un

alto grado de recubrimiento, singularizada

por la dominancia del acebuche (Olea europaca

ssp. cerasiformis) que alcanza un porte

arborescente, a lo sumo.

Además dc la presencia dispersa del

lentisco (Pistacia lentiscus), que muestra afinidad

por sustratos limitantes para el desarrollo

vegetal; del cardón (Euphorbia canarierisis)

que cubre, parcialmente, los

sustratos rocosos, y del guaydil (Coizvo1z~t~-

lus flnridus), quc forma grupos que destacan

por su floración blanca y racimosa, el

cortejo florístico que se le asocia es un indicador

de cierta antropización relacionada,

fundamentalmcntc, con la actividad

ganadera que se desarrollaba en la que fue

próxima Dehesa dc Tamaraccite, y que prohablrrn~

nte,e n ocasiones, se extendía hasta

estos enclaves.

La dinámica del conjunto está marcada

por una notable expansión que qiirda puesta

de manifiesto al observar el mapa resultante

de la intcrprctación de la fotografía aérea

corrcspondicnte a los años 1954 y 1962

(mapa 4) y compararlo con la imagen actual

(mapa 5). Esta progresión está vinculada

c"il id d1jsiira &sii-Lii-Luci& de la ac:iui&d

agraria y con el cese de la extracción de leña

destinada al acopio cnergftico.

Crstarión v evolución de los ~aisaiesv egetales del ámbito territorial del jardín canario

OUnuersdad de a s Fanai d? Gran Canara i t o e c a unuestsri a e m m Dgta le Caniris 20815

Acebuchal sobre malpaís con eucaliptos

dispersos

Sobre sustrato escoriáceo generado tras

el flujo de la colada hulucénica que emitió el

cráter dc La Caldcreta y en torno a uno de

los cauces del barranco, en el enclave de El

Castaño, se extiende un pequeño bosquete

de recubriiniento irregular caracterizado cn

los estratos superiores por la presencia de

Oleu europea y, en menor medida, de Eucaliptus

glohmlus qur, tras su planlación en las

últimas d6cadas del siglo XIX, ha alcanzado

un marcado carácter espontáneo. El acebucne

aicanza, en ocasiones, iaiias apreciabies

y su presencia sobre un sustrato limitante

para el desarrollo vegetal revela su elevada

capacidad de recolonización en el dominio

bioclimático termocanario. Sorprende, no

obstante, la aparente ausencia del lentiscos,

cuya afinidad por sustratos de esta naturaleza

queda constatada en el entorno del Guiniguada.

La sorriba del malpaís con objeto

de ampliar la superficie cultivada ha provocado

la drástica merma de la formación.

Matorral t~rmo~sclrriificloo n predomilzio de

leiztiscos y uccbuches

Sobre vertientes de umbría del cráter de

La Caldereta se ha establecido una formación

dc apreciable recubrimiento, y porte, a

lo sumo, arbustivo, caracterizada por la

abundante presencia, en el estrato superior,

de Pistacia lentiscus y Olea europaea, en menor

medida. Además de estos elementos

cuya capacidad de colonización de sustratos

dcsfavorccidos del ámbito termocanario

ya ha sido glosado, se desarrollan, en los

estratos inferiores, especies que, como la vinagrera

(Rutnex lunuri~z),e l verol (Aeuriiurtl

p~r r r i rn~i lmo) el taginaste blanco (Echinni

dccaisiwi) denotan una amplia valencia ecológica,

esto es, un elevado grado de adaptación

a una extensa gama de condiciones

ambientales que incluyen las características

de estos sustratos. La dinámica de la for-

-,,,,,,,-,,, -....- , cs c!nrumc:;tc prvgrcsivo, cxtci.

diéndose a partir del rnatorral termoescleró$-

lo coi2 leiltiscos dispersos.

Ac~buchal abierto de amplio corttljo,florístico

~ r pried urninio de hediondos y pitas

Ocupa numerosos enclaves a lo largo

del tramo del barranco, siempre con exposicio~

iesd e umbría, en vertientes de marcada

pendientc, y sobre sustratos basálticos

y de la formación detrítica de Las Palmas.

Conforma bosquetes abiertos y arboledas

caracterizados por el yredumiiiiu de Oleu

europaea. El aspecto que presenta esta especie

difiere de las situadas en vertientes

de solana: el cdor, un vwde más acusado;

el porte, con tallas generalmente más elevadas

y el acompañamiento de un cortejo

iiorísi-ico, en ci estrato herbaceo y arbustivo,

que presenta mayor diversidad de especies

que, como el hediondo (Bosea yerbamora),

son indicadoras de la existencia de

condiciones abióticas que propician un desarrollo

más profuso de la vegetación.

Los elementos de carácter xerófilo: Euphorhia

obtusifolia, IJeriploca laevigata, Kleinia

izeriifolia y Rubiafruticosa, manifiestan el estado

de degradación del conjunto. En ocasioncs

adoptan grandes dimensiones si se

comparan con las observadas en las áreas

clásicas para su desarrollo. La cercanía de

áreas habitadas y de parcelas de cultivo ha

propiciado la difusión de elementos exóticos

entre los que destacan, por su agresividad

en la colonización del espacio, la pita

y, en menor medida el nopal (Opunfia ficus-

iizdica). En los sectores de mcnor pcndiente

que ha propiciado la formación de

suelo aparecen pequeños rodalcs de palmeras

(Phoenix canariensis).

La dinámica del conjunto es marcadamente

progresiva a partir; fiindammtalmente,

de la evolución del limítrofe matorral xcrofermófilo

con predominio de tabaibas amargas,

pitris, tirnevns, y ncehircl~esd ispersos, cuyas características

se expondrán con posterioridad.

Matorral termoesclerófilo sobre picóri corl

predominio de retamas blancas

A causa de la afinidad de la retama blanca

c m süstratos tapizados de picoi-[es, se desarrolla

frente a La Caldereta un retamal

dondc esta csyecie se asocia, en menor medida,

con Pistacia lentiscus cuya tendencia

por asentarse sobre estas superficies resulta

evidente. Aunque no es aquí la especie dominante,

no es ajeno a estos terrenos el acebuche,

competente colonizador del dominio

bioclimático termocanario dc Gran Canaria.

La orientación de la vertiente sobre la que

sc cisicnta cs mayoritariamente de uil-ibría,

sin embargo, no desdeña laderas con una exposición

meridional, aunque aquí el revestimiento

es inferior. El grado dr recubrimiento,

aunque irregular, es notable. La dinámica

de este paisaje vegetal en los últimos 40 años,

desde ia crisis ciei moueio agricoia de ias medianía~,

es progresiva, tras avanzar sobre el

matorral termoesclerófilo con retamas dispersas.

Matorral x~rotermófilos obre bloques errátlcos

coi1 preiionzlnio de vinagreras y balillos

La irregularidad dc la textura de los bloques

determina un incremento de la retención

de la humedad atmosférica que contrarresta

la limitación que para el desarrollo

vcgctal impone la presencia de un sustrato

mineral de edad holocénica, propiciando la

aparición de un matorral condicionado por

la pedregosidad del sustrato y por la marcada

limitación de su superficie. Además de

Rumex lunaria y Soizchus leptocephalus se ha

anotado la presencia dcl vcrol endémico de

Gran Canaria Aeomum percarizeum. y A l l ~ p -

pappus dichotomus, obscrvada únicamente

sobre los bloques más próximos al frente de

la colada. En ocasiones, acebuches, Ientiscns

y palmeras, de pequeñas dimensiones, crecen

de forma aislada, aprovecliando la existencia

r i p~eq ueñas cnnc~vid-idesc nbre !as

que se ha ido depositando suelo.

lJalmerales (Phoenix ranarirwsiri,

lrzayorifariarrlerlte en linderos u,yrícolas, y

aceburh~s dispisos

Ocupa, fundamentalmente, retazos lineales

que delimitan, las más de las veces, fincas

agrícolas sobre la rampa de valle que

cui i iur r~ie~l interiiuvio orientai aei traino

del barranco. La potencialidad de la forma-

336 Antonio Jmier Dornínpez Medina / Alcx Haizcen Macliíiz

OUnversdad de a s Fanai d? Gran Canara i L o e c a Unuestsri Memmi Dgta le Caniris 20815

Gestación v evolución de los paisajcs vegetales del ámbito territorial del jardín canarin 337

ción se constata al observar la regeneración

de las palmeras en torno a las arboledas de

las fincas abandonadas. La atenilación de

las pendientes de estos enclaves propicia

un mayvr desarrollo del sustrato edifico y

mcjorcs condiciones para el establecimiento

de la vegetación, pero también una mayor

accesibilidad para el desarrollo de actividades

antrópicas, constatadas dcsde la

primera ocupación humana del territorio.

Junto a palmeras y acebuches crecen, en

ocasiones, ebpecies que, como el eucalipto

y algunas cupresaceas exóticas, han sido

plantadas con objeto de incrementar el caracter

ornamentai de ios setos. El prugresivo

abandono de la actividad agrícola y la

demanda de suelo con destino a la urbanización

a causa del auge del carácter residencial

de este sector ha dado paso en los

últimos años al incremento de la superficie

urbanizada, afectando, con frecuencia, al

paisaje vegetal y al sustrato de elevada capacidad

agrícola que lo sosticnc.

Formaciones degradadas y severamente

antropizadas

Ocupan las áreas que han mostrado mcnos

dificultades para el establecimiento de

actividades antrópicas, fundamentalmente

aquellas con pendientes menos pronunciadas

y las que, ofrccicndo limitaciones para

e1 acceso. poseen condicionantes ambientales

(abióticos) que no propician el desarrollo

vegetal, como sucede con vertientes con

expoiirión de solana, con sustratos minerales

brutos o de naturaleza ácida, donde

tras la intensa deforestación, las posibilidades

de r e c i~~prealr p a iwj ~ve getal originario

se ven muy dificultadas.

La explotación secular a la que ha sido

somctido el territorio ha modificado la cobertera

vegetal, de modo que la interpretación

de ésta permite obtener clavcs para realizar

una lectura diacrónica del cspcicio. Las

formaciones originales que ocupaban la

cuenca se han ido viendo sustituidas por matorrales

formados por espccics irdiisgiesivas

que aprovechan los cambios de las condiciones

ecológicas del medio para colonizar el territorio,

al mostrar una marcada afinidad con

las nuevas condiciones establecidas.

Los pastizales que aparecen en el tramo

del barranco podrían considerarse el último

eslabón en la facie degradatoria de la vegetación

de este espacio y se corresponderían

con la fortísima presión ganadera que ha

sufrido el entorno de la Dehesa de Tamaraceite,

donde se desarrolla una formaciún

caracterizada por la presencia casi exclusiva

dc Hyparrhrnia hirta y especies subarbustivas

expandidas al no ser consumidas

por el ganado, como sucede con Euphorbia

üliir*sifü:ia. La menor pr&6n yüc sufrc c:: !u

actualidad este espacio provocd la progresión

de los elementos que caracterizaban

potencialmerite este dmbilo: Olea europra y

Pistacin lenticcus. El abandono de las actividades

agrarias ha traído consigo la ocupación

de este espacio por especies que se

adaptan a las nuevas condiciones del medio.

La facie nitrófila la protagonizan Rumex

lunaria, que se desarrolla con gran profusión

en las parcelas cubiertas de picones,

y Arfemisia fhuscula, que no excluye ningún

tipo de soporte para su desarrollo.

En la dinámica progresiva que experimentan,

las unidades correspondientes a los

matorrales termoesclerói-filos con refarnus y coti

lentiscos dispersos de las formaciones degradadas

representan el estadio pre\i» a los

más evolucionados -en una sucesión hacia la

potencialidad- matorrales te~~noesclerúfilo(sso -

bre picón) con predominio de retnmns blancas,

en un caso, y con predominio de lentiscos y acehtdzes,

en el otro. Los primeros, en ausencia

de interferencia antrópica, se transformarían

en rt7famar~s( R ~ t amar aefam) con lentiscos,

mientras que de lus otros surgirían el leritiscol

mr.vrorln rnn arrhurlm dispersos, en vertientes

de umbría, y el matorral termoesc1er~'jlu

abierto con predominio de lentiscos y ~efamas

blnncns, en exposiciones de solana con una

elevada porción del sustrato cubierto de picones.

En ambos casos, la compusici6n flor

i s t i ~no~ s -aria, 9610 !G huccn c! gradv de recubrimiento

y la dominancia de las especies.

Ounversdad de a s Fanai d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri a e m m Dgta le Caniris 20815

338 Antonio Iaoier Domínpez Medinn / Alex Hansm hltrchín

El mismo fenómeno se observa en el mnforra1

xeroterrnúfilo cori predominio de cornicales,

tabaibas unzargas, pitas, fzrneras, y acebuches

y cardorzes dispersos que, en la sucesión de facies

que evolucionan hacia la potencialidad,

origina sobre sustratos ácidos el moderadamente

degradado acebucizal abierto con cardones

dispersos. h e , sin interferencia antrópica,

se transformaría en e1 nr~hvchnl-drngonnl

abierto con cardones. En sustratos alcalinos, la

formación se incorpora al climácico acebucizal

abirrto dr urrryilio ccwtrjoJorístico con d r a p y

cardones dispersos. Ambas formaciones potericiales

diferían de las unidades degrar'ad-

ir q w h an gcnerad~c, n !u prcscncia de1

extinto en estado silvestre, en este sector,

Dracaena draco, origen del topónimo de uno

de los ascntaiiiientus humanos de la vertiente

occidental de este tramo del barranco;

en el gradv de recubrimiento, superior en las

facies ajenas a la iiilerdcci6n antrcípica, y en

la mayor dimensión de los eleinentos Ieñusos

que caracterizarían los paisajes vegetales

previos ai estabiecimiento humano.

Mayor complejidad se advierte en el

proceso evoluiivv que, partiendo del rnatorral

xeroterrndf~loc on predominio dr cornicales,

tabaibas arnurgus, pitas, funeras, y acebuches

dispersos, puede transformarse, bifurcándose,

o cn el acebuc/~al denso sobre pendieriks

acusadas y reducido cortejo florístico cotl rardones

aislados, si el sustrato es de naturaleza

ácida, o en el acebucizal abierto de amplio

corft.jo florístico, con yredonlillio de hediordos

y pitas, si es alcalino. Ambos matorrales,

moderadamente degradaclus, cerrarían el

ciclo, en un modelo hipotético que no co1.itemplase

interferencias antrópicas, dando

lugar, el primero, al acebuchal con dragos y

cardoizcs dispersos; y al acelii4cllal ct~raclo cvri

amplio cortejoj7orístic0, el segundo.

La elevada degradaci6n respecto al óptimo

ambiental del matorral Irigrófilo tw torno

a cauces liídrir:os rrin pr~doniinio de tnbaibas

amargas, Izediondos, cai2as, y palmeras y arebuchcs

dispersos tiene su origen en Id desaparic

i h de! CUTSI de 3 ~ 1 p2 r mmi s k C1. UC ii!-

bergaba el barranco. Aún así, la presencia de

un alto grado de humcdad ambiental y edáfica

a causa del notable encajamiento del barranco

en este sector, y debido a la existencia

de corrientes subsuperficiales, propicia

el dcsarrollo de especies que, como el hediondo,

las cañas o, incluso, las palmeras,

muestran afinidad por estos enclavcs.

Sólo algunas de las formaciones severamente

antropizadas pucdcn incorporarse a

esta sucesión. Así sucede con el matorral

terrnoesclerúi=filo abierto sobre picones col1 predominio

de zwzagrems, y lentiscos y reluri~ns

blancas aisladas, que constituye, en una secuencia

climácica, la Fase previa de los muy

degiadadüs rnriiurruirs ierrnoescicrófiios con

lentiscos o con retamas dispersas, cuya progresión

se detalla líneas arriba.

El matorral xerotermófilo sobre rnalpaís con

predominio de balillos, mato riscos y sal¿' l' as morisca~

constituye la facie regresiva del moderadamente

degradado acebuchal sobre rnalpaís

(con eucaliptos dispersos), degradación,

a su vez, del aceb~~chaalb ierto sobrc malpaís,

ajeno a la influencia antrópica. El primero es

el producto del dcsmontc de los elementos

leñosos que caracterizaban la formación original,

fundamcntalmcnte de la especie de

mayor porte (Olea europnea ssp. cerasiformis).

Un proceso similar también se observa

en el ~naforraxl erotermófilo abierto sobre pend

i ~ n f e sa cusadas con predominio de tabaibas

amargas, pitas, balos, y acebuches aislados, última

facie degradatoria de todos los matorrales

sucesivos de carácter xérico en los

que intervienen la tabaiba dulce y el cardón

como elementos más característicos.

El matorral xcrofcrmójilo abicrto e71 áreas

intensamente pastoreadas rn71 yr~don!inin de

cornicales, tabaibas amargas, p n o n a s y cerri-

110s que se extiende por las Laderas y los

Altos de Siete Puertas cs el producto paisajístico

de la secular e implacable explotación

ganadera del climácico acebuclial-dragonal

abierto cori cnrdoncs que, en un proceso

degradatorio, se transformó, sucesivamcnte,

en el aceb~~chaalb ierto coi1 cardones dispcr.%

s, en üi-ia pi-ilileld ~ L L ~yC e,1 1 CI inaiorrai

xeroternzófilo coi1 predominio de cornicales, faGestación

y evolución de los paisajes vegetales del ámbito territorial del jardín canario 339

hnibns amargas, pitas, ttiiicrns, y ncchuchcs y

cardones dispersos, en un periodo ulterior.

Tomando una amplia escala temporal la relativa

reversibilidad del proceso es viable

sin inierfereiicia aiitrópica. La explotación

de estos parajes ha sido de tal magnitud

que los procesos erosivos por arroyada

han provocado la desaparición en amplias

áreas del soporte edáfico. El resultado es el

masivo afloramiento del sustrato rocoso y

la consiguiente pérdida de la cubierta vegetal.

Aún así se desarrollan especies de

acusada valencia ecológica, como sucede

con Euphurbiu obtusifoliii, Periplucil lner~igulu,

las omnipresentes, en este tramo de la

cuenca, Agace amricana y Opunf i~7sp ., y la

ganiona (Asphodclus aestií~us)y el cerrillo

(lluprl-h~ilinh irfcr); qiie drlataii la pasada

condición ganadera de estas tierras.

Algunas pequeñas parcelas aniiguai

r i e n t ~ ciiltirradar están ubicada et1 irw- - - - - - - . -

tientes de co~isiderablep eiidiente. Rodeadas

de ~mtorralebo furmdcio~iesd e mayor

porte cuya dinámica es progresiva, son rápidamente

colunizadas por los elementos

más agresivos de las formaciones circundantes.

Este ieiiórneno se observa en el cráter

de La Caldereta, en los escarpes de la

mesa de La Palma y en el acebuchal de La

Sangradera, junto a Almatriche. Formaciones

que por la naturaleza de su alteración

permanecen ajenas a la sucesión con tendencia

a la climax son:

El pastizal que aparece en el tramo del

barranco, que podría considerarse el último

eslabón en la sucesión degradatoria de la

-

NOTAS

1 Esta investigación de la que aquí se presenta

un resumen, ha sido encargada a los autores

por el Proyecto Guiniguada en el marco del

Proyecto Europeo FEDER. La colaboración se

ha realizado mediante un convenio gestionado

por la Fundación Universitaria de La Universidad

de Las Palmas de Grdn Candiid. El

vegetación de este espacio y que delata la

fortísima presión ganadera que ha sufrido

hasta hace escasas dbcadas, como una posible

prolongación de la Dehesa de Tamaraceite.

Se desarrolla una lormación caraclerizada

por la presencia donii~iante de

Hyparrhenia Irirta y especies subarbustivas

expandidas al no ser consuinidas por el gariadv,

coniu sucede con Luuriaea iirhorrsce7ir

y las exóticas Opurztia dilletiii y Agave amevi-

L-iaria. El abandono de las actividades agrarias

ha traído consigo la ocupación de este

espacio por especies que se adaplan a las

riuevas cvridicivnes del medio. La facie nitrófila

la protagonizan Ruinex lunariiz, que se

desarrolla con gran profusión en las laderas

cubiertas de picones, y Artemisin tl~usculn.

E1 matorral dr natiirale7a riilrhfica que

se extiende bajo la pista que recorre el Dragonal

Bajo es producto del aporte orgánico

prnrpdpnte del r.rprtidr> de hasuras y escoiiibros

desde el barrio y de la presencia

de pequerids parcelas de cultivo, actualmente

abandonadas. Los suelos sobrealimentados

de componeiites minerales propician

la aparición de un matorral de

notable densidad y desarrollo donde predominan

las nitrófilas Ruinex luizuuia, Arterrzisia

tlitiscula, Arundu dotznx y Bosea ycrbamora,

éstas dos últimas indicadoras,

además, de la existencia de una elevada

humedad edáfica provocada por las filtraciones

procedentes del núcleo habitado. La

naturaleza ácida del sustrato y la exposición

de solana favorece el establecimiento

de la relíctica Euphoubia canauiensis.

texto completo así como los mapas a escala

1:5000 resultantes de esta investigación pueden

ser cuiisultados en las oficirias del Proyecto

Guiniguada. La página webb de mismo

es z~~ii~zc~.guirii~~~~yz ~iE~-zm.caoil~: n webwos

trr(u)quimiquaela.com

340 Aiitonro Iaoier Dornlnguez A4edina / Alex Harisen Machín

AI-MELDPAÉ REZ,R (1997): "El coeficiente de insolación

scgún rl mbtodn de Garid~illo

(1974): aplicación al archipiélago canario.

Utilidad práctica del coeficiente para una

clasificación de la vegetacih". Ería. Departamento

de Geografía Universidad de Oviedo.

Oviedo.

AZNARV ALLEJOE, y RONQUII,LOM, (1998): "LOS

repartimientos líe Gran Cariarla".kl Museo Canario,

Vol. XLIV; pp. 95-111

CAM~ C IYI POÉ RCZG ALDÓSG, . (1996): "El cLdti\(o

de cereales, viñas y huerta en Gran Canaria

(1 51 0-1537)". Anuario de Estudios Atlánticos,

no 12, pp. 223-279.

CULLEDNE I. CASTILLOP,. (199.5): libro R+J dr

Gran Canaria. Ed. Cabildo lnsular de Gran

Canaria. Las Palmas de Gran Canaria.

DÁVIIAY CARDEKAPS. ,h l. (1737): Constituciories,

y nuezlas addirion~s Synodillrs del Obispado de

Las Ca~larias.M adrid.

GALVACNO NZALEEZ., (1995): El abastecimiento de

u g ~ i ~ptzu bie u Lris Palmas de Gran Canaria: 1x00-

1946. Tesina de licenciatura. Universidad de

Las Palmas de Gran Canaria. Inédita.

Ganch DE! !?~S.~,Q.!G, C. (IaQ!): P!is!c~i:: .ir !E Rcal

Sociedad Ecoiióiiiica de Ailzigos del País de Lus

Palmas. Mancomunidad de Cabildos. Las

Palmas de Gran Canaria.

GRANDIDOE TRAGAE, : "Or p a n i~d c i óte~r~ri torial

de los mediterráneos aborígenes de Gran

Canaria". XVIII Congreso Nacional de Arqueología,

pp. 95-11:;,

HAN SE^ MACH~NA,. (1987): Los uolca~iesr ecientes

dt Gran Canaria. Ed. Cabildo Insular de Gran

Ccr.urir. Y d . R ~ c d uM. adrid.

H A N ~M~ANC H~NA,. (1993): Bandama paisaje y

ez~olución. Ed. Cabildo Insular de Gran Canaria.

Las Palmas de Gran Canaria.

1.T C.M.E.(1990): Mapa Geolópco de Espuiu. Ebcala

1 :25.(100. Santa Brígida. 1109-1. Madrid.

M~ n o zP, .: Diccioizario geogrufico-estudísticu-histórico

de Esyaíia y sus posrsinnrs de Illtramnr. Canarias

(1845-18501.Á mbito Ediciones Saciedad

Anónima. Valladolid, 1986.

MAIIH~NJA, ,; SUÁREZC, . y RODRIGOP ÉREZ,J .

(1989): Dictribucióti d~ ~ J P ~ s~igPnifSic atiz~as

para la comprcnsióiz de las for~nacioizes Boscosas

de Gran Canaria 11 (Islas Canarias). Botánica

Macaroti&ica, 18. Cabildo lnsular de Gran

Canaria.

MORALEPSA DRON, F. (1974): Ordctianzas del Conc+

o dt>C m?C ma~i a(1 531). YUiciv;m &1 Cobildo

Insular de Gran Canaria. Sevilla.

MQRENVM ~UINCA. ,( 1997): Los camirios de Gran

Canaria. Ed. Cabildo lnsular de Gran Canaria

y Universidad de Las Palmas de Gran

Canaria.

SANTANSAA 'VT~UAA. (,1 992): Paisajes iristóricos de

Gran Canaria. Cabildo Insular de Cran Canaria.

Las Palmas de Gran Canaria.

SLÁREZG RIMÓA,V . (1987): La propiedad piihlica,

1.2.

L ; I I L Y~ c~~ l~c>~ ; ~~ í>~ ciri i ~iuu criik dei Aizriguo

Ré,yiineti. 2 tomos. Ed. Cabildo lnsular de

( ; r k Canaria. Las Palmas de Gran Canaria.

TORRIANTI. , (1078) Dec~ipci&id e lns Isiiis Cun~irias.

Gopa Ediciones. Santa Cruz de Tenerife.

\'ERNEAU, R. (1982): Ci~i coa tios de estaircia en las

lslas Canarias. Edición J.A.D.L. La Orutava.

Tenerife.

VIERAY CLAVIJOJ. ,D e (1981): Extracto dc las Actas

de la Ata1 Sociedad Ecorlóniica dc Amigos del

Fuh. ii.5.E.A.E Las íjaimas de Gran Canaria.