VEGUETA, Número 5, 2000 85

EL DIOS IRANIO MITHRA

Y LA MONARQUÍA PERSA AQUEMÉNIDA

86 Israel Campos M&ndez

Resumen: La figura del dios Mithra

encarna en el mundo iranio antigun la

divinización de la idea de contrato. Desde

el periodo de las tribus indo-arias que

se asientan en la región desde mitad del

Segundo Milenio a.c. el culto de esta divinidad

evoluciona, vinculándose de

manera especial con el poder político

que ostentan los reyes y jefes tribales. El

período de formación del Imperio Persa,

bajo la dinastía aqueménida se convierte

en un momento histórico importante,

en el cual la presencia de Mithra logra

mdnlerierse y seguir vinculada al poder

real, a pesar de la implantación de la rec

.-.>.L . . . ",, ,,,- -..,. ,.- ..* -.....*.+.,- '.',","i>LLI"ILU, yu\_ C., U., yI.I.\1y."

desplaza su culto.

Palabras clave: Mithra, Religión irania,

Dinaqtía aqurménida, Persia, Zoroastrismo,

Ahura-Mazda, Anahita.

Abstract: The figure of the god Mithra

embodies in the Ancient lranian

World the deification of the contract

idea. From the period of the Indo-Aryan

tribes, serrieci in ihe region írom haif r>Í

the Second Millennium B.C., the cult of

this divinity evolves, being linked in a

spcciol wuy with the political power that

the kings and tribal bosses show. The period

of formation of the Persian Empirc,

under the Aquemenid Dynasty becomes

an important historical mornent, in

which the presence of Mithra is ahle to

stdy and LU continue linked to the roya1

power, in spite of the installation ot the

zoroastrian reformation that displaces

its cult in a principie.

Key-words: Mitlira, Irdi~i~irieil igioii,

Aquemenid dinasty, Persia, Zoroastrism,

Ahura-Mazda, Anahita.

ORÍGENES DEL REINO PERSA

Dentro del rontexto de las tribus de origen

irido-iranio instaladas más allá del Tigris

y e1 Éufrates, una de ellas pudo ir tomando

un especial protagonismo, hasta el

punto de llegar a imponerse sobre los pueblos

mesopotámicos que tradicionalmente

habían ejercido su poder en el Próximo

Oriente: este pueblo tue el Medo. Si bien el

período de dominio de los medos no es especialmente

amplio, no llegó a superar los

dos siglos,' sí tiene la importancia de haber

creado unas bases reales que permiticrcin al

vecino y pariente pueblo persa lograr su

propio y especial protagonismo.'

El t.stableciiiiirn~o de las tribus iranias

en la región de Pursa3 estd en relación con

el control de Elam durante los siglos IXVI11

a.c. Durante el Reino Medo, Fersid

aparece como un territorio con una forma

de gobierno cercana a la monarquía, pero

desestructurada y sometida por vasallaje a

Media. El origen de la dinastía aqueménida

parecc remontarse a este momento; si

bien, la toma del protagonismo y el surgimiento

del Reino Persa como imperio, no

se va a producir hasta la toma del poder

por parte de Ciro en el aiio 560 a.c. Son varias

las fuentes que disponemos para conocer

a los componentes de la dinastía

aqueménida, Heródoto (Historias 11, 100 SS;

VII, ll), también se hizo eco de estos reyes,

al menos hasta su época. Los propios monarcas

persas supieron poner en marcha un

aparato ideológico y propagandístico que

les ayudara a fundamentar su lejano origen

dinástico.' Se reclaman descendientes de

Aquemenes, jefe tribal de comienzos del siglo

VI11 a.c. En cualquier caso, el protagonismo

indiscutible para el Reino Persa lo

tiene la figura del rey Ciro el Grande (560-

530 2 C 1 ~ i i i c nl i d~r rlía rebelión dc las tribus

persas contra el poder medo, logrando

destronar a Astiages, último rey medn y

comenzar a sentar las bases para gobernar

sobre un imperio extenso y heterogéneo.'

La trayectoria político-económica del

l.--....:- ,+, , ;D, , -,,,o, , ,, ""p"\'' 0, , .m '>lL,mon+rr C'GU dC C""""'" U' U" L'""""."

apasionante, marcado por la rápida expansión

territorial y por la necesidad de ir ver-

Lebrando en una urt;anizacióri ddrninistrativa

eficaz tanta variedad cultural y fitncional.

No podemos ahora detenernos en

este aspecto, ya que el objetivo de nuestru

trabajo en este momento, es rastrear las

huellas qur ha ido dejando el dios Mithra

en este período histórico concreto. Sin einbargo,

para poder comprender de modo

más completo cómo pudo manifestarse el

dios de nuestra investigación en esta época,

se hace necesario analizar cuál pudo ser

la actitud de los monarcas de la dinastía

aqueménida respecto a la religión.

La religión que pudieron practicar los

antiguos medos y los primeros reyes persas

está en consonancia con las prácticas

religiosas iranias anteriores a la llegada de

la reforma religiosa zoroastriana. En tal

sentido, M. Boyce aboga por hablar del

protagonisnio del panteón védico; dentro

de éste, entre varios autores ha tomado forma

la teoría con relación al protagonismo

que pudo ejercer el culto de Mithrd entre

las poblaciones iranias, tanto en el estrato

oficial, como en medio de las capas populares.

Podemos seguir a Dandamaev, quien

se hace eco de estas teorías," a la hora de

intentar comprender el panorama religioso

que carackiiza tanto al reino medo como

al persa en sus primeros años. En un primer

rnumerito, los persas se prestintdban

como continuadores de los medos: Ciro y

Cambises parecen haber estado ajenos a la

práctica religiosa relacionada con la reforma

zoroastriana, y ésta debió estar vinculada

más al reinado de Darío, como luego

tendremos ocasión de ver. Para poder realizar

un estudio del aspecto religioso bajo

la dinastía dqucm~nidd, es cmv~niente

partir dc iina previa di~tinrihnp. or iin lado,

la política religiosa que pusieron en

práctica; por otro, la propia práctica religiosa

de los-monarcas persas.

Política Religiosa de los Aqueménidas

-A - r.- a cunc uonoraloc naroro hahor co 2!- U o \. - o . . . - . U , - . . . - - - .

canzado un cierto consenso historiográfico

a la hora de definir la política de los monarcas

ciqucm6nidos rcspccto al clcincnto

religioso. Dos palabras podrían resumir lo

que caracterizlí un período de más de dos

siglos: la tolerancia y la utilización partidista.

Los rcycs aqucmhidas tuvicron una

actitud inicial de aceptación de todas las

prácticas reiigiosas que se fueron encontrando

a lo largo de sus conquistas territoriales.

No debemos olvidar un elemento

fundamental dentro de la concepción religiosa

antigua y, mucho más, en el mundo

oriental: el profundo componente nacional

que estaba vinculado a cada panteón religioso.

Los dioses estaban esti-ecliamente ligados

a un pueblo o a una región; por lo

que en aras de lograr la integración de cada

nuevo grupo étnico dentro del Imperio

Aqueménida, los reyes persas toleraban las

religiones más dk~ersas cuya vida interior se

trataba de fomentar pava poder tener nsisafisfechos

y pacijFicos a los pueblos s ~ r n e t i d o sL. ~a

razón política ocupa, pues, un papel central

a ia hora de cumprerider las razones

por las rualrs no se actuó de forma contundente

contra las prácticas rituales de los

pueblos que eran sometidos. Sin embargo,

tambien debemos tener en cuenta un factor

cultural: son muy pocos los ejemplos de esta

época que hagan referencia al exclusivismo

religioso, ya que está presente la

idea de que no existe un drigmatisrno firme

y excluyente. Los dioses son dioses

principales, pero no únicos; de ahí que el

concepto de intolerancia religiosa que veremos

desarrollado con el Zoroastrismo,

sea un elemento anómalo y extraño dentro

de una tradición religiosa global de aceptación

e integ~ación.~

Ilemos aludido a la ~Lilizacióii política

q i i ~h acen los reyes ñqii~m6nidasd c las

prácticas religiosas de los pueblos sobre los

que gobernaron, pero también drbcmos drteiierrios

en el 1iioc1o en que usaron la religión

para fortalrcrr su propia posicián como

mondrcas. Se ha hablado de la ideuloou.

í"a rrrril ni io rrirrirturi~rí2 roTroc norcac '-"A ' - 3 -- r - - L . - - I

al tratar de definir tanto el momento en que

se puso en marcha, como cuáles pudieron

scr las influcncias m& claras. El punto cem

tral de esta ideología real rcsidr en la relaciciii

especial que se eslablece entre el rey y

la divinidad. Según G. Giioli," los reyes persas

habrían tomado los elementos mesopotámicos

que definieron la ideología real babiiónica:

e¡ títuío de Rey de Reyes, ias ceiebraciones

anuales, la investidura del rey

El Dios iranio Mithra y la Monarquía Persa Aquemenida 87

OUnversdad de a s Fanas d? (,ran Canara i t o e c a Unuestsri Memmi Dgta le Caniris 20815

por parte de la divinidad principal. Widengren"'

se opone a Gnoli, atribuyendo al rey

la encarnación de las tres funciones de Dumézil:

soberanía, fuerza y fecundidad. A

través de las fuentes clásicas no acaba de

quedar claro si los persns llegarori a curisiderar

a sus reyes como divinos o simplemente

representantes de los dioses en la tierra.

Esquilo (Los Persas, 153-1541 describe a

Darío y Jerjes como los dioses de los persas y

Curcio Rufo (VIII, 5, 11) dice que los persas

veneraban a sus reyes como dioses. Sin cmbargo,

Dandamaev ha rechazado ambos

testimonios como cjcmplos de una clara helenización."

El elemento fundamental que

debemos destacar dentro de la ideología real

persa está en la introducción del concepto

de sanción divina del poder del rey, en

oposición a las prácticas tradicionales iranias

que se caracterizaban por la elección

del jefe en medio del grupo de nobles guerreros.

El rey se atribuía así una misión divina

que amparaba sus actuaciones y que lo

situaba en un nivel superior al del resto de

sus súbditos.

La Religión dc los Reyes Aqueménidas

Antes hacíamos referencia a cuál pudo

ser la práctica religiosa que pudieron realizar

los reyes persas a título personal. Parece

demostrado que en los pririieros inonarras

tndavía ~5 n i ~ ~pryw ipitadn atrihiiirlw

cualquier ele~iientoq ue haga rei'erencid d Id

reforma mroastriana. Ya fuese Ciro contempuráneu

de Zarathushtra o no, no hay

pruebas que permitan plantear con fundamento

la posibilidad de que él » su hijo

,,,,e ,,,,,, , ,c, , , 1 , ,,,A;,,A, m , , , . 1. ,,, UCCyLUdCL' ,U ICILIIIIIU yICUILUUU yL1I C1 y111

feta. En tal sentido, parece más aceptable

pensar que ambos reyes eran herederos de

la práctica religiosa tradicioi-ial irania que

situaba a los dioses védicos, entre ellos a

Mithra, en lo más alto de su panteón, teniéndolos

con10 protectores del Imperio y

su poder.

1.0s documentos histhricos no$ milestran

que Id dl~labtid aqueniénida tuvo una

particular relación con el mensaje zoroastriano,

lo que ha despertado desde hace siglos

la discrepancia y el debate historiográfico

con relación a cuál pudo ser el Zoroastrismo

practicado por los reyes persas.

' Es a partir del reinado de Darío 1

(521-486) cuando comienza a aparecer el

nombre de Ahura-hlazda como divinidad

principal dentro de la monarquía aqueménida.

Dentro de un contexto claramente politeísta,

como creemos haber dejado claro

antes, los reyes comienzan a dar prioridad

a1 culto y a 12 vcncración de una divinidad

en particular. En este sentido, se ha hahlado

de un compromiso histórico que se establece

entre la monarquía y los seguidores

de la reforma zoroastriana, aunque sin

plantearse en ningún momento la posibiiidad

de exclusivismo. Habría que asistir a

la situación histórica que rodea la llegada

al trono dc Darío, dcspufs de haber protagonizado

una rebelión que había eliminado

al rey Gaumata, supuestamente un mago

medo que había usurpado el poder a la

muerte de Cambises (Heródoto Historias

111, 61 SS). Este mago habría intentado poner

en marcha un proceso de identificacih

cultural y religiosa a través del culto de

Ahura-Mazda. Darío habría sido consciente

del potencial político qiic significaha pndt3r

disponer de una religión mcdianamrnte

estructurada que pudiera actuar como

v~híci i loc ohcsi~nadnre ntre lar pbl a r inries

principalmente de origen iranio. De tal

modo, encontramos las invocaciones y las

inscripciones donde el rey y, más tarde, sus

sucesores se declaran adoradores de Mazda,

para situarlo en el lugar preferencial

A-1 ..,-L.,<- ,J:.-A"L:-- -.. --e" A'. ,.--",.I:A-..

UCL p 1 L L I . I I I I U l l l i l , , l ~ , , cm, ',,',,? I'C I I I I I , ? , , , I U",

la integración de los territorios conquistados.

Sin eiiibaigo, es en esle pun~v cluride

surge el debate. ¿Cuál fue, entonces, el Zoroastrismo

en el que creían los reyes aqueménidas?

De entrada, queda claro que estaba

bastdnte lejos de la predicaciúri original

del profeta. Como suele suceder, en el

momento en que una religión se integra en

los aparatos del Estado, se convierte en un

instrumento al servicio del poder y su posible

mensaje espiritual pasa a un segundo

lugar. Hay un elemento especialmente significativo:

en las inscripciones reales en

ningún momento aparece mencionado el

nombre de Zarath~sht ra,e'~, incluso, Heródoto

tampoco le nombra a la hora de relatar

las costumbres de los persas y sus

prácticas religiosas. Utra circunstancia a

destacar es que Ahura-Mazda era un ente

abstracto tal y como lo había predicado el

profeta; pero a partir del reinado de Darío

1, comienzan a aparecer las representaciones

simbólicas del dios en relación con la

propaganda real. Incluso, con los reinados

de Artajerjes 11 y 111, el propio dios tuvo

que compartir su supremacía en el patrocinio

real, con la rccupcración de manera explícita

de dos divinidades tradicionales,

que nunca habían perdido su peso específico

dentro de la población irania: Anahita

y Mithra.

Por todo elloo pensamos que la religión

dc los reyes aqueménidas fue una cuestión

de circunstancias, en el sentido de que tuvieron

que adaptarse a la propia evolución

que fue experimentando el Imperio. En este

proceso, entró en juego la religión zoroastriana

que fue absorbida por los intereses

del Estado. Sin embargo, somos partidarios

de poner reservas a la hora de utilizar esta

pa!abra para Unfinir n! md:: n, ~ U L . dcsdc

la monarquía se realizo el culto a Ahura-

Mazda. Históricamente se ha comprobado

quc cn el momento en que la religión zoroastriana

va saliendo de su marco gcográfico

originario, comienza un proceso de

cvo!iici& y. de tiai-,sforii-Laci~,idLe su .yic,-

pio mensaje original. En tal sentido, la

adopción con fines claramente partidistas

que hicieron de ella los distintos reyes de

la dinastía aqueménida, nos lleva a pensar

que es un tanto arriesgado hablar de un

Zoroastrismo por parte de los reyes persas;

a pesar de que ellos mismos no dudasen en

presentarse como fieles seguidores de Ahura-

Mazda y luchadores contra los daevas."

El interés político que estaba implícito en

esta utilización de la religión mazdeísta

por parte de los monarcas persas, se verifica

con la constatación de que existía un

fuerte hiato entre lo que era la religión oficial

del Estado aqueménida y cuáles eran

las prácticas religiosas de la mayoría de la

población que integraba dicho imperio."

Alithr-a y los reyes aqnerrrérridas

Continuando con nucstra línea iiivestigadora,

pretendemos hacer un estudio de

las diferentes evidencias arqueológicas, de

los testimonios literarios o los restos epigráficos

que nos ofrezcan una luz sobre el

papel que pudo desempeñar el dios Mithra

bajo la monarquía persa; aunque en este

primer momento, queremos centrar más

nucstra atención en la trayectoria personal

de cada uno de los reyes.

Como dijimos arriba, Ciro el Grande se

presenta como el fundador del Imperio

Persa, al conseguir eliminar el dominio medo

tanto sobre su puehln; como sobre los

demás territorios de la zona. Existen dos

testimonios importantes que ponen a este

rey en relación con el dios que estamos estudiando.

En primer lugar, se trata del relato

escrito por el historiador griego HerUdoto

en el que cuenta la infancia mítica

atribuida a este rey: en el libro 1 de sus Historias

(108-118), cuenta la infancia de Ciro

, qrlrrr&,r:m:*rr&-\n ,, !os ,,,.,,,,,.,.,,,,, ",y" u..,, ,,.".,A,", ,,,,- u C3tü.

Astiages, último rey medo, había casado a

su hija, Mandanc, con un noble persa llamado

Cambises. Aquél tuvo un sueño, que

fue interpretado como un aviso, por el cual

se le decía que el hijo de este matrimonio

rriiiñiía suble iudd Asid e11 lu8dl de 61. Eri

consecuencia, el rey obligó a un siervo suyo,

Harpago, a que se apoderara del niño

Ciro y lo eliminase. Dicho servidor, a su

vez, pasó el encargo de abandonar al niño

en los montes a un criado suyo que curiosamente

tiene el nombre de Mitradates (lit.

dado por Mitlzra) y que está casado con una

mujer cuyo nombre significaba "perra".In

Estos deciden no matar al niño, sino criarlo

en lugar de uno propio que había muer-

El Dios iranio Mithra y la Monarquía lJersa Aqueménida 89

OUnversdad de a s Fanas d? (,ran Canara i t o e c a Unuestsri Memmi D g t a le Caniris 20815

YO

to nada más nacer. Al crecer, Ciro irá dando

muestras de su naturaleza real, lo que

llevará a sacar a la luz el engafio hecho a

Astiages. Posteriormente, el propio Ciro

encabezará una revuelta de los nobles persas

que significará el derrocamiento de su

abuelo. Este relato, conocido como la Leyenda

de Ciro, presenta algunas variantes en

otros autores clásicos como Ctesias (conservado

por Nicolás de Damasco) que lo

presentan como el hijo de un bandido persa.

Sin embargo, el relato de Heródoto engarza

en la tradición propagandística que

tendía a componer un origen legendario a

los fundadores de dinastías y reinos de la

antigüedad: el caso de Moisés, de Sargón

de Akad, Rómulo y Remo o Ardashir entre

los sasánidas."

Nos llama la atención que no se le haya

prestado una mayor consideración historiográfica

a este relato. Frye se ocupa especialmente

del nombre de la mujer del siervn

de Harpago, Spncn, para hacer la conexión

con el relato romano de la loba de

Rómulo y Remo.Iq Sin embargo, nosotros

queremos centrarnos sobre el personaje del

boyero que según Heródoto trabajaba en

las regiones de Ecbatana. El personaje de

Mifhradafa no puede ser para nosotros, simplemente,

una referencia más a un nombre

teofórico; pensamos que se trata de una

",,,:,,-,,I...,,,,.,,l,:. --":A- dc !ü udayciSn divinü Y --".-'

comienza a vincularse a la monarquía persa,

en conexión con la tradición real oriental.

El relato mítico nos está presentando la

intervención especial que hace el dios Mithra

(acompañado y ayudado por un perro,

que es io que viene a hacer reierericia ei

nombre de su "compañera") para patrocinar

la trayectoria de Ciro y así conferir un

fundamento legitimador a su ascenso al trono.

El dios más importante dentro del panteón

iranio, habría así actuado a favor del

nuevo monarca, verdadero protagonista de

la dinastía aqueménida.

J. Ries ha querido interpretar el acontecimiento

de la rebelión de Ciro contra los

medos, al frente de la nobleza persa, como

Israel Campos Méndez

un ejemplo del ritual desarrollado en las

Mannerbiinde y donde Mithra habría tenido

un papel especial: iniciación, pacto con el

grupo, ablución y comida sacrificial.'" Otro

elemento que parece confirmar la hipótesis

del protagonismo que pudo desempeñar el

dios Mithra durante el reinado de Ciro el

Grande está situado en su tumba. Una roseta

pintada en la puerta de la tumba del

rey en Pasargada ha sido interpretada como

el símbolo del dios sol, Mithra.=O

Hay un episodio importante protagonizado

por el hijo y sucesor de Ciro, Cambises,

que tambitn nus llega de la pluma de

Heródoto y que ha sido interpretado por

algunos autores como una alusión a la relación

de este rey con el dios de nuestras

pesquisas. Heródoto (Historias 111, 28-30)

cuenta cómo Cambises se burla de las tradiciones

religiosas de los egipcios y a continuación

mata al toro sagrado Apis. Este

suceso es explicado por J. Ries como una

clara aliiri6n a la practica mitraica d ~slacrificio

del toro, que hemos podido rastrear

desde los orígenes del pueblo iranio.:'

Sin embargo, la historicidad de este relato

ha sido cuestionada, hasta el punto de concluir

en su total falsedad. Por un lado, las

inscripciones de los sarcófagos donde fueron

enterrados los diferentes Apis, dan a

entender que el toro que así fue venerad.o ,'..,,,e, c! rcinadG dc ~ nmb i a c a , -"L".,L'

cuando este rey se encontraba en Etiopía.''

Heródoto habría seguido aquí el tcstimonio

ofrecido por los sacerdotes egipcios

quienes, seguramente, se habían hecho eco

del sentimiento anti-persa latente en Egipio

desde la cwiquisia. ivíás seriiido cobra

aún esta hipótesis, si recordamos que este

rey trató de limitar el poder que se ejercía

desde los templos egipcios. El historiador

griego encabeza así la lista de autores clásicos

que dieron forma a la leyenda negra

vinculada a Cambises."

Desechado este argumento que hubiese

resultado importante a la hora de confirmar

el protagonismo de Mithra bajo los

primeros aqueménidas, ya que estaríamos

El Dios iranio Mithra y la Monarquía Persa Aqueménida 91

ante la repetición del motivo central de la

Tauroctonía mitraica, no podemos, sin cmbargo,

dejar de tener preseiik que la curiquista

de Egipto por parte Cambises abre

las puertas para la entrada en contacto con

otras Coriiias de religiusidad. En tal sentido,

recibe confirmación la inscripción en la que

un egipcio invocaba a Mithra como aquel

que podría ayudarle en el transito a la otra

vida; a la vez que se explicaría la presencia

de un templo relacionado con Mithra en la

ciudad de Menfis." El reinado de Cambises

todavía se encuentra ajeno a la toma de

protagonismo por parte del culto a Ahura-

Mazda, por lo que podemos suponer, que

Mithra pudo seguir ocupando el lugar más

alto en el panteón real, estrechamente vinculado

a la figura del rey.

La sucesión de Cambises estuvo marcada

por una situación de inestabilidad dentro

del Imperiu. Probablemente, ante la lejanía

y la actuación política del rey, grupos

medos liderados por el mago Gaumata

protagonizaron una rebelión, apoderándose

del trono y haciéndose pasar por el hermano

del rey, Bardi~a.D?~u rantc SI] reinado,

se constata el intento de introducir el

culto a Ahura-Mazda, no tanto como divinidad

única, sino como culto centralista

desde el cual se fomentara la homogeneiación

de las poblaciones del Imperio. Sin

emhargn, entró en cnnf!ictn zbiortn cnn !es

grupos nobiliarios susceptibles ante cualquier

movimiento centrípeto, más aún

cuando dañaba sus intereses económicos,

estrechamente vinculados a los dioses tradicionales.

Daric upnrccc come e! cs!abbn qüe Volvía

a conectar la legitimidad sucesora dinástica

en la monarquía persa. Su revuelta

coritra el "ent;añ«" de Gaumala se apoya

en los principales grupos nobiliarios persas,

a quienes afectaba la política centrali-

~ d d u r aej ercida por el mago. Si seguimos el

relato de I Ieródoto (Historias 111, 70-86),

Darío es reconocido coma perteneciente a

ia íamiiia aquemenida y, a pesar del protagnnismo

que parece ejercer en la conjuración,

no por ello tiene derechos propios sobre

el trono, una vez eliminado Gaumata.

Al contrario, después del conocido debate

sobre las tres formas mejores de gobierno,

recurren a una prueba para decidir quién

gobernará. Entre los investigadores se ha

planteado la posibilidad de que la vinculación

de Darío con los aqueménidas no estuviera

tan clara y correspondiera a una invención

propagandística, encaminada a

fortalecer la legitimidad de su actuaci6n

ante los diferentes pueblos que constituían

el Imperio. En tal sentido, debemos llamar

la atención sobre el modo en que Darío

acaba imponiéndose frente a los otros nobles

persas conjurados. La prueba, relatada

por Heródoto, consistía en lo siguiente: con

los seis a lomos de sus caballos en las aftleras

de la ciudad, aquel cuyo corcel relinchara primero

al salir el sol, ocuparía el trono (111, 85).

Si bien este relato ha sido interpretado como

una invención legendaria, debemos

considerarlo un elementn interesante para

nuestra investigación. El rey recibía su confirmación

como tal por parte del astro solar.

No podemos ignorar a quién hace referencia

el sol. Mithra está presente pues en

este acto de entronización del monarca,

otorgando un carácter dc legitimidad al

poder.2hA ntes hacíamos alusión al carácter

sagrado que va revistiendo a la realeza perpa.

Ir. *"S:--'- --..S- m--^ --.-L.- -'- ycrrvuv y~~~~ OLIU U~UCLCV ~ l a ~

evidente, pues los propios reyes se consideraran

manifestaciones del dios Sol-

Mithra en la tierra. Entre los persas, no hemos

podido encontrar tales testimonios,

pero sí podemos afirmar que Mithra esta-

L 1 L . -l. - - . ua v i i i c u i a u ~C ~ L I T C I ~ ~ I I ~d~i Lt.LjeLrc~ i.~ iud irecto

de la monarquía, como dios que velaba

por el mantenimiento del orden del

pdk.

Habíamos visto que cs en este momento

cuando comienza a tomar un relativo

protagonismo dentro de la propaganda real

el nombre de Ahura-Mazda. En tal sentido,

debemos interpretar el principal documento

relacionado con el sucesor de Darío.

Se trata de la Inscripción Dniva

Y 2

trilingüe de Jerjes grabada en tabletas de

piedra de Persépol i~.E~n' ellas, el rey menciona

cómo ha tenido que combatir contra

regiones que se mantenían en el culto

"equivocado" de los daevas. Este documento

tiene una importancia enorme, ya

que es un ejemplo de la labor que se puso

en marcha para tratar de presentar el culto

de Ahura-Mazda con10 elemento cohesionador

de las poblaciones iranias del Imperio.

Los estudiosos del mundo iranio han

tratado dc indagar qué países y que dioses

fueron los perseguidos en esta ocasión. Parece

claro, según el contexto avéstico, que

los dacvas son los dioses tradicionales, entre

los que se encontraría Mithra. Por lo

que qigiiiendn a Fryr y Abaev, podríamos

pensar que Jerjes habría dirigido su rcprcsalia

contra aquellos grupos iranios que no

hubieran aceptado el compromiso de reconocer

la supremacía de Aliura-Mazda sobre

los dioses tradicionales. Durante el reinado

de Jcrjcs y de su hiju Artajerjes 1, va

a predominar la presencia del dios Ahura-

Mazda en las inscripciones oficiales, ocupando

uii protagoiiisino claro y siendo presentado

como la divinidad oficial vinculadd

al poder político.

Siii eiiibdrgu, a liiiales del siglo V a.c.,

con la llegada al poder de Arlajerjes 11, continuado

luego por Artajerjes 111, vamos a

asistir a uri Íenómeriu iriieresa~iier; sius reyes

protagonizan una labvr propagandística

donde parece haberse afirmado la presencia

de una triaaa divina que ejerce ias funciones

de dioses principales entre los persas. Dichos

dioses son Mitl-ira, Analiita y Al-iura-

Mazda. La diosa Ariahita, que se relaciona

con la trayectoria de las diosas-madres características

del Próximo Oriente, recibe una

representación antropomórfica y es vinculada

a la realeza. El propio Ahura-Mazda había

ido adquiriendo una forma humana para

poder ser incorporado en los relieves. Y

Mithra, cuya representación es probablemente

una adopción de la que caracterizaba

al SIzurnash mesopotámico, también comienza

a aparecer en estas inscripciones.

lsrael Cnrnpos Méndez

Son frecuentes los testimonios donde

estas tres divinidades son mencionadas en

una situación de paridad y es reclamada su

presencia para ejercer su protección y amparo.

Una inscripción de Artajerjes 11 en la

apadana del palacio de Persépolis dice:

Es117 apndnna fue construida por mi tatarabuelo

Durío. Luego, bajo mi abuelo Arfajerjec,

ardió. Construí esta npadana pou la grncin de

Ahura-Mazdn, Amhitn y Mithrn. Que Aklira-

Mazda, Atzahita y Mithra me protejan de todos

los males y que lo que he cotlctruido no sea destruido

ni da fiad^.'^

En otra inscripción vinculada a un tcmplo

de esta ciudad, aparecieron unas dedicaciones

votivas que identificaban a Apolo

y I-Ielios con Mithra." Esto se completa con

un tcstimonio del primcr año dc reinado

de Artajcrjcs 111, la Inscripción trilingüc de

Janto, antigua Licia, donde Mithra cs nombrado

en la versión aramea en el lugar

donde Apolo aparece en la griega."' Lo significativo

de estas i~iscripcionese s la comprobación

que podemos hacer de que la

identificación de Mitlira como una divinidad

solar, lleva a buscar su paralelo en el

mundo helenístico con la figura de Apo-

1011 Ielios."

Un último ejen-iylo epigráfico nos

muestra el grado de rehabilitación que había

alcanzado la figura de Mithra bajo los

úiiiiiius dyuwrié~ii&s, l~dbid t i Y U I I ~ U de

llegar a confundirse con Al-iura-Mazda. Artajerjes

111 les dirige una iiiscripción piciiéncioies

a ambos su protección para el

país y su persona." Se ha asentado el binomio

Mithra-Ahura, las dos divinidades

pr~nc~paiecso, mo en el periodo antiguo habíamos

asistido al binomio pri~icipal formado

por Mithra-Varuna. Ambos dioses

tienen un peso especial sobre el carácter sagrado

vinculado a la monarquía y los reyes

persas reclaman para sí el ser investidos de

este simbolismo divino: el mescirornuzdes

( M i t r a + A / ~ u r u j . ~ ~

El reinado del último rey aqueménida

no ha dejado evidencias epigráficas en la

línea de las anteriores, pero todo nos hace

El Dios iranio Mithra v la Monarquía Persa Aqueménida 93

suponer que se mantuvo la tendencia marcada

por los antecesores. Los documentos

mitraicos que podriamos vincular a este

reinado habría que tomarlos con muchas

precauciones ya que se trata de los relatos

epicos que narran la biogratía de Alejandro

de Macedonia. Tanto Quinto Curcio

Kufo como Pseudo-Calístenes hacen referencias

directas e indirectas a la presencia

de Mithra y el culto al sol entre los persas

bajo el reinado de Darío 111. Podríamos

suplir la ausencia de otros datos más firmes,

señalando algunas de estas referencias.

Pseudo-Calístenes en su Vida y Hazafias

de Aleyanrlro de Mncedonia presenta al

rey persa como aquel que comparte el ascenso

celeste con el sol (1, 36) o cuenta cómo

los persas al morir Alejandro quisieron

quedarse con su cuerpo para poder invocarlo

como Mithra, (111, 711). (2. Ciircio

(IV,13,12) nos presenta a Dario 111 antes de

la batalla de Gaugamela invocando la protección

de Mithra para la batalla.?' También

Plutarco (Alejarzdro, 30,8) rccrca un

diálogo de Darío 111 donde se hace referencia

al papel dcstaciido dc Mithra: 111-

nzc inlcnfras veneras la grnii luz de Mltlzra y

la mano derecha del reil.. Siendo conscientes

del carácter posterioi y liieiaiio de eslas

fuentes, sin embargo, podemos nxantener

la convicción de que durante el 'einado

del úl i i i i~ua yut.i~i&iicid,i d y ~ c ~ t ~U~ 4c i d

dios Mithra obtuvo u11 grado de cotidianidad

iniportante, afirmando su vinculaciúri

cun ei poder rcai y también ia

continuación de su culto por parte de

la población irania.

Mithra en la Monarquía Aquemenidn

Una vez que hemos repasado los diferentes

testimonios que nos periniteii confirmar

la relación que se prudujo entre el

dios Mithra y cada uno de los reyes que

constituyeron la dinastía aqueménida, podemos

finalizar este estudio con una visión

general de las cardcterísiicas que definieron

el papel de Mitlird dentro de la monarquía

persa de los siglos VI al IV a.c.

En primer lugar debemos destacar la

estrecha relación que parece establecerse

entre la persona del rey y Mithra. Por una

parte, el dios interviene para conferir un

carácter legitimador a la ascensión al trono

del rey y le otorga su protección. Mithra

es el dispensador de la gloria real (khoarnah

ofal'r) que sólo cra Eonfcrida a los

legítimos gobernante^,'^ quien, como vemos

en los textos del Avesta, se caracteriza

por dar o quitar la victoria en las batallas.

Las referencias que hay en el Mihr

Yaslzt que describen al dios con ciciz oídos

y dicz mil ojos y los diez inil cspías (Yt.lO,ú)

se han relac~onado'c~o n los múltiples informadores

quc el rey persa debía distribuir

por todo el imperio para poder Iriiriuna

fuentc dc información contrastable

con la que le ofrecían los sátrapas encarp

d o q de cada rcgión. De igual manera, los

dicz mil ojos, se han identificado con el

cuerpo de elite del ejército persa constituido

por el grupo de los Diez Mil Irirnurtalcs,

que formaban la guardia real."

Mithra sigue siendo ese dios comba t i~oy

vclador que ejcrce como garante de los

pactos y de la fidelidad debida a la persona

del rey. Son frecuentes los testimonius

düiide el iiuiiibre del dios es invocado

en los juran-ieiitos y en los acuerdos Jenofonte,

Cirupedcn VII,5,53; VIII,3,24;

i'iuidrcv, Arrujerlrs 30, o...

Otro moriientu cioride podemos reconocer

una especial relación entre el monarca

y ivíirhra es durante ia fiesta ciei Mitilrnkarz.

No vamos a explicar aquí en qué consistía

la celebración del Año Nuevo iranio. En este

cila ei rey recfbia ofrendas y hoineiiajes

procedentes de los diferentes sátrapas del

Iniperio (Estrabón, Geogrufía XI,14,9); e,

igualmente, parece ser que sólo en ese día,

el rey podía olvidar las distancias que protocolariamentc

tenía establecidas con el

resto de sus súbditos, para bailar e, incluso,

llegar a emborracharse (Ateneo, Deipviosufistas

10. 45. 434 d-f). Podríamos interpretar

estos testimonios como la posibilidad

de que el rey sería el destinatario de

Israel Carnnos Méndez

los regalos en honor de Mithra, ya que éste

podía ser el representante oficial del dios

en la tierra. Sin embargo, también hay textos

que nos hablan de ofrendas hechas para

la veneración del dios Mithra.3Y

Por último, recordamos el papel que desempeñan

las inscripciones con la triada de

Mithra, Anahita y Ahura-Mazda. Creemos

que vienen a ser los testimonios más claros

de que el protagonismo de Mithra lográ

abrirse camino a pesar del proceso de

-

NOTAS

Heródoto (Historins 1,9h-130) es quien ofrece

la información básica para conocer la traycctorin

dcl rcinv rnedo, junto con la arqueología

y otros textos indirectos. El historiador

griego recoge un listado de los reyes medos

cuya cronología ha llevado a un debate

historiográfico, ya que se constatan algunas

discordancias. Este listado sería el siguiente:

Deioces (700-647 a.c.); Fraortes (647-625

a.c.); Ciaxares (624-585 a.c.) y Astiages (584-

550 a.c.). Autores como Diakonoff han introducido

algunas variaciones, tratando de

precisar mas aún esta datación cronológica.

Para asislir al debate sobre estas fechas nos

remitimos al libro de Alvar, (1989). 35-40.

S! YE~&= re ..._o &i&^ 2 egtrii&l..

rarse para poder consolidar y gobernar los

territorios que se va anexionando, entre ellos

Asiria. No es este momento para dete~ierrius

en la historia del Reino Medo y su configuración

política, nos remitimos para ello al libro

antes citado de J . Alvar. 'lambién hace

una visión general Frye (1965). 101-106 y

Altheim. (1987) 157-8.

Frye realiza un interesante estudio etimológico

sobre ia paiabra Tarsa" y su carácter

cstrictamentc iranio o pre-iranio. En cualquier

caso, pronto se convirtió en el generico

que identificó a las poblaciones estahlccidas

en la Lona sur del Elam, sometidas a este

reino, y luego a los medos. Cfr. Fryc

(1965). 73-4.

Tenemos en este sentido algunas inscripciones

como la del rey [larío, quien hace una

transformación en el que se encontraba la

sociedad irania, motivado en gran parte

por la propia evolucífin que exigía el mantenimiento

del Imperio. A pesar del esfuerzo

de algunos monarcas aqueménidas

por ofrecer una religión oficial estatal, la

realidad les obligó a reconocer el inamovible

peso que el culto al dios de los contratos

tenía entre la población irania, e, incluso

en regiones que no se circunscribían exclusivamente

a Persia n Media.

exposición de su genealogía para poder fundamentar

su descendencia legítima, en un

cilindro del propio rey Ciro (cfr. Alvar, J.

(1989) 47). También el tcatro griego se hace

eco de esta sucesión de reyes dentro de la

monarquía persa y la pone en boca del propio

rey Darío, Esquilo, Los Persas.

Lue-go tendremos ocasión de estudiar con algu

más de deteiiiiiiiento este episodio, aunque

podemos adelantar las conexiones de

parentesco que están presentes en la persona

de Ciro; segun la tradición él mismo era

nieto del último rey nido

Dandamaev et Lukonin (1980). 475 SS. El

principal exponente sobre el protagonismo

de h4ithr-i l n f e ~ri el Znrnastrismn PS nllchesne-

Guillemin. (1974) 11-21. También lo

siguen otros autores como Benham, (1979)

805-9; Bivar, (1979) 741-751 y Sims -Williams,

(1991). 177-185.

Coincidimos en esto con Altheim, quien,

además, sugiere la posibilidad de hablar de

un plan unitario en lo que respecta a la política

religiosa aqueinéiiida. Cfr. Altheiin.

(1987) 196-197. Sin embargo, en algunos momcnios,

aigunos reyes tuvieron una aciiiud

hostil ante determinados cultos locales, como

es el caso de Camhises al destruir templos

en Egipto, o Jerjes con algunas ciudades

g- rieg- as de Asia Menor. Estos episodios se

han querido presentar por algunos autores

(el propio Altheim [196] se sitúa en esta línea,

contradici4ndose de lo anterior) como

ejemplos de una disposición intolerante y

El Dios iranio Mithra y la Monarquía Persa Aqueménida 95

perseguidora por parte de estos reyes. Pensamos,

al igual que Dandamaev y Alvar, que

- . L . . , .-... -.L. l . . . l . - - -- ..-,..:. C ~ I U L I U I I I U > UlllC IICCIIUu LllblUUUh Y CUIIUICIUnados

por otras circunstancias. En el caso de

Egipto, es el interés por debilitar la influencia

del clero v el poder que se ejercía desde

los templos. Algo parecido es lo ocurrido en

las ciudades jonias que se habían sublevado

contra Jerjes. El consenso al que antes aludíamos

respecto a las características de la política

religiosa aqueménida ha tratado de

contextualizar los episodios de ataques a las

pr i~i i cdsre iigiusas iucaies, pard poúcr corriprenderlas.

La trayectoria de conjunto nos

habla del interés manifiesto de estos reyes

pnr respetar las religiones naciona!ec: :7 en !a

medida de lo posible integrarlas dentro de la

koiné variada quc caracterizaba al Imperio

Persa. Nos remitimos para ampliar la información

sobre los elementos que definieron a

la política religiosa aquemhida a los autores

antes citados: Daridamaev.(1980). 175-

491; Aivar. (1989j. bb; Frye. (i9b5j. iSU-i;

Ries. (1985). 2755-8.

8 El ejemplo histórico que fácilmente puede

ser sugerido es el de la religión judía, pero

debemos aclarar que en estos momentos, en

la época del Destierro, el Judaísmo no tiene desarrollado

firmemente su carácter exclusivista

y fuertemente monoteísta. Yahveh debe

competir con los demás dioses cananeos

y la ley mosaica todavía está en una fase inicial

de recopilación. La labor de los protetas

del destierro y los siguientes se centra en

mantener viva la fidelidad al dios de Abraham

y Jacob, frcnte a la amplia oferta rcligiosa

que está presenle en la región. El propio

rey persa Ciro integra al dios judío dentro

de la larga lista de dioses "aceptados". El

propio Zoroastrismo trató de imponer un tipo

de exclusivisnio en ciertu modo contracultural.

La realidad que les rodeaba les llevó

a la necesidad de hacer concesiones a las

prácticas religiosas tradicionales del pueblo

iranio, quedando contaminado así el mensajc

original dcl profcta.

9 Cfr. Cnoli. (1974). 117-190.

10 Cfr. Widengren. (1959) ,242-257.

11 Cfr. Dandamaev. (1980). 473.

12 Dandamaev 14601 se hace eco de este debate

ofreciendo una reseña bibliográfica de los

diferentes autores que han aportado algo para

esclarecer esta pregunta. Recogemos aquí

las referencias de algunos de estos autores

partidarios del Zoroastrismo de los reyes:

Windischmann, F. 1863: Zoroastriche Studien,

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1947: Zoroaster and His World, Princcton;

Hoyce, M. 1982: Hlstory nf Zoroastrianism, riol

2, Leiden,. En el otro lado, están los autores

que rechazan la identificación de la religión

Uc ius aqucrnénicias con ci Zoroastrismo:

Widengren, G. 1965: Die Religionen Iranc,

Stuttgart; Duchesne-Guillemin, J. La relieion

des Ach.emenides, H!ctnr!a, E!zzo!sch'<ftfton,

18: Beilrüxe zur Achümertiden~eschiclite, Wiesbaden,

1972, 59-82; Benvcniste, E. 1929: The

Persian Religion Accordin~ to the Chief Greek

Ipxts, l'aris,; Cameron, (;.G. 1936: History of

Eurly Irm, New York.

13 Cfr. Dmdamaev. (1980). 473.

14 Este es ci caracter de ia inscripcion atribulda

al rey Jerjes, conocida como la Inscripción

Daeva: ruando $ri nombrado rey, hubo un país

entre los que se hart citado, donde se dieron leuuntamientos.

Luego Ahuru-Mazda me ayudó:

por la voluntad de Ahura-Mazda, derroté a ese

país y lo puse en su sitio. Entre dichos países había

u11o donde antes ce veneraba a los daeuas.

,Wás tarde, por voluntad de Ahura-Mazda, destruí

el templo de los daeuas y proclamé: 'los dacuas

rlo deben ser uerierados'. Allídoride antes se

riene~abaa los daeoas, time cl honor de hacer venprar

a Ahura-Mazda y a Arta. Y otras cosas que

también se hacian mal, yo las hice bien. Todo

cuarito hice, lo hice por uolunlrid de Ahuru-Mazda.

Altura-Mazda me ayudó hasta que acabé las

tareas. Cfr. Dandamaev. (1980). 482. Un estudio

sobre esta inscripción en Cameron.

(1959). 470-6.

15 Es la conclusión a la que llega R. Boucharlat

después de hacer un estudio de las prácticas

funerarias habituales entre los partos. Aunque

se trate de un período diferente, es extrapolablc

a la época persa, ya que el grado

de implantación del mazdeísmo habría sido

menor: Les données archéologiques montrent

qu'il y a loin dt, la lettre d la rénlité et que l'ovthodoxie

zoroastrienne n'etait certainement pas le

fuit de la mujorité de la population. Cfr. Boucharlat.

(1991). 76.

16 Debemos destacar que para los persas el perro

era un animal sagrado, al cual se le de96

Israel Carnpos Mkndrz

dica un canto completo del Vendidad. En este

texto, el perro aparece acompañando a

.1v L(L:ALL..c L.-u y Crovsho e n e! P ~ e n t ed e! Cin~a:,

junto a las almas de los hombres muertos.

(Vd. 13,2-1). Sobre el papel destacado del perro

entre los persas. nos remitimos a Heródoto,

llistorim 1, 140; b'inston. (1966). 194.

17 Estos personajes están vinculados estrechamente

a un relato legendario sobre sus orígenes.

Las características particulares de cada

relato, determinan un rasgo definitorio

del carisma particular de cada personaje. En

ci casu de Ciru, vcirws cúrnu su carkter rcal

es algo que le supera, quedando manifiesto

en el transcurso de un juego de niños.

Pnra nir iin ictiidin di los diitintnq rp!atc>r

míticos relacionados con estos personajes

nos remitimos a Fryc. (1965). 110-1.

18 lbld. 110.

19 Cfr. Ries. (1985). 2760.

20 Esta roseta pintada fue descubierta por Stronach.

(1978), quien la interpretb como una

ac ias primeras rcprcsentacioncs simboiicas

de Ahura-Mazda. Sin embargo, Dandamaev.

(1 WW).4 76 y 1~)uchesne-(~;uillemi(n1.9 79) 17

lo interpretan en relación con Mithra, tambit11

lo dcepid Benhdni. (1979). 808.

21 Ries. (1985). 2760, quien sigue en esto a Melkerbach.

(1984). 31 -39.

22 Frye. (1965). 119 es de esta opinión.

23 Le siguen Plutarco, De Isidc et Osiridr, 44;

Justino, Apologia 1, 9; Clemente de Alejandria,

Protvéptico IV, 52.

24 Dandamaev ofrece la información sobre este

templo mitraico construido en Menfis, interpretándolo

como una etapa en la difusión

de esta divinidad. Cfr. Dandamaev. (1980,).

432. En dicha ciudad, hdichaélidis encontró

una representación votiva de un toro con

una inscripciún dcádicd que decía: Mithru, mi

padre. Cfr. Micliaélidis. (1943). 91-103

25 El gobierno de Gaumata/Esmerdis/Bardiya

ha llevado a un profundo debate historiográfico

con la intención de esclarecer algunos

aspectos oscuros, tales cómo quién era

este personaje y en qué circunstancias se

produjo su acceso al trono. Desde las iuentes

clisicas se le presenta como un usurpador

niedo que suplanta la personalidad del

hermano asesinado del rey, y consigue gobernar

hasta la revuelta de Darío y los nobles

persas, (Herúdoto, Historias 111, 79 SS).

Esta es la versión oficial que también se quiso

dar desde la Casa Real, ya que Darío

mandó escribir una inscripción donde se relataban

todos estos acontecimientos. Se tra-

'- 2,. 1- :.--:2- 2,. D-L:..L.<- ,-.LL

a u= ,a l l l D C l l y C l l l l l UC " C I I I ~ L U I L , CU) \I L C A L l l

completo es transcrito por Frye. (1965). 120-

122. Los iranistas modernos tienden a aceptar

en rasgos generales el hecho que Gaumata

obtuvo el poder al protagonizar una

rebelión aprovechando que Cambises estaba

en Egipto, pero que a la muerte del rey, todo

el Imperio se xio envuelto en desordenes

que frenaron los planes del mago. También

se ha querido conferir un carácter religioso

al guipc de csiacio de Gaumata. íiabría siciu

el intento de dar protagonismo a1 culto de

Ahura-Mazda frente a los dioses tradiciona-

.IP-C - F-n.. a .-c t.o- -s .p.n . t. .i r- i.n- se podría entender !a rppresión

que se Iiizo sobre los templos locales

de determinados clanes persas. Sin cmbargo,

este hecho también tiene unas claras

connotaciones políticas. El objetivo habría

ido encaminado a limitar el peso específico

que tenían la nobl e~ap ersa y su vinculación

a ias reiigioncs traciicionaies. Cfr. ~ i t h e i m .

(1987). 188; Frye. (1965). 122-124; Dandamaev.

(1980). 480-1; Messina. (1930). 80-90.

26 Este episodio es interpretado por Xleikerbdch

cumo una simbolización de que es el

dios solar Mithra quien ha elegido a Darío

como rey Cfr. Melkerbach. (1984). 35-36.

27 Una transcripción de dicha inscripcih la

podemos encontrar en el libro de Kent.

(1953). 150-1. Ccimenlado en un artículo suyo

(1937).292-305. Tambicn remitimos al artículo

de Cameron. (1959), 470-6.

28 Dandamaev. (1980). 372. Iambién se hacen

eco de estas inscripciones Huart. y Delaporte.

(1957). 227; Turcan. (1992). 196 y Prye.

(1965). 153.

29 Cfr. Herzfeld. (1934). 226-232.

30 Es V.A. Livshits quien ha interpretado el

apelativo ~abeza de poder con Mill-ira. Cfr.

Turcan. (1993). 21

31 Sin embargo, Heródoto (Historias 1, 131) en

la única ocasión m que hace referencia directa

al dios Mithra, lo identifica con Afrodita.

El pasaje de Heródoto en el que habla

de las divinidades de los persas ha suscitado

un profuso debate, para llegar a la conclusión

de que se trata con seguridad de un

error por parte del historiador griego. Toda

la tradición grecorrornana posterior va en la

línea de resaltar el carácter solar de M i h a

y establecer su relación con Apolo: Pseudo-

Clemente, Homilin~ 6,10; Polyaenus, SfrntaEl

Dios iranio Mithra y la Monarquía Persa Aquemenida 97

genlata 7,12; Luciano, lupitt3r Tragicus 8. Para

un estudio profundo sobre este pasaje nos

r r ~ i c i r ra.! ~t~r~ b a j cd c E r Jcng. (1997). ?e3

110

32 Cfr. Turcan. (1992). 196-7.

33 Un reflejo de dicha situación lu podemos encontrar

en algunos textos avésticos donde se

nombra a Mithra en una situación de paridad

con Ahura-Marda: l'nsno 3 13; 4.16; 6.10,

etc.

34 Ipse curri liucibus frropir~yuisq~~~~er r l i rir~1 ar -

mis standium ciicurnibat, Soleirz et Mitlwe~n sa-

-.i i.... ^ .... "1 ""L....." ..... .'."..^""..^ ...a ..' .'lI.',

"M"","' L , ""L""4"' ',","U'"' ' ~ " C " ' , 'Z' " " 2

dignam 71t>fprpg loria mnzrumquP rno~zuw~cntis

fortitudinem inspirarent.

35 'cfr. Curnont. 11956). 14: Turcan. (1992). 196-

7; Huart. y Delaporte. (1957). 242; Vesta Sakhosh

Curtis. (1996). 13-14.

36 Cfr. hye. (1965). 134.

37 Heródoto (Historias VII, 83) menciona este

grupo corripueslo por un iriiporlaiite númerc

dc :6.v,cXcfCic,b !Cs .. .". -m" " ,,-.-*...,- &,,:A, "A,. .

las tribus iranias. Más información ofrece Jenofonte

en dos de sus libros: Anábasis I,9,3 y

Cil-apediu VII,5,68.

38 La prictica de poner como testigo a Mithra

o en su caso al Sol, era una fórmula que se

convirtió en frecuente entre los persas y pudo

ser conocida por los propios griegos. Ctr.

A. De Joi-ig. (1997). 287-8 y Cumont. (1987).

137.

39 Es je recvge er, los :ex:os de La rvrtale7a

de IJersépolis, estudiados por Ha-

Ilock. (1969). 337, 338, 339, 1955, 19.46, 1957.

Estos testimonios también han servido a R.

Fryc para fundamentar su trabajo sobre la

historia irania de Mithra, cfr. Frye. (1975).

63-64.

Israel Campos Méndrz

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