VEGUETA, Número 5, 2000 59

LA ARQUEOLOCÍA DE LA MUERTE:

LA INVESTIGACIÓNB IOANTROPOLÓGICA

--

hÑ LAS ISLAS CANARIAS

Resumen: Ante los numerosos estudios

que se han venido llevarido a cabo

en lus últirrios años en los ámbitos de la

Arqueología de la Muerte, Bio~rqueología

y Paleopatología en el archipiélago

canario, hemos considerado oportuno

hacer una reflexión diacrónica sobre las

Leridericias seguidas a lo largo de la i11-

vestigacibn. Nuestro objetivo es realirar

una visión gcncral dc las mismas que

ayude a un mejor entendimiento de la

ctyuntiira en la que nos encontramos en

la actualidad, cnfati~aiidu en la ided de

la necesidad de integración de distintas

disciplinas con el fin de lograr una vision

giobai de ios acontecimientos del

pasado.

Palabras clave: Arqueología de la

Muerte, Bioarqueología, r'aleopatuli~gia,

Archipiélago Canario.

Abstract: 111 the presence of tlie iiunierous

studies which have been taking

place »ver the past few yrars in thr

ficlds of Archaeology of the Death, Bioarcheology

and Paleopathology in the

canarian archipielago, we have considered

ii Lo be opporiurie tu du a diachronic

reflection about the trends followed during

the investigation. Our goal is to

achieve a general view of them, which

will help a better understasnding of the

juncturr in which M'P are nowadays, empathizing

the idea ol he iiecessity cif i r i -

tegration of different disciplines with

the purpose of getting a global view of

Lhe past events.

Key-words: Archaeology of the Death,

Bioarchacology, Paic~patholog~C,a -

narian Archipielago.

LA ARQUEGLGG~A m LA MUERTE

El ámbito de la Arqueología en la que

se encuadra el presente Lrabajo, la Arqueología

de la Muerte, ha experimentado una

evolución gradual, que nos disponemos a

analizar con la intención de llegar a entender

la coyuntura actual en que se encucntran

este tipo de estudios en nuestro espacio

geográfico: el archipiélago canario.

Tradicionalmente los hallazgos funerarios

han suscitado un gran interés no sólo

entre los arqucólogos sino también para el

público en general, en este último caso

atraidos por la espectacularidad de algunas

construcciones y la riqueza de los ajuares.

De este modo, y siguieiido a R. Cliaprrian y

K. Randsborg (1981: 2), los antecedentes

más remotos de lo que podríamos denominar

la "primitiva" Arqueología de la Muerte,

los cncontrarnos en el continente europeo

a finales del siglo XVIII y durante todo

el siglo XIX, cuando distintos enl~iianiirritos

prehistóricos, en especial los de carácter

tumulai; se vieron sometidos sistemáticamentp

a procesos de e~cñ~:~ciSmn,~ t i~v a -

dos, al menos cn un primer momento, por

la la afirmación llevada a cabo por corrientcs

nacionalistas, de que en este tipo dc yacimientos

se hallaban enterrados los antepasados

de las poblaciones locales.

Progresivamente ese ámbito de estudio

fue adquiriendo mayor impulso, sobre todo

ayudado por la creación de los primei

u s iiiuscus, poic~ici&ridusleo s estudios regionales

y locales. A todo ello también contribuye

una razón práctica, ya que las

excavaciones de las necrópolis resultaban

más "rentables" que las de otro tipo de yacimientos:

menor tiempo de excavación,

menor coste económico y por supiiesto el

hecho de que los elementos recuperados se

consideraban más adecuados a la hora de

exponerse en un colección museística

(CHAPA BRUNET, 1990: 15).

Durante todo ese tiempo los investigadores

se apoyaron en la asociación de diferentes

sepulturas como medio para solventar

los problemas de seriación cronológica

que se les presentaban. Con posterioridad,

sus investigaciones se dirigieron a dilucidar

las formas de organización social de las

poblaciones prehistóricas mediante los datos

obtenidos en las cxcavaciones, a través

de la determinación del sexo del individuo

y su relación con el ajuar. En definitiva, los

arqueólogos vieron en las necrópolis una

fuente de información fidedigna, al considerarlas

como un "espejo" en la muerte, reflejo

de una sociedad viva.

La arqueología de la muerte: la investigaciiin hioantropológica en la? Islas Canaria? 61

En la primera mitad del siglo XX, este

tipo de estudios alcanzaron un notable interés,

aunque siempre bajo la influencia de

la Antropología, es una época en el que la

teoría difusionista es la única explicación

posible a las trarisformaciones observadas

en la cultura material, objeto principal de

estudio en este mumento, lo que curiduciría

a que las conclusiones formuladas estuvieran

integradas fundamentalmente por

seriaciones tipológicas de materiales y sus

variaciones, tanto temporales como espaciales.

Estos resultados condujeron a ciertos

investigadores a preocuparse por definir

expresiones como "áreas culturales", y por

ende "cultura", en este caso representada

por series de artefactos en las que se palpaba

la necesidad de concretar y delimitar

lo que se estaba estudiando, intentando

analizar aquello que no era otra cosa que

la cultura del hombre. Por entonces el arqud!

c?gc más dertx~rle es 1l.G. Chi!rlu,

quien en 1929 (CHAPMAN - RANDSBORG,

1981: 3), propone la explicación de

cstc controvcrtido ti.rinii-io:

" E i i c o i i t ~ a imr~ie rtos f i p n dc wstos -rwiímica,

I~t~r rai~tlai rs,~ io ~~fuuiiteoisi, ritos fuirerarins,

formas ronstrurti7ias- ~-or i~tanf e int~rne-t c

przrtidos juntos. A tal romplcjo de rccyulavidad de

rasgos asociados, lo lla~nnrc~rro" sX Y L I ~ OC L L ~ ~ L ~ I Í I ~ "

o sólo "cu1f1tr.u". Asurizirnos que tal cuinplcju es

la cxprrción material de lo que hoy 1lnmar.íamos

"gente". Sólaniolte dontit. el coinplejo en c ~ f c s -

tióri, está regular y ~xclusiuí7rnente asociado u

restvs rsrpelPti~os de U I I tipuf&icci c,spe~ijcicci rrtrs

nv enfurar íai~~ao sr eemplazar "gente" por rl termino

"raza".

Cna vez aclarado el término-base de

cualquier estudio arqueolhgico, el paso a

seguir fue el de dsocidr los diferentes "tipos",

los cuales en palabras del mismo autor

en el año 1956 (idem) serían:

"UI ILtZ~ ~ i r i i c i úolt~~i ii~palr 11 111 a~oi-iilciúid~e

tipos es que deben &ar en uso u ucupacióu nl

mismo tiempo. Todos los tipos así asuciuilos de.

h om t"o" wm iu,">." w t n w ~l~~ m~ i cmn nilivdirinriríri ~ r o - .""" .... -. -.

nológica. Pero la asociación rcifcrada requicrc 171

menos que se usara por la misma sociciiad, que

P.< por la niis~na tlmiición cornlirr del tmhajo de

la rnndet-a, pesca, z ~ e ~ t i r i ~a~rq~u~iLl eac,I ~~rdao -

ni t s t~cay ritos fuiierarios".

Con la fijación de estas dos importantes

premisas entramos ya en la segunda mitad

del siglo XX, en el que se ha incrementado

notablcmentc cl interfs por la Arqueología

de la Muerte, si bien se aprecia una clara

dicotomía entre las corrientes de pensamiento

existentes; así por un lado encontramos

la norteamericaria, más preocupada

en distinguir los rangos sociales de los individuos

hallados, mientras que por otro

lado se situarían las corrientes europeas,

coiiceiitradas en la norn-ialiva cultural de

los yacimientos.

En la década de los 60 la aparición de

la denominada h'ueva Arqueología, surgida

en el seno de la Arqueología norteamericana,

supuso una auténtica revolución arqueológica

en todas sus variantes, siendo ---- yala i M I ~ : - , . -L /ino=. i r \ 1- A --..--l.. -:- ,.IVL. YLLCLLL \I//J. IJ, la ~ ' L I ~ U C V L V O I ~

de la Muerte y la Arqueología Espacial los

mayores fxitos dc cstc movimicnto.

La primera gran innovación de este movimiento

fue considerar por primera vez el

registro funerario como una fuente de información

privilegiada sobre la estructura

social, aportando aspectos no materiales de

la conducta humana (L'ICENT, 1995:15).

lJara los nuevos arqueólogos el acto funerario

actúa como condensador social altamente

significativo, enfocando su atención

en el aspecto de "la persona social" del difunto

y su status, término definido por Goodenougli

(1965) (CHAPA BRUNET, 1990:

16):

"Cada iildividuo tieirc una identidad social

(padre, hijo,profesor, ... ) que marca srt relación

con otvns pr~rsonns"

Rajo esta percepción intentan descubrir

los nexos de unión o rangos dentro de una

sociedad.

Esta idea se acompañó del rasgo fundamental

que define a la generación de

nuevos arqueólogos: la necesidad de plantearse

una teoría sobre la sociedad, algo

que la Arqueología Tradicional nunca hizo.

Uefendían el estudio con metodología científica,

buscando las pautas de comportamiento

de cualquier sociedad aunque sus

símbolos pudieran variar. Pero quizás la

manera máq sencilla de manifestarlo sea a

través de una cita de su mayor representante,

L. Binford (1977:77 [CHAPMAU -

RANDSBORG, 1981: 111):

"A'irestro trnbajo cs hncrr significntii~o las

oliserrwioiw~ al-erca del pasado u'twit. Ireclios

conter~zporiííleosy 11i2cer signzficaiivac rzjirnzacioiws

sobre ln dindrnica desde hechos estáticos. Para

izacer coizciusioi~fs ei arqueoiogo &be tener

uizafurrte teoría- t co~íad e alcaric~m edio- la cunl

Ir grrk ni h n c ~ ra fi~riincioi~eis. ..E)n .re sirinen,

LI~l~t,~rLioC I>I C ~ U I IJ UL Y ~yC I ~ i t ~ f u ~ ~ edlultcd~oid imiento

de lasfovinaciones de los procesos del registro

nri~u~ológico"

De este modo la Arqueología de la

Muerte pasa a ser el punto intermedio en-

&,.- 1- .-...AA&:"- ,."L.:"L --,... L,. --" .,,.- l L L n -

L ' C 'U y ' U C L ' C " C a L I I C L u I I L C I L L C UI y u , " L " , L L , y

el contexto sistemático del pasado. Se trata

de la anteriormente mencionada "Teoría

de Alcance Medio", enunciada por Sl-iiffcr

a principios de los años 70 en la que se basaría

este movimiento procesualista, carac-

Lei irado pni aislar y t,\ludiiii separadamente

cada proceso de la sociedad, enlali-

7ando en aspectos ecológico\, relaciones

sucides t. ~Uwiugíd (RCNPRCW - EAHN,

1993: 431 ).

El enfoque "Binford-Saxe", formulado

en los mismos años para ei ámbito mortuorio,

propone en la variabilidad funeraria

el acceso a una complejidad social. El

problema de esta teoría no radica en su

planteamiento a priori lógico, sino en su demostración.

Ante esta dificultad los autores

proponen la "teoría del rol" resumida por

J.M. Vicent (1995: 19) en que "las d$ererztes

ide~itiiindes sociales que la dcfincn (en vida)

deben tener uria exposiciórz eiz for-run rie t~lt7-

rne r~toso combinacióiz de e l r ~ r nmt n sd m f r o [id

conLcxlo fuctrlerurio".

Dentro de un enfoque puramente materialista,

Saxe (1970) y Tainter (1975), proponen

la utilización del gasto de energía

como reflejo del status social estableciendo

una estructura piradimal, en cuya base se

halla la mayoría de la población con un

rango social muy bajo, el cual va aumentandv

habla culmindr en un vértice representado

por muy poca población de rango

social muy alto.

Aunque criticada por ser excesivamente

elemental, ambos autores la defendieron

como un método de análisis objetivo no

mediatizado, como podría serlo el estudio

de artefactos aislados. Uno de sus detractores:

L. Goldstein lo rechaza bajo la afirmación:

(GOLDSTEIN, 1981: 57): "La prof

u n d i d a d del t i emp o nos puede c o ~ i d u c i ra evrou,

1/17 ~ L I PnI guiins rainhios fiinernrios p ~ ~ d e YiPiflejar

cambios de cornportarniei~to en el t j e n ~ p o

y IZO (VI rango socia!"

Retornando a J. Vicent (1995) podemos

distinguir dos tendencias diferenciadas en

la metodología seguida por los arqueólo-

0"" ,y,,'"",",""."."""l:a?'cu".-7 . La --:--..- "-..:- 1 -

~ / L L ~ I C C La~ r ~ l ai a

anteriormente mencionada materialista en

el que el ritual funerario se analiza bajo

una óptica ~conl í inica,a nalizadu coiiio u11

gasto de energía; y el segundo sería la formalista,

donde el individuo se representa

por iiirdici de la aso~i~icicíreis pt-cífica dr

elenientos fuiierarios.

T.as principales críticas manifestadas

cvriira e¡ Procesuaiisrno, provienen por un

lado de la Arqueología Tradicional, que lo

acusa de actuar con excesiva ingenuidad y

optimismo. Sin embargo lo que no cabe duda

es que de cualquier modo supuso un

gran impulso netod do lógico (VICENT, 1995:

22) abriendo sus puertas a otras disciplinas,

como aquellas procedentes de la Antropología

física tales como la Paleopatdogía, estudios

nutricionales, genéticos ..., e incluso

la introducción de técnicas estadísticas, al

igual que obligó a la Arqueología a replanlearse

tanto sus objetivos como su teoría.

Por otra parte la última detracción que

se le atañe, es la señalada por el movimiento

post-procesualista, donde encontramos

a 1. Hodder, principal representanLa

arqueología de la muerte: la investigación bioantropológica en las Islas Canarias 63

te de la Arqueología Contextual y uno de

los mayores oponentes a este movimiento,

quicn rtchaza la interpretación aislada y

por etapas de la cultura arqueológica propuesta

por los nuevos arqucólogos, ya que

6sta pmee unas propiedades simb6licas dinámicas

(TRIGGER, 1992:325), que en palabras

de este mismo autor (HODDER,

1986: 15):

"Pero en el raso de las prúiticus funer~rrii¡s,

este tipo de generalización resultan poco convinccntcs

(...). Aquí empezamos a z~islumbrar que

son las ideas, las rreeizcias y los sigiificados los

que se interponen entre la gente y las cosas. El

eiitewaiiiierito adopta distiiitas formas, que coi1

rqf7eju de lu s ~ ~ ~ i t 'Eds~lads .d ~slir~ttfzosr rr~as dependen

clnraniente de las actitudes de esa sociedad

iiacia la inuert~"

En resumen a la Nueva Arqueología se

le achaca un excesivo funcionalismo, abogando

por prestar rriayur dtericióri dl rnundo

de las ideas y creencias (RGNFREW -

BAHN, 1993:454), siendo ésta la tendencia

preaominante en ios úitimos años.

Aunque con una explicación, quizás demasiadv

simplista de los niovimientos más

relevantes dentro de la Arquc.ologia de la

Muerte, en este momento nos hemos corivertido

en herederos directos de todas y cada

una de esas corrientes, siendo patcnte

tanto sus defectos como virtudes, por lo

que nuestra tarea es ser lo suficientemcntc

inteligentes como para apreciar lo que nos

puede interesar de ellas, sin obviar sus aspectos

positivos, para un adecuado dcsarrollo

de nuestra investigación.

ESTUDIOS DE LA ARQUEOLOGIA DE

LA MUCi<iE EN nReniI;i&LAeO

CANARIO

Una vez efectuado un primer acercamiento

al proccso dc genesis y cvolución

de la Arqueología de la Muerte, es el momento

de ofrecer nuestra visión sobre los

estudios realizados en Canarias, los cuales

han girado en torno a dos disciplinas, la

Rioantropología y la Rioarqueolngía: paralclamcntc

intentaremos determinar hasta

qué punto y de qué manera se han desarrollado

sus conocimientos. Para ello, y en

primer lugar, comenzaremos aclarando el

significado de dichos conceptos. Si seguimos

a C. Renfrew y P. Bahn (1993520) la

Bioantropología, también denominada Antropología

física o biológica, "rs la disciplina

de la antropología dedicudu al estudio de las

rnrocferís ficas hiológicns y físicos de1 sev humano

y su ez~olució~z"a; partir de aquí, podemos

definir la Bioarqueología, Arqueobiología

o Arqueología biológica, como la

disciplina de la Arqueología dedicada a la

reconstrucción y estudio de las características

biu!ógicuu físicas dc! -Y-."-"-A""- " h".".-"- '"

no a través de los restos recuperados con

metodología arqueolhgica.

A las disciplinds dnteriures habrá que

añadir una tercera, estrechamente vinculada

con las mencionadas anteriormente, la

Paleopatología, una especialidad i~~édica

dedicada al estudio de las enfermedades

del pasado del hombre.

Sobre ia base de io señaiado, resuita

evidente la fuerte conexión existente entre

las disciplinas citadas, por lo que en numerosas

ocasiones podremos observar que

los estudios a los que nos referiremos a lo

largo de este trabajo no se encuadran en

una única materia, si no que de hecho pueden

encuadrarse en varias a un mismo

tiempo.

bn nuestro archipiélago, de manera semcjantc

a lo que ocurre en otras regiones,

los pioneros en afrontar este tipo de estudios

del pasado humano fueron los profcsionales

de la medicina, cuyos trabajos

marcaron el desarrollo paulatino de la Paleopatología

en las islas, la cual ha ido despertando

el interés de arqueólogos e historiadores,

que tradicionalmente habían depositado

en manos dc los mfdicos la

responsabilidad de este tipo de estudio:

surge así una nueva vía de investigación

dentro del campo arqueológico, la Bioarqueología,

de creación relativamente reciente.,

frente a la ya mencionada que ha

contado con una trayectoria continuada.

64 ] i r i i o A$" Leclionn Viera

Es pertinente hacer una segunda aclaración

con respecto a la línea de investigación

que se ha venido siguiendo, no únicamente

en el ámbito de la Bioarqueología,

sino en cualquiera de las disciplinas históricas.

Canarias cuenta con lo que se denomina

una "Prehistoria reciente" o Protohistoria,

en la que las sociedades indígenas

se vieron sometidas a un rápido

proceso de conquista, llevada a cabo por

una sociedad más avanzada técnicamente,

lo cual supuso la implantación de una cultura

totalmente novedosa y la práctica desaparición

de la anterior. Como resultado

directe de ese he&", dispunemus en !a actualidad

de crónicas que narran tanto la

propia conquista como el modo de vida de

los habitantes insulares; esta circunstancia

puede constituir una ventaja con respecto

a la Prehistoria europea, al tener una luente

escrita que apoye los estudios arqueológicos;

sin embargo, si bien cn un principio

parecen facilitar la investigación, en ocasiuiics

supu~icu ii ;iuiCiiíicu idsile diiícil dc

liberar, debido a que con excesiva frecuencia

se ha extrapolado hacia el pasado el

momento concreto descrito por dichas crónicas,

generalizando unos hechos tardíos y

puntuales a un período amplio, al tiempo

que se obvia la evidencia de que esa misma

civilización conquistada haya tenido su

propio proceso evolutivo.

Ijor otro iado, ia ciara iigazon que ha

existido tradicionalmente entre la Antropología

y la Arqueología parece encontrarse

más acentuada en el caso concreto de

Canarias, tal y como lo refleja F. Estévez

(1987: 16): "...las distintas visiones o imágenes

que en diferentes épocas, se Iza~i ido corzformnndo

de las antiguos canarios se instr~iyeron

en p a n medida desde los enfoques teóricos e

ideológicos derivados de los estudios antropológ1cos.

"

Si hacemos una reflexión diacrónica

acerca del camino seguido por la investigación

dentro de este campo, resulta práctico

proponer una serie de etapas, que si

bien no son fiiciles de establecer, a nuestro

juicio son las que mejor se ajustan a la hora

de facilitar la comprensión del desarrollo

de estos estudios en el archipiélago. La

primera de ellas sería la que incorpora la

visión ofrecida por los cronistas, caracterizada

por no mostrar un reflejo nítido de la

cultura en las islas, ya que al encontrarse

ante una sociedad formada por gentes de

aparimria y rnstiimhres muy alejadas del

espíritu religioso impuesto por la Iglesia de

la época, dichos cronistas no supieron plasmar

en sus relatos la realidad isleña, limitando

su narración a la colonización y cristianización

de los insulares. En consecuencia,

carecen habika!meEte de cUu!n,,;--

Y""'

afán científico por la población conquistada.

A pesar de todo, de las crónicas se pueden

obtcncr intcrcsantcs apuntes sobre la

sociedad canaria preeuropea que, centrándonos

en el tema que nos ucuya, lus crunistas

son algo limitados ya que sólo hacen

someros apuntes sobre el aspecto físico de

la población canaria, con alguna mención a

id> C I I ~ C ~ I I ~ C . ~qu~ e& yJd cieceri, sin pruíundizar

en ninguno de esos u otros aspectos.

Una segunda etapa comenzaría en el siglo

XVIII, abarcándolo en su totalidad, en

la que se aprecia un protagonismo absoluto

de la Antropología; es en este momento

cuando se van configurando las bases sobre

las cuales se asentará el origen y posterior

desarrollo de la Paleopatología en las

islas, que no surgirá como tal disciplina

científica hasta un siglo más tarde, al igual

que la Bioarqueología, que como ya hemos

comentado contará con un desarrollo más

pausado.

En ese Siglo de las Luces destaca la figura

de J. de Viera y Clavijo, historiador

que consiguió cambiar la visión del guanche,

concebido hasta el momento como un

scr salvaje de mísera existencia, que al fin

es redimido por la conquista, elevándolo a

la figura del "buen salvaje" francés, es decir,

aquel ser al que se le ha despojado de

su libertad y de su vida, siendo ésta un

ejemplo de felicidad y armonía, carmte de

la ambición del hombre moderno (ESTÉLa

arqucologia de la muerte: la investigación bioantropológica en Ids Islds Candrids 65

VEZ, 1987:71-83). Para J. de Viera y Clavijo

este "buen guanche" es descendiente de

los atlantes, calificáridolo de héroe y patriarca;

hoy por hoy ésta es una visión no

compartida por la generalidad de los investigadores.

En la actualidad cl origcn dc

los canarios continúa siendo un tema de

controversia.

La siguiente etapa englobaría el siglo

XIX, en el que remitiéndonos una vez más

a F. Estévez (1987:109), cabría señalar que

la línea de iiivestigduión se centrí, en 10s aspectos

raciológicos de lus isleños, por

cuanto los estudios se dirigen con insistencia

a determinar ia raza a id que pertenece

el indígena. Dentro de este afán destaca sobremanera

el desmesurado interés que se

le presta al cráneo, al convertirlo en casi el

único objeto de estudio, tendencia que el

investigador citado ha denominado "obs~-

ción cranearia". Esta trayectoria se enmarca

en un enfoque tradicional, sin que en ella

se aprecie la existencia de corrientes de

pensamiento generalizadas entre la comunidad

científica canaria.

Por otro lado, la figura de S. Rerthelot,

al igual que hiciera en el siglo anterior J. de

Viera y Clavijo, volvió a alterar la imagen

del guanche, aunque en un sentido diferente,

considerando que éste no se extinguió,

como se había llegado a pensar, sino

que aún sobrevivía entre sus descendientes,

los actuales canarios. Para ratificar su

hipótesis, se fijó en la permanencia de ciertas

características físicas de determinados

miembros de la sociedad canaria, principalmente

en el medio rural, donde observó

que no sdo cniitiniiahan mant~niendo

un parecido físico con los antiguos pobladores,

sino que incluso pervivían algunas

de sus costurnbrcs, convirtifndolos así en

el eslabón de la evolución canaria.

No obstante, sí se puede señalar que es

durante cl siglo XIX cuando se inicia la Paleopatología

en Canarias', a pesar de que

sólo se trate de meros apuntes y descripciüiies,

ya que de I I ~ C ~ Ii ~Ud b i d~ ~ ~ e d i d d u s

del siglo XX no se profundizará en esta materia.

En cuanto a la Bioarqueología, aunque

no se puede afirmar que es en este siglo

cuando ticnc su punto de arranque, sí

es el moniento en el que se asientan las bases

para su posterior desarrollo.

La figura que impulsa de forma tímida

estos estudios será G. Cliil y Naranjo,

quien desde su formación médica, aporta

nuevas e iriteresdrites conclusiones en especial

en el estudio de las momias canarias,

para las que niega como técnica de momificación

la evisceración y extracción del cerebro,

así como la introduccción de sustancias

conservantes a través de los orificios

naturales ...( I ~UUK~GUEMLA I<T~N,1 989:

31). Sin embargo su aportación más notoria

h e la creacihi, junto a otros investigadores

del Museo Canario de Las Palmas

con el objetivo de impulsar la investigación

arqueológica, antropológica y paleopatológica

en las islas.

Resulta curioso observar cómo, a excepción

de G. Cliil y Naranjo, el resto de

los investigadores de ese siglo que trabajan

en Canarias son foráneos, entre los cuales

destacó el francés R. Verneau quien, influenciado

por las corrientes antropológicas

europeas del siglo XIX centradas fundamentalmente

en los trabajos sobre la

evolución de la especie humana; (es e1 momento

en que Broca realiza sus estudios

antropomhtricns, rnnvirti~nrlnp r~ciwmente

al país de origen de este investigacior en

el centro de las miradas [ESTÉVEZ,

1987:111]). Rajo estas circuristancias, R. Verneau

llega a las islas concentrando sus investigaciories

especialmente en aspectos re.

fe- ridos a !a dntr~pe!ogia fisic-. de !=S canarios

del siglo XIX, entre los cuales

establece tres grupos bioantropológicos

(VERNEAU, 1987 [1891]), que aún en la dctualidad

siguen siendo referrncia en numerosos

trabajos:

-Guanches: De gran allura, piel clara,

cabello rubio o castaño claro y ojos azules;

el aspecto moreno sería una introducción

de ios invasores (afirmación que en ia actualidad

no se considera válida, al ofrecer

OUnversdad de a s Fanas d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri Memmi Dgta le Caniris 20815

una visi611 excesivaniente mitificada del individuo).

De cráneo largo con forma pentagonal,

frente bien desarrollada, cara muy

baja, ojos bajos, amplios y de gran fuerza.

Este grupo se encontraba representado en

todas las islas.

-Semitas: (Hoy llamados mediterranoides).

De mediana estatura, piel y ojos oscurus

y cdbellu niuieiiu. CI-ánro regular, cara

fina, alta y estrecha, de mentón puntiagudo,

dentadura bella y esqueleto de gran

finura. Habitaban únicamente en Gran Canaria,

La Palma y El Hierro.

-Mestizos: Es de escasa estatura, cráneo

corto, cara baja, ojos abiertos y nariz iarga;

ignorándose el color de los cabellos, ojos y

piel. Predominaban fundamentalmente en

Gran Canaria. (Para T. Schwidetzky, investigadora

de la que hablaremos más adelante,

se trataría de una variante del anterior).

Así mismo, R. Verneau elaboró algunos

apuntes dedicados a las enfermedades padecidas

por los canarios, los cuales no podrían

calificarse estrictamente como estudios

paleopatológicos, entre las que cabe

señalar sus anotaciones sobre la presencia

de la sífilis en las islas, idea que posteriormente

será desmentida por J. Bosch Millares.

El legado que nos dejó este investigador

francés aún cuenta con un gran peso en

obras posteriores, como hemos señalado

anteriormente; sin embargo, debemos tener

presente ciertos aspectos que limitaron su

obra, como por ejemplo el hecho de que no

estudió más que una pequeña muestra de

C,;O I Ty?&n-l =AtUn ~ -t nLr -w.n.rn-t zAw-l-n-cy nr g r rrriilol en- A -7---

tonces, en los que centró su trabajo, de manera

casi exclusiva, en el cráneo, restándole

importancia al esquclcto postcraneal.

Para concluir las investigaciones desarrolladas

en el siglo XIX, cabe señalar a tres

autores que elaluraron sus estudios a finales

del mismo; el primero de ellos es el alemán

F. Von Luschan, quien publicó un estudio

sobre cráneos de Ieneriie que no supuso

una gran novedad a lo conocido hasta

ese momento, si exceptuamos su aportación

metodológica, por cuanto será pionero

en utilizar el método estadístico en las

islas. Otro alemán, R. Lehman Nitsche,

continúa con la línea del investigador anterior,

aunque sin aportar nada realmente

significativo. Y el último personaje a comentar

dentro de esta etapa es U. Von Behr,

quien será el primero en dedicar su atcnción

al estudio de la dentición de los guanches,

en especial a la determinación de su

gradu de drteriuru, ocupáiidose princiyalmente

de las caries; actualtnente se ha

comprobado que sus conclusiones resultaron

aigo exageraaas.

De este modo nos situamos a comienzos

del siglo XX, que se inicia con la etapa

que C. Rodríguez Martín (1989: 33) ha denominado

de consolidnción, dentro de la

Historia de la Paleopatología en Canarias.

No obstante, el avance alcanzado por los

estudios paleopatológicos contrasta con el

estado de la investigación bioarqueológica,

que aún se encontraba sumida en una fase

inicial debido al escaso interés que ha suscitado

desde los trabajos de G. Chil y Naranjo

y R. Verneau en el siglo anterior.

El inicio de la presente centuria está

ocupado por la figura de LA. Hooton

quien, con su publicación en 1925 de la

obra The ancient inhabitants of the Canary islands,

consiguió elaborar uno de los estudios

paleopatológicos, y también bioarqueológico,

más completos de nuestro pasado.

Para 1. Schwidetzky (1963), más que sus resultados

y conclusiones, el gran adelanto

que supuso Hooton fueron sus aplicacio-

n .o- -s ~- -c -t -ñ - -r - -l -í s- -f -i .r. -a ,s de gran utilidad para refundiciones

posteriores.

Sin embargo, entre las grandes aportaciones

que podemos señalarle a E.A. Hooton

se puede indicar, grosso modo, que su

investigación constituye el primer estudio

paleopatológico sistemático en las islas.

Los avances a los que nos referimos han sido

resumidos en tres aspectos fundamentaies

por C. íiocirít;ue~iv ldiiíil, (1789.33). E:

detallado análisis de Ia dentición, a través

La arquwlugíd de la muerte: la investigación bioantropológica en las Islas Canarias 67

de las caries, sarro, atriciones, abscesos ...

Presta gran atención al elevado número de

traumatismos, cntre los que sobresale la

trepanación, únicamente realizada por la

técnica de barrenado, bien cicatrizada en la

mayoría de los casos. Y, con respecto a la

momificación, observó dos aspectus muy

interesantes, el primero que el buen estado

de cuiiseivaciúi~p udríd deberse al clima, y

el segundo, que el pelo rubio de las momias

podría ser el resultado de una despigmentación

del cabello post mortem, es

decir, una vez que ha fallecido el individuo.

En definitiva, sus aportaciones no se limitan

sólo a la introducción de la estadística,

sino también a un planteamiento y

una metodología totalmente novedosos, a

pesar de que desgraciadamente tan sólo se

asirni16 esta última, abandonándose sus

avances teóricos.

Ya a mediados del presente siglo, situándonos

una vez más en el terreno de la

IJaleopatología, le sucede a la fase anterior

la etapa designada como Nueau Paltcuputologia

por el ya mencionado autor

(RODRÍGUEZ MARTÍN, 1989:34). Es una

fase en la que lamentablemente se abandona

la línea abierta por Hooton, ya que los

estudiosos se dedicarán a una investigación

macroscópica, en la que se podría decir

que el objetivo son las intervenciones

quirúrgicas efectuadas por los habitantes

del archipiélago anteriores a la conquista.

Por lo que se refiere a la Bioarqueología, ésta

se encuentra limitada a la búsqueda del

origen de los canarios p así, si en el siglo

XIX S P d~~a r rol liíin) interk desmeci'?radi_n

por el cráneo, en toda la década de los años

sesenta se desata la pasión por dilucidar

dicho origen, cuestión que aún hoy siguc

sin solventarse, atendiendo a la determinación

de sus características físicas y estableciendo

comparaciones con etnias del norte

de África.

En esos momentos destaca la figura de

7 m . . -1- 1 s.11

J. U V ~ C L L IVIIIL*IC~, di que cabe cunsiiierar como

el impulsor de los estudios paleopatológicos

en las nuevas generaciones. Sus investigaciones

se centraron en las lesiones

traumáticas, observdridu que el mayor número

de ellas son craneales y muy pocas

postcraneales. La principal crítica a su labor

se ha centrado en su escaso contacto

con investigadores foráneos que hubieran

supuesto la apertura a nuevas corrientes

científicas, así como el no utilizar los métodos

estadísticos en sus trabajos.

Por la misma época M. Fusté realizará

estudios niaxilofaciales y dentales, que todavía

son de gran interés. Del mismo modo

centrará su atención en aspectos bioantropulógicos

de las poblaciones indígenas

de Canarias y su comparación con las actuales.

En los años sesenta la llegada a las islas

de 1. Schwidetzky supone una importante

aportación al proporcionar nuevos datos

sobre la población aborigen, enfocados

fundamentalmente en la búsqueda del origen

de aquellos primeros pobladores.

Igualmente abrirá nuevas vías de investigación,

como por ejemplo la observación

de los grupos sanguíneos y su comparación

con poblaciones africanas.

Para finalizar esta etapa dcbcmos resaltar

el equipo integrado por D.K. Brothwell,

A.T. Sadison y P.H.K. Gray, quienes inauguran

en 1968 los estudios histiopatológic

m f d ~ tle jido enfermo) en nliectri archipiélago,

aunque debemos lamentar la ausencia

de estudios que hayan continuado

en esta línea.

Todos estos preludios y antecedentes

curriierixan a dar sus frutos en fechas relativlmente

recientes, y3 qüc cs Uüronte los

últimos años cuando ha surgido un mayor

interés por estas especialidades entre nuestra

coniunidaci científica, reflejado en la celebración

y desarrollo en el archipiélago de

diferentes cursos, congresos, simposiums y

proyectus, entre los que cabe destacar entre

otros, Cl V Corzgreso Puru.$ricuno de

Pvehisforia y Estudio del Cuafunario (1963),

que supuso avances principalmente en el

campo de la Rioantropología. Esta reunión

científica se vió enfocada hacia la raciología

y la búsqueda de las raíces de los canarios

a lravés de la adscripción del tipo

antropológico al que pertenecen y su relación

con otras poblaciones, principalmente

africanas. Tdrribiéri rahr mencionar Ll S m -

posio lnternacia~zul del Hombre de CroMagrloli

(1969), o ya en fechas más recientes, la continuación

de toda esta trayectorid se \e reflejada

en la puesta en marcha del Proyecto

CRONOS (1992), elaborado por el entonces

Museo Arqueológico y Etnográfico de Tenerife,

en colaboracion con algunos Departamentos

de Universidades de EE.UU, cuyo

objet~vot ue el estudio de ia evoiución

biológica y sociocultural de las momias de

Tenerife (GONZÁLBZ ANTÓK et al. 1990:

138-139). Aunque sus investigaciones se

centraron en la isla anteriormente señalada,

este proyecto ha sido el verdadero impulsor

de la Palcopatología y Bioarqueología

en el archipiélago al extender su influencia

a otras islas, por cuanto ha

supuesto una "revolución" en la investigación

canaria al ofrecer nuevas tendencias

metodológicas e interpretativas.

De forma paralela, como consecuencia

del proyecto anterior, en 1992 se celebró en

Tenerife el 1 Congreso liztcrnaciorial de Estudios

sobre Momias, el cual proporcionó

avances novedosos en el campo de la Bioarqueología

y, sobre todo de la Paleopatología

canaria, al tiempo que continucí y potenció

el nexo ya establecido, a trdvés del

proyecto CRONOS, con investigadores foráneo~.

-

NOTAS

CONSIDERACIONES FINALES

A pesar de encontrarnos a finales del siglo

XX y a las puertas del comienzo de un

nuevo siglo y rnilenio, la Bioarqueología en

Canarias es todavía una ciencia joven que

lucha por ocupar un puesto "digno" en

nuestra sociedad. Cada vez son más numerosos

los estudios y tesis doctorales que

tienen como objetivo el análisis de estas

cuestiones, recuperando la línea abierta

por Hooton, hace casi 75 años, realizados

con un marcado carácter multicientífico

mediante la intervención de médicos, arqueólogos,

biólogos ..., convirtiéndose por

fin en una ciencia interdisciplinar, dejando

de lado esa ya tradicional visión exclusivamente

médica, cuya unión puede poner

en relación los datos puramente antropológicos

o médicos, con los culturales.

Sin embargo, todavía es largo el camino

por recorrer, aunque sean muchos los

logros metodológicos e interpretativos conseguidos,

pues son numerosas las ocasiones

en que seguimos asistiendo al trabajo

de investigadores que continúan limitándose

a enumerar una serie de datos y registros,

establecer tiyologías, etc., sin que

se proceda a un adecuado análisis interpretativo,

apoyado en adecuadas hipótesis

de trabajo y sin profundizar realmente en

el significado dc dichos materiales, obviando

el que este tipo de estudios tiene

como finalidad el acercarnos al modo de

vida, y en definitiva, a la cultura de nuestros

antepasados, la cual cs el verdadero

objeto de nuestro estudio.

1 Para poder hacer una breve revisión históri- 1990), en los cuales se basan muchas de las

cd de la misnia,es de inevitable referencia ios ideas aquí rccogiciiis.

artículos de C. Rodríguez Martín (1989,

La arqueología de la niuerte: la investigación bioantropológica en las Islas Canarias 69

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