VEGUETA, Número 5, 2000 9
ELEMENTOS DE DIFERENCIACI~NS OCIAL
EN EL BAJO ARAGON
DURANTE EL BROXCE FINAL-HIERRO I
ANDRÉSÁ LVAREGZR ACIA
JosÉ ALBERTBOA CHILLEGRIL
1 0 Andrés Álvarez Gracia / losé Alberto Bachiller Gil
OUnversdad de a s Fanas d? (,ran Canara i t o e c a Unuestsri Memmi Dgta le Caniris 20815
Resumen: En el presente trabajo se
abordan algunos de los aspectos que
m6s intcrcsan (i la dcnominada Arqueología
Social, el relativo a la configuración
de las sociedades. Nos proponemos, tomando
como base algunos elementos arqueológicos
de la zona bajoaragonesa,
realizar un intento de aproximación a la
realidad de los grupos humanos del
Bronce Final y Primer Hierro en esta comarca.
No son muchos los clcmentos de
referencia con que contamos por el momento
pero algunos de ellos, elementos
metálicos, enterrainientos, casas, tamaño
de los poblados, etc. resultan tremen-
A,,.",+, ,..".,,&;.,,o ,,m, ,,v., L,,", ,,- U U U L L ' L L C Y U ó C Y L L * " Y L"..," YYLU ..YLLI LiI
te intento dc accrcamicnto a los modclos
de sociedad de esta zona.
Palabras clave: Arqueología, Trrarquización,
Sociedad, Trabajo.
Abstract: This paper analyzes one of
the main aspects of the Social Archaeology:
tlie socieiies configuration. Through
some archaeological items found in the
lu3-:a,. ,v nAi. .a- -tL;- wi i (C--:-\ \ a p i i i , vvc; y i u p m r Sil
approach to the human societies who lived
in this area at the end of Bronze Age
and thr hcginning of Tron Age. Although
the number oí available items is nowadays
very limited, some of them are
meaningful enough metallic items, graves,
liouses, village sizes, . . .- to allow us
to deduce how they lived and died.
Key-words: Archaeology Hierarchy,
Socieiy, VVork.
Uno de los asyeclos que más llama la
atención de los investigadores es el relacionado
con la configuración de los grupos
humanos que fueron ios protagonistas de
los más variados y diversos hechos culturales.
El tratar de determinar la composición
de estos grupos, los procesos y fórmulas
por las que pudieron regirse estas
sociedades, los mecanismos del poder en
sus más diversas manifestaciones, las ideologías
que subyacen detrás de diversas
manifestaciones, etc. se presenta como una
tarea extremadamente complicada desde el
punto de vista de la Arqueología, ya que
muchas de las actuaciones del hombre, en
este sentido, no siempre dejan sus huellas
en forma de restos arqueológicos materiales
para poder interpretar fielmente los hechos
acaecidos.
No obstante, no cabe duda de que debemos
hacer un intento de aproximación a
estas realidades históricas y sociales, en la
medida de nuestras posibilidades, para
adentrarnos más en el conocimiento de los
grupos que protagonizaron una serie de
liechos que dejan corno resultado, solamente,
una serie de vestigios a interpretar.
Va a ser una serie muy limitada de hallazgos
los que, en general, nos van a permitir
tratar de explicar algunos de estos complejos
aspectos. En nuestro caso, la dificultad
es aún mayor si cabe especialmente por
dos motivos: la escasez de estudios enfocados
desde esta óptica en esta región y la
pequeña gama de elementos materiales con
que contamos. Por otro lado, a nadie escapa
q ~ e!e p eriodo crnn~lógicoq 1.~a harramos,
Bronce Final-1 Iierro 1, es un momento
de gran dinamismo en el seno del que se
conforman numerosos aspectos que llevan
a la formación de estructuras muy complejas
tanto a nivel político como social, económico,
religioso, etc., que dan como resultado
en toda Europa, en general, el surgimiento
de los llamados pueblos
L:-LA..:"--
L L I , , L " I I C " d .
Antes de comenzar el análisis de nuestro
territorio, creemos intcrcsantc realizar
una aproximación a lo que acontece en
otros ámbitos y a los modelos teóricos de
interpretación de las evidencias arqueológicas.
Ya a fines del IV milenio y comienzos
del 111, las sociedades europeas inician un
proceso de jerarquización territorial que
conlleva teóricamente el paso desde niveles
igualitarios de organización social a estructuras
más complejas que abocarán en el
surgimiento de los primeros estados europeos
durantc el 11 milenio. Las posiciones
teóricas para explicar estos fenómenos y
sus causas varían ostensiblemente de unas
Elementos de diferenciación social en el Halo Aragón durante el Bronce final-Hierro 1 11
corrientes a otras (GILMAN, 1981; SHENNAN,
1986; SBRVICE, 1984; FRIED, 1967).
El ritual individual de enterramiento con
desniveles de ajuares, la especialización artesanal
a tiempo parcial en la mayoría de
los casos, la liberación de determinados
grupos de población de las actividades de
subsistencia, los ccntros regionales con
concentración poblacional y el control que
determinados centros ejercen sobre las materias
primas y las redes de intercambio
son indicadores de una estratificación social
que, en el 11 milenio, seguirá su proceso
evolutivo, rompiéndose puco a puco las
relaciones de parentesco y dejando paso a
las relaciones de clase y al surgimicnto de
jefaturas complejas.
En los inicios del 11 milenio podemos
observar la consolidación de todo este proceso.
E11 el Sureste de la Península Ibérica
asistimos a un momento de gran complejidad,
con centralización dcl control dc los
prndi.irtnr de si.ihsistrncia y difrrpnciarinn
de niveles de riqueza en las tumbas que indica
diferenciación social (EIROA, 1989),
llegando a proponerse para algunas áreas
una organización política estatal con grandes
centros (NOCETE, 1984). En El Argar
se aprecia un cambio en el ritual funcrario
que pasa a ser individual o familiar y con
una doble diferenciación de ajuares: una
horizoiíta! por y ver:ica! pvr
pas sociales. Lull y Estévez aprecian hasta
cinco clases diferentes por los ajuares que
presenkin las tumbas. Las dos clases dominantes
se distinguirían por la aparición
de objetos de oro y plata; la de los miembros
de pieno derecho se iidríd dc~~riydñdr
de punzones y objetos metálicos, mientras
que el ajuar funcrario de los siervos está
constituido por un objeto frente a los esclavos
que no tendrían ninguno. Ello supondría
una organización estatal de la sociedad,
incluso con capitalidad de la que
dependerían jerárquicamente otros centros
menores (LULL y ESTÉVEZ, 1986).
Todas estas circunstancias, aunque con
diferencias regionales, conducen a una profundización
de la desigualdad social a lo
largo del 11 milenio. El 1 milenio a. C. constituye,
quizás, el momento más dinámico
para muchos territorios europeos. A lo largo
de este periodo vamos a ver afianzarse
a los denominados grupos aristocráticos,
sobre cuyo origen han surgido multitud de
tcsis y corrientes explicativas (RUIZ, 1992).
En algunas necrópolis se puede apreciar
el proceso de surgimicnto de la aristocracia.
Por una lado el príncipe necesita expresar
su riqueza frente al resto de la comunidad
pero procura la cohesión suficiente del grupo
para que no se desintegre, por ello reserva
un espacio en torno a su tumba para
la parte de esa comunidad más directamente
ligada a él. La forma ideal de estos
príncipes de distanciarse del resto de los
individuos sería la obtención de productos
de intercambio con sociedades lejanas
mientras que, internamente, estaría en la
cantidad dc objetos producidos localmcntc
qiie Ingran ariimiilar
Por otra parte se observa una diferenciación
de ajuar entre las tumbas masculinas
y femeninas y, también, con respecto a
las de los niños. En las masculinas aparecen
frecuentemente armas. Por taritu el sexo
y la edad son factores quc ordcnan la
sociedad y el conccpto de gucrra sc prcsenta
elitista y aristocrático.
La jCfatüra cvmp!Cju, la aris:vcracia
orientalizante o los príncipes hallstátticos
responden a modelos sociales diferentes,
pero coinciden en la acumulación de riquezas
en pocas manos, crisis de la sociedad
consanguínea y atención al concepto
de guerrd col1 SU t'xprebi611 rridieriai, ei drmamento
identifica al grupo social más
destacado (COLLIS, 1989; WELLS, 1988;
IOIIELLI, 1988).
A lo largo de esta breve síntesis hemos
hecho mención a la existencia de variaciones
regionales en los diversos territorios y
en la diversidad dc las formulas empleadas
en los mismos. A continuación, quisibramos
analizar la situación que se produce
en el Bajo Aragón durante el Bronce Final
12 Andrés Áloarez Gracia / losé Alberto Bachiller Gil
y 1 Edad del Hierro, centrándonos especialmente
en la comarca de Caspe, en la
que hemos venido desarrollando nuestros
trabajos desde hace algunos aiios (EIROA,
1982; ÁLVAREZ y BACHILLER, 1982; ETROA,
ÁLVAREZ y BACHILLER, 1983). No
obstante muchos de los aspectos que analizaremos
pueden ser extensibles, sin duda
alguna, a todo el territorio bajoaragonés.
Las campañas de excavación llevadas a
cabo en varios yacimientos de la zona como
Loma de los Brunos (EIROA y BACHILLER,
1985), Palermo 111-IV (ÁIYAREZ y
BACHILLER, 1996), Cabezo de Monleón
(BELTRÁN y ÁLVAREZ, 1987), Corraliza
de Rayes y Zaforas, entre otros (ÁLVAREZ
y BACHILLER, 1996), nos llevan a plantear
una serie de sugestivas hipótesis de trabajo
en relación con tema que nos ocupa.
En primer lugar, queremos dejar constancia
que, aunque estamos de acuerdo con
la opinión de que resulta peligroso hacer
ou -~ -n .-m - -a.- l i-7 -a.- r - -i n- .n- mc -n -h r- ~r- -i-i- ~ - c t i n n ~ccn r i s l~c -A - u u - - - u
partiendo de unos pocos datos, no obstante
vamos a plantear una serie de elementos
de discusicín que habrh de tenerse en
cuenta en la planificación de futuros trabajos
arqueológicos de la zona.
Por otra parte, a nadie escapa quc du
rantc cstc periodo dcl Bronce Final-Hierro
1 asistimos a una progresiva evolución de
1^^ -,.Ll..^: A-]^ LA 1 - -
L L I J ~ U Y I U C I C I I L C J I f j C I L L I U 1 L U U L U I I I L L L I L I J J U L I L I -
les y económicas cada vez más complejas
en las que hay que valorar tanto la evolución
local como los estímulos externos
(BLASCO, 1993: 170). Si seguimos a Fried
las causas de la estratificación vendrían
ciacias, cntrc otros aspcctos, por ci monopolio
de recursos limitados, la división técnica
del trabajo y la guerra (FRIED, 1967).
'Iambién, el paso de una sociedad sin clases
a la de clases implica la configuración
de una división social del trabajo (NOCETE,
1994: 121). Asimismo, la idcología cs
un sistema de ideas y de creencias que públicamente
aparece representado en ceremonias
y orientado estratégicamente por
diversos segmentos sociales o jerarquías
dirigentes (EIROA, BACHILLER, CASTRO
y LOMBA 1999: 290-293). En la zona del
Bajo Aragón, en el momento que nos ocupa,
er~coritrarrios alguiios elementos que
pueden ser significativos de la transformación
quc sc csta produciendo en estos grupos
y que a continuación vamos a analizar.
Respecto a los asentamientos, asistimos
durante este periodo a una mayor fijación
de la población a un territorio concreto con
la adscripción de grupos a esos territorios,
posiblemente por una mejora de las t6cnicas
de producción. El patrón de asentamiento
que encontramos es la agrupación
a lo largo del Ebro y sus afluentes o en la
proximidad de charcas, hoyas y balsas, con
una ocupación selectiva del territorio y un
sentido estratégico en los emplazaniientos.
Los asentamientos son fruto de un esfuerzo
colectivo y simultáneo, exigiendo una
planificación topográfica previa, configurándose
micro-regiones. En el caso de Caspe
h-!!-.mes diverses núc!eoc de cencentración
poblacional en torno a Palermo
(junto a la balsa Palerma), Hoya de Navales
y charca dc Sabanza y jrca cndorrcica
de Chiprana ( en torno a la laguna Salada),
no existiendo una distribución espacial lineal
cn torno a los ríos sino, más bien, lo
que Racioncro denomina "aglomerados"
(RACIONERO, 1981). Esta misma circuns-
Le--:- -- -L -- -1 AL..-:-- 2- Al--=:- LLI I ILILL JC UVJCL v a c ii ci ~c~il~iiuirv: nicaluL,
con la existencia de dos grandes focos de
atracción del poblamiento en la Hoya de
Alcarliz y la depresión de Valmal, en relación,
también, con antiguas o actuales lag-
u-n a- s de carácter endorreico (BENAVEN- -]^-- -,.,
lk, lYY3: 1LU).
Estos aglomerados poblacionales pudieron
ser sede de supracomunidades o tribus
(KUIZ ZAIJAI'EKU y FEKNÁNDEZ,
1984: 49-50), ya que como serlala Eiroa el
sistema económico que desarrollan las poblaciones
del Bajo Aragón haría ncccsaria
la interrelación entre poblados cercanos
(EIROA, 1986: 389- 408).
La distribución interna de estos poblados
durante el Bronce Final supone la conElementos
de diferenciación social en el Bajo Aragón durante el Bronce final-Hierro 1 13
solidación del modelo de calle central, no
exclusivo, cxisticndo otros tipos de asentaiiiieritos,
geiieralmente de tamafio reducido,
en los que las casas se agrupan dc formas
diversas ciñéndose a la topografía del
terreno. Los emplazamientos se produceti
tanto en llano como en ladera o en la cima
de cabezos. A medida que avanzamos en
este periodo se produce un indudable aumento
demográfico surgiendo poblados
más grandes (Zatoras, Cabezo de Monleón,
etc.), especialmcntc a lo largo del Bronce
Final 111. Al mismo tiempo se mantienen
pequeños asentamientos de 50 a 100 habitantes,
frente a los 200-300 de los mayores,
lo que plantea esta dualidad de tipos para
el Noreste (RUIZ ZAPATERO, 1985: 1068).
Durante este periodo asistimos a una cierta
despreocupación defensiva, los poblados
carecen de obras dc amurallamiento pese a
que la tipología de los emplazamientos, en
muchos casos, no garantiza su seguridad,
si bien es cierto que las varedes traseras de
las viviendas, como se ha señalado en muchas
ocasiones, pudieron cumplir esta lahnr
dc dcfcnsa. 1.a cxc~pciónla constituye
Cabezo Torrente donde existe un muro de
cierre en el costado norte, con un vano de
2 m. de anchura. En ambos extremos del
muro se conservan restos de dos torreones
defensivos, creando un prototipo que será
-ti!iza& en p&!ados P.AS m~ d o r n e cc eme
Mazaleón (MAYA, 1998: 381).
Durante el Hierro 1 parece producirse
un momcnto dc mayor inseguridad, los poblados
se ubican en lugares elevados y de
fácil defensa natural. Un ejemplo claro lo
L:L -1 -..Ll-A- 2.. 1- P ---- 1:-- AC
V I I ~ L I L U ~ C CI ~VVICIUCI uc in ~ i i i i a i i , . r i ur
Rayes; su asentamiento del Bronce Final está
a pie del cerro mientras que el del Hierro
1 aparece en la cima, dpruveclidriclo el
cortado de rocas. En otros casos se documentan
obras de fortificación, como en la
Loma de los Brunos, donde en el sector
oriental de la acrópolis aparece un grueso
muro de cierre apoyado en la roca que, a
su vez, ha sido tallada. Este mismo elemento
de cierre aparece en el PI de Palermo,
yacimiento en el que, también, la defensa
se pudo reforzar con una empalizada
de madera, a juzgar por la alineación de
agujcros que aparecen en un extremo de la
plataforma rocosa.
Pur otro lado, algiiiios dr r s h s poblados
presentan espacios de uso comunitario,
tal es el caso de los poblados de calle o plaza
central. Este espacio, además de servir
de acceso a cada una de las viviendas, pudo
emplearse para guardar en común el
ganado. Aunque no se han efectuado análisis
en los yacimientos de esta comarca, el
alto contenido en fósforo de los efectuados
en los suelos de la calle central de Genó sugieren
la posibilidad del empleo de este espacio
para guardar el ganado de noche o
en épocas de inestabilidad (MAYA, CUESTA
y LÓPEZ, 1998: 58). En el caso de Zaforas,
aunque también en otros yacimientos,
se ha indicado la existencia en este espacio
de una balsa para recoger el agua de
la lluvia que las techumbres de las casas
verterían hacia el interior del poblado.
A pesar de que la serie de dataciones
absolutas va siendo cada vez más amplia
(EIROA, y BACHILLER, 1985; ÁLVAREZ,
1990; ÁLVAREZ y BACHILLER, 1996), las
fechas se limitan a !os asentamientos mayores.
Sería interesante obtener series de
fechas absolutas para centros de menor entid2&
E!!^ 21/iid2rj'-. -. est,h!e~~r secuencias
de coetaneidad o no y posibilitar
el análisis del grado de interdependencia
de estos poblados o, dicho de otro modo,
el grado de jerarquización del territorio, ya
que está claro que compartieron un modo
de vida similo; y estos centrm s6!o -Y.-,"A":-" -
ron sobrevivir en relación a otros semejantes
(EIROA, 1985: 114 y 1986: 402). En este
seiilido, Bellrári y Álvdrez sefialaii que la
permanencia del Cabezo de Monleón durante
mas de dos siglos en pleno apogeo
pudo deberse a su condición de centro de
actividad metalúrgica (BELTRÁN y ÁLVAREZ,
1993: 67).
En el interior de estos poblados las habitaciones
se agrupan compartiendo pareAndrés
Álzlarcz G~nciiz/ José Alberto Bachiller Gd
des medianiles y sin apreciarse diferencias
significativas entre ellas. Se observan algunas
variaciones en los sistemas construclivos
de las casas de un poblado a otro y de
un periodo a otro, resultando mínimas las
variaciones entre unas viviendas y otras en
el seno de un mismo poblado en cuanto a
tamaño, calidad etc. La característica esencial
es la homogeneidad, aunque se detecten
algunas casas de mayor tamaño como
la 19 del Cabezo de Monleón. Todos estos
aspectos han llevado a sugerir la
posibilidad de la existencia de una cohesión
de grupo bastante fuerte y una organización
social basada en la familia nuclear
(RUIZ ZAPATERO, 1985: 515).
Sin embargo, sí podemos establecer algunas
diferencias por la calidad o cantidad
de los hallazgos materiales que han sido
recuperados en unas u otras habitaciones
en el curso de las diversas campañas de excavación.
En el caso del Cabezo de Monleón
nos encontramos con el hallazgo de
una serie, bastante extensa, de moldes de
fundición procedentes de una casa, así como
los dos hornos descubiertos en la campaña
de 1986 en las casas 32 y 33 (FlG.l.l),
con cámara de reverbero, cerca de dos
valvas de un molde de fundición de arenisca
para puntas de flecha (BELTRÁN y
ÁLVAREZ, 1987: 64; 1993: 66). También en
7 ~ F n r - i ~2~pa rición do octrictira do --&..A-"
piedras medianas y pequeñas podría constituir
la base de un horno, hecho que podría
corroborarsc por la aparición en sus
inmediaciones dc un molde para fundir hachas
de apéndices laterales (ÁLVAKEZ y
n A r r rrr r rn I nn' 1 7 7 \
uALnlLLEl \ , 1 7 7 ~ .1 1 / J . La C L ~ I - I C ~ I - ~ L L - ~ C ~ < I I - L
de moldes también se aprecia en la casa 7
del Roquizal del Rullo. Estos hallazgos
pueden ser indicativos de una especialización
de familias o personas en los trabajos
metalúrgicos, utilizando como materias
primas tortas, lingotes o rcamortizando
chatarra. La documentación de estas actividades,
al menos en algunos centros, llevadas
a cabo por especialistas técnicos, sería
un indicador de la tcndcncia a la estructuración
social interna (MAYA, 1998:
383), aunque sin alterar sustancialmente la
organizaciúri del espacio durilésticu ( KUlZ
ZAPATERO, LORRIO y MARTÍN, 1986:
94).
De la misma manera podrían documentarse
talleres domésticos dedicados a
la alfarería, como es el caso de una casa de
Laforas, donde aparecieron apiladas gran
cantidad de cerámicas (PELLICER, 1957).
Dado que dicha vivienda sólo se hallaba
excavada parcialmente, continuamos por
nuestra parte los trabajos arqueológicos en
1988, adscribiéndole el núinero 5 en relación
a las demás viviendas (ÁLVAREZ,
1990: 593). En el transcurso de su cxcavación
dicha vivienda continuó proporcionando
numerosas piezas cerámicas junto a
tiras de arcilla para su fabricación, hecho
que sugiere la existencia de un taller de alfarería
y una producción especializada.
Otra de las actividades que se documenta
en Monlrñn rs la textil, con la concentración
en la casa 17 de una serie de pesas
de telar y restos de colorantes. Este hecho
se documenta también en Zaforas con
un interesante lote de pesas de telar. La
dispersión de hallazgos de pesas por diversas
casas de un mismo poblado ha llevado
a la interpretación de que la actividad
textil pudiera ser de tipo familiar. No obstante,
tener oy. ~ ~ n y . f a m*inhqr
Y"' "'""'""
de ellas pudieron ser utilizadas como contrapesos
o tirantes (BURILLO, 1987: 109),
por lo que para documentar tclares hay
que recurrir a los hallazgos concentrados
en un lugar y en el que las pesas muestren
sii-~-tiLiu<e?n SU ~ C S Ü(C ASTRO, 1907: 112).
Documentamos, asimismo, la concentración
en determinadas casas, 31 de MonleOn,
de cuatro molinos, junto a artesas o
maseras y grandes rccipicntes en arcilla,
hecho que se ha interpretado como hogar
especializado en la transformación del cereal
(RUIZ ZAPATERO, LORRIO, MARTÍN,
1986: 94). La presencia de estos depósitos
o maceras está documentada tambifn
en Zaforas (FIC. 2.1 y 2) y en Ccnó. La
Elementos de diferenciación social en el Bajo Aragón durante el Bronce final-Hierro 1 15
concentración de molinos en una sola habitación
se aprecia en el poblado de Taratrato,
de época ibérica, planteándose la posibilidad
de que se trate de un espacio privado
que crea excedentes de producción o
de un espacio público dedicado a la1 actividad
(BURILLO, 1987: 106-107).
Otra de las actividades domésticas consiste
en la talla del sílex. Los abundantes
productos de talla, recogidos en la proximidad
del hogar, explicarían que se trata
de una actividad de tipo doméstico. Hay
depósitos de piezas de sílex en diversas casas,
especialmente en una alacena de la vivienda
10 de Monleón, donde aparecieron
nódulos, percutores, yunques, lascas y piezas
talladas (VALLESPÍ, 1993: 71-81), pero
también en otras habitaciones más
(BELTRÁN, 1984: 23-100).
Al margen de estos aspectos relacionados
con diversas actividades especializadas,
queremos incidir en la importancia de
profundizar en otros aspectos que pueden
aportar mucha luz a la hora de analizar el
complejo mundo de la organización social
y política de estos grupos. Hemos venido
aludiendo a la existencia de diversas tareas
realizadas por parte de especialistas, tareas
que están en el germen de la diferenciación
y estratificación social. La existencia de
grupos diferenciados también se plasma
por nix.~o! dirtinte de ZccecQ 2 determinados
bienes: de cara a los productos locales
por un proceso de acumulación por determinadas
personas o grupos y, por otro
lado, por la posibilidad de obtener bienes
de prestigio no locales. En este sentido, da-
A, ".., ,,, -1 ,,,,,c, ,, ,,, ,,,---1 -
U" ' 1 ° C . y"""""""""" "L ""S ""'"y" "
grado de acceso que pudieron tener a determinados
productos perecederos, cabría
poner. especial alención en los futuros trabajos
arqueológicos a diversos elementos
materiales, como determinados ejemplares
cerámicos, y su lugar de aparicidn en el seno
de las diversas estructuras de los pohlados.
Cuando analiramos los ejemplares
cerámicos correspondientes a este perir~do
del Bronce Final -Hierro 1. utilizados frecuentemente
como marcadores (acanaladas,
excisas, incisas, pintadas, etc.), parece
que damos por hecho que toda la población
tuvo acceso en igual medida a tales
elementos. Sin embargo, hay varios indicios
que pueden hacei-nos pensar que esto
no fue así. Uno de estos factores es el escaso
porcentaje de ejemplares de estos tipos
con respecto a los que no poseen decoración
y, en segundo lugar, la singularidad
de muchos de los ejemplares. Por otro
lado en el PII de Palermo ((FIG. 1.2) contamos
con la asociación de un repertorio de
piezas metálicas compuesto por una copa
de bronce, dos fíbulas de pivotes incompletas
y un broche de cinturón en forma de
T (FIG. 3.1,2 y 3). El conjunto presenta claras
vinculaciones con el mundo mediterráneo,
tanto la copa de borde plano engrosado,
relacionada con las tradicionales piezas
de banquete, como las fíbulas de pivotes
que tienen claros paralelos con ejemplares
de tipo chipriota, lo que induce a pensar en
contactos, más menos esporádicos, que
también parecen confirmarse con la introducción
selectiva y de forma aislada de cerámicas
típicas de Campos de Urnas Antiguos.
Ya en la Primera Edad del Hierro, según
Burillo, se produce un intercambio comercial
con distintos pueblos colonizadores
cpe tendrá r e p e ~ ~ s i ~ enne !c-S c~~i edade s
indígenas de la zona, motivando la producción
de excedentes y potenciando el desarrollo
de una sociedad jerarquizada (BURILLO,
1993: 231). Este intercambio trae
consigo objetos suntuosos como objetos de
L:, C . ~ . . l , " ,,,,.,,,", . -6, ,.,:"L:,..A,
L l l L l l " , L l V U l U S , 'LILIIIIILU.,, L L L . , L A l i l L I L I I U I ,
una mayor estratificación social (BURILLO,
1992: 212).
En este aspecto habría que valorar la
aparición de hallazgos como la espada de
la Fila de la Muela (Alcorisa), ejemplar de
antenas con empuñadura de bronce y hoja
de hierro con nervadura central (FIG. 4.6).
La especial cnmposirión metálica de la espada
y la técnica de fabricación son peculiares.
La decoración de la empuñadura se
16 Aridri, Á171urrz Gr u ~ i u1 Jus¿ Alberto Bizchillcr Gil
ha llevado a cabo con el uso del troquel.
Idas antenas en forma de U y el puño recubierto
con hilo de cvbre plano contribuyen
a darle unos rasgos tipológicos originales.
La longitud de la misma, 103 cm., y el lujo
decorativo así como su esmerada decoración
hacen suponer que pudiera cumplir la
función de atributo de siiperioridad jerárq
u i ~ dP. or vtro lddo y en esta misma zona,
en concreto en el yacimiento de La Tallada,
en los momentos finales del Hierro 1 e inicios
de la iberización, vemos aparecer algunas
piezas excepcionales, como una fíbula
incompleta de bronce con apliques de
coral e incisiones de líneas, pequeños
triángulos y círculos (FTG. 4.5). Asimismo,
en los momentos finales de la Loma de los
Brunos, comienza la importación de cerámicas
de signo protoibérico, que vienen a
representar el 0,s $%de la vajilla del yacimiento
(EIROA, 1986: 402-403). A partir del
siglo VI a. C. hay importaciones griegas de
Massdlid y Ampurias como Kylikes etruscos
(La Gessera), cerámicas de figuras negras
(Els Castellans, Azaila) y rojas (San
Antonio de Calaceite) y otras de barniz negro
(MAYA, 1998: 390).
Otro de los aspectos que plantea graves
problemas de interpretación es el relacionado
con las necrópolis tumulares de incineración
de la comarca caspolina y bajoaragonesa
en general. El primer aspertn qiie
llama poderosamente la atención es el bajo
número de túmulos existente en cada
riecrópolis en relaciún al tamaño de su currespondiente
poblado y al periodo de ocupación
del mismo. Aunque tenemos cons-
Am 1- An"t,...mm;A- A- -le3.--'. CU.IL. U,. .a UCLILIULL.VIL UL UI bUuVd dc cs
tos túmulos por efecto de muy diversas
actividades, parece estar claro que no todos
los habitantes de un poblado eran enterrados
utilizando este sistema. Resulta interesante,
en este sentido, observar como los
túmulos se localizan mayoritariamente en
la Loma de los Brui-ios, Corraliza de Rayes,
etc. directamente sobre plataformas rocosas
no aptas para ei aprv\whamiento económico,
especialmente agrícola. Quizá, por
este motivo, se produzcan agrupaciones de
túmulos en diversos lugares, como es el caso
de la Loma de los Brunos, buscando terrenos
libres de prácticas agrícolas. Un hecho
revelador son los análisis palinológicos
efectuados en este yaciniiento que muestran
que los campos de cultivo se situaban
en la zona próxima al poblado, "ya que se
ha demostrado que porcentajes superiores
al 3% sitúan la zona cultivada a menos de
1 km." (EIROA, 1982: 101). Si nos atenemos
a estos datos, podríamos deducir quc cl
número de túmulos destruidos por las
prácticas agrícolas, en tiempos más modernos,
no debió ser excesivamente elevado
al asentarse sobre las zonas tradicionalmente
menos aptas. Por ello y teniendo en
cuenta la similitud de explotación económica
con otras como el Bajo Segre, donde
aparecen necrópolis mucho mavorcs, dcbemus
inferir que inicialmente el número
de túmulos fue porcentualmente bajo en
esta zona con respecto al voblamiento. T.
Maigi fue el primero en tratar de buscar
una salida satisfactoria a este problema. Su
propuesta era la de la cxistcncin dc tina
organización patriarcal de carácter gentilicio
en cuyo seno sólo el cabeza de familia
de cada gentilidad era enterrado en iin túmulo,
mientras que el resto de la población
sería incinerado en el interior de las casas
(MATCI, 19hn) En esta misma línea apl'inta
Eirva al afirmar que en el Bajo Aragón
hay sólo tumbas de personajes principales
desconociendo, debido al empleo de la incineración,
si en cada tumba están los restos
de un único personaje o de varios (EII?
C)A, 19%: 114). En rúalqüici- coso 5610 un
pequeño porcentaje de la población se enterró
en estos túmulos, se construyeron para
determinados ~iiierribros del grupo (PEREIRA,
1991: 115-203). Si seguimos los
principios de O'Shea todas sociedades emplean
uno o varios sistemas de deposición
de sus muertos (O'SHEA, 1984: 88). Otras
hipótesis abundan en idéntico sentido pero
plantean la posibilidad de enterramiento
para la población de menor status social
Elementos de diferenciación social en el Bajo Ardgún durante el Bronce final-Hierro 1 17
en hoyos de incineración que, por el momento,
no han podido ser detectados en la
comarca, pero sí se atestiguan en Azaila
(BELTRÁN LLORE, 1976: 93). Debido a estos
indicios, Ruiz Zapatero mostró la necesidad
de excavar en cxtensióii alrededor de
estas necrópolis (RUIZ ZAPATERO, 1985:
517), lo que podría suponer la existencia de
una sociedad jerarquizada, debido a lo que
Binford denomina diferencias de enterramiento
en el ámbito de una misma necrópolis
(BINFORD, 1972: 221).
Al margen de estos aspectos, observamos
que el lugar clcgido para la situación
de los túmulos pudo responder no sólo a
premisas económicas sino, también, religiosas
(ROYO, 1993: 97). La ubicación de
muchos de estos conjuntos tumulares hacia
el ocaso solar es frecuente, pero más lo es
el que la abertura de lado menor con murete
de las cistds también esté orientada hdcia
ese punto, tal y como se confirma en
Azaila y en el túmulo 10 de la Loma de los
Brunos (el mayor de todos). Ello nos situaría
ante un ritual que identifica el ocaso del
sol y el mundo de los muertos (MAYA,
1998: 389-390).
Por otro lado, los cadiveres sc incincraban
bien en el túmulo, al lado, o en lugares
destinados a tal fin. La concentración
de cenizas, carbones, restos óseos calcinadGs
T,T -f r.?- i or .r- m . o- n.. t..n r de h r e n ~ fe n una zona
concreta en Corraliza de Rayes, Palermo o
La Tallada, pueden atestiguar la existencia
de "ustrina". El cadáver era incinerado con
sus objetos adorno que aparecen fundidos
o deformados por el calor, incluso a veces
L-ll,--, : , , , . . , e , , 4 , , ,,,..,,ñ-o ",,+,, A', """""'~'.a l l l C L U . , l L l " L l r y L y U ' I I L L d 6 " L U U U..
metal de bronce en los restos óseos, lo que
indica que las piras alcanzaron temperaturd5
conlv míni1110 de 700-800 ". Los restos
óseos y elementos personales debieron ser
objeto de una recogida selectiva e introducidos
en las urnas, junto a algunos restos
más y pequeíios vasos que acompañan, en
ocasiones a las urnas (MAYA, 1993: 44). Se
puede decir que no hay una tipulogía cerámica
específica para su uso funerario, a
excepción de algunas urnas o vasos de
ofrendas, en comparación con las cerámicas
halladas cn los poblados. Pcro sí crcc
mos, al igual que Royo, que existe una diferenciación
en relación a los elementos
metálicos. Como bien señala Eiroa, en esta
zona el valor de los instrumentos de metal
los hace prioritarios. El metal es un material
de cdra adquisición y hasta de lujo, eri
algunos casos, que era objeto de una reamortización
hasta límites que rozan la miseria
y en caso de abandono del poblado se
llevaban consigo estos materiales (EIROA,
1982: 164-167). De ahí, la pobreza de hallazgos
metálicos en los poblados mientrds
que, por el contrario, en las necrópolis y lo
hemos comprobado en los ustrina su abundancia
es mayor. A ello se une el hecho de
que frente a la supuesta penuria de elementos
metálicos en los poblados, sin embargo,
a los muertos se los incinere con
ellos. Este hecho puede interpretarse dentro
de las tradicivnes rituales y religiosas
como objeto de una especial atención hacia
el difunto (ROYO, 1993: 97).
Hay, en el aspecto funerario, algunos
datos de interés más proporcionados por
los trabajos arqueológicos llevados a cabo
en la necrópolis de la Corraliza de Rayes
(FIG. 5.1). Se conservan sólo ocho túinulos,
siete circulares y uno cuadrado, y dos cistar
también ri.ladradac Cabe ri.ipnnPr q1ne
algunos más han desaparecido por las labores
agrícolas y otros han sido violados
apareciendo esparcidos los fragmentos correspondientes
a urnas y vasitos. A juzgar
por las piezas cerámicas, todos los túmulos
* , , ~ C ~ . . . . * A ' > ~ . *,,..+r>m,,*,,m - 1- n,.;-fi..- EA.,A
'""O" 'U""" y''""""' " 'U ' """'U """U
del Hierro, entre ellos los circulares simples
y los de círculos concéntricos, mientras
que el cuadi-adv y las dus cistas deben
ser del momento final. En este sentido queremos
plantear dos interrogantes. La primera
se refiere a si los túmulos simples y
los de círculos concéntricos solo difieren en
aspectos estructurales-crondhgicos o si cabe
vtru tiyo de iriterpretac~ún de contenido
social. La segunda, prácticamente en el
18 Andres Áloarez Gracia / José Alberto Bachiller Gil
mismo sentido, obedece a las grandes dimensiones
del túmulo 1, 4,55 m. de diámetro
(FIG. 5.2 y 3), con estructura en for
ma de torre cilíndrica conservando hasta
cinco hiladas de piedra, frente a los demás
cuyas dimensiones oscilan entre 2,10 (no 3)
y 3,50 m. y tres anillos coiicéntricos (no 6).
Desgraciadamente, al margen de las difere~~
cidess tructurales y de magnitud que
pudieran interpretarse como signos de diferenciación
social, debido a las condiciones
de deterioro en que nos han llegado
nada podemos aventurar. Sin embargo,
queremos llamar de nuevo la atención sobre
el túmulo 1U de la Lvrna de los Brunvs,
el de mayor envergadura con clara diferencia,
de 5,50 m de diámetro. Está ligeramente
separado del resto, unos 20 m. aproximadamente,
posee cista excéntrica con
murete de apertura hacia el poniente, y
proporcionó un ajuar diferenciado conipuesto
por un vasito, cuenta de collar pétrea,
u11 fragmento de fíbula de bronce y un
fragmento de resorte y parte del puente de
una fíbula de hierro (EIROA, 1982: 25-26).
Teniendo en cuenta toda esta serie de circunstancias
y también, teniendo en cuenta
que la aparición del hierro en esta zona parece
significar una profundización en la desigualdad
y símbolo de prestigio social, cabría
suponer que se trata de un signo y manifestación
de jerarqi~i~ación.
Algunos de los datos mencionados con
anterioridad nos wgirren una serie de consideraciones,
obviatiiente sujetas a discusión,
que pueden contribuir a ofrecer una
nueva visión y a abrir nuevas perspectivas
de estUdi~e ~ c a ~ i r ~ u ud uc~vn occr!a m-b-u
nización sociopolítica de estos grupos.
En primer lugar, observamos que a lo
largo del Bronce Final asistimos a la eclosión
de nuevos asentamientos en la comarca,
alcanzando su máxima expresión en el
Brorice Final 111. Los poblados están más
próximos entre sí, existiendo una serie de
centros de mayores proporciones (Cabezo
de Monieon, Zaíoras, Faiernio, etc.) frente
a otros de reducidas dimensiones (El Cabecico,
Val de Zail, La Roca, La Roqueta,
Balsete del Moro, Corraliza de Rayes, Mas
del Pastor, etc.). Este incremento de población
puede denotar que la base de subsistencia
se halla plenamente garantizada mediante
la expluktriúri de lus recursos agrícolas
y ganaderos, fundamentalmente, a la
vez que exigiría una esmerada y equilibrada
organización de los poblados con respecto
al territorio, por lo que cabría pensar
en la existencia de una jerarquización territorial
con lazos de dependencia de unos
poblados con respecto a otros o de interdependencia.
Durante la Primera Edad
del Hierro se produce el abandono y decaimiento
de muchos de estos poblados, a
la vez que persiste el poblamiento concentrado
en determinadas áreas. Quizás, la
causa de esté proceso se deba a una crisis
de explotación de los recursos económicos
o a una ruptura del delicado equilibrio
existente durante el periodo anterior, pues
no parece que las cuestiones militares. con
escasos elementos defensivos, puedan tener
gran influencia al respecto, aunque sí
denotan una situación dc cicrtn inestahilidad.
Es posible que se trate de un periodo
de competencia por el control de los recursos,
apareciendo al final algiinns nhjetos de
prestigio y lujo que dejan entrever una situación
de mayvr complejidad en sus fóriniil;
i< qocial~cy ~rnnómirris.
Ya en el Bronce Final, asegurada la base
de subsistencia, observamos que determinadas
actividades artesanales alcanzan
cierta relevancia en algunos centros, tanto
es así que podría hablarse de distribución
G divisihn ocio! de! trobaju. Farece c:ñrü
que en el seno de un mismo poblado (Cabezo
de Monleón, Zaforas, etc.) existen
grupos, personas o fdrriilias especializadas
en determinadas producciones como las
metalúrgicas, cerámicas, textiles, etc. Desconocemos,
por el momento, el grado de
especialización (a tiempo parcial o completo)
y si determinadas producciones se
dedican sólo al abastecimiento familiar -
dadas las características de algunas de ellas
Elementos de diferenciación social en el Bajo Aragón durante el Bronce final-Hierro 1 19
pensamos que no- o del poblado o si, por
el contrario, sirven de elementos de intercambio
con otros poblados del área. Hay
dos hechos que nos llaman poderosamente
la atención. El primero es el relativo a la
proclurcicíi~m elalút-gica. Teniendo en cuenta
que el acceso a la materia prima es muy
restringido, el nivel de conocimiento técnico
que se precisa, el elevado número de
moldes hallados, el hallazgo de dos hornos
de fundición en dos habitaciones diferentes,
pero contiguas, y la reamortización de
piezas de bronce que se da en el Cabezo de
Monleón, cabe pensar que se trata de una
actividad especializada y, posiblemente,
que este poblado funcione conlo centro de
producción e intercambio con respecto a algunos
de poblados de la comarca.
En segundo lugar, hemos de referirnos
a la producción cerámica. El hallazgo en
und casa de Zaforas de un gran número de
piezas cerámicas, varias de ellas apiladas,
cintas de arcilla, un rrioli~~oa,l isadores y
una variopinta representación de formas y
temas decorativos en las piezas indican, sin
lugar a dudas, que se trata de un taller de
alfarería. Ahora bien, teniendo en cuenta la
gran cantidad de piezas y la existencia de
vasos hitroncocónicos con decoración de
motivos idénticos a los que encontramos
en otros yacirriientus de la zona, cabría
pPnsr7r m I r 7 r ~ i ~ t ~ n rdi~r i?in pipo, . persona
o familia especializada en la producción
cerámica destinada no sólo al abastccimiento
de dicho pobladu sino, tariiL>iéii,
del área circundante, al menos en lo que se
refiere a dettrminadus tipos de piezds ce-
ra,L ~.L :csc, dercurtUn.deI L existe:~iz de
producciones locales en el seno de cada poblado,
al menos por lo que respecta a las
vasijas de uso cotidiano.
Por otro lado la homogeneidad cultural,
fruto de la proximidad de los poblados
entre sí y de los estreclicrs lazos de dependencia
o interdependencia, y la disposicicín
urbanística de las viviendas con paredes
comunes y espacios de uso coiectivo,
que indican una fiicvte cohesión dc grupo,
no tienen necesariamente que interpretarse
como uniformidad social de estos grupos
de población. De nuevo queremos hacer
alusión al lote metálico hallado en una
vivienda del PII de Palermo que puede ser
interpretado como elemento diferenciador
de una persona o familia. Las redes de intercambio
a larga distancia son uno de los
cauces de ddquisiciúri de liieiie> de presligio
personal que sirven de elemento diferenciador
de un individuo frente al resto
de la comunidad y, por tanto, símbolo de
un status superior a nivel social, económico
o político. Este hecho no sería excepcioiial
en el Valle del bbro ya que la estela
de Valpalmas no hace más que confirmar
la representación de la superioridad jerárquica,
siguiendo una interpretación tradicional.
Determinados hallazgos de espadas,
entre las que cabe figurar la de la Fila
de la Muela, se han interpretado en
igual sentido en el ámbito del Noreste, por
no mencionar algunos elementos todavía
más exc~pcionales como el torques de oro
de Tremp.
Tampoco éste sería el único caso de evidencia
de contactos exteriores, al margen
de los de fines del Hierro 1, algunas cerámicas
típicas de Campos de Urnas, cerámicas
de Boquique, vasijas de apéndice de
botón, kernoi y vasijas de tipo Sassenay
son claras muestras de estas conexiones.
Sin entrar en valoraciones sobre si es
conveniente » no la aplicación de las tesis
explicativas ~itilizadasp a r a otras regiones
europeas, la consecución de bienes de in-
Lercanibio con grupos alejados se consider-.
!a fórmll!-. Pmp!e2& pfir los i ~ f n~ñrcs
1 - - - - r -.- --
manifestar su prestigio, pero tambicn lo es
el grado de acumulación de objetos y biencs
dc producción local, entre los quc habría
que valorar diversos tipos de producciones
como, por ejemplo, las cerámicas o
los metales, al margen de otros productos.
Las nccrópolis con el escaso iiúrnero de
estructuras funerarias por poblado, sus
ajuares y sus cliíerencias estructiiraics pueden
ser reflejo, como hemos visto, dc un
trasfvridu social menos uniforme de lo que
se supone. Es por ello que se debería prestar
una atenciún especial, a nivel arqueológico,
a la posibilidad de existencia de otros
rituales diferentes y observar, con sumo
cuidado, tanto las variaciones estructurales
de las tumbas como de los ajuares de cada
AridrPs Álriurrz Gracia / ]osé Alberto Bachiller Gil
una de ellas, máxime si, como hemos mencionado
ya con anterioridad, nos l-iallamos
cintc grupos quc, aunquc aparcntcmcntc
presentan una homogeneidad cultural, encierran
una complejidad de pensamiento
religioso y social que no sólo afecta a las
necrópolis.
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CASA ,,' 31 \
CASA \ v. \ u
tNh?S>C< y
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. . , .
-op, 'O
. --.o .\ B : :
Fi,yirvn 1.2. I'lanimetria del Corte 2 de palermo. (P 11).
24 Andrr'c Álziavez Gracla / losé Alberto Hnchillcr Gil
Figur02.1 Esquema en planta de dos casas dc Zaforas.
1 ZAFORAS
F'guriz 2 2: I'laniinetría dr iin derrumbe de pared de Zaforas. (Carnpaiia 1988)
Elementos de diferenciación social en el Bajo Aragón durante el Bronce final-Hierro 1 25
F ~ ~ L 3~.1Y: RCu enco de bronce del P 11 de Palermo. 2 y 3, fíbulac de pivotes del P 11 de Palermo. 4. Vasijita de
bioiice cm drroraci011 de líneas puntilladas de la I.«na de Domingo Sanchu (Caspe, Zaragoza).
26 AndrPs Á~ziarez Gracia / ]osé Alberto Bachiller Gil
F?qura 4.1: a 4, diversos elementos metálicos procedentes de 1.a Tafallada; 5, fíbula de bronce con apliques de
coral (La Tafallada); 6, Espada de la Fila de La Muela (Alcorisa).
Elementos de diferenciación social en el Bajo Aragón durante el Bronce final-Hierro 1 27
riguvn 5.1: Plano escluemrítico de la necrópolis de la Corraliza de rayes; 2 y 3, túmulos 1 y 7 de dicha
necrópolis; 4 y 5, idolillo de barro con cabeza de pájaro y colgante de piedra (Corraliza de Rayes).