VEGCETA, Número 4, 1999 (211-220) 21 1
La reorganización
municipal de 1930 en
Las Palmas de Gran
Canaria
*Profesuru usoclada de H " Coiitcrnporlínea.
Depat tnmento de C~enriasH lstoricas ULPGC.
Ohversdad de a s Fanai d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri aemmi Dgta le Caniris 20815
212 M." Liizsa Montpiro Q~ii~itni~a
A 1 terminar el año 1.929 la Dictadura
entraba en su fase final. Una vez que
ésta había afrontado los dos problemas que
parecían más graves entonces, el marroquí
y el orden público en Barcelona, comenzó
su decadencia, perdiendo la posibilidad de
poner término al régimen de excepción y
retornar a una normalidad revisada'.
La oyusicih de sectores como la Universidad,
la prensa, los jefes o dirigentes de
partidos históricos o de los republicanos y
responsables de las organizaciones obreras,
se intensificó desde 1.928. La prosperidad
económica de los primeros años de Dictadura
comenzaría también a resentirse por
esos años, a la vez que, dentro del propio
Ejército, crecía la oposición a Primo de Kivera.
Era evidente, en este contexto, la incapacidad
de la Dictadura para crear un régimen
político nuevo. Desde agosto de
1.929 se le había sugerido a Primo de Rivera
una retirada honorable de la ercma
política, precipitándose a partir de entonces
las gestiones entre los medios políticos
próximos a la Corona, para buscar fórmulas
de retorno a la legalidad constitucional.
Las presiones en torno a Primo para forzarle
a abandonar voluntariamente el poder
dieron como resultado la renuncia pública
del dictador el 30 de enero de 1.930.
F1 genera! Dárr\.zso Rererigwr, jcfc dc !o
casa militar del rey, fue el encargado de
formar un gabinete con una gran cantidad
de miembros de la "z,icja política", que
apostaron por el retorno progresivo a la legalidad
constitucional de 1.876.
Este rc.urno a 1i n- L-L V L U L-1~'L LJ U- ~ 3U cunbiitucional
comenzó con el requerimiento a figuras
conservadoras, tanto del partido
coi-iservadur como de los regionalistas de
la LLiga, para restaurar el mecanismo electoral,
mediante la reconstrucción del censo,
la restitución de las garantías constitucionales
y con ellas de los partidos y la libertad
de prensa. Se trataba, de esta manera,
de encauzar todo el sistema institucional a
la situación anterior a 1.923, como si nada
verdaderamente grave hubiese ocurrido en
la política nacional. Se elegirían, en su momento,
Corks, diputaciones y municipios,
vigilando la Corona y el general Berenguer,
este proceso normalizador.
Sin embargo, el error fundamental de
este empeño, por parte de Berenguer, consistió
en no haber comprendido que la misma
existencia de la Dictadura probaba, sin
lugar a dudas, que no podía restablecerse
la situación previa al golpe de Estado2.
En este sentido, sólo el sector más radical
del cnnservad~~rismesop añol apoyó totalmente
a Berenguer, mostrándose el resto
de los políticos monárquicos, sobre todo
los liberales, con serias reservas hacia las
intenciones del Gobierno, cuya lentitud en
su proceder provocó las desconfianzas y
recelos de la mayor parte de los políticos
del país, ganándose dicho gobierno el sobrenombre
de "dictablanda".
Durante esta etapa crecería el protagonisrni
/le !cc grupus rc-pb!ic~cos y de izquierdas,
cuya unión frente al Gobierno
Berenguer y a la Monarquía, se materializaría
en el celebre Pacto de San Sebastián
firmado en el verano de 1.930. La oposición
de estos grupos fue muy importante en las
ciudadcs, cuyas masas se adherían masivamente
a los partidos no dinásticos, movilizándose,
como nunca había ocurrido en
E -- -2 - ... . -1 ' bayniia, iiiruiaiiic id ydriicipación en ios
mítines, concentraciones, actos de propaganda,
huelgas obreras, etc., organizadas
por dicha üyosicii>n al régimen. Para Javier
Tusell, esta siiuación era realmente grave
para el régimen, si tenemos en cuenta quc
ias clases medias comenzaban a mostrar en
esta epoca un cierto distanciamiento hacia
la figura del Rey, a lo que contribiiía la decepción
sufrida por un buen número de antiguos
personajes del régimen monárquico.
A ello hay que unir también el apoyo de los
intelectuales y parte del Ejército al republicanismo,
mientras el gabinete Berenguer
proseguía la confección del censo electoral
con excesiva lentitud, lo que indujo al comittí.
republicano a acelerar las cosas preL.
1 rccrg.vir-.ciSn municipa! de 1Q?0 en la Palmas de Gran Canaria 213
parando una insurrección cívico-militar a
favor de la República para el día 15 de diciembre
de 1.930, que sería abortada, encarcelándose
a miembros de dicho comité
y condenando a muerte a los capitanes sublevados,
Galán y García.
El proceso electoral seguía así su curso,
convocándose elecciones para diputados
para el día 1 de marzo. Los republicanos,
los socialistas, los propios liberales monárquicos,
el grupo constitucionalista, se pronuncian
por el rctraimicnto y la abstención,
!o q i . ~ha ría entrar en crisis al gabinete Berengutr
y a los proyectos electorales del
mismo.
La crisis política sc saldó con la salida
de Berenguer del Gobierno y la formación
de un nuevo gabinete que concentraba a
los dispersos grupos monárquicos de los
partidos históricos. El almirante Aznar, con
un gobierno de concentración monárquica
en la que el conde de Romanones tuvo un
destacado papel, juraba el 18 de marzo al
frente del nuevo Gobierno.
En este intento de retorno a las prácticas
constitucionales que acabamos de esbozar,
una de las medidas tomadas en tal
sentido fue la constitución de nuevos
ayuntamientos. El 8 de marzo de 1.930 se
proclamaban los nuevos concejales que habrían
de constituir el nuevo Ayuntamiento
de la Ciudad. El Gobernador Civil de la
Provincia, Antonio Rasrrín, daba lectura al
Real Decreto del Ministro de la Gobernación,
por el que, por un lado, se establecía
la designación de nuevos concejales de
acuerdo a la lista de mayores contribuyentes
según la de compromisarios que se formó
en enero para la elección de senadores,
y, por otro, de acuerdo también, a la lista
por orden de mayor a menor votación obtenida
dentro de cada distrito electoral de
cuantos han desempeñado el cargo de concejal
en virtud de las elecciones celebradas
en noviembre de 1.917, enero de 1.920, y
1.922.
Se establecía así la designación de 37
concejales, 19 mayores contribuyentes y 18
ex ~oncejalesd e las tres últimas eleccioncs.
De acuerdo con el mencionado decreto,
el hasta entonces Alcalde de la ciudad de
Las Palmas de Gran Canaria, José Mesa y
Lóptz, no figuraba entre los 18 mayores
contribuyentes, ocupando el número 25, ni
tampoco entre los concejales más votados,
pues si bien era el tercer concejal más votado
de su distrito, sólo a los dos primeros
correspondía ocupar las concejalías. Quedaba
Mesa, por lo tanto, fuera de la nueva
Corporación Municipal, de momento.
Sin embargo entraban a formar parte
del nuevo Ayuntamiento viejos conocidos
de Mesa y de la política local: Tomás Quevedo
por el distrito de Vegueta, Saturnino
Bravo de Laguna por Triana, Emilio Valle
y Glaria por Sai-ita Cataliiia, Eriiesto PCrcz
Miranda por La Isleta, Juan Artiles Fabelo
o Bruno Naranjo por Tafira, como veremos
más adelante.
De acuerdo con el mencionado Real Decreto,
entraban a formar parte de la nueva
Corporación los diecinueve mayores contribuyentes,
que por rigiiroso orden tributario,
eran los siguientes: Manuel Campos
Padrón, Domingo López Fonte, Vicente
Hernández López, Diego Domínguez Silva,
Manuel Sánchez Bellido, Manuel González
Martín (Presidente del Cabildo Insular de
Gran Canaria, y futuro miembro del partidn
fiindado por Mesa en la 11" República,
el Partido Popular Agrario Autónomo),
Juan Cabrera Henríquez, Juan Díaz Benítez
(se presentará en abril de 1.931 en la candidatura
monárquica, y posteriormente ingresará
en el P.P.A.A. de Mesa), Manuel Díu
Cdsdiiuva (inieil-ibro del futuro P.P.A.A.),
Antonio Espinosa, Juan de la Fc Cruz,
Francisco González Silva, Tomás Hernández
Suáre~M, anuei Linares jimenez, Taustino
Márquez Ortega (candidatura monárquica
en abril de 1.931), Pedro Morales Ro-
OUnuersdad de a s Fanai d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri Memm Dgta le Caniris 20815
214 M." Luisa Monteiro Qiíintanii
dríguez, Luis Navarro Carló, Sebastián de
la Niiez Aguilar y José Juan Pérez Melián3.
En lo que se refiere a los concejales designados
con arreglo a los distritos municipales,
figurarían los siguientes, por orden
de votos:
VEGUETA:
- Tomás Quevedo Ramírez
- Antonio Millán Jaubert
- Rafael Avellaneda Rodríguez
TEATRO:
- Francisco Jiménez Enríquez
- José Rodríguez Hernández
- A!irndn Cahrcra P&cz
TRIANA:
- Saturnino Bravo de Laguna
- Tomás Sintes LLabrés
ARENALES:
- Bernardo Suárez Talavera (candidatura
monárquica en 1.931 e ingreso
en el P.P.A.A. de Mesa)
- José Rodríguez Marrero
m SAN j ~ ~ h :
- David Ramírez Acosta (candidatura
monárquica en 1.931 e ingreso en el
P.P.A.A. de Mesa)
- Manuel Sarmiento Vázquez (ldem)
SANTA CATALINA:
- Emilio Valle y Gracia
- Antonio Roca Bosch
ISLETA:
- Ernesto Pérez Miranda (Director del
Diario de las Palmas)
- Ambrosio Ramírez Velázquez
TAFIRA:
- Juan Artiles Fabelo (candidatura monárquica
en 1.931)
- Bruno Naranjo Díaz (Idem)
El 11 de marzo tomaban posesión los
nuevos concejales y, atendiendo al Real Decreto
de 15 de febrero de 1.930 se encargaba
la Alcaldía de la Ciudad al concejal de
mayor edad, correspondiendo en Las Palmas
a Domingo López Fonte.
Apenas un mes permaneció López Fonte
en dicho cargo. El 15 de marzo del mismo
año se celebraba una sesión extraordinaria
para la "toma de posesión del Sr. Alcalde
D. José Mesa y López nombrado por
11.0. de 13 del corriente".
Mesa no había sido ajeno a todo el proceso
de designación de concejales y Alcalde.
Desde febrero estuvo en contacto con
su primo Leopoldo Matos, Ministro de Fomento.
Así, en carta que le dirige el 23 de
febrero le expone su opinión y también su
ruego en cuanto a la constitución del Cabildo
y ayuntamientos, en los que participa
Matos como miembro del nuevo Gobierno.
Sobre los ayuntamientos, Mesa es de la
opinión que, en Las Palmas, Guía y Telde
era necesario hacer el nombramiento por el
Gobierno, pero en las demás poblaciones
se debía dejar libertad a los ayuntamientos
para nombrar a su Alcalde "evitatzdo así inferuenir
un criestiones locales que piidieran pro
ducir el mojo de personas n m i g n ~ " ~ .
En el caso de Las Palmas, exponía Me-
,..,-. , ,,,, ;,,, ,,., 1,- 1 0 ----,- ' dLL yuc A"> L U y L , u l c l u > LullLLlbuyentes
constituían una serie de calamidades,
salvo dos o tres, que no especifica.
"Gentes siti czilturn y sin otrizs cusiis pnrn hncer
apetecible su conzpnriía. Yo hago el niínlero
25, de suerte que no llega a mí el turiio".
Tampoco le llegaba el turno por los ex
concejales, como ya hemos comentado anteriormente.
Ariie ebta situación ivíesa escribe con
bastante claridad a Matos: "De manera que
si he de ser Alcalde, es menester que el Gobierno
me nombre, niín no siendo de la nilean Corporación".
El argumento de Mesa se basaba
en los proyectos pendientes de ejecución y
la ilusión por proseguir al frente de la ciudad,
aunque aceptaría gustoso cualquiera
que fuera la decisión de su primo. Pero,
una vez más, Mesa ponía sus condiciones:
la Permanente debía ser nombrada por el
Gobierno, "esto es indispensable por cuanto de
lo contrario ln Permanente se constituirfl corno
quisiesen estos expendedores del alcoizol. Dentro
de unos cuantos díns te rnviarb Ins nnmbrrr
de 10s personas que deben constituir esa Permanente".
Nuevamente, se aseguraba Mesa
La reorganización municipal de 1930 en Las Palmas de Gran Canaria 215
la presencia y el apoyo de personas fieles a
su gestión política, seleccionando para
constituir esa Comisión Per~rianenle a sus
más directos incondicionales.
En el Cabildo Insular de Gran Canaria,
el proceso seria muy similar al seguido en
el Ayuntamiento capitalino: Real Orden
procediendo a la renovación automática de
los Cabildos Insulares y nombramiento por
Real Orden del mismo Presidente y Vicepresidente,
Manuel González Martín y Diego
Cambreleng Mesa, en cuya designación
había participado Mesa y López a través de
su primo Leopoldo Matos, como podemos
apreciar en las mismas cartas en las que
critica la formación de las nuevas corporaciones
locales y se refiere a la necesidad de
su nombramiento de Alcalde por Real Orden,
así como al de Presidente y Vicepresidente
del Cabildo Insular de Gran Canaria:
"Respecto al Cabildo, dada la labor realizada
por el actual Presidente don Manuel Gomilez
hílnrtk, creo q w debes propnncr nl Gobierno In
designación de ese serior a pesar de rio formar
parte de la nileva corporación por no haber sido
nunca vocal del Cabildo ni ser de los directivos
de los organismos que han de elegir ?)ocales.
La labor tan eficaz en el orderl económico
de don Manuel merece que se le deje en su sitio,
como forrna de consolidar la lzacienda del
Cnbildo. El Vicepresidente es mi sobrino Diego
Sanibreieng ivíesu t-ri y u i c ~ iC: ,Üi-t5id~iifciü iiji'M
muchos asuiztos, y por lo tanto y dejando afectos
a parte, me parece pudiera también izoiizbrarse
de R.O., ya que no puede serlo de otro
Los deseos de Mesa se convirtieron en
hechos el 28 de marzo de í.930, en que tai
y como éste había dispuesto se designaba
por Real Orden los nombres que éste había
previamente comunicado a Matos. Ninguna
corporación local o insular se escapaba
así a la influencia del Alcalde de la Ciudad,
a quien El Tribuno atribuirá tales nombramientos
después de un viaje de éste a Madrid,
"no ha sido estéril el uiaje del seiíor Mcsn
y López a 10 Villn y Corte. S e s h leemos en
el Diario yo kan sido nombrados de R.O. los
presidentes y vicepresidentes de los Cd~i ldosin -
sulares de esta pro~incin.~"
Pero en el nombramiento de Mesa por
orden gubernamental, (las ironías de la vida
hicieron que posteriormente, en septiembre
de 1.930, y a raíz del asunto de la
subasta de la obras de la carretera del Puerto,
éste defendiera la autonomía de los
ayuntamientos con respecto al Gubieriiü, y
condenara la injerencia del Poder Ejecutivo
en los municipios. El mismo Poder Ejecutivo
que ahora lo nombraba Alcalde de la
ciudad) no faltaron las quejas de concejales
como, no podía ser menos, Tomás Quevedo
Ramírez, que mostraría su disconformidad
con la designación del señor Mesa, al
no haber sido de libre elección por los concejales,
sino por Real Orden, "cosa qz~e se
liubiese explicado en tiempos de la Dictadura"'.
El señor Quevedo aclaraba que no había
nada personal detrás de esta protesta, y
que lo que no aceptaba era el procedimiento
llevado a cabo en el momento político
en que se encontraban, algo contradictorio
viniendo de un hombre de la Dictadura
que fue miembro dcstncado de la
Unión Patriótica en Gran Canaria, y que
nos podría parecer con estas opiniones más
ccrcano a otros planteamientos políticos relacionados
con la izquierda, pero que no
nos puede llevar a engaño ya que su opojiciSr,
ü ?.IE=C c r t jS iincuU!zda t a n t i 2 estas
cuestiones como a otras que nos remontan
a la Dictadura de Primo de Rivera,
en la que Tomás Quevcdo fuc además Presidente
de la Junta de Obras del Puerto.
En agosto de 1.930, se incorporará a la
Coryordciúri ei cülicejd Dei-i-iaidiriox v7a!!ejr
Gracia, y éste no dejará pasar la oportunidad
de protestar por la forma en que se
constituyó el Ayuntamiento del que furmaba
parte, extrañándose que como mayores
contribuyentes figuraran los que trabajaban
"y no los aerdnderos pudientes, los
que uiven sin trabajar, lo que demuestra la en-istencia
de una injusta tribzitación 08. Esta cuestión
también fue tratada en la prensa local
para demostrar que los quc más tributaban
Ounversdad de a s Fanai d? Gran Canara i t o e c a Unuestsri a e m m Dgta le Caniris 20815
216 M." Ltrisn Moi~tciro Qliiiitnna
eran los que trabajaban y producían, gravándose
con demasiados impuestos el trabajo,
la industria o el comercio, mientras
que los más ricos, los poseedores de latifundios
y caudales de aguas, no tributaban
en la debida proporción, pagando menos
impuestos.
Protestaba igualmente Valle, del nombramiento
de Alcalde por Real Orden, declarando
que sus palabras dejan a salvo los
respetos y consideraciones personales que
le merece; y protestaba finalmente del modo
de funcionar de los ayuntamientos, conforme
a un Estatuto que considera promulgado
ilegalmente (en tiempos de la
~ictadura)e,n tendiendo por lo mismo que
no debe prestar acatamiento a un régimen
municipal contrario a la Ley que considera
vigente. En esta misma línea, Valle y Gracia
declarará a El Tribuno que no aceptará
más norma legal para actuar en el Ayuntamiento
que la Ley Orgánica de 1.877, a la
que consideraha la única legitims, pcr !u
que no aceptaría las normas del Estatuto
Municipal, elaborado durante la Dictadura,
a excepción de las que no vulneren la Ley
Municipal de 1.877. Una de las razones que
llevaron a Valle y Gracia y a otros detractores
del Estatuto Municipal, vigente hasta
1.931, a no acatar el mismo, fue la creación
por éste de la Comisión Permanente en los
ay~~. tamicnf%y,U r süponia !a pi6ciicd
concentración de las decisiones en el Alcalde
y sus nueve Tenientes de Alcalde, de
manera que el resto de los concejales se limitaba
la mayor parte de las veces a acatar
lo ya acordado por la Permanente, que
eran en realidad ios que gobernaban la vida
municipal. De ahí las declaraciones de
Valle y Gracia a El Tribuno: "lr nI1h de conpnrsa,
cada cuatro meses a revisar acrwdos,
perdido el coiltacto con 10 vida municipal y privndo
de toda eficncin, me parece ridíclilo y absurdo
Ir9.
Aclaraba Valle en la misma sesión municipal,
que regresaba a la Corporación como
se marchó, "sin un solo moniento de traición
n sils ideas. Snlió libernl, independiente,
dirigente del Partido Liberal Connrio, y regresu
iizilitando entre los repi~blicnnos, coizveizcido
de que no PS posible la conrilración de la Dcinocrncia
cori ln Monarqirín".
La razón por la que Valle se incorporaba
en agosto al Ayuntamiento, después de
cinco meses de constituido el mismo, se debía
a la renuncia presentada por varios
concejales a su cargo, tras presentar las excusas
pertinentes. Sin embargo, los nuevos
concejales tardarían en incorporarse a la
Corporación meses, hecho denunciado por
El Tribrlno, que acusa al propio Gobernador
Civil de no hacer nada por resolver esta situación,
incumpliendo el artículo 12 del
Real Decreto de constitución de ayuntamientos,
que mandaba cubrir las vacantes
de concejales con los siguientes candidatos
en la lista, bien de mayores contribuyentes,
bien de antiguos concejales. El Tribuno veía
algo de sospechoso en esta falta de prisa,
por parte del Alcalde y del Gobernador
Civil, c! Jríi&& enis&ii y"si~&&-
des que dichas vacantes fueran ocupadas
por personas anticaciquiles (como el propio
Bernardino Valle y Gracia), que podrían
realizar en los plenos una labor crítica y
fiscalizadora, al no formar parte del grupo
de incoridici«ii~Iesd e los que gustaba rodearse
"al non pllii: de lus alcaldes y nzríximo
dictador dr ln política ~ n n n r i a " ~ ~ .
Eri id prensa estos acontecimientos sobre
la renovación de los ayuntamientos se
vivió de manera muy diferente. No hace
falta señalar que El Liberal, órgano-portavoz
oficioso de Mesa y López, recibió el
nombramiento dc éste por Real Orden, con
todos los elogios y aplausos posibles. El
Diario dr las Palnm, que fuera en su momento
órgano del Partido Liberal Canario,
no le fue a la zaga a El Libcrnl, lamentando
en un primer momento la ausencia de Mesa
de la nueva Corporación, resaltando de
éste su gestión en las dos Alcaldías, sobre
todo en lo que se refiere a la transformación
de la ciudad y al salvam~ntnd ~ la Hacienda
municipal, y confiando en que el
apartamiento de Mesa y López fuera algo
La reorganización municipal de 1930 en Las Palmas de Gran Canaria 21 7
momentáneo, "pues los eielnentos que el Gobierno
consulte para la designación de Alcalde,
es de esperar que, interpretando el general sentir,
invoquen el nombre del señor Mesa y L6prz
para Alcalde de Las palma^"^. Con estas manifestaciones,
el Diario dice hacer suya la
opinión general de la Ciudad "que desen ver
realizada la obra del engrandecimiento conzenzada
en dos ocasiones y desgraciadnnzente intcrrumpidn
"1:.
Muy diferentes serán las reacciones de
otros periódicos, como El Trib~rizoO La Provincia.
Antes del nombramiento por Real
Orden de Mesa, El Tribuno considerará que
la sustitución de los ayuntamientos por los
mayores contribuyentes y los concejales
más votados en las últimas elecciones no
van a cambiar mucho las cosas, pues las
corporaciones locales estarán compuestas
en su mayoría. por elementos pertenecientes
a las antiguas oligarquías políticas, por
lo que, según El Tribuna, los ciudadanos seguirán
padeciendo y sufriendo la Dictadura
local. Pero, sin embargo, cree que hay algo
de positivo en esta renovación: "Casos
ronoremor PM ?!!e !os s e r n i d n ~de~ ! n Dirtndw
un entregaron los poderes de las Corporacioncs
poplrlnres a los antigiros cnciqiles, repiitindoles
covzo inslrsf itiribles; y los ilsttifos cnbecillns
condicionnron sir v i l ~ l t nn In pr&dencin, a la
imposición de que todo el Consejo fiime de su
cnmn~i!!ny, n x tmo? !ns M I ~ M O!Si hm PH e! derrame
del favor y desenaolverse con ausencia de
fiscaliznciones mornlizadoras. Esa fiscalización
~x i s t i rbe n la nznyorín de los nyuntilinientos que
van a constitriirse, y esto es lo que ganamos ...
fiscalización de una minoría que conoce las mnen$
y ~ , ~ f $ ec~.l.gc~ip~:r~i!~ c"~p3a,r a E! TYlhzt-
110, Mesa y López no era necesario ni imprescindible
en la nueva Corporación capitalina,
y arremete contra el Diario por
confundir su propio deseo con el sentir general
de los ciudadanos, sin atender a otros
seniires corno el ~ e p ~ ~ b l i ~O cEi! ~Jriüüc idi~ia,
que opinaban que no era el señor Mesa el
Alcalde que a la Ciudad le convenía, afirinandu
a este respecto, que la suma de los
no mesistas, aunque fueran en fragmentos
de opinión disueltos, era mayor que la adherida
a lo que llamaban mesismo. Para El
Trzbnno se estaba explotando la leyenda de
las persecuciones de que se dice fue víctima
Mesa y López, después de su salida de
la Alcaldía en 7.923 (algo sobre lo que el
propio Mesa ha insistido desde los primeros
contactos con el Gobernador Civil, Mariano
Cáceres para su vuelta a la Corporación
municipal), y cuestionaba las virtudes
que el Diario le atribuía a éste, entre ellas
sus dotes de economista, en el sentido que
reducían la labor de Mesa en el terreno económico
"a IR s u p r e s ~ óde~ ~jo rnnieros dc a tres
pesetas diarias y la creación de empleados o
5.000 pesetas milales, en In postcrgnclón de
unos firncionorios pnrn beneficiar a los arnlgos
y en hipotecar lo poco que no cstnba hipotccndo
de ln hacienda mllnic~psl"~" para poder
acometer las excesivas obras municipales.
El enfrentamiento dialéctico entre el
Diario de las Pnlnziis y El Lib~rnl frente a El
Tribtlnn o La ~rov inc in,e n torno al regreso
de Mesa a la Alcaldía, tendrá lugar en los
días previos al nombramiento de éste por
Real Orden. Lnc primerns 2 r r eme t ~ nc i n t r l
los segundos, y sobre La Provincia afirma el
Dinrio que no esperaba otra actitud, haciendo
referencia a su viriculación con la
Dictadura (El director de este periódico era
entonces Gi~stavoN avarro, miembro de la
Lhón PatriStica do Priir.~ de Ri~era, 5'
enemigo político de Mesa y López). También
arremete contra El Trlbuno, concluyendo
en que "de todos vzoclos, y etl el caso
concreto de designación de Alcalde de Real Orden,
rio ptvmíbarrios queji~ernnc oristdtarios los
o~ni i lni i+nr J.? r D ~ ~ ~ ,~,; r;n,- MAA~ C;I T~~;L ..
L..-,,.>,.."" U.b L', ,"".,.L'U. #.L C " 0 ,.'Lb L, L , '",,
no, e/ imo por s u de1 rkgim~n dictatorial d m
terrado porfortzli~a, y el otro por sir cariícter republicano,
y n~nbos por mni~trnersc frr~iim y
consccirentes en sus conviccion~s y tradiciones
"Ii.
T' ~ r d sel riur~ii>rdr~iit.ripiuo r Redi Orden
de Mesa y López como ~ l c a l d ed e la Ciudad,
las reacciones en contra no vendrán
súlo desde dentro de la Corporación, como
ya hemos visto. Para El Tribuno "aquí no 120
218 M." Luislz Moi~triro Qiriiltnnn
pasado mda", haciendo referencia a los años
que van desde septiembre de 1.923 a febrero
de 1.930, por lo que se continua la
historia caciquil como si nada hubiese pasado
entre esos aiios: "Un cabecilla político
en Madrid y otro en Las Palnzas se entienden
directametite para tundir con sus patulens al
resto del país. Conzo durante los cinciieizta años
anteriores a la Dictadura. A su negocio politico.
Al asalto de las corporaciones plíblicas.
Dadme votos y hoz 017; lo que quieras, dice el
cacique de Mndrid. Votos te daré, responde el
de aquí, n cninbio de que pongas en mis manos
todos los podtws locales. Lo tnisrno que antes
de la Dictndlira"? Para El Tribuno lo ocurrido
en el Ayuntamiento de Las Palmas de
Gran Canaria, era una muestra de que PI
caciquismo revivía con fuerza, representado
en las personas de Mesa y López, el car
ini io d o ' ' n q ~ i "y, T _ p q ~ l dMc atnc, p! caci-
---1-- --
que de Madrid, y que, a pesar del tiempo
transcurrido desde el golpe de estado de
septiembre de 1.923, las viejas fuerzas caciquiles
y oligárquicas no sólo no habían
desaparecido, sino que resurgían ahora parc
..,.,.'"-"."""o^
LLWL y .,,.l.,,." a -,...,.-- 6""'""'"" ' " "U U'""" rw1:u--,.- L
los centros de poder local, insular y provincial,
contando con un valedor en Madrid,
como Lcopoldo Matos, como en otros
tiempos fue Fernando León y Castillo.
En carta que dirigen al Gobernador Ci-
- A 7 A,. 7- D..--.:--:- "..,. -..hl:"-..
vii u... iu i r u v r i i , . i u J yu.. yuviiLuii C í i 3U3
páginas, El Tribuno lamentaba que el retorno
a la normalidad constitucional prctendido
por el Gobierno Berenguer, y que comenzó
con la sustitución de las corporaciones
locales e insulares, no se hubiese
irdiiucidu, eii t.1 ~ d s ude l ! i ~ ~ l l i d l l l i ~del l i ~
Las Palmas de Gran Canaria, en la solicitud
o exigencia de responsabilidades y de una
fiscalización de la administración municipal
desde 1.923, en que la prensa estuvo
amordazada por la censura, como sí que ha
ocurrido en la Peninsuia, pero no asi en Las
Palmas ya que "los que, de haberse mniitenido
alejndos de la Dictadura, estarían hoy en
condiciones de exigir, lleundos de su apetito de
donzinio y poder, se ofreciero?~a l poder. .. y hoy
se encuentran incapacitndos. Para pedir la revisión
de su propia ~ b r n " ' ~e,n clara referencia
a Mesa y algunos de sus concejales. Se
referían con estas acusaciones al Real Decreto
que autorizaba a los ayuntarnieritos
para que, en un plazo de seis meses, pudieran
declarar lesivos y recurrir contra
acuerdos de los ayuntamientos de la Dictadura,
ante el Tribunal Contencioso-Administrativo,
en caso que descubrieran faltas,
anormalidades o irregularidades, pudiendo
proceder así a la inmediata
fiscalización de las corporaciones anteriores.
Esta pretendida fiscalizaci6n no se llevó
a cabo en el Ayuntamiento presidido
por Mesa, que no solicitó la aplicación de
esta medida revicionicta.
Esta actitud de Mesa y Ldpez no parece
corresponderse con la imagen de homhre
pr s egl~i c !y~ acnsad~d t?rznte !a Dictadura
de Primo de Rivera, que el propio
Mesa nos trasmite en sus Memorias y le relata
tambien a Matos en la correspondencia
mantenida entre ambos. Kos podríamos
plantear, pues, si Mesa y Líipez, en dinh-
r nA.i-rir:..n -;n..+- &.- -,."*.,:-ACI
L"., LllCI'IVI ,"a, JlClllZ L C L l l "b'" """"'
cómo es que no aprovecha la ocasióri que
le brinda el cambio de Gobierno para solicitar
responsabilidades y la ficcalizacibn dc
la administración municipal desde 1.923,
deficitaria según el propio Mesa, parecien-
A, L-i..., ,l.,:d-Ar, -1 , r ~ , A , ,.. ,.., U" " I L W I L * ILUVLI WLVLUUU" C. CYLUU" C.. Y
decía haber encontrado la hacienda municipal
en 1.929, a juzgar por la indiferencia
con que acoge el mencionado Real Decreto
que autorizaba a los ayuntamientos a recurrir
acuerdos de los ayuntamientos de la
-L. ll~idduldb i be dIZb~~blídl1, CUlllU ilelll~b
apuntado, irregularidades, faltas o anormalidades.
Esta pasividad de Mesa y López sólo la
podemos explicar a modo de hipótesis,
pues no hemos encontrado ninguna referencia
al respecto en las tuentes consultadas.
No olvidemos que Mesa y López fue
nombrado Alcalde de la Ciudad por hombres
de la Dictadura con el beneplácito, por
lo tanto, del mismo régimen que seis años
La reorganización municipal de 1930 en Las Palmas de Gran Canaria 219
atrás lo había apartado de la política activa.
Pero Mesa ñunca ocultó SUS pretensioiws
de regresar a ia poiitica, siempre y
cuando se dieran las condiciones que él estimara
necesarias para esta vuelta, condiciones
que se van a dar en 1.929. Ya hemos
analizado el largo proceso que llevó a Mesa,
por segunda vez en su vida, a la Alcaldia
de la Ciudad, y cómo dicho proceso
culminaba con la Concesión a ~ ~ spoar ,
parte del Gobernador Civil, de las condiciones
exigidas por éste, y que han sido
ampliamente analizadas en el capítulo correspondiente
al regreso de Mesa y López
a la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria.
Por lo tanto, cabría plantearse en este
sentido si el trato para que Mesa regresara
a la Alcaldía incumbió solamente al Gobernador
Civil, cediendo en las condiciones
exigidas por Mesa, como éste mismo
afirmaba, o si hubo algún tipo de pacto entre
ambos en las diferentes reuniones que
celebraron, en el que también Mesa tenía
que poner algo de su parte. Teniendo en
cuenta el resentimiento-que éste guardaba
hacia el régimen que lo había apartado de
la política, es lógico pensar que el Gobernador
también pretendiera por parte de
Mesa y López una actitud menos crispada
hacia la Dictadura y sus representantes, en
caso de aceptar éste el ofrecimiento del Gobernador
Civil. Esta actitud no pasaba, por
lo tanto, por poner en entrediiho la obra
del régimen y de los distintos ayuntamientos
de la ciudad en los últimos seis años,
máxime cuando muchos de los concejales
elegidos por Mesa habían sido miembros
de las corporaciones municipales de 1.927
y 1.929, sino en centrarse en la administración
municipal, algo que Mesa deja bien
claro cuando alude el día de su toma de
posesión a que no venía a hacer política sino
a administrar la ciudad "como Dios
manda", pareciendo olvidar de esta manera
la tropelías que en sus Memorias y correspondencia,
decía sufrir por los representantes
del régimen en Gran Canaria
desde 1.923.
Apuntamos, por lo tanto, sólo como hipótesis,
la posibilidad de que existiese un
pacto tácito por el que Mesa regresaba a la
Alcaldía sin que ello supusiese cuestionar
la ohra anterior a 1.929. Aunque Mesa intente
trasmitir a través de sus Memorias, la
idea que las condiciones sólo las impuso tl
y 1"' p' " S = u"ptó c! vfrcc;mieiL~opU ra
regresar a la Alcaldía, nosotros creemos
que alguna contrapartida hubo de asegurarse
el propio Gobernador Civil, cuando
la hostilidad manifiesta de Mesa y Lopez
hacia la Dictadura no se reflejó en el momento
en que éste nombró a concejales que
habían ejercido como tales durante dicho
régimen y cuando tuvo la oportunidad de
fiscalizar la administración municipal que
tanto había cuestionado cuando estuvo
apartado de la vida pública.
Con este artículo, hemos pretendido exponer
un ejemplo mas de la pervivencia en
1.930 de actuaciones encaminadas a controiar
ios resortes de poder local por parte
de ese bloque de poder oligárquico, al que
Mesa y López pertenece y rcprcsenta, y
que Iia ejercido el poder de manera ininterrumpida
y constante desde el siglo pasado,
a través de los mecanismos y prácticas
caciquiles, cuyos esquemas se reproducen
en los albores de la proclamación de la 11"
República, convirtiéndose Mesa y López,
en este sentido, en uno de los máximos exponentes
del caciquismo isleño.
M." Luisa Motzteiro Quititnnn
NOTAS
1. MARTÍNEz CUADRADOM,. : La burguesía conserundorn
(1.874-1.931). Alianza Universidad,
Mddrid, 1.980, p. 387.
2 GARC~QAU EIPDOE LLANOG, .: El reimdo d1! Alfonso
XIII. Ln modernización fallida, Historia de
España, tomo 35, Historia 16, Madrid, 1.996,
p. 126.
3 En carta de Mesa a Leopoldo Matus le escribe
que: "las listas de mayores contribuyer~trs son
...a .^...'.... r- 2. "i:'.>. 1.-
illl C V I L ) L I I I I V LIC I I I C A I < L I I I M U C J I U ~ U I T C I C I L U V LV3
mercnnchij7i.s a la rnbeza y los grandes propiefarios
rJ indxst~iales a la cola". AHPLP-FDLM,
T.eg.7-494 a 628.
4 AHPLP-FDLM, Legajo 7.
5 AHPLP-FDLM, Legajo 7.
6 El Tribrrno, no 6.247, 3 de abril de 1.930: "Suma
y sigue", H.M.C.
7 Sesión de 15-3-1.930, Libro de Actas no 86.
8 Sesión de 19-8-1.930, Libro de Actas n" 86.
Y ti iribuno, no b.334,3 de agosto de i.93Ü: ' Interviii
con el concejal don Bernardino Valle",
H.M.C.
10 El Tribuno, no 6.269,3 de mayo de 1.930: "La
carcoma caciquista" H.M.C.
11 Diario de las Palmas, no 14.013, 18 de febrero
de 1.930: "Pensando en el país. Los
ayuntamientos pasados y el futuro", H.M.C.
12 Idem.
13 El Trilirtno, no 6.210, 16 de febrero de 1.930:
llT . La ieiiovaii61i ddr ayuiiiaiiiieiiiüs" i;.ivl.C.
14 El Tribuno, no 6.217, 23 de febrero de 1.930:
"Triunfos fáciles y soluciones difíciles",
H M C
15 Diario de las Palmas, n"14.017, 22 de febrero
de 1.930: "Pensando en el país. Los ayuntamientos
pasados y el futuro", H.M.C.
16 El Tribuno, n" 6.258, 16 de abril de 1.930:
"Aquí no ha pasado nada", H.M.C.
17 El Tribuiio, no 6.235, 19 de marzo de 1.930:
"Carta muy franca y abierta", H.M.L.