VEGUETA, Número 4, 1999 (169-176) 169

La revista del

regimiento de Telde

de 1757. Aportación

a la historia de las

milicias provinciales

de Canarias

*Serninizrio de Humanidades *Agustín Millares Carlo)). LINED

T enernos dos excelentes estudios sobre

nuestras milicias. El primero del profesor

don Antonio Rumeu de Armas1; el otro

de don Dacio V. Darias Padrón2, publicados

respectivamente en Canarias y Atln'ntico y la

revista de El Museo Canario. Sin embargo, a

pesar del trascendente papel que jugaron y

su profunda significación para el pasado

insular, el tema no ha suscitado excesivamente

interés entre nuestros jóvenes historiadores

regionales.

Con la presente aportación no pretendo

tratar en profundidad tan apasionante temática.

Tan solo llamar la atención mediante

una ligera aproximación divulgativa

que sirva de presentación; para entrar en el

análisis d~ la revista que al regimiento de

Telde pasó su coronel don Pedro de Nava

Grimón, en los últimos días de octubre o

primeros de noviembre de 1757.

SIGNIFICACI~N DE LAS MILICIAS

U! pare! c idi~sincrasiad c c i t r fuerzus

militares lo vio con claridad meridiana ya

en 1901 Torres Campos en su discurso de

ingreso en la Real Academia de la Historia,

al afirmar con el lenguaje de la época: (<La

compenetración del espíritu canario en el

alma nacional se revela en la institución de

las milicias»'. Podría traer a cuento otras citas,

pero me permito omitirlas, pues en un

reciente ira'udju iie d~idii~ddidu C& iuidlidad

de los aspectos que el problema encierra,

sin obviar los de orden psicológicu y

de las mentalidades'.

En definitiva, resumí, que el hecho de

que los ataques navales a las Islas y el nefasto

quehacer de los corsarios, origen de

tantos sobresaltos y pérdidas de vidas humanas,

maltrato de los prisioneros, así como

de barcos y de bienes de consumo que

transportaban, fueron obra no sólo de enemigos

a la corona sino a la vez a la fe religiosa

de los canarios (malionietanos, calvini

s ta~h, ugonotes, luteranos o anglicanos),

produciendo, como consecuencia, un progresivo

enraizamiento de la fidelidad de

los insulares a la monarquía. Y como radicara

la especificidad de la estructura constitucional

de la España altomoderna en el

pacto entre la corona y sus súbditos de los

distintos reinos y provincias, la consolidación

entre el rey y sus súbditos insulares,

en la que juegan un papel destacado la intermediación

de la élite de los poderosos,

oficiales y jefes milicianos, actuando de

puente en el juego pactista de la época.

Como consecuencia una clara realidad.

Un erario regio, siempre escaso, delegaba

la defensa de unas islas, de vital valor estrátegico

en los caminos, rutas marítimas

del imperio hispánico, en manos de los naturales

de las islas, en las milicias, a cambio

de conservar una serie de privilegios y

franquicias, sin las cuales los isleños hubieran

quedado al margen del disfrute de

algo, tan vital para el archipiélago, como su

integración en los circuitos atlánticos, controlados

por las potencias marítimas europeas.

De ahí, una situación paradójica: los

cú?x! i f~ct! ánticm de SS.h/lh/l. Cr~tS!ica, se

encuentran económicamente durante la

modernidad más vinculados a las áreas europeas

y americanas, que a la propia metrópoli.

En esta dinámica fue sustancial la

institución militar insular.

EL MODELO

La clave del sistema militar radicó en

que ci rai-npesii-iadü ei-i masa y , . üii riliiíimu

de artesanos se integraron en estas milicias

provinciales con el deseo de disfrutar de

las ventajas consignadas en elfiieru niilitiw.

Gozaban así de una justicia mucho más laxa

que la ordinaria, amén de una serie de

privilegios, que no es cuestion ahora de especificar,

como por ejemplo no podían ser

despojados de sus propiedades por deudas.

Fuero que suscitará una serie de tensiones

entre la autoridad militar -capitanes

y comandantes generales- y la justicia ordinaria

-Real Audiencia de Las Palmas-.

Ésta lleva la peor parte, pues perdió muchas

de sus funciones y vio reducida su jurisdicción

como tribunal de apelación en

casi dos tercios de la población insular;.

La revista del regimiento de Telde de 1757. Aportación a la historia de las milicias ... 171

Modelo militar consolidado mediante la

recluta de una oficialidad también gratuita

y no yrofesioi-ial, y la extensión de patentes

reales entre los más destacados del grupo

de los poderosos. Entre los muchos privilegios

que obtuvieron destaca, dada la

consideración y méritos acumulados, con

su grado militar en caso de incorporarse a

las tuerzas reales.

ESTRUCTURA MILITAR

Desde sus orígenes los milicianos se encontraban

encuadrados en compañías o capitanías

y éstas en tercios, cuyo número variaba

en proporción a la población y dimensión

de cada isla. En 1708, tras el

advenimiento de los Borbones, los tercios

fueron transformados en regimientos y los

maestres de campo en coroneles. Hasta la

designación de capitanes generales, las

fuerzas de cada isla dependían de los gobernadores

y, más tarde, de los corregido-

-r@-<- ,a Inr que ñcomyaññhí, r1.1 títi- lo ron e!

de capitán de guerra. Funciones que continuaron

con los comandantes generales. A

lo largo del Setecientos la organización militar

sufrió una serie de reformas. La de

mayor repercusión fue el despojo a los corregidores

de sus atribuciones militares.

Reformas que pueden contemplarse pormenorizadamente

en la obra de Rumeu de

AI I IM~&~i ~. l l l l d b l d ~ i ~ l l d i i ~ d d ~dtl.bddbt.

un punto de vista estratégico, pero no desde

el político, ya que las tensiones entre autoridades

militares y civiles acabarán afectando

a los concejos y con ello el mayor desinterés

de los mismos, al considerar

usurpadas sus giorias en opinión de Miguci

Hermosilla7.

Tras estas lacónicas generalidades estamos

en condiciones de aproximarnos a un

análisis de la revista de 1757.

EL REGIMIENTO DE TELDE

Consecuencia de la reforma de 1708 el

tercio de Telde, como los de Las Palmas y

Guía, es reconvertido en regimiento. A raíz

de la reforma estaba integrado por catorce

compañías de 80 a 100 hombres, más

una reserva que podía movilizarse y concentrarse

en Tirajana". Número muy difícil

de evaluar si tenemos en cuenta la obscrvación

de Iiumeu de Armas, pues el número

de milicianos «depende del mayor o

menor número de hombres aptos para tomar

las armas desde los dieciséis años hasta

que se inutilizaban por ser muy viejos,

pues sc consideraban milicianos en la isla

todos los naturales avecindados en ella, excepto

negros, mulatos, borriqueros, arrieros

y molineros»9.

üB¿i¿ACIONES DE LOS

MILICIANOS

Para valorar el rendimiento de este ejército

no profesional en su tropa y oficialidad

es imprescindible conocer las contrapartidas

que implicaban gozar del fuero militar.

Además de no cobrar ni un maravedí, tenían

que acudir todos los domingos del

año A r~cihiru na snmwa instriirrión. Eran

no sólo depositarios de su armamento -lo

que significa un pueblo armado- en sus

domicilios, sino responsables de su buena

conservación, a lo que incitaba el hecho de

haberlo adquirido con su peculio. Si a ello

añadimos el no excesivo interés del poder

central en el envío de armas y pertrechos,

tendremos la explicación de que muchos

a ~ u d i e a~ ia C~ U~I ~ ~ V U C c~o~l1U CI ~~ U~ CUpiS- ,

cas, rozaderas y hondas, así como que el

éxilo les acompaiiara en sus enfrentamientos

con el enemigo, gracias a su agilidad en

esquivar y tino con las piedras.

Normalmente los superiores en la isla,

ios corrcgiciores-capitanes a guerra soiían

convocarlos una vez al año para comprobar

su grado de adiestramiento y el deplorable

y escaso armamento y pertrechos.

También se realizaban alnrdes, convocados

por los comandantes generales, cuando se

decidían a cumplir con su obligación de visitar

todas y cada una de las islas durante

su mandato. También podían ser citados

por sus jefes para pasar la correspondiente

revista, con los anteriores fines y comprobar

1 72 Antonio de Béthencoiirt Mascieu

la asiduidad y puntualidad de los convocado~'~.

CONDICIONES ESPECÍFICAS DE LA

CORONEL~AD E TELDE

En tiempos de paz el régimen descrito

era soportable, pero en cuanto se declaraba

la guerra -y éstas fueron numerosas y

algunas duraderas en exceso-, los milicianos

se veían abocados al abandono de sus

hogares, labores y animales. No sólo si la

isla sufría un amenazador ataque en regla,

a lo que conviene sumar las falsas alarmas

y de forma intermitente la presencia de

uno o mas corsarios. Denunciada su presencia

por los atalayeros implicaba marchas

y contramarchas al compás de los virajes

impuestos a la navegación a vela en

las proximidades costeras. Tengamos en

cuenta, además, las dilatadas costas que caían

bajo la responsabilidad del regimiento

de Telde. Desde la altura de Jinámar a Veneguera".

No sólo lo extenso: sino e1 gran

número de playas, hermosas playas, que

incitaban al desembarco para aguada, descanso

o rapiña en sectores casi despoblados

o en zona tan rica como la vega de la cabecera,

amén del intenso tráfico de los

puertos de Melenara y la bahía de Gando'2.

Podríamos aún añadir otra función a

los milicianos teldenses: mantener el orden

-":!.l<.-Y U"."". "\'"","Af,'" r.-,,-t- -o;*r.lAL-..-,...h UA-"1' ;

cado si se tratara de un motín o una asonada

campesina, tan frecuentes en Gran

Canaria durante el siglo XVIII. Los amotinados

podían ser sus hermanos, parientes

o amigos, que muchas veces tenían la razón

cie su parte. Por io que toca ai regimiento

de Telde no faltaron ocasiones de

tomar partido frente a la postura de sus jefes,

como ocurriera en los de 1718-19 y

172313.

Dura realidad que refleja ya en 1572 el

capitán de arcabuces don Bernardo Estupiñán

al solicitar ser trasladado al castillo de

La Luz en Las Palmas. Telde, -dice- <(es el

lugar más peligroso de dicha Ysla; por no

tener fuersas, ni defensa alguna y ser los

puertos de ella [Melenara y Gando] más

apacibles para los demás),, a causa del volurneri

de tráfico. Y, además, trabajar «disciplinando

a la gente de ella [Telde] en el

Arte Militar con continuos exercicios, comprando

los instrumentos e insignia de guerra

necesarios»".

Situación que sólo mejoró en escasa

medida ya que fueron construidas dosfuerzas

o fortalezas durante los siglos XVII y

XVIII. En 1677 fue concedida por Carlos 11

licencia a don Antonio Lorenzo Bkthencourt

para levantar la casa-fuerte de San

Cruz del Romera1 con la finalidad de poner

a buen recaudo sus salinas. La otra es

la torre de Gando erigida en 1741". conforme

al diseño de los ingenieros La Riviere

y La Pierre, las que no impidieron, ni

mucho menos, el merodeo en tiempos de

guerra de golosos corsarios en estas aguas

en demanda de codiciadas presas.

Con estos antecedentes, quizás excesivnr,

~rtamnre n siti~i.aciónd e enfrentñrnns

con el contenido de la revista realizada por

el coronel don Pedro Nava Grimón a su regimiento

en los últimos días dc octubre o

primeros de noviembre de 175716.

Lo primero que llama la atención es como

este oficial, con sólo diecinueve años,

I.-l-.:- -1 ----..A- -1 -..-A- A,. ------ 1 A -

llLl".Ll U I L U I L L I U U " LI 6IUU" UL L V I V I L C I UC UI1

regimiento que a lo largo de la centuria está

consignado a un miembro sobresaliente

de la casa del Castillo y Ruiz de Vergara.

Ello nos obliga a esbozar los rasgos biográficos

de semejante personaje.

Don Pedro Romuaiao ae Nava Srimón

y Porlier fue bautizado en la parroquia de

la Concepción de La Laguna el 15 de febrero

de 1738. Hijo de don lJedro de Nava

y su segunda mujer, doña Felipa Magdalena

Porlier y Sopranis. Fue, por tanto, hermano

de don Tomás de Nava, V marqués

de Villanueva del Prado. O sea, tío carnal

de don Alonso, el famoso ilustrado y político

tinerfeño. Nuestro personaje disfrutó

del segundo mayorazgo de la casa de ViLa

revista del regimiento de Telde de 1757. Aportación a la historia de las milicias ... 173

llanueva del Prado, alcanzando el hábito

de caballero profeso de la Orden de Santiago

en 1781.

Conforme al dicho para segundones.

((Iglesia, mar o Corte real». Don Pedro eligió

la segunda, y como vía previa adoptó

el servicio a las armas. Obtuvo su primer

destino en 1757, o sea, con sólo diecinueve

arios, y nddd I I I ~ I L UCÜ~I IIÜ cwrwl~edl el regimiento

de Telde, mediante patente de 18 de

junio. Aunque carezco de fuente documental,

no es dudoso opinar que la obtuviera

gracias a la influencia del todopoderoso

marqués de Valhermoso, tan bien dotado

de influencias como de carácter despótico.

El comandante general fue buen amigo del

padre de don Pedro, coronel del regimiento

de La Orotava desde 1731 y su edecán a

petición de Valhermoso en 1733. Argumento

que prestan verisimilitud a la hipótesis.

El joven, como veremos, realizb pronto

viale a la corte, ingresando como cadete en

el Cuerpo de Guardias Españoles, para ascender

a capitán del regimiento de infantería

de León. Cruza el oceáno y sirve como

coronel y teniente del Rey en la provincia

de Caracas y comandante del

Batallón Fijo de esta plaza. Asciende a brigadier,

mariscal de campo y teniente general

de los reales ejércitos en octubre de

lgn2. cgr~n?. czrret-2 come virrew 17 ca- J j

pitán general de las Provincias Internas de

Nueva España. Permaneció célibe y vino a

morir en Madrid el 20 de febrero de 1806,

a la edad de 67 añosI7.

Es difícil, por no decir imposible, en-

---L--- - t : - : - 1 A-1 ---:-:--*- A- -r-lAC

u l t u n i L L L C L I I I C L ~ LU LI ~ C ~ ~ L J ~ L C L Luc~ \ JI CIUL

que reuna una hoja de servicios como la de

don Pedro Nava, pues no sabemos si el generdl

Murales, nacido en las salinas del Romeral,

llegara a ser miliciano del regimiento,

antes de emigrar a Indias.

UN CORONEL AL FRENTE DEL

REGIMIENTO

Su destino en Telde fue fugaz. La patente

es de mediados de junio y su oficio al

secretario de guerra va fechada en La Laguna

el siete de noviembre. En él solicita licencia

«para pasar a la Corte por algunos

negocios),, que suponemos de índole privada.

Posiblemente con el proyecto de encontrar

un encaje para iniciar su brillante

carrera militar. Por tanto, ni siquiera un semestre

en Gran Canaria, pues, si regresó

desde Tenerife, la estancia se reduciría al

recibo de la licencia.

Su petición desde La Laguna es indicio

de buscar el apoyo de su omnímodo protector.

Lo más positivo de su corta estancia

y el duro trabajo a que se sometió y sometió

a los milicianos, fue despertar o confirmar

su vocación por la milicia, de la que

dio pruebas en el esquema biográfico arriba

diseñado.

Cuatro son las afirmaciones que merecen

reflexión de su oficio a Eslaoa. Comunicarle

que llevaba algún tiempo (disciplinando

un Regimiento ... y dándoles órdenes

Y. UC : L . 1 - C ~ L I I I L U UYULLUIIU al i\rai ~ c i v l u u ~ ,ia,

primera. O sea, una puesta al día para una

necesidad bélica.

En segundo lugar, su temprano conocimiento

de las peculiaridades insulares, al

emprender (<la continua tarea de dar a conocer

sus oficiales y soldados lo que deven

practicar en ocasiones que son aquí inadaptabl

e~,d $ererries artículos de las Orderinnzas,

por las circunstancins del pnys»l" Indicio de

un carácter reflexivo y flexible en las aplicaciones

reglamentarias, tantas veces sin

cabida en las islas.

La tercera, su muy positiva valoración

de los grancanarios como milicianos (c...

deviendo decir a V.E. ser ésta una gentte

muy propia para la guerra, pues su osadía

y gran sufrimiento en toda especie de travaxos,

vniéndose tener una talla ventajosa,,.

Reunen pues condiciones óptimas: valentía,

capacidad de sufrimiento y una altura

que les permitía el fácil manejo de los

largos fusiles de la época. Recordemos las

famosas unidades dei rey Federico de Frusia.

DATOS PARA UN ANÁLISIS

El último, se reduce a un resumen de la

revista, que agrega al uficiu". Digno de resaltar

del mismo es el número de compañías,

ahora once, y el de los milicianos integrados

en cada una de ellas, excluyendo

los oficiales. La suma total asciende a 2.374

milicianos. El dato tiene interés sí lo comparamos

con el contenido del Compendio

del primer cuarto del Setecientos, en que se

nos dice, no sin cierta ambigüedad, que el

Regimiento estaba integrado por entonces

por catorce compañías, que oscilaban entre

los ochenta y cien hombres cada una; a los

que había que sumar los 400 concentrables

en Tirajana y movilizados en su término20.

Si calculáramos a una media de noventa

hombres por compañía más los cuatrocientos

tirajaneros, obtendríamos un total

aproximado a los 1.660 frente a los 2.374 de

1757. Seguramente un claro reflejo no sólo

del crecimiento demográfico, sino del

«hambre de tierra)), las rozas y ocupaciones

ilegales y el aumento de producción en las

comarcas meridionales. El fenómeno es un

síntoma más de la conflictividad social motivada

por la complejidad del mismo.

Cifras que merecen ser cotejadas con las

que nos ofrece el plano de Gran Canaria,

trazado por Sergio Figueroa de la Cerda en

1776. Refleja en el mismo la reestructuraci6n

e rofermz do 12s mi!icizs realizada nri

1771 por don Nicolás de Mazía Dávalos.

Estructuró los regimientos en nueve compañías

de 72 milicianos, tres sargentos y

tres oficiales, excepto la de granaderos, que

contaba con un sargento de segunda clase,

o .orL total de 7E7 ~-lomloiesi, i-lc;ui& la

oficialidadx.

Reducción producto de un proceso de

racionalidad y uniformidad tan cara a los

ilustrados carlosterceristas. Por el contrario,

con anterioridad la unidad capitanía

comprendía el total de los hombres útiles

de una determinada comarca. Estas en Canarias

no son homologables en dimensión,

población, producción, etc., pues dependen

de la orografía, microclima, calidad de los

suelos, etc., lo que implicaba disparidades

poblacionales cuantiosas, incluso entre circunscripciones

vecinas.

Otros datos de no escaso interés encierra

el comentado documento. Las compañías

eran conocidas por el nombre de sus

capitanes, y superiores, de ahí que tarnbién

fueran desiguales las ctrpitaníns. Además

del riorribre de quienes las mandaban (dos

figuran como vacantes), el número de miliciano~

d e cada una, y quiénes eran los jefes

superiores del regimiento. Por lo que

toca a la jefatura, es de señalar que su coronel

fuera un jovenzuelo foráneo. Caso

anómalo. Sin embargo, en contormidad

con la tradición figura como teniente coronel

don Antonio de la Rocha Béthencourt,

máximo representante de la poderosa familia

que durante esa centuria trató de disputar

la hegemonía insular a la prepotente

casa de Castillo y Ruiz de Vergara. También

es representativo de la élite de poder

corno sargento mayor, don Jerónimo Falcón,

polémico alcalde real de la ciudad.

ESTADILLO DE LA REVISTA

Para una mayor claridad reproduzco el

Esfndo de ln Revistn, incluido junto al oficio:

1. Cornydñíd curuneld . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ,343 hombres

2. Compañía del teniente coronel . . . . . . . . . . . . ,338 <<

3. Capitán don Luis Espino de la Cuela . . . . . . .lj0 «

4 Capitán iinn R ~ r n a r d nn al~as 225 ,(

5. Capitán Juan del Castillo . . . . . . . . . . . . . . .,.1 49 ,(

6. Vacante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ,137 «

7. Capitán don Nicolás Cortés Caiímano . . . . . . ,243 ,,

8. Vacante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .,2.0 1 «

9. Capitán don Fernando Cortado . . . . . . . . . . ,.2 46 «

10. Capitán don Francisco Sánchcz Maldonado . . ,206 (<

11. Capitán don José Navarro y Komero . . . . . . . ,316 «

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..2..3.7 4 «

Las compañías 6" y 7" se encontraban

vacantes en cuanto a capitanes y tenientes,

y aquélla se encontraba al mando del alférez

José Houson [?Johnson?].

Como curiosidad en cuanto a táctica

frente al enemigo había que destacar la absoluta

carencia de homogeneidad entre las

distintas capitanías. Si bien una media esLa

revista del regimiento de Telde de 1757. Aportación a la historia de las milicias ... 175

tablece el número de 203 milicianos frente

a los 72 que estableció el reformador Mazía

Dávalos en 1771. La disimetría alcanza

mayor grado si comparamos 343 combatientes

de la coronela con los 137 hombres

al mando del alférez José Houson.

CONCLUSIONES

El lector que haya seguido lo expuesto,

entenderá que ésta es una aportación erudita

de tono menor. Pero trato de que su

objeto se dirija a llamar la atención sobre

una temática escasamente atendida por la

actual historiografía regional, en primer lugar.

En segundo, ofrecer alguna reflexión

ante un documento inédito, así como una

serie de datos integrablcs cn una historia

de Telde.

Destacar el hecho de que un Nava Gri-

Piraterías y nfaqiies nnz~alesc ontrn las Islas

Cnizarias. Madrid: CSIC, 1947-1950.- la

Ed. Canarias y el Atlhntico. Piraterías y

ataques navales. Gobierno de Canarias,

1992. S Lomos en 5 vnls. Cfr. tm. 11, caps.

XX y XXI, y tm 111, cap. XXXVI; 679-

769.

«Sullldl.id ilihiu~id U L + I ~ C ~ de ias 1 - d i -

cias canarias». En El Museo Canario, 37-

38 (1951), 99-208; 45-48 (1953), 131-204 y

53-56 (1953), 1-45.

Carácter de In conqzlista y colo~~iznciódrie

las Islas Cnnnrins. Madrid. R.A.H., 1901.

Y anade: «Así puede decirse que ia misión

con la madre patria a través de las

vicisitudes y durante los momentos difíciles

ocasionados por las invasiones

pretéritas de los siglos XVI, XVII y

XVIII, se ha mantenido no por la Metrópoli,

sino en virtud del noble esfucrzo

del pueblo canario)). Lo que encierra

una realidad, aunque adornada con el

léxico propio de inicios de la actual centuria.

món destinado a una carrera militar fulgurante,

desempeñara, aunque fuera por un

corto espacio de tiempo, la coronelía del regimiento

de esta ciudad, a pesar de su juventud,

el tercero.

Datos estos nuevos que exigen una biografía

sobre este eximio tinerfeño que se realizará

en Venezuela, donde emigró gran

número de canarios, y Nueva España donde,

en menor número, no escaseó su presencia.

Nueva aportación enriq~iecedorad e

una producción historiográfica abundante,

sobre todo para Cuba y Venezuela.

~ i ~ l d l ~ ~ l t l lIl i~t l~, I I CL l~ti~I d ea qui ri ei-iüi--

me interés en profundizar sobre el papel

clave que jugó en estos lares la institución

militar, reducida casi a las milicias si pretendemos

aclarar nuestra identidad como

canarios en la modernidad.

BÉTHFNCOLMJRATS ST~AU. ,d e: (~Reflexiones

sobre las repercusiones del corso

marítimo en las Islas Canarias)). En AS

sociedades insulares no contexto das i n t ~ r -

iizfltlencias crdturnles do SL'CZL~O XVIII.

Funchal. Centro de Estudos de Historia

do Atlhtico, 1994; 51-98; Cfr. pp. 58-60

69-74.

Ob. y locs. cits. y RR.CC. de 25.9.1559 y

13.11.1620 y una larga serie, como la de

2.4.708, 3.11.734, elc. en DARIACY PADRÓN,

ob.cit, 1, 135 y SS.; 11, 136 y SS. o

caps. citados en RUMEUDE ARMAS.

Ü w . cii., im. iii; 6b.G y ss.

HERMOSILLMAi,g uel: Descripción topogrhficn,

política y militar dc la Isla de Gran

Cnnnrin. Mns. en El Museo Canario

SANTIAGMO,i guel: ((Compendio anónimo

de Historia de Canarias compuesto

en el primer cuarto del siglo XVIII)). En

El ~ L l lmoC nnario, VI11 (1936), p. 91.

Ob. cit. , tm. 111; 762.

10 SOSAF, r. José de: Topografíri de Grnn Cn-

~iarin con~premiva de lns sirte llaiizndns

Afortunadas. Santa Cruz de Tenerife;

Imp. Valentín Sanz, 1941, 1920. Con

más extensión, incidencias y repercusiones,

RUMEUD E ARMASO: b. cit., tm.

111,726 y 727. DARIAYS PADR~hNac, e referencia

a alguna revista, así como la

carencia de pertrechos, su escasez en

los pósitos dc cereales, que eran donde

se depositaban. Ub. cit. 1, 122, 171-72 y

180.

11 GONZÁLERZ ODR~GUERZ. ,V .: «Mapa y

estado de Gran Canaria del marqués de

Tabalosos (1 770-1776)~. En A.E.A.,

41(1995), 567-577. Da a conocer un mapa

inédito de Gran Canaria dibujado

por Sancho Figueroa de la Cerda, ayudante

del Regimiento de Telde. En el

mismo diseña los términos donde se recluta

y reside cada una de las nueve

compañías. Págs. 574-75 figuran los 111-

gares de las compañías que contaba el

regimiento de Telde después de la refnrma

roali7arla per Nicn!ác fi/137í3 ná- --*

valos en 1771.

12 RUMEUD E ARMASA, .: Ob. cit., tm. 111,

738-746 y <<Unac uriosa cstadística del

siglo XVII. El «Plan político)) del marqués

de Tabalosos). En Revista Internacioizal

de Cociologín, 111, 4(1943), 179-185.

13 El primero tuvo como causa la posesión

de la tierra y en el segundo el cacicugu

cii id Licbig~ldciú~dte ius &dides

reales. BFTHFNCOURMTA SSIEUA, .

de: <(El motín de Agüimes)) Las Palmas

(1718-1719))). En A.E.A., 33; 51-159.- 2"

Ed.- Agüimes, Ayuntamiento, 1990; y

SUÁREGZ RIM~VN.:, «Los orígenes municipales

de la ciudad de lelde)). En

Guía Histórico Ciiltural de Telde, 10

(1998), 37-43.

14 A p u d , DARIAYS I'ADR~ND, .V.: Ob. cit. 1,

202-205.

15 RUMEUDE ARMASA, .: Canflrifls, tm. 111,

575-79. CULLEDNE L CASTILLOP,. : «La torre

de Gandon. En E.M.C.X,X XVIII-XL

(1997-1999), 215-234.- Idid.: «La torre

de Cando». En El Eco de Cmorias

(L.P.G.C.),1 3.2.1980. BRUQUETD.E~ SC ASTRO,

F.: «Casa Fuerte de Santa Cruz del

Romera1 (Genealógico de la familia Rocha)

». En X C.H.C.A. (1992).- Las Palmas

de G.C.- Ed. Cabildo Insular, 1994;

tm. 1, 493-528.

16 Nava Grimón a Sebastián Eslava, La

Laguna, 18.11.1757. Archivo General de

Simancas. Guerra Madernn, Leg. 1351.

Eslava hizo una insólita carrera militar.

Se cubrió de gloria en la victoriosa defensa

de Cartagena de Indias frente a

los furiosos ataques del almirante Ver=-.

Fue secret?riu do guerrs entre

1754 y 1759.

17 FERNÁNDEBZÉ THENCOUFR.:T N, obiliario y

blasón de Caizarias. Diccioiiario Iiistórico,

biogrhfico, genenlógico IJ herhldico de In

Provincia. Santa Cruz de Tenerife, Valencia,

Madrid, 1878, 1886.- 7 vols.; tm.

111, 231-232.

18 Nava Grimón a Eslava, doc. cit. La cursivd

es r~iía.

19 «Revista del regimiento de Infantería

de Telde, en Canarias, pasada por su

Coronel, don Pedro de Nava Grimón),.

Leg. cit.

20 SANTIAGMO,. de: Art. cit., p.91.

21 Cjr. nota 15.