VEGCETA. Número 3. 1997-1998 (47-61)
"La madre del sustentador
del cielo y la tierra":
Una divinidad sincrética
(Aculturación religiosa
en el conjunto arqueológico
de Achbinico-Candelaria,
Tenerife)
'Ueprtanieiito de Prehistoria, Antropología e Historia A~itigu,i
Universidad dc La 1-agiiiia, Tenrrife.
** Departa~iieiitod e Ilistoria.
Llnivcrcidad de La Laguna, Tenerife
V. Alberto Barroso / A. Barro Rois / E. Borges Domíngtrez /
48 C. M! Fiigrnin Florido / C. M. Hrrnúndrz Gn'mez / A . Larraz Mora
A la memoria de Abuela Moya
"No p~tledo no lamentar con mucha
razón el descuido que los pasados han tenido
en no haber hecho memoria de un caso tan
admir~zblcy ~nilugrosoc omo fue el aparecimiento
y origen de la snntn iinngen de
Candelaria (...); deste descuido no sé que
disciílpa doy(. . .i".
(Espinosa, 1594)
Consideraciones previas
La obra del dominico Fr. Alonso de
Espinosa: "Del Origen y Milagros de la Saizta
llnagen de Nuestrn Señorn de Candelauia, qirP
apareció en la lsla de Tenerife, con la descriprihn
d~ ~ s t aI da", publicada en Sevilla en
1594, constituye la fuente documental más
valiosa para el análisis de los inicios del
cristianismo en Tenerife. Con ella prácticamente
se inaugura una larga tradición hist-
o riográfica la que se irán sumando diver- ' h t " T A hro= il"d . l . U L " . . I . C . V . C Y L.111I11I., I ..,. .
Galindo, Marín y Cubas, Núñez de La
Peña, etc., quienes en líneas generales,
darán continuidad a la versión de los
hechos que recoge Espinosa en su obra.
A partir de entonces, en numerosas ocasiones
y desde planteamientos diversos se
ha insistido en el papel jugado por la Cva.-
Ermita de San Blas (Playa de la Arena,
Caiicirictiid) eii 1"s üiigri-les de la cvangclización
de los guanches. Su temprana vinculación
a la Imagen de La Candelaria ha sido
precisamente, el lieclio que ha servido de
apoyo a tales interpretaciones (Díaz Núñez,
1865; Bethencourt Alfonso, 1994 [1911];
Rodriguez Moure, í9í3; Darías Padrón et
al., 1957; Rumeu de Armas, 1975; etc.) . Se
ha defendido asimismo, el posible carjcter
simbólico que debió tener la antigua
Aclibinicó entre los aborígenes, el propio
Rethencourt Alfonso la incluye entre las llamadas
"cuevas santas", como una de sus
principales exponentes (Betliencourt
Alfonso, 1994 [1911]; Tejera, 1989 etc.).
Esta tradición histórica se ha mantenido
fuertemente arraigada, trascendiendo incluso
a toda la trama social canaria, de tal
manera que cuando en 1994 se pone en
marcha el IJroyecto de Investigación en el
"Conjunto Arqueológico de Achbinicó",
uno de sus objetivos científicos debía dirigirse,
de manera específica, al estudio de la
función y las repercusiones de dicho emplazarnientu
en los procesos de aculturación
religiosa que se activan con la presencia
europea en la isla y los intereses de anexión
de la misma.
El desarrollo de este objetivo exigía un
posicionamiento de partida: de ningún
modo resultaba posible entender la Cva. de
Achbinicó si 5610 se concebía como un
"espxiu" individual, aislado de su contexto,
donde toma sentido completo y en el
que se reconoce su verdadera dimensión
histórica. Es cierto que con la instauración
del modelo socio-económico qiir se impone
tras la conquista castellana, esta cueva convertida
en recinto eclesial, monopolizó el
interés !a sCcied2d, mientras r-i-ii-o l-a-c- -r e-s--
tantes cavidades aledañas perdieron relevancia,
diluyéndose progresivamente en la
memoria histórica el hecho dc quc todas
intervinieron activamente en el origen de la
actual Candelaria'.
Sin embargo, para valorar cn la medida
justa cl sentido en que sc desarrollaron las
estrategias adoptadas en el proceso de acul-
L ..-A- : A - -,.1:-:--,. A- r ---- :c- <. L U I (LLIVII I CII~IVJCL C,, 1 L11L1 L L L , C",, Y C l l l U
considerar que:
En primer lugar, hchbinicó forma
parte de un amplio conjunto de cuevas
(Cva. de Los Camellos, Cva. de los
Condes, etc) que definen un poblamiento
prehistórico de cierta intensidad en este
sector de la costa sudorienta1 de la isla.
Muy probablcmcnte no era de carácter
estable, si bien en el momento en que se
produjeron las primeras arribadas de
europeos, la zona debía contar ya con una
dilatada trayectoria de frecuentación
humana a tenor de la amplitud de los
depósitos arqueosedimentarios generados
y las excelentes condiciones del entorno.
(C.M. Hernándcz, ct al, 1996)
"La mndrc dcl sustentador del cielo y la tierra": Una divinidad sincrética ... 49
Asimismo, debe añadirse otro hecho
particularmente favorable para el desarrollo
de los fenómenos históricos que nos
ocupan: el conjunto arqueológico se halla
inserto en un territorio perteneciente al
bando de Güímar, el cual junto a Taoro,
parece haber desempeñado un papel hegemónico,
o al menos de gran ascendencia,
sobre el resto de las unidades políticas existentes,
lo que se pondrá claramente de
manifiesto cn el proceso de conquista.
Como recoge el profesor Tejera (1YY2:57):
Eii todos los episodios relatiuos a la conquista
castellani~ de 111 isla, apnrrceil sitwprr diferciiciados
dos inellceyatos coi1 caricter prerininentr:
Glilnzm y Taoro. Asin7isi?l0, de las
fuenlcs ctriollistliricus sr. ylcrde i i ~ f c r i ru i ~
e s t a d o d e e i i f r e n t a i r f ~ e i l t oe n t v c r1rrilios.
Rizlalidacies intrrnns 1711~~Jacilitaríanla pciietraciói~
de los castcllnnos al estar a q ~ A l o s
divididos en "bniidos dr pnccs" y "dc ,yucrrn".
(. . .) Sr prir~driii l e t~c t n rr irrtos pevjiles
qur cnractt~izari los niorieli~s di, orpiiiznciiín
ciual i...)."
Ambas cuestiones resultaron condicionantes
básicos y decisivos para explicar los
fenómenos históricos que se sucedieron
desde mediados del siglo XV, convirtiendo
al r o i i j u r i i o ;ircjueológico de Achbinicó en
ejemplo sobresaliente de uno los dos modelos
de asentarnientos identificados por E.
A L I I ~y IA . Stljerd íi99111, Uescir ei que ios
europeos consideraron oportuno desplegar
sus mecanismos de intervención en la realidad
insular.
La Causd fundamental para explicar las
consideraciones precedentes radica en que
en ei Hrcnipiciago se han podido identificar
estrategias de aculturación basadas en el
sistema de "préstamo inducido", según las
categorías establecidas por J. Alvar (lYYO),
es decir, se respeta a priori la religión existente,
asumiéndola como parte integrante
de la que se quiere implantar. De esta
forma, se pretende conseguir la desaparición
definitiva de la primera mediante un
complejo proceso de acercamiento previo,
más o menos dilatado en el tiempo, en el
que se crean las condiciones favorables
para la asimilación del nuevo modelo sociocultural
y religioso.
En otras ocasiones, hemos intentado
profundizar en los aspectos relativos al
carácter simbólico y a la importancia iinplícita
de la Cva. de Achbinicó cn la esfera
religiosa aborigen, procurando reconocer
en los datos arqueológicos la existencia de
elementos que ratifiquen tal interpretacidn
y que en cierta medida, ayuden a explicar
la función que desempeñó posteriormente,
como receptora de la Imagen de la Virgen
de Ca n d ~ l a r i ap, ~rmi t i rndod escribir cierta
continuidad en el contenido simbólico de
este enclave. Los resultados del trabajo fueron
presentados cn el XII Coloquio de
Historia Canario-Americana (C.M.
Hernjndcz, ct al. 1996b). Esta vez, se plantean
una serie de reflcxioncs quc sirven dc
complemento a la investigación anterior,
puesto que giran en torno a la naturaleza
.-:-"..A*:*- 2- i & T T : -A-- A - P-.-J-l-..:- TT.--
JLILLICCILCI U= v I L ~ C I I uc Laiiuriaiia. uiici
versión más amplia de este texto fue
expuesta en el "Intcrnationnal congrcs over
Middeleeuwse en Ldtere Archeulugir"
(Brujas),(A. Barro et al, 1997), sin embargo,
ante la escasa difusión de sus actas, hemos
creído oportuno publicarlo en este número
de la Revista del Museo Canario.
Canarias y ia expansión atiántica
El choque cultural entre los aborígenes
canarios y los europeos que recalaron en las
costas del Archipiélago o los que acabaron
asentándose de manera más o menos definitiva
en las islas, se desarrolló de forma
general y según ha sido establecido por
diversos investigadores en dos fases de distintas
características y alcance en cuanto a
la freciiencia, intensidad y tipo de relaciones
entre los indígenas y los europeos.
La primera va aparejada a los inicios de
la expansión atlántica de las potencias europeas
bajomedievales. Durante la misma se
producen una serie de arribadas, que se
han definido como "incursiones" de marinos
genoveies, portugueses, vascos, andaV.
Alberto Barroso / A . Barro Rois / E. Borges Dondnguez 1
50 C. M" Eugeiiio Florido / C. M. Hernández Górnez / A. Larraz Mora
luces, etc. que se limitaban a practicar contactos
esporádicos con la población indígena,
gcneralmente desde la propia costa, sin
internarse en el territorio y con fines esencialmente
comerciales, intercambiando
diversas "baratijas" por materias primas y
manufacturas de gran interés en los mercados
europeos:
Passati poi ad un'altra isola, probabilniente
piu grande i membri riellu spedizivne viderv
una maggiore quaritita di gente che nccorreua
su1 litornlc, uomini ct donne ugualmenfe
nudi, salvo alcuni che sembravano essere di
rango s ~ p r r i o r r~n, p ~ r fdii p l l i di c a p
~ l i ~ i ndi ie rossu ei di ~u:ur1 1; rrurü, ( . . . J .
Tuttu la nioltitudirie rriustruva di desiderare
di auere rapporti commerciali con chi stava
sirlle nnui de d i fnr duvore la sostn d ~niisi tntori."
(Nicolosso da Recco 11.341) en S .
Pellegrini, 1.995: 85)
Los relatos de algunos de estos Tm ' j eros,
como el de Nicolosso da Recco o el de
'A lT, ;"n f-n A- \Jn'-+n A,X.n,.;hom ,.,,.,e ,.ol.,An- X L " A d L L L , LcL. L.L"o.u L,LoLLA"LLL L.LL,*o
nes breves, poco intensas, en el transcurso
de las cuales se inician las primeras transformaciones
del mundo aborigen cuya
manifestación material más directa radica
en la progresiva incorporación de los citados
objetos europeos. Estos, sin embargo,
no parece que tuvieran excesiva trascendencia
en el desarrollo tecnoeconómico de
id p","i*ri31i .pues i.ii oloc~ecci-,
a un tráfico cuantioso, ni intervienen elementos
que propiciaran verdaderos cambios
tecnolOgicos. Ciertdinerile, en ocasiones
parece que se intercambiaron
"herramientas" y diversos objetos funcionaies,
pero otras veces sc trató de mercaacrías
que E. Aznar y A. Tejera (1994:31) califican
de exóticas, tales como: "ropas
desconocidas para quienes vestían con pieles,
objetos de adoriio", etc.
(.. .) y llegaron a lo Gran Canaria a la hora de
prnnn y echaron ancla pn un gran puerto qur
está entre Telde y Aguimes. Y allíen el puerto
vinieron cerca de 500 canarios y hablaron
.... . I I . '... " l . .L .. ? ^....". ."A. , l
L V l l t l i V L/ V t i l i l < l l U iU V I I I L l l r U l p l 6,I IYVJ U C 1
10 o 12 todos juntos, sin irtrcverce, desyik
de heb¿rles dado Gadifer seguridad, y les traíari
abundnntes higos y sangre de Drago, que
cambiaban pur anzuelos de pesca y por viejas
Iierramientas de hierro y pur ugujus paru
coser; y obtuvieron sangre de drago que valía
200 doblas y todo cuanto les entregaron no
vnlín dos frnncos" (Le Canarien-Ver. G,
1965: 72).
Este fragmento de la crónica de la conquista
normanda (1402-1404), aunque se
sitúa en el final de la fase anteriormente
señalada, resulta muy valioso para ilustrar
el modelo de intercambio al que se ha venido
haciendo referencia, así como la natural,.-..
A- "1 A" 1-0 -,.,.A.T,-&nn -3.- L.A-
""U U' "'6"""" "" "" y"""""".' Y"" L""
ron objeto de "trueque".
Da la impresión que obedecen a limitadas
"transacciones" que adoptan las forrnas
tipificadas como "intercambio de regalos",
cuyo objetivo suele ser el refuerzo de unas
relaciones suciales mediante UIM serie de
"donaciones recíprocas". Lamentablemente,
la documentación existente al respecto
es muy escasa y ia contrastación arqueoiógica
del fenómeno a penas ha comenzado a
producirse.
La Virgen de Candelaria y el cambio
social. Orígenes del cristianismo en
Tenerife
La segunda fase, de mayor repercusión en
el proceso aculturador se desarrolla durante
todo el período de Conquista (1402-
1496). El principal clcmcnto distintivo con
respecto a la fase anterior lo constituye el
asentamiento permanente de europeos en
el Archipiélago, incluso en aquellas islas
que no han sido conquistadas. A su vez, las
ya anexionadas se convertirán en plataformas
desde las que se desplegará una
influencia creciente sobre las restantes, muv
superior a la originada por los interescs
comerciales que habían estimulado los contactos
hasta ese momento.
Se percibe por tanto, una verdadera
política reafirmadora de la presencia europea
entre las romiinidades indígenas, por
lo que es cn cstc período cuando podemos
hablar, con propiedad, de la utilización
consciente de mecanismos de aculturacióii
que afianzan la ascendencia occidental
sobre las sociedades aborígenes, así como
facilitan y aceleran su futuro sometimiento.
Tendrá lugar, en esta fase, la forrnalización
de "pactos" (A. Rumeu, 1975, R. González,
1982, E. Aznar y A. Tcjcra, 1994) que se
materializaron en la relativa consolidación
de dos tipos de ascntamientos con características
y finalidades bien diferenciadas.
Una modalidad consistía en la fundación
de torres, que combinaban el papel de
puesto militar con carácter defensivo, con el
d~ Iiigar donde pnlarizar las relacinnes
comerciales.
El segundo modelo de asentamiento es
el que m5s nos interesa en el presente trabajo
por su relación directa con el Conjunto
Arqueológico de Achbinicó. Se trata de la
instalación de misioneros conviviendo
"pacíficamente" con los aborígenes, en una
relación que desconocemos en detalle pero
P"'" ú!tiTLos, pclí- la
tación de la presencia de "gente extraña".
Surge como consecuencia dc la "labor
misiunal", que adquirirá uri yrvtagonismo
notable en esta etapa, si bien es preciso
remontar su inicio en Canarias, al menos
potencialmente, a la promulgación de la
Bula Coelcstis rex regurn del 7 de Noviembre
de 1351, por la que se eligió al primer tituiar
dei üuispado ae Fortuna con sede en
Telde (Gran Canaria). Por ella se conoce
asimismo que serán fundamentalmente
miembros de la Orden Franciscana los que
la lleven a cabo. Durante el siglo XV dicha
acción evangelizadora pudo desarrollarse
con mayor continuidad, organizándose
desde las islas conquistadas.
Las notables diferencias entre cada una de
las islas originó desarrollos particulares que
hacen necesario un análisis en detalle caso por
caso. En el presente trabajo se analizan algunas
cuestiones relativas al proceso evolutivo
experimentado por la isla de Tenerife durante
el período que antecede a su Conquista.
A modo de hipótesis, resulta posible
datar el inicio de Ids actividades misioneras
"La madre del sustentador del cielo v la tierra": Una divinidad siricrética .. 51
en dicha isla, dl menos, en el tránsito de los
siglos XIV y XV; de hecho se sabe con seguridad
que ya habían dadv sus frutos en la
primera mitad de este último, puesto que
en la informacibn contenida en la Pesquisa
de Cubitos (1477) se hace constar que la
población de Lanzarote y Fuerteventura
tenía conocimiento de la existencia de "bautizados"
en Tenerife.
Es factible que la fundacihn de un
núcleo misintial en Telde, una de las dos
demarcaciones en que se hallaba dividida
la vecind isla de Gran Canaria, debió haber
faom-ecidi enormemente !u !aYm de !os
minoritas en el resto del Archipiélago. En
su estudio sobre el Obispado de Fortuna, el
profesor Rumeu dc Armas cita la Bula D~irrr
diligenter otorgada por el Papa Clemente VI
en 1351, en la que se recoge la intenciVri
expresa de dos mercaderes mallorquines,
Juan Doria y Jaimc Segarra, de organizar
una expedición a la isla de Gran Canaria "y
. . 1 - 1 I ,
3Ub d ~ u c l ~ ~~ ~I t Cbc Iui iveriirids al crisiianismo,
utilizando para ello indígenas previamente
"instruidos en la fe".
No obstante, el paso realmente decisivn
en la acción evangelizadora de Teiierife tendrá
lugar en torno a 1450-1 460, década en la
que la Orden Franciscana promoverá la instalación
de un eremitorio de similares
características al de Telde, en la costa de
Candelaria.
Poco se sabe sobre este cmplazainiento
misional además de lo ya señalado por A.
Rumeu, 1975: 27 y SS, según cl cual, en el
sudeste de Tenerife, tres eremitas franciscanos
convivieron con los guanches, "compartiendo
sus costumbres" y predicándoles
la fe católica en su propia lengua. El eremitorio
debió localizarse cercano a la costa, o
bien en el propio litoral y en lugar próximo
o vinculado a las zonas de yoblamiento
aborigen, pues éste constituye uno de los
habituales patrones de asentamiento de las
primeras instalaciones europeas en el
Archipiélago. Ocurre así desde los inicios
de la conquista y la razón de ello estriba
quizá en la necesidad de combinar la posiV.
Alberto Barroso / A . Barro Rois / E. Borgec Domínguez /
52 C. M? Eugenio Florido 1 C. M. Herriández Gómcz /A. Larvaz Mora
bilidad de hallarse insertos en las comunidades
sobre las que se pretendía influir, así
como en el deseo de no desvincularse del
mar, único medio de comunicación exterior.
Para entender la elección de la costa de
Candelgia por parte de los frailes minoritas
cabría considerar que en dicha zona se
cumplen los dos factores reseñados. En primer
lugar, se documenta un importante
poblamiento en época preconquista, cuyo
exponente más destacado es el Complejo
Arqueológico de Achbinicó ?. En segundo
!ngar, frente a las escarpadas costas drl
norte de Tcnerife, el litoral del sur y especialmente
el de Candelaria, reúne condiciones
adecuadas para el fondeo, lo que debió
favorecer su frecuentación por los navegantes
bajomedievales.
Estc singular conjunto integrado actualmente
en el pueblo de Candelaria, está
constituido por diversas cuevas abiertas en
la base de uii acüi-itikido cosiei.9, eri !a
playa de La Arena, cuyas características
han sido sintetizadas en otros trabajos(C.M.
Hernándex et 111, 1996 a y c), yur Iv que
obviarnos reiterar aquí tales datos.
En estrecha relación con las Cuevas de
Achbinicó tiene lugar un acoiitrriiiiieiilo
de especial transcenclericia en las estrategias
de evangelización desplegadas. Este
hecno es ia "aparición" de ia Virgen Ue
Candelaria, imagen gótica que desempeñó
un incuestionable papel en el proceso de
expansión del cristianismo entre los guanches
y cuya repercusión en la sociedad
canaria se perpetúa hasta la actualidad,
convirtiéndose en la "Patrona del Archipiélago".
Constituye un hecho que servirá
de nexv entre el mundo indígena que
acaba extinguiéndose y la nueva formación
social que resulta de la penetracihn
europea. De forma específica será el factor
responsable de la vigencia, aunque con un
sentido cambiante, de este conjunto históricu,
en el que, en cierto modo, se sintetiza
buena parte de la evolución histórica insular.
La cronología en que se produce este
suceso es un problema que ha sido abordado
por varios autores y para cuya solución
se han aportado diferentes hipótesis, unas a
través de deducciones basadas en las pocas
noticias escritas con que se cuenta y otras
en el estudio iconográfico de la talla; estudio
que sin embargo, no resulta definitivo
pues la imagen desapareció a principios del
siglo pasado'. En cualquier caso, las dos
hipótesis más aceptadas son, por un lado, la
que recoge Espinosa según el cual:"(. ..)
ciento y cimo ai?os antes que la Isla fuera de
rridinnns ni hirhivra PM vlln notiria dp euangelio,
fue Nuestro Señor servido f.. . j que apareciese
la Santa Irnaget~ de Candelaria", y por otro,
la que ubica el hallazgo no antes de la
segunda mitad del siglo XV (J. Hernández,
1975).
Bien fuera traída por los propios franciscanos
como instrumento simbólico dentro
de su actividad evangelizadora, bien fuera
abandonada por Diep dc Hcrrcrü tras s ~ ,
fracasado intento de someter la Isla en 1464,
o bien responda a cualquier otra causa, lo
riel-io es que en el menceyato de Güímar se
acogerá la imagen y se reverenciará, siendo
incorporada a la cosmogonía aborigen'.
LOS detalles de este episodio se conocen
a través de la obra del fraile dominico
Alonso de Espinosa (1594), quien relata
cuiiiu; id Vi i g e ~d~p die~e~dAc ÍUILI Im~ Ii hgrosa
("por ministerio de kizyelec") en la Playa
de Chimisay, donde la encontrarán dos
pastores que darán aviso al Mrncey de
Güímar el cual, tras advertir el carácter
sagrado de la talla, la instalará en su propia
residencia, ia Cva. de Chinguaro, comunicando
al resto de menceyes el singular
acontecimiento. Una vez reunidos los jefes
de la isla, éstos acuerdan que la imagen sea
preservada en dicha cueva, donde permanecerá
hasta que entra en escena e1 aborigen
cristianizado Antón Guanchc. Según el
mencionado autor, la intervención de este
personaje será decisiva para que los indígenas
tomen conciencia de la verdadera significación
de la imagen que guardan, así
"La madre del sustentador del cielo y la tierra": Una divinidad sincrética ...
como, de la necesidad de instalarla en un
lugar más apropiado para su veneración,
siendo escogida la Cueva de Achbinicó,
donde la encuentran los castellanos cuando
en 1496 es conquistada la Isla.
Desde el punto de vista teórico Jaime
Alvar destaca que la "aculturación" responde
a:
"un proceso cuyo carácter se nlodifica en el
tratiscurso del tiempo, por lo que hablar de
grado de aculturnción en una sociedad dada,
sólo es posible nzcdiante segmentos horizontales
de escasa duración. Si, por el cotitrnrio, lo
qtv ititeresn es rl análisis de Inpsos de tiempo
iiiris ii rrrcirus e.rirrisus, ~ritesirrc prraprciiuli
dehe uterider al proceso de aculturación. Aquí
se mnnifiesta un sentido diacróuico que no
t ime el g d o d e ncirltii~nciónp, ero cl pvoccso
debe construirse inedianfe el análisis del
mayor número posible de instantes, es d~riu,
de grndosdc aculfur~ciún"( 1.987).
En este sentido, si liemos de creer al
completo el texto de Espinosa, el "instante"
que representa la aparición de la imagen y
su aceptación por los aborígenes supone un
momento avanzado en el proceso de aculturación.
Ese grado se manifiesta, con
mayor claridad, al menos en el grupo dominante
que encabeza los distintos mencryatos
y quizás también entre sectores más
amplio de la población de Güímar. Sin
duda. la forma más fáril de expandir iina
idea es introducirla entre los mieiiibros de
la sociedad con mayor ascendencia sobre la
población, con capacidad efectiva para
favorecer la consolidación del cambio ideológico
que comenzaba a g. estarse. De hecho, , el proceso de aci.~!t~~racnioi~ r evic.::t in t j f i
único ritmo, advirtiéndosc diferencias de
carácter territorial, pero también entre los
niveles dc la jerarquizada sociedad aborigen,
al manifestarse con mayor rapidez y
efectividad entre el grupo dominante.
Dicho "grado de aculturación" se sitúa
cronológicamente a mediados del siglo XV,
lo que con toda probabilidad, pone de relie-
..- 1- L... .:.
Y T id rni~~rlicidd e ulld cidpd previd cli 1'1
que debieron establecerse las bases de tales
aconttcimientos, "induciendo" de esta
forma en los aborígenes una disposición
favorable para la aceptación del "concepto"
que representa la Virgen.
Otros elementos contribuyen a definir
con más precisión este estado de cosas. En
primer lugar, la probable "sincronía" o proximidad
cronológica de las primeras referencias
seguras a la instalacih de iin eremitorio
franciscano en la zona y Id
aparición de la Virgen de Candelaria, es
una coincidencia iniposihle de interpretar si
no aceptamos que están íntimamente relacionados.
En este sentido, la imagen parece
cvangclización y el significado que le otorgan
los aborígenes debe ser interpretado
como resultado de una labor cvílngclizadora
previa'.
Desde los estudios filológicos de J.
Alvarcz Delgado sobre conceptos relativos
a "la religión de los guanches" (1945) o más
recientemente en los trabajos del profesor
de sus principales divinidades y aunque la
"arqueología dc la religión" constituye un
ámbilü de irivestigación impreciso y resbaladizo,
lo cierto es que como señala éste
último autor, tanto las fuentes etnohistóricas,
como las exiguas evidencias arqueológicas
disponibles:
"mp a rmv dcljnr d n dm 11 ceucn de l i ~cr eencia
dc /o3 X~<iriiclrresr i uÍ J'iA y rri irr L u r ~ uY, eri
genevnl en Los astros, nunque a juzgar por Ia
forinn en que se presenta en 10s diferentes
docuriirritos, 1.1 Sol pr~rrvr ser L'I wntru de $11
cosmogonía, u pesnr de que en las fuentes
etriohistóiicizs, posteriores a la Conqiiistn,
cilrrio t'rl Iris cilrrus de los reli,qiosos A.
Espinosa (1594) y Abrcu Galirido (1.602), al
refirirce a las cvcencias d~ 10s X I I ~ I I C ~ P S ,
introduciw conceptos monoteístias, cori corinotacioiws
propias de la mentalidad cristiana,
si parece posible entmder como sucede en
~nuchasc o~nuriidiriicsy, ue el Cal y tarnbi@nl a
Ltiria, fueron rl centro dc su cosrlzovisicíii."
(1.988: 12 y 14Y.
Farece evidente que ia ,'Virgen de
Candelaria" cumple la función de nexo
entre la cosmogoiiía aborigen y la cristiaV.
Alberto Barroso /A. Barro Rois / E. Borges Dornínguez /
C. M" Eu~enioF lorido 1 C. M.H evnández Gómez I A. Lavraz Mora
na que pretende ser impuesta. Según se
menciona en el relato de Espinosa (1594)
esta imagen encarna a " A c h m a y c x
Guayaxerax A c k o r o n Ackaman", que él
mismo traduce como "la madre del sustentador
del cielo y la tierra". Idéntica interpretación
se observa en la obra de Abreu
Galindo (1602) quien recoge la denominación
de "Chaxiraxi": "la que carga al que sostiene
el mundo", o con el contenido de
"madre" como "Atmayccguayaxirnli".
Este significado, además, no entra en
ningún momento en conflicto con las creenc
i a a~b orígenes sino qiie por el contrario, el
hecho de ser identificada con "la madre del
sustentador del Cielo y de la Tierra" constituye
una vía rápida de asimilación de la
simbología cristiana dentro de la estructura
cosmogónica guanche. El Ser Supremo no
parece que sea anulado por la nueva divinidad
introducida, sino que ésta adquiere un
papel subsidiario pero suficientemente trascen&
ntc c=m= purn rcn!znr BU imnn,.tqn0;3
Y-- -ucL-L.
Aunque las manifestaciones materiales
que se conocen de las divinidades guanches
son escasas, lo cierto es que nunca presentan
características antropomorfas pese a
encarnar principios masculinos y/o femeninos
y disfrutar de atributos propios de la
naturaleza humana7. Clzaxiraxi parece constituir,
por tanto, la primera "divinidad"
~ i i i ~ u y u i i i udici ~id C U ~ I I Ü ~ Ü IaLb~üi~-i gei-t.
Por ello, hasta cierto punto, llama la atención
que cuando el fraile dominico relata el
encuentro de los giianclieh con ld irndgen,
lo único que parece suscitar extraiieza entre
éstos son "los vestidos" y el "color de la
tez", mientras que rapidamente toman conciencia
de su carácter "sobrenatural", a
pesar de manifestarse a través de una figura
humana. Espinosa pasa por alto este
hecho y en su relato tal circunstancia no
parece ser causa de sorpresa. Sin embargo,
en base a los actuales conocimientos sobre
las creencias de los guanches, piiede asegurarse
que la presencia de la escultura gótica
entre ellos supone un aspecto de gran relevancia
por cuanto la aceptación de ésta
como algo sobrenatural implica una importante
transformación conceptual de la
estructura religiosa.
Esta transformación ideológica resulta
difícilmente aceptable sin acudir a una
influencia externa y previa que posibilitase
la admisión de realidades tan diferentes. La
presencia franciscana parece ser el elemento
más acorde con tal papel, introduciendo
en la cosmogonía aborigen el nuevo concepto
de "la madre del sustentandor del
cielo y la tierra", mediante una labor misioncra,
lamentablcmcntc mal documentada.
La simbiosis causa-efecto. o lo que es lo
mismo, evangelización franciscana-aparición
de la Imagen, que se propone en el
presente trabajo no aparece claramente
reflejada ni en el relato de Espinosa, ni en
ninguna de las restantes fuentes. El dominico,
por su parte, considera la aparición de
la Virgen como un hecho milagroso, al
igual que es sobrenatural la forma en que
!es aburigenes aprecian SE natrirsleza rlix.rina',
circunstancia que no debe sorprerider
dado el objetivo de la obra. Sin ~mbargo,
Espinosa es muy claro al afirmar quc sólo
mediante la intervención de un intérprete
(el lengua Antón Guanche) los aborígenes
son capaces de "entender" cl vcrdadcro
sentido de la Virgen es decir, el "sentido
cristiano".
j-1 i-e!a;o de Cspiiíosa reúne yuZs, a!gUnos
de los elementos característicus de los
mecanismos de aculturación que se han
expuesto hasta el momento. Así, el fraile
adjudica a un nativo ya cristianizado la responsabilidad
de explicar a los isleiins el signiiicacio
cic ia cscuitura y con eiio obvia ia
labor evailgelizadora franciscana que, como
se ha señalado, podría haber sido anterior a
este suceso.
La elección de la Virgen bajo la advocación
de la Candelaria tampoco debió constituir
un hecho fortuito. Por el contrario, la
representación iconográfica de la misma,
portando al niño en la mano izquierda y
una candela encendida en la derecha, aúna
dos "principios" reconocibles en la simbo"
La madre del sustentador del cielo y la tierra": Una divinidad sincrética ... 55
logía de las religiones prehistóricas como
son, por un lado, la fecundidad y por otro,
el fuego, de cuyo valor simbólico entre los
guanches existe constancia arqueológica y
documental (M" C. Arco, 1993, C.M.
Hernández et al., 1.996~).
Entre las poblaciones aborígenes del
Archipiélago "el fuego" ejerce, a veces, un
destacado papel en las manifestaciones cultuales.
Se constata su presencia no sólo en
contextos domésticos como meros hogares,
sino asimismo en enclaves funerarios, participando
activamente en los rituales de
homenaje a los muertos y a su vez. en espacios
de claro significado religioso, donde se
ofrecen sacrificios de animales a los "seres
supremos".
Ya Bethencourt Alfonso, a inicios de la
presente centuria, había establecido relaciones
entre una divinidad solar aborigen y el
fuego como manifestación terrenal de ésta.
Para ello, se basó en la tradición oral, dsí
mme en re!3tes p p ~ ! ? i r e sd e !m Y-- é!
mismo fue testigo, lo que le llevó a afirmar
que:
"El culto del snbeísmo u de la astrulatría
entre los guanches era universal, figurando el
Sol o Magec corno el nrás poderoso y benéfico
de los dioses, cuyo emblema en la tierra era el
fuqo nacido de su seno, tenido por sagrado",
(Rethencoiirt Alfonso, (1911) 1994: 269).
Teniendo en cuenta tales cuestiones,
resulta verdaderamente significativo coniprobar
cómo la relación que parece existir
entre la divinidad solar y el fuego se sintetiza
en el concepto que representa la Virgeny
y casi de marierd paralela puede advertirse
también en la propia cueva de Achbinicó,
incluso antes de constatar señal alguna de
influencia europea. En este orden de cosas,
las excavaciones arqueológicas proporcionaron
un hallazgo relevante, al exhumarse
durante dichos trabajos un "área de combustión"
ubicada en el lateral derecho de la
misma, muy próxima al acceso y ocupando
una extensión mínima de 5 mL; e11 lino 7ona
topográficamente elevada, perfectamente
visible desde el exterior. Este área se originó
tras el funcionamiento simultáneo y reiterado
de varios focos encendidos de manera
sucesiva y empleando siempre como
combustible madera de pino. La riqueza
antracológica y las característica de los carbones,
así como el análisis microestratigráfico
permiten reconocer que las hogueras
fueron apagadas voluntariamente, sin que
se produjera la combustión completa de la
madera.
Una función estrictamente doméstica
para este área parece difícil de explicar,
estando más acorde con sus particularidades.
una interpretación de carácter simbólico
para la misma y, por extensión, para la
cueva:
',,No cabe duda que una interpretnción polimlente
de este úrea de combustión donde se
incidiera en su función culinaria, calefactora
e iluminadoni sería suficiente si no se tuviesen
en cuenta factores como: el lugar destacado
que ocupa en el rnterior de la cnvidad, su
extensión si~r~rfiriaqul e le confiere un protngonistiio
evidente o ia C...) escasez Re restos
ergológicos asociados, cuya exigua presencia
no se corresponde con lo hnbitunl en otros
yizcirnientos huliitucionules, y lo que es más
importante, el cúmulo de datos de carricter
etnohistóricos ineludibles, cn los que se insiste
riz que la cva.. de Achbinicó constituía un
lugar de culto para la población aborigen de
T~iirrije En tales noticias existen re~erencins
donde el fuego no cs un eletrierrto auserríc."
(L.M. Hernández et al., 1996~)'~
El hecho de que la cueva ya tuviera una
corinotaci8n simbólica para los aborígenes
debió constituir un factor determinante
para que fuera elegida como lugar donde
instalar definitivamente la escultura gótica
de La Candelaria, en la que permanecerá
hasta que el Cabildo de la Isla patrocine la
construcción de una iglesia para su culto,
en la desembocadura del Rco. de Tapia
(1526)". Esta superposicióii iio es un fencímeno
aislado, puesto que la cristianización
de antiguos enclaves aborígenes con un
contenido r~l iginrop iuede rastrelrse, de
manera más o menos evidente, en numerosos
lugares de las islas. Es conocida la preV.
Alberto Barroso / A . Barro Rois / E. Borges Domíiipcz /
56 C. M" E~~g c nFi olo rido ,i C. M. Heritóndez Gónzez / A. Lnrrnz Morn
scncia de podomorfos en el lugar en que
aparece la Virgen del Pino en Teror (Gran
Canaria); en La Comcra, existen asimismo
varias ermitas erigidas en espacios que
durante la Prehistoria se destinaron a la
celebración de rituales ofrecidos a las divinidades
indígenas a juzgar por la concentración
de "aras de sacrificio" conservadas,
caso de la ermita de las Nieves (San
Sebastián) o la de El Calvario (Alajerol. Este
mismo comportamicnto se advierte en
numerosas estaciones rupestres del
Archipiélago2.
Se estimula de esta manera la imbricación
entre la religión indígena y el credo
cristiano, determinando que desde los primeros
momentos de la expansión del cristianismo
en el Archipiélago, éste se manifieste
a través de rituales sincréticos en los
que resulta posible reconocer comportamientos
duales. En el caso concreto de la
isla de Tenerife son numerosos lus element--
-..- -..-A-- --..-c---- P"rY dnscribir las '"S ' U' y"'"' " 1 t, "'"U"'
características de este sincretismo religioso.
En primer lugar, la propia asimilación
de la Virgen de Candelaria/Chaxiraxi,
como símbolo de la superposición de dos
cosmogonías. En segundo lugar, un elemento
de sincretismo no menos importante
lo constituye la propia elección de la cueva
de Achbinicó para albergar y venerar dicha
illldgcn. Lid Lut?"ñ, el-I ~6i~ii-1ii-tfüissi i-"3,
representa para el aborigen un elemento
inherente a su cultura, pues en ellas viven y
entierran a SUS 111uerto5, por tanto, no es de
extrafiar que algunas estén revestidas de un
carácter simbólico vinculado con el miindo
de ias creencias be esta comunidad. Son
numerosas las referencias documentales
que señalan la presencia de "cuevas santas"
repartidas por toda la geografía insular (J.
Fco. Navarro et iil., 1.995).
Ahora bien, aunque el carácter peculiar
de Achbinicó resulte evidente, no se debe
desvincular del contexto general en el que
se inserta, donde las excavacioncs arqucológicas
han puesto de manifiesto el desarrollo
de diversas actividades subsistenciales
propias de los poblados prehistóricos, lo
que significa que sus particulares rasgos
están inmersos cn un modelo típico de ocupación
costera, pudiendo darse incluso una
dualidad funcional para este espacio, al
menos en cierto momento de su utilización,
que supo ser aprovechada en favor del proceso
evangelizador.
El topónimo aborigen de la Cueva, traducido
por el filólogo Alvarez Delgado
como "lugar del esquilrno", la relaciona de
forma manifiesta con el desarrollo de determinadas
actividades ganaderas, situación
que se refuerza cuando posteriormente. tras
el traslado de la Virgen a la Iglesia recién
construida, la cueva queda bajo la advocación
de San Rlas, patrón de los rebaños. En
una sociedad de marcado carácter pastoralista,
la importancia de la cabaña ganadera
rebasa la significación económica para convertirse
en unn de los elementos organixadores
de la misma, de la estructura social e
inc!i:su de !a prupi2 ~.isibnc usrnogbnica (P..
Tejerx1992). Nuevamente, con la elección
de San Blas parece evidenciarse una clara
continuidad, en la que predomina la intención
de no desvincular la realidad aborigen
de los nuevos conceptos que se introducen.
Espinosa y otros autores describen el
tipo de culto que se rinde a la imagen con
anterioridad a la Conquista, en la que los
L:L -.--..- 1-L-Z ---- : l - - - L - A -
CUllDLllUyCllLCD Ua31CLJD D l l l l 1 ~ U L L l l l L C l L L C UC
naturaleza sincrética: ofrendas de animales,
celebración de fiestas y comidas colectivas,
parlicipacióii del fuego, etc:
"( ... ) della II« tzlvieior~ otro coi~ocimiri~to
mas de creer que cni a l p m cosa sobr~natu-
Y:?!; (.. .!. Y mi dr ru???:lxs e!?fimi~?!lteo o k -
ciero~ic, nda cual sepín sil dcvoción o pclsibilidnd,
las niás hertilosni cobras de sus vcbnrios
qutJ lkgi7ron a srisciiwtns. Y d re!/ IPS wialó
tPr.rnino particular, que Iliziiia11 Igircstc,
~iolzde apacentase este aliado (...).
(Espinosa, 1594: 61)
"Act&it de todas partes a la dedicación 911e
de la cucva sc hacia, y jlintase gran iiiírriero
i i ~gc nte; ordenan fiestns y regociios, danzas,
bnilcs prilcbns y saltos de mzlclzn ligerczn,
"La madre del sustentador del cielo y la tierra": Una divinidad sincrética ... 57
corrt7ra, Irrclins, tirar la lanza y otros 111nbl~~s
ejercicios con que SU iimcha ~lgilidadb, liena
d~sp~xiciódtrts, treza y ,iztcrzns cada ciial procilrnhn
rrrostvnu. Qupdí concl~ii~Y~ poo r /?y
aaeiltado que tantas ímes e11 CI año sc jlíilta
en este lirgar, por hown de la niodrp de Dios,
a SUS ~.egocijosy bailes iqlw otro inodo de
mrzeracicíi~ ni lo snbíni~, rri eutendínn) y
~ierrdoel mucho gnsto qire en estos díns hncí-
1711, acir~rdnn en uno los reyes de Trioro y
Ciiíinav ~ UPCLU,S se juntaban por hom7 y e11
scrz~iciod csta senora, que ella lcs di~sed e
con1t.v nqudlo~d ías del ganado que le hubíliii
ofrecido (.. .). Asíquedó la santa irnap (VI la
cueva de S ~ i nB Ins cncomendizda a Antórl, que
..ov"n 'c r i c n , . v ; c $ i ; ~ i, fi ntvnc -i;oiric i,irri -! r q "U' ',"-"m"" ',.. ',.. . .! .'- .
hnbío picsto pam 9~1e le gimdnsen y itriras~n
pov ella, barriendo la ruezla don& estaba".
(Espinosa, 1.594:6 3-64)
" I'...) y hacían procesiún y ~~icividíllmuc es a
la Virgen pasmiido 10 playa donde fur lzullrrrlu
I/ esto 1iicievo11e n secreto aiír~h asta el tiempo
da lii ronqiristn". (Marín de Ciibas, 1694:
221-222)
El concepto que representa Aclzrnayes
Cuayaxrvax Achr~von Ackan~atz como divinidad
de contenido sincrético al servicio de
los intereses cvangclizadores de la Orden
Franciscana, desempeñó un papel protagonista
en el proceso de desestructuración de
la sociedad indígena. Se eligió el marco
om-o-nno-r ifirn - i r l ~ r - i i r i A n e! m~ n c r ' y a t nd e
Güímar, de caráctw hegemónico y que acabará
encabezando los bandos que pactan
con los Conquistadores; se hizo participe al
grupo dominante para asegurar que fuera
aceptada por toda la comunidad; se escogieron
lugares b5sicos cn la estructura ideológica
de los aborígenes y, por último, se
aportó un tipo iconográfico que reuniera
componentes simbólicos Mcilniente reconocible~.
A partir de la Conquista de Tenerife, el
concepto de Cl-iaxiraxi se "difumina" y su
lugar es ocupado por la Virgen de
Caridelaria, como exponente de la simbología
cristiana. Su presencia dinamiza la evolución
histórica dc cstc lugar, cuyo crecimiento
se produce de manera subsidiaria a
la importancia del santuario, que actúa
como foco aglutinador y de atracción. Sin
embargo, permanecerán en torno a la
Virgen de Candelaria las reminiscencias de
un culto sincrético que vagamente recuerda
al ofrendado por los últimos indígenas. El
más importante ejemplo de ello son las fiestas
que cada ano se celebran en Candelaria
(15 de Agosto), al igual que en la Ermita del
Socorro (Güímar, 7-8 de Septiembre), en las
que miembros de dctcrininadas familias de
la zona escenifican y rememoran algunos
de los episodios más significativos del relato
de Espinosa, plenaniente integrado en la
tradición pnplar
NOTAS
1 La desmembracion de cstc Conjunto ~istorico
ha tenido repercusiones muy negativas para
e! mismo, pues Iia sido un factor determinan-
Le en el estado de deterioro cjuc hoy yrcscnta,
así como en el escaso interés suscitado y la
nula protección recibida por pnrte de los organismos
competentes en materin de Patriiriurii«
Histórico, a pesar de su incoación como
Conjiinto Hiqtórico desde 1984, según una
Resolución del 16.X1.84 (ROC. 16.C'III. 85).
2 En la propia Cueva de Achbinicó, conocida
tradicionalmente como Cueva de San Blas. se
acsarroiian ios cpisoaios m5s dcstacaaos en
relación a los fenómenos de sincretismo religiosos
y expansión de! cristianismo que
tuvicron lugar cntrc las poblaciones aborígcnes
de esta comarca. Ve ahí que, por su
carácter emblemático, se haya designado con
bu iivinbre L O ~ U e l CUI I~UAIrIc~luIe ol6gico.
3 En 1.826 una espectacular arroyada destruyó
el Santuario de la Virgen arrastrando la imagen
"1 mar que se perdií, definitivamente. La
Imagen que hoy se venera es una talla del
escultor canario Fernando Estévez.
V. Alberto Barroso / A. Barro Kois 1 E. Borges Domínguez /
58 C. M'. Eug~nio Florido / C. M. Hernindez Gómez / A. Larraz Mora --
4 El debate en torno a cuándo y cómo se introduce
la Talla de la Virgen ha suscitado
numerosas interpretaciones entre los diversos
investigadores. Esta disparidad de opiniones
se debe, en buena medida, a las fuentes
a las que han acudido para hacer qiis
afirmaciones, unas veces basadas en la tradición,
otras en situaciones concretas y, otras,
en hechos que sobrepasan la realidad. Un
estado de la cuestión puede verse en CM.
Hcrnández ct al. (1997): "El Conjunto
Arqueológico de Achbinicó: Las Cuevas de
San Rlas y de Los Camellos, (Candelaria,
Tenerife)".
5 El papel político jugado por el menceyato de
cüirr.rre n Ir ccn,Uist&r. TcECrif,-c Dr.sti&
ye asimismo un ejcmplo de la efectividad del
proceso aculturador en esta zona.
6 Existen referencias documentales al carácter
astral de la religión de los aborígenes canarios,
como es el caso de la bula de Urbano V
de 2 de Septiembre de 1.369, otorgada con
ocasión de la presencia de misioneros catalanes
en el Archipiélago.
7 Se ha señalado la presencia de figuraciones
esieMuiiiirs eii r: iiiit-iiui dc dciciiiiiiudus
recipientes cerárnicos del tipo 1 descrito por
M. Arnay et al. (1985-87), localizados fundamentalmente
en escondrijos en Las Cañadas
del Teide (M. ARNAY1, 985-87 y A. TEJERA,
1.988). Asimismo, se han interpretados como
"soliformes" algunos de los n~otivosp resentes
en estaciones con grabados rupestres de
la isla, cuyos ejemplos más destacados son el
de Roque Tarucho (Masca) o el de Roque de
¿d Abejera (Aronaj. Además de esios
supuestos símbolos astrales, se han considerado
reprersentaciones de la divinidad los
"podomorfos" identificados en yacimientos
como Roque de Vento (Arona), Tagoro del
Rcy (Cranadilla), etc. (J. FCO.N ALARRetO a l.,
1994). El denominado "guatimac" , pequeno
idolillo antropomorfo, es el único caso de
manifestaciones de este tipo en la isla de
Tenerife. Se desconocen los detalles del
hallazgo y de su contexto arqueológico y verdaderamente
representa una excepción.
8 ESPINOSAr elata como uno de los dos pastores
que eiicueiiirdri Id It~idgeu " (...) tu1116 una
tabona, que es una piedra prieta y lisa como
azabache (...) tomando, pues, esta piedra, se
!!-DAo - -a. !a canta im-igen par2 q~?erer!e certar
un dedo de la mano (. . .) y poniendo el dedo
de la imagen sobre el suyo y comenzando a
cortar en él, hallóse el necio burlado porque
la herida se daba a sí propio en sus dedos,
sin hacei daiio a la mano de Id sdntd irridge11
( .)" (1594-1967: 52-53).
9 Entre los elementus iconog- ráficos de esta
Imagen cahe destacar que sostiene una "candela",
es decir, una llama perpetuamente
cncendida.
10 Un exhaustivo análisis, arqueológico, estratigráfico
y antracológico, así como documental
del área de combustión puede consultarse en
C. M. Hernández et al., 1.996a
11 En ocasiones, se ha enfatizado la ubicación
cvstera de Achbinicó, en una zona con buenas
condiciones de arribo, para justificar el
&....-l-A- A - l . . 1 ,J. 1- P--A..1--:- J--JL
I u I i I u U ~ UI C ILI llIIUejrll Uc 1 0 Lnlluc 0 1 1 0 C I C J L I r
Chinguaro. Si bien, este hecho debe tomarse
en consideración, creemos que entran en
juego una multiplicidad de factores. entre los
que el carácter simbólico de la niisma debió
tener un peso considerable.
12 J . Fco. NAVARRyO F CO.D E LA ROSAs eñalan a
propósito de la estación de grabados rupestres
de Lomo Boyero (Las ~r eña sL, a Palma):
"Las primeras inscripciones han sido realixa-
Uds sin UuUcl, por ius antiguos paimeros. Los
restantes grabados no fueron ejecutados, evidentemente,
en un mismo momento ni por la
misma mano, por lo que cuesta creer que
todos o la mayoría se hicieran con ocasiónde
un proceso inquisitorial o de otro acto religioso
de! tipo que luera. Por eso tia descar-tdmus
que el 2" y 3" grupo fuera igualmente
obra de los indígenas ya cristianizados y/o
sus descendientes cercanos, que reincidirían
en grabar con mayor intensiaaa que antes en
una tierra que para ellos ya era sagrada - no
en vano cstaba junto al gran cementerio aborigen
del Bco. Del Cuervo. Seguirían utilizando
sus técnicas tradicionales para grabar
(...), pero ahora incorporando los símbolos
de la nueva religión. Pudiera ser . incluso.
que los aborígenes cristianizados se aprestasen
a "resacralizar" un tcrritorio sagrado - el
propio Lomo- o la tierra donde reposaban
sus ancestros". (1992,251) .
En el mismo sentido insisten E. Borges y A.
Barro en su análisis de la estación rupestre
del "Canlino de Las Lajas" (San Miguel,
Tenerife): "( ... ) No debemos olvidar la
importante asociación entre las cazoletas y
c2n2!er y crucifurrr.es, No Yn-=.-v--o ro 0 - c . . - l
que el lugar elegido para grabar la cruz, símbolo
de la religión cristiana, fuera el mismo
-¿a inalire liei sustentador del cielo y la tierra": Una divinidad sincrética ... 59
en el que los guanclies reali~abanr itos. Se en algún momento de la historia insular difí-
Lrda Je dlgu III& que una mera coincidencia, cil de precisar, de cristianizar un lugar pagadebiendo
estar relacionada con la intención, no" (1.996).
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