VEGUET.4, Número 2,1995-1996, (113-129) 113
El federalismo español
a la muerte
"Profesor Titular de Historia Contemporánea, Facultad de Geogratia
e Historia. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
114 Agustíri Millares Cuntvro
E 1 fallecimiento dc Pi y Marga11 el 29 de
noviembre de 1901 generó la rápida
reacción de un amplio contingente de prohombres
del centro y de la periferia, encaminada
a sostener el Partido Republicano
Federal. Antes de un mes se desarrolló en la
capital una reunión a la que concurrieron
21) representantes de 17 provincias, dcsta
cando todas las catalanas y cuatro andaluzas.
Aun cuando algunos de los presentes
cran simples comisionados de dgrupaciones
locales, otros se desplazaron expresamente
desde sus núcleos de residencia. De
Toiecio iiegó ia deiegación proporcionalmente
más numerosa (Eduardo López
Parra, Saturnino Espinosa Valmaseda y
Perfecto Díaz Alonso), aportando Cataluña
cuatro líderes de alto nivel, con dos miembros
del último consejo regional. Había
entre todos ellos media docena que tomó
parte en una o varias de las asambleas
nacionales d e la li~staiiración.E ! v l s c i
Salustiano de Orive Oteo fue uno de los firmantes
de la ConstituciOn de Zaragoza, y
Vallés y Ribvt y Lópcz Parra estuvieron
entre los habituales asambleístas de 1882-
1896, asistiendo a las últimas citas los ex
diputados andaluces Euslacjuio Gómez
Moreno y Jerónimo Palma Reyes, abogado
cordobés.
Lus asisienrrs convinieron en que la
desaparición del fundador obligaba a poner
al frente de "la democracia republicana
federalista" una jcfatura pluripersonal,
nombrando para regirla provisionalmente a
un directorio de cuatro integrantes (Eduardo
Benot, Nicolás Estévanez, José María
Vallés y Jerónimo Palma), auxiliado pur
una junta consultiva de doble composición:
residentes en Madrid que fueran elegidos a
criterio de los delegados, más ex diputados
a Cortes o ex consejeros nacionales. Apartc
de dos individuos con esta última cualidad,
Rodríguez Solís y Pérez Guillén, el segundo f-- i ..~ - u- Yp-- u . rdó c ü ~ ~ ~ i i i upi udru i 9 antiguos
parlamentarios que por amplísima mayoría
habían ganado sus actas entre 1869-1873';
menos de un tercio participó en la inmediata
asamblea nacional, lo cual es indicativo
del escaso grado de integración existente en
semejante "cuadro de honoP. Fue al otro
bloque juntista al que correspon.di ó la hege- .
monía reconstructora durante el período de
interinidad que siguió d ld pérdida del
Maestro. Entre los 35 vocales con domicilio
e11 Madrid que resultaron designados, hay
numerosos dirigentes con una larga historia
federal3. Casi la mitad, un total de 17, intervinieron
en las labores del congreso inmediato.
El directorio debía procurar que el PRF
completara su organización j7 convocar una
asamblea conformada por sufragio universal
directo a más tardar en noviembre de
1902. El 31 de diciembre los directores
rubricaron un manifiesto en el cual resumían
sus cometidos y trazaban las actuaciones de
;F,zx,n,. ,,,.eano ;- ,., . -Yy,..". 'U ...?...L---- :--Al----- -1 L ' L " 1 L L C ' L C ' LILLVILLIIIC Cl
PRF y evitar su parálisis o disgregación. En
él recomendaban romper con toda unión o
fusión yer-rnarierite con otras formaciones
rcpublicanas, desventajosas y proscritas
por Pi, al paso que llamaban a apoyar todo
movimiento autonómico allí dondc existiera
o a favorecer su configuración, "procurando
encauzarle siempre por las anchas
vías de la libertad y la democracia y apartarle
de toda tendencia que no sea la de
enlazar el conjunto de todas las autonomías
regionales dentro del Estado federal español".
Además, pedían a los organismos
regulares (comités, juntas y cons~joql)a
remisión de informes sobre el censo por
municipalidades, a objeto de confeccionar
una estadística fidedigna del número dc
afiliados'.
Aunque algunas sehaladas figuras se
pronunciaron por adelantar el ericuentro
nacional al mes de mayo, haciéndolo coincidir
con la coronación de Alfonso XII15, el
directorio y ia junta consultiva no creyeron
oportuno arriesgarse a una suspensión
El federalismo español a la muerte de Pi y Marga11 (1901-1904) 115
gubernativa o convertir la convocatoria de
un acto dc oposición frontal al nuevo
monarca. La anticipación, aunque permitiera
neutralizar cualquiera de los repetidos
brotes unionistas, no iba a faciliia i. precisamente
la complicada normalización del
PRF después de la profunda crisis sufrida
seis años atrás, al acontecer la disidencia de
la Unión Revolucionaria. El plazo se mantuvo
y la citación fue hecha el 15 de octubre,
señalándose en el Centro de la calle
Horno de la Mata para el 29 de noviembre,
primer aniversario del óbito de Pi y Margall.
Según las bases convenidas, la elección
de representantes tendría lugar en todas
aquellas poblacioncs donde hubiese federales
organizados al menos ocho días antes
del 16 de noviembre, con ui~osm ecanismos
arbitrados para la ocasión que cuidaban
con detalle la absoluta seriedad de las
nominaciones por comités o círculos y similares,
ademds de periouicos. Con el naturai
requisito de la identificación programática,
se admitió la representación directa de
diputados y senadores o la de quienes
hubiesen ejercido tales cargos, incorporándose
después un factor por cada minoría en
ayuntamientos y diputaciones provinciales.
El sistema de votación, de acuerdo con las
pautas tradicionales, fue articulado por
provincias, con un voto para cada una al
margen de los organismos o individualidades
que comparecieran. Tales aspectos,
aceptados a regañadientes por Cataluña,
habrían de provocar la escisión de 1905 por
p r t ' dc iu!lcsistas, !!erráncJGce ~ ~ ~6' c i m n
(en muchos casos para siempre) al grueso
de la militancia regionap.
Los convocantes cw~~tdtdrüjunb ilosos
que no se habían producido abandonos
importantes en sus filas y que, de no ser
más fuertes que antes, tampoco eran más
débiles. La apreciación no parece acertada.
Gracias a la premura con que rcaccionaron
muchos cuadros ante la pérdida de IJi y a la
cicatrizaci6n de las peores heridas de 1896,
el pimargallianismo pudo reemprender su
marcha antes de la acometida más fuerte
del republicanismo unitario, diseñada ya a
principios de 1903'. Pero la V asamblea
nacional (en realidad, la 16' ateniéndonos a
la desautorización pimargalliana de la precedente,
compartida a estas alturas por la
practica totalidad del partido), estuvo lejos
de ser un completo éxito cuantitativo y cualitativo.
Contó con la asistencia de 205 delegados,
si bien la relación publicada inicialmente
por El Nt~e voR égimen y recogida por
otros periódicos se reduce a 150. Y aún tratándose
de cantidades que contrastaban
con los 59 congresistas de 1882 y los 74 de
1888, incliiso el número inusual de representaciones
directas venidas desde provincias
fue insuficiente para ocultar los retraimicntos
y el rccurco a personajes de
Madrid. Las noticias sobre los organismos
representados son sumamente fragmentarias.
N ia vista de ios datos Uispurii'uies,
obtuvieron acta o se adhirieron un total de
49 comités municipales, 16 círculos y juventudes
y 11 periódicos" Dado que oficialmente
se estimaban en más de 300 los comités
en activo, adicionando los distritales,
resulta que el primer foro nacional sin el
Maestro arrastró en todo caso a la tercera
parte de sus institutos reglamentarios.
La comisión de actas cumplió su cometido
concienzudamente y algunos de sus dictámenes
dieron lugar a polémica. Por vicios
de nulidad quedó desechada la credencial
de Id Juventud Federal de Mataró y la
misma suerte cnrrierin !SE de 1~1csn mitPs
de Gerona y Las Corts. No parece casual
que estas impugnaciones estén localizadas
en Cataluña, debiendose indicar asimismo
que recibieron objeciones los certificados de
Granollers y Vilaseca y el del periódico La
Justicin, a favor de Julián Nougues Subirá,
cuyo carácter federal se puso en entredicho
sin demasiado convencimiento". La explicación
tendríamos que encontrarla en la combinación
del malestar catalán hacia las
Apustín Millares Cantero
bases de la convocatoria con los reparos
que concitaban las afinidades catalanistas
del vallesismo, ya que deben excluirse toda
clase de verldetfas a propósito de los disidentes
de 18961°. Otro punto conflictivo
derivó de las actas de San Sebastián y El
Ferrol, respectivamente otorgadas a Rodrigo
Soriano y Julián Moyrón, que tuvieron
enfrente la hostilidad manifiesta de un
nutrido núcleo de asambleísta dispuesto a
no permitir el desembarco de personalidades
extrañas al partido y con pocas o nulas
identificaciones doctrinales. El joven delegado
tarraconense Rovira y Virgili rechazó
al ex diputado por Valencia aduciendo que
no había militado en sus filas y por votar e1
decreto de Romanones sobre la enseñanza
en catalán. Finalmente Soriano acudió a la
asamblea en la cuarta sesión, trayéndosc
además el mandato de El Pueblo.
No todas las 33 provincias oficialmente
i-eyreseniadas iiiici\.iiiierori eri ius irabajvs
de la asamblea. Las cinco que tuvieron
mayor peso (Barcelona, Córdoba, Sevilla,
Jaén y Murcia, por riguroso orden decreciente)
aportaron en conjunto 79 delegados,
es decir, el 52,7 por 100 de los que constan
expresamente. Con sus 49 congresistas, la
región andaluza suministró casi un tercio
de tal contingente (el 32,7 por 100), reservándose
la catalana el 27,3 por 100 con sus
41". De las dos cuestiones fundamentales
abordadas por los reunidos, fue la composición
del consejo nacional la que consumió
más tiempo y dio origen a la articulación de
dni handos riiya gravitación pesará e" !es
años venidcros. La mayoría de los congregados
apostó por mantener la línea trazada
por el Maestro y dar entradas en aquella ejeciitivas
tanto a una parte electiva nombrada
por la asamblea en pleno como a los mandatarios
de los consejos regionales. Frente a
ellos, los catalanes sobre todo entendieron
que tal instancia debería estar constituida
únicamente por las regiones. Las reiteradas
tentativas dc llegar a una fórmula consensuada
se saldaron con una transaccicín parcial,
que sin embargo enfrentó la proposición
suscrita por Félix de la Torre con una
enmienda del gerundense Juan María
Bofill. El primer Lexto limitaba la duración
de la parte electiva, con seis individuos, a
tres años, mientras el segundo seiialaba el
final de sus funciones cuando el grueso de
las regiones se encontrasen organizadas,
aceptando por fin una modificación que las
reducía a nueve. La enmienda quedó desechada
por 18 votos contra nueve, produciéndose
dos abstenciones (Alicante y Albacete);
en pro de la misma, a parte de las
cuatro provincias catalanas, votaron Sevilla,
Granada, Jaén, Huesca y Logroño12.
Las once proposiciones sobre reforma
social no contenían más novedad frente al
Programa del 22 de junio de 1894 que la
consignación de retiros a los obreros sexagenarios
o impedidos por parte del Estado.
Lo que se pretendía con eiias era iundamentalmente
acrecentar la mordiente obrerista
del PRF y recuperar el ascendiente
perdido a costa de socialistas o anarquistas.
Los siete primeros puntos contenían un
catálogo de recomendaciones para actuar
en favor de todas las asociaciones obreras
"cuyos principios sociológicos tiendan al
triunfo de la libertad la justicia", procurando
directa o indirectamente su establccimiento
allí donde no existieran y desentendiéndose
dc todo tipo de agravios que
pudieran dirigirles. Una porción de las
delegaciones catalanas, por boca de Vallés,
opcse e c.,iestienó la GpGrtUnid3dd c
tales pronunciamientos, aunque el propio
presidente del consejo catalán auspiciara la
enmienda reconocieridu que el corpus del
22 de junio daba cumplida satisfacción a las
"aspiraciones de emancipación económica"
propugnadas por los trabajadores. Al plantearse
el ejercicio de la acción judicial en la
ejecución de obras cuando surgicsen conflictos
entre el capital y el trabajo, Vallés
defendió un proyecto de ley por el cual las
resoluciones de los jurados mixtos tuviesen
carácter ejecutivo. El apartado final, que
propugnaba el apoyo del PRF a los obreros
ante cualquier brote de conflictividad laboral,
también fue rechazado por el susodicho
dirigente y acabó retirándose. La tendencia
más regionalista escorv así hacia los postulados
menos obrerizantes y mejor acomodados
con el liberalismo y el interclasismo.
Desde 1902, los federales tenían conciencia
de la necesidad de actualizar su ideario
social, e incluso las últimas ediciones del
Programa habían prescindido del preámbuio
por resuitar en buena parte obsoietol'.
Los seis consejeros nacionales elegidos
por la asamblea fueron Nicolás Estévanez,
Jerónimo Palma, Eduardo Benot, Francisco
Pi y Arsuaga, Félix de la Torre y Antonio
Sánchez Pérez, a quienes se habrían de
agregar los presidentes de los consejos
regionales establecidos. De la autoridad y
del quehacer de esta cúpula directiva iba a
depender la resistencia del PRF ante la
nueva ofensiva en ciernes de los unitarios.
La primera cita nacional de la época pospimargalliana,
de hecho, abogó por una inteligencia
cordial con los elementos afines,
pero mantei-iiendo incólume su pei-sonalidad
política y recordando la lesividad de
todos las experiencias de fusión o similares.
Ei rearme iaoiógico y organizarivo de
los pimargallianos a finales de 1902 sufrió
una dura prueba a las pocas semanas. La
Unión Nacional Kepublicana de 1900 subsistía
nominalmente como una coalición
entre los fusionistas de Salmerón y los progresistas
del doctor Esquerdo, sin que
hubieran desaparecido las aspiraciones salmeronianas
de disolver ambas fuerzas y
acceder al partido único. La interferencia de
Lerroux y la aparición de encuadramientos
verticales, del tipo de la Federación Revoliicionaria
y la Fraternidad Republicana, contribuyeron
a reducir las prevenciones que el
yLu 6Lr J iDi l i v: --- U-p orL ia s.d liY-.L.L:I~CI-C-I:CzI-V I I i La
pérdida de Pi y Margall y el creciente sentimiento
de desamparo entre muchos federales
de a pie, recelosos en cuanto a la viabilidad
de su proyecto sin el feticliismo del
Maestro, añadirían otra ventaja supletoria a
los cálculos salmeronianos. La urgencia de
responder a la coronación de Alfonso XIII
mediante una reactivacih del republicanismo,
demandada ampliamente a través de la
prensa, generó el clima propicio para que
en la primera quincena de enero apuntara
Salmerón sus ofertas y los agentes de la
Fusión en el comité mixto de la UNR,
Gumersindo de Azcárate y José Muro,
anunciasen con aisconíormiciaa progresista
la convocatoria de una asamblea de Unión
Republicana para el 1.2 de febrero".
En pleno proceso de reconstrucción, el
PRF tenía que acoger con una mezcla de
inquietud y de repudio los últimos manejos
del unionismo. Si bien hubo reacciones
moderadas, partiendo de la legitimidad de
dos grandes partidos republicanos que
podrían confluir puntualmente, en otros
casos se produjeron declaraciones airadas o
bastante reprobatorias, llegando hasta las
advertencias alarmistas respecto de la
supuesta búsqueda de la desaparición pura
y simple del PRF y pmclarnaiidr> un tolal
ar-itagonisino ante el discurso de las cuatro
unidades que Salmerón pronunció el 5 de
enero'.. No obstante, ia asambiea ae unión
Republicana que tuvo lugar en Madrid del
14 al 15 de febrero contó con la participación
masiva de los tusionistas y el concurso
de algunos progresistas disidentes y federales
escindidos desde el penúltimo cónclave
faccioso. La insatisfacción por los resultados
obtenidos movió la campaña que
Nakens alentaría desde El Motín, abriéndose
el tránsito hacia la segurida asamblea,
más amplia, que habría de congregarse el
25 de marzo. Una comisión unionista recibió
el cometido de ganar el asenso de los
jefes progresista y federal, portando una
":..^..l.... ^..Y.- la-- a-- IIL-rl- --- 1.. ..-::- L I I C U I ~ I CUY" lcum =la r v u u y " ~i a uii~v~yi
para la unión". El 19 de febrero visitaron a
El federalismo español a la muerte de Pi y Marga11 (1901-1904) 117
OUrvcrsdal ce Las Panias do (,re, Canara i t o e c a Unuestsrs Memma D g a l e Canares 2015
118 Ag~tbtírMi illares Cantero
Bcnot y nueve días después recibieron la
respuesta del consejo nacional del PRF,
contraponiendo a tal máxima la de "todo
por los principios y para los principios".
Igual que harían los leales al doctor Esquerdo,
negándose a plegar sus banderas en las
últimas sesiones del extinguido directorio
de la UNR, la jefatura pimargalliana aupada
en diciembre rehusó las incitaciones
para "olvidarse de su antigua denomii-iación"
y adujo otra vez Id drchisabida fórmula
sobre las coaliciones circunstancia le^"^.
A pesar de los empeños amalgamadores
de senaiados repúblicos que habían tenido
su iniciación en el federalismo, el discurso
de las cuatro unidades de Salmerón y la
precedente ampliación de las reformas
sociales, desarrollando el Programa de
1894, contribuían sobre el papel a ahondar
el foso entre unionistas federales. La fascinación
que ejercía la unidad, sin embargo,
bastó para qiip div~r iocc nlecti~iecy perrenalidades
hicieran dejación de su ideología
singular en aras del triunfo de la República,
aprestándose a confluir en la definitiva
Unión Republicana que surgió de la asamblea
del Teatro Lírico de Madrid el 25 de
marzo. La aportación piii~drgalliana contó
en ella con varios niveles, según los datos
disponibles. Están en primer término los 14
comités municipaies representados, casi la
mitad de origen andaluz y varios de ellos
ya simultaneamente vinculados a la Federación
Kcvolucionaria". Un rasgo sobresaliente
en este ámbito sería el de las delegaciones
concedidas a dirigentes o ex dirigentes
federales, ya de índole nacional o local: José
Rubáudonadeu, Nicolás Estévanez, el
médico asturiano Alfredo Flórez y el doctor
en Derecho y Filosofía y Letras Emilio
Menéndez Pallarés; este último con un gran
predicamento onubense, ya que mereció
también las actas de los comités republicanos
de Huelva y de Trigueros. Así, varios
de !os liüií-Coi-es de ld disiúeiiciü de 1896, ios
alineados junto a Blasco Ibáñez, terminaron
por arrastrar lejos del PRF a ciertos núcleos
de la izquierda liberal, donde cl federalismo
hubiera contado con simpatías de no
mcdiar semejante desercióii. Uno de los
"revolucionarios" de la IV asamblea federal,
el líder malagueño Antonio Azuaga, formó
parte de la junta de la UR local de 1901, la
cual se integró inmeclidldrrierite en la concertación
estatal; el pequeño PRF capitalino
de esta provincia quedó desdibujado
durante casi un cuatrienio". IJor otro lado,
los federales de Valls concedieron su representación
al edil Rafael Oller, ex diputado
provincial y presidente del comité de
Fusión Republicana. A despecho de los pronunciamientos
oficiales, desde hacía años
operaba una espontánea comunión entre
las bases de distintas formaciones mediante
el establecimiento de comités mixtos, un
fenómeno que afectó inclusive a los partidos
que repudiaron la cunvocatoria salmermisn
s. Fodcra!ns ji progre;is:ñj estaban
hermanados en Minas de Riotinto e igualmente
escogieron como portavoz a Menéndez
Pallarés. Lo rriismo sucedió en la localidad
scgoviana de Cuéllar y en la jaenesa de
l'orre del Campo, que optarían por Francisco
Alcántara. Otras dos instituciones pactistas,
el Centro Republicano Federal de Valls
y la escuela laica dcl Centro Federal de Las
Corts, en Sarriá, se sumaron asimismo a la
asamblea. El único periódico liomónimo
que asistió fue El 1,lohrrgaf Fedeunl, de San
Feliú".
Un segundo bloque concierne a los delcgados
del congreso federal que a los cuatro
meses cambiaron de disciplina. No hay
razones para extrañarse del comportamiento
de un Soriano o de un Castrovido, cuyos
lazos con el IJRF fueron meramente episódico~
B. ien distinta es la evolución de Jos6
Rubáudonadeu Corcellés, que en 1896 se
había alineado contra la Unión Revolucionaria
y presidió la junta consultiva federal
de 1.301. Ei otrora iriternac~onalistay corifeo
de la sublevación federal ampurdanesa de
El federalismo español a la muerte de 1'1 y Marga11 (1901-1904) 119
18712$ recibió entre otras representaciones
la del Centro de FusiUn Republicana de
Esparraguera y la del Centro Republicano
El Pueblo de Clot, aquí con ocho nominados
m&. Pcieslo q u e 110s riico~-iti-amotsa mbién
con otro delegado barcelonés, José
Corona y Pareja, hay motivos suficientes
para pensar en un corrimiento de relativo
empaque hacia los salmeronianos en esta
provincia. La nómina reúne, además, a la
tvtalidad de quienes fueron representantes
de Pontevedra y de Huelva en el encuentro
pimargalliano (losé Juncal y el consejero
nacional Antonio Sánchez Pérez, junto a
Castrovido), aparte de destacadas figuras
en Toledo y en Jaén (Antnnio Martín Aguilar
y Manuel Garrido Herrera), acabando
con otras significativas en Jaén (Antonio
Ramírez Duro), Zaragoza (José Simón y
Torres) y Huesca (Florencio Navarro);
menos relevante sería la inclusión del ex
aicaicie y ex diputado por Paiericia Ciriiu
Tejerina, apartado prácticamente del federalismo
tras asistir a la asamblea riaciunal
de 1882.
Comités y delegados de adscripción
federal no significaron sino un porcentaje
irrelevante en el conjunto de las representaciones
implicadas en la magna concentración
del Teatro Lírico. La cifra aproximada
de 650 comitCs, juntas y grupos republicanos
presentes o adheridos que dio la comisión
ejecutiva, puede darnos una idea acerca
de la nimiedad de esta contribución,
mucho más evidente en cuanto a los casincs
o !u prer?sz2'.A hor-. bien, SI-~perarnen! 5
por 100 de los representantes federales dc
1902 (admitiendo los 205 aceptados oficialrneii~
e)S. e trata, por lo tanto, de un refuerzo
selectivo y muy cualificado en la génesis
de la "Gran" Unión Republicana, precisamente
por dimanar de un pequeño partid»
en fase de rehabilitación. Sabemos que Estévancz
e incluso Vallés saludaron efusivamente
el evento, lo cual habría de confundirse
en la mente de algunos con la
integración plena. Mayor grado de proximidad
fue la que demostró el tarraconenqc
Jiilián Nougués, redactor del semanario La
Justicia. Aunque insistiendo en la definicióri
"federativa y radicalmcntc socialista" de la
futura República, colaboró en el suplemento
que El Pnír dedicó a la asamblea unionista
el mismo 25 de marzo2'. Descontando las
filtraciones de individuos o entidades a través
de otras agrupaciones (Albertí destacó
las suministradas por Fraternidad Iicpublicana
de Barcelona), hubo más de una inscripción
personal de relieve, como las del
catedrático valenciano Anselmo Arenas y
del médico y masón pacense Narciso Vázquez
de Lemus. futuro constituyente republicano,
por no hablar de varios concejales
de La Bisbal y Riudecóls. El federalismo en
Badajoz, desde su reorganización a finales
de 1882 y hasta 1901, había mantenido unos
enlaces casi permanentes con los unitarios,
yd pLUgICb .~--O 'b - -~ O~ liebn ira:i5ta~, qüe Io llevaron
a militar en el Comité Coalicionista de
1886-1890, en las Uniones Republicanas de
189 I - 1893 y de I 896 y en la Fusión Republicana
de 1897; si durante la última década
del siglo hubo problemas con el zorrillismo,
los hombres de Pi y de Salinerón preservaron
sus alianzas electorales (como sucedió
en las legislativas de 1892 y 1899), alumbrando
juntos en 1892 el periódico Ln
Región Extuerneña2'.
Seria precisamente el irresistible gancho
de la unidad lo que justificaría la complicidad
salmeroniana que testimoniaron 14 ex
dipt ; idos fpdcralw a Cnrtw; r a ~ ila $ tres
cuartas partes de los que conformaron la
junta consultiva de 1901. Pese a la abstención
oficial reiterada por cl consejo nacional
del PRF2;, dos firmantes del proyecto constitucional
de Zaragoza y congresistas de
1882, Antonio Pedregal Guerrero y Angel
Armentia Zubiaur, hicierun casv vmiso de
dichos considerandos, a semejanza de otro
de los asistentes a la 1 asamblea nacional,
Antonio Guillcn Flores. El mallorquín
Antonio Villalonga Pé r e~a, dherido al último
foro pimargalliano, se pasó asimismo a
los unitarios. A lo que parece, fue el prestigio
del antiguo colega José Rubáudonadcu
lo que d ~ t ~ r m i nenn buena parte estas
defecciones, que en la mayoría de los casos
resultaron definitivas; cuatro de los recogidos
Ic confiricron su representación (Joaquín
de Huelbes Temprado, Santiago Flórez
1 Ierques, Santos Landa Alvarez y Pedro
Romero Peláez)". Si a este pelotón de desafectos
adjuntamos los nombres de Tejerina,
Fantoni Solís y Moreno Barcia, el número
de ex parlamentarios de filiación pactista
llega hasta 17, lo que supuso alrededor de
un 20 por 100 de las solidaridades unionistas
en este ámbito. Los que permanecieron
fieles al PRF se reducen, pues, a cinco viejos
legisladores de la 1 República: Mola Argeni,
Feliú Rodríguez, Camps Peirats, Saldaña
Alvarez y García Marqués, con el dúo final
acti'ianrli de mamh!eistis de! 3ñc 7interim,
aparte del errático Estévanez y del conflictivo
Vallés.
Los federales también se beneficiaron
del avance republicano en las elecciones
legislativas de 1903. De los 32 diputados
rlrrtos, dos de ellos con acta doble, los partidarios
de Pi y Marga11 obtuvieron siete
escaños, seis procedentes de Cataluña y
uno de h'ladrid. Candidatos suyos lucharon
igualmente sin cxito por cuatro distritos:
Demetrio Dayans por La Bisbal, donde
Vallés arrancó una segunda acta; Antonio
Franquesa Sivilla por Mataró; José P. Delgado
Bruzón por Lucena y Jerónimo Palma
Reyes por Mantilla, despojado arbitrariarrirrite
de su certificación2" Nicolás Estévane7
f i i ~e1 iínico postulante pimargalliano
en la candidatura cerrada con los unitarios
por Madrid, reprimiendo los reparos que le
habían alcjado dc la contienda precedente.
Por Barcelona, la plancha acordada para la
mayoría entre la Uli y el 1'1ZF incluía a tres
unionistas y dos federales, ei presidente
regional Vallés y el tonelero y cooperativista
Jaime Anglés Pri~ñonosa, ligado asimismo
a la Federación Revolucionaria y el primer
obrero que entraba en las Cortes luego
de la Restauración. En el distrito de Sabadel1
venció Francisco Pi y Arsuaga, el director
del semanario central fundado por su
padre. El alcalde de Figueras y vicepresidente
del coi-isejo rrgii~i-iale, l cdkdrdt i cu
Juan María Bofill, ganó la de este distrito,
mientras otro consejero y abogado laboralista,
Pablo Barbé y Huguet, hizo lo propio
en el de Villanueva y Geltrú. La alianza
electoral con los unionistas prosperó además
en Tarragona, donde el federal triunfante,
Juliin Nougués, había sido nominado
en una asamblea del PRF de la
circunscripción de Tarragona-Reus-Falset a
la que concurrieron 14 comités, cinco sociedades
y otras tantas minorías miinicipales
de 16 poblaciones, más la Juventud capitalina
y el semanario Lu Av~inrnii?. El partido
que 2rticdari. el autm dc Lx Xí:civ::n!idi;d,-s
en los primeros tiempos del régimen canovista,
nunca disfrutó de tal fuerza parlainenlaria,
ni después vulvería a poseerla
hasta 1931. El grupo pactista mantuvo una
personalidad propia dentro de la minoría
republicana y en varias oportunidades
chocó con ella, manifestando Nougués y
Anglés determinadas proclividades unionistas
que fueron criticadas dentro y fuera
de C a t a l ~ ñ a ~ ~ .
Las relaciones entre unirinistas y federales
se fueron agriando aceleradamente
durante la segunda mitad de 1903 y desembocaron
a veces en abiertas rupturas. loaquín
Novoa y Barros, fundador y director
de La Lucha de Vigo, deploró cualquier
mescolanza y auguró un triste futuro a las
huestes salmeronianas, mientras el portavoz
central salía al paso de los comités mixtos2!
El celo por mantener la personalidad
pimargalliana a toda costa recibió muy
pronto los furibundos anatemas del ala más
intoierante de ia union José Nakens publicó
el 29 de agosto en El Motín un agresivo
El federalismo español a la muerte de Pi y Marga11 (1901-1904) 121
artículo titulado expresamente "El clavo
federal", rematado con la m5xima "Unión,
sí; coalición, no"". Esta declaración de guerra,
planteada desde el exclusivismo sectario,
justificó ias frecurriies quejds C V I L ~1L03~
modos del unionismo que aparecen durante
el verano en la prensa del PRF, ya se trate
de La Xegicín Asturiana de Gijón, La Bun~iera
Fed~ral de Cartagena, La Federación de Alicante
o La Béticn de Puente Geni13,. Fn este
ambiente de mutua desconfianza tuvieron
lugar los acontecimientos valencianos de
octubre. E1 día 11 llcgaron a la capital del
Turia los diputados Estévanez, Pi, Vallés y
Anglés, en compañía de otros propagandistas
a quienes el comitt n~micipahl abía irivitado
para conmemorar la sublevación de
1869. Recibidos con gritos tales como
"¡Mueran los traidores y los jesuitas!" por la
parroquia del blasquismo, tuvieron que
retirarse del Centro de UR y suspender a
continuación un mitin en el Teatro
Pizarrd2.
Las rcaccioncs emocionales que suscitaron
los episodios de Valencia no impidieron
la prcsentcición de candidaturas conjuntas
en los comicios municipales de
noviembre, como demuestran los exponentes
catalanes. En Tarragona, la colaboración
con la Fusión Republicana de 1901 dio paso
a una coalición integrada por cinco federales
y cuatro unitarios que alcanzó siete
actas y dio 12 alcaldía al pimaryalliano Ioan
Pallarés. También en Selva de Mar (Gerona)
concurrieron ambas fuerzas en comandita y
!cgruron rl triuzfo de c m t m cxdldatns,
tres de los cuales eran del PRF. La misma
desproporción a favor de éste volvió a repetirse
en ei corisisioriv de SdLalllell, doiidr el
federalismo ganó la mayoría. Igual aconteció
en Figueras, que continuó así bajo administración
federal cn la persona del rico
abogado y propietario Tomás Jord5 de
Genover; resultó vencedora una plancha
compuesta por cinco pactistas, tres unitarios
y tres representantes de las sociedades
obreras plenamente identificados con el
Programa del 22 de junio". Aunque no tan
ostensiblc, un dominio similar caracterizó
al municipio Barcelonés de Prcmiá dc Dalt,
r u v ü ci~cü:clc,X ümón Ziera, presidiü S!
comité del PRF. Los discípulos de Pi coparon
las nueve concejalías en litigio en Villanueva
y Geltru, i-iaciénciose con una mayoría
de 12 ediles. Sin alianza alguna es
posible que también conquistasen los cinco
puestos de San Baiidilio de 1-lobregat; uno
de los elegidos, Kamón I'i, se pasó a la UR.
Las presentaciones coaligadas volvieron a
repetirse en Gerona, Vendrell o Espluga de
Francolí. En Barcelona, no obstante, tal
pxiihlidad fur despreciada por los salmeronianos".
El consevadurismo de la UR y sus apetcncias
mo~~opolizadordase l espectro republicano
alejaron de ella a algunos destacados
federales, que se habían dejado
encaridildr iriicidlinenle por la ininediatez
de la República. Uno de ellos, el catedrático
de Historia y masón Anselino Arenas
López, publicó en Valencia en noviembre
de 1904 el folleto iRndicaies, n defenderse!, tal
vez la más celebrada alegación contra las
prácticas salmeronianas y toda una rectificación
en pro de la independencia organizativa".
Hubo en varias provincias un cierto
repliegue de las incorporaciones
federales a la última amalgama, pero tendría
que esperarse todavía un poco más
para que llegaran a generalizarse con resultados
tangibles, que en varias ocasiones
capitalizó Lerroi-tx. 10s federales q a n t a n d ~ -
rinos engrosaron mayoritariamente la
Unión, y el 14 de julio de 1903 editaron el
semaiínrio-bisemar~ario El Aii:u;7~mi?fa,
"Periódico Republicano Radical" que hacía
constar en la cabecera su adhesión a la
asamblea del 25 de marzo. Desde La Voz
Monta2rsa se hicieron votos por deslindar
los campos entre las dos parcialidades, acogiéndose
incluso bastantes invectivas hacia
Salmerón y SUS prohombres locales, sin que
122 A~us t ínM illnres Cantero
por el momento supusieran una restitución
total del pimargalliani~rno~~.
La reorganización regional emprendida
por el PRF después dc la asamblea nacional
de 1902 tiivo en la región valenciana una de
sus magras expresiones. En septiembre de
1903 se desarrolló en Valencia una asamblca
gcncral que sirvió para poner eii pie de
nuevo una estructura partidaria que no
había levantado cabeza desde la escisión
blasquista de 1895". Seguidamente tuvieron
lugar las reuniones provinciales. La de
Valencia, presidida el 6 de marzo por Blasco
Grajales, antiguo secretario de Benot,
estudió las propuestas que habrían dc presentarse
ante el segundo cónclave regional,
celebrado cn Alicante del 6 al 8 de abril3'.
Allí se dieron cita un total de 40 delegados
de 25 localidades, distribuidos así: 19 valencianos,
14 alicantinos y siete castellonenses.
Junto a su capital provincial, en Valencia
destaca !a a d i c i h de c u l t r u m*.:.iriiciY-;-'"- " c7
los que ya tenían representación en el comité
provincial (Ayora, Chelva, Chiva y Onteniente).
En cuanto a la yarliciydci8n aiicantina,
tampoco es desdeñable e incluye
importantes términos como Elche, Orihuela
y Jijoria. La soledad de Castellón en su provincia
posee asimismo un contrapunto en la
notable presencia federal en el ayuntamiento
y en la posesión de un diputado provincial.
Si a todas estas demarcaciones corresponde
un comité, es forzoso admitir que las
filas de PRF se habían agrandadv considerablemente
al año de la asamblea fundacional
de la "Gran" UR.
La asamblea alicantina afrontó entre
otras cuestiones la conveniencia o no de
invitar a Murcia y Albacete a formar parte
de la Región Levantina. Frente a los que
adujeron diferencias de lengua y otros
inconvenicntcs, acabaron imponiéndose
por un estrechísimo margen quicnes hablaban
de la comunidad de intereses mercantiles.
Eescie ei común rechazo a ia estructura
provincial, el debate sobre la constitución
regional enfrentó por otro lado a los defensores
dc los distritos electorales con quienes
preferían los partidos jiidiciales. El proyecto
constitucional redactado por Blasco, Arenas,
Gustavo A. Sorní y Rosendo Nacher
seguía fielmente los principios consagrados
en la Constitución de Zaragoza y en la cataldria
de 1883. La más relevante innovacion
afectaría al sufragio femenino consagrado
en el art. 20, pues al criterio anterior de
reconoccrlo cuando la mujer poseyera títulos
académicos o profesionales se adjuntó
un segundo párrafo (proposición del castellonense
Sabat) que lo generalizaba sin condiciones
a los cuatro afios de proclamada la
República. En cuanto a las constituciones
municipales, una ponencia formada por
Blasco, el concejal castellonense Carlos
Godes g José Berenguer Escobedo, director
del semanario alicantino La Federación, se
limitó a redactar unas bases informadoras".
Ln &ración de :a d5ii~Xtblfd ÍUC e~idbiecida
en dos años, con sesiones anuales ordinarias
y extraordinarias a requerimiento del
consejo regional, que designó por órgano a
El Federal de V&ncia"'.
El consejo nacional de Benot admitía en
el mes de septiembre tener conociiniento de
40 comités municipales en la región valenciana,
más nueve comités de distrito en la
capital, tres centros, una juventud y los dos
semaiiarios citados4'. La inestabilidad y
endeblez de semejante dispositivo no tardó
en revelarse, sin que pudiera mantenerse al
cabo el organigrama regional. La próxima
asamblea, reiinida en Cñste!!Sn eri fehrer~
de 1905, votó un proyecto de patronato
para el fomento de la enseñanza laica y
exhortó a los consejos de Cataluña y de
Aragón a ratificar el pacto de To r t o ~ aE~l ~ .
último de lus encuentros preceptivos , que
iba d clausurar su mandato, tendría que
haberse congregddo en Valencia el 26 de
julio. No lo hizo, truncándose así el afianzamiento
definitivo de la articulación regional
más consistente fuera de la catalana. Según
124 Agustín hlillares Cantero
comités de distrito instalados en algunas
grandes ciudades. Nos inclinamos por
situar en torno a los 200 la cifra de los que
actuaban fuera del Principado, una suma
muy próxima al montante presente al abrirse
la VI asamblea nacional y mediar la secesión
catalana.
El recuento sc ajusta muchísimo a la realidad
cuando aborda los organismos auxiliares,
con una reseria precisa y detallada:
57 cdsiric~s o círculos, 27 periódicos y 11
juventudes. La hegemonía de Cataluña
resultó apabullante y pudo ser aún mayor,
albergando dos tercios de los primeros, casi
la mitad de los segundos y tres cuartos de
los terceros. El municipio de Barcelona
absorbe 11 círculos, correspondiéndole así
más de la mitad de los provinciales, prácticamente
el 30 por 100 de los regionales y
cerca de un quinto de la totalidad del Estado.
Detrás de esta gran plaza del federalismo
español, qiw cintó además ccn Iin inctitución
juvenil y tres semanarios, otras
ciiidades catalanas poseen igualmente casinos,
prensa y juventudes: Sabadell, Mataró,
Tarragona, Figueras y San Felíu de Guíxols,
fallando sólo estas últimas en Gerona y en
Villanueva y Grltrú, y portavoces periodísticos
en Ltrida y Vilaseca. La segunda
región en importancia para el PRF fue
Hnaaiucia, y ios conflictos que circundaron
la VI asamblea nacional terminarían colocándola
en una posición preferente. En
mayo de 1905 los casinos superaban el
doble de la cuantía aquí expresada y existían
ya encuadramientos juveniles. Once meses
atrás, las agrupaciones auxiliares aparecen
sensiblemente rebajadas, limitándose a la
capital jiennensr, T ina r~sT, orre del Campo,
Aguilar y Puente Genil. Esta visión es la
que contribuye a magnificar el peso relativo
de Sevilla, amparado en cl soporte hispalense
y en la contribución de Marchena y El
Arahal. En Nerva, por último, residió la
úriiw eriiicidci vnubense consignada. De ios
13 centros restantes, siete están localizados
en capitalidades provinciales, destacando
los dos de Valencia y los de Madrid y Santander,
urbes en donde el federalismo mantuvo
también juventudes y publicaciones
periódicas; la Vanguardia Federal santanderina
llegó casi a los 600 militantes por
entonces. Junto a la sociedad vallisoletana
hay por lu p u ~ i l üu1 1 úrgdrio impreso, mas
no cabe sobrevalorarla frente a las de Zaragoza
y San Sebastián. Por distintas consideraciones
sera en Las Palmas y en Gijón, con
el apéndice de Natahoyo, donde el PRF esté
llamado a la continuidad y a jugar un papel
sobresaliente, lo que no es extensivo al provisorio
enclave de Micres ni a los núcleos
marginales de Vigo y Manacor, si bien en el
puerto pontevedrés subsistirían determinadas
flora~iones~~.
Los discípulos de Pi y Marga11 ganaron
plaza entre 1901-1905 al menos en 61 ayuntamientos
de 22 provincias, entre los que
~?ece,n contru-=s 13 ca-:Cy- irci !~3 (\Qv--a--l1L- civm,
Tarragona, Gerona, Jaén, Sevilla, Granada,
Almería, Castellón, Toledo, San Sebasliári,
Zdragoza, Santader y Santa Cruz de
Tenerife). Barcelona con 14 municipios y
Gerona con 11 ocupan la cabecera de la
tabla, seguidas de Tarragona y de Córdoba
con cinco, respectivamente, Jaén con cuatro
y Sevilla con tres. El ascendiente municipal
cordobés está concentrado en el distrito de
Mantilla.
A pesar de ser un factor distorsionante
de inequívoco peso, el unionismo de 1903
no bastó para conseguir la extinción organizativa
de los federales e imponer la uniformidad
que tanto apetecía. En el transcurso
de los dos años y medio que discurrieron
entre la V y la VI asambleas nacionaics,
desde noviembre de 1902 a mayo de 1905,
el PRF alcanzó el cénit de su historia en el
medio siglo que va desde la reaparici61i
remodelada de 1881 hasta la Segunda
República. Bajo la presidencia del ilustre
Denot, iogrv benef~ciarsed el renacimiento
del espíritu republicano favorecido gracias
El federalismo español a la muerte de Pi y Marga11 (1901-1904) 125
a la "Gran" UR. Sin sobreponerse a su condición
minoritaria, el republicanisnio histórico
alumbrado por Pi y Marga11 tenía la
ventaja d e u n Programa donde había confluido
toda una doctrina autonómica y marcadamente
reformista en el aspecto social.
El punto flaco por excelencia de ese constitucionalismo
revolucionario radicabd en lds
distintas interpretaciones que de él se hacían,
llevando unas hacia las fronteras del
nacionalismo regionalista y perdiéndose
otras en los radicalismos anarquizantes o
socializadures. El difícil equilibrio entre
ambas vertientes convulsionó y socavó el
solar pimargalliano en vida del Maestro, y
a su muerte significaría por supuesto una
amenaza mucho mayor. El federalismo
catalanista resurgió poderoso y, scparhndose
de la disciplina nacional, confluyó finalmente
bajo las siglas de UFNR. Después de
Vallés, Lerroux sería el encargado de ases-
L a uho golpe tanto o más poderoso, porque
no se circunscribía a Cataluña. Quienes
tanto alardeaban de reverenciar s6lo a las
ideas, demostraron en altos porcentajes
cuán sensibles eran al reclamo de los caudillos.
NOTAS
1 Por estas fechas el PliF decía contar con un
total de 27 ex diputados a Cortes, de los que
23 pertenecieron al citado directorio y a su
junta consultiva. Para completar la nómina
de los que se sentaron junto a Pi en las Cortes
de la Restauración, únicamente falta el
gerundense José Puig Calzada, nominado
por La Bisbal en 1891 y muerto poco después.
2 Cf. La Avanzada, Tarragona, 22-111-1902, p. 1.
Los asistentes a dicho foro serían el propietario
y abogado José Rubáudonadeu Corcellés
(Madrid), el propietario Antonio Pedregal
Guerrero (Sevilla), el fabricante de jabón Jose
Calcaik Tasti (Sevilla), el propietario Ramón
Saldoña Alvarez (Córdoba), el archivero
Francisco IJalacios Sevillano (Toledo) y el
agente de negocios Manuel García Marqués
(Madrid).
3 E l C.." --..,... L."'.
Lil ILLIIILC(CLUL;LV Rurr.6- Vi!!arón, C!err.cnte
Gutiérrez y Romualdo Cantera habían formado
parte de la élite que reorganizó el pactismo
madrileño cuatro lustros atrás, gozando
de la plena confianza de Pi. De igual
forma, Rosendo Castells Vallespí, con sus
hermanos Camilo y Federico, llegó a ser coetáneamcntc
uno dc los puntales de aquél en
Lérida. Dentro de los históricos sobresalen
asimismo dos asambleístas de 1553 afincados
en ia capitai, ei corciobts Eduardo Lópc~
y López y el bilbaíno Salustiano de Orive.
Esteban García Ochandatay había pertenecido
al comité municipal legalista de 1896,
mientras Federico Pfrcz dc la LTcga Campuzano,
el decáno de los federales madrileños,
figuró entre los directivos del Círculo RF que
tampoco secundaron las posiciones maximalistds
de Id Uniíiri Hevolucionara. También
tendríamos que destacar a los hermanos De
la Torre y Eguía y a José María de la Torre y
Murillo, que en 1905 presidirá el comité del
distrito del Centro. Otro detalle de interés
radicaría cn la rcincorporación a misiones
directivas de personajes que, con anterioridad
a la última división, no mantenían con
el federalismo miís que afinidades tcóricas;
uno de los más célebres, el periodista Roberto
Castrovido.
4 El directorio aspiraba a dinamizar y completar
el organigrama partidario, sentando las
hasos de En2 n i i ~ v ad iroccibn cer?tra! en la
que tuviesen representación todas las regiones
naturales e históricah. Cf. "El Directorio
Republicano Federal a sus correligionarios",
El Nuevo Réginzcn, Madrid, 4-1-1902, p. 1.
5 Así se expresaron Francisco Pi y Arsuaga,
Francisco Pi y Suñer y Felix de la Torre a través
de El Nuevo ~é$inien, coincidiendo con
ellos Ignacio BO Y SINGLA"L,o asanlblea federal",
La Avanzada, 22-111-1 902, p. 2.
ó Ci. "Üiieciwio del paiiidü lepúbiicai-iu federal",
El Nuevo Régimen, 18-X-1902, p. 1 y 1-XI126
Agustín Millares Cantero
1902, p. 1. El directorio aconsejó que los
representantes fuesen de la misma región o
provincia, "para que resulten ser verdaderos
y genuinos intérpretes de las aspiraciones y
tendencias de sus comitentes", terminando el
apartado de recomendaciones con una apelación
a que concurrieran "todos los hombres
de significación y valer con que cuenta el
federalismo en España, así los jóvenes como
los viejos ...".
7 Cf. "La Asamblea Federal, ibíd, 29-Xl-1902,
p. 7.
8 De éstos, los adheridos fueron El h'urvo ldn71
de Mataró y El Nueno iiégimen, que se abstuvo
de nombrar delegado al ostentar su director
otras riorninaciones. Los representados
directamente incluían a cuatro rotativos catalanes
(El Federalista de Barcelona, [.a Ar~anznda
y Ln Iusticia de Tarragona y La Escala de
Gerurid), más otros cinco desperdigados por
otras tantas urbes: El Pueblo de Valencia, La
Regióiz de Gijón, La Marsellesu de Huelva, El
Grito ilel l'ueblo de Pontevedra y La República
de El Ferrol. El chocante añadido del vocero
sorianista valenciano sirve de contrapunto a
la ausencia de otras publicaciones de clara
identidad o inspiración pimargalliana. Junto
a La Barricada, "Organo de la Juventud Federal
de Madrid", que había visto la luz precisamente
en octubre, la conmemoración del
primer aniversario de la muerte de Pi nus
permite agregar algunas de los que editaron
números extraordinarios, como El Autorm
niistn de Gerona, El Propwmli de San Feliú de
Guixols, Lu jucttntud Federalista de Sabadell y
la La Bastilla de Valladolid. Así. en torno a la
quincena de títulos (la mitad de ellos en
Cataluíía) habría de situar al humilde pero
significativo potencial propagandístico del
lJKF por estas fechas.
9 Cf. El criterio del antaño fundador de La
Auto~zonrías contrario a las fusiones y en pro
de ~in*a sd~itbiedr eyubiicana autonomisra
provincial que sellara un pacto con el PRF,
Fusión Republicana y el Partido Posibilista
de Reus, en "Nuestra opinión", Ln Iirsticin,
Tarragona, 2-X-1902, p. 1.
10 Con los "revolucionarios" de entonces se
habían alineado José María Vallés y Antonio
Ferrando (Barcelona), Jos6 LLari (Lérida),
Eduardo Fernández del Pozo (Jaén), Antonio
Pedregal Guerrero (Sevilla) y Juan Pedro
óarceluria (Baleares-Huesca). Al menos 14
destacados "legalistas" de 1896 participaron
en el nuevo cónclave: Eduardo López Parra
(Toledo), Alfredo Flórez y Felipe Valdés
Menéndez (Asturias), Miguel Crcmad~s
Ballester (Alicante), Francisco Guillén Cano
(Cáceres), Mariano Algora (Hiiesca-Zaragoza),
Jerónimo Palma Reyes (Córdoba), Pedro
Redón (Tarragona), Manuel García Marqués
y Dío Amando Valdivieso (Savarra y Huesca-
Zaragoza), Antonio Sánchez Pérez y
Pediu P b r e ~U ría (Huelva y Huelva-Zaragoza),
Tosé Rubáudonadeu (Logroño-Barcelona)
y Francisco Pi y Arsuaga (Santander-
Almería y Ciudad Real). Vallés arrebató a
este último la representación por Cataluña,
como efecto de las divergencia; entre los partidarios
de tender hacia los catalanistas y los
que preferían marchar con los republicanos
unitarios. Cf. Joaquín ROMEROM AURA", La
rosa Liefii~go". El obrerisrno barcelonés de 1899 a
1909, Madrid, 1989, pp. 287-288.
11 La más alta se registró en las
sesiones octava y duodécima, la penúltima,
tratándose aquí de las votaciones que sentenciaron
definitivamente la formación del consejo
nacional, Ilegandu apenas a 29. Dos provincias
menos aproharnn en !a d6cim.a !S
proposiciones de reformas sociales y 25 eligieron
la mesa definitiva al témino de la
cuarta. De resto, el número de las que aparecen
votando oscila entre 22 y 17, lo cual significa
un elevado grado de ausentismo, que
sin duda afectó particularmente a las que
tenían uriu u dus portavoces.
12 Cf. El Numo Réginzen, 9-XII-1902 y La Aum~zlrda,
20-XII-1902.
13 Cf. "1 a s r~f n rmñ cs nriñles y e! Pzt ide Pedoral",
La Avaizzada, 12-XII-1903, p. 1.
14 Cf. Miguel ARTOLA!-,> Oriidos y progranras polít
i r o s , 1808-1936, 1. Los partidos p o l í t i c o s ,
Madrid, 1974, pp. 393-397 y Santiago
ALBERTEI,l rc.publicanisrne cntaln i la Restauració
nmz n ' r q~~i c(a1 875-1923), Barcelona, 1973,
pp. 101-182.
15 Cf. Félix DE LA TORRE, "El problema de la
Unión Republicana", E/ Nlrrvo Rggimeiz, 7-11-
1903, p. 2; JosC María SANZ, ibíd, 15-11-1903, y.
2 y Francisco PI Y SUNER",; Federales, a defenderse!",
La At~nnzniln2, 8-11-1903, p. 1.
16 Cf. "Consejo Federal", El h ' u ~ í ~Rni; ginr~n,7 -
111-1903, p. 1 y "La Asamblea republicana.
Carta de Benot", E1 Pníi, Madrid, 2-111-1903,
p. 1. El director de este diario, el reciente
asambleísta federal Icoberto Castrovido,
amparó sin reservas el giro integrador de la
El federalismo espaiiol a la muerte de Pi y Marga11 (1901-1904) 127
operación salmeroniana, reclamando pese a
todo comprensión y respeto hacia la doble
negativa progresista y federal.
17 La relación exacta es la siguiente: Cullera y
Alcira (Valencia), Torredembarra y Valls
(Tarragona), Nerva y Zalamea la Real (Huelva),
Antequera (Malaga), Cbrique (Cádiz),
Motril (Granada), Beas de Segura (Jaén),
Navia (Oviedo), Torrejoncillo (Cáceres), Illescas
(Toledo) y Nava dcl Rcy (Valladolid). El
malagueño y el gaditano designaron sintomáticamente
a Tm-roux como delegado, y e1
de Cullera llevaba los calificativos de "republicano
federal revolucionario".
18 La división federal en Málaga de 1896 estuvo
anticipada por la de 1893, que patrocinarun
el propio Azuaga y el médico Luis Benot.
Ambos, no obstante, se integrarían en el precedente
unitario provincial, firmando el
manifiesto "A los españoles" del 8 de abril de
1901 junto a otro pimargalliano de pro, Francisco
Forasté, asambleísta de 1882. Cf. Pernando
ARC.~CSU BEREOl vepliblicanismo i d a -
guerio durante la Restauración 11875-1923),
Córdoba, 1985, pp. 132-133, 169-171 y 179-
183.
19 En el Centro Federal de las Corts se acataron
en el mes de enero la autoridad y los propósitos
de Lerroux, durante un fraternal banquete
con progresistas y fusionistas. Ct. Joan
B. CULLA1 C LARAEl, repuLdi~ur~is~lreirer ou~ista
a Catalunya (1901-19231, Barcelona, 1986, pp.
62-65.
20 Las biografías en torno al amigo de Fanelli e
introductor de la Alianza de la Democracia
Socialista suelen detenerse lamentablemente
cn los prolegómenos dc la Restauración. Cf.
por ejemplo Juan José MUIIATOL,í deres del
movimiento obrero español (1868-1921),
Madrid, 1972, pp. 29-35. Selección, presentación
y notas de Víctor Manuel Arbeloa.
21 La estadística provisional publicada por El
P ~ r í s t.; 20 de IIIUILU (YA Asn~llblea Republicana",
p. l), coincide sustaiicialniente con la
que cita el Libro de Oro del Partido Republicano
Rndicnl, Madrid, s.a., pp. 35-36 Los datos que
reproduce Albertí (pp. 189-190) difieren en
varios conceptos. Sabemos que El Autonomista
de Gerona se sumó a la Cnión Rcpublicalid.
22 Julián NoucuÉs, "La nueva República", El
Pnís, 25-111-1903, suplemento "La Asamblea
Republicana", p. 4.
23 Vázquez de Lemus presidió la primera junta
directiva del Casino Republicano en 1886 y
fue concejal y diputado provincial, encabezando
la reorganización federal de 1891. En
los últimos meses de 1892, la desaparición
del Diario de Extremaduva y el traslado a Granada
del catedrático del Instituto Anselmo
Arenas López supusieron importantes pérdidas
para el PRDF, de tanto peso en la Logia
Pax Augusta. Cf. Francisco LOPEZC ASIMIRO,
hfasonevía y veptrblicanisn~o en la Baja Extremadura,
Badajoz, 1991, pp. 177-303 y "Anselmo
Arenas, catedrático del Instituto Provincial
de Granada", en Homenaje al profesor Manuel
Garziin Pareja, Granada, 1985, pp. 193-211.
Eduardo BENOT", El Consejo Federal a sus
correligionarios", El Nuevo Rigirneri, 16-V-
1903. D. 1.
Los restantes ex parlamentarios de la junta
involucrados con el unionismo fueron Juan
Domingo Pinedo Albornoz, José Calcariu
Tasti, Francisco Palacios Sevillano, Cesáreo
Rivera Abraldes y Pedro Martín Benitas.
Cf. "La iniquidad de Montilla", kl Nuezlo
Régimen, 29-V-1903, p. 1. En cuanto a lo ocurrido
en Lucena, véase "Una protesta", La
Bética, Puente Genil, 23-111-1903, p. 4.
Cf. La Avanzada, 28-11-1903, p. 1 y 7-111-1903,
p. 3; Joaquín M" MOLINSE,l ecciones y piwtidos
políticos en lu provincia de Tarragona, 1890-
1436, vol. 1, 'I'arragona, 1985, pp. 39-43; Javier
TUSELLSo, ciología electoral de Madrid, Madrid,
1969, pp. 31-43; ALBERTpIp, . 194-197 y CULLA
Y CLARA, pp. 68-71. Los procesos electorales
catalanes durante el reinado de Alfonso XIII
pueden seguirse con detalle en Albert BALCELLS.
loan B. CULLAv Conxita MIR.L es eleccions
grnerals a Catalunya de 1901 a 1923, Barcelona,
1982.
Cf. "Centro Federal de Madrid", El Nuevo
Rlgirnen, 23-V-1903, p. 1; "Los diputados
federales", El País, Sevilla, 14-VII-1904, p. 2 y
"Que parlin", El Federal, Sabadell, 25-11-1905,
py. 5-6. La buena dispüsiri61-i de 1"s rünsejeros
iiacioriales hacia los arreglos puntuales
con los unitarios pueden verse en ia circular
de Eduardo BENOT, "El Consejo Federal a sus
correligionarios", EL NUE\~ROÉ GIMEN,1 6-V-
1903, p. 1.
Cf. "Mi opinión", La Azlanzada, 4-1\1-1903, pp.
1-2 y "Comités mixtos", Cl Nuevo Régirrm, 16-
V-1903, p. l.
Véase la réplica de AMETLLYA C OLLe n La
Avunzadu, 5-IX-lYU3, p. l.
Cf. por ejemplo "Inconveniencias", El Pacto,
128 A g u s t í ~i~ IillaresC uritero
Barcelona, 15-VIII-1903, pp. 2-3, cnfrcntándose
a la aseveración de que el censo de UR era
"obligatorio para todos los republicanos".
32 El citado comité lanzó un manifiesto "A los
republicanos españoles" denunciando la
agresión blasquista. Ibíd., 17-X-1903, p. 4.
33 El ayuntamiento quedó formado por 14 federales
(incluyendo cinco obreros), tres unionistas
y un republicano indefinido. Sobre el
alcaldc del llamado "cantón fcdcral" altoampurdanés,
cf. ibíd., 12-111-1904, p. 1.
34 Cf "Al pueblo de Barcelona", ibíd., 7-XI-1903,
pp. 1-2; El Progmna, Barcelona, 7-XI-1903, p.
2 y 29-XI-1903, pp. 6-8, y ROMERO M4UR4, p.
302
35 Ante la cirden cursada por Salmerón a los
comités de Almeria y Zaragoza para que no
consintieran comités federales ni progresistas,
afirma el autor: "Si esto lo hubieran dicho
antes, ni Estévanez, ni Valles, ni Sánchez
Pérez, ni yo, ni ningún federal probado
habría concurrido al llamamiento de la
unión". Critica además el boicot de los directivos
de la misma en Sevilla hacia Jerónimo
Palma y Belén Sirraga, luego dcl escándalo
de Valencia, así como las actitudes de El
hlatíiz, 'padre putatno de la criatura unionista".
El folleto fue reproducido por El Federal,
Sabadell, 18-111-1905, pp. 6-8 a 1-I\T-1Y03, pp.
5-7. Vino precedido por el artículo 'La conservaduría
unionista", La Voz hloiztariesa,
Santander, 24-VII-1904, p. 1.
36 Cf. ".4claración prccisa", La Voz Monta~icsa,
21-11-1904, pp. 2-3, aparte de otros artículos
en los números del 3 y 10-IV-1904, pp. 1-2. La
iunta municipal de la UR elegida en octubre
de 1906 estuvo presidida aun por el ex federal
Antonio Orallu, con Leonardo Gorochatrgui
de secretario. Coetáneamente, la presidencia
del Centro Republicano Español
recayó en Ernesto del Castillo
37 A finales de siglo, e1 epicentro del PRF \,alen-
Cl d l l l J tlld t.: Cdbillll rt.dt.ld; ;t. R~bbdídC, U j U
presidente, Juan Bort, fue regidor y devoto
blasquista en la municipales de 1901 (al lado
de otro correligionario, M Crú), aunque proclamando
su consecuencia pimargalliana.
Dicho Casino ingresó en la Fusión Republicana,
v el blasquismo dc los primeros tiempos
se caracterizó por la habilidad para capitalizar
la tradición republicana-revolucionaria
del XIX. Cf. Ramir REIGA RMEROO, bvers i
ciutaduris. Blosyuism~I muuirnent abrer. Valencia,
1898-1906, Valencia, 1982, pp. 40, 333 y
358-359.
38 Al comité provincial pertenecieron representantes
de cuatro distritos capitalinos y de
otras 11 poblaciones: Albericlie, Alcira,
Albaida, Carlet, Enguera, Gandía, Játiva,
Requena, Sagunto, Liria y Torrente. "Notas",
El Pacto, Barcelona, 18-111-1904, p. 4 y Archivo
Histórico Nacional (Salamanca), Sec. Politico-
Social, Sig. M. 1557. Desde mediados de
1903, el comité municipal de Valencia, encabezado
por Juan ~ e l i úa, b rió un censo por
distritos y volvió a captar a correligionarios
de la diáispora dr la IJriiiíri Rrci>liicionaria
Poco más tarde, la reapertura de dos Círculos
(el Centro Federal del distrito del Puerto
y el Casino de los Federales Históricos),
reforzaban con la Juventud el renacimiento
de la cuarta y más peqiieña corriente republicana.
39 "Proyecto de Constitución para el Estado
Valenciano", El hluezio Régiwien, 20-XII-1912,
pp. 3-6 y Rafael TORRENTO RRID, asfederalisinos
y su pugna en España desde 105 ovígcncs dc
la Prinlera República, Barcelona, 1974, pp. 241-
256.
40 Dicho organismo quedó integrado por tres
miembros según distritos electorales: por
Valencia, ~ u r e l i oB lasco Grajales (presi&-
te), Anselmo Arenas López (vocal) y Gustavo
A. Sorní Ibáñez (secretario); por .4licante, el
almacenista de maderas Francisco Linares
Such (vicepresidente lo), Aureliano Botella
Alperi (vocal) y Vicente López Durán
(vocal), sustituido luego por Jerónimo García
Mira; por Castellón, el agente naval Enrique
limeno Tomás (vicepresidente 2"). Carlos
Godes (vocal) y Vicente Cea (vocal). "Asamblea
regional republicana federalista valenciana",
El Nuevo Régilnen, 16-IV-1904, pp. 2-4
y 23-I\'-1904, pp. 2-4. Sorní Ibáñez era sobrino
del ex ministro José Cristobal Sorní.
41 "Organismos federales existentes ...", E.
Eenoi a Aureiio Diasco Srajaies, 20-íÁ-1904,
AHN (Salamanca), Sec. Político-Social, Sig.
M-1557. De los comités, sólo ocho asistieron
a la asamblea dc abril, elevándose a 16 los
comparecientes que no figuran en las relaciones
por provincias
42 "Asamblea federalista de la región valenciana",
El h'urvo Rigirnciz, 4-111-1905, pp. 2-3.
También se aprobó la bandera del estado
federal y se dio libertad a los distritos para
pactar con otros destacamentos republicanos
de cara a las elecciones provincialk. Por iniciativa
de Francisco Pi y Suñer, la asamblea
catalana de mayo de 1904 había acogido
favorablemente el establecimiento de cuntactos
entre las tres regiones pactantes de 1869.
43 Junto a Vallés y Blasco, tomaron asicnto en la
dirección central el asturiano Alfredo Flórez,
el aragonbs Serafín Asensio y el extremeño
Juan Guillén Palomar En otro orden de
cosas, una circular del consejo nacional del
12 de noviembre instaba a conmemorar el
óbito dc Pi, efemérides que junto a la "fiesta
del Programa", otra idea de Benot, se convertirían
en adelante en típicos referentes de la
práctica federal. Cf. "En mcmoria del Maestro",
tl Tribuno, Las Palmas, 23-XI-1904, p. 1.
44 Habría que considerar la proliteración de
casinos unionistas con un alto porcentaje de
socios que decían asumir el Programa de
1894. Lu Voz Morlfntiesa, pese a exagerar su
dimensión, constata el hecho en una quincena
de poblaciones de 13 provincias, figurand
o n i i i v ~ca pitales: ~a Corufia, ~ C i e d o ,
León, Palencia, Badajoz, Córdoba, Huelva,
Cádiz y Palma dc Mallorca. El resto abarca
El Ferrol y un conjunto de lugares variopi~itos
que van desde los murciano5 de Jumilla y
Mula hasta el palentino de Parcdes de Nava,
pasando por el riolano de Haro, el ciudadraleno
de Manzanares y el setillano de Carrnund.