APROXIMACIÓN AL ANÁLISIS DE LA

VULNERABILIDAD DEL VOLCÁN DE

FUEGO DE COLIMA (JALISCO, MÉXICO)

LUIS HERNÁNDEZ CALVENTO1

HERIBERTO CRUZ SOLÍS2

BERTHA MÁRQUEZ AZÚA2

CARLOS SUÁREZ PLASCENCIA2

MABEL PADLOG SCHMOISMAN3

PILAR PALOMAR ANGUAS2

VEGUETA, Número 7, 2003 – ISSN: 1133-598X 241

Resumen: Se aborda en este artículo

una aproximación al estudio de la vulnerabilidad

de la población ante las manifestaciones

del Volcán de Fuego de Colima

(Estado de Jalisco, México), desde

un punto de vista geográfico. Para su desarrollo

se plantea el uso de dos escalas:

en primer lugar se estudia el entorno del

Volcán, haciendo uso de Tecnologías de

la Información Geográfica (T.I.G.) para el

análisis de sus coberturas del suelo; en

segundo lugar, se toma como área piloto

el núcleo de Juan Barragán, en las inmediaciones

del Volcán, y se analizan las

motivaciones de la población, sus disponibilidades

y medios de evacuación, así

como su actitud ante una hipotética manifestación

volcánica.

Palabras clave: vulnerabilidad, riesgo

volcánico, Volcán de Fuego de Colima,

Teledetección, SIG, Protección Civil,

plan de evacuación, medidas de protección.

Abstract: An approach to the study

of vulnerability in volcanic manifestations

of Volcán de Fuego de Colima (State

of Jalisco, México), from a geographic

point of view, is the aim of this paper.

Two scales are used to broach the problem:

first and foremost was necessary

to analyse the land-cover arround the

Volcán de Fuego de Colima, using Geographic

Information Technologies

(G.I.T.); at the same time, the village of

Juan Barragán, neighbouring the volcano,

was consider like a pilot area, and so,

its population was analized with the

purpose of understand their reasons of

stay at the area, and their possibilities

and chances faced with a hypothetic volcanic

manifestation.

Key-words: vulnerability, volcanic

risk, Volcán de Fuego de Colima, remote

sensing, GIS, civil defense, evacuation

programme, protection steps.

INTRODUCCIÓN

El término «vulnerabilidad» expresa

muchos conceptos, dependiendo de su

campo concreto de aplicación. Sin embargo,

de forma genérica, y desde el punto de

vista humano, podemos entenderlo como

la probabilidad de que las expectativas futuras

puedan caer bajo niveles mínimos

(HOLZMANN, 2001).

En el campo de los riesgos naturales, se

considera que este término expresa la susceptibilidad

a recibir impactos negativos

de eventos peligrosos (NOAA, 2001). Desde

este punto de vista, en cualquier análisis

sobre riesgos naturales que busque la

comprensión del problema en su conjunto,

se hace imprescindible el establecimiento

del grado de vulnerabilidad de los grupos

sociales afectados. A pesar de ello, el concepto

no tiene establecido un contenido de

forma definitiva, por lo que se tiende a englobar,

bajo el término, procesos y situaciones

de diversa índole (CALVO, 1997).

De esta forma, podemos encontrarlo como

un indicador de la probabilidad de que un

evento catastrófico se produzca; pero también

como una expresión de los daños esperables,

considerando las pérdidas de bienes

o vidas humanas. Por ello, la forma de

calcularlo y expresarlo como parámetro

varía según los estudios: se puede expresar

como un porcentaje de pérdidas, considerando

éstas tanto a corto como a largo plazo,

lo que implica la adopción de una forma

de valoración inequívoca, principalmente

económica (COBURN et al., 1994).

Pero también es posible adoptar otras fórmulas,

como la medición en grados, conforme

a la descripción de los objetos de estudio,

tal y como se hace en el caso de las

escalas de daño en los terremotos (v.g.:

Mercalli).

En los últimos años, y relacionado directamente

con el papel emergente que adquieren

los grupos sociales, la inclusión de

este término en las disciplinas relacionadas

con los riesgos naturales ha sido una constante,

lo que está llevando a su re-definición.

Así, algunos autores tienden a considerarlo

como el grado de eficacia de un

grupo social en la adecuación de su organización

frente a posibles cambios en el

medio que incorporan riesgos. Desde este

242 Luis Hernández / Heriberto Cruz / Bertha Márquez / Carlos Suárez / Mabel Padlog / Pilar Palomar

punto de vista podríamos entender la vulnerabilidad

como la habilidad de la sociedad

para hacer frente a hipotéticos eventos

que la pongan en peligro, dentro de un nivel

de daños tolerable, que ha de ser establecido

por la propia sociedad. De este modo,

se establece una relación inversa entre

la vulnerabilidad y la capacidad de la sociedad

para adaptarse a un cambio, por lo

que el concepto debe ser considerado estrictamente

de carácter social (CALVO,

1997). Por ello, para su estudio se requiere

de la participación de múltiples disciplinas,

que observen el objeto de estudio, no

ya desde las perspectivas físicas o económicas,

sino así mismo sociales y ambientales.

Ahora bien, desde esta visión más amplia

se entiende que el nivel de riesgo socialmente

aceptable depende, a su vez, de

la proximidad del riesgo y de su familiaridad.

Estos últimos no se presentan de forma

única en todas las sociedades, ni para

todos los peligros potenciales, sino que indican

aspectos cualitativos de la percepción

del riesgo a escala local.

Independientemente de la problemática

abierta en su definición, lo cierto es que la

determinación espacial de la vulnerabilidad

resulta básica cuando se trata de definir

planes de prevención frente a posibles

fenómenos catastróficos, dado que de este

parámetro depende en buena medida la actuación

ante posibles daños, con el fin de

minimizarlos. Así, su determinación territorial

permite actuar en menos tiempo, antes,

durante, y después de los episodios críticos,

por medio de la puesta en funcionamiento

de planes de prevención activa y

pasiva. Esta necesidad crea la obligación

social de mantener una cartografía actualizada

de los niveles de riesgo, que debe ser

considerada en la protección de la sociedad,

resultando clave en la planificación de

nuevas infraestructuras, equipamientos, o

áreas de crecimiento en el futuro (WHOPAHO,

1998).

Los estudios sobre riesgos volcánicos

no escapan a esta necesidad, debido a la

trascendencia que los episodios de esta naturaleza

tienen para las poblaciones que se

sitúan en las inmediaciones de los grandes

sistemas volcánicos. Sin embargo, su determinación

ha pasado a un segundo plano,

toda vez que en la actualidad, y desde

la década de los ochenta del pasado siglo,

se ha puesto un mayor énfasis por parte de

científicos y administraciones en el conocimiento

de los parámetros físicos que controlan

el vulcanismo. Este hecho está directamente

relacionado con las «lecciones

de humildad» impartidas por algunos episodios

volcánicos ocurridos en esos años,

como los del St. Helen y el Nevado del

Ruiz (TILLING, 1993). A la espera de resultados

concretos, las administraciones se

han visto forzadas a tomar la delantera, estableciendo

planes de prevención basados

en formas simples de medición de la vulnerabilidad.

Ésta se considera, así, como

una asignatura pendiente en el campo de

las disciplinas científicas.

Esta idea queda de manifiesto en la mayoría

de los estudios realizados sobre el

riesgo volcánico desde un punto de vista

eminentemente físico, en los que no se

cuenta, por lo general, con otro tipo de documentos

(los relativos a daños potenciales)

para comenzar a hablar realmente de

«cartografía de riesgo volcánico» (ARAÑA

y ORTIZ, 1993; CARRACEDO, 1990).

Así y todo, considerando la «percepción

social» antes aludida, los trabajos en la línea

del riesgo volcánico, no deben quedarse

únicamente en la medición, desde un

punto de vista económico, de los bienes y

las vidas potencialmente perdibles, sino

que deben adentrase en análisis mucho

más profundos, en los que otras disciplinas,

con una clara orientación social, participen

de forma directa. Algunos ejemplos

establecen la necesidad de avanzar, igualmente,

desde un punto de vista psicológico

(MILLER et al., 1999).

Aproximación al análisis de la vulnerabilidad del volcán de fuego de Colima (Jalisco, México) 243

OBJETIVOS Y METODOLOGÍA

El trabajo que ahora se presenta tiene

como punto de partida un proyecto desarrollado

en el Laboratorio de Nuevas Tecnologías

del Departamento de Geografía y

Ordenación Territorial de la Universidad

de Guadalajara, México. El objetivo principal

que se planteaba era la elaboración de

un Sistema de Información Geográfica

(S.I.G.) que permitiese la modelización espacial

del riesgo asociado a las manifestaciones

volcánicas del Volcán de Fuego de

Colima, en México, considerando tanto el

punto de vista físico, como la vulnerabilidad.

Este trabajo forma parte de un proyecto

de mayor envergadura («Sismología

y Volcanología en el Occidente de México

»), que se desarrolla, desde hace algunos

años, en esa Universidad.

El producto final que se planteaba este

objetivo era la elaboración de una cartografía

de riesgo volcánico para un área que

manifiesta, actualmente, una gran actividad

económica. Dentro de una línea de investigación

aplicada, el documento generado

serviría de base para la prevención social,

considerando ésta tanto desde la

perspectiva activa (planes de desalojo, medidas

de ingeniería, ...), como desde la pasiva

(planes de educación y concienciación).

Al tiempo, se convertiría, en manos

de los Organismos Administrativos encargados

de la Ordenación del Territorio, en

una herramienta clave para la elaboración

de Planes Territoriales coherentes, garantizando

un desarrollo en el que quedara integrada

la protección a la población.

Para llevar a cabo este objetivo general

se consideraron dos objetivos parciales que

se desarrollan de forma escalar: por un lado,

desde una óptica general, se afrontan

los principales bienes que se verían afectados

en caso de producirse una erupción.

Para ello se procedió a la determinación de

las coberturas del suelo, que indican los

principales usos territoriales. Por otro lado,

en detalle, se plantea la actitud de la población

ante una hipotética manifestación

volcánica. Este objetivo se desarrolló mediante

el acercamiento a un núcleo de viviendas

próximo al volcán, actividad que

permitiría establecer las principales motivaciones

de su población, con el fin de entender

sus perspectivas ante este tipo de

manifestaciones.

Para el desarrollo del primer punto, se

estableció la necesidad de abordar el trabajo

desde la óptica de la Teledetección espacial,

toda vez que ésta permite establecer,

de forma directa y global, las principales

características del territorio objeto de

estudio (CHUVIECO, 1996). En este caso,

se procedió a la selección de las imágenes

de satélite, necesarias para el estudio de las

coberturas y usos del suelo. El sensor elegido

fue el SPOT-HRV, que cuenta con tres

bandas de información en los canales verde

(0,50-0,59 mm), rojo (0,61-0,68 mm) e infrarrojo

cercano (0,79-0,89 mm), así como

una única banda en el modo pancromático,

de una anchura espectral semejante a la suma

de las anteriores (0,51-0,73 mm). La

elección de esta fuente de datos se realizó

de acuerdo a los requerimientos del trabajo,

dado que era necesario contar con información

acerca de las áreas de cultivo, y

la vegetación es identificable por medio del

canal de infrarrojo cercano. Precisamente,

con ese objetivo, se generó un índice de vegetación

de diferencia normalizada (NDVI).

Este documento tiene su base en las diferencias

que presenta la vegetación en las

diferentes longitudes de onda del espectro

electromagnétrico, concretamente entre las

bandas relativas al rojo y al infrarrojo cercano.

El cociente entre ambas (el índice de

vegetación) permite aislar esta cobertura

del resto, así como detectar variaciones en

su estado de vitalidad.

También se consideró necesario contar

con un Modelo Digital de Elevaciones

(MDE), para cuya obtención se procedió

mediante la interpolación espacial de las

curvas de nivel, generadas mediante restitución

fotogramétrica por el Instituto Nacional

de Estadística, Geografía e Informá-

244 Luis Hernández / Heriberto Cruz / Bertha Márquez / Carlos Suárez / Mabel Padlog / Pilar Palomar

tica (INEGI). En este ejercicio se aplicó el

método de interpolación por la inversa de

la distancia, considerando los seis puntos

más cercanos, así como una tesela de 10 m.

Los MDEs permiten, en su análisis, el cálculo

de variables derivadas, necesarias en

los procesos de modelización espacial, como

la pendiente y la orientación.

Con el fin de proceder a la visión tridimencional

del área de estudio, fue necesario

observar conjuntamente los datos procedentes

de la imagen de satélite con los

relativos al MDE. Para ello se procedió, en

primer lugar, a la fusión de los dos modos

del sensor HRV, trabajo que se realizó mediante

una transformación HSI, basada en

la generación de tres capas de información

(tono, saturación e intensidad), a partir de

una composición en falso color (RGB-321)

cuyas teselas habían sido remuestreadas a

10 m. La sustitución del componente relativo

a la intensidad por la banda pancromática

del sensor, permite la obtención final

de una imagen compuesta, idéntica a la

original, pero con 10 metros de resolución

espacial. Precisamente, esta resolución común

permitió la visión conjunta de ambos

documentos (imagen compuesta y MDE).

Por su parte, para el acercamiento a la

población, se consideró necesario establecer

un área modelo. Ésta fue el núcleo de

Juan Barragán, localizado a escasos kilómetros

del cráter. El análisis de su población

se abordó desde una óptica social, mediante

la convivencia diaria y las entrevistas

directas, que permitían obtener la información

más relevante acerca de sus motivaciones

personales y sociales. En este

sentido, se consideró indispensable la evaluación

de las relaciones autoridades-población.

Dado que estos trabajos se encuentran

en la actualidad en pleno desarrollo, el que

ahora se presenta muestra solamente algunos

de los resultados obtenidos, especialmente

en relación al segundo objetivo

planteado; de igual forma, otros trabajos ya

han presentado resultados conforme al primer

objetivo (SUÁREZ et al., 2001).

ÁREA DE ESTUDIO

El Cinturón Volcánico Transmexicano

(CVT), de unos 1.000 km de longitud, es un

arco volcánico que cruza la parte central de

México, desde el Golfo de California hasta

el Golfo de México. En su origen se encuentra

la subducción de las placas de Cocos

y Rivera bajo la Norteamericana, proceso

que se desarrolla desde el Plioceno. En

el CVT se han desarrollado más de 11 grandes

centros volcánicos en los últimos

20.000 años, generalmente de naturaleza

calco-alcalina. Uno de estos centros es el

Complejo Volcánico de Colima, una cadena

con orientación N-S, localizada al oeste

del CVT (figura 1).

Aproximación al análisis de la vulnerabilidad del volcán de fuego de Colima (Jalisco, México) 245

246 Luis Hernández / Heriberto Cruz / Bertha Márquez / Carlos Suárez / Mabel Padlog / Pilar Palomar

Figura 1. Localización del Complejo Volcánico de Colima en el contexto de México.

Figura 2. Mapa de localización del Complejo Volcánico de Colima (Fuente: INEGI).

El Complejo Volcánico de Colima (figura

2), declarado como Parque Nacional

Volcán de Colima en 1936, está conformado

por tres grandes estrato-volcanes: el

Volcán de Fuego de Colima, con 3.860 metros

sobre el nivel del mar, es un edificio

andesítico que presenta una notable actividad

actual; al norte de éste, se localizan el

Nevado de Colima (4.330 m.s.n.m.) y el

Volcán Cántaro (2.900 m.s.n.m.), ambos extintos.

El Volcán de Fuego es el volcán más

activo de México, habiendo experimentado,

en los últimos 500 años, más de 30 períodos

eruptivos, y presentando, en los últimos

años, un aumento en su actividad

volcánica.

Los principales rasgos climáticos permiten

definir esta área como semiseca, sin

que se aprecie un cambio térmico bien definido

en invierno. La temperatura media

anual ronda los 17,5ºC, mientras que la

precipitación media supera los 750 mm,

concentrándose las lluvias en los meses de

verano (junio, julio y agosto).

La fertilidad de los suelos que se han

desarrollado alrededor de este Complejo

Volcánico, ha favorecido el cultivo de cítricos,

especialidad en la que la región se ha

convertido en el primer productor de México.

También en los últimos años se identifica

un importante incremento de la superficie

cultivada por caña de azúcar, favorecido

por la posibilidad real de una

inmediata salida al mercado, debido a que

esta área se localiza en la principal vía de

comunicación entre Guadalajara, capital

del Estado de Jalisco, y el Puerto de Manzanillo,

en el Estado de Colima.

Asociada al sector primario, la población

del área presenta una gran dispersión;

así, mientras tan sólo cuatro localidades

concentran alrededor del 54% de la población,

el resto se distribuye en un gran número

de pequeños núcleos, la mayoría de

ellos con difíciles accesos. El Volcán de

Fuego se localiza entre los municipios de

Comala y Cuahtémoc (Estado de Colima) y

Tuxpan, Zapotitlán y Tonila (Jalisco). En los

alrededores del edificio, donde se muestran

las mayores pendientes, se han desarrollado

reducidos núcleos de habitantes,

como los ejidos de La Yerbabuena, Barranco

del Agua, San Antonio o La Becerra (en

el Estado de Colima), o Juan Barragán, El

Agostadero, Los Machos, El Durazno y San

Marcos (en Jalisco). Estos núcleos, en conjunto,

cuentan con una población de unos

500 habitantes, dedicados principalmente

al sector primario, y con un 96% de analfabetismo.

La reconstrucción de la actividad histórica

del Volcán de Fuego (LUHR y CARMICHAEL,

1980), los trabajos de seguimiento

de su actividad, así como los estudios

geomorfológicos, han permitido

establecer las posibles zonas que se verían

afectadas por los diferentes productos emitidos

desde el volcán durante alguna fase

explosiva, tanto en relación con flujos piroclásticos

y derrames de lava, como en

cuanto a proyectiles balísticos y lahares.

Con respecto a estos últimos, se han considerado

principalmente a partir del nuevo

ciclo volcánico. Éste comenzó en enero de

1998, caracterizado por dos etapas: efusiva

la primera (que finalizó en enero de 1999),

y explosiva la segunda (que se desarrolla

desde febrero de 1999). Dentro de esta última

etapa es cuándo se han considerado

los últimos trabajos mencionados (SUÁREZ

et al., 1999) (figura 3). En conjunto, se ha

contemplado un gran escenario de riesgo,

con una superficie aproximada de 7.850

km2, dentro del cual se localizan más de

180 localidades, y una población cercana a

los 500.000 habitantes.

A la vista de estos resultados, los principales

daños que se prevén son relativos

al sector primario (tanto agricultura como

ganadería), si bien también se contemplan

otros elementos importantes, relacionados

con las comunicaciones y el suministro de

electricidad y agua.

Aproximación al análisis de la vulnerabilidad del volcán de fuego de Colima (Jalisco, México) 247

248 Luis Hernández / Heriberto Cruz / Bertha Márquez / Carlos Suárez / Mabel Padlog / Pilar Palomar

Figura 3. Mapa de riesgos ante proyectiles balísticos y lahares

(Fuente: Suárez et al., 1999).

Figura 4. Rutas de evacuación establecidas para el sector sur del

Volcán de Fuego (Fuente: Protección Civil del Estado de Jalisco).

En cuanto a las vidas que directamente

se podrían ver en peligro, es necesario considerar

que los flujos emitidos por el Volcán

de Fuego (principalmente durante las

etapas explosivas que caracterizan la terminación

de cada ciclo eruptivo), se canalizan

por los barrancos (las barrancas, atendiendo

al término utilizado en el área de

estudio) que tienen su origen en el mismo

cono volcánico (La Lumbre, Beltrán,…).

Este hecho implica un alto riesgo para las

poblaciones que se han desarrollado en sus

alrededores, y que utilizan estas barrancas

como vías de comunicación o áreas para el

asentamiento. Entre las localizadas en la ladera

sur del Volcán, se encuentra Juan Barragán,

una comunidad ubicada a escasos

kilómetros del cono volcánico, y con una

población dedicada principalmente a labores

agrícolas y ganaderas. Considerando

los datos antes vistos, desde hace algunos

años este núcleo de población (al igual que

otros vecinos) ha sido objeto de un continuo

plan de vigilancia por parte de los

efectivos de Protección Civil del Estado de

Jalisco, que se ve apoyado por medidas de

desalojo, cuando así se aconseja. Para estos

casos, se tienen previstas varias rutas de

evacuación, que estarían aseguradas por

personal de esta entidad (figura 4).

RESULTADOS OBTENIDOS

En relación con el trabajo desarrollado

haciendo uso con Tecnologías de la Información

Geográfica (T.I.G.), es decir, a partir

de la aplicación de técnicas de Teledetección,

así como mediante el uso del MDE,

los resultados alcanzados son los siguientes

(figuras 5 y 6):

El índice de vegetación permitió la detección

de las coberturas vegetales, así co-

Aproximación al análisis de la vulnerabilidad del volcán de fuego de Colima (Jalisco, México) 249

Figura 5. NDVI de la zona de estudio (el blanco indica vegetación en buen estado).

mo observar su estado en el momento de

la toma de la imagen. De ella se desprende

que existen cuatro grandes áreas con mayor

reflectividad en el infrarrojo cercano,

respondiendo a las mayores masas de cobertura

vegetal. Tres de ellas se sitúan en

las laderas ubicadas al sur del edificio volcánico,

mientras la última lo hace en el entorno

de este edificio central y en su cara

norte. Los diferentes grados en el índice de

vegetación, permiten considerar la existencia

de diferentes especies vegetales: así, las

masas vegetales ubicadas en las cercanías

al edificio central, y en su cara norte, responden

a la masa forestal del Parque Nacional;

mientras que las situadas en la ladera

sur se encuentran principalmente asociadas

a los núcleos de población. Se trata,

evidentemente, de grandes superficies de

cultivos.

La mancha central correspondiente a

los cultivos ubicados al sur del edificio volcánico,

asciende por su vertiente, y el contacto

con la masa forestal central no es nítido,

lo que indica la presencia de importantes

núcleos dedicados a la labor

agrícola. En ellos se detecta una mezcla importante

de reflectividades, diferencias que

se corresponden con un uso no intensivo

del territorio. Por ello, es deducible que se

trata, por lo general, de policultivos, dedicados

en buena medida a la subsistencia,

así como al abastecimiento de los mercados

cercanos, cuando las vías de comunicación

lo permiten. Este hecho tiene transcendencia

desde el punto de vista de la vulnerabilidad,

dado que la población que responde

a estos patrones suele mostrar un alto

grado de sedentarismo, debido al

cuidado de la tierra.

La visión tridimensional del territorio,

apoyada en la generación del MDE, y haciendo

uso de una imagen en falso color

(figura 6), permite detectar que el área sur

del volcán presenta una elevada pendiente,

en el que se desenvuelven una gran parte

de cultivos. Éstos se concentran en los alrededores

de los municipios de Tonila,

Quesería, Cuauhtemoc y Comala. Algunos

de sus núcleos se han ubicado directamente

en los márgenes de las principales barrancas,

como San Marcos, al que llegan directamente

La Arena y El Rosario, que descienden

desde el cráter del Volcán de

250 Luis Hernández / Heriberto Cruz / Bertha Márquez / Carlos Suárez / Mabel Padlog / Pilar Palomar

Figura 6. Visión tridimensional de la ladera sur del Complejo Volcánico de Colima.

Fuego. Se trata de un núcleo consolidado,

donde las vías de comunicación permitirían

una evacuación en un período relativamente

corto de tiempo, desde el centro

de operaciones de Protección Civil en Ciudad

Guzmán. Sin embargo, las construcciones

que se han desarrollado en las laderas

de los barrancos citados, podrían sufrir

importantes pérdidas.

El trabajo desarrollado en el núcleo de

Juan Guzmán, ha permitido detectar algunas

deficiencias en las relaciones entre la

población y el organismo de Protección Civil,

debido a discrepancias en el sistema de

protección de los ciudadanos. Este núcleo,

de unos 70 habitantes, y cercano al Volcán

de Fuego (figura 7), se encuentra protegido

de muchas manifestaciones volcánicas

por una barranca que lo rodea por su vertiente

septentrional. Para su población se

han desarrollado planes de vigilancia y

emergencia (figura 8), y se han establecido

dos vías de evacuación, una de las cuáles

se dirige al núcleo de San Marcos, hacia el

sur, mientras que la otra lo hace hacia el

norte, siendo Ciudad Guzmán su horizonte

de fuga. El plan estratégico desarrollado

por Protección Civil plantea la evacuación

prioritaria hacia el núcleo de San Marcos,

por lo que esta vía está en muy buen estado.

Por el contrario, la que se dirige al sector

norte se encuentra casi en abandono.

En este sentido, se identifican muestras

de oposición por parte de la población, dado

que encuentran la vía principal como

peligrosa, de cara a una posible evacuación.

El origen de este problema se encuentra

en el trazado de la citada vía, debido

a que en su recorrido se han de sortear

algunas barrancas, y que la llegada a San

Marcos no garantiza finalmente su alejamiento

del peligro, por las condiciones antes

mencionadas con respecto a este otro

núcleo de población.

De la explicación de los habitantes de

Juan Barragán podemos deducir un buen

conocimiento del territorio, y del funcionamiento

del Volcán, previsiblemente como

consecuencia de una vida familiarizada

con ambos, en la que no hay que descartar,

además, las informaciones recibidas

por parte de las administraciones, de cara

a su salvaguarda. De hecho, entienden que

es en la vertiente sur del Volcán, tal y co-

Aproximación al análisis de la vulnerabilidad del volcán de fuego de Colima (Jalisco, México) 251

Figura 7. Vista del Volcán de Fuego desde Juan Barragán.

mo hemos observado con anterioridad,

donde se presentan los mayores desniveles,

y que coincide con el área donde aparecen

los depósitos volcánicos más recientes.

Por todo ello, no se podrían descartar

riesgos sinérgicos, en caso de manifestaciones

volcánicas y/o sísmicas, como desprendimientos

o deslizamientos, especialmente

en las barrancas, que podrían dejar

a los habitantes de este núcleo atrapados,

en una hipotética huida.

CONCLUSIONES

Las conclusiones de este trabajo se

plantean en dos líneas, una metodológica,

y la otra de aplicación: en relación a la primera,

consideramos de gran utilidad el

afrontar un estudio de estas características

desde una visión pluriescalar, de modo que

se observen los principales rasgos territoriales

desde una óptica general, y a su vez

se detecten, a nivel de detalle, los problemas

de la población.

De igual forma, podemos considerar las

técnicas de Teledetección como unas herramientas

válidas para el establecimiento

de fuentes de datos, de cara a evaluar la

vulnerabilidad en las áreas cercanas a centros

volcánicos, cuestión que resulta clave

en la protección de las vidas y los bienes.

En este sentido, consideramos a estas técnicas

como indispensable en la elaboración

de documentos cartográfícos de riesgo, por

su capacidad para detectar diferentes coberturas

de suelos. Además, resultan de especial

interés cuando se trata de núcleos

poblacionales dedicados a las labores agrícolas,

debido a las posibilidades que se

abren de cara a evaluar y contabilizar las

posibles pérdidas económicas asociadas a

estos usos. Sus posibilidades se amplían si

el objetivo es disponer de una actualización

periódica, por la alta resolución temporal

que tienen en la actualidad los satélites

de observación de la tierra.

También, en esta línea metodológica, es

necesario considerar la importancia que

tiene, en el establecimiento de la vulnerabilidad,

el trabajo de campo, dado que permite

considerar los bienes a valorar a una

escala de detalle, es decir, allí donde la Teledetección

no puede llegar. En este sentido,

podemos considerarlo como una herramienta

de apoyo a las propias técnicas

de Teledetección.

252 Luis Hernández / Heriberto Cruz / Bertha Márquez / Carlos Suárez / Mabel Padlog / Pilar Palomar

Figura 8. Semáforo volcánico en Juan Barragán.

Pero, de igual modo, este trabajo de

campo resulta de interés desde un punto

de vista social, dado que posibilita el acercamiento

a la población, y abre vías de entendimiento

hacia sus necesidades reales.

En esta línea, y desde una óptica de trabajo

aplicado, se hace necesario considerar la

población de un modo diferente al de un

objeto paciente, ante una posible manifestación

de riesgo volcánico. La necesidad de

garantizar la superviviencia de los habitantes

de un núcleo poblacional, situado

espacialmente cercano a un elemento de

peligro, pasa obligatoriamente por el establecimiento

de vías que garanticen la participación

social en todas las decisiones de

su vida en comunidad. Sin este entendimiento,

no es posible establecer planes reales

de protección para la población.

Además, este trabajo de acercamiento

posibilita la detección de posibles errores

antes cometidos; y permite un mayor entendimiento

por parte de los distintos grupos

(económicos, religiosos o sociales) que

pudieran existir en los núcleos poblacionales,

lo que tenderá a reforzar sus posibilidades

reales de superviviencia ante posibles

manifestaciones de riesgo. Desde este

punto de vista, podemos considerar que,

en buena medida, la vulnerabilidad es inversa

al desarrollo de este trabajo social.

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo ha sido posible gracias a

una Ayuda para Estancia en otros Centros,

del Gobierno de Canarias y el Fondo Social

Europeo, así como por la financiación

aportada desde el Centro Universitario de

Ciencias Sociales y Humanidades, de la

Universidad de Guadalajara, México. Los

miembros de su Departamento de Geografía

y Ordenación Territorial, y muy especialmente

de su Laboratorio de Nuevas

Tecnologías, colaboraron aportando información

e ideas. Protección Civil del Estado

de Jalisco colaboró en los desplazamientos.

Y la población de Juan Barragán nos acogió

con generosidad e interés.

Aproximación al análisis de la vulnerabilidad del volcán de fuego de Colima (Jalisco, México) 253

NOTAS

1 Departamento de Geografía. Universidad de

Las Palmas de Gran Canaria. Pérez del Toro,

1 (35003) Las Palmas de Gran Canaria

(España). Tlf: 928451728. E-mail: lhernandez@

dgeo.ulpgc.es.

2 Departamento de Geografía y Ordenación

Territorial. Universidad de Guadalajara.

Campus de Ciencias Sociales y Humanidades

(44240) Guadalajara, Jalisco (México).

3 Departamento de Salud Pública. Universidad

de Guadalajara. Centro Universitario de

Ciencias de la Salud (44340) Guadalajara, Jalisco

(México).

BIBLIOGRAFÍA

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254 Luis Hernández / Heriberto Cruz / Bertha Márquez / Carlos Suárez / Mabel Padlog / Pilar Palomar