VEGUETA, Número 5, 2000 383

Juan Manuel ABASCAL PALAZON: Fidel rita (2835-1918). Su legado documenial e,l la

Real Academia de ln Historia. Publicaciones del Gabinete de Antigüedades de la Real Acadcmia

dr la Historia (serie Estudios Historiográficos, no 2). Madrid, 1999. 282 págs., 64

figs. ISBN: 84-89512-20-0.

Pocos libros pueden ser tan útiles para el estudioso de la arqueología y la epigrafía

hispánica como éste que pretendemos reseñar aquí, aprovechando la ocasión que nos

brinda esta nueva sección de nuestra joven revista Vegueta. I'ublicado en la serie de Estudios

HistoriogrBficos, que edita el Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de

la Historia, este nuevo libro de Juan Manuel Abascal constituye un trabajo que, a buen

s egu~vs, e c u ~ i v e ~ i i er rdi UIM uLrd de ubiigdcia cunsuita para todos los quc nos ciedicamos

al estudio de la epigrafía de la Península Ibérica. Y ello se debe, fundamentalmente, al

interés de la obra de Fidel Fita y al extraordinario valor quc tiene su legado documental,

cuyo estudio es indispensable para cualquiera que desee profundizar en el conocimiento

de la disciplina epigráfica en el último cuarto del siglo XIX y en los primeros aRos del

siglo XX.

Hasta ahora, sabíamos del valor científico de la obra de Fita a través del testimonio

de aquellos colegas, tanto nacionales como extranjeros, que tuvieron ocasión de compartir

con él su interés por la epigrafía y por los hallazgos arqueológicos (entonces simplemente

antigüedades) de España. Recordemos aquí, aquellas palabras que el epigrafistas alemán

E. Hübner le dedicara en las páginas dedicadas a la epigrafía leonesa en el CIL 11:

commentariolos arte litograpizica expressos inecum comuiiicavif, yuibtis titulos m n paucos tarn

Legionc quam iiz aliis eius regionis oppidis i ~ ~ ~ e i zetto esx partc iii collegio S . Marci seruatos descvipsif

diligenter et illuctraz~ifn ori imperite (ClL 11, pág. 370). Pero sobre todo, el testimonio

más elocuente de la labor científica de Fita era, y continúa siendo, su ingeiile produccicín

bibliográfica, la inmensa mayoría de la cual fue publicada en el Boletín de la Real Academia

de la Historia, una institución a la que estuvo vinculado primero como correspondiente

de la provincia de León (1865), después como académico de número (1877). y

que terminaría dirigiendo en 1912, cuando contaba con sctcnta y cinco años de edad.

Como señala Abascal en la introducción de su libro, Fita fue grandemente reconocido

en su época (no hay m5s que lccr los homenajes que se le rindieron en las páginas del

Boletín tras su muerte), pero por desgracia está "en gran parte olvidado hoy por las jóvenes

generaciones dc investigadores". La razón de este olvido, creo yo, no está sólo en

la lejanía de aquél con respecto a nosotros,. sino tamhirn rn la s~c i i l a rc astiimhre q1.m tenemos

en este país de hacer bajar de los altares a todos los que en vida lograron acceder

a ellos. Y Fidel Fita no ha sido una excepción. Es sabido que Fita trabajaba a partir de la

información que le suniinistraban decenas y decenas dc informantes, bien repartidos por

toda la geografía peninsular. Y muchos de sus detractores consideran que buena parte de

los errores que Fita transmitió en sus publicaciones tenían su origen en la información

que le transmitían sus c«rrcsponsales.

De hecho, si leemos las Actas del X Congreso Internacional de Epigrafía Cricga y Latina,

celebrado en París en 1952, podemos conocer cómo se veía, cuarenta años después

U3=- ....... i . , 1. 1 . 1 1 "' i 3~ I ~ I U ~ I L CM, I ~ L J V Iu t. r l m y cllt;u~iubU C ~ U LJ O I I ~ C I I I ~ U ~ (~c~om~ Oo Se¡ ivíarqufs ae

Monsalud). Y es que, a través de la lectura de las intervenciones de J. Mallon, R. Thouvenot

y A. D'Ors a raíz de la ponencia presentada por éste último en la citada reunión

científica, podemos conocer que ya entonces se destacaba que la labor de Fita era deudora,

e11 gran parte, de la silenciosa tarea que habían realizado sus inforinadores locales.

Pero, ¿Ido que Abascal ha llamado "imperfecciones" de su obra (otros autores, antes y ahora,

han sidu mucho más mordaces dl va l~rdrs u labor científica) pueden considerarse como

errores atribuiblcs al jesuita? O dicho de otra manera, ¿Hasta qué punto Fita era deudor

del trabajo de sus corresponsales?. Como decían J. Mallon y A. D'Ors, en aquella

ocasión, "la valeur dépend évidemment de celle de leiirs correspondants, qu'il s'agit

J'6tu dier i~idividuelle~iient".

Y es aquí, precisamente, donde creo que reside la mayor utilidad de este libro de hbascdl,

ya que, por ver primera, pudenios disponer de una exhaustiva documentación que

nos permite conocrr hasta cicíridr lirgdbd id dportaiióri den los iri¡oi.rriiidc)i-t.s locales, y d611-

de comenzaba la tared de un eruditv corn« Fit;i. En efecto, en las casi Lrescit'ntas páginas

de esta obra se recogen, con el orden y rigor exigible en este tipo de trabajos, todo el legado

docuniciitai generado por ei padre Fidei Fita, qur ha permanecido inCdito durante

décadas en la Biblioteca y Archivo de la Real Academia de la Historia, a la espera de ser

rescatado por las manos de alguien capacitado, pero también dotado con la paciencia necesaria,

para vaciar, ordcnar y clasiticar toda esta ingcntc docunientaci6n. Y sin lugar a

dudas, Juan hldnuel Abdscal era el ni& indicado pdr-d llevar a cabo esla laboi; ya que en

trabajos anteriores (sólo citar6 aquí sil iitilísimn catálogo iroinlir~./;i rwo11~7lrP~I Ii /m iilscuipcioiwc

laiiizni; dc Hisjmilifl, publicado en 1994), ha demostrado hasta que punto cstd dispuesto

a afrontar retos que, a juzgar por el panorama bibliográfico español, sólo parecen

estar reservados a los autores más disciplinados, En algunos trabajos anteriores dedicados

al estudio de la obra de Fita, Abascal ya nos había adelantado interesantes datos inéditos

sobre algunas inscripciones romanas y celtibéricas (véase su artículo "Inscripciones

romanas y celtib6ricas en los manuscritos de Fidel Fita en la Real Academia de la Historid",

Ardlicw dt' Prt>lli51~>riLu L ~ I I U ~21~, ~1~99~4I, LppT. 367-390), o sobre la importancia de la

figura del jesuita para el desarrollo científico dc la epigrafía hispánica ("Fidel Fita y la

epigrafía hispano-romana", Boletítl dc, /ir R d A ~ir~lrrriidr~r 111 Hisioriir 193, 1996, pp. 305-

334). Pero estos bien documentados artículos q~iedar-ai hora felizmente superados por esta

obra, en cuya realización ha invertido el autor varios años de trabajo.

El capítulo central de este libro es, sin lugar a dudas, el que está dedicado a recoger

la ingente y heterogénea documentación guardada en los legajos de Fidel Fita que se conservan

en la Real Academia de la Historia (cap. 7, pp. 71-160). En total, Abascal lia registrado

458 dnriiiiiciitos ineditos, siguiendo un sistema de clasificación establecido por

él mismo, que pucdc ser discutible, pero que es adecuado para los objetivos que persigue

esta obra. Cada entrddd va acompaíiada del correspondiente número que tiene el le-

,Y-;', CmH-, 1"-' Ru;,"hul;unLioLr-- = T T 'A "v-P."~ ~.T .T, r-, ,l-u la s R.o-a-1. -A rar lomia r-i-o l2 Histeriñ, !- q ~ cein diida fatilitará

la tarea a muchos investigadores en el futuro. Se rccogcn, en primer lugar, los

manuscritos de Fita (del n"1 al ii0154), perfectamente numerados y, cuando procede,

subdivididus en dc)c~irneiilosa; conlii~uacióris, c recogen lo qiic Abascal dciiorninci "otros

manuscritos" (n" 155-188), que no son otra cosa sino los informes, algunos de ellos de

gran interes historiográfico, enviadus por numerosus corresponsales (alguiios aiióiiinios)

y personalidades de la tpoca como Eduardo Sddvedsd, E. Hüb~iere, lc., no iueiior es el interés

que ofrecen las cartas enviadas a Fita (11'789-NO), que al igual que la documentación

anterior, cstá clasificada por el orden alfabético de sus remitentes; a éstas siguen los

borradores que se conservan de ias cartas ~ ~ w i a dpaosr Fita jn,iiYí-SiZj, ciasificadas por

orden alfabético de sus destinatarios; a continiiación, bajo el nombrc de "otras cartas", se

Juan Manuel Abdscdl Palazón: Fidd Fzta 118351918). 385

registra un grupo heterogéneo de misivas (n"513-5411, que no pueden incorporarse a los

grupos anteriores; y finalmente, cierra este capítulo una relación de recortes de prensa y

scparatas (n0542-558), que se conservaban entre los papeles del jesuita.

Como era de esperar, la labor de Juan Manuel Abascal no se ha limitado únicamente

a la ingrata, pero necesaria, actividad de catalogar esta abundante documentación, sino

que ha ido mucho más allá. Además del obligado rapít~ilud eclicddo al análisis de la biografía

de Fita (cap. 2, pp. 15-31), o a su labor en la Real Academia de la Historia (cap. 3,

pp. 33-48), debemos destacar aquí tres capítulos esenciales de este libro, en el que el autor

aprovecha al máximo la documentación inédita que e1 ha tenido oportunidad de estudiar

con detenimiento. Destaquemos, para empezar, el capítulo que Abascal titula "Fita

y la epigrafía" (cap. 6, pp. 55-69), un excelente análisis historiográfico que nos sitúa al

personaje en el contexto de su época: podemos conocer incluso cómo el jesuita se preocupa

por explicar a sus corresponsales la técnica para realizar mejores calcos de las inscripciones.

No menos intcrcsantc es el capítulo dedicado a las inscripciones latinas estudiadas

por Fita (cap. 8, pp. 161-220), ordenadas por Abascal en provincias y localidades.

Sin lugar a dudas, éste es uno de los capítulos que será de mayor utilidad práctica a los

epigrafistas, sobre todo en aquellos casos en los que la inscripción se encuentra desaparecida.

Las oportunas figuras insertadas en cl texto, que reproducen algunas fichas inéditas

y dibujos de las inscripciones son, además, de gran utilidad. Finalmente, el capítulo

dedicado a los hallazgos numismáticos (cap. 9, pp. 221-226), a los que Fita no concedió

excesiva atención, como oportunamente señala Abascal.

Cierra el libro un extenso capítulo dedicado a recoger la bibliografía rclativa a Fita

(cap. 10, v p . 227-262). en el que no sólo se recogen las obras piiblicadar snhrr la vida y

obra del jesuita, sino también la ingente producción bibliográfica generada por éste a lo

largo de más de cincuenta años de trabajo incansable. Y es que, como se puede apreciar

en la rccnpilnción que ha hccho Ahascal, entre libros, opúsculos y artículos, Fidel Fita Ilegó

a publicar casi un millar de trabajos, relativos en su mayoría a epigrafía e historia local

de la Península Ibérica. Pero como advierte Abascal, la cifra es aproximada, ya que la

dispersión de sus publicaciones hace materialmente imposible conocer con cxactitud,

cuánto y dónde publicó. En cualquier caso, la rccopilación bibliogrjfica que incorpora

Abascal al final del libro es de gran interés, sobre todo si tenemos en cuenta que muchos

de EZS artiCUIOY (iprC!UfiG dC lut, qUi. püb!iC6 crL C! Bi?!ifi;.i dE ,?fü/ rALiadriiiiii Me la

Historia), suelen aparecer citados incorrectamente en numerosas publicaciones modernas.

Finalmente, cn un libro como éste no podían faltar unos exhaustivos índices que permitan

acceder, de forma rápida y precisa, a la ingente documentación que conliene. Y

aunque pucda parecer ocioso comcntarlo aquí, no lo es, sobre todo cuando todavía se publican

en nuestro país monografías sin un simple índice onomástico o de materias. Aquí

Abascd va i-ii6s lejos de 10 iiiíiiiiiiaitieiiie exigibie eri e5ios casos, y nos ofrece casi veinte

páginas de completos índices, entre los que cabe destacar el onomástico, el toponímico,

el epigráfico y el numismático (entre otros).

Termino ya recordando las palabras que hace algunos años leí en la introducción de

una conocida obra dc Claudio Sánchez Albornoz. Decía este insigne historiador que, con

total premeditación, no había incluido en su libro notas a pie de pagina porque sabía que,

por desgracia, nadie se preocupaba de leerlas. Con el tiempo he comprobado cuán acertado

estaba Sánchez Albornoz cuando hizo esta afirmación, pero celebro que aún se publiquen

libros con un jugoso aparato de notas. Vicne esto a colación de las prolijas notas

a pie de página que Abascal ha incluido a lo largo de las casi trescientas páginas de esta

obra, y que tampoco escasean en el catálogo documental del libro. En ellas, el autor

386 Manuel E. Ramírez Sánchez

nos ofrece abundante información suplementaria, y contrariamente a lo que suele ser habitual

en los trabajos de otros colegas, ninguna sobra. Es más, leyéndolas con detenimiento,

es fácil concluir que Abascal ha dedicado tanto o más tiempo a la redacción de

algunas de ellas, como al texto editado en caracteres mayores, unas líneas más arriba. Y

ciertamente, el interés de algunas de estas notas (por ejemplo, la mayoría de las referencias

biográficas de las personas que iritercar~ibiaruii currespuridencia con Fila), no guarda

relación con el exiguo tamaño que en la imprenta le tienen reservadas. Estoy seguro

de que los lectores del libro sabrán apreciarlo.

Manuel E. RAM~RESZÁ KCHEZ